Precio a las cabelleras indias en Norteamérica
Jesús Caraballo 18/08/2023
Cuando se habla del presunto genocidio perpetrado por los españoles en el Nuevo Mundo, se olvida del gran mestizaje que emprendió España en sus virreinatos, como puede comprobar hoy en día cualquiera que viaje por ese continente. Sin embargo, en Norteamérica, prácticamente no quedaron indios, exterminados a manos de las potencias, éstas sí colonizadoras, de aquellos territorios: Inglaterra, Francia y Holanda.
Hoy no toca hablar de la extraordinaria labor civilizadora que llevo a cabo la Monarquía Hispánica en el Nuevo Mundo, y sí ― en contraposición ― de lo realizado por esas potencias, en concreto, de una práctica practicada en origen por algunas tribus indias, pero que pronto hicieron suya ingleses, franceses y holandeses: el escalpelo o corte de cabelleras de los enemigos, a las que le ponían precio las autoridades colonialistas. Una práctica jamás vista en los antiguos virreinatos españoles, salvo en la República del Méjico ya independiente de España, al norte del río Bravo, en lo que hoy es el sur de Estados Unidos, que arrebató al nuevo país más de la mitad del territorio que un día constituyó la Nueva España.
Así es, ciertas tribus indias cortaban la cabellera a sus enemigos, la novedad es que los colonos europeos le ponían precio, ya que era mucho más fácil acreditar los enemigos matados presentando su cabellera, que el cuerpo entero o, incluso, sólo la cabeza.
Quienes se estrenaron fueron los ingleses, que, en 1637, en sus Trece Colonias, en concreto, en la de Connecticut, fundada dos años antes, ya se pagaba a los indios mohicanos por escalpar a los indios pequot. Les siguen los holandeses, en 1641, año en que Willem Krieft, director de Nueva Amsterdam que luego, una vez capturada por los ingleses pasará a ser Nueva York, ofrecía premios por las cabelleras de los indios raritanos. Y en 1692, en el marco de la Guerra del Rey Guillermo, se suman los franceses.
Un caso singular fue el de Hannah Duston, quien al ser apresada por los abenakis, en 1697, mata por la noche a diez indios, presentando sus cabelleras en la Asamblea General de Massachusetts, donde se le paga la tarifa correspondiente a dos hombres, dos mujeres y seis niños.
Desde 1675, la práctica se fue generalizando por todo el Este norteamericano. Así, la colonia de Nueva Inglaterra ofrecía recompensas a colonos blancos e indios narragansett, en el transcurso de la Guerra del Rey Felipe. También fue general el escalpelamiento en las luchas entre Nueva Inglaterra e iroqueses, por un lado, y Nueva Francia y wanabakis, por otro. Otro tanto sucede en las guerras del Rey Guillermo, 1.689, y la de la Reina Ana, 1703, en Massachusetts. En la Guerra Wabanaki ― Nueva Inglaterra ― librada entre 1722 y 1725, se llegaron a pagar cien libras por cabelleras de varones mayores de 12 años, y 50 por las de mujeres y niños. John Lovewell fue uno de los más famosos cazadores de cabelleras, liderando varias expediciones con ese sólo fin.
En la guerra de los colonos franceses contra los indios natchez y los meskwaki, en 1710, ambas partes hicieron acopio de un sinnúmero de cabelleras. Por su parte, el Gobernador de Massachusetts, William Shirley, durante la Guerra del Rey Jorge ― 1744 a 1748 ― llegará a pagar a los indios aliados de los ingleses por las cabelleras de los indios aliados de los franceses. En 1747, Nueva York aprueba una ley que recompensa las cabelleras. Durante la Guerra del Padre Le Loutre (1740-1755) y la Guerra de los Siete Años (1756-1763), en Nueva Escocia y Acadia, en el actual Canadá, los franceses pagan a los indios por las cabelleras de los ingleses.
Durante la Guerra de Independencia de las Trece Colonias, el gobernador británico Henry Hamilton, es conocido por los rebeldes como el “General Comprapelo” (“Hair-buyer General”), ya que se creía que pagaba a los indios por las cabelleras de los revolucionarios, razón por la cual, al término del conflicto fue juzgado como criminal de guerra.
E incluso en la Segunda Guerra Mundial, aún se acreditaron casos de escalpelamientos de soldados alemanes, a manos de soldados sioux y winnebagos alistados en el ejército de los EE.UU.
Por último, la ley con las recompensas por las cabelleras de varones micmac aprobada por el Gobernador de Nueva Escocia, Charles Lawrence, durante la Guerra de los Siete Años, aún seguía en vigor en el año 2000.
https://espanaenlahistoria.org/episo...-norteamerica/
Marcadores