El Santo Oficio ha sido objeto de manipulaciones y de exageraciones que los últimos trabajos de investigadores serios ya están desmontando. El artículo que nos ofrece es una demostración de ello. En tres siglos, únicamente 43 personas en todo el Virreinato de la Nueva España, que es de una inmensidad geográfica apreciable.
En muchos autos de fe, podía darse el caso de que solamente fuese un arrepentimiento público de los condenados, y que quedasen perdonados. De hecho, los imputados siempre podían desdecirse, y ser absueltos. Muchos de los relajados eran por ser herejes contumaces y pertinaces. Hay circustancias, en los que el Santo Oficio se sobrepasó, como los terribles sucesos de Lorca en el siglo XVI, en los que quemaron alrededor de doscientos marranos que presuntamente practicaban la Ley de Moisés y judaizaban, lo que provocó que los vecinos de dicho lugar mandasen cartas al Rey y al Papa; de hecho, algunas familias del lugar llegaron a viajar a Roma y tuvieron una audiencia con el Sumo Pontífice, al que le expresaron los negocios que se traían algunos inquisidores, los cuales finalmente fueron retirados y procesados por la Autoridad Real.
Una cosa que tampoco se dice, es que la Inquisición no procesaba a nadie por brujería, pues fue uno de los pocos tribunales religiosos existentes que se desentendió de la superstición sobre las brujas, mientras que en otras latitudes hacían verdaderas masacres con mujeres inocentes.
En fin, no estoy de acuerdo con la Inquisición, aunque pudiera hacer algunas cosas bien, como librar a España de una guerra fratricida impulsada por doctrinas protestantes. Pero tampoco la ataco como un mantra anti-clerical, como hacen los irreligiosos. De hecho, suelo defenderla normalmente, lo que provoca ataques de histeria entre las masas rojiles y que me llamen fascista entre gritos.
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