Como dice Michael, todos estos líderes hablan de democracia y de voluntad popular, pero al parecer solo les importa la opinión del pueblo cuando coincide con aquello que ellos quieren hacer. Y en este caso, me parece que no solo poco le importa a la presidente argentina el pueblo, sino también lo que diga el Poder Judicial de su país, y a toda costa quiere desaparecer de su vista la estatua de Colón. Y claro, si la señora Kirchner considera que Colón no es más que el iniciador de una invasión, qué otra cosa se puede esperar. Lo que sorprende y preocupa es que cuando transmite estas ideas y las une a medidas populistas (como la de quitarle el nombre de Colón al Salón de la casa Rosada), reciba el entusiasta aplauso de todas esas personalidades (tal como se ve en el vídeo), la mayoría de las cuales -con seguridad- son nietos de italianos o españoles.
P.D. Una cuestión que siempre me llamó la atención de este discurso indigenista es que siempre va acompañado de cuentos totalmente absurdos. Bueno, el indigenismo es en sí todo él un cuento, pero que busca presentarse como verdad. A lo que me refiero es a algunas mentiras verdaderamente ridículas. Por ejemplo, hace unos años le escuché al canciller boliviano Choquehuanca, decir que los indígenas, antes de la llegada de los españoles, vivían "más de doscientos años; y aquí la señora Kirchner viene a decirnos que los incas construían terrazas "hace cuatro mil años", cuando en Europa estaban "en las cavernas". Ninguna de esas dos historias se las cree nadie, y por eso habría que preguntarse si esas afirmaciones son producto de una total ignorancia o de un afán deliberado por engañar, seguir con los mitos y contribuir a la historia de la leyenda negra.
Por lo demás, habría que decirle a la presidente que el Imperio Incaico, como tal, recién surge en el siglo XV, 18 siglos después de la construcción del Partenón, y cuando en Europa ya se habían edificado Notre Dame y la Catedral de Burgos.
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