Los galeones españoles que volvían de México venían cargados de lingotes de oro y plata, y que se habrían visto obligados a refugiarse en la bahía de Vigo, donde fueron hundidos durante la Guerra de Sucesión Española.
Podrían estar aún en el fondo de la bahía con todas sus riquezas, que tasaba en no menos de 400 a 500 millones.
Realmente, el relato no tenía nada de extraordinario en sí, a fin de cuentas era la historia, ya reflotada por Langland, que se contaba en toda taberna de puerto de Vigo, Londres y gran parte de Francia; lo que sí lo era, y que prueba la habilidad del Sr. Bazin, es que fue capaz de convencer a inversores capitalistas que le dieron el dinero para llevarla a cabo.
Relación de galeones españoles localizados en Vigo, redactada por Bazin (con sus fallos ortográficos) en los estatutos de la 1ª Sociedad, 31 de mayo de 1870
La Sociedad para los Galeones de Vigo
Lograron crear una primera sociedad cuyo objeto era el reconocimiento de los fondos, es decir examinar si los galeones hundidos en 1702 seguían en la bahía y eran accesibles. Se reconoció el terreno y no sólo encontró el esqueleto de 10 galeones, sino que extrajo cinco lingotes de plata pura con un peso de 35 kilos,además de otros objetos.
(Grabado aparecido en la portada de «Le monde ilustré» el 2 de julio de 1870)
Este dichoso resultado hizo subir las acciones de la pequeña compañía, y los promotores de la empresa decidieron formar una nueva sociedad, que ahora tendría por objeto el rescate de las riquezas sumidas en las profundidades del mar desde hacía dos siglos. Bajo el nombre de Sociedad de Empresa del Rescate de los Galeones de Vigo, se emitieron 2000 acciones a 500 francos, lo que hacía un millón de capital social. Al mismo tiempo se creó un número idéntico de acciones, llamadas fundacionales, que se distribuyeron entre los fundadores de la misma entre los cuales figuraba Ernest Bazin como tenedor de 400. El rescate podría comenzar, sin escatimar en gastos.
Constitución de la 1ª Empresa de Rescate de los Galeones de Vigo. (epígrafe inicial) 31 de mayo de 1870
Tecnología punta
En 1870 comenzaron los trabajos de exploración empleando los medios tecnológicos más punteros: nuevos modelos de escafandras, luz eléctrica submarina, torpedos, rastras y redes barrederas.Bazin, jefe de esta audaz e interesante expedición, era uno de los desarrolladores de estos aparatos que facilitarían las exploraciones submarinas y debían reducir sensiblemente las dificultades de la tarea, como la iluminación subacuática o su«observatorio marino», desde donde podría explorar los fondos marinos e incluso realizar fotografías, las primeras subacuáticas de la historia (supuestamente). No en vano, al ingeniero-jefe, se le conocía con el sobrenombre de «El Edison francés».
Acompañado de una escuadra de intrépidos buceadores, y provisto de toda una serie de instrumentos de utilidad contrastada, mayormente inventados por él, se puso en marcha a bordo del bergantín «Le Vigo«. Ingenieros y marinos iban a bordo del navío, y los deseos de los accionistas -que esperaban muchos lingotes de plata- iban detrás.Se trazó así el primer plano submarino de la bahía de San Simón, situando en él los restos verificados de 10 galeones, extrayendo de cada uno lo que buenamente se pudo: cañones, anclas, zurrones de añil y de grana corrompidos, maderas, diversos objetos menudos («muchos de curiosidad, ya que no de valor,» decía Fernández Duro) como varillas de abanicos, tazas de porcelana china, jícaras mejicanas y diversas piezas de metal corroído, identificadas luego con dagas de mano izquierda (coloquialmente «vizcaínas»).
[Documents sur Vigo. Rapport de M. Bazin] , [album photograhique] , 1873
También sacaron varios kilos de plata, unos 60, según se comunicó en junta general de accionistas, al anunciarles -ya de paso- que estaba agotado el capital y era preciso reponerlo, ya que a ciencia cierta (siempre según Bazin) en el fondo de la bahía había tesoros por un valor de 133 á 135 millones de francos. Es por ello que se decide la creación de una 2ª Sociedad.
«Una Pompeya submarina»
La prensa francesa no tardó en lanzar titulares con el mismo título que este epígrafe. Por supuesto, al necesitar más financiación y a fin de potenciar la 2ª Sociedad para el rescate de los galeones, Bazin, el más interesado en que la empresa resultase triunfante, y no solamente por obtener tesoros, sino por demostrar la funcionalidad de sus invenciones, envió los materiales extraídos a Francia para realizar una pequeña muestra en París.A principios de junio de 1870 se instaló en París una exposición, en la Rúe de Morny, donde reunió gran cantidad de objetos sacados de la ría de Vigo que obtuvo gran repercusión. Uno de sus ilustres visitantes fue el Emperador Napoleón III, gran amigo del gerente de la sociedad Hyppolite Magen y admirador de las invenciones de Bazin con el que pasó largo rato durante la muestra. Por supuesto la prensa francesa magnificó de nuevo los resultados de la Sociedad para Vigo, algo que le vino de perlas para continuar con los trabajos obteniendo, a muy seguro, capital fresco.
Participación de la 2ª Sociedad (https://www.befr.ebay.be/itm/1250124...sAAOSwkDphmT45)La exposición debió estar en París todo el verano de 1870 según extraemos de la prensa de la época. Es curioso encontrar en estos artículos referencias a las exploraciones marinas en Vigo junto a la abdicación de Isabel II, también en Francia, ese mismo verano.
Le Monde illustré, 2 juillet 1870
Las intervenciones de la 2ª Sociedad de los Galeones
En 1871, el consejo de administración de la Sociedad, tuvo que salir de nuevo a buscar financiación. En el mismo ya no encontramos al bonapartista Magen, puesto que habría sido capturado durante la guerra franco-prusiana (julio 1870-mayo 1871) y acusado de pertenencia a una sociedad secreta… un tipo muy intrigante este Hyppolite Magen, la verdad, citado hasta por Victor Hugo, autor de importantes ensayos sobre el Segundo Imperio, conspirador… y que, como decimos, fue capturado mientras intentaba escapar en globo de París. Y volviendo a la Sociedad, el señor Bazin, siempre como jefe de la expedición:
Courrier de Saône-et-Loire, 13 août 1871
Courrier de Saône-et-Loire, 13 août 1871
En 1872, la Sociedad, emite una circular en prensa para informar a sus numerosísimos accionistas de la necesidad de adquirir un nuevo buque, de tres mástiles, para continuar las exploraciones. Pero no solamente eso, no… también se informaba de la necesidad de comprar un barco de vapor y de la construcción de locomotoras, grúas mecánicas, bombas, nuevos equipos de buceo, aparatos eléctricos y diversas invenciones cuyas patentes pertenecían a Ernest Bazin.
Estos nuevos equipos, se suponía, eran necesarios para extraer el sedimento y el lodo que, según Bazin, impedía llegar a los lingotes de plata sepultados. Cosa que explicaba el retraso en la obtención de beneficios. Además era necesaria la renovación de las dotaciones y la contratación de unas nuevas para esas unidades que se pretendían adquirir, siendo también necesario incluir en ellas a habilitados (economistas), mecánicos, buzos y científicos.
Esta vez, Bazin, no tendría tanta suerte. La falta de resultados en Vigo se sumó a una serie de experimentos fallidos, solicitados por los propios accionistas, que querían comprobar si las bombas de extracción de lodo funcionaban realmente. Tras varias pruebas en el puerto de Saint Nazaire se concluyó que su invento era un fiasco, o que al menos no tenía la potencia suficiente. Esto generó que los antiguos accionistas, los fundadores de la 1ª Sociedad, demandasen por daños y perjuicios a la 2ª debiendo pagarles a estos unos 25.000 francos en concepto de indemnización por los retrasos. Obviamente este dinero salió de los inversores de la 2ª sociedad, entrado ya aquí en una espiral de deudas de la que Bazin saldrá muy mal parado.
Finalmente, el 21 de febrero de 1872, el «Le Vigo», el buque de mando, salió rumbo a las costas de Galicia junto a la mayoría de equipamiento solicitado.
1872, aspirando los fondos de Rande
Cañones, maderas, lodo… todos los fondos fueron revueltos con los inventos de Bazin. Seguramente muchos restos humanos con ellos, de marinos españoles, de ahí la especial protección que hoy se le da a los pecios, no son solamente «contenedores de tesoros», tambiénson la tumba y el lugar de descanso de los que entregaron su vida en combate. Esta forma tan agresiva de expoliar un pecio fue utilizada no hace mucho por
el famoso «Odysey», método con el que extrajo un gran botín del pecio de «La Mercedes».Destrozaron, según las notas de la expedición, el pecio del «Santa Cruz» y de otro al que llamaban «el Tambor», por haber sido en ambos donde se habían encontrado los lingotes en la expedición de 1870.
La Exposición internacional de industrias marítimas y fluviales de 1875
La oportunidad de exponer sus inventos y los «logros» de la Sociedad de los Galeones de manera internacional no fue desaprovechada por el inteligente Bazin. Según el catálogo de la exposición, habría expuesto gran parte de los «tesoros» extraídos de la ría de Vigo hasta la fecha:
[…] El señor Bazin ha expuesto una gran cantidad de objetos sacados de los navíos hundidos después de una estancia de 170 años bajo el mar:
poleas, algunas de ellas afectadas por el incendio; una jarra de barro soldada por las corrientes galvánicas a una bala de bronce; piezas de madera de camas; planchas de los cofres de la tripulación, sebo, tabaco para picar, esquirlas de loza, porcelana; madera de tinte y de caoba, en perfecta conservación; monedas de cobre soldadas en bloque por la oxidación; la cabeza de madera sobre la cual el peluquero de a bordo ajustaba las pelucas estilo Luis XIV.
Todos estos fragmentos, ha vuelto a ver la luz, atrayendo a los curiosos en grandes números. Están ahí como testimonio, vivo de alguna manera, de la expedición; de la más osada empresa de rescate que jamás se haya acometido.
Bazin muestra sus maquetas a Mac-Mahon. Justo en el lado contrario estarían las piezas de VigoApenas un año antes, en octubre de 1874, Bazin se dedica a ofrecer entrevistas en su casa para mostrar a la prensa los logros obtenidos en el «aspirado» del Santa Cruz y las anteriores campañas. Transcribirnos los objetos citados en entrevista para hacernos una idea del material que tenía en su posesión el francés, pequeños objetos, pero parte de la historia de España:
- Un trozo de sebo para hacer velas
- Un matraz fino con medicamento, sellado al vacío e intacto
- grandes frascos de índigo
- pólvora española en gran cantidad
- Tabaco para picar, empaquetado en bloques.
- Balas de cañón,
- «Vizcaínas» muy deterioradas
- Un juego de ajedrez, cuyas piezas son todas de porcelana (de Sajonia)
- Estatuillas «caribes» en perfecto estado
- Cocos
- La cabeza de una cabra (según Bazin, sería «la lechera de a bordo»)
- Un anillo de oro
- Un chifle de primer oficial
- Soporte para pelucas estilo Luis XIV
- Cofres de los equipajes de los tripulantes
- Planchas de cobre con monedas concrecionadas
- fragmentos de calzado
- Pipas
- restos de abanicos con incrustaciones de nácar
- un joyero
- un tintero español
- maderas preciosas
Y el resto del artículo decía:
Citemos, por último, no pudiendo detenernos en el mogollón de objetos curiosos cuya enumeración nos llevaría demasiado lejos, un mármol que sostiene una jarra. Esta jarra, que uno creería salida ayer de la fábrica, pertenecía a uno de los galeones y se hundió con él. En el fondo del mar quedó tendida sobre la cadena que unía dos balas de bronce, y estas balas, sufriendo la influencia de las corrientes eléctricas quedaron estrechamente ligadas a la jarra, formando con ella un solo bloque compacto.
El Sr. Bazin tenía razón al afirmar que ningún museo del mundo posee una colección semejante a la que nos ha permitido examinar.
El precio de la ruina
Las piezas de casa de Bazin, junto a maquetas de las embarcaciones y de sus inventos, así como algunos de los cañones fueronexpuestas en 1875. Por supuesto, su sección también fue visitada por ilustres personalidades, apareciendo en prensa. Es muy posible que aquella muestra internacional generase el interés de algunos en algunas de las piezas. El ingeniero Ernest Bazin lo sabía, y estaba necesitado de capital, como bien sabemos. Así empezó adeshacerse de la mayoría de los objetos intentando no llamar la atención. En octubre de 1875 salió a subasta el tintero, en la
casa Drouot.
Casa de subastas Drouot
La noticia, aparecida en «L’Événement» el 27 de octubre de 1875 decía:
Ayer, en el Hôtel Drouot, se subastaba un mobiliario malo que bien valía, siendo generosos, 400 francos. Acababa de ver adjudicada una cama por 35 francos, y una mesa de noche por 9 cuando el comisario subastador puso sobre la mesa un cuarto o cuarenta.Lo puso ante el pequeño tintero blanco que, visto de lejos, parecía haber costado, cuando era nuevo, treinta y cinco subastas de cien francos cada una, y se adjudicó a 1650 francos.
Bien suponéis que quise ver ese tintero más de cerca. Entonces, me sorprendí aún más. Era una pieza rarísima en fina porcelana china y que llevaba esta inscripción:
Tintero de sifón, repescado por el señor ingeniero Bazin en la bahía de Vigo
¡Y yo que creía, y ustedes también, que el tintero de sifón era una invención moderna! Al salir del Hôtel Drouot no tenía otra idea en mente que conocer al señor Bazin, del cual había oído hablar con tanta frecuencia que pensé que sería una mina de cosas que contar a los lectores […]
Mala señal, Bazin estaba empezando a vender piezas y mobiliario personal. ¿Qué estaba pasando? Si la guerra franco-prusiana ya había puesto en apuros a al Sociedad perdiendo a su principal gerente, los resultados de la misma no pudieron sino terminar por arruinar a la misma. Millones de francos invertidos nunca iban a ser recuperados. Fernández Duro cifra esta última expedición en 910.000 francos extrayendo también pequeños objetos y varios cañones.A principios de 1878, Ernest Bazin es denunciado. Según parece, había vendido 100 de sus acciones fundacionales (tenía 400) por 400 francos cada una los Sres. Erlanger y Cía, ingresando la suma de 40.000 francos en efectivo. Estos señores impusieron a Bazin la obligación de devolverles el dinero sino encontraba nada en la ría de Vigo. No lo encontró, ni oro ni plata, como les había prometido. Por lo que procedieron a reclamar su dinero, el reembolso de los 40.000 francos por esas acciones que, para estas fechas de 1878 ya carecían de valor. El tribunal condenó al Sr. Bazin a devolver los 40.000 francos que reclamaban.
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