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Tema: Mayor legalidad en las "Cortes de la dictadura” que en el reformista A. Suárez

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    Mayor legalidad en las "Cortes de la dictadura” que en el reformista A. Suárez

    La crítica del artículo es referido a la aprobación del presidente Suárez por simple decreto gubernativo de la primera normativa sobre objetores de conciencia, que como perteneciente a los derechos fundamentales, en todas las naciones del entorno precisaba de Ley aprobada por sus Parlamentos respectivos. Incluso en las Cortes de Franco, tal normativa sobre objeción de conciencia fue echada para atrás varias veces no por razones de fondo, sino de mera índole formal (legalidad).

    Es sabido que el "pre-demócrata" Suárez, tras el referéndum para la reforma política (15-dic-76) gobernó sobre lo humano y lo divino (Ley de Huelga, Ley Electoral, aún vigente...) por decretazos-ley de su Consejo de Ministros durante más de medio año, "pasando" absolutamente de las Cortes que aprobaron su reforma política. Lo que ocurría es que, como era en favor de la "democracia", nadie osaba rechistar.

    Pero el hecho ahí queda, como en este caso de los objetores de conciencia, en que no se esperó a que las nuevas Cortes "democráticas" trataran sobre el tema.


    Revista FUERZA NUEVA, nº 521, 1-Ene-1977

    LO QUE NO HICIERON LAS CORTES DE LA “DICTADURA”

    La objeción de conciencia (por razones religiosas) al servicio militar, aprobada

    Cierto preceptor de miembros de la Casa de Borbón comentaría en una ocasión irónicamente que desde que la Revolución Francesa declaró a la propiedad “sagrada e inviolable” comenzó la era de los ataques a tal derecho, y que nunca como desde entonces se ha ignorado y negado tanto el mismo. Algo semejante ocurre ahora en España.

    Desde que se inició la reforma política y se proclamó “la supremacía de la ley”, la soberanía del pueblo y la concepción jacobina de la norma legal, se abriría un periodo donde el valor del imperio de la legalidad, de los sentimientos del pueblo y de la voluntad general nunca se ha cotizado menos por los gobernantes y sus auxiliares. A la vista están el procedimiento de urgencia de las Cortes, con incógnitas que todavía no se ha dignado despejar el presidente de la Cámara y vicepresidente del Gobierno de Carrero Blanco (Torcuato Fdez. Miranda); la ley electoral sustraída al conocimiento del Parlamento y negociada con quienes, según los datos oficiales del referéndum, apenas tienen seguidores (la “oposición” democrática) -¿o no son veraces dichos datos?-, la manipulación de la libertad del voto por medio de una propaganda intensiva pagada con los fondos procedentes incluso de los compatriotas que se oponen a la reforma…

    Por si aún no se ofrecen bastantes ejemplos, el Gobierno de su Majestad, desprovisto de legitimidad democrática de origen, acaba de brindar otro sumamente expresivo del respeto que le infunde, pese a las solemnes proclamas democráticas, la supremacía de la ley, la voluntad mayoritaria y la soberanía del pueblo: la normativa de la objeción de conciencia, por razones religiosas, al servicio militar, aprobada en el último Consejo de Ministros. Normativa que implica auténtica disposición autocrática, contraria al orden jurídico vigente y menospreciativa de la voluntad general, además de no homologada con la legislación europea.

    Precedentes en las Cortes de la “dictadura”

    A través de un ingenioso fraude a la ley -entendida la expresión en su sentido técnico actual-, el Gobierno “pre-democrático” de Su Majestad, y al amparo ilusorio de una autorización concedida por la Ley del Servicio Militar Obligatorio para casos distintos, ha dictado un decreto reconocedor de la eficacia de la objeción de conciencia. Una problemática de tal naturaleza, que afecta a los deberes y derechos fundamentales de los españoles, y cuya trascendencia sólo el gabinete Suárez parece desconocer, ha sido despachada por medio de una norma administrativa, sustrayendo así la cuestión al debate y decisión de los órganos vigentes representativos de la Nación o de los futuros que manifiesten la “voluntad soberana del pueblo”. El Ministerio ha revelado la medida exacta que concede a la opinión de las Cortes, tanto en su composición presente como en la venidera.

    Lo más significativo, además, se deriva de los precedentes habidos en las Cortes de “la dictadura”.

    En 1970, el Gobierno de Franco remitiría a la Cámara un proyecto legislativo en virtud del cual se autorizaba al Ejecutivo para regular la prestación militar de los objetores de conciencia. Las Cortes lo rechazaron, negándose a conferir la delegación, por entender que compete a la Cámara la reglamentación directa de la materia, dada su importancia.
    En 1971, el “dictatorial” Gobierno de Franco, después de someterse al criterio de las Cortes, envía un nuevo proyecto conteniendo ya el texto articulado aplicable a los objetores, el cual, debido a las modificaciones introducidas por la Comisión de Defensa Nacional, es retirado.
    Ante la actitud del Parlamento, el Gobierno del “dictador”, que no había llegado a descubrir los expedientes de que es capaz un gabinete “predemocrático”, se cree obligado a cambiar su criterio y redacta un nuevo proyecto, de orientación opuesta a los anteriores, que es aprobado por las Cortes, el 18 de diciembre de 1973, en votación nominal por 384 votos a favor, 13 en contra y 29 abstenciones.

    Ni que decir tiene que aquel Gobierno de la “autocracia” conocía mejor que nadie la ley del Servicio Militar Obligatorio, cuyo reglamento había precisamente aprobado él mismo por decreto 6 de noviembre de 1969.

    A pesar de esos antecedentes suministrados por “la dictadura” de Franco, el Gobierno de Su Majestad se permite dictar un decreto de la era “predemocrática” que priva, o quiere privar, de eficacia a la Ley 14-1973 aprobada por aquella abrumadora mayoría y prescinde, intencionada y premeditadamente, de la denegación de las Cortes para otorgar la menor delegación en la materia; denegación que se expresó cuando ya regía la Ley del Servicio Militar Obligatorio y que se solicitaba para beneficiar en menor escala a los objetores, que con el decreto aprobado, quizá a instancias de “Justicia y Paz” (J. Ruiz-Giménez), que, a juzgar por los hechos, recibe más audiencia que las Cortes del Reino. El escarnio que dicho decreto conlleva para las Cortes, ante las que Su Majestad fuera proclamado Rey, no parece preocupar gran cosa al gabinete Suárez-Tácito. Y la ignorancia que, a propósito, refleja para las decisiones explícitas de la Comisión de Defensa Nacional -que en buena técnica se pueden incluir dentro de la interpretación auténtica- tampoco inquieta al Ministerio de la “predemocracia”.

    A su vez, el Gobierno de la Monarquía, que aspira a convertirse en “democrática”, no desea esperar a que las futuras Cámaras, si quieren, planteen el problema de los objetores de conciencia y busquen la solución. No. Anticipándose a la “voluntad soberana del pueblo”, ahorra a éste el trabajo de manifestarla. La carencia del minúsculo respeto por aquéllas y por la voluntad popular resulta difícil que se muestre con mayor notoriedad. El Gobierno de Su Majestad, a través de un crítico e indisimulable precepto autocrático, ha impuesto su particular voluntad sobre la del órgano legislativo y sobre el orden jurídico imperante.

    Desprecio del sentimiento nacional y de la legislación comparada

    Además, hay síntomas que autorizan para hablar de la aversión de los españoles contra la objeción de conciencia. El primero, aquellas vicisitudes de los referidos proyectos de ley dentro de las Cortes. El segundo, la opinión de los autores que abordaron seriamente el tema de la objeción de conciencia. Así, Luciano Pereña, partidario del estatuto del objetor, reconocería honradamente que la mayoría de nuestros compatriotas son contrarios a la objeción. Y Gonzalo Muñiz, adverso al mismo, califica a la indicada objeción de “contraria a nuestra fundamental concepción del Estado y del Derecho”.

    Tales apreciaciones han sido postergadas “predemocráticamente”, al tratar de elevar a regla legal la voluntad. particularísima del Gobierno Suárez, que también ha sabido dejar a un lado la “homologación con Europa” en este caso.

    La República Federal Alemana y Holanda consideran el tema de tanta trascendencia como para darle tratamiento constitucional. Las demás naciones se abstienen de acudir a normas de rango subalterno y lo regulan por medio de ley formal: Suecia (ley de 1966), Noruega (ley de 1966), Francia (ley de 1963), Dinamarca (ley de 1935), Bélgica (ley de 1966), Luxemburgo (ley de 1965). No pocos Estados han tenido que desarrollar varios intentos legislativos -la Italia democristiana, por ejemplo- antes de ver reconocida la objeción de conciencia, después de apasionadas e interesantísimas discusiones parlamentarias. Aquí, el Gobierno de Su Majestad supo eludirlo con un simple decreto. Sin duda, todo un récord.

    Para conseguirlo, ha sabido prescindir del precedente embarazoso de las Cortes de “la dictadura”; ha desconocido la normativa en vigor sobre competencia de la Cámara interpretada auténticamente y la jerarquía de las normas; ha despreciado las observaciones de los tratadistas acerca de los criterios y sentimientos del pueblo; ha hecho caso omiso de la legislación europea sobre el rango de la norma adecuada, pues, al parecer, cuando no conviene, se posterga la pregonada “homologación”; y no se ha querido aguardar a que las futuras Cortes se enfrentaran con la cuestión.

    El Gobierno de Su Majestad dicta así su criterio sobre las Cortes actuales y venideras, sobre el sentir de los españoles, sobre las enseñanzas de la legislación comparada. No se sabe qué futuro espera al citado decreto, pero él mismo ha facilitado, una vez más, la inteligencia del verdadero talante del Gobierno Suárez-Tácito y del respeto que le despierta la soberanía del pueblo, así como la voluntad general y la supremacía de la ley.

    F. N.

    Última edición por ALACRAN; 20/12/2021 a las 15:45
    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
    Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)

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    Re: Mayor legalidad en las "Cortes de la dictadura” que en el reformista A. Suárez

    Situación de auténtica dictadura del Gobierno Suárez bajo el disfraz de liberalismo y sentido "democrático"



    Revista FUERZA NUEVA, nº 528, 19-Feb-1977


    Situación de auténtica dictadura del Gobierno Suárez bajo el disfraz de liberalismo y sentido democrático

    Vaya democracia la que al parecer entiende el Gobierno de la Corona. Más que eso, la que está practicando no es otra cosa que una gobernación del “país” que tiene todos los tintes de un autoritarismo personalista sin más respaldo que el pacto, la entrega a los eternos enemigos de España y el capricho circunstancial, cuando no, por lo que se ve, la obediencia ciega a sabe Dios qué ocultos poderes foráneos o tenebrosos cuyos emblemas más conocidos no están lejanos de los simbólicos del albañil.

    Y decimos esto después de una serie de decretos-leyes dictados arbitrariamente por el Gobierno Suárez, con un número proporcional, en el margen de tiempo de un mes, que ni en los más dictatoriales momentos de franquismo se han producido durante largos años.

    Ha sido la demostración de que este Gobierno que padecemos los españoles, y que tan hábilmente sabe manejar en su provecho a la propaganda, el pacto en los pasillos de las Cortes y las promesas que después no cumple, se han burlado de quienes de buena o mala fe se han fiado recientemente de él. Sobre todo, de las Cortes españolas, es decir, de esa mayoría que idealmente era contraria a la partitocracia legalizada a través de la Ley de Asociación Política (1976), pero que con su “Sí” la aprobó, fiada en las garantías de la Administración -igual ha sucedido en el Referéndum- y que hoy ve cómo dicha ley, sin más requisitos que un acuerdo del Consejo de Ministros, queda modificada en lo más importante, y así el marxismo, como era de prever, tendrá franca entrada en la política española, y si no cambian mucho las cosas, lo veremos en el Poder en fechas no muy lejanas.

    Se están dictando normas legales a través de Reales Decretos-leyes para adoptar aquellas disposiciones que fueron rechazadas por las Cortes, las mismas Cortes que la demagogia marxista culpa de sumisión al Poder, pero que en su día respondieron en conciencia parando intentos gubernamentales que, evidentemente, eran contrarios a la propia filosofía del Estado.

    Tenemos, de este modo, entre otras, por ejemplo, la institucionalización de la Junta de Jefes de Estado Mayor, esto sin referirnos, no deseamos volver sobre el tema, a la objeción de conciencia, que ni siquiera ha merecido el rango de decreto-ley -fue sólo decreto-, en contra de la voluntad de expresa de las Cortes.

    Todo ello marca una situación dictatorial por parte del Gobierno, con el disfraz de liberalismo y sentido democrático. Dictadura que, carente, por tanto, de una verdadera filosofía que la respalde, se está convirtiendo en un totalitarismo personalista encarnado por un grupo que no responde ni al sentir mayoritario del pueblo español, ni se puede amparar en la legalidad impuesta por la propia constitucionalidad del Estado encarnada en los Principios y Leyes Fundamentales que hasta hoy han regido e institucionalizado a la Nación.

    Pero lo más triste es que todo se enmarca perfectamente en un proceso de descomposición del Régimen nacido el 18 de Julio por parte de aquellos que todo se lo deben al mismo y que hasta hace bien poco se declaraban sumisos y fieles servidores y aún hoy siguen, frente a los Evangelios, jurando lealtad a los Principios básicos que lo encarnaban.

    Tristemente vemos -la indignación nos lleva a otras consideraciones no publicables- cómo el Estado se transforma no en aras de unas modificaciones lógicas que su propia esencia y doctrina considerarían necesarias, sino que se destruye no en esa razón o en aquellas otras que la mutación normal del tiempo aconsejara prudentemente sin romper fidelidades ni adentrarse en heterodoxias, sino en virtud negativista de un revanchismo, sin duda alguna amparado en una acción concertada de la traición, la cobardía y el influjo del poder de las Internacionales, en concurso mutuo de habilidades dialécticas, demagogias sin cuento y acciones subterráneas, tendente todo ello a destruir no solo cuarenta años de paz, progreso, concordia y unidad, sino a dar a la Patria, en su futuro, un sistema de gobierno que permita sea esclava de los demás, se rompa su unidad y triunfen el odio y el materialismo dialéctico, y, en definitiva, el sentido cristiano de la vida desaparezca, para entronizar, a corto o largo plazo, el comunismo ateo y apátrida en España.

    Ello con la abierta colaboración, consciente o no, de quienes han sido los herederos del 18 de Julio. De aquellos que en el pasado han detentado el poder bajo el mando de Franco o que, gracias a él, al Régimen por él instaurado son hoy el poder de la Nación.

    Personas que en el pasado pudieron, si hubieran tenido dignidad, haber demostrado su oposición al Sistema y renunciar -como algunos que respetamos lo hicieron- a los puestos de prebenda y mando, pero que cabalgaron gozosos en el caballo del vencedor y hoy no saben cómo hacerse perdonar ese “pecado”, si no es en base a conculcaciones legales, a chaqueteos inmundos o a pactos vergonzosos.

    Ramón DE TOLOSA

    Última edición por ALACRAN; 13/06/2022 a las 14:41
    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
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    Re: Mayor legalidad en las "Cortes de la dictadura” que en el reformista A. Suárez


    … Ante la ilegal presentación de Adolfo Suárez, entonces presidente del Gobierno en funciones, como candidato a las Cortes de la democracia, sin pasársele por la cabeza, para ello, dimitir del cargo

    Revista FUERZA NUEVA, nº 533, 26-Mar-1977

    ¿Candidato Suárez?

    Cuando escribimos estas líneas todavía no se ha aclarado, al menos de forma pública y con declaración expresa del interesado, si el presidente Suárez va o no a presentarse como candidato a las próximas elecciones.

    A nosotros tanto nos da una posibilidad como otra, pero como comentarista a nivel del “hombre de la calle” tenemos que decir que tal posibilidad nos parece una postura inelegante del presidente, si antes, como ha obligado a sus ministros y altos cargos de la Administración, en razón a la normativa legal electoral aprobada por decreto ley, no presenta a su vez la dimisión de la presidencia del Gobierno.

    Además, sería jugar con trampa, para muchos españoles, el hecho de que el presidente en ejercicio, con todo el aparato del Poder a sus espaldas, tomase parte personalmente en los comicios, cuando esto no se les permite hacer a otros con tanta razón o derecho como él.

    Lógicamente, las gentes se preguntan cómo será posible una auténtica neutralidad electoral del Gobierno, como reiteradamente él mismo viene proclamando, si su propio presidente, de quien los ministros y altos cargos sólo son servidores y nombrados por él a dedo, es parte directamente interesada en el triunfo, al menos, de la candidatura en la que él mismo encabece, cuando todos sabemos que el Poder, quien lo ostenta en el periodo electoral, puede radicalmente influir de forma decisiva en muchos estamentos y votantes, en consecuencia.

    Si a esto unimos la forma sibilina de la actuación presidencial de cara a las elecciones, propugnando, con su maquiavelismo político, la atomización partidista y electoral, para conformar unas Cortes futuras super atomizadas, que hagan posible su permanencia al frente de los destinos del país, al no haber en ellas una auténtica mayoría parlamentaria que se le oponga e imponga otra opción presidencial al Rey, nos encontraremos con una amplia maniobra de ambición personalista de mando, al margen del auténtico interés del pueblo español y sin verdadero refrendo masivo de los españoles, aunque aupado maniobreramente hasta la cima por esos juegos malabares desde la Moncloa y con apoyos que mejor es no mencionar ahora, para no entrar en nuestro comentario, que queremos sea objetivo, en el terreno de la indignación, del apasionamiento político o de dolor.

    Ramón de TOLOSA

    Última edición por ALACRAN; 13/06/2022 a las 14:42
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    Re: Mayor legalidad en las "Cortes de la dictadura” que en el reformista A. Suárez

    El ex-franquista Adolfo Suárez: un tipo perjuro, peligroso, sin escrúpulos y al servicio de la anti-España


    Revista FUERZA NUEVA, nº 536, 16-Abr-1977

    FIN DE LA LUNA DE MIEL

    Adolfo Suárez preside el segundo Gobierno de la Monarquía. Pero es el primer jefe de Gabinete nombrado por la Corona, ya que Carlos Arias lo había sido por el Caudillo y ratificado temporalmente por el Rey. La designación de aquél resultó una verdadera sorpresa, que se ha ido acentuando a medida que, a través de reales decretos-leyes, han tomado cuerpo sus insospechados propósitos reformistas y democratizadores. Pues, albergando ideas tan demoliberales, aparece como paradójico que aceptara el acceso al Poder por la vía prevista en la normativa fundamental del “autoritario” Estado del 18 de Julio, sin aguardar a que la elección popular lo elevará a la cabeza del Ejecutivo.

    La decisión regia produjo, en su día, una general perplejidad, tanto aquí como tras los Pirineos. Allende los Pirineos porque, según se afirma, el candidato preconizado era López Bravo. Aquí, porque muy pocos pronosticaban que Adolfo Suárez llegaría a presidir el Gobierno, dado que, aparte de su discurso en defensa de la partitocracia ante las Cortes (junio, 1976), no se conocía otra actuación destacada en el acontecer político nacional y, pese a los escritos laudatorios publicados a raíz de aquella oración parlamentaria dentro de una parcela de la prensa, carecía del menor atisbo de respaldo popular.

    Un “político nato”

    La trayectoria pública del actual presidente del Gobierno de la Corona es bien conocida: SEU, Movimiento, tecnocracia y Opus Dei; hombre de confianza de Carrero Blanco, promotor de la UDPE… Alguien afirmó que se trata de un “político nato”, quizá debido a que entre los jóvenes que durante los años 50 cursaban estudios en las universidades españolas resulte difícil buscar otro caso de capacidad de maniobra tan inteligente para atemperarse a los imperativos, siempre cambiantes, de los tiempos. Carrero, Sánchez Bella, Herrero Tejedor, Arias… le otorgaron su confianza, y ahora Juan Carlos I, guiado sin duda por esa habilidad incuestionable que le presenta como excepcionalmente apto para protagonizar la política propia y característica de la nueva configuración liberal-democrática de la nación.

    El éxito mayor de Adolfo Suárez radica en la desenvoltura con que aplica al objetivo perseguido los resortes del Poder. Los Principios del Movimiento, jurados por él, por su Gobierno y por los procuradores… “como permanentes e inalterables por su propia naturaleza”, se desvirtuaron o, mejor, se derogaron de hecho a través de un referéndum donde, según revista tan poco sospechosa como “Cuadernos para el Diálogo”:
    Del 25 de noviembre al 14 de diciembre, se utilizaron en publicidad directa, tanto para pedir la participación como para pedir el sí, unas diez horas de programación en la Primera Cadena. Fue abrumador, y así lo sentimos los españoles. Si hubiera sido publicidad pagada habría costado más de 700 millones de pesetas. De estas diez horas se dedicaron claramente a la abstención tres minutos (la intervención de Chueca Goitia); a la abstención matizada, de seis a siete minutos (Gil-Robles, Ruiz-Giménez y Tierno), y unos seis minutos para el no (Blas Piñar y Raimundo Fernández Cuesta). Esto es lo que se llama equilibrio, justicia y proporcionalidad para las opciones políticas. Así entiende Ansón la igualdad de oportunidades”.

    Los escrúpulos democráticos tampoco suponen para el joven presidente del Gobierno obstáculo en el uso del tan destacado instrumento del decreto-ley, mil veces denunciado por la oposición como dictatorial, uso que se convierte en manos del segundo Gobierno de la monarquía en vía legislativa normal ante la indisoluble complacencia y aplauso de esa misma oposición. La sentencia adversa del Tribunal Supremo respecto a la legalización del Partido Comunista de España ha sido transformada, gracias a la singularísima dialéctica jurídica del Ministerio de la Gobernación, en argumento favorable para la legalización del referido partido. Las promesas en torno a dicho partido, prestadas solemnemente frente a la Cámara, al aprobar la modificación del Código Penal en materia de asociación ilegal, y las que, según el rumor vigente, se hicieron a los mandos militares en aquella comentada reunión, se incumplen como si nunca se pronunciaran. Además ha conseguido la atomización de las futuras Cámaras legislativas, despreciando los perniciosos efectos de ello, por medio de las nuevas reglas electorales promulgadas -¿cómo no?-, por decreto-ley para alcanzar el clásico “divide y vencerás”. (…)

    Vicente DEL COTO


    Última edición por ALACRAN; 01/08/2022 a las 14:24
    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
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    Re: Mayor legalidad en las "Cortes de la dictadura” que en el reformista A. Suárez

    … Adolfo Suárez utilizó la estructura del ya ex-"Movimiento" franquista, por él desmantelado, para apoyar descaradamente su proyecto electoral centrista (UCD), sirviéndose para ello de la correspondiente red de ¡¡35!! diarios provinciales, varias revistas, y dos cadenas de radio.
    ... Así como de todo el entramado operativo de miles de jefes locales-alcaldes franquistas, a los que les ofreció ser tránsfugas oportunistas (a su estilo) situándose electoralmente, mediante el “centrismo” en similares cargos políticos, pero ya como "demócratas"


    Revista FUERZA NUEVA, nº 538, 30-Abr-1977


    EDITORIAL

    ¿Otro pucherazo?

    Si a algún político español hubiese que ponerle el cuño de “bonapartista”, creemos que pocos dudarían en estos momentos de colocárselo, con toda justicia, al presidente Suárez. Sus “modales” dictatoriales y su gobernar a golpe de real decreto-ley le invalidan, por mucho trabajo que se tomen sus corifeos en lo contrario, como gobernante democrático, en el sano sentido griego de la palabra (…)

    El señor Suárez viene desarrollando una política personalísima de Gobierno. Y si hemos de creer la voz de la calle, en clara obediencia a consignas que íntimamente le son ajenas a su conciencia, pero que encierren un total desprecio para el sentir de los demás y que no se limitan a ejercer el poder en toda su extensión, sino que llegan a límites impensados. Ahora, con la desaparición, por “ukasse” personal de Suárez, del Movimiento Nacional dentro de la legalidad constitucional de España, podemos contemplar, a la luz de la realidad de los hechos, cómo esta desaparición del Movimiento del plano real de la vida orgánica del Estado, y, por ello, de la comunidad política nacional, da paso a una instrumentación de sus esquemas operativos. Esta coyuntura otorga, así, un poder auténtico y material encaminado al servicio de la política particular, dogmáticamente parcialista, del presidente del Gobierno.

    Es como si Suárez hubiese dicho: “Pues, ahora…, el Movimiento… ¡para mí!”. Es decir, para sus intereses “centristas” y apoyo de sus acciones partidistas y electorales, pues no otra cosa representa la “estatificación” de los organismos antes dependientes de Secretaría General que ahora pasan al control estrictamente gubernamental a través de unas Direcciones Generales de Presidencia o de organismo autónomo de Información y Turismo. Treinta y cinco diarios, varias revistas, dos cadenas de radio, es decir, el instrumento radio-periodístico más amplio y potente de Europa, profesionalmente hablando, más todo el esquema de la no desmontada red operativa de jefes locales-alcaldes, etcétera, al servicio de los intereses políticos y la ambición de poder del presidente Suárez. Y a tenor de lo visto en el pasado referéndum, quién sabe si para otro “pucherazo” electoral.

    En otras palabras, el Movimiento ha desaparecido como filosofía política, como instrumento colectivo al servicio de todos los españoles, como fundamento ideológico del Estado. Se ha convertido, por otra parte, en una serie de entes administrativos, asépticos idealmente, pero con absoluta servidumbre hacia Presidencia y sin más alto destino que el servir instrumentalmente de apoyo a una política concreta y anecdótica, de momento, de quien por ahora ocupa el Poder en la nación.

    De informar la vida política del Estado, de ser el basamento filosófico del Régimen, el Movimiento, con su desaparición-sustitución burocrática, sin embargo, queda en pie, sin alma auténtica, como mera pieza de arbitrio administrativo y factor, que se quiere hacer decisivo, de la máquina electoral del Gobierno.

    El presidente Suárez está jugando fuerte, pero está jugando con ventaja en el quehacer de su política, que, para qué decirlo, dista mucho de la gran política que la Patria demanda en estos momentos cruciales para su vivir presente y para su desarrollo futuro. Es un envite continuo el del presidente, con cartas, si no marcadas, sí claramente servidas en bandeja del oportunismo, de la osadía, del desprecio olímpico hacia lealtades juradas y palabras empeñadas. Palabras, eso sí, que hasta ahora le han servido para hacer su juego audaz, sin servidumbres a la lealtad, pero útil en su empeño -tal vez dictado- de convertir en polvo todo el pasado positivo y creador de estos últimos cuarenta años de vida española.

    Una partida fuerte (no cabe duda de que con riesgos), de la que ahora ha buscado, además de los ases de su baraja administrativa, un comodín válido nacido de lo que hasta hace pocos días ha sido el Movimiento-organización. Con él trata de conseguir el repóquer en la partida empeñada desde el Poder, y en la que, hasta ahora, el pueblo español se ha limitado a ser sufrido y a veces airado espectador. A partir de ahora, tal vez, es muy posible deje de serlo y quiera no sólo coger un puesto en la mesa, sino cambiar también la baraja, imponiendo definitivamente su presencia en el juego. Y todo ello, repetimos, para que no sea posible otro “pucherazo” como el que ya contempló recientemente y que muchos han calificado de engaño en grado sumo.

    Última edición por ALACRAN; 27/09/2022 a las 15:06
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    Re: Mayor legalidad en las "Cortes de la dictadura” que en el reformista A. Suárez

    Retrato burlesco de la ascensión al poder del arribista y perjuro Adolfo Suárez (aunque no se le mencione):

    Revista FUERZA NUEVA, nº 520 25-Dic-1976

    Galería de tipos pintorescos de la España actual

    EL POLÍTICO PROFESIONAL

    Escomencipiamos esta torva galería de personajes de la agitada España de 1976 con uno de los más característicos y lamentables: el político hortera profesional. Casi siempre, en España, el político profesional ha sido lo peor de cada casa. Por eso Franco, que era tan inteligente, los huía y, salvo raras excepciones, prescindió de sus “servicios”. Los pocos que “contrató” han resultado unos traidorzuelos de ópera cómica italiana. No niego que haya una noble vocación por la política que, sobre todo, se suele detectar en épocas de crisis para la Patria. Es la vocación política de Torrejón, el alcalde de Móstoles, el de la proclama de 1808 (…). Pero salvo las escasas excepciones de nobles políticos vocacionales, mayoría son los “profesionales” de tan noble ciencia, arte y “carrera”.

    En la Corte de los Milagros del año de escasa gracia de 1976 bulle sobre todo el político profesional, en el más abyecto sentido de la palabra. Veamos su extracción. Puede ser hijo de un pequeño comerciante o profesional liberal, de familia ni pobre ni rica, sino todo lo contrario. Más bien de pueblo o pequeña ciudad que de capital. Desde el astroso instituto provinciano sueña con Madrid. Por fin viene a Madrid y estudia, poco o mal, la carrera de Derecho. Se mete en el SEU. Allí se harta de levantar el brazo y recibe brazo en alto, y dando coba, hasta a los tradicionalistas, que le advierten que si quiere no tiene por qué levantarlo tanto, no le vaya a doler, pues si ellos no tienen asco alguno a tan noble saludo, tampoco lo inventaron y menos lo exigieron. Pero el politicucho profesional, por si acaso, enronquece al grito de ¡arriba España! con su bracito castrador de España en ángulo de cuarenta y cinco grados, con el hombro dispuesto a arrimar su sardina al sol que más caliente.

    ***
    Tras su cochambrosa licenciatura en Derecho, un amiguete azul y buena persona lo enchufa en una chupatintería oficial, para que el apuesto mancebo no tenga que trabajar mucho y no viva del sable. Más coba a todo quisque. Alguna conferencia chirle con berridos consabidos y sin comprometerse. Más coba. Un ministro complaciente atiende una recomendación y le da un carguejo. Allá, incompetencia y más coba a las alturas. Una combinación de gobernadores civiles, y nuestro politiquejo profesional (incultérrimo, que desconoce la prosodia y dice “costitución”, “preveer”, que confunde a don Antonio Maura con Prim, y que escribe con vocablos como “impactación equipacional en la disyuntiva coyuntural de las incidencias, prospectivas de un muestreo en un “marketing” predemocrático en colaboración con instancias unitarias dentro de la serenidad de una evolución tendente a la preinducción de ciertos procesos aleatorios “off the record”, en el marco de una europeización, si bien autóctona, no mimética, pero sí ansiosa de magmas antiplutócratas en un consenso capitalístico y demófilico”, mejor dicho se lo escribe un periodista marxistoide de su pueblo) sigue medrando.

    No sabe derecho constitucional, ni civil, ni romano, ni mercantil, ni historia de España. No conoce ni el significado de la palabra sintaxis, que le suena a huelga paramunicipal. Se ha aprendido una poesía de don Antonio Machado. Se declara no marxista, pero en un rollo ante unos palurdos inaugurando unas alcantarillas, siendo gobernador, les da la murga hablando de “la finura dialéctica de Carlos Marx”, del innegable instinto prospectivo-político de Lenin, del indudable amor a la patria china de Mao, etc.

    ***
    Ya no para en casa. Todos son almuerzos de trabajo, cacerías de trabajo, cenas de trabajo, orgías de trabajo, desayunos de trabajo, viajes en jet y helicóptero de trabajo, borracheras de trabajo; ya no es gobernador, es director general. Entre whisky y whisky y canapé de caviar y canapé de caviar invoca mucho al pueblo y a la democracia en sus contactos “con la oposición” en las postrimerías del franquismo, pacta, cede, cae (tiene mucho miedo a la “rojería”). Un buen día va y tiñe de rojo su chaqueta blanca de jerarca de Falange; la camisa azul la tiñe de gris, que va con todo, y su ignorancia aumenta. No lee la prensa. Sólo la selección que le hace su consejero de prensa, el periodista rojazo de su pueblo (ya rojo declarado). Discursea poco y mal, pero sin que las palabras democracia y libertad se le caigan de la boca. No sabe sumar, no sabe ni rudimentos de economía; sólo chapurrea muy mal el francés, y cree que el Derecho Canónico es el derecho de los canónigos, y los derechos reales los de la familia Borbón.

    Pero es tan sinvergüenza, tan astuto, tan cobista, tan oportunista, tan chaquetero, tan mangante, que Dios para castigar a España de sus muchos pecados, ¡cualquier día nos lo hace ministro! Estad al tanto, camaradas.

    Alfonso DE FIGUEROA Y MELGAR
    Duque de Tovar


    Última edición por ALACRAN; 05/12/2022 a las 14:03
    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
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    Re: Mayor legalidad en las "Cortes de la dictadura” que en el reformista A. Suárez

    El “modesto” presidente Adolfo Suárez se apropió del Palacio de la Moncloa, hasta entonces residencia de ilustres personajes en visita oficial a España. Palacio muchísimo más valioso que el de la Zarzuela, residencia del rey Juan Carlos. (Escrito con mucha ironía):


    Revista FUERZA NUEVA, nº 520 25-Dic-1976

    Modesto y democrático presidente

    Según leemos en la prensa –“ABC” del domingo 19 (…)-, nuestro presidente del Gobierno, señor Suárez, ha decidido cambiar de residencia oficial y particular. Como es hombre democrático y modesto, según varios diarios extranjeros más o menos marxistas que le adulan, vivía en condiciones impropias de su cargo. Pensamos que, ante esta realidad, el señor Suárez, venciendo sus propias convicciones, su natural sentido de las cosas y dado que Presidencia era ya incómoda para la burocracia que en ella se asienta, ha creído útil y conveniente mudarse de Castellana, 3, en cuanto sede oficial, y trasladar ésta y su domicilio particular al palacete de la Moncloa, residencia propiedad del Patrimonio Nacional, reconstruido sobre sus cimientos en 1953, por voluntad de Francisco Franco, con el destino de que fuese alojamiento oficial de los huéspedes ilustres de Estados extranjeros en visita a España.

    Hussein de Jordania, Mohamed V, el sha del Irán, los presidentes Nixon y Ford, entre otros, fueron huéspedes del Estado español que se albergaron en este palacete, el cual, de auténtico lujo en sus instalaciones, encierra en sus paredes verdaderos tesoros de arte, entre ellos, cuadro de valiosísimas firmas, tapices, muebles de época, etc. Es una residencia de sin par esplendor y boato, más propia de reyes que de cualquier otro personaje para ocuparla.

    El palacete de la Moncloa es de mayor categoría y magnificencia, sin duda alguna, que la actual residencia de los Reyes, el palacio de la Zarzuela, con lo cual, no cabe duda que el señor Suárez va a disfrutar a costa del Patrimonio Nacional de una vivienda de mayor categoría y lujo en la que disfruta de un Juan Carlos como Monarca, lo cual suponemos será causa de mortificación y de claro sacrificio para el señor Suárez, cuyas inclinaciones personales, repetimos, estamos seguros son bien distantes de cuanto este palacete representa de ostentación.

    Lo único que nos preguntamos es si esta nueva residencia presidencial no chocará un poco, en su gasto y mantenimiento, con las medidas adoptadas por el Gobierno que preside el señor Suárez en lo que se refiere a moderación en el gasto público, en la austeridad administrativa y en manifestaciones externas de disfrute oficial de la riqueza patrimonial de todos los españoles.

    C. U.


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    Re: Mayor legalidad en las "Cortes de la dictadura” que en el reformista A. Suárez

    El “curriculum vitae” de Suárez antes de llegar a presidente: medrar a base de influencias, “peloteos” y “enchufes”



    Revista FUERZA NUEVA, nº 542, 28-May-1977

    “Un político nato”

    El vicepresidente Gutiérrez Mellado definió a don Adolfo Suárez, a través de ciertas declaraciones a la prensa, como “político nato”. Y sin duda, quien haya observado la senda seguida por el principal candidato del “centro” y presidente del Gobierno de la monarquía, forzosamente ha de convenir con tal definición.

    Adolfo Suárez ha consagrado la totalidad de su actividad a la política. A diferencia de otras personalidades que prefirieron primero asegurarse, mediante oposiciones o mediante el ejercicio de una profesión liberal, un “status” social, para luego, libres ya de servidumbres, adentrarse en la vida pública, el líder actual del “centro” se inclinó prácticamente, desde el término de sus estudios universitarios, por la política. Supo descartar las ventajas inherentes a las oposiciones, al ejercicio profesional del Derecho o a la adscripción a una empresa y afrontar los notorios riesgos que el servicio a la comunidad desde puestos de libre designación arrastra. De ahí que quien se asume a su “currículum vitae” sea capaz de apreciar cuánta verdad encierra aquella definición del vicepresidente primero.

    ***
    Adolfo Suárez -concluida la carrera de Derecho- inició su acción política desde el modesto escaño de secretario de Herrero Tejedor, en Alcalá 44. A partir del mismo, su ascensión y aprendizaje han sido progresivos. Desde allí pasaría a desempeñar un importante cargo en Televisión Española, para luego ocupar el gobierno civil de Segovia. Más tarde, y en los difíciles tiempos de Carrero Blanco y de Sánchez Bella -cuando imperaban y se mantenían enojosos “vetos” en la radio oficial y en la televisión-, tuvo que asumir la responsabilidad de los mismos desde la Dirección General de Radio y Televisión, que dejaría tras el asesinato del Almirante. Finalmente, y con un breve intermedio en un alto cargo de la Telefónica, regresó a la Secretaría General del Movimiento, como vicesecretario primero, y como ministro después, para luego -y en virtud de la decisión regia armónica con la normativa fundamental- aceptar el innegable sacrificio de empuñar el timón de la reforma durante estos meses postreros tan trascendentales para los destinos de la nación.

    ***
    Todo un ejemplo de permanente servicio a la sociedad española, desde misiones que van de la más modesta a la más descollante y donde precisaría acoplar su dinámico talante a las consignas emanadas de hombres públicos tan distintos en su personalidad como Herrero Tejedor, Fraga Iribarne, Alonso Vega, Carrero Blanco, Sánchez Bella, Arias Navarro… Mas no pudo hacerlo e, incluso, ganar la confianza de un Carrero Blanco y de un Franco, quien le llegó a confiar sus previsiones democratizadoras, según ha descubierto el propio Suárez a una publicación germana después de la muerte del Caudillo.

    Quien admite el evidente peligro de aplicar todo su juvenil afán en pro de la comunidad desde escaños de libre designación, renunciando por anticipado a la seguridad burguesa brindada por la comodidad ofrecida por las oposiciones o por el ejercicio libre o profesional del Derecho, a no dudarlo, merece con creces la certera calificación de “político nato”, que se afianza cuando se comprueba que satisfizo las exigencias de personalidades públicas tan diversas como las antes enumeradas. Por eso, al presentarse como candidato cara al pueblo pudo asegurar: “Nunca he pedido, en mis acciones de gobierno, nada para mí”.

    Él lo ha sacrificado todo, empezando por la profesión, al servicio de la política, es decir, al servicio del resto de los españoles. Ante todo y sobre todo, es un político, y su grandeza radica, precisamente, en ser sólo un político. Otros, en cambio, han compartido o alternado la acción política con la ingeniería, la diplomacia, la notaría, el bufete de abogado... Adolfo Suárez -que se sepa-, hasta ahora, no.

    ***
    (No desvirtúa en nada cuanto se expone, el dato de que, según algunos, Suárez, se haya ocupado, de ser nombrado secretario de Herrero Tejedor, durante unos meses del despacho de su padre; por el contrario, lo reafirma, si se tiene en cuenta que desde que se decidió por la política nunca más volvió a sentir la tentación de ejercer una profesión liberal o, al menos, si la tuvo, no se exteriorizó por medio de actos que lo indiquen.)

    FAVILA
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    Re: Mayor legalidad en las "Cortes de la dictadura” que en el reformista A. Suárez

    A qué se debió el "arrollador" triunfo del partido centrista de Suárez en las primeras elecciones "libres":



    Revista FUERZA NUEVA, nº 543, 4-Jun-1977

    Editorial

    ASÍ, CUALQUIERA

    (…) No cabe duda de que Suárez ha jugado muy bien desde el Poder sus bazas políticas, que en realidad no son otra cosa que una sucesión de pactos, engaños y conculcaciones ideológicas que le han servido, sin ningún reparo y con absoluto desprecio para los compromisos libremente aceptados en el pasado, en razón a una supuesta ideología de la que se decía militante y fiel servidor, para, después de alcanzar la más alta cota jerárquica en la Administración, lograr no sólo sus personales apetencias de mando, sino para imponer al país una manera de gobernar, una línea de gobierno, en total desacuerdo con la vigente todavía constitucionalidad (*) de la Patria y muy coincidente con la pragmática marxista y liberal, contraria tradicionalmente -y comprobada ante el acontecer de los últimos meses- al auténtico interés de España, a sus valores permanentes y aún más concretamente al deseo de los españoles, aun cuando para ello se valga de la trampa -no sabemos si saducea o no- de unos supuestos resultados conseguidos en el pasado referéndum y capitalizados arbitrariamente, desde su posición dominante en su propio interés.

    Suárez, el gran capitán del centro, juega con ventaja y sus promesas de independencia formal del Gobierno e imparcialidad del mismo ante el juego electoral en perspectiva, lógicamente, no convence a nadie, sean sus detractores de izquierda o derecha. Y dentro de esa especie de “intrusismo” ejerciente en relación con el propio Centro Democrático a través de sus imposiciones personales en cuanto a nombres y candidatos de esta opción electoral, no cabe duda de que su crédito y fiabilidad en cuanto a su Gobierno e intenciones ha llegado a los límites más bajos.

    Es posible que el candidato Suárez consiga una amplia mayoría en las elecciones, tanto para él como para su partido, pero jamás podrá alardear de que tal triunfo responda a una no mediatizada voluntad popular y responda igualmente a la prometida, por él mismo, neutralidad personal como presidente y la de su Gobierno en este evento electoral. (…)

    No existe duda alguna de que las ventajas que Suárez va a proporcionar a su partido son enormes. Ventajas que han de revertir en su provecho y en la pretensión de seguir gobernando a España durante unos años más a través de un confuso y ya negociado compromiso o pacto con los hasta ahora enemigos no ya del Gobierno, sino del propio Estado (…).

    Ganar así es fácil. Cualquiera en su lugar tiene casi asegurado el triunfo. Una fórmula que sería tolerable si Suárez hubiese llegado al cargo en razón de un anterior triunfo o plebiscito electoral en nombre de éste o aquel partido participante, pero no cuando su presidencia se debe exclusivamente a un mecanismo orgánico de designación antipartidista y de elección libre y personal, en razón a la voluntad del Rey.


    (*) “constitucionalidad” de la Patria: se refiere al Régimen del 18 de Julio
    Última edición por ALACRAN; 08/02/2023 a las 14:50
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    Re: Mayor legalidad en las "Cortes de la dictadura” que en el reformista A. Suárez

    Los vergonzantes “shows” montado en torno a Suárez, haciéndole aparecer como “hombre del pueblo” que no quería ninguna ventaja en el proceso electoral…


    Revista FUERZA NUEVA, nº 545, 18-Jun-1977

    El “candidato” Suárez

    Lógicamente, cuando estas líneas aparezcan en la calle, casi con toda seguridad, el “candidato Suárez” habrá conseguido un triunfo arrollador con la “democrática” ayuda del Ministerio de la Gobernación y el resto del “aparato” del desaparecido Movimiento en pueblos y ciudades.

    Pero el espectáculo dado por el Centro en estos días previos a los comicios, “glorificando” a Suárez y en un auténtico “culto a la personalidad”, plegando a su figura todo esfuerzo propagandístico, minimizando como no se diga -¿dónde la dignidad del resto de los políticos centristas?- a los demás integrantes de la coalición del Centro, ha representado el más claro ejemplo que darse podía de sometimiento político al presidente y al “favor gubernamental por parte de quienes dicen representar la opción más democrática e independiente del panorama socio-político español.

    Pero lo más vergonzante ha sido contemplar el “show” montado en torno a Suárez, haciéndole aparecer como “hombre del pueblo” que no quiere ninguna ventaja en el proceso electoral. Primero, con su visita a su pueblo, Cebreros, que todos los españoles tuvimos que ver a través de RTVE; después, su “humilde” viaje a Barcelona “haciendo cola” en un avión del puente aéreo como un viajero cualquiera, lo que ha producido risa, cuando cualquier figura de la Administración toma los “Mystere” oficiales de la Subsecretaría de Aviación Civil para cualquier viajecito de poca monta, entre ellos el mismo presidente Suárez.

    Todo un montaje demagógico, toda una escenografía en torno a Suárez que, si no fuese por el trasfondo de cuánto significa, sería de carcajada, pero que, tristemente, en verdad, representa un drama que se está iniciando, en el cual el porvenir de España como nación libre e independiente y el de los españoles como tales, en paz, libertad, orden y progreso, nos estamos jugando sin duda alguna.

    Ramón de Tolosa



    Última edición por ALACRAN; 10/03/2023 a las 14:35
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    Re: Mayor legalidad en las "Cortes de la dictadura” que en el reformista A. Suárez

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    Blas Piñar critica la ilegal "imparcialidad" de la flamante candidatura "centrista" del ex-falangista-franquista Adolfo Suárez.


    Revista FUERZA NUEVA, nº 545, 18-Jun-1977

    (Discurso pronunciado por Blas Piñar en el teatro Princesa, de Valencia, el 15 de mayo de 1977.)


    (...) Nada puede extrañarnos que (...) hayamos podido escuchar a través de la televisión y de todos los medios de difusión el último discurso del presidente del Gobierno don Adolfo Suárez.

    Vamos a analizar, si no todo su contenido, sí lo que estimamos de mayor actualidad e importancia, a saber: su presentación como candidato a las próximas elecciones, su opción por el “Centro”, la legalización del Partido Comunista y sus enfoques sobre la situación general de cara al futuro.

    Presentación como candidato.

    Confieso, por delante, que a mí personalmente, me tiene sin cuidado el tema, porque todo el proceso democrático es una farsa.
    El presidente justificó su decisión así:

    a) “… he procurado conocer los planteamientos de los distintos grupos políticos…”

    El señor Suárez debe adquirir estos conocimientos, o por la inspiración directa del Espíritu Santo, o por medio de la universidad a distancia, porque yo no he visto al presidente, y por los pasillos de las Cortes, desde la votación en el Pleno de la Ley de Reforma Política.

    b) ”… he tomado la decisión de presentarme y esta decisión ha sido muy consultada…”

    Pero, ¿con quién? ¿Con el presidente de Méjico?, ¿en los Estados Unidos? Porque su decisión se ha hecho pública después de su viaje por América.

    c) “… y me presento sin apoyo de los órganos del Gobierno y sin… apoyo de la Corona…”

    Lo que es difícil de entender.

    • En primer lugar, las incompatibilidades las ha establecido la Ley Electoral, elaborada sólo por el Gobierno con la oposición. Por tanto, cuenta con el apoyo del Gobierno, que consiente una interpretación derogatoria y privilegiado de las normas electorales a favor del primer ministro. Y cuenta, además, con el apoyo de la oposición, a la que no le ha pasado por alto una discriminación tan excepcional a favor del presidente. Todo el aparato propagandístico del Estado ya está, por añadidura a su servicio, no obstante su renuncia a la campaña electoral.

    • En segundo lugar, implica a la Corona. Si alguien se atrevió a decir que la Corona era el motor del cambio, y así lo recordaba no hace mucho Aguilar Navarro, no cabe la menor duda que la presentación del señor Suárez no sólo requiere el asentimiento de la Corona, sino que al protagonizar y dirigir el Gobierno el llamado cambio político, la Reforma, la transición, comprometa a la Corona misma, aunque no tenga su apoyo explícito.

    De otro lado, si por el método de designación el jefe del Gobierno es elegible, a diferencia de sus compañeros de Gabinete, las cosas, en esta línea de pensamiento, ponen aún más en tela de juicio la afirmación del candidato.

    d) “…identificándome con la posición de centro…”.

    Esto me recuerda el Centro defendido por Fraga, en su discurso de Barcelona y durante su época de ministro de la Monarquía (1975-76).

    Pero el Centro no tiene raíz ni sustancia. Está en función de la derecha y de la izquierda. No puede mirar de frente, porque para seguir siendo centrista, ha de atender a un lado y a otro. El Centro se extravía, carece de energía. Y se hace estrábico. El Centro es el valle de todas las bofetadas, y se ve desplazado.

    Fraga era Centro ayer (1975-76), y se sigue proclamando de Centro, pero, lo quiera o no, hoy, por la falta de consistencia de una posición sin raíz -pura táctica- es, lo quiera o no, derecha, y derecha en el sentido burgués y liberal del vocablo.

    Lo mismo le ocurrirá, si es que no le ha empezado a ocurrir, al Centro oficialista. Apenas, no obstante la inhibición y el neutralismo han comenzado las interferencias oficiales, la ofensiva contra ese Centro lo convierte en supervivencia franquista, en monopolio de azules desgastados, en recuerdo de uniformes, yugos, flechas, camisas y juramentos, que se sobreponen al enfática declaración, que nadie cree, por altisonante que sea: “Yo soy demócrata… sinceramente demócrata”. Y digo que nadie se lo cree porque si el señor Suárez era demócrata, no se sabe cómo pudo cohonestar su sinceridad democrática con un Régimen en el que ocupó altos cargos y el que discurrió su vida política; y si fue entonces un demócrata oprimido por el carisma y la personalidad de Franco, no sé por qué razones no hace un repudio formal y solemne de un Sistema al que sirvió con docilidad y empalago. (…)



    Última edición por ALACRAN; 21/03/2023 a las 14:57
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