COMPARACIÓN DE LA LABOR DE ESPAÑA EN AMÉRICA CON LA DE INGLATERRA Y HOLANDA
El esfuerzo español surge considerablemente ennoblecido en relación con los procederes y propósitos de otras potencias que solamente fueron colonizadoras. Inglaterra, verbigracia, se estableció en la costa atlántica aprovechando la huída de grupos religiosos que escapaban a la persecución, y se desinteresó de todo empeño... misional o cultural respecto de las colectividades aborígenes, a las que no se permitió convivir con los blancos. Algún excepcional propósito misional no hizo sino confirmar la regla. Cualquier hostilidad aborigen fue contestada mediante contundentes represalias a muerte. El esfuerzo poblador no intentó penetrar el continente, pues la posesión de la costa bastaba y sobraba para alcanzar los fines económico-comerciales. No hubo, como es lógico, sino muy poco mestizaje, pues el indio era un ser inferior desde todo punto de vista, incluso con la salvación de su alma, comprometida de acuerdo a la doctrina de la predestinación.
Dice el Padre Lozano en su ‘Historia de la conquista del Paraguay, Río de la Plata y Tucumán': “Los holandeses no buscaron sino lucrar, y su afán poblador y misionero fue nulo; destacáronse, en cambio, juntamente con los británicos, por sus incursiones bucaneras. En la parte que conquistaron del Brasil, no dejaron tiranía que no ejercitasen, ni maldad que no pusiesen por obra. Léase el libro cuarto de Catriosto Lusitano, escrito por Ldo. P. Maestro Fr. Rafael de Jesús, donde se verán los estragos de la religión católica, los martirios crueles que hicieron padecer por su defensa, la codicia sin freno; la justicia enormemente violada; los estupros cometidos con descaro; los adulterios con aplauso, la lascivia sin límites, la fe de los contratos destruida, las leyes sirviendo de base para los fraudes, y un desorden tal y en todo y en todos los ministros, que hizo poco estable su imperio y obligó a que se pusiese de parte de pocos portugueses todo el poder de la divina Justicia, para arruinar y desarraigar de aquel reino la soberanía holandesa, que prometía el dominio perpetuo de aquellos estados”.
Sólo los países católicos, como Portugal y España, y Francia en Canadá, se abocaron a la tarea de la transculturación que su fe le exigía, esa fe acrisolada en Trento que afirmaba la perfecta igualdad en que estamos todos los humanos sin distinción de raza o de color, ante la disyuntiva de la salvación o la perdición del alma.
Fuente: Lo que a veces no se dice de la conquista de América de Héctor Petrocelli.
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