El tradicionalismo político español defendido por los carlistas
El tradicionalismo político español constituido por las ideas tradicionales, religiosas, patrióticas y monárquicas, defendidas por los carlistas, que se basan en que el funcionamiento correcto del Estado y de la sociedad sólo se consigue, si se actúa según la moral, y que esto sólo es posible acatando la autoridad moral de la Iglesia y aceptando sus demás medios sobrenaturales y no sólo proclamando de palabra la confesionalidad, pero sin obrar en consecuencia.
La tradición no es la conservación de lo viejo, sino la transmisión de lo seleccionado como bueno, que será mejorado con aportaciones que sean buenas y no simplemente nuevas, sino mejoras que requieren creatividad, evolución y desarrollo de lo bueno recibido para ser comunicado y transmitido (como en el presente se hace con el software libre).
Las ideas tradicionales son formuladas por los carlistas en su triple lema,
Dios, patria, rey, más adelante explicitado como Dios, patria, fueros y rey. (Esto es un ejemplo de la creatividad constitutiva de la tradición).
- Dios:
no sólo se proclamaban católicos, y defendían que el Estado se proclamase católico: esto también lo hacían los liberales, puesto que la Constitución de Cádiz de 1812 es confesional y también las siguientes:
los carlistas propugnaban que había que obrar en consecuencia, con cohesión entre la religión y la vida, también en la vida política, acatando la autoridad moral de la Iglesia (no que los eclesiásticos se convirtiesen en gobernantes, como los califas y emires), sino que el criterio de lo justo y lo injusto se aceptase según la autoridad de la Iglesia, mientras en el liberalismo la confesionalidad quedaba sólo en una proclamación verbal desactivada por el parlamentarismo, según el cual todo lo que apruebe el parlamento es válido y aceptable.
(en el siglo XX ya se ha cuestionado y respondido que todo, todo, no es aceptable, aunque una votación parlamentaria o popular lo aprobase, ya se ha llegado a cuestionar en el liberalismo, que si el parlamento aprueba el nazismo, y el exterminio de los judíos, eso no es aceptable, o que el golpe de 1990 en Argelia contra los islamistas vencedores en las elecciones sí es aceptable).- Patria
El patriotismo tradicional es muy diferente del nacionalismo liberal y socialista. Consiste en el amor a la patria, no en el rechazo a todas las demás; se basa en lo que une, no en lo que diferencia, y va a la convivencia de pueblos diferentes sin unificarlos ni someterlos, ni borrar las diferencias.
El patriotismo tradicional consiste en amar a su patria por ser la suya, no por pretender que sea superior, y comprende que los otros aman cada uno a la suya tanto o más, siendo otra.
El patriotismo tradicional se basa en el amor al prójimo. En que se debe amar a la patria no por pretender que es la mejor, sino porque es la propia. Como se ama a la madre no por ser la más bella, sino porque es la propia, sea o no la más bella o deje de serlo con la edad. El que ama a su patria o nación con un patriotismo tradicional, sin nacionalismo, comprende perfectamente que los demás amen a la suya de la misma manera y puede convivir con ellos.
El patriotismo tradicional a diferencia del nacionalismo liberal o socialista hace perfectamente compatible el amor a la patria y su autonomía con la convivencia, la solidaridad y la unidad de varias o de todas las patrias en un Estado, sin problema ni de separatismo, por más competencias autonómicas que haya, ni de sometimiento, ni de centralismo.
Sólo puede haber pluralidad, coexistencia, solidaridad y convivencia de pueblos, o naciones, así con minúscula, si no se pretende atribuirles la Soberanía.
y ponerlos con mayúscula como Dios. La experiencia popular expresaba la autonomía compatible con la convivencia en la fórmula: "Cada uno en su casa y Dios en la de todos".
El patriotismo tradicional, no es una idolatría, o algo antinatural, sino que es algo enraizado en la moral natural, la cognoscible con la sola luz de la razón, la norma de comportamiento conforme a la naturaleza que tiene el hombre, que no se la ha dado a sí mismo, es la normativa de comportamiento racional recibida por el hombre al recibir esa naturaleza racional, que no se la ha dado a sí mismo, por eso la ley natural es ley
El patriotismo tradicional, no sólo es lícito, a diferencia del nacionalismo liberal y socialista, sino que es uno de los deberes incluidos en el cuarto de los preceptos del decálogo, de los diez mandamientos, que son el núcleo de esa ley natural, de esa moral natural cognoscible por la luz natural de la razón. El mandamiento de honrar al padre y a la madre, incluye el amor a la patria, palabra que significa literalmente la tierra de los padres. Y no es que la diferencia sea de palabras, porque nación, que significa literalmente la tierra en la que se nace, es lo mismo que la patria natal. Patria y nación son palabras que vienen del latín, que ya eran usadas en la antigüedad y que tienen un significado tradicional muy diferente del que les da el liberalismo.
No se pueden basar las autonomías en la doctrina del Pueblo Soberano. No puede haber varios Pueblos Soberanos. Pero desde que se proclama un pueblo como Pueblo Soberano nada puede impedir que se proclamen otros pueblos como soberanos tras autodefinirse como pueblos distintos en nombre de la doctrina de los hechos diferenciales. Desde que se proclama la doctrina del Pueblo Soberano o de la Soberanía de Nacional, que entiende la soberanía del Estado como absoluta por actuar en nombre del Pueblo, sólo hay o sometimiento de pueblos o independentismo, y encima enfrentamientos y rivalidades por basarse en lo que diferencia y no en lo que une. No hay ya convivencia y solidaridad de pueblos autónomos.
Y todavía el nacionalismo y el cesarismo tienen como ídolos a la Nación y al César, pero el cosmopolitismo (hoy llamado alianza de las civilizaciones) es más absoluto todavía, porque el nacionalismo conserva algunos elementos naturales de la nación a los que debe atenerse, aunque los haya distorsionado y desnaturalizado al convertir a la patria o nación con minúscula en un monstruo, por idolatrarla como la Nación con mayúscula, por haber dejado de acatar a Dios por encima, como fuente de todo poder, pese a que la existencia de Dios es cognoscible y demostrable por la razón natural; es un tema de filosofía. Es más absoluto el poder ejercido en nombre de la Voluntad General del Pueblo, que elimina no sólo a Dios, sino la idea misma de Dios referida a un ídolo.
- Rey:
en la tradición española, el rey reina y gobierna, no es como los reyes holgazanes de la Francia merovingia (les rois faineants); el rey no es irresponsable como en el liberalismo, no es como en el monarquismo liberal en el que "el rey reina, pero no gobierna".
Pero el tradicionalismo político español no es absolutista, aunque aún quedan en el carlismo de las fases iniciales del XIX amplios sectores que tienen la idea de la monarquía distorsionada por el cesarismo renacentista que había desembocado en el absolutismo monárquico, y quedan en el XIX muchos carlistas que son absolutistas; el absolutismo irá siendo eliminado del carlismo en las épocas siguientes, porque no forma parte de las ideas tradicionales. En el tradicionalismo político español, el rey debe gobernar conforme a los fueros y con las Cortes y la autonomía de los diversos reinos incluso en lo constitucional, que no es un separatismo, porque no es nacionalista. El tradicionalismo político español, por lo tanto, se opone al centralismo y al absolutismo del Estado basado en la proclamación de la doctrina de la Soberanía Nacional o del Pueblo Soberano por el liberalismo.
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Las ideas tradicionales parten de que la libertad y la justicia sólo se pueden conseguir si se basan en el acatamiento de la autoridad en materia moral de la Iglesia Católica; mientras que los liberales, incluso los que son católicos, lo basan todo en el poder del Parlamento en nombre del Pueblo Soberano o de la Nación, como poder supremo.
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Nexo entre las dos causas de la Primera Guerra carlista: ¿por qué los liberales apoyan la proclamación de Isabel II como reina?
El pacto realizado en 1832, como desenlace de los Sucesos de la Granja, por la reina Gobernadora Mª Cristina de Borbón, de acuerdo con el gobierno absolutista de Fernando VII, con los liberales, que apoyan la decisión sucesoria absolutista del rey Fernando VII en favor de la infanta Isabel, porque les proporciona la clara posibilidad de llegar al poder y de establecer el liberalismo desde arriba.
Este es el pacto entre el Trono y la Revolución, que traerá la implantación del liberalismo, y que viene de la época de Fernando VII.
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Carlismo, integrismo y nacionalismo a finales del XIX
Los carlistas siguen en la marginación.
- Fracasa el intento de Cánovas de absorberlos en el Partido Conservador para que tuviera masas, las "honradas masas carlistas" como él dice.
- Continúan fieles a la monarquía tradicional con Carlos VII.
- Pero se escinde una parte, el integrismo político (1888), que no es lo mismo que el integrismo religioso, existente también en otros partidos.
- El integrismo religioso es la sobrevaloración de los méritos humanos como si, por ser tan bueno el individuo o el pueblo, Dios le tuviera que dar el triunfo obligatoriamente y cuando ellos quisieran. Es una distorsión inmanentista de la religión. De ese inmanentismo deriva la intransigencia característica del integrismo. En 1888, esa intransigencia lleva al integrismo político a repudiar a Carlos VII.
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El inicio en España de los nacionalismos antiespañoles fue en la época de la Restauración a finales del XIX:
Esos movimientos nacionalistas se basan, como el nacionalismo españolista, como todo nacionalismo, en la misma veneración de la Nación por encima de todo y en la teoría de los hechos diferenciales.
El nacionalismo es muy diferente del amor a la patria, es su distorsión.
La teoría de los hechos diferenciales es el mito de la superioridad, porque nadie dice que es diferente para pregonar una inferioridad, sobre todo si es colectiva, sino para pretender una superioridad y su acatamiento. Es valorar a la patria sólo porque es superior a las demás, esto es dulcineísmo y es diferente del amor a la patria y lo contradice: venera a la patria por ser superior; si no lo fuera, la dejaría por otra de más categoría. Basar el nacionalismo en la teoría de los hechos diferenciales es insistir más en lo que separa que en lo que une con los otros pueblos, es crear el problema de la convivencia de pueblos diferentes y autónomos en una misma unidad política.
Es ahora el origen del mal llamado "problema vasco" y del mal llamado "problema catalán". El verdadero problema es el nacionalismo catalanista y el nacionalismo vasquista: y en ello el problema no es lo catalán, ni lo vasco, sino el nacionalismo, que es el mismo que el nacionalismo españolista, ahora aplicado a lo catalán y a lo vasco: proclamar la Nación como lo máximo, lo supremo. En España ya era un problema enorme que se hubiera impuesto la proclamación de España como Nación, (con soberanía absoluta ejercida por su parlamento, porque estaba siendo un tóxico para todo lo español), cuando desde ahora tenemos a otros que pretenden que su nación sea reconocida como Nación con mayúscula, es decir como entidad absoluta en sí misma, lo cual, lleva consigo el pretender antes o después el soberanismo, además de ser un dulcineísmo. Y lógicamente tantos soberanos absolutos son ya demasiados problemas.
- El nacionalismo catalanista:
- Se basa, como "hecho diferencial", en el idioma catalán, derivado del latín, que sustituyó al idioma de los layetanos, los ilergetes y los demás prerromanos.
La recuperación del catalán como lengua de uso de los intelectuales databa de 1845 con La Oda a la Patria de Aribau. Ahora, en el último tercio del XIX, se estaba desarrollando La Renaixença, un movimiento cultural que potencia extraordinariamente el uso literario de la lengua catalana, sobre todo porque aparecen literatos como Verdaguer, que es el mejor poeta de la Edad Contemporánea en el mundo hispánico en todos sus idiomas.- Políticamente tiene su primera concreción en las reivindicaciones contenidas en las Bases de Manresa (1892), cuyo artífice es Valentí Almirall, un antiguo federalista. LaUnió Catalanista de ahora es sólo una organización política embrionaria, pero desembocará ya como partido político en la Lliga Regionalista desde 1901, conducida por políticos importantes como Cambó y Prat de la Riba.
- La teoría de los hechos diferenciales ha producido en este ámbito un complejo de superioridad generalizado por ser contagioso, compatible, por ser un complejo, con la veneración reverente y sumisa de lo europeo europeísta, que delata el complejo de inferioridad, tan común en toda España, que es typical spanish.
- El nacionalismo vasquista:
- Sabino de Arana, traumatizado por la derrota en la 3ª Guerra Carlista, que él ve como derrota vasca, llevado por su integrismo, desemboca en el nacionalismo vasquista antiespañolista con la raza como "hecho diferencial". El inmanentismo que hay en esa distorsión de la religión que es el integrismo es lo que le lleva a lo mismo que el liberalismo que él abominaba, a la sobrevaloración de la Nación, a ponerla por encima de todo, como el ser supremo.
Aplicado a un "Pueblo" distinto en virtud de los hechos diferenciales, el nacionalismo vasquista, empieza en 1895 siendo integrista religioso
y termina setenta años después siendo ateo y marxista en sus formulaciones más radicales,
que son reconocidas como las más "nacionalistas" e incluso las más "vascas" por los que parten de la identificación de lo vasco con lo nacionalista, mientras que las formulaciones moderadas tampoco son ya confesionales.
Aún se celebra, y en el siglo XXI más que nunca, como Aberri Eguna, Día de la Patria, el domingo de Pascua de cada año, porque, fue un domingo de Pascua de Resurrección, cuando Sabino de Arana y su hermano Luis dicen los vasquistas concibieron la idea del nacionalismo como una revelación para superar su trauma originado en la derrota del pueblo vasco, para ellos incomprensible por ser un pueblo tan religioso, que era derrotado por los liberales que representan la antirreligión. Los nacionalistas vasquistas celebran en 2009 un Aberri Eguna marcado por la pérdida del Gobierno- En 1895, funda el Partido Nacionalista Vasco, Eusko Alderdi Jelzalea: Eusko Alderdi significa Partido Vasco; pero Jelzalea no significa nacionalista, que es una palabra inexistente en el idioma vasco, porque hasta entonces era inexistente esa ideología nacionalista en los pueblos de habla vasca; Jelzalea significa los partidarios de JEL, que son las siglas de Jaungoicoa eta Lege Zarra, Dios y leyes viejas, Dios y Fueros.
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"Dios y Fueros"es el lema de los que iban dejando de ser carlistas a través de la distorsión integrista y del romanticismo.
El clero de Vascongadas era integrista, influido por el jesuitismo no ignaciano, seguidor de la teología de Suárez y de Molina, en vez de la teología establecida por san Ignacio como propia de los jesuitas, que es la de santo Tomás de Aquino.
Mientras que el clero de Navarra era tomista y carlista.
El integrismo religioso consiste, no simplemente en una actitud intransigente, sino principalmente en sobrevalorar los méritos humanos como si, por ser tan bueno y tan cristiano el individuo o el pueblo, Dios le tuviera que dar el triunfo obligatoriamente. El integrismo es un inmanentismo.
El lema del carlismo es Dios, Patria, Fueros y Rey. Los que se desligan del carlismo y van al nacionalismo reducen su lema a Dios y Fueros; y la patria, a la Nación basada en la raza vasca, en la mitificación e idolatría de una supuesta raza vasca. Aunque los vascongados descienden de los várdulos, caristios y autrigones; los vascones son los de Navarra, pero lo que cuentan son los mitos. Es una autoidolatría de la supuesta raza vasca, he ahí el inmanentismo.
El eslabón que liga esta distorsión integrista con el nacionalismo vasquista es el lema Dios y Fueros de los que reniegan del carlismo desde el Convenio de Vergara.
Una expresión de esto la encontramos en Iparraguirre, que era carlista y después, llevado por el ambiente del romanticismo y por su vida bohemia, tira la toalla y reniega de Carlos VII
("zoaz Don Carlos zazpigarrena, vete Don Carlos VII");
y se limita al fuerismo ("fueristac guera, eta izango, fueristas somos y lo seremos").
Su lema será Dios y el árbol ("biba Jaungoicoa eta arbola, viva Dios y el árbol").
En su extraordinariamente atractivo zortzico Guernicaco Arbola, nos presenta al árbol, símbolo en realidad de los fueros de Vizcaya, como si fuese ya símbolo de los fueros y de la existencia misma de toda Euscalerría y como si fuera plantado por el mismo Dios; repudia la guerra carlista y se reduce a la defensa de los fueros como si fueran divinos.
Iparraguirre no es nacionalista vasquista, aunque su reducción de la religión a la política y ésta a los fueros, al árbol sacralizado, desembocará en una de las corrientes que irá después al nacionalismo, convertido por otros en un ídolo el pueblo vasco; pero él todavía habla de España. Y la ama:"¡Ara España!¡Lur oberican ez du Europa guziac!"."¡Ahí está España! ¡Tierra mejor no la hay en Europa entera!", verso que hoy en día se suele mutilar por los antiespañoles, lo cual es como si se quitasen las figuras de los reyes de España de las cuadros de Velázquez y Goya.
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El nacionalismo vasquista de Sabino de Arana está contra España y es integrista: reducen la religión a la política, la política a la Nación y la nación a la raza, que es por lo tanto la encarnación de la religión, la inmanencia de lo divino. En la raza como "hecho diferencial" estriba la fundación en 1895 del Partido Nacionalista Vasco, Eusko Alderdi Jelzalea, PNV-EAJ, que lleva en la J la huella de Jaungoicoa una vez quitado.Los nacionalistas vasquistas de Sabino de Arana están contra España y son integristas: reducen la religión a la política, la política a la Nación y la nación a la raza, que es por lo tanto la encarnación de la religión, la inmanencia de lo divino. En la raza como "hecho diferencial" estriba la fundación en 1895 del Partido Nacionalista Vasco, Eusko Alderdi Jelzalea, PNV-EAJ, que lleva en la J la huella de Jaungoicoa una vez quitado.: Eusko Alderdi significa Partido Vasco; pero Jelzalea no significa nacionalista, que es una palabra inexistente en el idioma vasco, porque hasta entonces era inexistente esa ideología nacionalista en los pueblos de habla vasca; Jelzalea significa los partidarios de JEL, que son las siglas de Jaungoicoa eta Legue Zarra, Dios y leyes viejas, Dios y Fueros.
Sus sucesores medio siglo después fueron democristianos y trataron de desmarcarse del racismo, como los demás nacionalismos en occidente, ante la evidencia del descrédito en el que había desembocado con los nazis: en 1958 dejó de exigirse estatutariamente para ser miembro del PNV-EAJ tener los ocho primeros apellidos vascos, que es en lo que se concretaba la falsa demostración de que se tenía la inexistente raza vasca. En la última época, al igual que los demás democristianos, renunciaron a la confesionalidad católica, después fueron ellos excluidos de la internacional democristiana, mientras una parte del nacionalismo vasquista ha ido a parar al ateísmo, al marxismo y al terrorismo. Esta evolución desde el integrismo al ateísmo político y, en muchos casos, personal se explica porque su ser supremo es la Nación (en este caso llamada vasca), que es tan falsamente suprema como la de todo nacionalismo. Ha sido una evolución-involución para no moverse de lo mismo. Girando. Barrenando. Hundiendo lo vasco. El propio Azcárraga, consejero de Justicia del Gobierno de la CAV, ha sido el que ha dicho el 16.02.2006 que el final del terrorismo no es el final del "problema vasco", porque el verdadero problema es conseguir la autodeterminación y que mientras no lo consigan, continuará el "problema vasco", del cual el terrorismo es una consecuencia.
En la ikurriña inventada por Arana se ve esta distorsión integrista que lleva al racismo. La han puesto como bandera de la Comunidad Autónoima Vasca, pero han descartado el Guernicaco Arbola como himno de esa Comunidad.
Una escisión no confesional del nacionalismo vasquista originó en 1930 el pequeño partido denominado Acción Nacionalista Vasca, que en las elecciones del 27.05.2007 actuó como vehículo de la ilegalizada Batasuna. El grueso del PNV siguió siendo confesional católico después de esa escisión de 1930. Sus sucesores medio siglo después fueron democristianos y trataron de desmarcarse del racismo, como los demás nacionalismos en occidente, ante la evidencia del descrédito en el que había desembocado con los nazis: en 1958 dejó de exigirse estatutariamente para ser miembro del PNV-EAJ tener los ocho primeros apellidos vascos, que es en lo que se concretaba la falsa demostración de que se tenía la inexistente raza vasca.
En la última época, al igual que los demás democristianos, los del PNV renunciaron a la confesionalidad católica, después fueron ellos excluidos de la internacional democristiana, mientras una parte del nacionalismo vasquista ha ido a parar al ateísmo, al marxismo y al terrorismo. Esta evolución desde el integrismo al ateísmo político y, en muchos casos, personal se explica porque su ser supremo es la Nación (en este caso llamada vasca), que es tan falsamente suprema como la de todo nacionalismo.
Aplicado a un "Pueblo" distinto en virtud de los hechos diferenciales, el nacionalismo vasquista, empieza en 1895 siendo integrista religioso
y termina setenta años después siendo ateo y marxista en sus formulaciones más radicales,
que son reconocidas como las más "nacionalistas" e incluso las más "vascas" por los que parten de la identificación de lo vasco con lo nacionalista, mientras que las formulaciones moderadas tampoco son ya confesionales.
Aún celebran, y en el siglo XXI más que nunca, como Aberri Eguna, Día de la Patria, el domingo de Pascua de cada año, porque, fue un domingo de Pascua de Resurrección, cuando Sabino de Arana y su hermano Luis concibieron la idea del nacionalismo como una revelación para superar su trauma originado en la derrota del pueblo vasco, para ellos incomprensible por ser un pueblo tan religioso, pero que era derrotado por los liberales que representaban la antirreligión.
Ha sido una evolución-involución para no moverse de lo mismo. Girando. Barrenando. Hundiendo lo vasco.
En la ikurriña inventada por Arana se manifiesta la distorsión integrista que lleva al racismo. La han puesto como bandera de la Comunidad Autónoma Vasca, pero han descartado el Guernicaco Arbola como himno de esa Comunidad.
El racismo sobresale en todos sus planteamientos originarios, por ejemplo, dice Sabino de Arana: “Cataluña es española por su origen, por su naturaleza política, por su raza, por su lengua, por su carácter y por sus costumbres. Ustedes, los catalanes, saben perfectamente que Cataluña ha sido y es una región de España. Maketania comprende a Cataluña, y maketo es el mote con que aquí se conoce a todo español, sea catalán, castellano, gallego o andaluz”.
Aún dicen en el XXI que es manchar un apellido vasco su unión con otro apellido que no sea vasco, aunque ya no exigen tener los ocho primeros apellidos vascos como falsa demostración de que se tiene la inexistente raza vasca.
Véase la cuestión de la limpieza de sangre
La distorsión de la religiosidad por el naturalismo renacentista lo centra todo en lo humano desligado de lo divino y sobrevalorado. Y, en el caso de la limpieza de sangre, al poner como indicador de ser buen cristiano, en vez de la unión con lo divino de lo humano, la ascendencia familiar, pone el eslabón que llevará en el futuro a sustituir la religión por el racismo. La limpieza de sangre cada vez más valorada en los siguientes siglos de la Edad Moderna, llevará a mitificar a aquellos pueblos como el de Vascongadas que se suponía que nunca estuvieron bajo la dominación musulmana, a la que se denominaba mora, como ahora árabe, con una denominación étnica y no religiosa. Sólo faltará que llegue la proclamación por el liberalismo de la doctrina del Pueblo Soberano, para que haga eclosión el nacionalismo con todas sus locuras y catástrofes de los siglos contemporáneos y posmodernos.
Cuando se suprime el requisito de la limpieza de sangre en 1835, es ya demasiado tarde, ha sido sustituido por el nacionalismo con todo su racismo y xenofobia, que es el problema corregido y aumentado.
IPARRAGUIRRE, EL CARLISMO Y EL NACIONALISMO VASQUISTA
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En la Plena Edad Media (XI -XIII): empieza a llegar a su plenitud la síntesis de la religión y de la vida:
ser cristianos los individuos y los estados y comportarse como tales:
vivir conforme a la moral (conforme a su humanidad y según su nueva sobrenaturaleza como hijos de Dios)
y utilizar los medios que tiene la Iglesia Católica para ello:
la autoridad de la Iglesia para indicar infaliblemente lo que está bien y lo que está mal (lo que es humano y lo que no)
y la gracia divina dispensada por la Iglesia para conseguir obrar en consecuencia, según su naturaleza humana y según su nueva sobrenaturaleza como hijos de Dios.
La sociedad es cristiana y va organizando todos los aspectos de la civilización conforme a la moral natural, a la justicia racional, dentro de la Iglesia Católica cuya autoridad religiosa y moral acatan los estados.
La Cristiandad busca el pleno desarrollo de lo humano en su unión con lo divino por medio de Cristo y de su Iglesia.
La Edad Media cristiana no sólo no elimina la cultura clásica, sino que la Iglesia la salva de su naufragio de la caída del Imperio Romano, la cristianiza y así la potencia y la aumenta en intensidad,
y además la aumenta en extensión integrando a los pueblos bárbaros en la civilización clásica cristianizada al convertirlos, al bautizarlos.
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La Reconquista intensifica en España, dentro de la Cristiandad, la militancia, la combatividad cristiana.
- España sale de la Reconquista impregnada de religiosidad combativa. Y convertida en la primera potencia militar y política: impondrá su hegemonía durante siglo y medio en Europa y creará un imperio ultramarino. También será la primera potencia cultural y científica.
- Se configura la Hispanidad como Cristiandad combativa y extensiva.
- La Hispanidad es la europeidad de la Cristiandad intensificada en España por la combatividad en su defensa en la Reconquista, en la resistencia consecutiva frente al Imperio Islámico turco y frente a la revolución protestante, y extendida por las Indias de América, Asia, África y Oceanía.
La Hispanidad es la extensión por España (Hispania) y las Indias de la europeidad de la Cristiandad, triplemente potenciada en intensidad en las Navas, en Mühlberg y en Lepanto. Y exponencialmente aumentada al extenderla ecuménicamente por las Indias de Oriente y de Occidente.
La europeidad de la Cristiandad es contraria a la Europa del europeísmo, que es su desvirtuación laicista obrada por el liberalismo y el socialismo. Ambas se enfrentarán en España y en las Indias en las guerras civiles del XIX y del XX.- Los islamistas, dentro de la obligación que creen tener de arrebatar el poder a los que ellos llaman infieles, siguen considerando hoy que Al Andalus en especial les pertenece, y que hay que eliminar del poder en España tanto a los cristianos como a quienes dicen que hay que establecer en ella el laicismo como sistema, porque a los laicistas los denominan "el gran Satán", y consideran que aún están más obligados a entregarles Al Andalus, ya que los laicistas con tal de oponerse al cristianismo no dejan de alabar al islamismo.
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El antropocentrismo de la modernidad es la creencia de que la humanidad se desarrollará mejor autoproclamándose como centro supremo, desligándose de Dios y de la Iglesia.
Desligar lo humano y lo divino.
Ha dado origen a absolutismos, guerras, matanzas, odio entre naciones, explotación. Desencadenamiento de lo inhumano.
Este es un fragmento del artículo "La tradición y el tradicionalismo": http://www.hispanidad.info/tradicion.htm.
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