Sorprendente noticia. No tenía ni idea
Gracia, Lo ferrer
¿Sabias que España, legalmente, aún tiene islas en el Pacífico?
Micronesia Española
He sido requerido por un amable lector para que incluya en mis disgresiones históricas alguna referencia detallada a la presencia española en las islas de Oceanía, las cuales constituyeron, con excepción de las colonias africanas, los últimos jalones de nuestro imperio, enajenados en junio de 1899 tras la firma de un tratado de venta hispanoalemán. Curiosamente, sobre algunas de aquéllas, omitidas por Francisco Silvela en el texto documental, podría España hoy hacer reclamación de soberanía, ya que, en el presente, la Micronesia, que antes fue española (archipiélagos de Carolinas, Marianas y Palaos), depende directamente de las Naciones Unidas (con la excepción de la isla de Guam, cedida en 1898, tras el desastre, a los Estados Unidos) a través de una administración delegada en el Gobierno de Washington.
Fueron descubiertos estos archipiélagos, según José Arteche, biógrafo de Elcano, el 17 de marzo de 1521, durante la primera circunnavegación planetaria. Tras tocar en varias islas, el 23 del mismo mes, se arribó a la que hoy se llama Guam, la más importante de las Marianas. Dice Arteche de aquel primer encuentro de sus naturales con los europeos: "Eran los isleños ladrones redomados. Quedaron al principio admirados y profundamente sorprendidos de la escuadra y de sus hombres, pero enseguida rodearon con sus esquifes las naos, y subiendo a sus cubiertas comenzaron a apoderarse de cuanto hallaban a mano....No querían salir y hubo que expulsarlos a la fuerza. Un arcabuzado bastaba para disolverlos, pero enseguida volvían a las andadas...De un golpe audaz se llevaron la chalupa de la nao capitana." Llamó Magallanes a aquellas ínsulas cuyos habitantes eran tan amigos de lo ajeno, "islas de los Ladrones", y proclamó en ellas la hispana soberanía.
Relativamente próxima a las Filipinas, cuando éstas fueron conquistadas por Legazpi, las Palaos y las Marianas fueron ocupadas y controladas por España, no así las Carolinas, archipiélago constituido por una miríada de islas que se extendían en el sentido de los paralelos hasta una distancia de 3.500 kilómetros de aquéllas. Apartados del normal tráfico marítimo, la soberanía española sobre ellas consideróse indiscutida hasta finales del siglo pasado, tiempo en que, con motivo de un plazo internacionalmente acordado para que las naciones interesadas en la adquisición de un territorio no ocupado aunque sometido a otra soberanía, pudieran reivindicarlo previa implantación en él del organismo oficial correspondiente, decidió el Gobierno español encargar al general Torreros, a la sazón capitán general de Filipinas, la efectiva ocupación del archipiélago. En junio de 1885 partió de manila una expedición compuesta por dos compañias de fusileros mandadas por el comandante España. En la misma iban el capitán de fragata Capriles, nombrado gobernador, y un equipo de funcionarios estatales. Probablemente recibieron los expedicionarios la orden de navegar hacía la isla Yap (se extraña el general Esteban Infantes, estudioso de este episodio, de que se singlara tan hacia el norte) ante fundadas sospechas de que hubiera en ella una instalación europea. En efecto, encontraron aquéllos una factoría alemana. Diose cuenta a las autoridades de Manila y se iniciaron desde Madrid las protestas diplomáticas. Propuso Bismark el arbitraje papal, que fue aceptado. El fallo fue favorable a España, aunque "se autorizaba a Alemania a mantener en las Carolinas alguna factoría comercial sin merma de nuestra sobernía".
Organizóse en Filipinas una nueva expedición para proceder a la definitiva ocupación del archipiélago. Se eligió como sede del Gobierno la isla de Ponapé, en la zona oriental del archipielago. Vuelve a extrañarse el citado autor de tan excentrica elección: para mí, con ella se hacía factible el control del disperso territorio, extendido en 2.000.000 de kilómetros cuadrados oceánicos, mediante el triple apoyo Manila-Guam-Ponapé, que posibilitaba además un eficaz patrullaje de aquella dilatada amplitud de aguas jurisdiccionales.
Fue nombrado jefe de la expedición el comandante Posadillo, quien arribó a la citada isla a finales de 1885. Instalosé en ella la escasa guarnición y los equipos administrativos. La empresa no era económicamente rentable por "la poca variedad de los productos de exportación, el alejamiento de los mercados, el no poder ocupar más que un reducido número de kilómetros cuadrados y lo costoso de mantener crecido número de destacamentos"; se debía más bien a imperativos de prestigio. Por ello cuando en 1887 se produjo una sublevación de los indígenas, quienes asesinaron a la totalidad de la colonia española, inmediatamente se dispuso la salida de una nueva expedición.
Mandaba las tropas que componían la misma un artillero prestigioso:el comandante Díaz Varela. Incorporóse a la misma en calidad de gobernador del archipiélago otro ilustre militar, jefe de la Armada, que moriría once años más tarde gloriosamente en Cavite, abordando el acorazado norteamericano Olímpia, insignia de su flota: don Luis Cadarso y Rey. Alcanzosé Ponapé tras doce días de penosa travesía y se reconstruyó lo que los indigenas habían destruido, encerrándolo en un fortín. Al ver éstos en la isla una importante presencia militar, acataron la autoridad española, aconsejados por un europeo llamado Deoane, que vivía entre ellos, y que tal vez fue el instigador de la anterior rebelión. Mientras duró el dominio español en la isla se sucedieron los periódos pacíficos y las escaramuzas sobre aquel territorio de complicada morfología que dificultaba las operaciones. A aquellás con frecuencia se unían indigenas de las islas adyacentes sobre las que no se podía ejercer un control efectivo. A lo largo de esos años las bajas españolas como consecuencia de estos enfrentamientos fueron proporcionalmente numerosas: en uno de ellos, por ejemplo, hubo treinta muertos y cincuenta heridos. Fue con frecuencia necesario aplicar la autoridad con absoluta contundencia.
Perdidas Cuba y Filipinas, aquellas islas apartadas y poco productivas demandaban excesivos esfuerzos para su mantenimiento en la obediencia. El 30 de junio de 1899 eran vendidas a Alemania. En el contrato de compra, España se reservó algunas prerrogativas, como la de poder establecer y conservar aun en tiempo de guerra un depósito de carbón para sus marinas de guerra y mercante en los archipiélagos cedidos. Al margen de la cesión quedaron algunos grupos de islas, anomalía que descubrió el investigador don Emilio Pastor en 1948 y que reconoció el Consejo de Ministros celebrado el 12 de enero de 1949, emitiendo una nota sobre el particular. Aquel derecho y la hispana soberanía sobre dichas islas no estan cancelados por acuerdo internacional alguno.
Probablemente de todas nuestras aventuras coloniales, ésta es la más desconocida, pese a la enorme extensión marítima en que se desarrolló. Está adornada finalmente, por la curiosidad histórica de que al menos cuatro grupos de islas (Guedes, Coroa, Pescadores y Ocea), aunque no queramos hacer valer nuestros derechos sobre ellos, siguen siendo españoles. Las Palaos, Marianas y Carolinas, nuestras posesiones en Oceanía, completaron en su tiempo la presencia de España en todos los continentes del planeta.
Juan Batista
Este artículo fue publicado el 14 de diciembre de 1982 en el desaparecido diario El Alcazar.No disponemos de ninguna información posterior sobre el tema que aborda, asi que agradeceriamos cualquier aportación al respecto. Gracias.
Publicado por http://perso.wanadoo.es/jlmj.tabellarius/
index.htm
"Donau abric a Espanya, la malmenada Espanya
que ahir abrigava el món,
i avui és com lo cedre que veu en la muntanya
descoronar son front"
A la Reina de Catalunya
Sorprendente noticia. No tenía ni idea
Gracia, Lo ferrer
Hace años que se viene hablando de esto, e incluso se abrió un grupo en FaceBook. Pero nunca nadie fué capaz de aportar un mapa ´concreto.
Al que le interesen estos temas desde hace años funciona la Asociación Española de Estudios del Pacífico que edita una muy interesante revista sobre la herencia hispana de esa zona entre otras actividades. Si alguién debería saber la verdad de esta historia deberían ser ellos.
ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE ESTUDIOS DEL PACIFICO
Si de verdad existen esas islas, me ofrezco voluntario para exiliarme alli.
Veo que han mejorado la página de la Asociación Española de Estudios del Pacífico. Hacía tiempo que no la visitaba. A veces he tomado artículos de su revista y los he puesto en la sección Hispanoasia del foro. El Pacífico fue un lago español, y sin embargo, es tan poco lo que se sabe y difunde de ello.
Se debería de reclamar estas islas si realmente existen. Aunque me da a mí que al Gobierno no le interesa económicamente.
MINISTERIO DE ESTADO
CANCILLERÍA
Tratado de cesión á los Estados Unidos de las islas de Cagayán de Joló y Sibutú y demás pertenencientes al Archipiélago filipino.
S.M. la REINA Regente de España, en nombre de su Augusto Hijo D. Alfonso XIII, y los Estados Unidos de América, deseando evitar cualquier desavenencia á que pudiera dar lugar la interpretación del art. 3.º del Tratado de Paz, firmado por ambas Partes contratantes en París el día 10 de Diciembre del año 1898, en virtud del cual España cede á los Estados Unidos el Archipiélago conocido con el nombre de Islas Filipinas, y que constituyen las islas situadas dentro de los límites que en el mismo se expresan, han resuelto celebrar un Tratado con el fin de alcanzar el indicado propósito, nombrando Plenipotenciarios:
S.M. la REINA Regente de España al Duque de Arcos, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de España en los Estados Unidos.
Y el Presidente de los Estados Unidos á John Hay, Secretario de Estado de los Estados Unidos.
Los cuales, reunidos en la ciudad de Wáshington, después de haberse comunicado sus plenos poderes, que fueron hallados en buena y debida forma, han convenido en el artículo único siguiente:
ARTÍCULO ÚNICO
España renuncia en favor de los Estados Unidos á todo título ó derecho que, al firmarse el Tratado de Paz de París, hubiese podido tener sobre cada una ó todas las islas pertenencientes al Archipiélago filipino, situadas fuera de los límites especificados en el art. III de dicho Tratado de París, y especialmente á las islas de Cagayán de Joló y Sibutú y sus dependencias, y conviene en que todas ellas queden comprendidas en la cesión del Archipiélago en idénticas condiciones á aquellas que fueron expresamente incluidas dentro de la mencionada delimitación.
Los Estados Unidos, en atención áesta renuncia, pagarán a España la suma de cien mil dollars ($100.000) dentro del plazo de seis meses, á contar desde el día del canje de ratificaciones del presente Tratado.
El presente Tratado será ratificado por S.M. la REINA Regente de España, previa aprobación de las Cortes del Reino, y por el Presidente de los Estados Unidos, con el consejo y consentimiento del Senado, y se canjearán las ratificaciones en Wáshington en el más breve plazo de tiempo.
En fe de lo cual, los respectivos Plenipotenciarios firman y sellan este Tratado.
Hecho por duplicado, en la ciudad de Wáshington el día 7 de Noviembre del año 1.900.
(Firmado).= Arcos. (L.S.)
(Firmado).= John Hay (L.S.)
¿Es posible que España aún mantenga derechos sobre algunas de las islas de Oceanía que formaron parte de su imperio?
No sería nada de extrañar, puesto que en 1.900 hubo que firmar un nuevo tratado con EEUU debido a que se dejaron fuera del Tratado de París dos islas del archipiélago filipino
.
Los compromisarios que firmaron el Tratado de París, olvidaron incluir dos pequeñas islas que permanecieron en poder de España hasta el año 1.900, momento en que EEUU se da cuenta del error y obliga a España a firmar un nuevo tratado para incluir esas islas.
Se trataba de las islas de Sibutú y de Cagayán.
En cuanto a las islas de Oceanía, unas pasaron a ser dominio americano tras el 98 y las otras se vendieron a Alemania, reservándose en algunas de ellas el derecho a instalar bases de carboneo para la marina mercante y de guerra. Sin embargo, en el tratado de venta parece ser que sucedió algo similar a lo ocurrido en Filipinas: quedaron excluidas un grupo de islas -concretamente los grupos de islas de Guedes, Coroa, Pescadores y Ocea-
En 1.948 se da cuenta del error el investigador don Emilio Pastor y parece ser que en 1949 el Consejo de Ministros emite una nota a las Naciones Unidas sobre el particular, reclamando la soberanía de las mismas que ahora están bajo administración fiduciaria de los EEUU, aunque sin hacer mucho hincapié en esa reclamación.
La Isla de Guedes (que al parecer se llama también Coroa o Arrecife) en el archipiélago de las Marianas;
la Isla de los Pescadores, de San Martín o de Malakal, se encuentra en las Palaos:
y además he encontrado este levantamiento cartográfico:
Y por último las dos siguientes, Isla de Ceas e Isla de Coroas, en las Carolinas.
MAGNIFICO el artículo Paco. Deberían de tomar nota más de uno de esto.
Pertenecerian ahora a algun estado hispanoamericano, ya que estan mas cerca, y los derechos son los mismos.
Las desconocidas islas españolas del Pacífico
Día 01/07/2011 - 17.21h
Entre las miles de anotaciones que diariamente se publican en la blogosfera, hoy centramos nuestra atención en una curiosa y desconocida historia destacada en La Brújula Verde, que desde hace más de dos siglos relaciona nuestro país con un conjunto de islotes del océano Pacífico.
Nos referimos a Guedes (también llamada Pegan, Onaka y Onella, en las Marianas), Coroa (también conocida como Arrecife), O Acea (también llamada Matador, en las Carolinas) y Pescadores. Todas ellas, conforman la llamada Micronesia española y constituyen uno de los resquicios de la colonización española en Oceanía. Estas posesiones de ultramar no fueron contemplados ni en el tratado hispano-estadounidense, firmado en París el 10 de diciembre de 1898, ni en el Tratado germano-español en el que se cede al Imperio alemán los archipiélagos de Carolinas, Palaos y Marianas, excepto la isla de Guam, realizado en Madrid el 30 de junio de 1899.
Por tanto, tal y como descubrió el investigador del CSIC Emilio Pastor y Santos en 1949, España podría hacer legalmente una reclamación de soberanía. Sin embargo, debido a escaso valor económico y estratégico, el gobierno español no las ocupa de forma permanente ni las ha reclamado como posesiones propias. Ni tan siquiera protestó a los gobiernos japonés y los EE.UU. por la Segunda Guerra Mundial, a pesar de que algunas batallas y campañas se desarrollaron cerca de estas islas.
Como consecuencia del descubrimienro de Emilio Pastor, el 12 de enero de 1949 el tema fue tratado en Consejo de Ministros, en el que el propio Francisco Franco llegó a declarar que «mientras no se aclare el asunto, procede esperar antes de efectuar gestión alguna con los Estados Unidos o con las potencias amigas que forman parte de la ONU, ya que España no tiene contactos con la ONU y sería ésta la que habría de resolver sobre la suerte definitiva de esas islas de Micronesia que pertenecieron al Japón». Y desde entonces, ahí quedó la cosa ¿qué opinan ustedes?
Las desconocidas islas espaolas del Pacfico - ABC.es
¿Islas españolas en el Pacífico hoy en día?
29 junio, 2011 · Jorge Alvarez
Estos días estaba viendo la serie televisiva The Pacific que, como indica su propio título, es una especie de secuela producida por Steven Spielberg de otra producción suya anterior: Hermanos de sangre. Si ésta narraba la historia de una compañía de la 102ª División Aerotransportada tras el desembarco en Normandía y el avance hacia Alemania, la otra hace lo mismo pero con la actuación de los Marines contra los japoneses.
Al principio de cada capítulo sale un gran mapa del escenario bélico con la infinidad de islas, archipiélagos y atolones que hay diseminados por el océano. Tantos miles que resulta imposible recordarlos. Algo así ocurrió en 1899, cuando las delegaciones de España y EEUU se dieron cita en París para firmar el tratado que ponía fin a la guerra entre ambos países. Como es sabido, los españoles se llevaron una gran sorpresa al comprobar que los vencedores no se limitaban a exigir Cuba sino también Puerto Rico y Filipinas; la isla de Guam ya era suya porque la habían ocupado con un ardid.
Pero lo gracioso es que poco después del acuerdo de paz, hubo que añadir un anexo que incluyera las islas filipinas de Sibutú, Cagayán y Joló porque los americanos ni siquiera sabían que existían; pagaron a Madrid un extra de 100.000 dólares por ello.
Más jocoso aún resulta saber que algunos territorios permanecieron ignorados hasta que a un diplomático español se le ocurrió levantar la liebre a mediados del siglo XX. Poco antes de la guerra con EEUU, el Gobierno había vendido las Marianas, las Carolinas y Palaos a Alemania por 25 millones de pesetas. Pero en 1949 se reseñaron cuatro islotes que podrían ser reclamados por España al no figurar en los documentos de venta. No son muy grandes, en algún caso poco más que un arrecife, pero aunque es evidente que hoy nadie va a reclamarlos, siguen generando debates. Se trata de Guedes (también llamada Pegan, Onaka y Onella, en las Marianas), Coroa (también conocida como Arrecife), O Acea (también llamada Matador, en las Carolinas) y la más “fácil” de encontrar en un mapa, Pescadores, eso sí, por el nombre de Greenwich (que se suma a otros como Kapinga Molang y Kapingamarangui).
¿Islas españolas en el Pacífico hoy en día?
La Micronesia Española
Nos referimos a Guedes (también llamada Pegan, Onaka y Onella, en las Marianas), Coroa (también conocida como Arrecife), O Acea (también llamada Matador, en las Carolinas) y Pescadores. Todas ellas, conforman la llamada Micronesia Española y constituyen uno de los resquicios de la colonización española en Oceanía. Estas posesiones de ultramar no fueron contemplados ni en el tratado hispano-estadounidense, firmado en París el 10 de diciembre de 1898, ni en el Tratado germano-español en el que se cede al Imperio alemán los archipiélagos de Carolinas, Palaos y Marianas, excepto la isla de Guam, realizado en Madrid el 30 de junio de 1899.
Por tanto, tal y como descubrió el investigador del CSIC Emilio Pastor y Santos en 1949, España podría hacer legalmente una reclamación de soberanía. Sin embargo, debido a escaso valor económico y estratégico, el gobierno español no las ocupa de forma permanente ni las ha reclamado como posesiones propias. Ni tan siquiera protestó a los gobiernos japonés y los EE.UU. por la Segunda Guerra Mundial, a pesar de que algunas batallas y campañas se desarrollaron cerca de estas islas.
Pues estas joyas recaen su soberanía en España. No comprendo cómo el Estado no las reclama pues pueden significar importantísimas fuentes de beneficios en lo que respecta al turismo. ¿Imagináis que estos caprichos de la Naturaleza pueden pertenecer a España? No digo más.
Plus Ultra...
[.1492] - Battle·Serk -: La Micronesia Española
Vaya que buen Exilio Paco, me apunto.
Bellísimas playas, bellísimo atardecer, bellísimo lugar, imagínense un dia de buceo en esos maravillosos arrecifes, sin lugar a dudas el turismo lo agradecería.
¿El puesto de Virrey está vacante?
No sé a que esperan para reclamarlas...
No podemos quedarnos de brazos cruzados esperando que a algún político del gobierno se le ocurra reclamar lo que nos pertenece, porque así podrá pasar un siglo más de incomprensible silencio e ignorancia.
Si es verdad que esto es democracia, yo propongo hablar con un abogado entendido y que se haga una reclamación, e ir a Madrid para entregarla directamente, e instemos al gobierno que tome cartas en el asunto.
¿Quién se une a esta iniciativa?
España no es el gobierno, España somos TODOS!! Anímense!
Si tenemos que esperar a que el gobierno haga algo, pasará otro siglo de incomprensible silencio e ignorancia.
Yo propongo que formemos una plataforma ciudadana para instar al gobierno a que reclame en la ONU lo que nos pertenece, y hablemos con un abogado para que nos ayude ha hacer una reclamación formar ciudadana al Parlamento de Madrid.
¿Quién se apunta a esta iniciativa?
Recordad que España no es gobierno, España somos todos, y todos la tenemos hacer funcionar.
Última edición por Hyeronimus; 18/02/2014 a las 20:35
La Micronesia Española. Cien años de agonía de una provincia invisible
Poco conocida aunque en absoluto inedita es la tesis de Emilio Pastor de quien el CSIC, en 1950, publicaba una controvertida conclusión jurídica sobre la subsistencia de territorios de soberanía españoles en el Pacífico. Tras la derrota de España frente a Estados Unidos en 1898, acelerada por los cerebros de la restauración, con el fin de evitar el hundimiento del régimen, el gobierno de España celebró inmediatamente después un tratado con el Imperio Alemán por el que cedía en su artículo 1 la soberanía y propiedad de las islas Carolinas, Palaos y Marianas (excepto Guam) a cambio de una indemnización pecuniaria de 25.000.000 de pesetas. El régimen temia la apropiación directa por parte de nuestros aliados británicos, japoneses y alemanes de los jirones del imperio en Oceanía y encajar de paso un golpe definitivo. El juicio crítico del jurista Pastor examinó varios aspectos de ese tratado mal y apresuradamente trazado. Descubrió varias cosas. Una de ellas es que España no habia cedido todas sus posesiones en Oceanía. Las cuentas no salían entre lo cedido y lo que aún podía ceder el viejo imperio, que era más. Entre las longitudes geográficas 139º – 12´ y 170º – 12´y próximo al Ecuador, España retendría entre cuatro y nueve agrupaciones de islas descubiertas por los españoles y que según el arbitraje por parte del papa León XIII entre España y Alemania el 22 de octubre de 1885, habían detentado siempre soberanía española.
Pastor identificó el Grupo de Uluth o Makenzie, Os Guedes (grupo de islas de Mapia hoy parte de Indonesia y donde el idioma original ha sido asimilado por la emigración indonesia), Coroa, Pescadores (que parece identificada como la actual Kapingaramangi, parte de los Estados Federados de Micronesia), Carteret e Indiana, Monteverde y Nuguor, D´Urville y Philly, y los atolones de O Acea. El jurista sostenía que estas islas constituían una provincia española jurídicamente subsistente y su argumento fue tan sugerente que el 12 de enero de 1949 el propio consejo de Ministros español examinó este asunto y, al día siguiente, se emitió una nota por el Gabinete de Información Diplomática del Ministerio de Asuntos Exteriores que terminaba expresándose en estos términos: “Estos derechos subsisten plenamente y como, en el momento actual, todos esos territorios se hallan en régimen de fideicomiso, es oportuno recordar la posesión española, sin perjuicio de volver sobre el asunto, según lo demande la conveniencia nacional, cuando internacionalmente se decida sobre esa cuestión”. ¿Este fue el punto final diplomático por parte de España a esta cuestión?
Isla Mapia
El análisis de Emilio Pastor llamaba la atención sobre otros aspectos del tratado hispano-alemán, pues este reservaba a España ciertos derechos para facilitar la presencia española en las Marianas, Carolinas y Palaos y que habría posibilitado la presencia, por ejemplo, en la isla de Yap de un enclave español, punto crucial, por entonces, de todas las comunicaciones telegráficas en todo el Norte del Pacífico. El trabajo de Pastor sugiere, además, la subsistencia de derechos sobre los archipiélagos de las Marshall y las Gilbert y no se olvidaba de recordar los derechos de la República de Filipinas sobre la isla de Guam.
Entrega a Alemania de las Carolinas
Lo cierto es que inmediatamente después de la Primera Guerra Mundial, en el contexto de la recién nacida Sociedad de Naciones, los territorios coloniales alemanes en el Pacífico se repartieron entre el Imperio japonés y el Británico. Al respecto sólo presentaron enmiendas los norteamericanos que vieron con disgusto el uso que se hacía, por los vencedores, de la Sociedad de Naciones. Lord Mildner y el vizconde Ishii se entendieron rápida y perfectamente al respecto. El genocidio de la juventud de Europa durante la Primera Guerra Mundial era un precio que había que pagar para ver la luz del botín al final del túnel. Contemplar retrospectivamente la oscuridad de los intereses que se dieron lugar en aquél conflicto y que prepararon las bases de lo que luego seguiría, es una cuenta principal que tiene pendiente la historiografía con los imperios decimonónicos, algo que no ha variado a pesar del nuevo interés que este conflicto ha suscitado. Turquía, desde luego, era el plato fuerte y la ingeniería social de aquellos genios victoriosos después de 20 millones de muertos diseñaron siglo y medio de convulsiones donde la humanidad ha tenido la oportunidad de demostrar hasta dónde se puede bajar en la escala elástica de nuestra condición. Lo que más diferenciaba el imperialismo occidental de finales del siglo XIX y primer tercio del XX de los nacionalismos extremistas de la Europa de los años 30 era el disimulo.
Isla Kapingaramangi
Tras la Gran Guerra, a pesar del enorme prestigio (y merecido) del rey Alfonso XIII, logrado por sus esfuerzos pacifistas y su apoyo a prisioneros e iniciativas humanitarias de todo tipo durante el conflicto, el país no tomó iniciativas en relación a la cuestión de Oceanía demasiado pendiente de la aventura Marroquí
Parte del sentido de la Sociedad de Naciones fue malversado, y esto debe decirse, pues una importante función de la misma fue desarrollar un concepto que se denominó “mandatos” en principio creados para legalizar internacionalmente el acceso de los vencedores a la administración y explotación de los pedazos de los imperios caídos tras la guerra (concepto “esencialmente anglosajón” en expresión del lúcido liberal William Rappard, suizo naturalizado norteamericano) .
Los que nos interesan (colonias alemanas en el Pacífico) son los denominados mandatos C que eran cinco y, de estos, cuatro “aceptaban” el mandato de Su Majestad Británica: Nauru (atribuido como tal al Imperio Británico), Samoa alemana (se sometía al Dominio de Nueva Zelanda), Nueva Guinea alemana (bajo el gobierno de la Commonwealth de Australia) y las islas situadas en el océano pacífico al Sur del Ecuador en nombre de la Unión Sudafricana). El quinto mandato C que incluía las islas situadas en el Pacífico al Norte del ecuador lo asumió Japón.
El régimen acordado para esos territorios era uniforme y se establecía en 7 articulos: El mandatario (en realidad un poder colonial) tenía plenos poderes de cara a la administración y legislación del país. Tenía deberes de bienetar material y moral sobre los habitantes (el llamado deber de colonizar). Excluía la trata de esclavos y el trabajo obligatorio (salvo en trabajos públicos de carácter esencial y con obligación de ofrecer remuneración por esos trabajos), prohibición de consumo de bebidas alcohólicas, control del tráfico de armamentos, prohibición de formación militar a los indígenas, libertad de conciencia de los nativos y exclusión de establecer bases navales en el territorio.
Esa situación se mantuvo hasta la Segunda Guerra Mundial que supuso algunos cambios entre otros y dada la terrible experiencia de la marina británica en esas aguas a manos de Japón, por lo visto un alumno aventajado en la colonización de China y el Pacífico, se estableció por la Organización de Naciones Unidas un fideicomiso sobre buena parte de esos territorios que por otro lado habían sido recuperados por los Estados Unidos al imperio japonés durante la Segunda Guerra Mundial.
Sin embargo el asunto sólo se despertó por acción de ese jurista, Emilio Pastor, para pronto volver al sueño y al olvidó y no hubo continuidad ni política ni diplomática a la nota del Gabinete de Información Diplomática del Ministerio de Asuntos Exteriores de enero de 1949. Cuando finalmente llegó la democracia a nuestro país desgraciadamente faltó quizá la lucidez, la transparencia y el debate público sobre cuál había de ser el comportamiento del Reino de España respecto a aquellos últimos territorios que después de casi seis siglos aún podían vincularnos soberanamente con el Pacífico.
Desconozco si los ministros Fernández Ordóñez y Javier Solana quienes sucesivamente ocuparon la cartera de Exteriores en el vencimiento del fideicomiso norteamericano tuvieron alguna preocupación al respecto, el 3 de noviembre de 1986 y el 1 octubre de 1994 (para las Palaos) respectivamente. El tradicional secretismo de la política exterior española no ha sido precisamente una garantia de modernidad y calidad democrática. Ni de ningún otro tipo de calidad, dejando a salvo la magnífica labor de muchos de nuestros diplomáticos.
La herencia oceánica española era una inquietud para el Imperio Británico no tanto como plataforma para que un tercer poder Alemán o japonés que nos sustituyera en Oceanía, sino como posibilidad y pretexto de un posible despertar marítimo de una España decadente. Esa evidencia que ha definido parte de la política atlántica británica durante prácticamente dos siglos les resultaba inverosímil a nuestros políticos y diplomáticos. Ilustres historiadores como Rosario de la Torre destacan la incapacidad de la política y la diplomacia española para comprender el papel británico en los acontecimientos que a finales del siglo XIX habían complicado tanto a nuestro país en el Pacífico: la desestabilización de Filipinas; la expedición filibustera desde territorios coloniales británicos; el entendimiento de Aguinaldo con los norteamericanos a través de la diplomacia inglesa, la venta de armas y municiones con destino a lo insurgentes filipinos y la sede en Hong Kong de la Junta de los rebeldes… Mísero siglo XIX donde España instauró la guerra civil como estado político natural y donde muchos grupos de poder dieron tantas veces prueba de su ilegitimidad.
El derecho internacional sirve para muchas cosas incluso para huir del pasado y de las responsabilidades del presente, eso lo hemos comprobado ien casos tan inmediatos como la forma en que literalmente se abandonaron las poblaciones del Sahara Occidental o de Guinea. Hay que reconocer que haber esperado algo muy distinto para esta Provincia Oceánica Española, como la denominaba Pastor, habría sido iluso. Me habría gustado un compromiso con la forma en que la población local entraba en el disfrute de su independencia o decidía participar de otro tipo de proyecto colectivo como la libre asociación con Estados Unidos como fue el caso de Palaos, Micronesia y Marshall, o de las Marianas del Norte que posee un estatus similar al de Puerto Rico, al igual que Guam. Las islas Salomón son hoy día independientes, las Carolinas están divididas entre los Estados Federados de Micronesia y las Palaos. Creo que subsiste una responsabilidad especial, desde la humildad y el mayor respeto por la voluntad de sus poblaciones, por parte de nuestro país hacia esos territorios. No estaría de más que tuvieran las mismas (escasas) ventajas a la hora de naturalizarse español como sucede con los nacidos en otros territorios de la antigua monarquía. Observar lo que está ocurriendo con las culturas locales y apoyarlas sería otro aspecto que nos implica, me preocupa la situación de culturas autóctonas (algunas antiguamente muy mestizadas con los hispánico), como el chamorro y que hoy por hoy están amenazadas. El Planeta no necesita ningún laboratorio más de aculturización, pero después de decenios de persecución y de dejar claro que sólo con el inglés se puede llegar a algo, el chamorro está herido. No estaría de más identificar y denunciar esos procesos y el eco político de la ideología wasp: blancos, anglosajones y protestantes como lo que es, otra fruta del arbol de la discriminación y exactamente idéntico a la del Ku Klux Klan pero sin hábitos y capirotes y que hoy sirve, no sólo para reservar los núcleos de poder empresariales, en manos de la misma casta, sino para diluir culturas a cambio de una ciudadanía de segunda -porque a sus ojos nunca llegarán a ser wasp-, una casta que visten en sus ideas las mismas casacas rojas que rechazaron Franklin, los Adams o Jefferson.
Ningún otro espacio, y no es pequeño, encuentro hoy día a las inteligentes tesis de Emilio Pastor, si es que nos planteáramos ser una pequeña parte de la vida de esas poblaciones de Oceanía.
Isla Asunción en las Marianas
La Micronesia Española. Cien años de agonía de una provincia invisible | Espejo de navegantes
Última edición por Hyeronimus; 18/02/2014 a las 20:27
EL ATOLÓN DEL PACÍFICO QUE FUE ESPAÑOL HASTA 1990 Y NADIE LO SABÍA
En 1948 el historiador español Emilio Pastor se puso a revisar el contrato de venta de las Islas Carolinas a Alemania que se había realizado en 1899 y para su sorpresa descubrió que los redactores habían olvidado incluir cuatro pequeños atolones, entre ellos uno llamado Kapingamarangi que era el más habitado y más alejado de las Carolinas. Puesto en conocimiento del hallazgo el gobierno de Franco, el Consejo de Ministros de la época decidió dar carpetazo. Demasiados problemas tenía por entonces España como para ponerse en litigio con EEUU por un minúsculo atolón.
Esta curiosa historia comienza en el año 1537, cuando un galeón español al mando del segoviano Hernando de Grijalva que navegaba por el entonces conocido como “Lago Español” de Filipinas a México, avistó una serie de atolones en mitad del Pacífico, entre ellos uno al que llamó Pescadores y que se supone es el actual Kapingamarangi. No desembarcaron en ellos, pero siguiendo la costumbre de la época tomaron posesión de esas tierras en nombre de la Corona española. Durante ese mismo siglo XVI otros navegantes españoles atisbaron más atolones del mismo grupo, pero sin desembarcar en ellos. No fue hasta 1686 cuando Francisco de Lezcano puso pie en tierra en la actual isla de Yap y llamó al archipiélago islas Carolinas, en honor al rey Carlos II.
España decidió mandar por fin en 1886 una escuadra a tomar posesión de sus dependencias en el Pacífico. Se instalaron en la isla de Pohnpei, llamada entonces Ponapé. Pero en apenas un año los indígenas exterminaron a todos los españoles y a los filipinos que les ayudaban. En 1887 se envió otro destacamento más poderoso que construyó en Ponapé una fortaleza, una iglesia y una pequeña villa. Igualmente se construyó otro destacamento en la isla de Yap al que se le llamó Santa Cristina de Yap.
Tras el desastre del 98, España vendió las Carolinas a Alemania por 25 millones de pesetas, momento en el cual los redactores de la venta se olvidaron del atolón Kapingamarangi al que Grijalva había llamado Pescadores y por tanto, legalmente el atolón continuó siendo español hasta 1990, cuando la ONU dio por finalizado el fideicomiso que EEUU tenía sobre esos territorios desde el final de la II Guerra Mundial. En aquel año 1990 las Carolinas se convirtieron en la Federación de Estados de Micronesia.
Localización de Kapingamarangi
El atolón fue llamado Pescadores
El atolón forma parte hoy en día de Los Estados Federales de Micronesia
Vista aérea del atolón
Hernando de Grijalva pasó por allí en 1537
EL ATOLÓN DEL PACÍFICO QUE FUE ESPAÑOL HASTA 1990 Y NADIE LO SABÍA - La Vieja España
Actualmente hay 1 usuarios viendo este tema. (0 miembros y 1 visitantes)
Marcadores