Y como la mayoría de nuestros "héroes" también fue derrotado por los realistas.
sábado, 3 de agosto de 2013
José María González Hermosillo, el alteño que dio su nombre a una ciudad en México.
Uno de los héroes del movimiento de Independencia en sus primeros años es José María González Hermosillo. Información de él es más bien poca la que encontramos. En los libros de texto que el Gobierno Federal distribuye es solamente en el que se entrega en el estado de Sonora en donde se hace mención del jalisciense. Y es precisamente allí que encontramos lo siguiente:
"En Sonora el movimiento de Independencia tuvo simpatizantes, pero la lejanía las dificultades en la comunicación, la ignorancia y miseria en que se encontraba la gente, entre otras razones, no permitieron que los sonorenses participaran ampliamente en esta lucha. Sin embargo, en Guadalajara, Hidalgo envió a José María González Hermosillo a propagar la lucha en el noroeste de la Nueva España. Al conocer el gobernador colonial, Alejo García Conde, el movimiento de Independencia, salió hacia el sur al mando de las tropas realistas, las cuales tenían también entre sus filas a indígenas ópatas; en el enfrentamiento de San Ignacio Piaxtla, población de la actual Sinaloa, las tropas insurgentes de Hermosillo fueron derrotadas por las de los realistas. En esa época Sonora y Sinaloa formaban un solo territorio que se llamaba Intendencia de Arizpe". (1)
Sobre Hermosillo habíamos dado ya cuenta, teniendo como base la biografía que Igracio del Río incluye dentro del libro de Tres siglos de historia sonorense. Allí vemos la afirmación sobre el lugar en el que nació, se dice fue Zapotlán el Grande, lo que hoy conocemos como Ciudad Guzmán en el estado de Jalisco. Se dice que luego su padre, Andrés González de Hermosillo junto con su familia se traslada al Puesto de Loreto, en la jurisdicción de Mexticacán. Pero, como suele suceder con los personajes que sobresalen en la historia, en Teocaltiche se dice que fue allí el lugar donde nació el héroe insurgente.
Pero estas discusiones por ser el lugar en donde nació don José María González de Hermosillo no son solamente entre Mexticacán y Teocaltiche, ya que, según Villaseñor y Villaseñor, uno de los biógrafos de los héroes de la Independencia, dice que fue en Tepatitlán y el historiador jalisciense Pérez Verdía menciona a Jalostotitlán como el lugar de nacimiento.
Nicolás de Anda Sánchez, teocaltichense que ha estudiado a fondo en todos los documentos que le ha sido posible, encuentra que, para 1699 había ya en San Pedro de Teocaltiche, noticia de la familia González de Hermosillo, que al menos tenía medio siglo de haberse asentado allí, imagino que medio siglo pues el estudioso menciona a don Sebastián González de Hermosillo, padre de Juan Antonio González de Hermosillo; de los demás descendientes de la familia González Hermosill que menciona don Nicolás de Anda en su libro no aparece don Andrés González Hermosillo del que Ignacio del Río apunta como el padre del héroe.
Las fotografías que estamos viendo corresponden a la Casa Pinta, actual sede de la Casa de la Cultura en Teocaltiche, Jalisco, de la que se dice que "En 1810 era propiedad de Dn. José María González de Hermosillo, en ese año la vendió a Dn. Francisco López, al no pagar éste un préstamo sobre la misma, es rematada en 1822 a favor de Dn. Francisco Borja Gómez. En 1860 esa finca ya era propiedad del Lic. Dn. Eduardo González Laris; después fue de su hijo Dn. Juan José y de su esposa Dña. Rosa álvarez de G. Laris, y de sus hijos Eduardo, José y Luis G. Laris Álvarez. Hoy pertenece a Dn. Lauro (o Hilario) Jáuregui". (2)
Como parte de los inmuebles intervenidos y rescatados dentro del programa del Bicentenario de 2010, encontramos la llamada Casa Pinta, de la que se afirma era finca propiedad de González Hermosillo, que luego de un fuerte trabajo de restauración se logró darle un nuevo aire y dejar para la posteridad esa que sin lugar a dudas es una de las tantas casonas que hay en México y que por una y otra razón están asociadas al periodo histórico que conocemos como guerra de Independencia. Para no meternos en discusiones de que si es Mexticacán o Teocaltiche o Jalostotiltán o Tepatitlán el lugar de origen de don José María González de Hermosillo, lo dejaremos como el héroe alteño de la Insurgencia y recordemos que la capital del estado de Sonora lleva el nombre de Hermosillo en honor al alteño por decreto del 5 de septiembre de 1828.
De meteórica podemos considerar la carrera militar de Hermosillo. En estas imágenes, tomadas de la Colección de Documentos (4) de Hernández y Dávalos, vemos cómo apenas unos días luego de unirse al movimiento Insurgente, para el 13 de diciembre de 1810 es nombrado Teniente Coronel. Dos semanas más tarde, el 29 de diciembre, recibe el nombramiento de Coronel.
Fuentes:
1.- Sonora. Historia y Geografía. Tercer Grado. Secretaría de Educación Pública. México, 1997. p. 121.
2.- De Anda Sánchez, Nicolás. Biografía de don José María González de Hermosillo. Mariscal Insurgente. Edición del autor. México 2000.
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Cabezas de Aguila: José María González Hermosillo, el alteño que dio su nombre a una ciudad en México.
Y como la mayoría de nuestros "héroes" también fue derrotado por los realistas.
1829 Ley sobre expulsion de españoles
20 de Marzo de 1829
1. Saldrán de la República todos los españoles que residen en los Estados ó Territorios internos de Oriente y Occidente, Territorios de la Alta y Baja California y Nuevo México, dentro de un mes despues de publicada esta ley, del Estado ó Territorio de su residencia, y dentro de tres de la República. Los residentes en los Estados y Territorios intermedios y Distrito Federal; dentro de un mes del Estado, Territorio y Distrito de su residencia, y de dos de la República, y los habitantes en los Estados litorales al mar del Norte, saldrán de la República dentro de un mes contado desde la publicacion de esta ley.
2. Se entienden por españoles los nacidos en los puntos dominados actualmente por el rey de España y los hijos de españoles nacidos en alta mar. Se exceptuán solamente los nacidos en Cuba, Puerto Rico y Filipinas.
3. Se exceptuán de lo prevenido en el artículo 1º primero, los impedidos fisicamente mientras dure el impedimento: segundo, los hijos de americanos.
4. Dentro de un mes, contado desde la publicacion de esta ley, los comprendidos en el artículo anterior presentarán por sí ó remitirán al gobierno por conducto inmediato de la secretaría de Relaciones, los documentos que acrediten su excepcion.
5. Los españoles, si no saliesen dentro del término prefijado en el artículo 1º, serán castigados seis meses en una fortaleza, y despues embarcados; lo mismo los que vuelvan al Territorio de la República mientras dure la guerra con España.
6. El gobierno dará cada mes parte al congreso sobre el cumplimiento de esta ley
7. Los que á juicio del gobierno no puedan costear su viaje y transporte, se les costeará por cuenta de la Hacienda pública de la federacion, hasta el primer puerto de los Estados-Unidos del Norte, procediendo el gobierno con la más estrechaeconomía.
8. En los mismos términos se costeará por la Hacienda pública, el viaje y trasporte de los religiosos, á quienes no pueda costeárselo por falta de fondos la provincia ó convento á que pertenezcan.
9. El gobierno expedirá el correspondiente documento en que conste la excepcion á los españoles que hayan de permanecer en la República, quienes no podrán en lo sucesivo avecindarse en las costas, pudiendo el gobierno obligar á los que actualmente residan en ellas, á que no se internen en el caso de que tema una invasion próxima de tropas enemigas.
10. Los españoles que obtengan pension, sueldos de la federacion ó beneficio eclesiástico, disfrutarán la parte que les corresponda segun derecho, si se establecen en algunas de las repúblicas ó naciones amigas, con noticia de su existencia ó residencia por los cónsules de ésta, y lo perderán si pasan á los puntos dominados por el rey de España.
11. Se deroga la ley de 20 de Diciembre de 1827, á excepcion del artículo 18, que prohibe la introduccion en la república de los españoles y súbditos de su gobierno.
Reglamento de la ley anterior
1ª. Los gobiernos de los Estados cuidarán de que, conforme al artículo 1º del anterior decreto, salgan respectivamente de ellos todos los españoles que no fueren exceptuados, con arreglo á las disposiciones de los artículos 3º, 4º y 9º de dicho decreto.
2ª. Los mismos gobiernos señalarán á los individuos que, conforme al artículo antecedente, deben salir de su propio Estado, el derrotero por donde han de conducirse, dando el correspondiente aviso á los gobiernos del tránsito y del puerto en que hayan de embarcarse, para que estén á la mira de la efectiva salida.
3ª. Iguales avisos darán al supremo gobierno publicándolos por la imprenta; y sin perjuicio de ellos, á la conclusion del término señalado en el artículo 1º del citado decreto le pasarán una nota circunstanciada de todos los individuos que hayan salido de su territorio, y de sus clases, con expresion de quedar en él entera y exactamente cumplidas las disposiciones del mismo decreto.
4ª. Los gobernadores del tránsito y del puerto por donde se verifique la salida, darán los avisos oportunos al gobierno del Estado de donde hayan salido los individuos que deben caminar á embarcarse, y los comunicarán asimismo al supremo gobierno general.
5ª. En todos los correos darán puntual y exacta noticia de cuanto se haya practicado y quede por practicar en ejecucion del anterior decreto, para que el supremo gobierno pueda cumplir con lo que se previene en el art. 6. de él.
6ª. Para cumplir con el art. 7º los gobiernos de los Estados, de acuerdo con los comisarios generales ó sub-comisarios, harán la calificacion correspondiente de la imposibilidad que tengan algunos individuos seculares de los que deban salir del territorio de cada Estado para costear su viaje y trasporte.
7ª. Del mismo modo calificarán la cantidad que con la más estrecha economía deba ministrarles la hacienda pública de la federacion para hacer su viaje hasta el puerto, segun las distancias y la clase y rango de cada individuo, disponiendo que con efecto se les ministre, no excediendo la asignacion que hicieren desde dos reales por legua hasta un peso.
8ª. Entre estos dos extremos harán del mismo modo la asignacion correspondiente á los empleados cuyo sueldo no llegue á mil quinientos pesos anuales.
9ª. De las calificaciones que hagan los gobiernos de cada Estado en la forma explicada sobre la imposibilidad de algunos individuos para costear su viaje y trasporte, darán aviso á los gobiernos de los Estados á que correspondan los puertos por donde deben embarcarse á este supremo gobierno.
10ª. Los gobiernos á que correspondan los puertos de acuerdo con los comisarios generales ó sub-comisarios dispondrán que se costee el trasporte de cada individuo de los que se ha hablado, bajo las consideraciones y con la más estrecha economía que previene el referido art. 7º.
11ª. Procediendo ó constancia formal de que la provincia ó convento á que pertenezcan los religiosos de que habla el art. 8ª del mismo decreto, no tienen fondos para costearles el viaje y trasporte, dispondrán los gobiernos de los Estados, de acuerdo con los comisarios, que se les costee de cuenta de la hacienda de la federacion, abonándoles lo que corresponda á razon de veinte reales por jornada de diez leguas, segun las distancias, hasta en puerto en que deban embarcarse; y para su transporte por mar se observará lo prevenido en la prevencion anterior.
12ª. Los españoles de que habla el art. 10º del mencionado decreto, percibirán la parte que les corresponda segun derecho, en los lugares en que actualmente la cobran, siempre que acrediten con la noticia que el mismo artículo previene, su existencia ó residencia en alguna de las repúblicas ó naciones amigas. 13ª. Por lo que toca al Distrito Federal y Territorios, procederán respectivamente el gobernador y jefes políticos con total sujecion á lo que queda prevenido.-(Se publicó en bando del día 20 del mismo).
Dublán Manuel y José María Lozano. Legislación mexicana ó colección completa de las disposiciones legislativas expendidas desde la Independencia de la República. México. Imprenta del Comercio a cargo de Dublán y Lozano, hijos, 1876-1912. Docto. No.615
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Fuente:
Memoria Politica de Mexico
La Victoria de Tampico 1829
https://www.youtube.com/watch?v=CNkm2wgd4Eo
MEMORIAS DE LA REGIÓN
Vencedores y vencidos de Baján
ARCHIVO MUNICIPAL DE MONCLOVA
Maestro Arnoldo Bermea.
Cuando se enteraron en Monclova del arribo de Allende e Hidalgo y demás Insurgentes a Saltillo y la intención que tenían de marchar a Texas, consideraron que necesariamente, tenía que ser a través de la ruta que conectaba con esta ciudad. Los partidarios realistas de aquí, comenzaron a conspirar haciendo reuniones “secretas” en la casa de Don José Melchor y a propuesta de este, que era sobrino del prominente cura José Miguel Sánchez Navarro, que irónicamente había realizado diversos negocios con el padre de Don Ignacio Allende, residente en Guanajuato, y ahora era de los principales orquestadores para detener el avance de los Insurgentes, comisionaron como espía al holandés el Barón de Bastrop, como conocedor que era de los caminos hacia Texas, para que se dirigiera con los Insurgentes y ofreciera sus servicios como “guía”; Bastrop al encontrarse con los cabecillas, este fue recibido con beneplácito y aceptado gustosamente su ofrecimiento. El Barón desde Saltillo informaba a los realistas de Monclova de cuanto se trataba en los acuerdos que los Insurgentes tomaban y del itinerario que seguirían.
El gran contingente encabezado por don Miguel Hidalgo e Ignacio Allende, hizo poco caso de las dificultades que podían presentarse en la víspera de su llegada al paraje de Norias de Baján. Con agua, víveres y forrajes muy limitados, el camino se pudo sobrellevar a pesar del mortificante calor que unido al polvo y al cansancio acumulado, se fue haciendo insoportable. En esas condiciones pretendían arribar a este punto, donde supuestamente encontrarían agua suficiente para abastecerse y poder así sortear las privaciones, con la esperanza de llegar a Monclova lugar de donde posteriormente se trasladarían a San Antonio de Béjar (Texas) para adquirir más armamento.
Mientras estas circunstancias se presentaban y de acuerdo a los informes que desde Saltillo proporcionaba el Barón de Bastrop, en Monclova se registraba un gran movimiento y alboroto para organizar a los 342 hombres de las fuerzas integradas por vecinos, soldados veteranos milicianos e indios mezcaleros y comanches, que servirían para detener el avance de los Insurgentes. Por la tarde del 19 de marzo de 1811, salieron todos ellos rumbo a Baján, con Don Ignacio Elizondo al frente, llevando como segundo a don Rafael Valle; como jefe de los “paisanos”, a don Tomás Flores, administrador de las Rentas Unidas de Monclova, y al justicia de San Buenaventura, don Antonio Rivas.
Aproximadamente a las 9:00 de la mañana del día 21 de marzo en Baján, la gente de Elizondo avistó a los que venían a la vanguardia de los Insurgentes, al acercarse se saludaron mutuamente y siguieron la marcha hasta donde se hallaba la retaguardia; una vez ahí, se les intimidó pidiéndoles la rendición a lo que obedecieron sin oponer mucha resistencia y con un mínimo de bajas.
De entre las pérdidas humanas que hubo del lado de los insurgentes y que opusieron resistencia, se encuentran los militares Arias y el joven Indalecio Allende (hijo del general Ignacio), cuyos cuerpos se mantuvieron sepultados en las inmediaciones de Baján; y no fue sino hasta 11 años después, el 19 de marzo de 1822, en que el ayuntamiento de Monclova junto con el cura Soberón, acordaron trasladar los restos de quienes ahora se les reconocía como Heroicos Patriotas, para darles cristiana sepultura y rendirles honores por el mérito, a estos connotados Insurgentes.
Cuando los Insurgentes fueron hechos prisioneros el 21 de marzo de 1811 en Baján, el Barón de Bastrop se encontraba en uno de los carruajes aprehendidos, había cumplido cabalmente con su cometido. De estos servicios de espía y conducta poco honorable, le sirvieron a Bastrop para reafirmar su amistad con las autoridades realistas de Texas, que en gratificación se le benefició con grandes extensiones de tierra.
En algunos puntos de Coahuila, las noticias que llegaban sobre el avance de los insurgentes causaban mucho temor entre sus pobladores, sobre todo entre aquellos que poseían riqueza, trataban de protegerlas a toda costa de los posibles saqueos o decomisos. Tal es el caso de los frailes Ramón de Loza, Manuel Anselmo de la Rivera Delgado y Francisco Múzquiz, quienes con el apoyo de don Esteban Díaz, salieron de la Hacienda de Hornos el 26 de marzo de 1811, con un atajo de mulas cargadas con dinero que trataban de proteger y ponerlo a buen resguardo; fuera del alcance de los insurgentes. El contingente apresuraba la marcha de las largas jornadas, todos temerosos de ser alcanzados por “los polvos” de los Insurgentes, sin saber que ya estos habían sido sometidos en Baján el 21 de marzo por Ignacio Elizondo y su gente y luego trasladados a Monclova, como lo pudieron corroborar luego de pasar por esta ciudad.
El 13 de abril de 1811, las autoridades de la ciudad se congregaron en la casa de don Antonio Cordero y Bustamante, Gobernador de Coahuila y Texas, por segundo periodo (1809-1817), para declarar Patrona, Abogada y Generalísima de las Armas, a la Sacrosanta imagen de la Madre de Dios, que bajo el título de Sra. de Zapopan se venera en su santuario de esta población; esto en gratitud por los infinitos y portentosos beneficios, al haber ayudado a la tropa y vecinos a sacudir el “infame yugo de la insurrección”. Durante varios años se le estuvo rindiendo tributo por esta causa.
La villa de Monclova fue elevada al rango de ciudad por acuerdo del Comandante de las provincias internas y por orden de él mismo, fechada el 24 de mayo de 1811, se condecoró a los individuos de tropa y vecindario que concurrieron a la acción del 21 de marzo, con un distintivo consistente en una estrella con la leyenda “Vencedores de Baján”, colocado en la manga izquierda de sus vestidos y uniformes.
Referencias clave que pueden ayudar al lector interesado en el tema.
Javier Guerra Escandón “Apuntes sobre Texas, para la historia de Coahuila y Texas”. Revista Coahuilense de historia Nov.-Dic. 1979
Arnoldo Bermea “Medio Siglo de Afanes”
Pedro García, “Con el Cura Hidalgo”
arnoldo_bermea54@hotmail.com
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Fuente:
https://www.facebook.com/www.archivo...40203249368778
Última edición por Mexispano; 13/05/2016 a las 05:02
Barón de Bastrop Un espía y traidor en Monclova en 1811
En un día como hoy pero de 1827, siendo Diputado por el Congreso de Coahuila, muere el holandés Felipe Enrique Neri, Barón de Bastrop. Este personaje procedente de Texas, se integró a las reuniones secretas que se realizaban en Moclova, en la casa de Don José Melchor Sánchez Navarro, sobrino del Cura Don José Miguel Sánchez Navarro, con el propósito de organizarse para contener el avance de los Insurgentes encabezados por Don Miguel Hidalgo e Ignacio Allende.
Bastrop como conocedor que era de los caminos hacia Texas, fue comisionado como espía para que se dirigiera con los Insurgentes y ofreciera sus servicios como guía; este fue recibido con beneplácito y aceptado gustosamente su ofrecimiento. Bastrop desde Saltillo informaba a los realistas de Monclova de cuanto se trataba en las juntas Insurgentes y del itinerario que seguirían, contribuyendo así con la aprehensión de los Insurgentes en Baján.
Durante su estancia en Norteamérica y antes de desplazarse a Monclova, el Barón de Bastrop participó activamente en 1806 en la conspiración frustrada para invadir México, movimiento que encabezaba el que se le consideraba como su amigo, el ex –Vicepresidente de los de los Estados Unidos, el Coronel Aarón Burr.
Monumento del Barón de Bastrop, en reconocimiento por sus distinguidos servicios a Texas.
Aarón Burr, tercer VicePresidente de los EU, durante la presidencia de Thomas Jefferson entre 1801-1805
Archivo Municipal
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Fuente:
https://www.facebook.com/www.archivo...68918779830555
Plan de Manuel Abad y Queipo para destruír a José María Morelos.
Valladolid, septiembre 6 de 1813.
Excelentísimo señor [don Felix María Calleja ]: “Voy a decir cosas importantes. Diré errores, diré también necedades, pero diré lo que siento; y por lo menos indicaré males que necesitan eficaz y pronto remedio. Si no se destruye lo principal de la insurrección en los ocho meses del próximo estío, la insurrección prevalecerá necesariamente. Seremos víctimas todos los buenos patriotas, incluso V.E. que será de las primeras. Se consumirá hasta el último extremo la devastación del reino y en menos de diez años no quedará una cara blanca en el. La idea de estos sucesos no entran en el sensorio de nuestros americanos, ni aun en el de los más sabios, por que todos están ignorantes de los efectos de una anarquía [ya que] . . . una gran masa de habitantes desconoce los bienes de la sociedad y los verdaderos principios de la religión y la moral.
. . . Nuestros americanos están deslumbrados con la ilusión de la independencia y se ocupan de ella por más ruinosa o imposible que sea . . . hemos visto que desde el suceso de Morelos sobre Fuentes y la toma de Oaxaca, se han hecho insurgentes los que estaban indecisos, e indecisos muchos de los que seguían la causa. Esto se ha verificado principalísimamente en...Puebla y en Querétaro.
Es preciso que Vuestra Excelencia, esforzando todas las facultades de su gran talento, de su sabiduría y su prudencia, . . . tome las grandes medidas que exige un proyecto tan vasto y complicado; medidas tanto más difíciles, cuanto es mayor la inopia y la escasez de la renta pública. El campo está sembrado de espinas y obstáculos ingentísimos; pero todo es superable y Vuestra Excelencia adquirirá una gloria inmortal y reconocimiento general de los dos hemisferios.
Morelos es, sin disputa, el alma y el tronco de toda la insurrección . . . Y en la junta que ha convocado para este mes en Chilpancingo, se va a elevar a Jefe Supremo, independiente de toda otra autoridad, . . . Posee el sur de la Nueva España , desde Zacatula a Tehuantepeque .
No se le debe dejar tiempo para que, disponiendo como soberano de toda la fuerza de la insurrección . . . pueda organizar ejércitos respetables. Pues aunque él es un idiota, la envidia y la ambición han desplegado bastante sus talentos.
La división que vaya sobre Morelos debe llevar orden cerrada y muy estrecha de atacarlo luego en donde quiera que se encuentre y perseguirlo a donde quiera que se retire . . . Si se fuga, se le seguirán los alcances, como es dicho, aunque sea hasta Goatemala . . .”
Dios guarde a V.E. muchos años. Valladolid y septiembre 6 de 1813.
[ Manuel Abad Queipo]
Fuente: El analfabeto político. Brecht Bertolt. - Sitio oficial del INEP A. C.
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Fuente:
Plan de Manuel Abad y Queipo para destruír a José María Morelos.
Otro video del anticlerical Juan Miguel Zunzunegui donde se aborda el hecho de que en realidad la independencia (hecha por los sectores realistas) fue de raíz contraria al liberalismo.
Datos interesantes que también aporta:
La insurrección de Hidalgo se hizo en nombre de Fernando VII, solo duró unos cuantos meses de un guerra ¡de 11 años!
Los problemas entre los insurgentes terminaron por fragmentar el movimiento que encabezaba Morelos.
La incursión de Servando Teresa de Mier a la masonería (en Inglaterra, para variar )
Las fuerzas del navarro (y liberal) Xavier Mina eran en su mayoría mercenarios gringos y estaban financiadas por ingleses.
El inquisidor Matías de Monteagudo fue uno de los artífices de la Independencia.
Zunzunegui: La conspiración de la profesa y la independencia de México
Publicado el 21 sep. 2015
Juan Miguel Zunzunegui, historador y aclamado autor habla sobre este interesante tema y los factores que detonaron la independencia de nuestro país
https://www.youtube.com/watch?v=CSiLSCZAJI0
Última edición por Mexispano; 30/05/2016 a las 05:45
Otra nota de fuentes izquierdistas.
MARTIRIO DE MORELOS
Evodio Escalante
Leñero, Vicente Martirio de Morelos, Ariel y Seix Barral, México, 1981 (Biblioteca Breve, 280) 135 pp.
Si la historia es un testimonio del grado de veracidad que alcanzan las representaciones de una conciencia colectiva, entonces se diría que en México la historia ha sido más que nada el coto privilegiado de una ideología oficial que ha tomado esas representaciones para deformarlas y utilizar a su conveniencia. El resultado es que la historia que se nos administra al común de los ciudadanos es una historia maniquea, casi prefabricada, donde los “buenos” y los “malos” se dejan distinguir con asombrosa facilidad, y donde pareciera que lo que menos hace falta es el juicio de los lectores. Los expedientes están cerrados, y sobre cada pasaje o cada momento de nuestra historia pesa el dictum de una “cosa juzgada”. Cada personaje, cada figura, están ya en el lugar que les corresponde; un veredicto omnisapiente —salido no se sabe de dónde— ha dicho la última palabra La última, en sentido literal, porque este veredicto es, o pretende ser, inapelable.
¿De verdad lo es? La historia siempre está por hacerse, y siempre habrá un inconforme que abra otra vez los expedientes y obligue a reconsiderar lo que hasta entonces eran “verdades establecidas”. En este contexto, el último libro de Vicente Leñero, Martirio de Morelos, puede ser al mismo tiempo incómodo y vivificante. Al refutar las verdades establecidas que impone una visión oficial y al devolver a la palabra histórica su valor de palabra en proceso, de palabra que necesita ser trabajada continuamente, Leñero logra reabrir un expediente que estaba sepultado y nos obliga a participar en un debate que, aunque centrado en la figura histórica de Morelos, tiene alcances más amplios.
Aunque no es la primera vez que Leñero escoge un tema de nuestra historia pasada o presente como asunto de su indagación literaria, pareciera que con este libro ha logrado calar en una veta particularmente sensible. Tenemos al Morelos de la visión hagiográfica: uno de los héroes más “puros” de las Independencias, aventajado crítico social y precursor de la reforma agraria, descubridor y forjador de nuestra nacionalidad —ahí está el título de su documento: Sentimientos de la Nación— y genio de la guerra por méritos propios, un Napoleón de la guerrilla insurgente cuyas glorias todavía no acaban de cantarse. Es el Morelos de la retórica institucional que amenaza con volver a la brega —algunos signos así lo indican— durante el próximo sexenio. Pero también tenemos, como lo descubrimos en el libro, el Morelos desgarrado en la intimidad de su conciencia católica, derrotado y preso en un momento muy crítico de la insurgencia, cuando el movimiento revolucionario ha entrado en una fase de decadencia y desintegración.
La elección estratégica no podía haber sido mejor. Al situar su texto en un momento de reflujo revolucionario, Leñero no sólo esquiva las conocidas tentaciones del triunfalismo histórico, también puede enfocar con atención adecuada algunos de los aspectos más delicados de un personaje que no era de una sola pieza, y que también tuvo sus momentos de debilidad. Son los momentos de la delación. Acaso porque se sentía personal e históricamente derrotado (o sea; porque pensaba que su causa estaba derrotada), acaso porque intentó ganarse la conmiseración de unos jueces que tenían autoridad sobre su vida y su muerte. Morelos denuncia a sus compañeros de guerra y proporciona a sus captores información muy precisa acerca de su ubicación, sus contingentes y armas de que disponían, aconsejando inclusive acerca de cuáles podían ser los movimientos ofensivos que deberían emprender los realistas para derrotarlos. Se siente, por supuesto, no sólo la flaqueza del personaje, sino el poderío de una máquina judicial que no sólo obtiene el arrepentimiento del inculpado, sino que lo convierte en consejero privilegiado de la contrainsurgencia. ¿Qué mejor que Morelos para indicar cuáles son los puntos débiles de sus compañeros? ¿Quién mejor que él para sugerir cuál ha de ser el plan estratégico que puede derrotarlos? Quizá por esto la parte más impresionante de este Martirio de Morelos, cuando menos la más emotiva, la encontramos al final de la primera parte, cuando El Lector, citando versos de “Tempestad y calma en honor de Morelos” de Pellicer, nos dice: “Gloria a ti porque hablaste tu voz diciendo América/Perdón a tu flaqueza en el martirio”
Pero el gran acierto formal de Leñero es la inclusión de un personaje contemporáneo, una especie de personaje testigo que no es otra cosa que un Lector, elemento incrustado en la historia un poco a la manera brechtiana, para producir un “distanciamiento” que antes que propiciar nuestra identificación con el personaje central, obligue a mantener frío y alerta nuestro sentido crítico. No estamos ahí, a través de ese Lector modelo, para emocionarnos, incluso ni siquiera para juzgar (“Morelos: El libro emplear, seguramente, la palabra delator Lector: No, no la emplea pero yo podría pronunciarla”), sino más bien para que reiniciemos en la instancia de nuestra subjetividad un juicio crítico que los manuales de historia habían vuelto imposible. Porque este Lector de la historia, con el libro en la mano, antes que encarnar una versión siempre discutible —todas las versiones lo son—, lo que nos ofrece es justamente una posibilidad de lectura, la posibilidad de ser también nosotros los lectores, y en ese mismo sentido, los autores de nuestra propia historia. Libros como Martirio de Morelos demuestra que merecemos otra historia, y que podemos tenerla, siempre que nuestro amor a la verdad asuma la mínima osadía de navegar contra la corriente.
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Fuente:
http://www.proceso.com.mx/132675/martirio-de-morelos
Hecho poco difundido de nuestra historia y que está relacionado con éstos dos decretos:
Ley de diciembre 1827
Ley de marzo 1829
La información de la lámina está sacada de aquí:
Se cumplen 151 años de la muerte de Francisco González Bocanegra, poeta de inspiración patriótica
Qué pensarían los desquiciados indigenistas si supieran que un peninsular (Jaime Nunó era originario de Cataluña) y el hijo de un gaditano fueron los creadores del Himno Nacional que seguramente esos antiespañoles habrán cantado alguna vez en su vida.
Himno Nacional Mexicano (Cantadas sus 10 estrofas originales)
https://www.youtube.com/watch?v=wOJPgu6x1xE
Mexispano, con todos los respetos por las interesantes aportaciones en el hilo... nos enlazas a unos comentarios del Sr. Zunzunegui que van en la dirección de apoyo al liberalismo, verdadero cáncer que está detrás de los separatismos de ultramar y también de los peninsulares en la época actual.
Por lo demás, un saludo y gracias por el excelente trabajo de recopilación.
Hispanofobia en la América española
Es el resultado de las medidas tomadas por los gobiernos independientes americanos que arranca en el proceso de las guerras de independencia en contra de la población española. Los crímenes de las guerras de independencia y las leyes de expulsión se cebaron sobre miles de familias españolas de toda condición, afectando con mayor severidad a los más humildes o a los de mayor arraigo en el país, en un ambiente de creciente de hostilidad contra todo lo español.
En México existen paralelamente sentimientos de hispanofobia y de hispanofilia. En el siglo XIX, los principales promotores de la hispanofobia y anticatolicismo fueron los miembros del Partido Liberal, con conexiones a la masonería del Rito yorkino, establecido en México por Joel Roberts Poinsett y cuyos miembros fueron influenciados fuertemente por Estados Unidos y su discurso de la leyenda negra, entre ellos el ex presidente Benito Juárez. Mientras que los del Partido Conservador eran los principales defensores del legado español en México y favorecían ampliamente la preservación de las instituciones establecidas por España en México, uno de sus máximos defensores fue Lucas Alamán.
Después del triunfo del liberalismo en la Intervención francesa y la Revolución mexicana, la hispanofobia se impondría sobre la hispanofilia en la política mexicana y como consecuencia esto afectaría profundamente en la perspectiva del legado español en México. En la actualidad la educación del país (de corte liberal) se ha enseñado por periodos importantes que marcan la identidad nacional, la época precolombina, la época colonial, la independencia, el nacimiento de la república y la revolución mexicana, donde hace ver muchas veces a los españoles como opresores y enemigos. Desde la carta firmada para la declaración de la independencia de México se expresa la palabra «gachupín», que en este país es sinónimo de 'español advenedizo o refugiado' tanto para el criollismo mexicano como para los pueblos indígenas y mestizos.
Para los gobiernos post-revolucionarios la importancia de las culturas precolombinas que se desarrollaron en el territorio nacional marcó una fuerza de identidad para la negación de todo aquello que proviniera de Europa. Sin embargo, en términos religiosos, el catolicismo pudo penetrar en la religiosidad de los indígenas y mestizos negando la devoción a la Virgen de los Remedios, que era patrona de los españoles (aquella que Hernán Cortés le dio el título de generalísima y patrona de la Nueva España), ensalzando la fe hacia la Virgen de Guadalupe, que era la imagen portada por Miguel Hidalgo y Costilla al iniciar el movimiento independentista.
Los criollos fueron los principales oponentes de la corona española durante la Nueva España y el comienzo del México independiente, pero fueron los criollos también sus máximos defensores, como es el caso de los miembros del Partido conservador, compuesto principalmente por criollos, esta explicación es debido a que este grupo era el más activo en la política del México independiente. los españoles peninsulares fueron expulsados del territorio, desterrados principalmente hacia España, Florida y Cuba. Pablo Yankelevich escribió sobre la hispanofobia que se desarrolló al comenzar la revolución mexicana. Muchos españoles residentes en México que habían llegado durante el porfiriato, fueron expulsados de México, se les confiscaron sus propiedades y otros con menos suerte fueron asesinados.
Diego Rivera fue uno de los muralistas que expresaron muchas veces su hispanofobia y admiración por el indigenismo. Él buscaba la ridiculización y exageración de los rasgos faciales de los españoles, como símbolo de repudio ante tres siglos de colonización y de gobiernos mexicanos presididos por criollos. Pintaba los valores de los pueblos indígenas buscando en ellos la identidad nacional del México Moderno sobre la base de la dignificación del trabajo.
Grupos de evangélicos provenientes de países extranjeros también inducen a sus creyentes mexicanos a tomar actitudes xenófobas hacia los españoles para desvirtuar la imagen del cristianismo católico.
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Fuente:
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Los criollos que se han dedicado a propagar antihispanismo al cabo serán víctimas, de hecho ya están empezando a serlo, de sus propia propaganda.
Porque a nadie se les escaba que, desde el punto de vista del indígena, los criollos son "esos españoles" que, según se dice, invadieron, saquearon y aniquilaron el país.
A ver cómo se libran del problema que ellos solitos se han creado.
Me consta que, cada vez más, se está dando esta paradoja y que el sistema educativo mexicano está empezando en suavizar el discurso antiespañol pues se están dando cuenta de que seguir con él podría acabar por provocar tensiones raciales.
Ojito...
Un poco de humor
EL VERDADERO GRITO DE INDEPENDENCIA (MÉXICO DAS PEÑA)
https://www.youtube.com/watch?v=HtNZR98R6Ag
De cómo los insurgentes siguieron usando la figura del rey Fernando VII para justificar su movimiento aún después de la derrota de los primeros cabecillas Hidalgo y Allende.
La villa de Zitácuaro en llamas por órdenes de Calleja
Por Miguel Ángel Fernández Delgado
INEHRM
Al momento de ser capturado, dentro de la causa que se le formó en febrero de 1818, Ignacio López Rayón debió responder al fiscal el siguiente cuestionamiento: “¿Qué miras llevaba en que la Junta de Zitácuaro se instalase en representación de nuestro conocido monarca siendo así que Su Majestad tenía constituido su legítimo gobierno en la persona del excelentísimo señor virrey de México, y demás tribunales y autoridades que en aquel entonces regían?”. En su respuesta resumió, sin dubitaciones, los motivos que lo habían impulsado a fundar la primera institución del movimiento insurgente: “Seguir el ejemplo de la España, que sin embargo de todas las autoridades constituidas cada provincia erigió su Junta Gubernativa por ausencia del soberano”.
La Suprema Junta Nacional Americana o Junta de Zitácuaro, así llamada por la villa michoacana en la que fue erigida, nació el 19 de agosto de 1811. Sus funciones principales, siguiendo hasta cierto límite la estructura de la Junta Suprema Central Gubernativa creada en 1808 en la Península, sería gobernar, administrar justicia y constituirse como una especie de secretaría de guerra mientras se definía el destino del monarca español. Al mando de ella se eligieron cuatro vocales: López Rayón —que además fungiría como presidente—, José María Liceaga, José Sixto Verduzco y José María Morelos.
Tan convencidos estaban los creadores de la Junta de defender en forma legítima los mejores intereses de la corona, que al regresar del norte del país para proseguir la lucha armada, por órdenes de Hidalgo y Allende —que se dirigían al norte en busca de armas y nuevas tropas, sin saber que marchaban en un viaje sin retorno—, desde Zacatecas, en abril de 1811, Rayón escribió al brigadier Félix María Calleja, que había salido de San Luis Potosí para combatir la rebelión desde el 25 de octubre del año anterior, para decirle: “La religiosa América intenta erigir un Congreso o Junta Nacional bajo cuyos auspicios… permanezcan ilesos los derechos del muy amado señor don Fernando VII”.
¿Por qué le escribió algo así a Calleja, recordado como el temible enemigo de los insurgentes a quienes ya había derrotado en las batallas de Puente de Calderón y Aculco? En su libro de 1828, Campañas del General Félix María Calleja, Carlos María de Bustamante aseguró que el futuro virrey de la Nueva España “estaba convencido de la justicia y necesidad de la independencia”. Además de esto, el propio Miguel Hidalgo había intentado atraerlo a la causa insurgente desde comienzos de octubre de 1810.
¿Quién era en realidad Calleja? No basta recordar que era un militar español comisionado para sofocar la insurgencia. Las circunstancias de su vida y el desprecio con que el virrey Francisco Javier Venegas lo había tratado al estallar la guerra insurgente podrían llevar a creer que simpatizaría con la rebelión, sobre todo en el momento en el que apenas se le concebía como un levantamiento o especie de guerra civil favorable al monarca secuestrado por las tropas francesas invasoras.
Félix María Calleja del Rey nació en Medina del Campo, Valladolid, España, en 1753. Ingresó en el ejército real a los veinte años con la plaza de cadete en el regimiento de Saboya. Participó en el fracasado desembarco en Argel y luego en el sitio de Gibraltar a las órdenes del marqués de Branciforte y del segundo conde de Revillagigedo, futuros virreyes de la Nueva España. Con este último, como parte de su séquito y ya con el grado de capitán, pasó a nuestras tierras en 1789. Durante sus primeros años en ultramar fue capitán jefe de instrucción en el regimiento de Puebla, inspector de las milicias de Nueva Galicia y comandante del cuerpo de dragones de Colotlán, Nayarit. Fue ascendido a teniente coronel en 1792, pero las comisiones que le asignaron le parecieron ajenas a sus aspiraciones: inspector de los puertos de Tampico y Pánuco, comandante de la primera división de milicias de la Nueva España e inspector de las compañías veteranas del Nuevo Santander y de Nuevo León. Después de varias solicitudes, fue nombrado coronel graduado de infantería por real despacho y luego comandante de la décima brigada de milicias, con sede en San Luis Potosí, donde conoció a su futura esposa, Francisca de la Gándara y Cardona, hija de una rica familia de terratenientes, con la que contrajo matrimonio en 1807. En esta etapa conoció también a Miguel Hidalgo, años antes de que éste se diera a conocer como conspirador o líder insurgente. Durante los años críticos de 1808, a Calleja se le designó comandante militar de la capital mexicana y, luego de otras tantas solicitudes de promoción, en abril de 1810, alcanzó el grado de brigadier.
A partir de su llegada a la Nueva España, Calleja sufrió en carne propia el desprecio que se atribuía al servicio en las fuerzas armadas fuera de la Península, pues premios y ascensos tardaban más en llegar en una monarquía que, en el siglo XVIII, se caracterizó, además, por las promociones a militares en cargos antes concedidos a la nobleza. A la llegada del virrey Venegas, el 14 de septiembre de 1810, apenas se le designó comandante “interino” de las tropas que combatirían la rebelión, porque Venegas nombró en su lugar al brigadier José de la Cruz, de sólo 25 años, que ya podía presumir haber combatido a las tropas napoleónicas. No obstante, De la Cruz prefirió no dar nuevos motivos para avivar los celos de Calleja y le ofreció combinar sus fuerzas para recuperar Guadalajara cediéndole el mando.
Pero sus más de veinte años de residencia en la Nueva España, que muy bien conocía por haberla recorrido hasta sus más lejanas fronteras en el norte para asfixiar los continuos ataques de pieles rojas, y una década de vida en San Luis Potosí, donde casó con una joven, adinerada y no menos hermosa criolla, convirtiéndose en terrateniente, no podían tomarse por descontados.
Sin embargo, al momento de recibir la carta de Rayón, Calleja no dudó en calificar su idea de la “más impolítica, bárbara y absurda en sus fines, y la más cruel y destructora en sus medios”. Por otro lado, consideraba increíble que se le invitara a secundarla, degradándolo “hasta el punto de tratar con las reliquias de la facción, cuyos primeros cabecillas ya estaban en nuestras manos”. Lo invitó entonces a rendirse y entregar la ciudad de Zacatecas o atenerse a las consecuencias.
Rayón y sus hombres abandonaron la capital zacatecana ante el avance de Calleja, que ordenó su captura, y continuaron hacia su natal Tlalpujahua, donde el caudillo pensó encontrar más voluntarios y recursos. En el trayecto tuvieron enfrentamientos en los que compartieron victorias y derrotas, hasta que el caudillo optó por establecerse en la villa de Zitácuaro, que fortificó y convirtió primero en un exitoso centro de operaciones militares y luego en sede de la Suprema Junta Nacional Americana.
Sus logros, sumados a las famosas campañas de Morelos y a los triunfos de otros guerrilleros, dieron a la insurgencia ánimos suficientes para emprender tareas de mayor brío. Junto con el grupo de informantes conocido como los Guadalupes, planearon secuestrar al virrey Venegas por la tarde del 3 de agosto de 1811 en el paseo de la Viga. Una vez capturado, lo trasladarían hasta Zitácuaro, donde sería obligado a renunciar a su cargo para permitir que Rayón diera el siguiente paso del proyecto juntista. Era la segunda ocasión en que intentarían realizar algo similar, pues tres meses antes, a finales de abril, un grupo encabezado por Mariana Rodríguez del Toro de Lazarín había fracasado en la misma empresa. El plan de Rayón y los Guadalupes fue arruinado también por un traidor.
La Suprema Junta continuó entonces su proyecto de gobierno insurgente en Zitácuaro. Las autoridades virreinales optaron por persuadir a los rebeldes antes de recurrir a la fuerza. Los primeros días de octubre de 1811, se presentó el cura Antonio Palafox y Hacha, enviado por el obispo de Puebla, Manuel Ignacio González del Campillo. Quería conversar con Rayón para hacerle ver el daño que dos gobiernos dentro del mismo territorio podían ocasionar a la Nueva España. El líder rebelde recibió al delegado, pero no estuvo de acuerdo en desistir de sus planes, como expuso al responder por escrito:
… no se remedia el trastorno y fermento de la nación, si no es adoptado el sistema de gobierno que se pretende establecer. Este se reduce en lo esencial a que el europeo, separándose del gobierno que ha poseído por tantos años, lo resigne en manos de un Congreso o Junta Nacional, que deberá componerse de representantes de las provincias. Que este Congreso, independiente de España, cuide de la defensa del reino, conservación de nuestra religión santa, en todo su ser; observancia de las leyes justas; establecimiento de las convenientes, y tutela de los derechos correspondientes a nuestro reconocido monarca el señor don Fernando VII.
El virrey se exasperó ante semejante respuesta y ordenó cortar de tajo la raíz del mal, pues los rebeldes no sólo desafiaban a las autoridades establecidas, sino que habían perjudicado seriamente el tráfico comercial de la zona. Ordenó entonces apresurar la fundición de cañones y proyectiles costeados por el Colegio de Minería.
Por su parte, el brigadier Calleja, antes de atacar a los insurgentes, dio a conocer un bando, fechado el 28 de septiembre, en Guanajuato, en el que reprobaba del mismo modo el plan presidido por Rayón, aclarando que la Nueva España sólo acataría los mandatos de la Junta creada en la metrópoli española:
este reino no tiene ni reconoce otra Junta que el Supremo Congreso Nacional reunido en Cortes, donde se hallan los diputados de sus provincias, ni otra autoridad que la que dimana[da] del mismo congreso soberano está depositada en el excelentísimo señor virrey de estos reinos don Francisco Javier Venegas.
Por otro lado, ofreció una recompensa de diez mil pesos a quien entregara a cada uno de los vocales “que se decían miembros de la ridícula Junta nacional, que crearon por sí solos a nombre de nuestro adorado monarca el Sr. D. Fernando 7º”.
A la cabeza de su ejército, partió de Guanajuato el 11 de noviembre. Pasó por Acámbaro, Maravatío, San Felipe del Obraje (hoy del Progreso), donde terminó con los reductos insurgentes que le salieron al paso. Finalmente, se detuvo en la hacienda de Manzanillos a las puertas de Zitácuaro.
Los insurgentes se prepararon para hacer frente al ataque, aunque sabían que eran superados ampliamente en número de tropas y armamento. El 2 de enero de 1812, hacia las once de la mañana, los realistas abrieron fuego, el cual fue respondido con los 36 cañones de la resistencia, que apenas duró media hora antes de comenzar a callar. Los vocales de la Junta huyeron hacia Tlalchapa con todo el personal —unos quinientos hombres— que les fue posible. A las dos de la tarde, la villa había regresado al dominio virreinal.
Calleja dictó un bando, tres días más tarde, en el que ordenaba el traslado de la cabecera del partido a Maravatío para imponer a Zitácuaro un castigo similar a la última pena que se aplicaba a los condenados por el tribunal del Santo Oficio:expropiar la propiedad raíz, como se hacía con los bienes de los sujetos a proceso inquisitorial, y luego pasar por fuego a la villa, pena equiparable a reducir a cenizas a los peores enemigos de la religión, pues “no se encuentra vestigio ni señal alguna de amor al gobierno que les ha dispensado tantos bienes: sino por el contrario de odio y fiereza la más brutal, como lo acreditan las cabezas de varios dignos jefes y oficiales de las tropas del rey, que sacrificaron sus vidas en obsequio de la tranquilidad pública, colocadas en las principales entradas de la misma villa”. El objetivo al imponer semejante castigo, según sus palabras, era escarmentar a “los demás que intenten su desleal conducta, en uso de las facultades que me están concedidas por el Exmo. Sr. Virrey”.
En consecuencia, las tierras y demás bienes de propiedad comunitaria o particular de los indios y pueblos de la jurisdicción de Zitácuaro serían adjudicados a la Real hacienda. Los naturales quedarían a su suerte. Las tierras y bienes de españoles y castas que se hubieran sumado a la insurgencia sufrirían idéntico destino. La Real hacienda vendería después dichos bienes a personas “honradas y de conocida fidelidad, con absoluta prohibición de volver a fundar en adelante pueblo alguno en este lugar ni en ningún otro de los que merezcan ser arrasados; permitiéndose únicamente que se formen ranchos o caseríos rurales”.
Se daría oportunidad, por un plazo de ocho días, a insurrectos arrepentidos de presentarse ante las autoridades virreinales para que fueran sometidos a trabajos forzados. Con esto alcanzarían el perdón pero no la restitución de sus bienes y propiedades. También dispuso que quienes tuvieran en su poder armas o bienes robados durante el gobierno de los insurgentes tendrían tres días para entregarlos. De lo contrario, sufrirían la pena capital.
Impuso como gobernador político al conde de Casa-Rul y envió a los eclesiásticos a Valladolid (actual Morelia). Al resto de los habitantes dio un plazo de seis días para abandonar Zitácuaro, no sin antes entregarles una especie de salvoconducto con sus datos de identidad. Quien no lo tuviera o permaneciera en la villa, sería tratado como rebelde y fusilado.
Casi al final del bando, advirtió que toda población que admitiera u ocultara a los vocales de la Junta de Zitácuaro y a sus comisionados, negándose a entregarlos, sería sometida a las mismas penas.
El 12 de enero, el conde de Casa-Rul procedió a pasar por fuego a Zitácuaro y los pueblos de indios circunvecinos. Calleja prosiguió su lucha contra los insurgentes y ahondó sus diferencias con el virrey Venegas, pero en unos meses, con Morelos, encontraría la horma de su zapato.
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Fuente:
http://www.mizitacuaro.com/archivo_n...e-calleja.html
Última edición por Mexispano; 05/07/2016 a las 04:44
¡Si esto se "repitio" mas o menos en el resto de Hispanoamerica! Otros nombres y traidores, pero siempre los mismos "judas" (judeomasones y pro-anglos(yankis)-liberales)
¡Malhadado "tiempo" que vivió nuestra america!..
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