Sobre la expedición a la Cochinchina, Esteban Infantes escribió este resumen en su libro "La División Azul. Donde Asia empieza" (1956):
Expedición a la Cochinchina: Con motivo del asesinato del obispo español fray José María Díaz, titular de la sede de Platea, y de otros diez mil cristianos por el gobierno de Hué, España y Francia, que también tenía misiones en la Cochinchina, no quisieron tolerar estos excesos, y acordaron intervenir manu militari en el reino annamita para hacerse respetar.
El marqués de Turgot, embajador de Francia en Madrid, recibió orden de su Gobierno de solicitar de S. M. Católica el envío de 1.500 soldados de Filipinas para colaborar en la expedición que se organizaba, a cuya invitación España respondió ordenando, en diciembre de 1859, el embarque de un regimiento de infantería de cazadores y cien artilleros con rumbo a la bahía de Turana.
Los españoles fuerona a las órdenes de Ruiz de Lanzarote, tomando el mando del conjunto de las fuerzas expedicionarias el vicealmirante francés Rigault de Genouilly, a quien seguía una escuadra francesa y algunas unidades de desembarco.
El 1.º de septiembre de 1858 desembarcaron dos mil quinientos aliados en la bahía de Turana, conquistando al asalto las fortificaciones annamitas.
Como no había precedido ningún acuerdo formal entre España y Francia, ésta se aprovechó de la victoria, con idea de anexionarse la Indochina, como ocurrió realmente. (El desenlace ocurrió en 1954.)
Muchos meses se emplearon en trabajos de fortificación innecesarios, tiempo que habría bastado para ocupar Huré. Entonces se perdió una ocasión preciosa para haber terminado la campaña. Las enfermedades diezmaron a los franceses, viéndose obligados los españoles a desarrollar un esfuerzo extraordinario. Los misioneros españoles, muy conocedores del país, aconsejaron una acción rápida sobre Tonkin, pero los franceses se empeñaron en una ofensiva sobre Saigón, cuya ciudadela se tomó gracias al empuje de los españoles. En esta ocasión la vanguardia, constituída por españoles, estuvo bajo las órdenes del entonces comandante Palanca (2 de febrero de 1859), que tanto prestigio hubo de adquirir en esta campaña.
El considerable botín de Saigón pasó íntegro a Francia, prometiendo los franceses compensar a los españoles en Tonkin, promesa que quedó incumplida.
Un nuevo compás de espera, durante el cual los españoles tuvieron el principal trabajo, siguió a la toma de Saigón.
En abril de 1859 hubo un combate en campo abierto, en el que se distinguieron las fuerzas españolas con el coronel Lanzarote, derrotando a 10.000 annamitas.
En julio de 1860 los españoles defendieron heroicamente la pagoda de los Campaniles, salvando la ciudad de Saigón.
Francia, considerándonos inferiores, a pesar de reconocer diplomáticamente nuestra condición de aliados, se aprovechó de todas nuestras victorias.
Ni Rigault de Gonouilly, ni sus sucesores Page, Charner y Bonnard, nos concedieron gran beligerancia, escamoteando cuanto pudieron nuestros éxitos por las críticas que dirigían a nuestros mal montados Servicios.
España nombró a Palanca, ya coronel en 1860, plenipotenciario español en el asunto de Indochina, llevando instrucciones concretas de nuestro Gobierno para pactar con el emperador de Annan en iguales condiciones que los franceses.
El nuevo aplazamiento de esta campaña tuvo como fundamento la necesidad de desplazar fuerzas francesas a China para la intervención que, en este país, hicieron juntamente los ingleses. No quisieron dejar dueños de la Cochinchina a las fuerzas españolas y, valiéndose de engaños, indujeron a Ruiz de Lanzarote a regresar a Filipinas con el grueso de sus fuerzas, quedando una guarnición en Saigón como destacamento. Al poco tiempo se abrió esta plaza al comercio de todas las naciones sin consultar Francia con España.
A las protestas enérgicas que hubo que formular nuestro Gobierno se le contestó con buenas palabras y evasivas.
En noviembre de 1861, ya de regreso la escuadra y tropas francesas que se habían desplazado a China, Bonnard prometió a Palanca, jefe de nuestras tropas, que los barcos franceses se pondrian a disposición de los españoles para la expedición de Tonkin. Ni entonces, ni en los primeros meses de 1862, se facilitó a Palanca ningún barco para esta operación. Se perdió con ello ocasión muy oportuna, porque había reclamado la ayuda española el pretendiente cristiano de Tonkin, candidato del vicario apostólico para el trono, garantizándonos una importante compensación.
El 5 de junio de 1862 se firmaba en Saigón un tratado de paz que puso fin a cuatro años de hostilidades.
España contribuyó poderosamente a aumentar el Imperio francés sin que ella consiguiera ninguna ventaja positiva.
Incluso se ha llegado casi a olvidar en la Historia esta gloriosa expedición española."
Hasta aquí el Teniente General Emilio Esteban Infantes, en el libro dicho más arriba que versa sobre la gloriosa División de Voluntarios Españoles 250, pero que al término de su estudio y testimonio ofrece una sucinta historia de otros conflictos internacionales en los que participaron las armas españolas.
Marcadores