EL COMUNISMO. La hidra de las cien cabezas
(XVI)
El Alcázar. 16/02/1977.
Por Francisco J. DE URCI
PARTIDO COMUNISTA DE ESPAÑA (reconstituido). P.C.E. (r)
DURANTE el verano y otoño de 1975, F.R.A.P. y G.R.A.P.O., o mejor dicho P.C.E. (M-L) y P.C.E. (r),
rivalizan en su ejecutoria criminal. Ya dejamos reseñadas las hazañas del primero. Sigamos ahora con las
del segundo.
Un clima de tensión vive el país durante estas fechas. En verdad fueron meses de triste recuerdo. En 28
septiembre se han ejecutado a tres miembros del F.R.A.P. y dos de E.T.A., para los que no hubo indulto.
El primero de octubre, fecha por otro lado significativa para el régimen franquista, por ser conmemorativa
de la exaltación del Generalísimo a la Jefatura del Estado, se había convocado en la Plaza de Oriente una
manifestación masiva de adhesión a su persona. La convocatoria tenía como segundo objetivo, expresar la
repulsa por la campaña antiespañola promovida en Europa, al haberse ejecutado en cumplimiento de
sentencia a unos criminales con filiación política. La manifestación, pues, fue un acto eminentemente
patriótico, pero muy bien aprovechado por los asesinos del G.R.A.P.O., hasta entonces más conocidos por
organización terrorista Primero de Octubre.
La consigna no era la primera vez que había sido dada por alguna cabeza de la hidra: "Matad como sea a
agentes de orden". Hacia las nueve treinta horas de la mañana, mientras millares de madrileños se dirigen
a la Plaza de Oriente, cuatro, comandos del G.R.A.P.O. parten hacia otras tantas sucursales bancarias,
ubicadas en cuatro barrios distintos de Madrid. Recordemos resumidamente los cuatro crímenes.
En la calle Agustín de Foxá, próxima a la Plaza de Castilla, estaba de servicio el policía armado Miguel
Castilla Martín. Le dispararon a quemarropa y huyeron. Gravemente herido, ingresó en un hospital en
estado de coma. Falleció el día 8, sin haber recobrado el conocimiento.
En la calle Valmojado, del barrio de Aluche, unos desconocidos dispararon fríamente sobre el policía
armado Joaquín Alonso Bajo, con una escopeta de cañones recortados. A los pocos minutos de ingresar
en el hospital militar Gómez Ulla, fallecía.
En la Avenida Mediterráneo, al policía armado Agustín Ginés Navarro se le acercan dos individuos; le
disparan a quemarropa. Abatido, uno de los asesinos le machaca el cráneo con un martillo.
Calle Marqués de Corbera. Dos desconocidos disparan sobre el policía armado Antonio Fernández
Ferreiro. Cuando cae al suelo, lo rematan a tiros.
Con este cuádruple asesinato, el G.R.A.P.O., cuya ascensión ha sido tan rápida como inesperada, pasa a
constituirse en la "más joven y audaz" de cuantas organizaciones criminales ha parido la hidra.
Aunque el P.C.E. (r), o P.C. (r) sigue el modelo burocrático tradicional, le introduce algunos retoques
fruto de las experiencias. Todo es susceptible de perfeccionamientos.
El P.C. (r) cuenta con un Comité Central de quince miembros, de los que extrae una tercera parte para
constituir la C.E. (Comisión —no Comité— Ejecutiva). Estos cinco conspicuos tienen los siguientes
cometidos: coordinador general y responsables político, de propaganda, de organización y de la "sección
técnica".
Este nuevo elemento, jefe de la sección técnica, es el encargado de preparar y dirigir los actos terroristas.
Se convierte de hecho, en el brazo armado del P.C. (r.) y termina por ser el personaje sobre quien
descansa la organización.
La "sección técnica" se desdobla a su vez en dos grupos: uno dedicado a la información y vigilancia de
objetivos y personas; y el otro, con el apelativo de "grupo de acciones concretas", ha de preparar y
ejecutar los actos terroristas, de acuerdo con las informaciones y ayudas recibidas por el grupo de
vigilancia. En este grupo se encuadran aquellos militantes que ya han cumplido su servicio en filas.
El P.C.E. (r.) mantiene ciertas vinculaciones con otros partidos o cabezas de la hidra, dentro del bloque
pekinés o maoísta y cultiva trato preferente con el P.T.A. (Partido del Trabajo de Albania), país como es
sabido cuyo papel en Europa es el de avanzada ideológica de Pekín.
Sin duda, el P.C.E. (r.) posee unas más estrictas normas de seguridad, para evitar infiltraciones, que otras
cabezas de la hidra. "Para asegurar la continuidad del trabajo revolucionario —dicen en un documento—,
es necesario no limitar la aplicación de las normas a ciertos gestos, sino que hay que convertirlas en una
labor constante".
Para mantener la desconfianza mutua entre compañeros, "inventan" la "vigilancia revolucionaria".
Despiadadamente unos se observan a otros para evitar delaciones o momentos de "caídas de ánimo".
Salvo componentes de un "mismo organismo", nadie sabe ni conoce las misiones de otro compañero. Es
la única manera —aseguran— de guardar celosamente los secretos de la organización. Muy encarecido
tienen "la lucha contra provocadores y chivatos". Hay que tener en cuenta que para el militante de rango
medio, las normas o consignas que su inmediato les dé son infalibles. Si luego algo falla, ha sido por la
provocación o los traidores infiltrados, nunca porque la represión les haya aventajado. Volvemos, así, a la
"memoria" de tiempos pasados: el Partido no se equivoca. Caso de que algún militante sea puesto en
libertad una vez detenido, se le apartará de su trabajo y se le someterá a un período de observación hasta
que se compruebe que no está vigilado. Por otro lado se les inculca a los militantes de una "gran fuerza
moral debido a la dureza de la vida clandestina".
El compañerismo, por el contrario, no se fomenta fuera de los integrantes de un comando o troica. "El
compadreo y el liberalismo —dicen— son corrosivos y facilitan la labor de provocación". El militante del
P.C.E. (r.) tiene absolutamente prohibido apuntar direcciones, teléfonos y demás datos y llevarlos encima.
Todos estos "materiales" de control se tendrán en casas y pisos ajenos a la organización.Les está
absolutamente prohibido usar otro nombre que no sea el de guerra, el que cambiarán con relativa
frecuencia.
Los miembros del P.C.E. (r.) tampoco asisten a reuniones, salvo casos extremos, pero siempre por el
mínimo tiempo posible y no van más de dos veces a la misma. A las reuniones — dicen— se asistirá en
posesión del D.N.I. y está prohibido llevar a ellas nombres apuntados, direcciones, documentos
comprometedores. En toda reunión se establecerá el "minuto conspirativo", o coartada que justifique la
convocatoria.
En el trato en la calle "no hay que fiarse de nadie". Cualquiera nos puede estar observando — afirman— y
nunca hay que ponerse nervioso ni dar muestras de "clandestinitis". Si sospechamos de que nos
siguen — agregan —, lo mejor es dejar pasar "la sombra" y luego, no perderla de vista.
Las normas de seguridad del P.C.E. (r.) son ciertamente un documento curioso y aleccionador.
Entre octubre 1975 y julio del año siguiente, el P.C.E. (r.) se dedica afanoso a la reconstitución y
consolidación de su aparato burocrático. Quiere por otra parte liberarse totalmente de la influencia cada
vez más desvaída que le dedica el P.C.E. (M-L). Ambas organizaciones, paralelas en estructuración y
pensamiento, sólo se diferencian en la mayor o menor edad de cada cual.
Unos hechos —difícilmente entonces de relacionar— se producen el 21 de marzo (1976), un soldado que
presta su servicio militar en la Jefatura de Instrucción del Parque de Artillería de Madrid deserta, pero
llevándose de paso abundante munición y cincuenta granadas de mano. El 25 de mayo, en el polvorín La
Raigosa, en Puente Caldelas (Pontevedra), unos desconocidos desarman al guarda y se llevan cien kilos
de dinamita "goma-2".
Pocos días después, el 2 de junio, la Guardia Civil de Robledo de Chavela (Madrid) descubría hábilmente
oculto en un monte, metido en un hoyo y cubierto con una piedra, un bidón de plástico, con armas,
municiones, multiplicadores, etc. Entre las pistolas se identificaron tres de las despojadas a los policías
armados asesinados en primero de octubre; una cuarta, según pruebas balísticas, fue la que sirvió para
asesinar al guardia civil Casimiro Sánchez García. Las granadas de mano eran de las robadas por el
soldado desertor en 25 de marzo.
La relación de unos hechos con otros de menor importancia que omitimos, permitieron aseverar que el
P.C.E. (r.), a través de O.D.E.A., S.R. y S.O., había logrado canalizar en la medida deseada la
organización o frente de masas, más conocido por G.R.A.P.O.
Con un considerable refuerzo de disidentes del F.R.A.P., algunos anarquistas y profesionales del crimen,
a los que se les inculca que la redención de sus actos vituperables sólo puede conseguirse con la
intencionalidad política de la lucha contra la burguesía y la opresión, el frente de masas del P.C.E. (r.)
prepara una "presentación en sociedad", tan ambiciosa como sensacionalista.
"Este 18 de julio —dicen en un papelucho— será el comienzo del movimiento comunista de resistencia al
fascismo. Se ordena la confección de planes concretos, para "golpearle" en todas partes destruyendo sus
símbolos y todo lo relacionado con la sublevación militar y con su momentánea victoria. De dicha fecha
se hará un día de luto nacional."
Para tan ambiciosa jornada, el G.R.A.P.O. dispone de dinero y dinamita suficientes. Cierto semanario
publicaba no hace mucho, haciéndose a su vez eco de ciertas "fuentes consultadas", que "el G.R.A.P.O.
había saltado con mucha facilidad del cóctel "Molotov" al artefacto de precisión más modernizado".
Tanto como eso, desde luego no. Pero el "préstamo" de los 32 millones, conseguido en la mañana del 30
de julio (1975) en la Residencia Sanitaria de Barcelona, asesinando a un policía armado y dejando herido
a un cabo, podían dar para mucho. Para gastos menudos, se habían dado otros atracos de menor cuantía.
La dinamita, hasta cien kilos, procedía de La Raigosa.
Durante la madrugada del 17 al 18 de julio (1976), se producen una serie de atentados en las provincias
de Madrid, Barcelona, Vizcaya, Sevilla, Segovia, Ciudad Real, Pontevedra. En total 28 artefactos con
diverso éxito hacen explosión en escaso margen de tiempo. Los objetivos preferentes fueron —como se
recordará— las Delegaciones de Sindicatos, edificios públicos y oficiales y los monumentos
conmemorativos del Alzamiento Nacional. En Madrid hubo quince explosiones y dos heridos. La
Organización Sindical, el Ministerio de Justicia y el Consejo Nacional del Movimiento, se vieron
seriamente afectados. En Barcelona, en varios edificios sindicales, con daños de escasa consideración; en
Labajos (Segovia), fue dinamitado el monumento a Onésimo Redondo; en Ferrol, padeció igual ira el
monumento a los Caídos, sito en la plaza Marqués de Amboage; en Sevilla, "lluvia" de cócteles Molotov
contra el Banco de Madrid, El Corte Inglés, la Jefatura Provincial del Movimiento y los Juzgados; en
Valdepeñas, intento de voladura del Ángel de la Victoria, monumento dedicado al Ejército, etc.
El éxito les ciega de tal manera que en la madrugada del sábado 28 de agosto, insisten con nuevas
explosiones en Sevilla en el Paseo Catalina Ribera, junto a los jardines de Murillo. Dos personas
quedaron muertas; una destrozada por completo, la otra mutilada. Al parecer, no estuvieron muy duchos
en la colocación del artefacto. En Madrid, fue dinamitado el monumento a los defensores del Cuartel de la
Montaña; en Barcelona, la Audiencia Territorial; en Pontevedra, el Palacio de Justicia afectando a las
dependencias del Registro Civil y el Juzgado Municipal, y en Bilbao, en el monumento a los Caídos, cuya
explosión, debido a su potencia, pudo ser escuchada en todo el casco urbano.
La reacción represiva fue rápida, como réplica a las actuaciones terroristas del P.C.E. (r.). El 29 de julio
(1976) la prensa publicaba las reseñas de una conferencia dada por el director general de Seguridad,
donde se especificaba la desarticulación del P.C.E. (r.), con la captura de veinte militantes, de ellos tres
conspicuos del Comité Central. No sólo se practicaron capturas en Madrid, sino también en Bilbao y
Sevilla. Extremos estos que omitimos por estar más que detallados en la prensa reciente.
Pero lo curioso de todo este "juego estratégico" de la hidra es la aparente enemistad entre el
"reconstituido" y su "hermano mayor", el P.C.E. (M-L), desde hace algún tiempo inactivo, quien para
resurgir, quiere apuntarse los nuevos éxitos de sus "alevines" los del G.R.A.P.O., adjudicación que éstos
no están dispuestos a ceder.
Tal vez para crear confusionismo, en la noche del 27 de septiembre, fecha en que por otra parte se
está celebrando en París una Conferencia General del bloque pekinés, donde el
P.C.E. (M-L) quiere irrogarse el puesto de honor, son atacados en Madrid con unos diez minutos de
intervalo de uno a otro, con cocteles "Molotov", los puestos de la Guardia Civil de Chamartín de la Rosa,
El Terol y Puente de Vallecas, sin más consecuencia que unas llamaradas súbitas, sorprendiendo al
guardia de puertas. La conferencia de París aclara por otro lado que el P.C.E. (r.) será por el momento
quien lleve la acción revolucionaria contra el régimen. Ha llegado, pues, la "hora sombría" del P.C.E. (M-
L). En consecuencia, la mayoría de los militantes se pasan al nuevo grupo de la hidra.
Nada de esto debe causarnos ya sensación. Es la mecánica de organismo superior del comunismo de
altura quien mueve con sus hilos la tramoya de todo. Ahora parece, pues, que la esperanza en la
subversión esta en el G.R.A.P.O., lo mismo que antes lo estuviera en el F.R.A.P. y anteriormente
en los "grupos de Cazas de Ciudad" o vaya usted a saber. El caso es evitar que se pueda vivir tranquilo,
por cualquier medio.
Hacia finales de octubre, la desarticulación del P.C.E. (r.) y sus "fuerzas de vanguardia" G.R.A.P.O. se
intensifica. En Galicia fueron descubiertos seis pisos francos y se intervinieron numerosas armas,
vehículos robados, propaganda, multicopistas, etc. Se esclarecieron varios delitos y asesinatos de agentes
de la autoridad hasta entonces en el misterio. Las detenciones, además de las anteriores, sumaron
veintidós en Galicia, cinco en Madrid, y dieciséis en Barcelona.
Los hechos que acaecen a continuación, colocación de artefactos en el Paseo de La Habana, en RTVE y
otros repetidores de la provincia de Madrid, como preludio de secuestro del presidente del Consejo de
Estado, don Antonio María de Oriol y Urquijo, son temas cuando se escriben estas líneas, al mes de
haberse producido el rapto, de rabiosa actualidad para las secciones de noticias.
Nos gustaría infinito, desde luego, llegar al fondo del arcano y saber dónde habría que apretarle a la hidra,
como en otro tiempo hicieron Hércules y su esforzado esclavo Ioeleo.
"Dios escribe derecho con renglones torcidos, y no podemos hacer caer al Gobierno y al régimen político
en la trampa que justamente el terrorismo nos quiere tender". Son palabras del señor Martín Villa a
Europa Press, quien más adelante prosigue: "Creo que si aceptásemos el Partido Comunista, lo cual es
imposible en el orden jurídico, caeríamos además en un imposible en el orden ético. El régimen nacido en
las circunstancias en que nació, no se puede permitir el lujo de recibir al Partido Comunista. Hasta el
comunismo, creo que son posibles cosas...; desde el comunismo, nada. Y lo es así —prosigue— porque
tenemos experiencia (que por lo demás, se va repitiendo muy a menudo en otros países) de que son gente
que cuando no están en el poder, vienen con el "gorro" democrático, pero justamente cuando llegan a él es
para implantar la dictadura".
En fin, quedaría por puntualizar si estos comunistas a los que se alude son "moscuteros", "ortodoxos",
"pekineses", "trotskistas", "internacionalistas", o como decía aquel que era muy hambrón, al preguntarle
el cura en confesión que ¿cuántos pajaritos fritos se comería?, y contestó:
— "De esos que vuelan de rama en rama, todos los de la faz del planeta."
https://recursos.march.es/linz/I53594.pdf
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