Entrevista a Fernando Núñez
PARIS, Francia, diciembre,
Cubanet | Noticias y Prensa Independiente desde Cuba -Autonomía Concertada para Cuba (ACC) es una asociación no gubernamental que se acoge a la ley de libertad asociativa francesa (conocida como Ley de 1901). Ha sido fundada y legalizada en la Prefectura de París por Fernando Núñez, nacido en 1963, naturalizado francés en 1998, quien ha ejercido la docencia en Francia y es titular de enseñanza media en ese país. El objetivo de la asociación levantará no pocas polémicas y es casi necesario antes de entrevistar a su fundador exonerar, tanto a la revista como al entrevistador, de todo tipo de compromiso con las ideas que alientan e impulsan la ACC.
William Navarrete: La asociación que has fundado se llama Autonomía Concertada para Cuba. ¿Puedes explicar sus objetivos y contenido?
Fernando Núñez: Prácticamente todas las propuestas de organización política del siglo XX cubano han sido un fracaso. Los movimientos sociales del siglo XIX (conspiraciones y guerras de emancipación) culminaron con la independencia cubana y la metrópoli vencida fue inmediatamente sustituida por un periodo de ocupación norteamericana. Finalmente, la instauración de la República en 1902 no significó el fin de las turbulencias políticas: sus causas que las engendraban seguían siendo, en gran medida, las mismas que provocaron los movimientos del siglo anterior. Una de ellas era la tutela ejercida sobre la isla por una potencia exterior (antes España, luego Estados Unidos). La Enmienda Platt, gústenos o no, fue una realidad de ese segundo periodo de tutela, extendido hasta su abrogación en 1934. La discriminación racial, heredada de un sistema esclavista vigente hasta el último tercio del XIX, era otra de esas razones.
Los objetivos de ACC son básicamente tres. El primero es restablecer la verdad histórica, manipulada durante el siglo XX, en aras de construir una identidad nacional globalizadora en la que todas las capas de la sociedad estuviesen representadas, por una parte, y de fabricar los iconos (Martí incluido, pero sobre todo él) sobre los cuales se ha basado la historiografía nacional (el castrismo más que todo), para manipular a las masas y crear una especie de conciencia colectiva uniforme y un sentimiento de nacionalismo barato. Este proceso se explica muy bien en una célebre recopilación de textos realizada por Hobsbawn y Ranger, recogidos bajo el título de La invención de la tradición. Nuestra intención es arrancar desde bases sólidas. No es posible construir una nación a partir de la idea de que, como en una película, están los buenos de un lado y los malos del otro. Ya no somos el pueblo joven ese que a cada rato se evoca para justificar nuestra sucesión de errores. Si no limpiamos el camino saldremos de un caudillo para caer en otro y luego en otro. En Cuba todavía estamos a tiempo de poner las cosas en su sitio. Para comenzar, al menos de manera incipiente, se pueden comentar las grandes líneas, crear una base de trabajo abierta, abrir el debate.
El segundo objetivo es político: promover un plebiscito en Cuba con el propósito de que la ciudadanía se pronuncie sobre los decretos de noviembre de 1897, que acordaban la autonomía para las islas de Cuba y Puerto Rico y que en aquel momento dieron origen a un efímero gobierno autonómico, cuyo presidente fue José María Gálvez y su representante en Madrid Rafael María de Labra, un señor muy importante para la historia de Cuba pero que nadie conoce. Este gobierno dejó de funcionar cuando se firmó el Tratado de París, pero básicamente fue rechazado por todos los actores de aquel drama y por supuesto, dejó de tener sentido una vez que se produjo la intervención norteamericana.
El tercer objetivo viene de par con el anterior. En el caso de que los cubanos manifiesten mayoritariamente su deseo de ser una Autonomía española, habría que realizar una consulta similar en la península, con la intención de modificar la Constitución española de 1978, que ampara a las 17 autonomías actuales. Por eso lo ideal es que las dos solicitudes ocurran en paralelo. Es como para hacer una mayonesa: para que cuaje bien hacen falta todos los ingredientes y una dinámica continua, sin acelerones ni cambios bruscos. El deseo debe manifestarse en ambos lados. En Cuba se tienen que percibir señales claras de que España la quiere de vuelta y en España debe suceder mismo, sobre todo ahora que el tema de la crisis económica ha puesto en cuestionamiento la sobrevivencia de los gobiernos autonómicos, al menos de la manera en que hasta el momento han funcionado.
Somos cuatro personas quienes estamos en el origen de ACC. Dos españoles, Antonio Gracia y Juan Carlos Guirao; un francés, Emmanuel Pasquet y el entrevistado. Esta variedad es necesaria porque la idea in fine tendrá que ser apoyada también por todo el continente europeo. Ninguno de los cuatro participó anteriormente activamente en política, ni tenemos pedigree en este sentido. El único pedigree que tengo es justamente todo lo contrario al objetivo que persigo: el de un abuelo mambí, Fernando Núñez Álvarez, quien se incorporó al Regimiento de infantería Roloff, el 23 de enero de 1897, alcanzando el grado de cabo durante esa gesta.
El portal electrónico desde el que funcionamos, a la espera de la nueva página que ya se prepara es:
ESTADOS EUROPEOS DEL CARIBE (EEC) Todo estos temas aparecen explicados. Hemos incluido documentos oficiales y estudios recientes de historiadores españoles, mexicanos y cubanos relacionados con nuestros objetivos. También se pueden ser consultados algunos artículos de prensa que profundizan sobre el tema. En el portal hay dos peticiones, una dirigida a europeos y la otra a cubanos, para que firmen si apoyan nuestra idea. Pretendemos reunir un millón de firmas para cada plebiscito.
WN: ¿La ACC acoge miembros sin distinción de nacionalidad?
FN: Como explicaba antes, esto debería ser un proyecto apoyado por todos los europeos porque España no está sola dentro de Europa. Cuando la idea prenda habrá que presentarla ante el Parlamento Europeo. Así es que está abierta a todos los nacionales de la Unión Europea sin distinciones, aunque luego sea sólo España quien lleve semejante propuesta ante Bruselas. En Europa radica la fuerza de este proyecto pues no creo que España esté en condiciones de enfrentarse a los Estados Unidos, por ejemplo. Una gestión europea le daría un peso inusitado a la maniobra, tanto que los Estados Unidos, en caso hipotético de que la rechacen, no podrían impedirlo.
WN: Existen precedentes del tema, tanto en la historia como en el ideario cubano. ¿La ACC se basa en ellos?
FN: La historia de la humanidad es como un árbol, hay ramas que crecen separadas, pero a veces vuelven a entroncarse. En el caso de España sucede esto: durante todo el siglo XIX estuvo dando tumbos entre Repúblicas y Restauraciones y tras la caída del franquismo han vuelto a convertirse en monarquía, parlamentaria, pero monarquía. La idea de la República estuvo muy de moda a principios del XIX, pero no hay que olvidar que las Repúblicas Bolivarianas de aquel entonces estuvieron disputándose territorios y haciendas para terminar enfrascadas en guerras fratricidas. No voy a mencionar lo que sucedió en Haití porque el tema de la esclavitud es mucho más extenso y no quiero aburrir a los lectores. Heredia mismo, el poeta del Himno del desterrado, que vivía en México, le escribió una carta al general Tacón rogándole que le permitiese regresar a Cuba porque ya estaba harto de tanta agitación. Como explicaba al principio, este es uno de los tantos hechos históricos manipulados. Se cuenta que Heredia tuvo que escribirla para que le permitieran regresar a ver a su madre, sin embargo está claro que lo pensaba de verdad como lo muestra una carta dirigida antes a su hermana Ignacia donde decía “lejos de tener las grandes miras políticas que se diga atribuirme el Sr. Tacón, estoy tan harto de revueltas, que sólo aspiro a salir de aquí y vivir, aunque sea pobremente donde haya quietud y paz”. Antes de que nuestra burguesía criolla quisiese ser republicana pensaron en el anexionismo como solución, pero a esta idea no solo se opusieron los liberales españoles, sino los intelectuales cubanos que como Saco y Varela, influían ideológicamente. Por eso nace la idea del autonomismo, que era mayoritaria entre los criollos. Es cierto que aprobando los decretos de noviembre, España se jugaba la última carta para conservar Cuba. Pero no fue por eso que dicho régimen fracasó. Su caída se debió principalmente a la invasión norteamericana como ya se dijo, pero también por la traición del otro grupo de presión que existía en el país, nucleado en torno al partido de Unión Liberal, en su mayoría empresarios que controlaban el comercio mayorista y que defendían el statu quo colonial. Este grupo pudiente logró incluso, gracias a una cláusula en el Tratado de París, conservar sus propiedades en Cuba y ser exonerados de impuestos aduanales cuando comerciaban con puertos norteamericanos. Lo interesante del fracaso de este régimen autonómico es que sus detractores no lo eran porque aspirasen a una independencia real, sino porque deseaban a toda costa conservar sus privilegios, incluso pactando con Estados Unidos futuros beneficios (en el caso de los comerciantes) o importándoles poco la ocupación (en el caso de los patriotas independentistas). Esto lo explica muy bien el historiador Agustín Sánchez Andrés en su ensayo “Entre la espada y la pared. El régimen autonómico cubano” (Revista Mexicana del Caribe, 2003). Nos parece tan revelador que hemos puesto un enlace para que sea leído. Los generales mambises también se beneficiaron con esta situación, según el libro de Piqueras antes mencionado, hasta el propio Máximo Gómez recibió de los norteamericanos prebendas: 20 000 dólares y un retiro tranquilo.
En conclusión, en el ideario cubano el tema de hacer de Cuba una Autonomía española no ha dejado de tener sus seguidores hasta en la actualidad. Pensé que se me había ocurrido a mí solo, pero me equivocaba. Desconocía, por ejemplo, que José Ramón Morales, un cubano exiliado en Estados Unidos, había creado un importante estado de opinión al respecto, mediante un portal electrónico, que aún existe, llamado “Cuba Española”. Cuando compartí con algunos cubanos el tema fue que supe de su labor, pero desafortunadamente Morales acababa de fallecer y su página había quedado detenida en el último artículo que pudo escribir. Creo que estará contento donde esté con lo que estamos haciendo.
WN: ¿Cómo funcionaría una Cuba como gobierno autonómico de España en las condiciones actuales?
FN: Bueno lo primero es realizar un referéndum. La ventaja que yo le veo al estatuto autonómico es que a mi juicio es una solución de consenso. Al mismo Morales le repugnaba la idea de un sistema de salud a la norteamericana. Con este estatuto se conservaría el estado de bienestar con el que funcionan los países de Europa, es decir, salud y educación gratuita hasta los 16 años. Constitucionalmente hablando, tampoco los cubanos estarían renegando del socialismo, ya que en la palabra socialdemocracia se incluye este concepto de manera evidente. En Cuba tras el fracaso del proyecto Varela, ocho millones de personas inscribieron (a la manera en que se suelen hacer las votaciones allá y que ya sabemos) el socialismo como algo que no se podría tocar nunca, algo inalienable. Pues bien, el estatuto autonómico garantizaría también este principio: nadie podría acusarnos entonces de querer borrar las hipotéticas conquistas de estos últimos casi sesenta años. Una autonomía impone claramente un estatuto autonómico que habría que negociar con España, pero estos principios básicos serían mantenidos. Es evidente que bajo las limitaciones actuales, no existiendo en Cuba un Estado de derecho, sería necesario introducir cambios radicales de todas maneras, empezando por el sector económico. Un referéndum en este sentido se impone y por esa razón la ACC se ha propuesto recoger un millón de firmas dentro de Cuba. Los cubanos pueden comenzar a firmar ya, pero organizaremos un viaje a Cuba con el programa “Una urna por el referéndum” que sería llevado a La Habana en 2014 para continuar el proceso allí. Moralmente ha habido tanto desgaste en las últimas cinco décadas de dictadura que existen amplios sectores de la población que desearían poseer un pasaporte europeo y hasta pertenecer al espacio económico común. Las relaciones con Estados Unidos se normalizarían y no habría tentación ninguna por parte del gobierno norteamericano de influir el destino de Cuba una vez instaurada la Autonomía.
WN: En el contexto actual de crisis económica ¿crees que España desearía un nuevo gobierno autonómico, a sabiendas de cuánto cuestan las Autonomías al gobierno de Madrid?
FN: Para que esta idea se materialice es necesario un proceso en que el pueblo de ambas naciones la acepte. En el caso de Cuba, la ley de memoria histórica ha permitido que el año próximo unos 160 mil cubanos se hagan ciudadanos españoles por filiación genética. Para España es una oportunidad única de deshacerse de los resquemores históricos ocasionados por la pérdida de Cuba; pero para nosotros dentro de la asociación, significa una oportunidad tremenda ya que dispondríamos de 160 mil personas interesadas por definición en el estatuto autonómico y que darían a conocer con entusiasmo la idea entre sus conciudadanos.
Con respecto al costo de todo esto, sé que voy a sorprender a más de uno con lo que explicaré, pero seré muy formal con lo que digo: aceptar Cuba dentro de España no costaría un centavo al contribuyente peninsular. En cambio, España sí saldría del grave problema que tiene actualmente con los activos tóxicos que están minando toda su economía. Me explico.
Los activos tóxicos son fondos de inversión de muy baja calidad que se crean a partir de hipotecas con solvencia económica baja (respaldados por una vivienda cuyo precio real difiere bastante del especulativo). El valor de estos fondos de inversión es prácticamente cero o negativo. Pero aun así
sigue siendo dinero que se cuenta dentro de la masa monetaria del país. El agujero provocado por el estallido de la burbuja inmobiliaria en los balances de los bancos y cajas se agranda a toda velocidad, especialmente en las entidades con mayores problemas. El volumen de activos considerados “potencialmente problemáticos” procedentes del sector constructor y promotor inmobiliario se ha disparado en el primer semestre y suma ya unos 75. 000 millones sólo en los cuatro bancos nacionalizados (BFA-Bankia, CatalunyaBanc, NCG Banco y Banco de Valencia). Pues bien, para que esa masa que no esté dando vueltas por ahí, deprimiendo aún más la maltrecha economía, el Estado español ha creado un “banco malo” que reúne todos esos créditos e hipotecas. Esa sociedad tiene el objetivo de vender el lastre del ladrillo de las entidades rescatadas en un plazo de 10 a 15 años y tendrá una participación del Estado máxima del 50%. El resto de las acciones se colocará entre inversores privados.
Esa suma colosal es en España una fuente de preocupación permanente, mientras que en Cuba no sería ningún problema, al contrario, sería la base misma de la recuperación económica, pues serviría de base a la creación monetaria de divisas, “dinero bueno” convertible, algo de lo que se carece en estos momentos en la Isla. Con este dinero, que en la península no sirve de nada, puesto que mantiene los precios del ladrillo deprimidos, la nueva Autonomía cubana no tendría necesidad de endeudarse. Por supuesto, habría que evitar la expansión monetaria en la Isla manteniendo los préstamos a los particulares y entidades industriales que necesiten ese dinero con un coeficiente de caja del 100 x 100, pero no creo que, dada su cuantía, eso signifique un problema. El Banco de Cuba “compraría” al “banco malo” español, con un interés reducido o nulo, esos activos garantizados como ya vimos por el Estado durante 15 años y lo destinaría (prestándolo con un interés mayor), básicamente a la recuperación económica. Una vez recobrada la economía cubana, esos activos podridos ya no lo serían, puesto que quedarían respaldados por el crecimiento económico que sin dudas alcanzaría la Autonomía dentro del nuevo contexto político. No hay que olvidar que hoy América Latina crece un 3% cada año. Esperamos entonces que una vez el comercio libre renovado, sobre bases sanas con Estados Unidos y con Europa, se logren dos milagros a la vez: salvar a España y levantar a Cuba de su marasmo de medio siglo.
Marcadores