La “Cuestión Malvinas”: colonialismo británico en suelo americano




Por Ginés González García
Embajador de Argentina en Chile


Hace 179 años, en enero de 1833, fuerzas británicas ocuparon las Islas Malvinas y desalojaron a la población y a las autoridades argentinas allí establecidas legítimamente, reemplazándolas por súbditos de la potencia ocupante. Argentina, que había heredado las Islas de España bajo el principio del uti possidetis juris, protestó de inmediato ese acto de fuerza ilegítimo que aún se mantiene, sin jamás consentirlo.


Hace casi 5 años, en septiembre de 2007, el ex Canciller Juan Gabriel Valdés afirmaba que el respaldo que Chile –en la ONU– entrega anualmente al reclamo argentino de soberanía debía “ser reforzado, promoviéndose una posición común subregional y latinoamericana de apoyo a la Argentina.”


Hoy día, enero de 2012, la posición común por la cual abogaban los patriotas latinoamericanos es una realidad. Ello no sólo obedece a una genuina solidaridad con los legítimos e irrenunciables derechos argentinos de soberanía; la región es hoy consciente de que la contumaz negativa británica a negociar, en tanto avanza en la explotación ilegal de recursos naturales renovables y no renovables, afecta y afectará intereses centrales de nuestras naciones.


En estos días, el Reino Unido –ante el creciente aislamiento internacional de su posición– ha desplegado un notable esfuerzo retórico orientado a deformar tanto la esencia del diferendo de soberanía conocido como “Cuestión Malvinas” como sus ilegales actividades de explotación en espacios marítimos argentinos. Representantes británicos aluden a un supuesto derecho de autodeterminación de la población isleña. Omiten señalar que el principio de autodeterminación no es aplicable a esta cuestión que, como afirmó el actual Embajador de Chile ante la ONU, constituye un caso “especial y particular que se diferencia de otras situaciones coloniales debido a la existencia de una disputa de soberanía entre dos Estados”. El principio de autodeterminación no es aplicable a la Cuestión Malvinas pues ello vulneraría el principio de integridad territorial de los Estados; en este caso, la integridad territorial argentina. Esto se relaciona con el origen de esta cuestión, con el despojo que sufriera la Argentina en 1833, con el inicial desalojo de las autoridades y pobladores argentinos allí establecidos y su reemplazo por súbditos de la potencia ocupante, así como con la persistencia de una política deliberada de mantener una población caracterizada por su “britaneidad”. Al propugnar la aplicación del principio de autodeterminación a este caso, el Reino Unido pretende burlar el proceso de descolonización, impidiendo la solución de la disputa de soberanía.


Otro aspecto del británico ejercicio sofista refiere a la intención de camuflar el afán de multiplicar la depredación de recursos naturales en mares argentinos, creando al efecto un pretendido pabellón, a todas luces ilegal. Y, además, catalogar de “bloqueo” a medidas y decisiones –nacionales y regionales– que apuntan a salvaguardar derechos soberanos. (La reciente decisión del Mercosur y Estados Asociados no impide el ingreso a puertos de la región de embarcaciones que enarbolan banderas legítimas y abastecen a las Islas: ¿dónde está el “bloqueo”?). La Academia define así el vocablo sofisma: “razón o argumento aparente con que se quiere defender o persuadir lo que es falso.” Es la definición misma del más reciente episodio del británico ejercicio sofista: acusar a la Argentina de “colonialista” siendo que de los 16 territorios no autónomos que aún quedan en el mundo, 10 están bajo dominio colonial del Reino Unido, en tanto mi país jamás poseyó ni pretendió poseer colonias.


La comunidad internacional ha determinado que el único modo de poner fin a la Cuestión Malvinas es la solución negociada del diferendo entre la Argentina y el Reino Unido, teniendo en cuenta los objetivos y disposiciones de la Carta de la ONU (entre ellos, el principio de integridad territorial), así como los intereses (no los deseos) de la población isleña. Argentina está dispuesta al diálogo. ¿Por qué no lo está el Reino Unido?


Argentina, acompañada por Chile, América Latina y la amplia mayoría de la comunidad mundial, no renunciará jamás a sus derechos de soberanía, al tiempo que mantendrá su actitud constructiva para alcanzar, por vía de la negociación, una solución pacífica y definitiva a esta anacrónica situación de colonialismo británico en suelo americano, que en el siglo XXI no resulta concebible. Algo que el Reino Unido se niega a escuchar y a aceptar.