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Tema: Mexico no es bicentenario

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  1. #1
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    Re: Mexico no es bicentenario

    No es que el artículo sea una maravilla, pero al menos deja al impresantable Hidalgo en su lugar.
    Aquí corresponde hablar de aquella horrible y nunca bastante execrada y detestable libertad de la prensa, [...] la cual tienen algunos el atrevimiento de pedir y promover con gran clamoreo. Nos horrorizamos, Venerables Hermanos, al considerar cuánta extravagancia de doctrinas, o mejor, cuán estupenda monstruosidad de errores se difunden y siembran en todas partes por medio de innumerable muchedumbre de libros, opúsculos y escritos pequeños en verdad por razón del tamaño, pero grandes por su enormísima maldad, de los cuales vemos no sin muchas lágrimas que sale la maldición y que inunda toda la faz de la tierra.

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  2. #2
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    Re: Mexico no es bicentenario

    Claro que muchos mexicanos estamos inconformes e indignados de la exclusion de iturbide en los festejos del bicentenario, tan es asi que el 27 de septiembre el dia que entro triunfal a la ciudad de mexico al mando del ejercito trigarante y que marco la consumacion de la independecia paso como cualquier dia este 2010, asi como tambien el 12 de septiembre dia en que Santa Anna derroto a Barradas en el intento de la reconquista en tampico, pero almenos poco a poco se le van reconociendo sus grandes meritos al caudillo de iguala y al heroe del panuco, en cuanto al iniciador de la independencia Miguel Hidalgo tambien es otro gran heroe, la matanza de guanajuato que se la ha querido imputar no obedecio a sus defectos, esa matanza no fue ordenada por Hidalgo,las masas populares excitadas fueron las que cometieron esos terribles actos, ademas es cierto no hay heroes de bronce, pero hidalgo no es ningun impresentable de ninguna manera, el fue el que abolio la esclavitud en mexico, el que quito los tributos a los indigenas y a las castas, el fue el que encomendo al genio de Morelos extender la lucha por la soberania al sur, ¿acaso todo esto no es digno de mencionarse?No señores, Hidalgo con todo y sus defectos si es digno de mencionarse al igual que Iturbide,Santa Anna,Miramon,Mejia y Porfirio Diaz.
    ¡ VIVA MÉXICO VIVA SANTA MARÍA DE GUADALUPE VIVA MÉXICO !

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  3. #3
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    Re: Mexico no es bicentenario

    Curioso es que vd. disculpe todo al apóstata Hidalgo (Cuando él mismo se reconoce, él mismo) y luego vierta leyenda negra (no Historia) contra Hernán Cortés y los conquistadores en general. Curioso porque por ejemplo en Venezuela el separatismo empezó con un clasismo de tinte racista si se quiere al reclamarse como descendientes directos de los conquistadores frente a los "recién llegados", para que al cabo de dos siglos se dé la vuelta a la tortilla completamente con temazos como la discriminación de los criollos.

  4. #4
    Avatar de francisco rubio
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    Re: Mexico no es bicentenario

    Lo curioso es que usted no leyo bien,yo no disculpe a hidalgo por sus errores dije que es digno de mencionarse por todo lo que hizo,era humano con todo y sus defectos pero el si es un heroe de mexico, de cortes solo he dicho la verdad y de ser necesario seguire diciendola.
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  5. #5
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    Re: Mexico no es bicentenario

    Sí, un clásico ejemplo de mantanzas ejecutadas con precisión por masas excitadas no identificadas contra la gente que convenía eliminar. Eso para niños pequeños puede valer, pero aquí ya nos sale barba a todos, hombre.

    Hidalgo fue una vergüenza en todos los sentidos, no sólo como traidor a la patria (cosa común a todos los independentistas) sino incluso como propio prócer demostró ser un tirano y un asesino sanguinario sin escrúpulos. En tu caso particular, tan crítico con Cortés, es bastante contradictorio tu comprensión hacia Hidalgo, que es mucho peor. No se sostiene.

    Oye, las tildes son gratis, pon alguna de vez en cuando.
    MexicoCatolico dio el Víctor.
    Aquí corresponde hablar de aquella horrible y nunca bastante execrada y detestable libertad de la prensa, [...] la cual tienen algunos el atrevimiento de pedir y promover con gran clamoreo. Nos horrorizamos, Venerables Hermanos, al considerar cuánta extravagancia de doctrinas, o mejor, cuán estupenda monstruosidad de errores se difunden y siembran en todas partes por medio de innumerable muchedumbre de libros, opúsculos y escritos pequeños en verdad por razón del tamaño, pero grandes por su enormísima maldad, de los cuales vemos no sin muchas lágrimas que sale la maldición y que inunda toda la faz de la tierra.

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  6. #6
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    Re: Mexico no es bicentenario

    No uso las tildes por que simplemente no se me da la gana, lo de las matanzas es claro su uso en españoles recalcitrantes que a toda costa tratan de desvirtuar las cosas positivas y concentrarse en lo negativo, ahora usted sale con que hidalgo era el sanguinario, nada mas falta que diga que cortes era santiago apostol, en cuanto a lo de traidor no tiene sentido alguno, decir que que era cosa comun ser traidor en todos los independentistas eso es algo ofensivo a las actuales naciones de america, no hubo traicion a la patria en ningun sentido, o haga el favor de decir que "traiciones" considera usted que fueron pero porfavor no vaya usted a salir con la ridiculez de que porque traicionaron a españa o al rey.
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  7. #7
    Avatar de Valmadian
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    Re: Mexico no es bicentenario

    El "lado oscuro" del cura Hidalgo, según el escritor Eugenio Aguirre - Bravo México - CNNMéxico.com

    Lo relativo a las faltas de ortografía y de acentuación, sencillamente es porque no conoce las reglas gramaticales de uso.

    Editado: te copio artículo en el mensaje, Valmadian.
    ====

    CIUDAD DE MÉXICO (CNNMéxico) — Muchos saben ya que Miguel Hidalgo no era un sacerdote ortodoxo, que tenía más de una amante y por lo menos cinco hijos, pero pocos saben que también permitió que se cometieran -y él mismo cometió- crímenes atroces; que disfrutaba matar con saña a sus enemigos; que se enemistó con sus aliados y que más de una vez olvidó que su causa era la Independencia de México.

    Para reflejar su historia integral y el "lado oscuro” del más popular héroe de la Independencia, más conocido por el grito con el que llamó a la insurgencia el 15 de septiembre de 1810, Eugenio Aguirre dedicó años de investigación para realizar Hidalgo, una biografía novelada de este personaje.

    En entrevista con CNNMéxico, Aguirre explicó que su obra no sólo busca hablar "de ese hombre del que cuentan los libros de historia, la historia oficial", sino también de "los desmanes que cometía Hidalgo, de su lado oscuro, de su permisividad para que los insurgentes cometieran saqueos y asesinatos de inocentes, sus titubeos en las batallas, su falta de pericia como estratega militar".

    Mucho hay de historia, un poco de ficción y otro tanto del propio autor que, admite, comparte el "humor irónico y desfachatado" de quien es considerado El padre de la patria.
    "Era un hombre de mucha luz, muy divertido, amante del teatro, culto, sensible a los problemas sociales, brillante, pero también un ser humano con conflictos, internos, depresiones y caídas", dice el autor, quien rechaza la imagen oficial del héroe "viejito y bonachón".

    Lo cierto es que Hidalgo era un hombre acaudalado que, como muchos, se vio afectado por las ambiciones de la Corona española que, con "impuestos absurdos" los despojaba de sus riquezas.

    Quizá -ni el autor puede precisarlo del todo- esta fue una de las principales razones por las que Miguel Hidalgo se unió a la causa insurgente, para emancipar a México de España.

    "Hidalgo nunca buscó la conspiración, nunca buscó la lucha insurgente, sino que fue la conspiración quien lo buscó y fueron por él, porque era un personaje querido por todos los estratos sociales. Pensaron que podría traer a la causa a los hombres ricos, poderosos de la Nueva España que podían dar dinero y ejércitos que habían formado en sus haciendas", explica Aguirre.

    Así, gracias a su carácter lúdico y extrovertido, Hidalgo encabezó la primera parte del movimiento independentista, y tras una serie de derrotas, fue capturado y fusilado en Chihuahua en 1811.

    La obra que inspiró parte de la reciente película Hidalgo, la historia jamás contada, refleja el deterioro ideológico que fue sufriendo el líder a lo largo de la batalla. Saqueos, masacres, violaciones tumultuarias, torturas, todo fue permitido y auspiciado por el héroe.

    "Estudió náhuatl para ir a las comunidades más lejanas a confesar a los indígenas (…) Abrió empresas de cerámica y otras artesanías para dar empleo en las poblaciones más pobres, pero al iniciar la batalla descubrió esa otra parte oscura y terrible de sí mismo", dice el autor de La cruz maya.

    En opinión de Eugenio Aguirre, el título de Padre de la patria le corresponde a José María Morelos, otro sacerdote y aprendiz de Hidalgo que en el ámbito militar terminó superando al maestro.

    "Morelos también tenía hijos y otros oscuros secretos, no era un hombre impoluto, pero era el máximo estratega del movimiento. A él le debemos la mayoría de las victorias de la época", agrega.

    En su tiempo, Hidalgo luchó contra la esclavitud, contra las castas y extrema pobreza que aquejaba a la mayoría. El México de hoy es distinto, pero algunas carencias permanecen, según dice Aguirre.

    "Quizás algo interesante es una falta de proyecto de nación que no se ve ni se manifiesta y hace mucho daño al país. Hay muchos titubeos, hoy como entonces, hay muchas actitudes entreguistas hoy como entonces".

    Agrega que, al igual que la Corona, el gobierno mexicano no ha sabido controlar ni atender los movimientos sociales opositores, ni ha logrado mantener la armonía entre la sociedad, marcada por la desigualdad.

    Sin embargo, Aguirre cree que aún tenemos mucho que festejar este 15 de septiembre, en el bicentenario del Grito de Dolores, que le dio la gloria a Hidalgo.

    "Festejar los hechos medulares de la historia me parece pertinente y afortunado. Los pueblos que han sabido reconocer el mérito de su gente más valiosa son los pueblos que se han desarrollado con mayor atingencia".

    El biógrafo sugiere no dejarse llevar "por las luces de colores y las costosísimas fiestas", sino admirar con inteligencia a los líderes, "no necesariamente héroes, que le abrieron paso a esta gran nación".
    Última edición por Donoso; 17/10/2010 a las 03:28
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


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  8. #8
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    Re: Mexico no es bicentenario

    Cita Iniciado por francisco rubio Ver mensaje
    No uso las tildes por que simplemente no se me da la gana,
    Pues escribir correctamente es una de las normas que has aceptado al registrarte aquí, y el no hacerlo una falta de respeto al resto de foristas. Asi que ya "se te" puede dar la gana escribir como es debido.
    Aquí corresponde hablar de aquella horrible y nunca bastante execrada y detestable libertad de la prensa, [...] la cual tienen algunos el atrevimiento de pedir y promover con gran clamoreo. Nos horrorizamos, Venerables Hermanos, al considerar cuánta extravagancia de doctrinas, o mejor, cuán estupenda monstruosidad de errores se difunden y siembran en todas partes por medio de innumerable muchedumbre de libros, opúsculos y escritos pequeños en verdad por razón del tamaño, pero grandes por su enormísima maldad, de los cuales vemos no sin muchas lágrimas que sale la maldición y que inunda toda la faz de la tierra.

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  9. #9
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    Re: Mexico no es bicentenario

    Don donoso ¿y no es una falta de respeto llamar bestias, o salvajes a un pueblo,o incluso llamarme a mi pelmazo? ¿por que en esas faltas de respeto usted no dice nada?.
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  10. #10
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    Re: Mexico no es bicentenario

    Francisco Rubio, actúa vd. como el típico demagogo. Entra como un elefante en una cacharrería vertiendo toda clase de insultos contra no ya la Historia de España, sino nuestra Historia común, para luego venir con victimismos baratos.

    Aquí no se ha llamado bestias o salvajes al pueblo mexicano. Sí es verdad que muchos compañeros han exagerado a lo mejor sobre determinada cultura indígena, no obstante, no tanto como vd., que queriendo darle la vuelta a la tortilla, ha querido hacer una leyenda rosa, cuando distintos pueblos indígenas fueron los más obstinados en luchar contra ellos (Me refiero a los aztecas).

    Por otra parte, no deja de ser curioso la quejadera oficialista sobre los impuestos de la Corona (Con buena medida de razón). Digo no deja de ser curioso porque después todos los gobiernos "independientes" dejaron a la Corona en pañales con impuestos mucho más -objetivamente-abusivos. En muchos casos, las independencias se parecen mucho a la rebelión de los encomenderos, tipo Gonzalo Pizarro o Martín Cortés. Claro que en verdad son conflictos mucho más poliédricos. Y repito: No estamos ante conflicto de invasores contra invadidos, ni tan siquiera de americanos contra peninsulares e isleños. Eso es lo que el oficialismo a entrambas orillas del Atlántico pretende, y es de una médula falsa. Estamos ante la ruptura de una comunidad política tradicional, iniciada desde la Corte. Quizá lo único bueno que tuvo el conde de Aranda fue el nuevo plan de gobierno para América, si se hubiera hecho caso, la historia hubiera sido muy otra, claro que esto ya es especular.

    Cierto es que al menos en el caso mexicano, quizá gracias a Yturbide, no se fue tan rupturista, e incluso se introduce como premisa la amistad con la Madre Patria (Corríjame si me equivoco), algo que resaltaba Arturo Uslar Pietri en contraposición a lo acaecido en Venezuela.

  11. #11
    Avatar de Mexispano
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    Re: Mexico no es bicentenario

    Este texto es de 2010 pero aún tiene validez ya que se sigue repitiendo la falacia de que en 1810 inició la independencia y por lo tanto cumplimos 204 años de ser "libres".



    ____________________________________



    miércoles, 15 de septiembre de 2010


    EL GRITO DE DOLORES






    El pasado 12 de septiembre de 2010, Calderón (Paco, el caricaturista; no Felipe, el presidente) publicó uno de sus excelentes trabajos en REFORMA. Entre otros aspectos, enunciaba lo siguiente:



    -"Hace 200 años no inició la Independencia. Inició una guerra civil que arruinó al país...y no consiguó la Independencia".


    -"La arenga original de Dolores se desconoce. No fue ¡Viva México!".


    -"No hubo tal abrazo de Acatempan".


    -Vicente Guerrero no "consumó" la Independencia. Tampocó ganó la guerra".


    -"Ambas cosas las ganaron los realistas" Con Iturbide como primer jefe y cabeza; y como ideólogo del Plan de Iguala y creador de la bandera mexicana, añadimos nosotros.

    Así, en pocas palabras y con sus clásicas ilustraciones, Calderón destruía muchos mitos de la historia oficial.







    Por su parte, en un escrito, Juan Pablo Reyes recuerda:

    "El Plan de Iguala se conformó por 23 puntos y propuso, entre otras cosas, la absoluta independencia de México, la supremacía de la religión católica, el gobierno monárquico moderado, la igualdad de todos los habitantes y la consolidación de un “ejército protector” que sostendría al nuevo gobierno.

    “Asombrad a las naciones de la culta Europa; vean que la América Septentrional se emancipó sin derramar una sola gota de sangre” decía la proclama.

    Para el historiador Luis Reed Torres, autor del libro "Historias desconocidas de la historia mexicana" el también conocido como “Plan de las tres garantías” logró que en siete meses y de manera incruenta se consiguiera la independencia que no se había alcanzado en once años de guerra.

    “No cabe duda que el Plan de Iguala es el más completo de los documentos que se dieron en su época, Iturbide logró una entusiasta adhesión de casi todo el territorio, fueron pocos los que se opusieron al plan.
    Tanto el Plan de Iguala como el lábaro patrio y la realización de la independencia se deben a Don Agustín de Iturbide” puntualizó el historiador.

    El escritor liberal del siglo XIX Lorenzo de Zavala en su Ensayo histórico de las revoluciones de México afirmó: “Los que examinen el famoso plan llamado de Iguala, convendrán en que fue una obra maestra de política y de saber. Todos los mexicanos deseaban la independencia y esta era la primera base de este documento”.

    La bandera nacional
    -añade Reyes- se derivó de las tres garantías proclamadas por Iturbide, el verde representa la independencia, el blanco la religión y el rojo la unión de todos los mexicanos".

    Si la independencia fue realizada -que no consumada, pues
    el movimiento de don Agustín de Iturbide no era continuación del de los insurgentes, practicamente ya abatido- el 27 de septiembre de 1821, entonces su bicentenario deberá ser celebrado hasta dentro de once años y no ahora. ¿Qué celebramos, entonces, hoy los mexicanos? Haz click aquí para ver la respuesta


    .
    Temas relacionados: LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO , ¿QUÉ CELEBRAMOS HOY LOS MEXICANOS? y FUE ITURBIDE Y NO GUERRERO QUIEN CREÓ LA BANDERA, IDEÓ EL PLAN DE IGUALA Y REALIZÓ LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO



    ____________________________________





    Fuente:

    Catolicidad: EL GRITO DE DOLORES
    Última edición por Mexispano; 17/09/2014 a las 03:31 Razón: Espaciado

  12. #12
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    Re: Mexico no es bicentenario

    Ahora que lo pienso bien, ocuparé el presente hilo para continuar posteando información referente al proceso de independencia en México y así complementar lo que ya he puesto en varias partes de este tema:



    Hay “otro” bicentenario



    Me he dado cuenta que a diferencia de otras regiones del imperio, los hilos referentes a la guerra (civil) de emancipación en la antigua Nueva España no son muchos, ni contienen muchos datos.

    Además de que no encuentro páginas sobre revisionismo histórico del estilo de CLAMOR o Coterraneus; algo parecido sería la web de Mitófago (aunque he de decir que no me gusta mucho) y la de Luis Ozden que sigue una línea semejante a la de las dos primeras que menciono (pero es una lástima que no sea actualizada tan seguido). Y no es que yo vaya a crear aquí un blog infalible sobre historia, ya que de entrada no soy historiador ni nada parecido, sin embargo cuando algo me apasiona (cosa que me sucede precisamente con este tema), trato de recabar tanta información como sea posible y por ello tengo varios textos hechos por, esos sí, investigadores que han ahondado en las múltiples aristas de un tema tan complejo (que gente ignorante o carente de escrúpulos reduce a una simplona lucha entre buenos vs malos o peor aún, mexicanos vs españoles) y que son harto interesantes e importantes para ayudarnos a comprender mejor lo ocurrido en aquella convulsa época.




    ________________________________________________________________



    15 de septiembre de 2010

    REFLEXIONES DEL BICENTENARIO




    El día de hoy por la noche, iniciarán los festejos por el mal llamado "Bicentenario" de la Independencia; la verdadera fecha debería ser hasta el 27 de septiembre del año 2021, en que se conmemorarían 200 años de la entrada del Ejército Trigarante, comandado por Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero con el que se pusieron fin a 11 caóticos años de diversos movimientos que iniciaron con la rebelión del Padre Miguel Hidalgo, esa sí, el 16 de septiembre de 1810, rebelión que, como hemos dicho, no buscaba realmente la independencia, y que fue, más que nada, una catarsis del descontento, sobre todo sentido por los criollos en contra del cariz que el régimen español había tomado desde la entronización de los Borbón en Madrid y que amenazaba con ponerse peor para los privilegiados descendientes de conquistadores y primeros colonos con el ejercicio provisional del gobierno hispano en manos de juntas de liberales, muchos de ellos sospechosos de simpatizar con Francia, su Revolución y su ambicioso emperador Napoleón.

    Sin siquiera saberlo la inmensa mayoría de los integrantes de la multitud que hoy por la noche estará presente en el "Zócalo" de la Ciudad de México y en las plazas de armas de las ciudades y pueblos en que la ceremonia de "el Grito" no habrá sido suspendida por la crisis de seguridad provocada por el Gobierno de Calderón y su temeraria y estúpidamente planeada "Guerra contra el Narcotráfico", se celebrará el 180 aniversario del natalicio del General Don Porfirio Díaz, quien instauró esta litúrgica ceremonia para conmemorar el inicio de la Independencia de México, tras haber establecido el canon de la Historia de México que hacía de Hidalgo un predecesor de los Liberales juaristas y le coronaba como "Padre de la Patria" (pese a su falta de planes, de rumbo y de objetivos, así como a pesar de sus crímenes que hoy en día serían juzgados severamente en una corte internacional), coincidiendo con el día de su cumpleaños, pues Don Porfirio nació un 15 de septiembre de 1830, basta con ver un calendario en el que aparezca marcado el santoral católico para darse cuenta que hoy es día de la fiesta de San Porfirio, cuyo nombre le fue impuesto en su bautizo a un niño mixteco nacido en Oaxaca que con el tiempo se transformaría en victorioso general y en Dictador de México.

    Tampoco recordará la gente que el primer mandatario mexicano en celebrar el 15-16 de septiembre como aniversario de la Independencia con la visita a Dolores, Guanajuato y el recuerdo del Padre Hidalgo no fue ni Guadalupe Victoria, ni Santa Anna, ni Benito Juárez, sino Maximiliano de Habsburgo, que con eso mostraba la grandeza propia de los de su familia para asimilar la nacionalidad del lugar donde gobernaran, a diferencia de los mezquinos y veleidosos Borbón, según hemos dicho, Max se enamoró de México y se hizo uno de nosotros; a diferencia de su rival, el indígena zapoteca que renunció a sus raíces y soñó con convertir a México en un clon de su admirado EUA.

    Estas son pequeñas muestras de la manipulación, del engaño en que se nos ha hecho vivir por 200 años, dos siglos que han sido marcados por la mediocridad, la corrupción y las traiciones; no ha habido absolutamente ningún gran logro en este tiempo que haga de México un punto central para la Civilización Occidental o para el mundo; como los Tracios, ese pueblo apenas conocido pese a sus muchas menciones en los mitos grecorromanos y en sus Historias, México ha sido condenado por sus gobernantes a ser un área periférica, un patio trasero de la potencia mundial, la cosecha ha sido magra para un país que en 1821 presentaba un potencial enorme, que en los 300 años anteriores había sido el motor mismo del Imperio Español, que con toda su potencia y magnificencia cultural se había extendido por todos los rincones del planeta, para un pueblo que es heredero de imperios, como ya lo he dicho antes, en nosotros los mexicanos reside la herencia de Grecia, de Roma, de Cartago, de los Mayas, de los Teotihuacanos, de los Aztecas, de los Toltecas, de los Olmecas, del Islam, de los Celtas, de los Iberos de Tartessos, del pueblo Judío y de los Germanos Visigodos, todos ellos nos dan forma, poseemos un tesoro que está encerrado en su baúl dentro de nosotros esperando a que lo descubramos y lo valoremos. Pero esto no será posible hasta que nos quitemos el estúpido trauma, sin razón, de ser los eternos vencidos y de repetirnos imbécilmente que "nos conquistaron los españoles" cuando nos originamos de ellos.

    Desgraciadamente, hemos sido gobernados desde nuestra independencia por gente sin altura de miras ni principios, que han antepuesto sus propios intereses y beneficios por encima del país; al sueño de grandeza de Iturbide que nos llevó a extendernos desde Oregón hasta Costa Rica le siguió una república mediocre, con un Guadalupe Victoria cuyo mayor logro fue iniciar el endeudamiento exterior de México con unos créditos contratados en Londres, donde los antiguos oficiales de Morelos, como Nicolás Bravo, Vicente Guerrero y Juan Álvarez se pelearon entre sí por el poder y contra los antiguos partidarios de Iturbide como Santa Anna, Bustamante o Gómez Pedraza, la falta de proyectos con bandazos que iban del Centralismo al Federalismo y de la Monarquía a la República, con entreguistas como el propio Guerrero o Santa Anna y Gómez Farías que cedieron a los intereses norteamericanos representados por el intrigante de Joel R. Poinsett y decidieron inscribirse en un culto siniestro, secreto y malévolo como la Masonería a cambio de obtener el poder y la riqueza y le cedieron la mitad del territorio nacional a EUA que así pudo convertirse en potencia, mientras México se resignaba a convertirse en un país segundón y que disfrazaba su debilidad y la cobardía de sus dirigentes con la retórica de la "no intervención" y de la inexistente "amistad entre las naciones".

    Se nos hace venerar al Licenciado Juárez cuando fue el máximo traidor, entregado totalmente a los intereses de Washington, y resulta irónico que se le muestre como el defensor de la Soberanía de México cuando fue el que más la hipotecó, que además sacó la dimensión espiritual y moral de la vida de los mexicanos con su antirreligionsidad, porque fue mucho más allá de buscar la separación Iglesia-Estado; lo hecho por Juárez nos condenó a la doble moral y a la simulación, a la incongruencia personal en lo privado y lo público, practicada ampliamente por él, que decía defender la legalidad mientras la vulneraba una y otra vez y solo la muerte lo alejó del poder, y junto con él toda una banda de políticos de brillante intelecto y uñas largas que se enriqueció desmedidamente con el saqueo y venta de propiedades de la Iglesia e indígenas, y la destrucción de una buena parte de nuestro patrimonio artístico e histórico, demolido o vendido al exterior, o quemado por sus hordas de mercenarios.

    Y tenemos una Revolución que no sirvió para nada más que para atrasar al país, que mostró la incompetencia de nuestra clase política, pues como dijo Asimov: "La violencia es el último recurso del incompetente", con un estúpido como Madero que ambicionaba el poder, llamando a la Democracia electorera y que abrió la caja de Pandora, la era de los compadres traicioneros y asesinos: Zapata se rebeló contra Madero, Huerta traicionó y mató a Madero, Carranza ve su oportunidad y derrota a Huerta con el apoyo de Villa y de Zapata, luego Carranza los traiciona y persigue hasta asesinar a Zapata y derrotar a Villa, Carranza es traicionado y asesinado por Obregón, quien se deshace también del "Centauro del Norte", Obregón supuestamente es asesinado por un Cristero: José León Toral, pero en su cadáver se encuentran hasta 34 heridas de calibres diferentes, por lo que parece que más bien Calles lo eliminó para ser el Jefe Máximo de la Revolución que se institucionalizó en un régimen autoritario con elementos tomados del Comunismo y del Fascismo pero en versión "light": surge el PRI.

    Y los que soñaron con grandeza para México, que desearon un país fuerte más allá de sus intereses personales, ¿qué ha sido de ellos? Iturbide es el traidor, usurpador, que merece el olvido, los Conservadores que defendieron la identidad mexicana y se opusieron a los intereses norteamericanos son los "reaccionarios", los traidores, los "mochos" y demás, Maximiliano, con quien renació el sueño de grandeza de Iturbide igualmente es el usurpador y el fruto de la intervención, Porfirio Díaz, a mi parecer el más grande dirigente que ha tenido México es el "tirano" el villano de la Historia, recientemente Salinas de Gortari, pese a sus muchos errores y las corruptelas de su régimen, fue quien abrió México al mundo, al comercio internacional y buscó, mediante el programa de "Solidaridad" que la propia sociedad participara en la solución de sus problemas y que naciera un espíritu emprendedor, rompiendo con el tradicional paternalismo gubernamental, sin embargo, es el enemigo, el "malo" de la película.

    ¿Y los "buenos" del filme que nos ofrecen? Una "democracia" que no consiste más que en una aristocracia cerrada de los partidos políticos que no son capaces de establecer un acuerdo para sacar adelante un proyecto nacional, por el contrario, cada uno ve por sus intereses y por mantener a nuestra sociedad dividida, enfrentada y corrompida para manipularla a su antojo, que no tienen respeto por su ideología, inexistente además, porque sólo les interesa el poder, y así, sin dignidad alguna, se insultan y se critican para luego aliarse en contra del otro partido en algo verdaderamente irracional.

    La corrupción campea, la educación es un fracaso, regenteada por un todopoderoso sindicato y por los cacicazgos de las universidades públicas, formadoras de corruptos y de redes de influencias, la gente en la calle ha perdido toda noción moral de respeto, de cortesía, de modales, la violencia cunde por todos lados, no solamente la del crimen organizado, mismo que engrosa sus filas con los jóvenes que no tienen futuro ni posibilidad de desarrollo, de trabajo y de obtener honestamente un patrimonio, sino en el trato diario en la escuela, entre los vecinos, dentro de las familias y en el trabajo, las ciudades cada vez más sucias, el ambiente cada vez más deteriorado, la cultura cada vez más miserable, individualidades como la Directora de Orquesta De la Parra son desconocidas para la mayoría de la gente que prefiere a un desafinado como Valentín Elizalde (por fortuna ya muerto, perdonen la crueldad) porque carece de una formación cultural. Un cine que se centra en el sexo y en el morbo y ha dejado ya muy lejos el cine de oro de los 30`s a 60`s, una TV que sigue repitiendo el cuento de Cenicienta y que nos repite una y otra vez que ser rico es malo y que lo mejor es seguir siendo pobres pero honrados y revolcarnos en la miseria.

    ¿Hay algo qué celebrar? Yo, en lo personal, no celebraré a un viejo loco como Hidalgo, genocida y saqueador, celebraré a un Allende que fue la voz de la razón, no celebraré a mediocres y mezquinos como Nicolás Bravo, Guadalupe Victoria o Juan Álvarez, sino a un Morelos que trató de heredar instituciones, no celebraré a un bandido iluso como Guerrero, sino a un Iturbide incomprendido y que buscó la grandeza de México, no celebraré a un traidor vendepatrias como Juárez, ni a corruptos como Ignacio Ramírez, Guillermo Prieto, Ocampo , José María Iglesias o Lerdo de Tejada, celebraré a un valiente como Miramón, a un luchador social como Tomás Mejía y a un soñador como Maximiliano, no celebraré a un imbécil como Madero, a un asesino en busca de fama como Villa ni a la pandilla de gangsters que fueron Carranza, Obregón y Calles, celebraré a un Porfirio Díaz que buscó el orden, la paz social y la estabilidad para modernizar México, a un defensor del campesinado indígena del sur como Zapata, a un hombre de honor como Felipe Ángeles, y a José Vasconcelos que trató de sacar a México de las tinieblas de la ignorancia.

    Celebraré a Octavio Paz, a Mario Molina, a Rodolfo Neri Vela, a Mariano Azuela, a Juan Rulfo, a Alfonso García Robles, a Clemente Orozco, a Rufino Tamayo, a Diego Rivera y a Frida Khalo, a Agustín Yáñez, y a todos los que han soñado con un México fuerte y libre, importante y con bienestar, aunque sean los derrotados, los olvidados, los incomprendidos, pues son ellos los que merecen la celebración, no los héroes de cartón que son los héroes de los políticos que siguen su ejemplo de traición, corrupción y mediocridad.

    Y sobre todo, en este día, oraré porque mi país no muera, porque a veces parece que eso es lo que va a pasar, y porque algún día se descubra toda la verdad, se diga, se grite con valentía y la sociedad se arme de valor y sea dueña de su propio destino, deje de creerle a supuestos mesías y a los medios corporativos, porque desaparezcan los partidos y construyamos una sociedad y un país dueño de su propio destino y no propiedad de unos cuantos.



    ¡VIVA MEXICO!


    ________________________________________________________________






    Fuente:

    EL MUNDO SEGUN YORCH: REFLEXIONES DEL BICENTENARIO


    Última edición por Mexispano; 20/09/2014 a las 20:11 Razón: Correcciones al texto

  13. #13
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    Re: Mexico no es bicentenario

    Dos videos interesantes para reivindicar a la figura de Agustín de Iturbide, y que desmienten esa tarugada de que solo los “mochos” lo enaltecen. Las dos personas que tratan este tema, no profesan religión alguna y uno de ellos (Daniel Salinas Basave) se declara abiertamente ateo.








  14. #14
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    Re: Mexico no es bicentenario

    En el segundo video que coloqué arriba, me llamó la atención que el historiador Juan Miguel Zunzunegui haya hablado de una conspiración contra del gobierno de Iturbide por parte del venezolano Simón Bolívar, cuando en páginas de este hilo:


    Hay “otro” bicentenario

    Hay “otro” bicentenario



    ...he puesto datos que hacen entrever cierta camaradería entre ambos personajes (por lo menos en la correspondencia que intercambiaban), incluso el hijo mayor de don Agustín (del mismo nombre que su padre) estuvo en Colombia como ayudante de Bolívar y fue una de las personas que acompañó al caraqueño en los momentos finales de su vida.

    A pesar de ello, buscando en la red encontré este artículo que muestra varios puntos oscuros entre las relaciones que habían entablado el Imperio Mexicano y Colombia y que demuestran una preocupación por parte del gobierno sudamericano respecto a los acontecimientos que se estaban dando en la antigua parte septentrional del Imperio español respecto al gobierno monárquico que éste había adoptado y que se notaron justamente en las intrigas del diplomático colombiano Miguel de Santamaría (de veracruzana cuna, por cierto).



    ________________________________________________________________




    Inicio Revista No 38-

    Iturbide y Bolívar: dos retratos diplomáticos acerca de la cuestión republicana (1822-1831)[*]

    Daniel Gutiérrez Ardila[**]

    Dossier


    =========================



    RESUMEN

    Según afirma Lamartine en la Historia de los Girondinos, la forma monárquica de gobierno, esencialmente prudente, sería la más indicada para los tiempos de reposo y para las épocas de conservación del orden. La forma republicana, entre tanto, constituiría el gobierno ideal para la gestión de las crisis, de las transformaciones orgánicas y de las revoluciones en curso. Siguiendo aquel sugerente comentario, cabe preguntarse si, a imagen de la Asamblea Constituyente francesa, que pretendió en vano conciliar ambos extremos confiando a un rey semidestronado el legado de la Revolución, los fundadores de las repúblicas hispanoamericanas no emplearon en el mismo sentido la figura de los Libertadores. Para resolver tal interrogante, el presente artículo explora los retratos que de Agustín de Iturbide y Simón Bolívar elaboraron los diplomáticos Miguel de Santamaría y José Anastasio Torrens en la segunda década del siglo XIX.



    PALABRAS CLAVE


    Agustín de Iturbide, Simón Bolívar, Historia diplomática, Revolución de Independencia.


    Il faut cent ans à ce pays pour que la république n’y
    soit pas une absurdité (Stendhal 1986, libro segundo,
    cap. XXIII).

    Pourquoi accuser l’humanité de pauvreté, au point de
    la soupçonner incapable de produire deux Washington?
    (Pradt 1825, 109).

    ¡Qué contraste ente el avariento pigmeo del Norte
    y el generoso Atlas del Sur! (Rocafuerte 1822, 162).


    [P]or haber querido establecer con la independencia las teorías liberales más exageradas, se ha dado lugar a todas las desgracias que han caído de golpe sobre los países hispanoamericanos,los cuales han frustrado las ventajas que la independencia debía haberles procurado, siendo muy de notar, que los dos hombres superiores que la América española ha producido en la serie de tantas revoluciones, Iturbide y Bolívar, hayan coincidido en la misma idea, levantando el primero en su plan de Iguala un trono en Méjico para la familia reinante en España, e intentando el segundo llamar a la de Orleans a ocupar el que quería erigir en Colombia (Alamán 1969, 82).

    Los plenipotenciarios, enviados extraordinarios y agentes confidenciales de la República de Colombia (1819-1831) en Europa y América eran mucho más que los representantes de un Estado cerca de otros. Aquellos ministros encarnaban propiamente la revolución de la Tierra Firme en el extranjero, y, en tal medida, su presencia y sus gestiones no podían ser más que la polémica promoción de la causa independentista. El principal objetivo de esta diplomacia era, por supuesto, el reconocimiento pleno del nuevo Estado por parte de las potencias, el cual debía consagrar el ingreso del país a la comunidad de naciones. Como los años finales del siglo XVIII y las primeras décadas del siglo XIX habían ido tiempos de grandes transformaciones políticas, los apoderados del gobierno de Bogotá, gracias a su intermediación y a la alta dignidad de que estaban revestidos, hacían posible un inusitado diálogo, en virtud del cual un Estado en formación discurría con otros acerca de la evolución del género humano y de los sistemas de gobierno más convenientes para fincar el progreso y la felicidad de las naciones. Los buscadores del reconocimiento actuaban, pues, sin proponérselo como curiosos espejos en los que las mudanzas de la Tierra Firme y las instituciones creadas por “el partido de los Libertadores” se reflejaban en las demás revoluciones y regímenes europeos y americanos. En tales circunstancias, se entenderá por qué, en ocasiones, su presencia misma constituía una provocación. Tal vez, la ilustración más elocuente del aserto anterior lo constituye Miguel de Santamaría, quien residió en México en 1822 como representante de la República de Colombia, antes de ser expulsado por el Secretario del Interior y Relaciones Exteriores del emperador Iturbide.

    Casualmente, por idénticas razones, el Ministro de los Estados Unidos Mexicanos cerca del gobierno de Colombia padeció al final de la década un desplante similar.Esta sorprendente simetría parece confirmar la validez de la tesis esbozada arriba acerca de la diplomacia del reconocimiento. De uno y otro incidente dan cuenta las páginas siguientes.[1]



    El emperador Iturbide

    Timothy E. Anna (1991) se refirió, en un libro publicado en lengua inglesa en 1990,[2] al desierto historio-gráfico que hasta entonces constituía el corto período del Imperio mexicano. La figura de Iturbide adolecía del mismo desprecio, de tal suerte que el historiador mencionado no vaciló en calificarlo como “la no-persona más importante de la historia mexicana”. Con sobrada razón, Anna llamó la atención acerca de la curiosa y persistente satanización de Iturbide, del desprecio e incomprensión con que se habían abordado los acontecimientos que protagonizó y de los prejuiciosos anacronismos que explican tan lamentable caricatura. En su libro pionero, Anna demostró que, a partir del momento en que deja de verse como inevitable la instauración de un república federal en la antigua Nueva España, la figura de Agustín de Iturbide escapa de los denuestos habituales, que lo han caracterizado como un mero usurpador o un traidor mediocre.

    Para los fines de este artículo, no está de más reconstituir brevemente las circunstancias que llevaron al hijo de un inmigrante vasco de alguna prosapia y “mediano caudal” a convertirse en emperador de México. Nacido en la ciudad novohispana de Valladolid (hoy Morelia) en 1783, el joven Iturbide comenzó su carrera como oficial del Ejército real tras una educación defectuosa y poco sistemática. A los 22 años de edad contrajo matrimonio con Doña Ana María Huarte, perteneciente a una rica familia de su provincia natal. Dicha alianza le permitió adquirir en 1809 la hacienda de San José de Apeo, valorada en más de noventa mil pesos (Robertson 1952; Rocafuerte 1822).

    Al estallar la rebelión del cura Miguel Hidalgo en 1810, Iturbide ocupaba graciosamente una plaza de teniente en el regimiento de su provincia natal. A pesar de las tentadoras ofertas que le hicieron los insurrectos, el joven militar se mantuvo del lado del rey, por considerar, según expresó más tarde en sus memorias, que los planes de Hidalgo “estaban mal concebidos” y no podían más que producir “desorden y sangre y destrucción” (Iturbide 2001 [1823]). Iturbide se distinguió desde entonces por su persecución a los líderes insurrectos (Alamán no vacila en tacharlo de cruel), de tal suerte que en 1813 fue condecorado con el grado de coronel y con el mando militar de la intendencia de Guanajuato.Dos años más tarde, Iturbide fue promovido a la dirección del ejército del norte, antes de caer en desgracia, acusado de corrupción. Si bien fue exonerado de los cargos en 1820, el hasta entonces coronel realista –sin duda resentido por lo sucedido– se volvió, aquel mismo año, contra el régimen español que había contribuido a sostener durante una década. El restablecimiento de la Constitución de Cádiz y las medidas anticlericales adoptadas por las Cortes habían azuzado las luchas entre facciones, por lo que se veían venir “mil revoluciones”. Con el fin de evitarlas, Iturbide concibió un proyecto que recibió rápidamente el apoyo de “sujetos de la más alta categoría”. Desde la comandancia del sur, que le fue confiada entonces por el Virrey, Iturbide consiguió imponer su plan (llamado de Iguala, por haber sido suscrito en aquella población el 24 de febrero de 1821) en unos cuantos meses, tanto a jefes rebeldes de la talla de Vicente Guerrero como a los realistas criollos y españoles (Alamán 1969; Anna 1991; Iturbide [1823] 2001; Robertson 1952; Rocafuerte 1822).

    El fulgurante éxito de aquel proyecto de 23 artículos se explica, en buena medida, por el ingenioso consenso a que dio lugar, estructurado alrededor de “tres garantías” (religión, independencia y unión), que debían traducirse, en la práctica, en la finalización de la guerra civil y en la modificación del vínculo con España. Las promesas que contenía el Plan de Iguala de proteger las propiedades, respetar los fueros del clero y dejar en su lugar a todos los funcionarios del Gobierno, el Ejército y la Iglesia conquistaron la adhesión de la élite criolla y peninsular.Por su parte, los líderes rebeldes, que habían sido incapaces de obtener un triunfo por la vía de las armas, no podían más que suscribir los designios de Iturbide, por cuanto éstos significaban la anhelada ruptura del vínculo colonial. Con el fin de asegurar una transición apacible, el Plan de Iguala hacía un llamado a Fernando VII para que se trasladara a México y se convirtiera en Emperador, o para que designase con el mismo fin a alguno de los infantes de su casa. Como la negativa del soberano español era más que previsible, el Plan preveía, en tal caso, llamar a otra casa reinante a ocupar el trono del Anáhuac.Entre tanto, se constituiría una Soberana Junta Provisional Gubernativa, que daría paso a un Congreso constituyente y a una Regencia. El proyecto ideado por Iturbide estaba encaminado, pues, a preservar la Nueva España de los desórdenes experimentados en aquel momento por la América del Sur y por la mismísima metrópoli, donde liberales y absolutistas libraban una ardua lucha por el poder.La emancipación, combinada con un régimen monárquico temperado, aparecía, pues, en la mente de Iturbide, como una alternativa viable al sistema republicano y a la guerra de independencia (Alamán 1969; Anna 1991; Iturbide 2001 [1823]; Robertson 1952; Rocafuerte 1822).

    La universal aceptación del Plan de Iguala permitió al Ejército Trigarante controlar rápidamente la mayor parte del territorio novohispano. Contribuyó a ello el nombramiento hecho por los liberales españoles de un nuevo Capitán General y jefe superior político de Nueva España. El empleo recayó en D. Juan de O’Donojú, figura principal de la masonería peninsular, quien había sido ministro doceañista de la guerra y se había visto complicado luego en una conspiración contra Fernando VII. A su llegada a Veracruz, O’Donojú (30 de julio de 1821) se encontró prácticamente con un hecho consumado y no tuvo más remedio que suscribir el 24 de agosto el Tratado de la villa de Córdoba.Éste retomaba, esencialmente, el hábil consenso concebido por Iturbide, reiterando el llamado al trono imperial a los Borbones españoles y manteniendo provisionalmente en vigor la Constitución de Cádiz. Satisfecho de haber logrado un acuerdo susceptible de preservar los lazos entre la Península y la Nueva España, O’Donojú instó gustoso a las tropas españolas a abandonar el país. Toda oposición a Iturbide se hizo a partir de entonces inviable y el coronel, revestido con el título de presidente de la regencia, pudo entrar triunfalmente en la ciudad de México el 27 de septiembre, donde instaló el mismo día la Junta Gubernativa. A partir de entonces, Iturbide (adornado luego con los títulos de almirante, generalísimo y alteza serenísima) gobernó efectivamente el país durante ocho meses, al cabo de los cuales fue coronado tumultuariamente emperador (Alamán 1969; Anna 1991; Iturbide [1823] 2001; Robertson 1952; Rocafuerte 1822). Precisamente, en vísperas de aquel momento decisivo, el ministro plenipotenciario de la República de Colombia, Miguel de Santamaría, arribó al puerto de Veracruz.

    Coronación de Iturbide en la Catedral de la Ciudad de México. 1822. Imagen tomada de ARTstor Slide Gallery (Ver PDF, página 50)



    El álgebra diplomática de las revoluciones

    Como se ha dicho en un comienzo, la actividad de los diplomáticos de la República de Colombia consistió, en buena medida, en una tarea de contraste, mediante la cual la revolución de la Tierra Firme y sus resultados eran parangonados con otras mudanzas y regímenes políticos más o menos semejantes. De hecho, esta confrontación era un ejercicio necesario para vencer la resistencia de las potencias al reconocimiento del nuevo Estado: si la instauración de un gobierno independiente en Angostura o Bogotá no representaba ninguna amenaza para la estabilidad de la región o para los intereses europeos, ¿cómo negar la entrada de la República de Colombia a la comunidad de las naciones? Por ello, en sus gestiones en el extranjero, el gobierno de Bogotá sintió la necesidad de erradicar toda confusión susceptible de asimilar su nacimiento con los desórdenes provocados por el surgimiento de las repúblicas francesa y haitiana. De ahí los esfuerzos de los funcionarios colombianos por establecer más bien un parentesco espiritual entre la independencia de la Tierra Firme y la liberación de portugueses y holandeses: tal filiación cobraba sentido no sólo con respecto a una antigua metrópoli común, sino sobre todo en los fundamentos mismos de la insurgencia, que no había supuesto una ruptura generalizada con el pasado ni representaba un factor perturbador del orden mundial:

    No pretenden las Américas meterse en el Gobierno de España ni guillotinar al Rey de los españoles; su pretensión es la misma que la de los Países Bajos y Portugal contra los tres Felipes de Castilla. La revolución e independencia de ambos fue auxiliada por el gobierno británico, aunque no eran de tanta importancia como la América del sur. De la Francia, de Holanda y de España, tuvieron todo género de protección los americanos del norte, insurrectos por su independencia y no para destronar a Jorge III ni alterar las instituciones inglesas. Adoptaron principios muy liberales, pero su tránsito del sistema anterior no fue como el de la República francesa, y por tanto el suceso fue muy diferente. Igual hubiera sido el de los franceses si hubieran imitado a los romanos en la expulsión de los Tarquinos y establecimiento de la República. [3]

    Como se ve por esta cita, el gobierno revolucionario de la Tierra Firme promovía también en el extranjero un paralelo entre su nacimiento y el de Estados Unidos de América.Algo semejante puede decirse con respecto a Grecia, por razones evidentes: la empresa de liberación de dicho pueblo del yugo turco –que era coetánea a las guerra de independencia hispanoamericana– gozaba de gran popularidad en Europa y Norteamérica y se beneficiaba tanto de auxilios generosos y abundantes como de las gestiones diplomáticas de las potencias. La (discutible) caracterización de la causa de la Tierra Firme como una guerra de liberación “nacional” explica también los esfuerzos por identificarla con la reciente independencia de Noruega:

    Todo el mundo se interesa en la emancipación de un pueblo dependiente porque es de interés común el que se aumente el número de las naciones hábiles para tratar y comerciar recíprocamente. De aquí es que casi no hay pueblo que haya carecido de protección cuando ha querido eficazmente emanciparse, ni opositor a la emancipación auxiliado en su empeño a impedirla. Quizá no podrá citarse otro ejemplar que el de la Noruega en 1815, si se exceptúan los que, como éste, tenían contra sí un tratado tan solemne como el de Viena. [4]

    El archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores de la República de Colombia enseña otros parangones un tanto menos predecibles que muestran hasta qué punto el ejercicio de comparar revoluciones constituía, en cierta forma, el meollo de la gestión diplomática del reconocimiento. Un buen ejemplo de ello es la conferencia sostenida por José Fernández Madrid en Londres en julio de 1828 con el Conde Bjornstjierna, enviado extraordinario y ministro plenipotenciario del rey de Suecia. En medio de la reunión, éste sostuvo que Bernadotte “sentía muy particular estimación y admiración” por Bolívar, y hallaba “mucha analogía” entre sus propias acciones y las del Libertador: en efecto, “ambos debían su elevación a su espada y a sus servicios” y “ambos eran amados de los pueblos y fieles a la causa de la libertad, bien diferentes en esto de Napoleón”. [5] Como se ve, en una sola frase son contrastadas las mudanzas políticas de Francia, Suecia y Colombia, de suerte que la evolución del género humano y la ciencia del gobierno son analizadas en un interesante polinomio, compuesto de variables que representan países y revoluciones. El tras-fondo del ejercicio es, por supuesto, la negociación de un tratado de amistad y comercio, o sea, el reconocimiento de la República de Colombia.

    Es en este panorama donde adquiere interés la misión diplomática de Miguel de Santamaría en México. En efecto, el representante del gobierno de Bogotá se convirtió, luego de la proclamación de Agustín I, en el símbolo mismo del republicanismo moderado y en la prueba viviente de que dicho régimen no era incompatible ni con las poblaciones hispanoamericanas ni con los países extensos.Dicha encarnación se volvió tan problemática que explica, más que las sospechas de participación en una conspiración contra el Emperador, la rápida expulsión del agente del territorio mexicano. La experiencia de Santamaría resulta además relevante por otra razón: al contrario de lo sucedido en Europa y Estados Unidos, donde los agentes de Colombia debían esforzarse por promover la revolución y las instituciones del Estado que representaban, en México la historia y las instituciones adoptadas por la Tierra Firme se convirtieron en un polémico ejemplo, habida cuenta del riesgo de emulación que entrañaban.



    Miguel de Santamaría y el Imperio de Iturbide

    Cuando ultimaba los preparativos de la expedición al sur, poco después de haber sido decretada la Constitución de la república y de conocerse en Bogotá la evacuación española de Cartagena de Indias, Simón Bolívar decidió enviar un plenipotenciario a México y otro a Perú, Chile y Buenos Aires. La primera misión fue confiada a Miguel de Santamaría y la segunda a Joaquín Mosquera y Arboleda. Según José Manuel Restrepo, el propósito principal de ambas embajadas era la creación de una liga ofensiva y defensiva que permitiera concluir rápidamente la guerra con España (Restrepo 1858). No obstante, las fuentes consultadas indican que se esperaba también de los enviados colombianos la promoción del sistema republicano, o lo que es lo mismo, la frustración de cualquier tentativa de crear cortes borbónicas en el continente.

    A comienzos de enero de 1822 Miguel de Santamaría recibió los poderes y credenciales que lo acreditaban como ministro plenipotenciario de la República de Colombia cerca de la Regencia de México. [6] Tras un atento estudio de las instrucciones que le fueron confiadas, el agente comprendió que sus gestiones debían dirigirse –además del establecimiento de la mencionada liga ofensiva y defensiva– a que México adoptara políticas uniformes a las de Colombia con respecto a su antigua metrópoli y, en particular, a que se negase a sufragar cualquier indemnización que pudiera exigírsele a cambio del reconocimiento de la independencia. Además, el plenipotenciario estaba encargado de fijar límites (el reino de Guatemala formaba parte del Imperio), arreglar el comercio recíproco y promover la reunión de una asamblea general, compuesta de los plenipotenciarios de todos los Estados independientes de la América antes española. [7] Otros documentos señalan que las autoridades de Bogotá encomendaron también a su representante cerca de la Regencia del Imperio mexicano la negociación de un empréstito de tres millones de pesos. No obstante, al llegar a su destino, el diplomático comprendió que la ruina del país hacía ilusoria dicha pretensión. [8]

    La misión de Santamaría en México tenía una importancia vital para el gobierno de Bogotá. En efecto, los tratados de la villa de Córdoba entrañaban una amenaza de grandes proporciones para la independencia de Colombia: una alianza entre el Imperio mexicano y el reino de España podía dar un vuelco desfavorable a la guerra y prolongarla por mucho tiempo.[9]En tales circunstancias, convenía que, con la mayor premura, un plenipotenciario colombiano procurase atraerse los favores de la Regencia, distanciándola, al mismo tiempo, de la Corte de Madrid. Como bien dice Lucas Alamán, de haberse hecho efectivo el llamamiento de las casas reinantes de Europa al trono de México, éste se hubiera convertido en “una potencia europea más bien que americana”, lo que, teniendo en cuenta las circunstancias, equivalía a entrar en la Santa Alianza (Alamán 1969). La República de Colombia debía desvanecer a toda costa semejante amenaza.

    Miguel de Santamaría estaba adornado con cualidades que hacían de él un sujeto muy a propósito para llenar exitosamente la misión diplomática en México. En primer lugar, había nacido en Veracruz en 1789 y tenía un conocimiento profundo del país al que había sido destinado. En segunda instancia, era un hombre de mundo: tras comenzar sus estudios en el prestigioso Colegio San Juan Letrán en México, se había dirigido a Madrid en 1808 para concluir sus estudios y recibirse de abogado. En 1814, Santamaría había sido encarcelado por sus ideas, antes de refugiarse en Norteamérica, desde donde colaboró con el general Mina en la fallida expedición a las costas mexicanas. Ya en 1818 se unió a Simón Bolívar en Jamaica. [10] En tercer lugar, Santamaría contaba ya con alguna experiencia en lides de tipo diplomático, pues en 1819 había comprado fusiles en Haití para los revolucionarios de la Tierra Firme (Restrepo 1858). Por último, su compromiso con la República de Colombia era sincero y profundo: no en vano había sido diputado en la Convención de Cúcuta y secretario de dicha corporación. [11]

    Tras recalar en Jamaica, Santamaría desembarcó en el puerto de Veracruz el 18 de marzo de 1822. De inmediato comenzaron a llamar la atención del enviado las particularidades de la revolución mexicana: a pesar de que el fuerte de San Juan de Ulúa seguía en posesión de los españoles, había muy buenas relaciones entre éstos –que parecían “avenirse con la independencia”– y la Regencia del Imperio mexicano. De hecho, se permitía el ingreso de buques peninsulares al puerto de Vera-cruz, y un número muy considerable de europeos estaba empleado en el nuevo gobierno en “puestos civiles y militares de superior graduación”. Por último, los militares españoles cumplían con lo pactado en Iguala y Córdoba, abandonando progresivamente el país, sirviendo a la Regencia o dedicándose a las faenas agrícolas. [12] Ante semejante panorama, podrá imaginarse el asombro de Santamaría. Como se ha visto, la República de Colombia había hecho en vano esfuerzos considerables para negociar con los liberales españoles. No obstante, tras la expulsión de la Península de José Rafael Revenga y Tiburcio Echavarría, a quienes se había confiado una misión diplomática cerca de la Corte de Madrid, el gobierno de Bogotá se vio obligado a consolidar su independencia por la vía militar. [13] Ante la imposibilidad de negociar su emancipación, la República de Colombia suspendió las relaciones comerciales con la antigua metrópoli y padeció los efectos económicos de la emigración de las familias peninsulares.

    Si bien la instalación del Congreso Constituyente (24 de febrero de 1822) confirmaba la aplicación del Plan de Iguala y del Tratado de Córdoba, ya en su primera comunicación desde territorio mexicano Miguel de Santamaría advirtió al Ministro colombiano de Relaciones Exteriores la presencia soterrada de un partido republicano. [14] ¿Presagiaba acaso que la existencia de éste significaría en días no muy lejanos una fuente de inestabilidad y de discordia? ¿O es que acaso la dilatada guerra de independencia de la Tierra Firme inhabilitaba a Santamaría para comprender y otorgar confianza a la brillante política de Iturbide? ¿No podía concebir el agente del gobierno de Bogotá una liberación como la de México que se había transformado de “colonia en gran imperio”, “[s]in sangre, sin incendios, sin robos, ni depredaciones, sin desgracia y de una vez sin lloros y sin duelos?” (Iturbide 2001 [1823]).

    Sea como fuere, el 23 de marzo de 1822, desde el puerto de Veracruz, el plenipotenciario de Colombia anunció al Ministro de Estado y Relaciones Exteriores de la Regencia del Imperio de México su llegada y el objeto de la misión que le había sido confiada. Según afirmó Santamaría en dicha ocasión, la incomunicación propia del orden colonial español debía ser reemplazada en lo sucesivo por un “nuevo orden de relaciones”, basado en “principios de honor, de rectitud y generosidad”. El sistema americano sería, pues, esencialmente diferente del europeo, que había consistido, en opinión del representante del gobierno de Bogotá, “en la ruina de unos imperios para el engrandecimiento de otros”. [15]

    El representante de Colombia se puso muy pronto en camino hacia la capital del Imperio, de tal suerte que se hallaba ya en Puebla el 6 de abril de 1822. [16] Cuando diez días más tarde comunicó sus credenciales al Ministro mexicano de Estado y Relaciones Exteriores, Santamaría se había residenciado ya en la ciudad de México, más precisamente en el número 14 de la calle de Donceles. [17] Los buenos deseos del ministro colombiano, respecto al rápido establecimiento de relaciones binacionales, parecieron confirmados por la promulgación del decreto del Congreso Constituyente del 29 de abril de 1822, mediante el cual el Imperio de México reconoció solemnemente la independencia de Colombia. [18]

    Los acontecimientos de los días siguientes apuntaron, igualmente, a la rápida consolidación de los lazos entre ambos Estados. En efecto, el 5 de mayo el plenipotenciario de Colombia fue presentado a Agustín de Iturbide, entonces presidente de la Regencia, a quien cumplimentó de parte de Simón Bolívar. Por aquellos días, Santamaría tuvo también varias entrevistas con el Ministro mexicano de Estado y Relaciones Exteriores. Por último, el 13 de dicho mes de mayo de 1822, Santamaría fue recibido por la Regencia en pleno y declaró solemnemente, conforme a las instrucciones que le habían sido conferidas, que su comitente reconocía “a la nación mexicana por Estado soberano e independiente” y que “cualesquiera fuesen las leyes constituyentes por las cuales la nación mexicana, en ejercicio de su soberanía, estimase conveniente asegurar sus libertades y tranquilidad interior, Colombia se haría una gloria y un deber de contribuir al sostenimiento de la independencia nacional”. [19]

    No obstante esta declaración, el primer mes de residencia en la capital del Imperio mexicano había convencido a Santamaría de que la oposición constante entre los diputados del Congreso Constituyente y los miembros de la Regencia impedía el curso regular de los negocios y había de producir, en última instancia, el estallido de una guerra civil. La situación se complicaba aún más por la existencia de tres partidos: los republicanos, los cape-tos o borbonistas (que insistían en preservar el trono del Anáhuac para la dinastía de España) y los iturbidistas (que pretendían elevar el presidente de la Regencia a la dignidad imperial).En opinión de Santamaría, la persistencia del ideal monárquico se explicaba, antes que nada, por una incomprensión crasa del régimen republicano. En efecto, sólo concebían éste “en el sentido de la más extensa democracia”. [20]

    En tal contexto, la representación de que estaba revestido Miguel de Santamaría se contagió de un aura polémica, que fue acentuada con el papel “pedagógico” que el diplomático tuvo a bien desempeñar. En efecto, en su primera comunicación desde el territorio del Imperio mexicano, Santamaría solicitó a Pedro Gual la remisión de impresos relativos a la República de Colombia, pues, según afirmó, ella era poco conocida y sólo se tenían acerca del país “noticias muy generales”. [21] En todo caso, el plenipotenciario ya traía algunas publicaciones consigo, puesto que el 29 de marzo el Ministro mexicano de Estado y Relaciones Exteriores le acusó recibo de una “colección de papeles colombianos”. [22] El 16 de abril Santamaría remitió al mismo funcionario la Ley Fundamental de la República, así como la Constitución de ella, rogándole que la comunicara a la Regencia. [23] Dos días más tarde José Manuel de Herrera indicó al representante del gobierno de Bogotá que los impresos habían sido comunicados por orden del gobierno al Congreso Constituyente, con lo que un grupo muy influyente de políticos mexicanos quedó al tanto de las particularidades de las instituciones colombianas . [24] El 14 de mayo Santamaría refirió al ministro Pedro Gual los “rápidos progresos” que hacían en México las ideas republicanas, particularmente en las provincias interiores. Según sospechaba, a ello contribuían de manera muy positiva las noticias que había propagado acerca del estado de la República de Colombia, “de cuya ilustración popular y ciencia de gobierno” se habían formado ideas muy ventajosas. Aparentemente, era muy corriente entonces que se elogiase a Bolívar,

    […] como el único héroe del continente americano y su conducta de desprendimiento es contrastada con la de este jefe [Iturbide] en todos respectos, pero especialmente en la ambición que se le supone a la Corona. Debo manifestar a usted que los partidos de oposición son los que han manifestado más entusiasmo y simpatía en el reconocimiento de nuestra independencia y deseado más sinceramente nuestra unión. [25]

    La tarea propagandística del representante del gobierno de Bogotá prosiguió en las conversaciones diarias que éste mantenía con “multitud de personas respetables y diputados”, a los cuales transmitía, además, papeles públicos de Colombia y, particularmente, la Constitución. El éxito de la empresa fue tal, que en breve la carta de Cúcuta fue reimpresa en México. [26] La promoción del régimen republicano en el territorio del Imperio contó también con el concurso del guayaquileño Vicente Rocafuerte, quien a mediados de 1821 se dirigió a Estados Unidos comisionado por una sociedad secreta veracruzana, con el doble propósito de adquirir los barcos necesarios para evacuar a los soldados españoles y de escribir una obra para contrarrestar las ideas monárquicas. Finalmente, el libro vio la luz en Filadelfia en el transcurso del año, con el título Ideas necesarias a todo pueblo americano que quiere ser libre. Al concluir su misión, Rocafuerte regresó a México, donde se puso en contacto con Miguel de Santamaría, en cuya casa se reunían hombres de la talla de Carlos María de Bustamante, fray Servando Teresa de Mier y José María Fagoaga (Rodríguez 2007).

    Así, pues, con bastante celeridad, la posibilidad de construir en la América septentrional una república, cuyo gobierno fuera a un tiempo “enérgico” y “liberal”, se consolidó en el momento mismo en que se discutía el nombramiento del emperador que había de ocupar el trono del Anáhuac, en concordancia con lo estipulado por el Plan de Iguala y el Tratado de Córdoba. Para ponderar hasta qué punto fue polémica la labor de Miguel de Santamaría, es menester recordar con Carlos María de Bustamante que en aquella época la palabra república era considerada “abominación y anatema” (Bustamante 1985 [1846]). Como se ha visto, en esta campaña de propaganda del ideal republicano, acometida por el enviado de Colombia, desempeñaba un papel central la figura de Simón Bolívar, un “libertador”, que a diferencia de Iturbide, se creía adornado con un desprendimiento admirable del poder. [27]

    En vísperas de la designación de Iturbide como emperador, Santamaría percibía una gran incertidumbre en lo relativo a los destinos de México, y, en consecuencia, el 16 de mayo decidió abstenerse de “agitar el curso de las negociaciones” que se le habían confiado. [28] La decisión del Congreso Constituyente de entronizar a Iturbide, conocida tres días más tarde, rompió definitivamente la concordia existente entre las autoridades mexicanas y el plenipotenciario de Colombia.En efecto, los sucesos fueron juzgados severamente por Santamaría a causa de su carácter tumultuario: ¿cómo era posible que en el curso de una noche y medio día se decidiera la cuestión “que más inmediata y esencialmente” comprometía “la existencia política de un pueblo al tiempo de constituirse”? ¿Cómo soslayar el hecho de que se hubiese comenzado por la nominación del nuevo emperador y no, como debía ser, sancionando leyes que fijaran la extensión y límites de las atribuciones de éste? ¿Cómo no cuestionar la validez de una elección aprobada por tan sólo 67 diputados, cuando 15 más la habían rechazado y otros 72 se hallaban ausentes? [29]

    Los acontecimientos del 18 y el 19 de mayo de 1822 convencieron al plenipotenciario de Colombia de la necesidad de abstenerse “enteramente de todo acto que directa o indirectamente manifestase aprobación o desaprobación de lo sucedido”, incluida, por supuesto, la negociación de cualquier tratado. Al informar al ministro Pedro Gual esta decisión, Santamaría arguyó en su favor el hecho de que las instrucciones para el lleno de su misión habían designado exclusivamente por parte contratante a la Regencia del Imperio mexicano. Además, como en su opinión el afianzamiento de Iturbide en el trono estaba en entredicho, la dignidad y reputación del gobierno de la República de Colombia se comprometerían fuertemente en caso de reconocer el nuevo régimen. Así mismo, los intereses del gobierno de Bogotá padecerían un grave desdoro en tal situación, puesto que el partido republicano de México se sentiría profundamente agraviado. [30] Santamaría se fijó, por lo tanto, una “conducta neutral”, que no podía serlo en virtud de los acontecimientos. En efecto, ¿cómo evitar que Iturbide y los miembros de su gabinete se sintiesen injuriados ante un desplante tan estruendoso como la inasistencia de Miguel de Santamaría a la ceremonia de coronación, a la que fue expresamente invitado? [31] El agravio resultaba aún mayor por cuanto se habían señalado al plenipotenciario de Colombia (único diplomático presente en la ciudad de México) un lugar distinguido y una escolta de honor (Alamán 1969). Este episodio demuestra que la pretendida imparcialidad del plenipotenciario de Colombia constituía, en realidad, una manifestación elocuente de condena al ascenso al trono de Agustín de Iturbide.

    Tan graves consideraciones no escaparon al Ministro de Estado y Relaciones Exteriores del Imperio, quien a comienzos de agosto exhortó a Miguel de Santamaría a ratificar el reconocimiento que había ofrecido de la independencia de México, bajo el sistema que el país tuviera a bien adoptar. [32] Como respuesta a tan perentorio requerimiento, el plenipotenciario de Colombia se contentó con señalar que las instrucciones que había recibido al comienzo de su misión no lo facultaban para obrar en el particular, por lo que aguardaba órdenes precisas de su comitente. [33]

    Las relaciones entre el agente de Colombia y las autoridades del Imperio mexicano terminaron de agriarse con el aprisionamiento de varios diputados que frecuentaban “la casa y mesa” de Santamaría, y que fue decretado el 26 de agosto con el fin de aplastar una conspiración republicana. [34] Santamaría calificó de escandalosos los arrestos y los comparó (siguiendo en ello a algunos diputados mexicanos) [35] con el atentado cometido por Fernando VII a su regreso al trono de España en 1814, cuando disolvió las Cortes y abolió la Constitución. En cuanto a la conspiración contra Iturbide, el plenipotenciario la atribuyó parcialmente al influjo de las instituciones colombianas. [36] Si ha de creerse la narración de Santamaría, aquella república se había convertido en uno de los más álgidos puntos de disputa entre iturbidistas y opositores al régimen. Aparentemente, aquéllos habían visto con desagrado las noticias de la liberación de Quito y la rendición de Puerto Cabello, al tiempo que los miembros del partido republicano las habían celebrado con regocijo,

    […] figurándose que libre en [sic] el territorio de Colombia el que ha sido su libertador pudiera serlo de México. A tal punto ha llegado la esperanza de suceso que se me culpa de indolencia y frío espectador de la desgracia del suelo en que nací por no anunciar al presidente de Colombia que su presencia, su virtud y victoria son necesarias para extender la felicidad de América hasta los términos del norte que poseía la antigua dominación española. [37]

    La provincia de Yucatán ofrece un buen ejemplo de la utilización partidista de la imagen de Colombia. En efecto, allí se celebró con júbilo “extraordinario” el reconocimiento de la república, mientras que tres días antes la exaltación de Iturbide al trono transcurrió sin la menor ceremonia.[38]

    La actividad propagandística desempeñada por Santamaría desde su llegada a Veracruz, su condena sin atenuantes del régimen de Iturbide, la injuria propinada a las autoridades del Imperio con la conducta de “neutralidad” que se fijó el plenipotenciario y las relaciones de amistad y cercanía que mantenía el enviado con eminentes miembros del partido republicano generaron sospechas más que fundadas acerca de su participación en la conspiración del mes de agosto (Alamán 1969). A comienzos del mes de octubre, Santamaría se convirtió además en el principal informante de Mr. Joel R. Poinsett, quien llegó a la ciudad de México comisionado por el gobierno norteamericano para “observar la situación política” del país. [39] Por este cúmulo de circunstancias, el representante colombiano fue intimado por el Ministro de Estado y Relaciones Exteriores a abandonar el territorio del Imperio, para lo cual se le remitió pasaporte el 18 de octubre de 1822. [40]

    Según narra el historiador Alamán, desde Veracruz, hacia donde dirigió sus pasos, el plenipotenciario de Colombia promovió una insurrección contra el emperador, que a la postre fue encabezada por los generales Santa Anna y Victoria (Alamán 1969; Anna 1991; Bustamante 1985 [1846]; Iturbide 2001 [1823]). Pretextando falta de buque seguro, vientos contrarios a la navegación y quebrantos en su salud, Santamaría se encontraba aún en dicho puerto el 19 de marzo de 1823, cuando Iturbide renunció a la corona. [41] A instancias del Congreso mexicano, retomó entonces sus funciones diplomáticas en la capital del país, en cuyo ejercicio habría de permanecer hasta abril de 1828. [42] Entre tanto, publicó bajo el seudónimo del Capitán Chinchilla artículos en el periódico El Sol, en los que continuó atacando a Iturbide y promovió la adopción de una república central(Alamán 1969). No está de más indicar que sus intervenciones en la política interna mexicana llevaron a la Legislatura de Sonora y a El Correo de la Federación a solicitar a comienzos de 1828 a las autoridades de la Unión la expulsión de Santamaría (Roldán 1974).

    Antes de concluir este apartado, conviene contrastar la primera experiencia de Miguel de Santamaría en México con la misión contemporánea de Joaquín de Mosquera en Lima. En efecto, a su paso por el Perú, el enviado de Colombia logró suscribir en muy pocos días un tratado de liga y confederación (6 de julio de 1822). La única dificultad que halló entonces Mosquera fue la tocante al establecimiento de límites, puesto que la provincia de Guayaquil, que en ese entonces se gobernaba de manera independiente, oscilaba entre incorporarse a Colombia o agregarse al Perú. [43]

    Mosquera logró concluir, pues, con mucha mayor celeridad que Santamaría uno de los objetivos primordiales de la misión que Simón Bolívar había confiado a ambos. No obstante, esta desemejanza es menos importante que un resultado fundamental de las gestiones de uno y otro: así como Santamaría participó activamente en la caída de Iturbide, preconizando la adopción de un régimen republicano central, Joaquín de Mosquera no parece haber sido ajeno a la caída del ministro Bernardo Monteagudo. En efecto, queriendo frustrar los proyectos monárquicos que atribuía a San Martín, Mosquera se afanó desde su llegada a Lima por dar a conocer la república que representaba, así como “la justicia y magnanimidad de sus principios y moderación”. Esta labor parece haber sido de lo más fructífera, pues si, como pudo constatarlo, al principio nadie se atrevía a hablar de Colombia, pocos días después se vitoreaba el nombre de dicho país junto con el de su Libertador y se estampaba en las imprentas cuanto deseaba el plenipotenciario: la opinión favorable aumentaba “de un modo tan rápido” que los colombianos, a finales de mayo de 1822, estaban “de moda en Lima”. [44]

    Justo antes de embarcarse con dirección a Valparaíso, Mosquera informó a Pedro Gual y a José Gabriel Pérez la deposición de Monteagudo, para expresar enseguida que tras dicho acontecimiento,

    […] se ha pronunciado la opinión pública tan general y enérgicamente contra la monarquía y a favor de la república que es ya imposible adopten otra forma de gobierno. Por la misma razón ha crecido infinitamente la opinión por Colombia y por su Libertador. Yo me he aprovechado de esta oportunidad y he obligado a un hijo de Lima a que haga reimprimir la constitución de Colombia que ya está en prensa. [45]

    Así, pues, tanto en Lima como en México el sistema de gobierno adoptado por los diputados de la Tierra Firme en la convención de la villa del Rosario de Cúcuta tuvo mucho que ver con la frustración de los proyectos monárquicos.Como se ha visto, aquel ascendiente no puede entenderse sin la tarea propagandística de los plenipotenciarios de Colombia.



    Los diplomáticos colombianos y la instauración de la república mexicana

    Tras la caída de Iturbide, la influencia de Colombia y sus instituciones siguió siendo de la mayor actualidad, como lo demuestra la publicación en Nueva York de un libro de Vicente Rocafuerte en el cual, no está de más recordarlo, fue incluida la Constitución de Cúcuta. Considerando que era preciso dar dirección a la “chispa del patriotismo” para conservar los beneficios de la independencia en Perú, Chile y México, Rocafuerte se propuso demostrar con su obra que el sistema republicano era el único que convenía a la índole y al estado de civilización de los hispanoamericanos. En otras palabras, Rocafuerte se pronunció contra la doble amenaza representada por la tentación de establecer en el continente monarquías constitucionales o federaciones.Entre los argumentos empleados para defender estas tesis, hay uno particularmente interesante porque coincide con el espíritu de las misiones diplomáticas despachadas por Bolívar a México y a la América meridional. En efecto, según Rocafuerte, la uniformidad política del continente era absolutamente indispensable si quería establecerse en él una paz permanente (Rocafuerte 1823).

    No obstante, con la disolución del Imperio de Iturbide, la imagen de Colombia dejó de suscitar entre los republicanos mexicanos el entusiasmo de un comienzo, sencillamente porque dejó de representar el género para convertirse en especie. Como lo demuestra un famoso discurso del padre fray Servando Teresa de Mier, en el marco de las discusiones sobre el sistema de gobierno más conveniente para México, la historia reciente de la Tierra Firme fue utilizada con un doble propósito: los acontecimientos del interregno fernandino, por una parte, fueron presentados de manera ejemplarizante para demostrar la inconveniencia de una federación entendida como “liga de potencias”. Por otra parte, los liberales mexicanos se distanciaron del modelo republicano de Colombia por considerar que presentaba una “concentración peligrosa” de la autoridad. [46]

    Si bien hasta el final de su misión (12 de abril de 1828) [47] Miguel de Santamaría siguió promoviendo la imagen de Colombia, haciendo imprimir cuanto contribuyese a darle brillo, el triunfo de los federalistas mexicanos minó en buena medida el aura de prestigio de que había gozado la república. Además, la sublevación del general Páez, la promoción de la Constitución boliviana y los demás sucesos de 1826 afectaron irremediablemente la reputación del país. [48] A finales de dicho año, en una de sus comunicaciones con las autoridades bogotanas, Santamaría se refirió a aquel descrédito creciente:

    Estaba en posesión Colombia de ser citada en México (como en todos los demás países) por modelo de estabilidad, orden y progreso de los nuevos Estados independientes de América. Nada más frecuente aquí que ponerla por tema y ejemplo de imitación. Los nombres del Libertador y del vicepresidente encargado del poder ejecutivo, han sido pronunciados siempre con la expresión del más alto respeto y simpatía, y el carácter del primer personaje ha sido reputado como esencialmente identificado con las glorias de su patria, sino generalmente con las de toda la América independiente. Es, pues, natural que las sensaciones que causen en contrario los temores de perder Colombia su Constitución, o de que ésta sufra una alteración sustancial antes del tiempo asignado por la misma, deban ser tanto más profundas, cuanto más íntimo ha sido hasta aquí el convencimiento de que la integridad del territorio de Colombia y sus adelantos a una sólida organización interior se habían fijado irrevocablemente. [49]

    Para colmo, Santamaría había dejado para entonces de ser el único diplomático residente en México y su ascendiente había padecido una merma considerable en beneficio de los agentes de Inglaterra y Estados Unidos.El ministro de este último país contaba, en opinión del plenipotenciario colombiano, con una influencia notable, no sólo en virtud de ciertas logias masónicas yorkinas cercanas al gobierno, cuya fundación había promovido, sino también de los medios cuantiosos de que disponía y con los cuales ofrecía frecuentes convites, bailes y brillantes tertulias. Los amigos del plenipotenciario de Colombia, entre tanto, eran miembros del partido derrotado, estaban afiliados a las logias escocesas y eran tachados de borbonistas, aristócratas y monarquistas. [50] No obstante, hay evidencia de que las autoridades de Bogotá procuraron conservar hasta el final su influjo en la política interna de México. Una buena muestra de ello son las órdenes que José Rafael Revenga transmitió a comienzos de 1828 a Pedro Gual y Miguel de Santamaría, encargándoles que buscaran cuantos medios estuviesen a su alcance,

    […] a que el pueblo mexicano corrija sistemática y gradualmente los vicios que ya hubiere descubierto en su Constitución y a que para ello, eviten ustedes cuerda y oportunamente que ninguno se deslumbre con la prosperidad que hayan proporcionado a otros Estados sistemas de gobierno que requieren más luces o más virtudes que las que por desgracia tenemos nosotros, u otros menos calculados a los progresos del espíritu humano, o que inspiren menos confianza a los Estados vecinos. [51]

    No está de más señalar que el intervencionismo colombiano de los años 20 del siglo XIX reposaba sobre la creencia de las autoridades de Bogotá de hallarse en un estadio político más avanzado que el resto de Hispanoamérica.La correspondencia de Pedro Gual desde la ciudad de México (1826-1829) lo demuestra abundantemente. En opinión de aquel hombre (que había diseñado ni más ni menos las relaciones exteriores de la República de Colombia), el federalismo en la América hispánica era un síntoma innegable de inmadurez política.Por lo tanto, neogranadinos y venezolanos, que pensaban haber superado aquella tara supuestamente congénita a la revolución, y comprendido que dicho sistema era inaplicable a las circunstancias propias de las antiguas posesiones castellanas de ultramar, podían permitirse adoptar un tono aleccionador de superioridad. [52]



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    Última edición por Mexispano; 27/09/2014 a las 19:35

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    José Anastasio Torrens en Bogotá


    Las circunstancias propias de la política interior mexicana durante los primeros años de vida independiente explican la tardanza con que aquel país despachó un representante cerca de la República de Colombia. En efecto, si bien ya en épocas de Iturbide se había decretado el despacho de una misión diplomática a Bogotá, [53] ésta tan sólo se concretó a finales de abril de 1825 con la llegada a dicha ciudad del coronel José Anastasio Torrens. [54] Natural de la villa de Huatusco, cerca del puerto de Veracruz, Torrens había estudiado en el seminario de Puebla, combatido en las tropas de Morelos (1812-1813), hecho las veces de agente de los revolucionarios en Estados Unidos (1815-1817) y tomado parte en la expedición del general Mina, en cuyo curso fue arrestado y conducido al presidio de Melilla. Tras ser liberado con la llegada de los liberales al poder, Torrens se dirigió a México. Una vez allí, fue nombrado secretario de legación en Estados Unidos de América por las autoridades del Imperio. Tras la caída de Iturbide, el gobierno republicano de México lo promovió al rango de encargado de negocios en Washington, primero, y a la legación en Bogotá, después (Roldán 1974).

    La presencia de Torrens en Colombia obedecía principalmente al propósito de firmar convenios conducentes a la expulsión conjunta de los españoles del fuerte de San Juan de Ulúa y de las islas de Cuba y Puerto Rico. No obstante, este proyecto se vio frustrado por las guerras de Colombia en Perú, en un primer momento, y, posteriormente, por la decidida oposición británica, francesa y estadounidense a las hostilidades contra La Habana y San Juan.

    Tras 15 días de residencia en Bogotá, Torrens advirtió a su gobierno acerca de la “increíble diferencia” que había en considerar a Colombia “desde afuera” y “ser espectador” de lo que pasaba “dentro”. En su opinión, los adelantos en las relaciones exteriores de la república permitían deslumbrar y esconder el desorden general de los ramos de la administración interior y el “despotismo militar más espantoso”. Torrens criticó además la asimilación malintencionada de las autoridades colombianas, que hacían de los partidarios del federalismo simples anarquistas. [55] Del mismo modo, pues, que Miguel de Santamaría en México se había convertido, en los tiempos del Imperio de Iturbide, en una prueba viviente de la posibilidad de establecer sistemas republicanos en la América antes española, Torrens, a su vez, encarnó en Colombia la viabilidad del federalismo en el continente, esto es, de su aplicación en países diferentes a Estados Unidos.

    Simón Bolívar. 1825. Obra de Antonio Salas. (Ver PDF, página 59)

    Las dificultades entre el coronel Torrens y las autoridades de Colombia comenzaron muy pronto, por cuestiones de protocolo y etiqueta. Ornán Roldán, quien estudió la correspondencia de Torrens con su comitente, ha demostrado que a partir de 1826 las aprensiones del plenipotenciario mexicano con respecto a Bolívar y el gobierno de Colombia en general se multiplicaron. Desde entonces, Torrens caracterizó al Libertador en sus comunicaciones como un mandatario ansioso de cortejar a los ingleses para consolidar “el poder militar”. Las convicciones políticas de Torrens explican la creciente simpatía del enviado con respecto a la figura del general Santander. Este sentimiento debía ser ostensible, puesto que en septiembre de 1827 el vicepresidente de Colombia se sintió autorizado a confiarle la salvaguardia de un paquete de documentos que debían ser publicados en caso de que acaeciese al remitente “una muerte violenta o una expatriación”. Ya en 1828, Torrens refirió sus sospechas de que Bolívar buscaba “un trastorno en México para probar que las instituciones republicanas no sólo no convienen a Colombia, sino a ningún Estado americano, a lo menos a los que pertenecieron a España”. [56]

    No obstante, fue sólo en 1829, a raíz de la admisión del joven Agustín de Iturbide en el ejército de la república, cuando las relaciones se deterioraron de manera irreparable. Paradójicamente, correspondió a Miguel de Santamaría, quien tan activamente había participado en la caída del emperador mexicano, hacer embarcar al vás-tago de Iturbide en Nueva York con destino a Cartagena (Lomné 1829). Al conocer el reclutamiento, Torrens solicitó su suspensión por considerarlo hostil y contrario a los intereses de su país. Según explicó, quedando como quedaban aún en México restos del partido iturbidista, y no estando del todo consolidadas las instituciones republicanas, era peligroso proporcionarle al primogénito del emperador “una carrera que le diese nombre y partidarios” y lo incitase a reclamar algún día “derechos sobre el país”. [57] Tras consultar el asunto con Bolívar, el gobierno de Bogotá se negó a complacer a Torrens, recordándole que los Estados Unidos Mexicanos protegían a la familia de Iturbide, “manteniéndola a expensas de la nación”, y que ninguna ley impedía al joven “dedicarse a la carrera militar ni consagrar sus servicios a otra nación que vive en paz y en la mayor inteligencia con la suya”. [58]

    Por lo dicho previamente acerca de las incidencias de la misión de Miguel de Santamaría en México, y particularmente a propósito de su oposición frontal al nombramiento de Iturbide como emperador, cabe decir que la incorporación de un vástago de éste en el Ejército colombiano entrañaba una contradicción manifiesta.¿Puede tenerse acaso como un indicio certero de la evolución de las concepciones políticas de Simón Bolívar y de sus más allegados colaboradores? ¿No constituía acaso la admisión del joven Agustín una prueba de que el Imperio mexicano no era ya percibido con la severidad de antaño? La promoción que entonces comenzaba a hacerse del establecimiento de una monarquía constitucional en Colombia confirma esta sospecha. Es por ello explicable que Torrens trajera a las mientes en sus comunicaciones al ministro Estanislao Vergara ciertos rumores publicados en el Evening Mail, según los cuales el Libertador pensaba erigir tronos o crear monarcas en la América antes española. Sea como fuere, la suposición fue juzgada ofensiva por las autoridades de Bogotá. [59]

    La conducta de Torrens se hizo aún más chocante para el Gobierno colombiano por la cercanía que el diplomático estableció con el general Harrison, enviado extraordinario y ministro plenipotenciarios de Estados Unidos. Según el historiador Restrepo, ambos se mezclaron en los asuntos domésticos de la república, propugnando el establecimiento de un sistema federativo y esparciendo juicios desfavorables sobre Simón Bolívar (Restrepo 1858). [60] Al enterarse de los hechos, las autoridades de Colombia solicitaron al Ministro Mexicano de Relaciones Exteriores el relevo del diplomático, como una medida necesaria para conservar la buena armonía y las relaciones fraternales entre ambos países. [61] Como puede apreciarse, difícilmente podría establecerse una simetría tan perfecta como la existente entre las circunstancias que rodearon la misión de Miguel de Santamaría en México en 1822 y las que siete años más tarde enmarcaban los procedimientos de Anastasio Torrens en Bogotá. Así como aquel se había opuesto al Imperio de Iturbide, promoviendo el establecimiento de una república central, a imagen de la fundada en la Tierra Firme, Torrens conspiró contra el proyecto de establecer una monarquía constitucional en Colombia e impulsó la adopción en el país de un régimen federal. El desenlace de los conflictos generados por ambas conductas es también harto semejante. En efecto, así como Miguel de Santamaría fue expulsado de la ciudad de México por hallarse comprometido en una conspiración republicana, José Anastasio Torrens fue obligado a dejar la capital de Colombia a mediados del mes de octubre de 1829 por su complicidad en el levantamiento del general José María Córdoba en la provincia de Antioquia (Lomné 1829). Como este militar había cortejado a Fanny Henderson y esperaba casarse con ella (Posada 1914), [62] no le fue difícil ganarse la simpatía y el apoyo del padre de ésta, quien era entonces cónsul británico en Bogotá. Todo indica que fue Henderson quien sirvió de enlace entre el líder de la insurrección, el representante de México y el general Harrison, ex ministro plenipotenciario de Estados Unidos. [63]



    Conclusiones

    Según afirmó provocadoramente Gramsci, buena parte de la pretendida superhumanidad nietzscheana tiene como origen no tanto a Zaratustra como al Conde de Montecristo de Alejandro Dumas (Eco 1990). En ese sentido, cabe preguntarse si algún modelo heroico condicionó la trayectoria de los Libertadores hispanoamericanos. En sus Memorias de ultratumba, Chateaubriand trazó un interesante paralelo entre Washington y Bonaparte que viene como anillo al dedo para resolver este interrogante. Si bien el escritor bretón caracterizó a ambos héroes como “diputados de la Providencia”, cada uno simbolizaba, en su opinión, cosas por completo diferentes. Según Chateaubriand, a Washington correspondían una estatura humana y un accionar discreto y silencioso porque, más que su destino, encarnó el de Estados Unidos. Bonaparte, en cambio, combatió con estruendo y ansiedad porque sólo le interesaba su gloria y porque presentía que su misión sería corta “como una juventud fugitiva”: así, con “una mano depone a los reyes y con la otra abate al gigante revolucionario, pero al aplastar la anarquía ahoga la libertad y finalmente pierde la suya en el último campo de batalla”. Washington lleva una nación a la independencia, Bonaparte arrebata la suya a Francia; el uno termina sus días en un retiro honorable y doméstico, el otro muere en el exilio en los confines del mundo. La república de Washington subsiste, el imperio de Napoleón se extingue. Ambos héroes deben su destino a la libertad: el primero le fue fiel, el segundo traicionó su causa (Chateaubriand 1973).

    El parangón establecido por Chateaubriand entre Washington y Bonaparte es pertinente porque los Libertadores hispanoamericanos oscilaron entre ambos polos para terminar siendo atraídos casi irreparablemente por el magnetismo preponderante del emperador corso. En el caso de Agustín de Iturbide, el paralelo con Bonaparte se imponía como una evidencia a sus mismos contemporáneos. El historiador Alamán refiere, por ejemplo, que para la ceremonia de coronación que se realizó en la ciudad de México “los trajes adecuados a la dignidad imperial se imitaron de las estampas que pudieron haberse de la coronación de Napoleón” (Alamán 1969, 396). Carlos María de Bustamante, entre tanto, afirma que Iturbide imitaba “en miniatura” al emperador de los franceses en las paradas militares, “cual pudiera hacer un cómico cuando hace el papel de un célebre personaje” (Bustamante 1985 [1846], 34). Y ¿qué decir de la Orden de Guadalupe, inspirada en la Legión de Honor? ¿Cómo no emparentar el fracasado regreso de Iturbide a México, tras un corto exilio en Italia, con el desembarco de Napoleón después de escapar de su reclusión en la isla de Elba?

    En cuanto a Simón Bolívar, la propaganda revolucionaria lo muestra recurrentemente en un comienzo como un perfecto émulo de Washington. Tal es el caso, por ejemplo, de Vicente Rocafuerte, quien utiliza abundantemente la comparación en su Ensayo político y en su Bosquejo ligerísimo. No obstante, al concluir la campaña del Perú, la promoción de la Constitución boliviana, la instauración de la dictadura y el proyecto monárquico que impulsaron sus ministros empañaron la imagen republicana del Libertador de Colombia, haciéndolo ver cada vez más como un tirano ambicioso. En septiembre de 1828, el mismo Rocafuerte sospechaba que Bolívar se había “quitado la máscara del patriotismo”, que aspiraba a coronarse y que para lograrlo estaba dispuesto incluso a proporcionar a España la posesión de México.El émulo de Washington se había convertido en imitador de Bernadotte. [64]

    Otro excelente ejemplo que muestra la degradación de Bolívar en un émulo censurable de Bonaparte (y Cromwell) es la polémica que sostuvieron a comienzos de 1829, en las columnas del Courrier Français, Benjamin Constant y el abate de Pradt acerca de la dictadura de Bolívar. [65] En efecto, la disputa demuestra la dificultad de conciliar el título de Libertador con el ejercicio de facultades omnímodas en que éste incurrió tras la disolución de la Convención de Ocaña. ¿Podía justificarse tal procedimiento arguyendo que la sociedad colombiana se hallaba en un estado informe y que era del todo incapaz de gozar de su libertad? En cuanto a Bolívar, ¿podía ser eximido del cargo de usurpador, en virtud de su pretendida moderación? Según Constant, todos los aspirantes a la tiranía deseaban siempre “ser obedecidos como amos y compadecidos como víctimas de su propia abnegación”, y el despotismo, más que en la manera de ejercer el poder absoluto, residía ante todo en el derecho que alguien concebía de atribuirse una autoridad omnímoda. En definitiva, un hombre, cualquiera que éste fuese, “carecía de facultades para salvar a un pueblo incapaz de salvarse a sí mismo”(Aguirre 1983, 336).

    En buena medida, los desencantados retratos diplomáticos elaborados por Miguel de Santamaría en México y por Anastasio Torrens en Bogotá ilustran el arduo debatirse de los Libertadores entre la ley y el poder, entre la predestinación y la renuncia, entre la gloria y la ambición. Así mismo, son una clara denuncia de los efectos perversos generados por el procedimiento propagandístico de la heroización, que los independentistas usaron tan indiscriminadamente. En 1825 el abate de Pradt sugirió con agudeza en uno de sus libros que una revolución, al “personificarse” en nuevos Cromwell, corría el riesgo de ser fácilmente abordada, seducida y aplastada (Pradt 1825). En otros términos, los beneficios que la encarnación caudillista podía generar en cuanto a movilización y popularización de una causa terminaban pagándose muy caro, por la lamentable confusión establecida entre un ideario y un hombre asaltado permanentemente por tentaciones de todo género. Cuando Thomas Carlyle en 1840 describió la manera en que las Repúblicas colombianas hacían de cada reforma una revolución y llevaban a la horca a los antiguos ministros a cada cambio de gabinete (Carlyle 1902), ¿no estaba acaso poniendo de manifiesto, más allá de la caricatura, las derivas generadas por la exacerbación del culto a los grandes hombres?





    REFERENCIAS


    Archivo


    1. Archivo General de la Nación (Bogotá), Fondo Ministerio de Relaciones Exteriores, Delegaciones, Transferencia 2, t. 300, 307, 392-395, 399-401, 411; Transferencia 8, caja 633, carpeta 1.



    Fuentes primarias

    2. Actas del Congreso de Cúcuta… T. 1. 1990. Bogotá: Presidencia de la República.

    3. Bolívar, Simón. 1979. Obras completas, compilación y notas de Vicente Lecuna. Bogotá: Fica.

    4. Gaceta de Colombia [Edición facsimilar, 5 vols.]. (1822-1831). Bogotá: Banco de la República.

    5. Iturbide, Agustín de. 2001 [1823]. Manifiesto al mundo, o sean apuntes para la historia. México: Fideicomiso Teixidor-Libros del Umbral.

    6. Rocafuerte, Vicente. 1822. Bosquejo ligerísimo de la revolución de Méjico, desde el grito de Iguala hasta la proclamación imperial de Iturbide. Filadelfia: Imprenta de Teracruef y Naroajeb.

    7. Rocafuerte, Vicente. 1823. Ensayo político. El sistema colombiano, popular, electivo y representativo, es el que más conviene a la América independiente. Nueva York: Ediciones A. Paul.



    Fuentes secundarias

    8. Aguilera, Miguel. 1951. Nuestros primeros percances diplomáticos. BHA XXXVIII, No. 441-443: 459-485.

    9. Aguirre Elorriaga, Manuel. 1983. El Abate de Pradt en la emancipación hispanoamericana. Caracas: Universidad Católica Andrés Bello.

    10. Alamán, Lucas. 1969. Historia de Méjico [T. V]. México: Editorial Jus.

    11. Anna, Timothy E. 1991. El Imperio de Iturbide. México: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes - Alianza Editorial.

    12. Bustamante, Carlos María de. 1985 [1846]. Continuación del cuadro histórico. Historia del Emperador Iturbide hasta su muerte y consecuencias y establecimiento de la república popular federal. México: Comisión Nacional para las Celebraciones -Instituto Cultural Helénico - Fondo de Cultura Económica.

    13. Carlyle, Thomas. 1902. Les héros, le culte des héros et l’héroique dans l’histoire. París: Armand Colin.

    14. Chateaubriand, François-René de. 1973 [1849]. Mémoires d’Outretombe. París: Le livre de poche.

    15. Eco, Umberto. 1990. Il superuomo di massa. Retorica e ideologia nel romanzo popolare. Milán: Bompiani.

    16. Lomné, Georges. 1829. Bolívar, l’homme qui ne voulait pas être roi. L’échec de la mission Bresson. En L’échec en politique, objet d’histoire, eds. Fabienne Bock, Geneviève Bührer-Thierry y Stéphanie Alexandre, 129-149. París: L’Harmattan.

    17. Narváez, Roberto. 2007-2008. Dos criptosistemas empleados por el coronel José A. Torrens en Colombia (1825-1826). Memorias de la Academia Mexicana de la Historia XLIX: 7-43.

    18. Narváez, Roberto. 2008. La criptografía diplomática mexicana en la primera mitad del siglo XIX. Tres ejemplos. Documenta & Instrumenta 6: 29-53.

    19. Narváez, Roberto. 2009. El ‘Diario No. 18’ (1829) de José Anastasio Torrens. Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México 38: 139-163.

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    21. Otero Muñoz, Gustavo. 1930b. Don Miguel de Santamaría. BHA XVIII, No. 208: 289-296.

    22. Posada, Eduardo. 1914 [1899]. Biografía de Córdoba. Bogotá: Imprenta Eléctrica.

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    26. Rivas, Raimundo. 1961. Historia diplomática de Colombia (1810-1934). Bogotá: Imprenta Nacional.

    27. Robertson, William Spence. 1952. Iturbide of Mexico. Durham: Duke University Press.

    28. Rodríguez, Jaime. 2007. El nacimiento de Hispanoamérica. Vicente Rocafuerte y el hispanoamericanismo, 1808-1832. Quito: Universidad Andina Simón Bolívar - Corporación Editora Nacional.

    29. Roldán Oquendo, Ornán. 1974. Las relaciones entre México y Colombia, 1810-1822. México: Secretaría de Relaciones Exteriores.

    30. Valle, Rafael Heliodoro. 1993. Bolívar en México. México: Secretaría de Relaciones Exteriores.

    31. Zubieta, Pedro A. 1924. Apuntaciones sobre las primeras misiones diplomáticas de Colombia (primero y segundo períodos, 1809-1819-1830). Bogotá: Imprenta Nacional.


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    [*] El artículo hace parte del libro que prepara el autor sobre la propaganda diplomática del reconocimiento de Colombia.«« Volver


    [**] Doctor en Historia de la Universidad París 1 Panthéon-Sorbonne. Docente investigador del Centro de Estudios en Historia (CEHIS) de la Universidad Externado de Colombia, Bogotá. Autor del libro: Un Nuevo Reino. Geografía política, pactismo y diplomacia durante el interregno en Nueva Granada (1808-1816). Bogotá: Universidad Externado, 2010. Editor de las actas de los Colegios Electorales y Constituyentes de Cundinamarca y Antioquia, 1811-1812 (Universidad Externado, 2010). Correo electrónico: malvarrosa@live.fr.«« Volver





    [1] Las misiones de D. Miguel de Santamaría y José Anastasio Torrens han sido estudiadas por Pedro A. Zubieta, (1924, 210-242) y Roldán (1974). Raimundo Rivas se refiere muy sucintamente al enviado de Colombia en México en su Historia diplomática de Colombia (1810-1934) (1961, 146-150). Rafael Heliodoro Valle ha publicado buena parte de la correspondencia de Torrens en su libro Bolívar en México (1993). Roberto Narváez ha estudiado los métodos criptográficos empleados por Torrens en al menos tres artículos: “Dos criptosistemas empleados por el coronel José A. Torrens en Colombia (1825-1826)” (2007-2008); “La criptografía diplomática mexicana en la primera mitad del siglo XIX. Tres ejemplos” (2008); “El ‘Diario No. 18’ (1829) de José Anastasio Torrens” (2009). Acerca de Torrens en Bogotá, ver también el artículo de Miguel Aguilera (1951) “Nuestros primeros percances diplomáticos”.«« Volver

    [2] The Mexican Empire of Iturbide. Lincoln: University of Nebraska, 1990. Se utiliza aquí la traducción española de la obra El Imperio de Iturbide (1991).«« Volver

    [3] Instrucciones otorgadas por Juan Germán Roscio a Fernando Peñalver y José María Vergara (Angostura, 7 de julio de 1819), agentes de Venezuela en la Corte de Londres, Archivo General de la Nación (AGN), Ministerio de Relaciones Exteriores (MRE), Delegaciones, Transferencia 2 (DT2), t. 300, ff. 3-10.«« Volver

    [4] Instrucciones otorgadas por Juan Germán Roscio a Fernando Peñalver y José María Vergara (Angostura, 7 de julio de 1819), agentes de Venezuela en la Corte de Londres, Archivo General de la Nación (AGN), Ministerio de Relaciones Exteriores (MRE), Delegaciones, Transferencia 2 (DT2), t. 300, ff. 3-10.«« Volver

    [5] José Fernández Madrid al Ministro de Relaciones Exteriores de Colombia (Londres, 16 de julio de 1828), AGN, MRE, DT2, t. 307, f. 137 v.«« Volver

    [6] Miguel de Santamaría a Pedro Gual, ministro de Estado y Relaciones Exteriores (Cartagena, 19 de enero de 1822), AGN, MRE, DT2, t. 392, ff. 4-5. Oficio de Simón Bolívar a Agustín de Iturbide (Villa del Rosario de Cúcuta, 10 de octubre de 1821). Gaceta de Colombia No. 77 (Bogotá, 6 de abril de 1823).«« Volver

    [7] Santamaría a Gual (Kingston, 24 de febrero de 1822), AGN, MRE, DT2, t. 392, ff. 7-13.«« Volver

    [8] Ofcios de Santamaría a Pedro Gual y a Vicente Rocafuerte (México, 22 de julio y 5 de agosto de 1822), id., 103-106 y 90-91.«« Volver

    [9] Al respecto, resulta del mayor interés la carta que Simón Bolívar dirigió al general José de San Martín desde Bogotá el 16 de noviembre de 1821: “si el gabinete español acepta el tratado hecho en México entre los generales Iturbide y O’Donojú, y se traslada allí Fernando VII u otro príncipe europeo, se tendrán iguales pretensiones sobre todos los demás gobiernos libres de América, deseando terminar sus diferencias con ellos, bajo los mismos principios que en México. Trasladados al Nuevo Mundo estos príncipes europeos, y sostenidos por los reyes del antiguo, podrán causar alteraciones muy sensibles en los intereses y en el sistema adoptado por los gobiernos de América”. Ver también la carta de Bolívar al general Carlos Soublette (Bogotá, 22 de noviembre de 1821). Bolívar (1979, 12-13 y 14-15).«« Volver

    [10] Gustavo Otero Muñoz publicó un artículo sobre Miguel de Santamaría en dos revistas colombianas: “Don Miguel de Santamaría” (1930a y 1930b). Sin embargo, la mejor semblanza del diplomático es la de Ornán Roldán (1974).«« Volver

    [11] Acta de instalación del Congreso General de Colombia (6 de mayo de 1821). Actas del Congreso de Cúcuta…, Bogotá, Presidencia de la República, 1990, t. 1, 1-4.«« Volver

    [12] Santamaría a Pedro Gual (Veracruz, 27 de marzo de 1822), AGN, MRE, DT2, t. 392, ff. 14-17.«« Volver

    [13] Al respecto, resulta sumamente interesante el oficio que Miguel de Santamaría remitió el 23 de julio de 1823 a Lucas Alamán, secretario de Estado y de Relaciones Exteriores del gobierno de México. En la misiva, motivada por las negociaciones abiertas en la villa de Jalapa con los comisionados españoles Juan Ramón Osés y Santiago de Irisarri, el plenipotenciario colombiano recordó los esfuerzos siempre fallidos hechos por su gobierno para alcanzar la paz y exhortó a Alamán a mantener una “vigilante desconfianza”. Esta comunicación revela de manera elocuente que el móvil principal de la misión diplomática confiada a Santamaría era propiciar un rompimiento entre México y España, AGN, MRE, DT2, t. 393, ff. 44-47.«« Volver

    [14] Oficio citado de Santamaría a Pedro Gual del 27 de marzo de 1822.«« Volver

    [15] Oficio de Miguel de Santamaría al ministro de Estado y Relaciones Exteriores de la Regencia de México, José Manuel de Herrera (Veracruz, 23 de marzo de 1822), AGN, MRE, DT2, t. 392, ff. 21-25. Este oficio ha sido publicado por Rafael Heliodoro Valle (1993).«« Volver

    [16] El oficio de Santamaría a Agustín de Iturbide puede consultarse en AGN, MRE, DT2, t. 392, f. 34.«« Volver

    [17] Santamaría a Herrera (México, 16 de abril de 1822), id., f. 43.«« Volver

    [18] José Manuel de Herrera a Miguel de Santamaría (México, 3 de mayo de 1822), id., f. 42. Una copia impresa del decreto del Congreso Constituyente de México que reconoce a Colombia figura en id., f. 96. Tanto el oficio como el decreto fueron publicados en la Gaceta de Colombia No. 63 (Bogotá, 29 de diciembre de 1822).«« Volver

    [19] Santamaría a Gual (México, 14 de mayo de 1822), AGN, MRE, DT2, t. 393, ff. 26-28.«« Volver

    [20] Santamaría a Gual (México, 16 de mayo de 1822), id., ff. 58-63.«« Volver

    [21] Santamaría a Gual (Veracruz, 27 de marzo de 1822), id., ff. 14-17.«« Volver

    [22] José Manuel de Herrera a Santamaría (México, 29 de marzo de 1822), id., f. 44.«« Volver

    [23] Santamaría a Herrera (México, 16 de abril de 1822), id., f. 44.«« Volver

    [24] Oficios de Herrera a Santamaría (México, 18 de abril de 1822), id., ff. 45 y 46.«« Volver

    [25] Miguel de Santamaría a Pedro Gual (México, 14 de mayo de 1822), id., f. 75.«« Volver

    [26] Miguel de Santamaría a Pedro Gual (México, 16 de mayo de 1822), id., ff. 58-63.«« Volver

    [27] Oficio citado de Miguel de Santamaría a Pedro Gual del 16 de mayo de 1822.«« Volver

    [28] Oficio citado de Miguel de Santamaría a Pedro Gual del 16 de mayo de 1822.«« Volver

    [29] Santamaría a Gual (México, 24 de mayo de 1822), AGN, MRE, DT2, t. 392, ff. 67-71.«« Volver

    [30] Santamaría a Gual (México, 24 de mayo de 1822), AGN, MRE, DT2, t. 392, ff. 67-71. A mediados de junio Santamaría insistió en la inconveniencia para Colombia de reconocer a Iturbide como emperador; ver su oficio a Pedro Gual, fechado en México el 16 de junio de 1822, id., ff. 29-30.«« Volver

    [31] La invitación de José Manuel de Herrera a Miguel de Santamaría para asistir a la ceremonia de coronación fue fechada en México, el 20 de julio de 1822. El mismo día, el plenipotenciario de Colombia se excusó, pretextando problemas de salud, cf. id., ff. 84 y 85. Ver también, a ese respecto, el oficio de Santamaría a Gual del 31 de julio de 1822, id., 81-83 Santamaría a Gual.«« Volver

    [32] José Manuel de Herrera a Santamaría (Tacubaya, 7 de agosto de 1822), AGN, MRE, DT2, t. 392, f. 88.«« Volver

    [33] Santamaría a Herrera (México, 9 de agosto de 1822), id., f. 89.«« Volver

    [34] Santamaría a Gual (México, 15 de septiembre de 1822), id., f. 175. A propósito de los hechos del 26 de agosto de 1822, Bustamante ([1846] 1985), carta primera, y Robertson (1952).«« Volver

    [35] Véase, por ejemplo, la representación redactada por Zabala y Fernández del 30 de agosto y la respuesta de Iturbide fechada el mismo día, que incluyó en su obra Carlos María de Bustamante ([1846] 1985).«« Volver

    [36] Oficio descifrado de Santamaría a Gual (México, 18 de septiembre de 1822), AGN, MRE, DT2, t. 392, ff. 181-182.«« Volver

    [37] Oficio descifrado de Santamaría a Gual (México, 18 de septiembre de 1822), AGN, MRE, DT2, t. 392, ff. 181-182.«« Volver

    [38] Oficio descifrado de Santamaría a Pedro Gual (¿México?, 2 de agosto de 1822), id., ff. 252-253.«« Volver

    [39] Oficio muy reservado de Miguel de Santamaría a su comitente (29 de marzo de 1826), AGN, MRE, DT2, t. 394, ff. 52-53.«« Volver

    [40] José Manuel Herrera a Pedro Gual (México, 28 de septiembre de 1822), Miguel de Santamaría a Pedro Gual (Veracruz, 26 de noviembre de 1822), Pasaporte concedido por José Manuel de Herrera a Miguel de Santamaría para regresar a Colombia (México, 18 de octubre de 1822), AGN, MRE, DT2, t. 392, ff. 53-57, 192-194 y 263. Antes de su partida hacia Veracruz, el plenipotenciario de Colombia publicó un folleto vindicando su conducta, en el que ofreció una copia de los últimos oficios intercambiados con el Ministro de Estado y Relaciones Exteriores del Imperio acerca de su expulsión: Despedida del ministro plenipotenciario de la República de Colombia cerca del gobierno de México, México, Oficina de Don José Mariano Fernández de Lara, 1822, 9 p. Una copia de este folleto se encuentra en id., f. 262. Fue reproducido por la Gaceta de Colombia Nos. 79 y 84 (Bogotá, 20 de abril y 25 de mayo de 1823).«« Volver

    [41] Santamaría a Pedro Gual (Veracruz, 12 de febrero, 19 de marzo y 16 de mayo de 1823), AGN, MRE, DT2, t. 393, ff. 32, 73, 74-75. A propósito del exilio de Iturbide, ver Robertson (1952).«« Volver

    [42] Los diputados secretarios del Congreso mexicano al poder ejecutivo (2 de abril de 1823), AGN, MRE, DT2, t. 393, f. 76. “Méjico”, Gaceta de Colombia Nos. 96 y 102 (Bogotá, 17 de agosto y 28 de septiembre de 1823). La primera comunicación de Santamaría con el gobierno mexicano que sucedió a Iturbide está fechada en la capital del país el 23 de julio de 1823, AGN, MRE, DT2, t. 393, ff. 44-47.«« Volver

    [43] Notas pasadas entre los plenipotenciarios de Colombia y Perú para la conclusión del tratado de liga y confederación y Tratado de liga y confederación, AGN, MRE, DT2, t. 411, ff. 76-81 y 104-106.«« Volver

    [44] Mosquera a Sucre (Lima, 23 de mayo de 1822), id., f. 340.«« Volver

    [45] Oficios de Joaquín de Mosquera a Pedro Gual y José Gabriel Pérez (Lima, 8 de agosto de 1822), id., ff. 96-99.«« Volver

    [46] El discurso del padre Mier (11 de diciembre de 1823) fue incluido por Carlos María de Bustamante en su obra, Continuación del cuadro histórico…, pp. 200-213. Cabe indicar que, no obstante la adopción del sistema federal en México, según Santamaría, “una parte muy considerable de personas, cuyo juicio y conocimientos” eran “muy respetables”, insistían en que era preferible un gobierno republicano “pero más concentrado y unido”. Y que, como prueba de la validez de sus opiniones, traían a las mientes el ejemplo colombiano y sus resultados positivos; Santamaría a Gual (México, 25 de diciembre de 1824), AGN, MRE, T8, caja 633, carpeta 1, ff. 36-38.«« Volver

    [47] Gual al Secretario de Relaciones Exteriores (Tacubaya, 18 de abril de 1828), AGN. MRE, DT2, t. 400, f. 49 v.«« Volver

    [48] Santamaría al Secretario de Estado y Relaciones Exteriores de Colombia (México, 2 de mayo de 1827), AGN, MRE, DT2, t. 394, ff. 82-84.«« Volver

    [49] Santamaría a Revenga (México, 25 de diciembre de 1826), id., ff. 115-117.«« Volver

    [50] Oficio muy reservado de Miguel de Santamaría a su comitente (29 de marzo de 1826), AGN, MRE, DT2, t. 394, ff. 52-53; Santamaría a José Rafael Revenga (México, 12 de enero de 1827), id., ff. 199-211.«« Volver

    [51] Revenga a Gual y Santamaría (Bogotá, 24 de febrero de 1828), AGN, MRE, DT2, t. 399, ff. 374-377.«« Volver

    [52] Basten tres ejemplos: 1) el 25 de octubre de 1826, Pedro Gual refrió a José Rafael Revenga desde Acapulco que la situación de México era “muy semejante a la de Venezuela o Nueva Granada en sus primeros ensayos sobre el régimen federativo”, que “las mismas pasiones” agitaban los espíritus y que idénticas trabas embarazaban la administración de los negocios públicos en todos sus pasos. Por ello, pronosticó que el régimen sufriría variaciones sustanciales antes de constituirse de manera “firme y permanente”. 2) El 29 de enero de 1827 Gual volvió a afirmar que para comprender las circunstancias de México era preciso trasladarse a las primeras épocas de la revolución de la Tierra Firme, tiempos de descontento y exaltación, en que se cortejaba la soberanía popular de manera imprudente y pusilánime. 3) El 15 de noviembre de 1827, Gual predijo que la federación mexicana degeneraría en discordias políticas, pues era imposible “suponer el milagro de que unas provincias regidas poco ha por la recopilación de las leyes de Indias se convirtiesen repentinamente en los desiertos del Delaware con todos los puritanos independientes y republicanos del tiempo de Carlos II”. AGN, MRE, DT2, t. 400, ff. 17-18v, 20-22, 30v-32.«« Volver

    [53] El 16 de mayo de 1822, Miguel de Santamaría anunció a sus comitentes que la regencia del Imperio había nombrado representantes en Colombia, Estados Unidos e Inglaterra. A postrero de julio del mismo año, Santamaría les indicó que la salida de los ministros se había frustrado por falta de dinero. Tres días más tarde, el plenipotenciario colombiano describió al enviado destinado a Bogotá (Manuel de la Peña y Peña) como “un joven oidor partidario que fue de los españoles, tímido y absolutamente ignorante de diplomacia” AGN, MRE, DT2, t. 392, ff. 58-63, 81-83 y 252-253. Sobre los nombramientos fallidos de ministros públicos de México en Colombia antes de 1825, cf. Roldán (1974).«« Volver

    [54] Pedro Gual a Torrens (Bogotá, 23 de abril de 1825), AGN, MRE, DT2, t. 395, f. 2. Torrens fue presentado por el Secretario de Relaciones Exteriores al vicepresidente Santander el 28 de abril de 1825, “Relaciones Exteriores”, Gaceta de Colombia No. 186 (8 de mayo de 1825).«« Volver

    [55] Torrens al Ministro de Estado y Relaciones Exteriores de México (Bogotá, 14 de mayo de 1825). Transcrito por Ornán Roldán (1974, 191-194).«« Volver

    [56] Roldán (1974, 47-62). El ministro colombiano en la Asamblea de Tacuba-ya estaba al tanto de los “informes siniestros” de Torrens y sabía positivamente que en la Secretaría mexicana de Relaciones Exteriores existía un diario en el que aquel enviado se esforzaba en probar que el gobierno de Bogotá fomentaba la división en México “para hacerse partido e intervenir después en sus arreglos domésticos”, Gual a Michelena (Tacubaya, 10 de enero de 1829), AGN, MRE, DT2, t. 401, ff. 348-351.«« Volver

    [57] Estanislao Vergara a T. P Moore (Bogotá, 17 de enero de 1830) y José Manuel Restrepo al Ministro de Relaciones Exteriores (Bogotá, 17 de octubre de 1829), AGN, MRE, DT8, caja 509, carpeta 17, ff. 113-115 y 123.«« Volver

    [58] Estanislao Vergara al Ministro de Estado en el departamento de Relaciones Exteriores de los Estados Unidos Mexicanos (14 de julio de 1829), AGN, MRE, DT2, t. 395, f. 23 v. Vergara al Secretario General del Libertador (Bogotá, 22 de julio de 1829), AGN, MRE, DT8, caja 731, carpeta 235, f. 22.«« Volver

    [59] Estanislao Vergara a Torrens (Bogotá, 9 y 22 de abril de 1829), id., ff. 20 v. y 22. Véase también la carta que Torrens dirigió al Secretario de Relaciones Exteriores de México (Bogotá, 14 de abril de 1829) en Valle (1993, 123-124).«« Volver

    [60] El pasaporte concedido a J. A Torrens para dejar el territorio de Colombia con su comitiva y sirvientes fue expedido por Estanislao Vergara el 17 de octubre de 1829 y remitido al diplomático una semana más tarde, con la siguiente nota: “Haciéndose cada vez más desagradable al gobierno la permanencia de usted en esta capital y teniendo informes muy detallados y auténticos de que ella es perjudicial a la tranquilidad pública, y siendo por otra parte probable que el retiro de usted se difiera algún tiempo, el gobierno, que debe conservar el orden en el país, ha creído conveniente usar del derecho que le asiste por la ley de las naciones con respecto a los ministros públicos y ha resuelto se extienda a usted el correspondiente pasaporte para que en el término de seis días, deje usted el territorio de esta república”, id., f. 25.«« Volver

    [61] Véase el interesante “Diario reservado No. 18” de José Anastasio Torrens, transcrito por Roberto Narváez en su artículo del mismo nombre (en Restrepo 1858, 235-236).«« Volver

    [62] Minuta de la conferencia tenida entre el señor coronel J. A Torrens y el honorable señor Estanislao Vergara, ministro secretario de Estado y Relaciones Exteriores el día 2 de enero de 1829, AGN, MRE, T8, caja 731, carpeta 234, f. 15.«« Volver

    [63] José de Espinar al Ministro de Relaciones Exteriores de Colombia (Cuartel General en La Plata, 17 de enero de 1827), id., f. 1; Estanislao Vergara a Torrens (Bogotá, 17 de marzo de 1829), AGN, MRE, DT2, t. 395, f. 19.«« Volver

    [64] Rocafuerte al Secretario mexicano de Estado y Relaciones Exteriores (Londres, 18 de septiembre de 1828), Ramírez (1930, 240-242).«« Volver

    [65] Fue reproducida en francés por Manuel Aguirre Elorriaga (1983, 336-355).«« Volver


    ________________________________________________________________








    Fuente:

    -Revista de Estudios Sociales-Revista No 38|Iturbide y Bolívar: dos retratos diplomáticos acerca de la cuestión republicana (1822-1831)[<a href="#*">*</a>]
    Última edición por Mexispano; 27/09/2014 a las 19:21

  16. #16
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    Re: Mexico no es bicentenario

    Coincido con el retrato de la situación actual de nuestro país, pero me parece indispensable hacer las aclaraciones pertinentes en cuanto a ciertos personajes históricos que ud. retrata mal:

    Hidalgo no fue genocida ni saqueador; las masacres y saqueos ocurridos fueron coyunturales, propios de cualquier levantamiento, darle toda la responsabilidad al cura Hidalgo es injusto además de no guardar proporción alguna los calificativos con los hechos.

    Villa tampoco fue sólo un asesino en busca de fama, y como prueba el pequeño experimento social que hizo en su hacienda al final de sus días, no tenia ideas claras, es verdad, imposible que un adolescente fugado por enfrentarse al hijo de un hacendado tuviera acceso a la más mínima información de cualquier tipo, pero poseía una sensibilidad que lo animaba a mejorar la vida de las clases más humildes pese a sus grandes defectos que se vieron en no pocos actos de crueldad.

    Santa Anna no fue un entreguista ante los EUA a diferencia de Gómez Farías o Melchor Ocampo, ¿Cómo serlo cuando él mismo dijo aquella frase napoleónica "La frontera entre Estados Unidos y México se fijara junto a la boca de mis cañones" o al haber enfrentado sin una pierna al ejercito más poderoso del hemisferio?

    Comparto su animo de celebrar a los verdaderos patriotas, pero no veo cómo hacerlo con personajes de funesta memoria como los artistas Diego Rivera o su esposa Frida, personajes comunistas que no hubieran dudado en traicionar a México por sus filias tal y como lo hizo Juárez, sin mencionar que su fama ha sido obra de los guardianes de la cultura "correcta, librepensadora, progresista etc." más que por sus méritos artísticos, lo mismo con Agustín Yáñez.

    Se debe celebrar tanto el inicio como la consumación de la lucha por la independencia.
    ¡ VIVA MÉXICO VIVA SANTA MARÍA DE GUADALUPE VIVA MÉXICO !

    Adelante soldado de Cristo
    Hasta morir o hasta triunfar
    Si Cristo su sangre dio por ti
    No es mucho que tu por ÉL
    Tu sangre derrames.


  17. #17
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    Re: Mexico no es bicentenario

    Cita Iniciado por francisco rubio Ver mensaje
    Coincido con el retrato de la situación actual de nuestro país, pero me parece indispensable hacer las aclaraciones pertinentes en cuanto a ciertos personajes históricos que ud. retrata mal:

    Al parecer no se dio cuenta que el texto no es de mi autoría, no obstante voy a contestar algunos de los planteamientos que hace. Quizás fue error mío no mencionar aquellos puntos en los que no estuve de acuerdo con quien lo escribió.




    Hidalgo no fue genocida ni saqueador; las masacres y saqueos ocurridos fueron coyunturales, propios de cualquier levantamiento, darle toda la responsabilidad al cura Hidalgo es injusto además de no guardar proporción alguna los calificativos con los hechos.

    Tenga en cuenta que uno de los datos al que se le dio mucho énfasis con miras a exponer una visión más detallada sobre lo sucedido en ese periodo fue que el mismo Ignacio Allende quiso asesinar al cura envenenándolo; y justamente una de las razones que argumentaba el militar eran los excesos cometidos en contra de los peninsulares, que sabemos no fueron los únicos ultrajados, pero sí la gran mayoría; por poner un ejemplo, en la alhóndiga de Granaditas se habían guarnecido algunos criollos, mujeres indias y/o mestizas que fueron llevadas para preparar alimentos y hasta un italiano y su hijo.




    En este video se trata el asunto.






    Acá un pequeño fragmento de un artículo hecho por la historiadora Guadalupe Jiménez Codinach sobre la película Morelos del año 2012 donde también se aborda esto.


    En la historia real, “Ciriaco del Llano y Agustín de Iturbide, con un reducido grupo de realistas, se internan entre las lomas de Santa María al oscurecer. Los insurgentes los atacan, los realistas se salen y regresan a Valladolid y las fuerzas insurgentes se disparan durante la noche y se destrozan entre sí”. Pero Iturbide dista de ser el ser cruel, represor y torturador como muestra el largometraje, de hecho Hidalgo ejecutó a más inocentes que él en Valladolid y Guadalajara, precisa.

    A decir de la investigadora, la película es maniquea, “de buenos y malos. Son malos los realistas, los jefes de las tropas del rey son crueles, sanguinarios y cobardes en general, y no fue así.Por ejemplo, el realista Pedro Antonio Vélez, defensor del Fuerte de San Diego, cumplió con su deber con entereza ‘digna de encomio’, según el biógrafo de Morelos, el historiador Ernesto Lemoine”.

    Nota original:

    La película “Morelos”, otra pifia del sexenio



    Por si eso fuera poco, cito las palabras del insurgente Mariano Jiménez, tomadas de las declaraciones hechas en Chihuahua, luego de ser aprehendido junto con los otros rebeldes al dirigirse a EUA a solicitar ayuda, que a su vez están extraídas de la página 24 este documento:

    http://www.fifomi.gob.mx/web/images/...cia/impazy.pdf


    26ª. Preguntado: Si sabe o tiene noticias de los asesinatos que son notorios de Guanajuato, Guadalajara, Valladolid, Charcas, Real de Catorce, Matehuala y otros pueblos, cometidos en las personas de varios europeos y criollos, sin forma alguna de proceso mi aun concederle el último consuelo de confesarse si el mismo o sus secuaces de orden suya verbal o por escrito con su consentimiento y con…… los han ejecutado y quién a quiénes fueron los ejecutores de estos horrorosos crímenes.

    Dixo: Que efectivamente tiene noticias de los asesinatos que contiene la pregunta y que ha oído decir que fueron los ejecutores de los de Guanajuato la misma plebe después de retirados los insurgentes y con ellos el que declara, que sería a las cuatro de la tarde del día veinte y cuatro de noviembre próximo pasado, y que un anglo-americano cuyo nombre no tiene presente fue el motor de ellos. (3) que los de Guadalajara y Valladolid fueron mandados por Hidalgo y ejecutados por un Loya y Agustín Marroquíny que los ejecutados por el Real de Catorce, Matehuala y Charcas los fueron por el mismo Loya y otros soldados del Ejército de Iriarte que el que declara ni ninguno de los que ha servido a sus órdenes han cometido crímenes de esta naturaleza y responde.

    Como habrá notado, ninguno culpa a Hidalgo por TODOS los crímenes, sin embargo sí lo hacen responsable de haber incitado a cometer varios.





    Villa tampoco fue sólo un asesino en busca de fama, y como prueba el pequeño experimento social que hizo en su hacienda al final de sus días, no tenia ideas claras, es verdad, imposible que un adolescente fugado por enfrentarse al hijo de un hacendado tuviera acceso a la más mínima información de cualquier tipo, pero poseía una sensibilidad que lo animaba a mejorar la vida de las clases más humildes pese a sus grandes defectos que se vieron en no pocos actos de crueldad.

    De él no opino porque no poseo datos suficientes y sólo conozco la versión oficial de su historia y unos cuantos detalles más.




    Santa Anna no fue un entreguista ante los EUA a diferencia de Gómez Farías o Melchor Ocampo, ¿Cómo serlo cuando él mismo dijo aquella frase napoleónica "La frontera entre Estados Unidos y México se fijara junto a la boca de mis cañones" o al haber enfrentado sin una pierna al ejército más poderoso del hemisferio?

    La figura de Santa Anna sigue causando debates, yo por mi parte no tengo la típica visión de él como el villano favorito de la historia nacional. Sin embargo hay que recordar que fue uno de los implicados en la caída de Iturbide con el llamado Plan de Casa Mata.

    No fue el único culpable de la desastrosa campaña de Texas, aunque resulta sospechoso el famoso descanso en el que echó a las tropas en San Jacinto y la posterior derrota a manos de Houston. Posteriormente, una vez que ya había caído prisionero de los gringos, fueron más responsables sus subalternos al haber acatado las órdenes de éste de retirar a las tropas de las zonas ocupadas, cuando sólo habían perdido un combate y habían batido muchas veces a los rebeldes texanos.

    Respecto a la guerra de 1847, sólo puedo decir que más que la culpa del individuo, los destinos del país se vieron supeditados a la lucha de facciones y a la poca cohesión que había entre la población (y con mayor notoriedad en las altas jerarquías) del recién independizado país.




    Comparto su ánimo de celebrar a los verdaderos patriotas, pero no veo cómo hacerlo con personajes de funesta memoria como los artistas Diego Rivera o su esposa Frida, personajes comunistas que no hubieran dudado en traicionar a México por sus filias tal y como lo hizo Juárez, sin mencionar que su fama ha sido obra de los guardianes de la cultura "correcta, librepensadora, progresista etc." más que por sus méritos artísticos, lo mismo con Agustín Yáñez.

    Aquí sí estoy totalmente de acuerdo con usted. Aunque en el caso de Rivera he de decir que varias obras de él son de mi agrado. Sobre Kahlo, tiene cuadros interesantes pero me parece bastante sobrevalorada.

    Como ligera acotación, el comunismo militante de ambos (y de otros personajillos de esos) pudiera deberse a cierta característica que tenían en común muchos rojos y que va muy acorde con lo tratado en este tópico que encontré, abierto años atrás en Hispanismo:



    Las ¿extrañas? coincidencias: marxistas y...





    Pondré algo sobre ello ya que dispongo de información. Sirve que vamos engrosando la lista que aparece ahí.


    Saludos
    Última edición por Mexispano; 10/11/2014 a las 03:32

  18. #18
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  19. #19
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    Re: Mexico no es bicentenario

    Buen día. Soy mexicano, y ya que me presente, diré que en México se dice que España, esclavizo al todo el que no era españolito.
    Que tontería, se dijo que en Nueva España el campesino de menor categoría era pobre si, pero libre. En cambio uno alemán estaba prácticamente en desventaja bajo la misma lupa.
    No estoy de acuerdo con que los nativos eran unos salvajes sin noción de patria, imagino que aquel que lo dice ha vivido aqui al menos 10 años para andar a pie conociendo a la gente, y para notar la manifestación cultural que aquí floreció antes de la llegada hispana.
    Seguramente son personas que nunca han visto el templo mayor en el D.F.
    Tampoco han visto las hermosas pinturas murales de Cacaxtla, ni tampoco han escuchado las historias que inventaron para el entendimiento y aprendizaje.
    Seguro nunca han visitado Xochimilco, ni han disfrutado de un buen octli(pulque) o un pavo en mole, no han notado que la virgen de Guadalupe es una manifestación diferente y mas nuestra, de la antigua deidad luna. No saben que la guerra florida, era posible porque existían diferentes naciones caracterizadas por etnia distinta.
    Un ejemplo: ustedes aun, como muchos mexicanos, dicen azteca, en lugar mexica o meshica si quieren. Esto es erroneo pues azteca es el habitante de Aztlan, y meshica es habitante de Meshico-tenochtitlán. Ademas estaba la nación mazahua, la nación purempe, la nación totonaca, la nación huichol que aun existe como manifestación cultural, la nación zapoteca, llamada asi por la abundancia de zapote de la zona, la nación de cuautexcalan o tlaxcala como ahora se llama, la nación de cuaunahuac que es la actual cuernavaca bautizad por los españoles de la época, y podria seguir nombrando mas y mas....
    En RESUMEN. un extranjero solo podrá hablar de un país ajeno durante su antigüedad, si le conoce personalmente, si no, solo dira su interpretacion de los hecho que seguramente tendra distorsión.
    Los españoles no eran bárbaros estúpido que destruyeron el paraíso como unos indigenistas dicen, la conquista en primer momento no tuvo la grandeza que demandaba la empresa, pero si que la tuvo desde que comenzó a dar a todos los nativos por igual una cultura para todos, y el resultado somos nosotros, con la gallardía ibérica y ademas la fuerza brutal del americano.
    Deberían leer:Los grandes problemas nacionales, de Andres Molina, tiene un apartado donde toca la antropología de los mexicanos, que seguramente les puede disipar dudas.
    Hidalgo para mi junto al emperador Iturbide representaron el comienzo de la decadencia de occidente en las americas españolas. Aunque les respeto y al emperador le admiro, seamos sinceros, México sin España no existe, pues nos aportaron, sangre, religión, cultura milenaria, y lo mejor, nos hicieron parte de occidente y de Europa, eso ningún imperio lo intento, solamente Inglaterra:se dedico a saquear múltiples lugares sin aportar sangre ni mucho menos el toque anglo-escoces, España nos dio raza (la actual), se llevaron oro, ni como negarlo, en cambio nos dejaron el suyo.... uno que no se puede perder tan fácilmente, adivinen a que me refiero....
    Mexispano dio el Víctor.

  20. #20
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    Re: Mexico no es bicentenario

    La tribu ópata de Sonora (que por cierto, combatió a los independentistas) mencionaba en este pronunciamiento que la época virreinal era más justa y que a partir de la independencia se precarizó su situación.



    Los Ópata se dirigen al presidente para presentarle sus agravios

    2 July 1836

    Region: Sonora

    Place: Arizpe

    Pronunciamiento text


    La tribu ópata se dirige al presidente para presentarle sus agravios, 2 de julio de 1836

    Doy fe, José Antonio del Castillo, Juan Gutierres, Manuel Lagunas, Rafael Romero, Mariano de Gama, Luis Romero y Miguel Romero, síndico; Mariano Popoca, secretario. Juan Isidro Bojorques natural del pueblo de Oposura y de la nación opata en Sonora, por sí, y como enviado de los treinta y seis pueblos de que se compone dicha nación, acerca de nuestro alto gobierno mexicano ante vuestra excelencia con el acatamiento debido me presento y digo que desde el año de mil ochocientos treinta y uno en que se presentaron en esta capital otros comisionados a exponer quejas sobre los adolecimientos en que aquellos se hallaban, se dignó el excelentísimo señor presidente que mandaba entonces en la nación mexicana, don Anastasio Bustamante, oír con atención nuestros clamores, y en consecuencia dio a los enviados, una orden para que el gobernador de Sonora administrara justicia a los pueblos; mas tan luego que aquella se le presentó la vio aquel magistrado con mucho enfado, y en lugar de ministrar justicia trató mal y con palabras ofensivas a los comisionados: así se respetan excelentísimo señor órdenes del alto gobierno: tenga vuestra excelencia la bondad de oír mi pequeño bosquejo de lo que pasa con pueblos de opatas en Sonora: la mayor parte de los pueblos han sido despojados por medios violentos de una parte de tierras y muy recientemente lo ha sido el pueblo de Cunpas, a quien el gobernador del departamento con tropa armada fue a darle posesión de las que le pertenecen, al cura don Julián Moreno, trayendo presos a la capital de Arispe a los opatas, que quemaron los cercos que el expresado cura había puesto a las tierras del pueblo, sin atender el gobierno de Sonora que el mismo cura había quemado primero los cercos del pueblo, y echado dentro de sus siembras sus caballos y mulas con el fin de hacer daño, ¿y por qué sufren tantos atropellamientos y despojos los pueblos de la nación opata? Por dos razones, la primera porque son obedientes a las leyes y al gobierno mexicano, y la segunda porque los usurpadores de nuestras tierras todos son hermanos parientes, compadres, y amigos de los mandatarios, quiero decir, del gobierno que tienen dinero y en esto consiste que el gobierno de allí atiende al poderoso y no al que tiene la justicia. Los que tienen el gobierno en Sonora son Escalantes, Morales, Morenos y Escobosos y como todos son parientes en particular en Oposura por cuyo pueblo represento que por el orden donde se va el gobernador por ese orden se van todos siempre considerando que nosotros los indios como escasos de luz a todo pasamos de suerte que los mandatarios de Sonora son peores que los españoles, y nosotros los indios vivimos en la época de la libertad más oprimidos que cuando estábamos subyugados, ha habido independencia para los Morenos, Escalantes, Morales y Escobosos y no para nosotros, digo esto, porque en aquellos tiempos nunca nos quitaron nuestras propiedades, y hoy se privan de ellas a una comunidad y no se les hace justicia.

    Por todo lo cual llenos de confianza los pueblos de opatas de Sonora me envían a vuestra excelencia para decirle: que vuestra excelencia tome una medida para que se les vuelvan sus tierras a los pueblos que están despojados, haciendo entender a los que mandan en Sonora que vuestra excelencia como supremo jefe de la nación mexicana manda que se nos trate bien, y que no se nos despoje de nuestras propiedades; también quieren los pueblos que vuestra excelencia mande que no se nos cobren derechos de casamiento de bautismos y de entierros sino muy moderados, porque los pueblos está muy pobres y siempre andan ocupados en la campaña contra los gentiles.

    Estas gracias excelentísimo señor presidente que los treinta y seis pueblos de opatas de Sonora piden a vuestra excelencia por mi conducta como su enviado, ya les fueron concedidas por el antecesor de vuestra excelencia, el señor don Anastasio Bustamante. Lo que sucede, que no se han cumplido, y en esto se ha faltado a la obediencia, al alto gobierno: y así, yo suplico a vuestra excelencia se nos libre otra orden igual, y se nombre una persona de toda la confianza del alto gobierno para que pase a Sonora a reconocer los títulos del fundo legal de los pueblos de opatas, para que informando a vuestra excelencia de los despojos que han sufrido, y por cuya causa se están muriendo de hambre y mucho aburridos, se les devuelvan sus tierras: suplicando a vuestra excelencia, se digne dispensar el lenguaje de mi explicación en que no es mi ánimo faltar al respeto de vuestra excelencia como presidente de la república mexicana y como madre soberano de todos sus súbditos.


    Arizpe, julio 2 de 1836.

    Juan Isidro Bojorques


    Context

    This is one of the few Indian-led pronunciamientos held in this database. Not surprisingly, a dispute over land ownership between the Opata tribe and the men who had sold and bought their ancestral land was at the heart of their call for forceful negotiation. The fact that the Opata people opted to pronounce to pressurise the government into addressing their grievances is evidence of the fact that by the mid-1830s the pronunciamiento, as a practice, had been taken up by all kinds of groups of people, including disenfranchised and subaltern sectors of society such as Indian communities. Likewise, it is proof of how the norms and rituals that governed the practice had become so common and widespread that even a group of politically-marginalised Opata Indians such as these knew the form and style a pronunciamiento text should take.

    Also see Representación de los vecinos de Motepori de la tribu opata al presidente of 3 July 1836.

    WF


    Notes

    AGN: Gobernación, 1836, s/s.

    Also in Josefina Zoraida Vázquez (ed.), Planes en la nación mexicana. Libro tres: 1835-1840 (Mexico City: Senado de la República/El Colegio de México, 1987), pp. 86-87.

    Transcribed by Germán Martínez Martínez and Revised by Will Fowler.

    Original document double-checked by Natasha Picôt 8/1/09. COLMEX: J. Z. Vázquez Planes y documentos, Caja 14, Exp. 3, f. 6.




    _______________________________________

    Fuente:

    https://arts.st-andrews.ac.uk/pronun...tpdf.php?id=96
    Última edición por Mexispano; 11/09/2020 a las 19:34

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