Creo que hemos tenido bastante paciencia en responder con argumentos y pruebas las explicaciones demasiado rebuscadas de los nacionalistas argentinos que insisten en defender sus figuras históricas (San Martín al frente) y sus símbolos como el sol de la bandera. No creo que haya nadie que con la información histórica documentada disponible y con un poco de sentido común, pueda discrepar con la idea de que toda la emancipación americana fue orquestada, dirigida, financiada en algunos casos, por la masonería, en especial por parte de las logias inglesas. Ingleses que no habiendo podido dominar militarmente, utilizaron a figuras criollas vinculadas a la masonería para desarrollar su revolución con títeres. La estrategia, planificada mucho antes, tal cual lo documentan conocidos historiadores (liberales, además), era la independencia de España y la división de los virreinatos en países más pequeños. No solo lo lograron, sino que además nos dejaron sus inmundos símbolos anticristianos, como el del sol que tenemos ambos en nuestras respectivas banderas, sus referencias en los himnos nacionales, escudos, gorros frigios, las manos que se estrechan y todo los demás.
Todo fue hecho en contra de España, la hispanidad y el dominio de N.S. Jesucristo sobre éste bendito continente, que a pesar de los 200 años de "libertad", sigue siendo quien provee de mayor número de católicos a las encuestas mundiales.
Ahora bien, para algunos argentinos, ésto no fue así. Lo fue para todos menos para ellos. Sería bueno que alguna vez bajaran de su pedestal para asumir lo que es claro para todos los demás: toda la emancipación, incluida la argentina, fue masónica y antihispánica. Y San Martín, habiendo vivido sólo 10 años de su vida en lo que hoy es Argentina, era un agente de la masonería inglesa, que vino a cumplir el plan originalmente llamado "Maitland", de revolución americana. Solo así podemos entender su desobediencia a la Junta de Buenos Aires, la presencia contínua de contactos y apoyo de los ingleses, su misteriosa vuelta a Europa sin siquiera pasar por Buenos Aires para no volver nunca más a pisar suelo americano.
Un oficial español con amistades inglesas, todos masones, que funda logias masónicas, que antes de volver a su tierra natal (en la que vivió solo hasta los 6 o 7 años), antes de embarcarse estuvo meses negociando en Inglaterra con conocidos negociadores del gobierno británico, que además, casualmente le brinda apoyo militar y económico. Que está presente observando sus batallas y que coinciden por arte de magia en Santiago de Chile con su flota.
No es justo con la verdadera historia. No es justo que se quiera arreglarla para que los hermanos argentinos puedan tener un héroe nacional, que habiendo luchado por una independencia de España y de Dios, además se lo quiera convertir en héroe de hispanistas y católicos. Todo a la vez, no.
Y que me disculpen los nacionalistas argentinos, pero yo no me apeo de éste punto de vista por más que me lo discutan: si quieren más pruebas, búsquenlas en los libros de historia. O simplemente pregúntense por qué a San Martin se le ha permitido ser la figura que es hoy, a caballo de tantos monumentos. O porqué se lo han permitido los que manejan la historia de acuerdo a la conveniencia de la revolución.
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