He encontrado en la web unos muy interesantes artículos, colgados en el blog "Que no te la cuenten", en Infocatólica, propiedad de Javier Olivera, doctor en Historia. Ellos son escritos por Enrique Díaz Araujo, también doctor en Historia, de vasta trayectoria.
En estos textos, Díaz Araujo sostiene que San Martín desertó del ejército español por una razón natural y obvia: “el Consejo de Regencia movió a guerra a diversas partes de América que no lo reconocían. Así que ellos están en una situación especial: son americanos, son parte del ejército español, pero el ejército español estaba haciendo la guerra a los americanos, motivo más que obvio y suficiente para que ellos no siguieran en el ejército español.”
Y continúa: “Sin embargo, a partir de lo de Mitre se construyó, en estos últimos años (30 años) que San Martín habría salido de Cádiz, porque se ha hecho miembro de un club, de una logia secreta que se llamaría Logia Lautaro. Eso dicen ahora: que se hizo miembro de la Logia Lautaro, y agregan inmediatamente que era masónica. Ahora bien, ¿Qué es la masonería? Una sociedad secreta, iniciática, es decir, que tiene un rito de iniciación, donde se tiende a establecer un tipo de juramento que obliga a adherir a la doctrina (la masónica), que es permanente, y cuyos fines son de tipo más bien cultural y políticos; es decir, básicamente iban contra la monarquía en su tiempo, y aún hoy contra la Iglesia Católica. Por eso la Iglesia Católica la tenía condenada, perfectamente condenada por diversas bulas y encíclicas.”
A continuación desmiente que la Lautaro fuera masónica: “Pero resulta que la Lautaro no era masónica, no era iniciática; sí exigía un juramento: guardar secreto, pero nada más; por eso dije muy bien, sociedad secreta, lo que no significa por modo alguno que fuera masónica […] Pero lo más importante es que uno de los integrantes de la logia, un dominico llamado fray Servando Teresa de Mier, que andaba por Europa, llega a Cádiz y ve que la situación no está muy linda para los americanos (él era mexicano), entonces se encuentra con otro religioso, el padre Ramón Eduardo de Anchoris, y le dice:
– Mirá estoy en esta situación apurada, ¿qué es lo que hago?
– Y bueno, veníte con nosotros que tenemos una organización de autodefensa que es la que se llama Logia de los caballeros racionales, o Logia Lautaro.
– Sí, bueno, pero sabés que el Papa tiene prohibido estar en este tipo de organizaciones masónicas.
– ¡No, pero si no es masónica!– le dice Anchoris –porque si así fuera yo tampoco estaría.
–Bueno, voy a entrar y vamos a ver si es cierto lo que decís.
Se asocia y cuando le toca hablar durante una de las reuniones semanales, el dominico Mier habla contra la masonería, y el único que protesta por lo bajo es Carlos María de Alvear […] Todos los demás están de acuerdo con lo que dice Mier, y esto él pone en sus memorias dos veces. Es el único testimonio desde adentro, por la cual sabemos que la Logia Lautaro no es masónica, porque Mier lo dijo allí, y los otros no dijeron nada, estuvieron de acuerdo tácitamente. Y él lo dijo porque en México (cuando él escribe años después) decían ya que la logia Lautaro era masónica.
-¡NO, no, si yo nunca estuve en una logia masónica!, porque era medio liberal el cura este, pero no tanto para violar las resoluciones del papa. ¡Cómo me voy a hacer de una logia masónica siendo sacerdote!
Entonces tenemos que la Logia esa, que dicen que es la que los impulsa, no es masónica, no es la masonería por la que lo mandaron a América. La Logia le servía para defenderse, porque eran atacados por ser americanos estos oficiales (casi todos, aunque había algunos que no lo eran). Entonces, para defenderse en un primer momento se asociaron.”
Luego desmiente que estuviera al servicio de los ingleses y que existiera una Gran Reunión: “[…] Siguiendo a Mitre, San Martín salió porque un oficial inglés Lord Macduff (conde de Fife) le arregló la salida con otro funcionario que se llamaba Sir Charles Stuart. Son los ingleses los que lo hacen salir de Cádiz; entonces los que siguen a Mitre inmediatamente dicen que era un hombre al servicio de los ingleses. ¿Qué se puede responder a esto? El ejército del Sur de España era anglo-español, porque los ingleses habían ido en auxilio de los españoles del Sur que resistían a Napoleón, estaban luchando, y lucharon hasta el final en España. Los dirigía el duque de Wellesley, futuro Lord Wellington que era el jefe superior de San Martín. Macduff era otro oficial como San Martin, otro teniente coronel (inglés). Ambos eran compañeros, colegas en el ejército; nada de extraño tenía, por tanto, que San Martín le pidiera a Macduff que le registrara la salida. ¿Por qué le tenía que registrar la salida un inglés? Porque Cádiz es un istmo; las tropas francesas estaban a las puertas (sitio del Mariscal Victor); por los costados estaba la escuadra inglesa del almirante J. F. Cunningham, y no había forma de salir pacíficamente; no había ningún buque ni botes, ni modo de salir que no fuera con los franceses o con los ingleses. Él estaba en el sector aliado a los ingleses, es decir, que tenía que salir en un buque de guerra inglés, y eso es lo que le pidió a Macduff.
Y en un bergantín de guerra partió a Lisboa. En Lisboa, que también estaba bajo el mando luso-inglés, Charles Stuart le sella el pasaporte, no hace otra cosa, y ahí sí, ya toma un buque americano desde Lisboa a Londres. Nada de esto tiene de extraño, porque es lo que hicieron todos los que salieron, todos los americanos; no tenían otro modo, así que es estúpido decir que salió porque los ingleses lo llevaron. No se podía venir directamente; la única vía, por supuesto que era vía acuática, era salir desde Londres, pero él estaba en Cádiz, por tanto, tenía que llegar a Londres primero. Es el camino lógico y natural de quien quisiera venir a América, estando en Cádiz, entonces.
Todo lo que hizo no tiene nada de extraño o de oculto, ni de masónico o de servicio a los ingleses. Pero también dicen que cuando llegó a Londres, a Grafton Street 37, a la casa de Miranda, tuvo lugar la Gran Reunión Americana, siendo allí donde se asocia a la masonería inglesa y recibe instrucciones de los ingleses. Es decir, viene directamente como un agente militar inglés.
Pues bien, Grafton Street 37 no era la casa de Francisco de Miranda (un venezolano que había vivido allí y hacía un año que se había ido), era la casa de los diputados de Venezuela, que estaban tramitando que Inglaterra reconociera estas juntas autónomas de América, cosa que nunca hizo Inglaterra, y enseguida veremos por qué.
Nunca hubo una Gran Reunión Americana. Este es un punto central, es una mentira galopante que digan que la Lautaro era una logia masónica, que pertenecía a otra logia masónica más grande que se llamaba la Gran Reunión Americana, fundada por Miranda. Ni siquiera está demostrado que Miranda fuera masón: era un gran sinvergüenza que estaba al servicio de Inglaterra (cobraba de la corona inglesa por pasar informes, noticias, planes y demás) sí, pero nada más. Lo que sí es seguro, es que no existió esta Gran Reunión, de modo que San Martín nunca se pudo encontrar con una entidad que no existía.”
En otro artículo, enseña Díaz Araujo que San Martín era monárquico, y que Bolívar cosa semejante: “Conforme al venezolano José Gil Fortoul, San Martín ‘abogaba por el establecimientos de monarquías’, mientras que Bolívar, ‘sin rechazar en principio la idea, opinaba por un presidente vitalicio que tuviese las prerrogativas de un monarca inglés’’’.
Finalmente, brinda muchos datos para corroborar el catolicismo de San Martín:
- “Conoció a su futura esposa durante una misa de Gloria, en el templo San Miguel Arcángel.
- Al contraer nupcias, comulgó durante la misa de Velación.
- Tras el combate de San Lorenzo, ordenó celebrar un oficio y colocó cruces en las tumbas de los muertos.
- Como Gobernador de Cuyo, fundó el Colegio de la Santísima Trinidad, y mandó que junto a las “ciencias profanas” se enseñaran allí “los deberes del católico”.
- El “Código de Deberes Militares” que redactó para el Ejército de los Andes dice en su primer artículo: “Todo el que blasfemare el santo nombre de Dios o de su adorable madre e insultare la religión por primera vez sufrirá cuatro horas de mordaza por el término de ocho días; y por segunda vez será atravesada su lengua por un hierro candente y arrojado del cuerpo de Granaderos”.
- Ese ejército fue puesto por él bajo la advocación de la Virgen del Carmen.
- Celebró los aniversarios de sus batallas con función de Iglesia.
- Juró por Dios y la Patria la Independencia nacional, hace cuatro años.
- Donó al convento franciscano su bastón de General.
- Sus tropas usaban el Santo Rosario al cuello y lo rezaban a orden del sargento de semana.
- El Estatuto que hizo sancionar en Perú dice, en su Sección Primera, que “la Religión Católica, Apostólica y Romana es la religión del Estado; el gobierno reconoce como uno de sus deberes el mantenerla y conservarla, por todos los medios que estén al alcance de la prudencia humana”.
- El Estatuto reserva los puestos públicos a quienes profesen la Religión del Estado y reserva “severos castigos” para quienes ataquen “en público o privadamente”, “sus dogmas y principios”. La libertad de cultos es “únicamente para las confesiones cristianas, previa consulta al Consejo de Estado”.
Y de Bolívar, que pasó de liberal a católico: “En breve síntesis, vamos a enumerar algunas de las medidas adoptadas en esta materia por don Simón Bolívar.
- “Bolívar defensor de la Iglesia- “el Gobierno no omitirá medio alguno de los que sean conformes con las máximas evangélicas, para proteger el esplendor de la Iglesia y evitar que sean escarnecidas sus instituciones y vejada la dignidad del Augusto depositario de sus llaves” (carta al Ilmo. Juan Muzi, de orden de Bolívar, escrita por el Ministerio del Perú).
- A la señora María Antonia Bolívar, su pariente, escribe desde Potosí, 27 de octubre de 1825:
“Me alegra mucho de que los clérigos me esperen con impaciencia como tú dices. Puedes asegurarles que protegeré la religión hasta que muera” (Cartas del Libertador, Volumen V, página 147).
3. Bolívar y la Religión- “La Religión es el gran entusiasmo que yo quiero reanimar para utilizarlo contra todas las pasiones de la demagogia ( Carta a Rafael Arboleda, 28 de junio de 1828).
- Al General Páez, escribe el 30 de junio de 1828, desde Bogotá:
“Mi plan es apoyar mis reformas sobre la sólida base de la religión y acercarme en cuanto sea compatible con nuestras circunstancias a las leyes antiguas menos complicadas y más seguras y eficaces” (CL, volumen VII, p. 338).”
En mi opinión, resulta ser una postura muy interesante. Y explica por qué, por ejemplo, los libertadores veneraron figuras religiosas durante sus campañas: no eran masones, eran católicos. No me cerraba el hecho de que si eran supuestamente masones, realizaran ese tipo de cosas.
Además, no reduce la historia a un antagonismo casi infantil de: élite criolla masónica mala, españoles buenos. Las independencias fueron hechos multicausales, como son todas las cosas. Y algo muy importante a tener en cuenta: no fueron independencias contra la España católica que todos aquí adoramos; fue una independencia casi necesaria, y realizada como último recurso, contra una España desfigurada, irreconocible. Ni fueron tan malos los americanos, ni eran tan buenos los españoles.
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