8. Espadas y golillas
También en esa primera mitad del siglo XVII aparecen los rasgos sociales que han de perdurar: parasitismo, militar o civil; abogadismo y papeleo.
Felipe II, «rey papelista», viajaba, y le seguían carros cargados de expedientes. Espadas y golillas lo llenaban todo, entonces. La corte era una gran covachuela, con sus nubes de pretendientes, con sus continuas pragmáticas y órdenes mandando extrañar a los mendigos, los postulantes, a los forasteros; con su abandono o menosprecio de las profesiones útiles, con su famoso trío de iglesia, mar o casa real, en que las familias nobles e hidalgas, y el mismo pueblo a imitación de ellas, compendiaban todas sus aspiraciones y anhelos en este mundo. Una familia que se estimara buscaba ante todo para sus hijos una posición oficial (milicia, magistratura, administración, hacienda, aduanas), y sólo en último término acude a las profesiones libres y a la iniciativa particular.
Entonces también apareció organizada y completa la literatura castellana, y a dicha época y condensación se refieren los rasgos y generalizaciones bajo los cuales es conocida en el mundo. Esa literatura ofrece a la atención del psicólogo tres puntos de vista principales: como expresión de la realidad contemporánea, como expresión de la idealidad nacional y como ejecución o manera artística en sí misma. Y de todas maneras y en los tres sentidos indicados, ninguna se hallaría más diferenciada ni de mayor color de localidad, ninguna más nacional y aparte.
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