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Tema: Los marranos: ¿víctimas o victimarios de España?

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  1. #1
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    Re: Los marranos: ¿víctimas o victimarios de España?

    Pongo la semblanza de otro de estos personajillos funestos, que además estuvo ligado a sus paisanos y secuaces, el ya mencionado Luis de Carvajal y Diego de Montemayor.




    Abren ventana al pasado de Alberto del Canto


    Por Eduardo Santos

    24/04/2009 - 04:00 AM





    Foto: Zócalo Monclova I Gerardo Ávila


    Saltillo, Coah.-
    Que fue un hombre perseguido por la Santa Inquisición, esclavista y nacido en una isla llamada Terceira fueron detalles de Alberto del Canto que se conocieron el miércoles gracias a la exposición que el historiador Carlos Recio Dávila presentó en el marco de la Convención Binacional de Ciudades Hermanas.

    Fueron 34 imágenes las que llevaron al expectante a un viaje a esa isla en la que conviven Praya y Angra, dos pequeñas ciudades, de las cuales se explicó su forma de vida, aspectos rurales y economía en la muestra que se llevó a cabo en el hotel Quinta Real.

    Sergio Recio, hermano del historiador que presentó la muestra fotográfica, captó esas imágenes a finales de la década de los 70, logrando con ello una ventana hacia el lugar que vio nacer al fundador de Saltillo.

    “La gente era muy trabajadora en la isla Terceira, pero vemos que los conquistadores que llegaron a México, no eran tan trabajadores, su intención era hacer esclavos”,destacó Carlos Recio en su explicación.

    La voz de Alberto del Canto pareció escucharse entre las imágenes, incluso la figura de él se hizo presente a través del grupo de teatro Arlequín, que entró en escena con cuatro actores.

    “Escribano, tome nota, de las minas de Mazapil nos han pedido más piezas, mañana al alba saldremos en excursión en busca de indios para su aprehensión y llevarlos hacia las minas”, destacó Alberto del Canto, interpretado por uno de los histriones.

    El escribano con papel y pluma en mano seguía a Alberto del Canto y detrás de ellos un religioso rezaba en medio de las mamparas de la exposición.

    La iglesia en donde el fundador de Saltillo fue bautizado, también está en las fotografías de la muestra, sin embargo, destacó Recio, en nuestra ciudad nunca demostró ser religioso, por el contrario pues hasta llegaron a apodarle “Alberto del Diablo”.

    Alberto del Canto, la Santa Inquisición os reclama”, gritó un actor vestido de monje que sostenía una cruz, dejando a los presentes atentos a la acción, mientras que el personaje del fundador de Saltillo hacía su retirada.

    “Era esclavista y además bastante mujeriego, por eso la Santa Inquisición lo perseguía”, señaló Carlos Recio para subrayar el movimiento escénico durante la exposición.

    Calles inclinadas que descienden hacia el mar, viviendas renacentistas, divididas en corraliños en donde la gente siembra maíz se vieron a través de las 34 ventanas abiertas por Sergio Recio en esta exposición.




    Fuente:

    Abren ventana al pasado de Alberto del Canto [Arte] - 24/04/2009 | Periódico Zócalo





    Alberto del Canto





  2. #2
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    Re: Los marranos: ¿víctimas o victimarios de España?

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    Última edición por Mexispano; 25/04/2014 a las 06:02

  3. #3
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    Re: Los marranos: ¿víctimas o victimarios de España?



    El Saltillo virreinal en sus orígenes.
    La pugna entre Montemayor y Del Canto


    Por: María Elena Santoscoy




    La historia temprana de Saltillo sugiere que este valle norestense constituyó un espacio privilegiado de oportunidades que atrajeron a inmigrantes de todas las calidades y oficios, especialmente a los de rango económico mediano y bajo. Aunque no había minas, la región contaba con suficientes tierras laborables, agua, indios y posibilidades para comerciar. Por tanto, varios peninsulares más o menos exitosos y algunos pequeños aventureros pudieron adquirir aquí, en un plazo más o menos corto, las anheladas “tres efes”, esto es, “fortuna, fama y familia”, y no necesariamente en ese orden. (1)

    Entre los primeros y más importantes colonos estuvieron Alberto del Canto, Juan Navarro, Santos Rojo, Francisco de Urdiñola y Bernabé las Casas, quienes lograron amasar un capital considerable gracias a su talento y conexiones, o a que supieron sortear con habilidad y destreza los riesgos que implicaba la empresa conquistadora española. Asimismo, a que estuvieron en posibilidades de invertir las ganancias de una conquista en otra. Sin embargo, eso no quiere decir que las cosas hayan sido fáciles para ninguno de ellos. La primitiva prosperidad de algunos se debió a una variedad de factores; entre los cuales destaca el nivel de riqueza que cada uno poseía antes de acudir a la fundación de Saltillo. (2) Previamente, la mayoría de los primeros colonos se habían desempeñado como labradores, artesanos, arrieros, o también como “cazadores” de indios en otras regiones para venderlos en los mercados y fundos mineros de la Nueva España. (3) Una vez en Saltillo, fueron pocos los que llegaron a acumular fortunas en la medida n que lo hicieron don Francisco de Urdiñola y don Bernabé las Casas, uno de los yernos de don Juan Navarro. (4) Tanto Urdiñola como las Casas fueron dos de los vecinos más prósperos de la primera década del siglo XVII en la región. Aunque Urdiñola no parece haber residido alguna vez dentro del ámbito saltillense, las Casas si lo hizo, pero por alguna razón trasladó luego sus negocios a Monterrey. (5)

    Tras la primera generación de saltillenses, algunos descendientes suyos parecen haber estado envueltos en la captura y venta de indígenas; una actividad que —aunque penada por las teorizantes Leyes de Indias— permitió consolidar buena parte del capital inicial de muchos conquistadores. (6) El historiador México-americano José Cuello — quien ha estudiado a fondo la historia colonial del noreste— considera como una verdadera proeza que los primigenios colonos hayan podido edificar sus haciendas y estancias rurales contando con tan pocos ingresos que, en general, provenían del comercio y la minería. (7)

    A lo largo de varias centurias la historia local adjudicó a Urdiñola la fundación de Saltillo; no obstante, en las primeras décadas del siglo XX, Alessio Robles puso en claro que el verdadero fundador de esta villa había sido don Alberto Del Canto, un peninsular originario de Praia, Isla Terceira del grupo de las Azores, —jurisdicción del reino de Portugal— cuyos padres fueron Sebastián Martins Do Canto y doña María Díaz Vieira.

    De acuerdo a la tradición matrilineal practicada en ese tiempo por los lusitanos, el apellido correcto de nuestro controvertido fundador debió ser: “Díaz Vieira do Canto”; es decir, primero el apellido de la madre y después el del padre. (8)

    Como don Alberto no tuvo la suerte de ser el primogénito, tal como hicieron muchos peninsulares contemporáneos suyos, decidió embarcarse rumbo al Nuevo Mundo en busca de aventuras, fama y fortuna, tocándole realizar la fundación de Saltillo por encargo del “adelantado” don Francisco de Ibarra. (9) Éste, a su vez, había sido comisionado por las autoridades españolas para que erigiese un nuevo reino con las tierras que lograse conquistar al norte de Mazapil, último bastión de la Nueva Galicia. (10)

    En virtud de que Ibarra era oriundo de las provincias vascongadas, el vasto territorio por él conquistado recibió el nombre de Reino de la Nueva Vizcaya, a cuya jurisdicción perteneció la villa de Santiago del Saltillo durante doscientos años. (11) Varios autores consideran que la creación del nuevo reino tuvo por objeto contrarrestar la enorme influencia que había llegado a adquirir la Nueva Galicia; y, en efecto, el descubrimiento de numerosas minas en el territorio de la Nueva Vizcaya, cuya capital fue Durango, parece haber puesto en serios predicamentos a la Nueva Galicia, puesto que el número de sus pobladores sufrió un severo descenso a partir de entonces.

    A diferencia de Ibarra, quien al momento de la fundación de Saltillo contaba solamente 17 años de edad, Del Canto podría haber sido considerado casi un anciano, pues tenía cerca del doble. (12) El historiador neolonés Eugenio del Hoyo encontró que Del Canto entró por Zacatecas, llegando, hasta las regiones mineras como Avino, San Martín y Mazapil en 1562, junto con los 170 soldados que Ibarra había reclutado en esa navidad. (13)

    Hasta ahora no ha sido posible ubicar con precisión el sitio para casa que Del Canto se mercedó a sí mismo en el corazón de Saltillo al momento de hacer la repartición de tierras y aguas. De acuerdo a la usanza española, su morada debió estar situada alrededor de la Plaza Real –actual Plaza Independencia– cerca de las Casas Consistoriales y del templo parroquial. En cuanto a sus propiedades rusticas, una de ellas corresponde a un sitio al sur de Saltillo conocido como Buenavista, mientras que otra —denominada Miraflores— estaba situada al oriente de la villa, cercana a las haciendas de Juan Navarro y Santos Rojo. (14) Mientras las tierras del primero corresponderían más o menos con el poblado que actualmente conocemos como La Hibernia, las del segundo y tercero podrían hacerlo con “Los González” y “Los Cerritos”, respectivamente. (15)

    Los datos disponibles sugieren que Del Canto era un sujeto arrojado y vehemente que, como no tenía esposa, no tuvo escrúpulos en entablar relaciones ilícitas con doña Juana Porcallo y de la Cerda, la joven mujer de su compatriota Diego de Montemayor, quien estuvo avecindado en el mineral de Mazapil en el año de 1572. Como llegó a Saltillo después de realizada la repartición, Montemayor no alcanzó a recibir tierras. De cualquier modo, fue un vecino importante, puesto que se desempeñó en este sitio varias veces como alcalde ordinario y una como alcalde mayor. (16)

    Montemayor asistió, junto con don Luis de Carvajal y de la Cueva —otro sujeto también de origen lusitano—, a la refundación del Nuevo Almadén, hoy Monclova, hasta cuyo sitio llegó el largo brazo de la justicia virreinal para acusar a éste de invadir jurisdicciones preestablecidas y practicar el judaísmo. Luego del prendimiento de Carvajal, Montemayor se regresó a Saltillo y poco después —en 1584— recibió una merced de tierras en un sitio llamado San Francisco, situado en el actual poblado de Apodaca, N. L. Dicha merced le fue otorgada por don Gaspar Castaño de Sosa, alcalde mayor de la villa de San Luis —hoy Monterrey—, quien se había quedado en el sitio como lugarteniente de Carvajal. Tras recibir un nombramiento efímero de tesorero real, Montemayor decidió repoblar, en 1596 —con doce familias de Saltillo y sin permiso de las autoridades virreinales— la para entonces extinta villa de San Luis, bautizándola con el pomposo título de “Ciudad metropolitana de Nuestra Señora de Monterrey”, en honor de don Gaspar de Zúñiga y Acevedo, conde de Monterrey y virrey en turno. (17)

    El fundador de Monterrey estuvo casado en tres ocasiones: la primera, con doña Inés Rodríguez. Una hija de esta pareja, llamada también Inés Rodríguez, estaba casada con Baltazar (Castaño) de Sosa, uno de los fundadores de Saltillo y hermano de don Gaspar de los mismos apellidos. (18) No se sabe en qué fecha murió la primera mujer de Montemayor; tampoco cuándo contrajo éste nuevas nupcias con una mujer de apellido Esquivel, de la que nada se sabe y de quien pronto enviudó también. Su tercer enlace lo efectuó con doña Juana Porcallo y de la Cerda, una doncella neolonesa mucho menor que él y que, para su desgracia, en algún momento entabló relaciones amorosas con el fundador de Saltillo.

    Cuentan los cronicones locales que al descubrir los ilícitos amoríos entre su joven esposa y el cuarentón Del Canto, Montemayor montó en cólera haciéndose justicia por su propia mano; y que, además de asesinar a la adúltera, juró no cortarse el pelo ni la barba hasta cobrar venganza en la persona de don Alberto, quien hábilmente logró eludir siempre al ultrajado marido, al menos hasta que se convirtió en su yerno.(19)

    Lo más chocante del caso es que tras el ominoso engaño cometido por doña Juana y Del Canto, y el fatídico homicidio perpetrado por el injuriado, nuestro fundador haya contraído nupcias con la núbil Estefanía Montemayor Porcallo, hija del uxoricida y su amante, y que los hijos que tuvo con ella se apellidaran “Montemayor Del Canto”, debido a lo cual pronto se perdió su apellido. (20)


    Saltillo, Coahuila, julio de 2009




    NOTAS

    1. Entre los inmigrantes hispanos de la época permeaba “el anhelo general de acometer proezas y realizar hazañas para luego de invocar méritos, solicitar de la corte española encomiendas de indios por una, dos, y hasta tres vidas” Véase, Alessio Robles, Vito, Coahuila y Texas en la época colonial, Porrúa, México, 1978, p. 165

    2. Cuello, José, Saltillo Colonial: Orígenes y formación de una sociedad Mexicana en la frontera norte 1577-1821; Archivo Municipal de Saltillo-Universidad Autónoma de Coahuila, Saltillo 2004.

    3. El documento M.M.1714 de la Biblioteca Bancroft, de Berkeley señala que en el año de 1572, poco antes de la fundación de Saltillo, Alberto Del Canto y un sujeto de apellido Ábrego “prendieron 350 indios” Cit. por Garmendia Leal, Guillermo, en Origen de los fundadores de Saltillo Coahuila, edición privada, Monterrey, 1995, tomo I, p. 29.

    4. Don Juan Navarro es reconocido como el primer industrial norestense, en virtud de que construyó el primer molino de trigo en el Septentrión novohispano.

    5. Ibídem, tomo I, p. 11, Índice de vecinos de Saltillo y Monterrey (1575-1760)

    6. En opinión de los historiadores locales, la institución denominada “Encomienda” fue escasa y bastante benévola en Saltillo, no así en Monterrey, donde fue más radical y se prolongó porbastantes años más.

    7. Cuello, Op. Cit.

    8. Garmendia Leal, Guillermo, Op. Cit. tomo I, p. 1, 1995.

    9. Parece difícil que, a su edad, Del Canto permaneciera soltero.

    10. Don Francisco de Ibarra era originario de la villa de Durango en la provincia de Vizcaya, España. Era hijo de Pedro Sánchez de Ibarra y doña María de Aranda. La casa solariega de los Ibarra es una de las más viejas y nobles de Guipúzcoa. Desde muy joven, don Francisco se vino a la Nueva España, donde sirvió como paje en la corte del virrey don Luis de Velasco, suegro de su tío, el capitán Diego de Ibarra, uno de los fundadores de Zacatecas. Cuando el virrey urgió a don Diego para que continuara la colonización del Septentrión, éste decidió enviar a su sobrino, quien apenas contaba 16 años, para que se hiciese cargo de la expedición, tocándole la oportunidad de hacer por su cuenta la conquista de la rica provincia de la Nueva Vizcaya. Dicha expedición se inició a mediados de septiembre de 1554. Cit. por Durón Jiménez Martha, y Etchegaray Ignacio, en Diccionario Biográfico de Saltillo, Fondo Editorial Coahuilense y Archivo Municipal, Saltillo, 1995, p. 97.

    11. Toda la franja sur del actual Estado de Coahuila (“…hasta el año de 1787 la porción del actual territorio coahuilense comprendida entre los 24° 32´ y los 26° de latitud norte fue una dependencia de la Nueva Vizcaya”. V.A.L.”Coahuila y Texas en la época colonial” Ed. Porrúa, México, D.F. 1978) perteneció a la gobernación de la Nueva Vizcaya desde su fundación hasta el año de 1787, fecha en que fue segregada de ésta y anexada a la Provincia de Coahuila de la Nueva Extremadura.

    12. Garmendia Leal, en Op. Cit. tomo I, p. 38, dice que en el año de 1607 Del Canto manifestó
    tener 60 años; es decir que tuvo que haber nacido alrededor de 1547.


    13. Cuello, citando a Del Hoyo, en Op. Cit.

    14. Alessio Robles, Op. Cit. p. 78

    15. Al tiempo de arribar los tlaxcaltecas a Saltillo, Del Canto les cedió el goce de una parte del agua de su hacienda, la cual colindaba con las tierras de Juan Navarro y Santos Rojo. En Carlos Valdés e Ildefonso Dávila Documentos para la historia de la Nueva Tlaxcala, editado por el gobierno de Coahuila, año de 1990, p. 33, aparece textualmente la siguiente información: “… y
    también les hago merced [a los tlaxcaltecas] a mas de la agua que se les repartió para el dicho Pueblo para labor de las tierras de la quinta parte de la Agua que sale de un ojo de agua que está arriva de la del Saltillo, de donde riega Alberto del Canto sus sementeras, e que los dichos yndios pueden llevar la dicha agua por una azequia o azequias a la parte y lugar que quisieren


    = De las primitivas mercedes otorgadas a los fundadores de Saltillo sólo quedó documentado loque aparece citado en la “ratificación de mercedes” expedida por el gobernador de la Nueva Vizcaya en el año de 1580. Dicha relación al parecer está incompleta, pues hay mercedes que no están enlistadas en ella. Véase Alessio Robles, Op. Cit. pp. 69-88.

    = Nota: Las mercedes que se otorgaron a los fundadores eran de cinco especies:

    Caballería de tierra, la cual equivalía a un rectángulo de 1,104 varas de largo por 552 de ancho, correspondiente a 42 hectáreas de tierras laborables dotadas de agua.

    Tierras de Agostadero, las cuales eran las siguientes: “sitio de ganado mayor”, equivalente a un cuadrado de 3,333 varas 1/3, o sean 1,755 hectáreas; y “sitio de ganado menor”, equivalente a un cuadrado de 5,000 varas, o sean 780 hectáreas, aproximadamente.

    Sitio para casa, solar y corral, equivalente a un cuadrado de 50 x 50 varas castellanas; esto es, 40 mts. cuadrados aproximadamente.

    Suerte de huerta, equivalente a un cuadrado de 552 por 275 varas, o sean 10.7 hectáreas de tierras dotadas de agua.

    Herido de molino, equivalente a un cuadrado de 50 varas por lado. Cada “vara castellana” equivalía a 80 centímetros aproximadamente.


    16. Alessio Robles, Op. Cit. p. 178

    17. Durón Jiménez, Op. Cit. pp. 113 y 114

    18. Garmendia Leal, Origen de los fundadores de Texas, Nuevo México, Coahuila y Nuevo León: vecinos de Saltillo, 1575-1710, tomo II, p. 78. Este autor ha encontrado que don Baltazar era hermano de don Gaspar Castaño de Sosa, compañero de don Luis Carvajal y de la Cueva y también primer colonizador de Nuevo México. Baltazar era yerno de Diego Montemayor. En el año de 1583 hizo donación a su hermano Gaspar de una estancia de ganado mayor y una caballería de tierra de las que le había mercedado Alberto Del Canto en Saltillo. Cit. por Garmendia, Op. Cit. tomo I, p. 34. Véase también Durón Jiménez, Op Cit. p 163. Esta autora sostiene que Baltazar (Castaño) de Sosa nació en Portugal y que casó con doña Inés Rodríguez, hija del primer matrimonio de Diego de Montemayor. Sosa tuvo tres hijos y en el año de 1583 se desempeñó como alcalde ordinario de Saltillo.

    19. Al llegar Carvajal al Nuevo Reino de León, encontró a Montemayor en las minas de San Gregorio, donde se había refugiado tras el asesinato de doña Juana Porcallo. Poco después, en ese propio lugar, Carvajal fundó la ciudad de León (hoy Cerralvo). Véase Garmendia, Op. Cit. tomo I p. 34.

    = Carvajal y de la Cueva era originario de Mogodorio, Portugal. En 1578 regresó a España para solicitarle mercedes al rey, quien le concedió un cuadrado de 200 leguas por lado en la mitad norte de la Nueva España. Una vez que regresó de España con dichas capitulaciones, concedidas por Felipe II, se dirigió a Saltillo deponiendo a sus autoridades. Gracias al apoyo que encontró aquí pudo refundar el Nuevo Almacén, hoy Monclova, hasta donde llegó la comisión encargada de aprehenderlo, acusado de invadir jurisdicciones previamente establecidas. En 1596, Carvajal murió en la cárcel real de México. Entre los cargos que se le imputaron estuvo el de practicar el judaísmo.

    20. Al parecer, dicho matrimonio fue ideado por el propio Luis de Carvajal para que dos de los escasos y más prominentes colonos españoles locales no se matasen entre sí.







    Fuente:

    El Saltillo virreinal en sus orígenes. La pugna entre Montemayor y Del Canto - Fundaciones, Reales, y otros asentamientos
    Última edición por Mexispano; 25/04/2014 a las 06:01


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