Colón y la hamaca
La flota de española que comandó Colón tuvo su primer contacto en América con los taínos. Esta gente conformaba una simple comunidad de las Antillas que venía siendo hostigada por los bravos caribes. Por ser la primera referencia en el continente, la cultura taína aportó muchos vocablos al español. Por ejemplo, al dios de la destrucción y la tempestad lo llamaba Uragán y los navegantes encontraron un término para definir a las tormentas más espantosas: huracán. Otra palabra taína es macana: se trataba de una arma que utilizaban los caribes, sus crueles vecinos, hecha con una gruesa vara de palma y que trajo algo más que un dolor de cabeza a varios.
Además heredamos de la cultura taína las siguientes palabras: bohío (una cabaña hecha con ramas), cacique (el que tiene vasallos en la tribu), carey (la tortuga y su córnea), caníbal (se llamó caríbal -por Caribe- al salvaje antropófago de las Antillas, luego se transformó en caníbal), canoa, caoba, ceibo, guayaba y guacamayo. También Haití, iguana, jagüel, Jamaica, maíz, maní, papagayo, papaya, ají, guasa (falta de gracia), piragua, sabana, tiburón y yuca son voces provenientes de los nativos que cruzaron las primeras palabras con los exploradores enviados por la corona española.
Pero el término que recibió la mayor bienvenida por parte de los navegantes fue, sin duda, hamaca. Porque para ellos significaba mucho más que una palabra nueva. Se trataba de uno de los grandes hallazgos realizados en aquel primer encuentro. Tengamos en cuenta que durante las travesías en alta mar, los marinos dormían en el piso o sobre un mueble, si es que no lo hacían tirados en un rincón de la cubierta (como explicamos en el post anterior).
El descubrimiento de la hamaca modificó para siempre la condiciones de vida durante la navegación porque a partir de ese momento, los marineros dormían suspendidos en el aire, seguramente maravillados al ver cómo un invento sencillo les resolvía un enorme problema.
Tomado de Historia de las Palabras, Editorial Sudamericana
Colón y la hamaca - lanacion.com | Historias inesperadas
Hay que ver qué invento es ese de la hamaca, no sólo resolvió un problema de la navegación sino que nos va a servir para saber qué hacer con los ex-presidentes de gobierno de España. Por un módico precio de unos 145.000 euretes anuales, tendremos la posibilidad de emplear en el INSTITUTO NACIONAL DE METEOROLOGÍA a un sujeto que, después de dejarnos en la bancarrota, se va a dedicar a "contar nubes". Lo que ignora el mencionado individuo es que la Física (de la que no tendrá ni repajolera idea) de las nubes clasifica a éstas en 10 categorías generales y sus correspondientes "subclases". Es decir, que finalmente tendrá que "currarse" el sueldo y ello sin que se quede dormido, porque en tal caso tendríamos causa para el despedido justificado. Sospecho que acabará por quedarse más "gilí" de lo que ya está, y la culpa será de las hamacas.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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