Corre el año 1963 hay fiesta en el colegio de La Salle, los niños jugamos en la calle. Sí, aunque le sorprenda algunos, en ese tiempo se podía jugar en ella sin que nuestros amados padres estuvieran pendientes de un hilo por el miedo a que nos ocurriera cualquier tropelía de las que se oyen ahora………... . Al rato me canso de correr y necesito beber agua, entro en la panadería de mi calle donde solían socorrerme para estos menesteres, la dueña era muy amable para eso y para más cosas que le pidieras, yo con tan solo 8 años no hago ni cola es como si no existiera para mí, pero si que la hay y larga por cierto, pues es la hora de preparar las mesas de las casas para la comida del mediodía, Doña Pepita una mujer anciana del lugar muy querida por todos, pide su compra y al devolverle mal el cambio la dependienta, Doña Pepita le recrimina que le faltan no se que pesetas y al dudarlo la dependienta, Doña pepita se lo dice en un tono algo subido saliéndole del alma la frase en puro Catalán castizo……..quedo sorprendido al instante, pues se escucha un silencio sepulcral en toda la panadería que se puede cortar tranquilamente con una guadaña. Al mismísimo fondo de la panadería al final de esa cola hay dos policías con su uniforme gris azulado que acababan de entrar ya que cerca esta la Jefatura Provincial de Policía, supongo que les traía el venir a comprar pan, todas las mujeres con ojos como platos se giran inmediatamente hacia ellos, Doña Pepita siguen extendiendo la mano a la dependienta para que le de las vueltas y se oye una voz ronca que rompe el brusco silencio, y como yo, todo el mundo que se encuentra en la panadería hasta el maestro de pala que se haya en el amasador, oímos en un casi perfecto Español con un tono que jamás nunca olvidaré las siguientes palabras: "Coño, es que no sabéis hablar cristiano cojones". En fin la cosa se calmo y no hubo más historia, gracias a que el maestro de pala era un antiguo camisa vieja y alcalde de barrio, calmó las iras de los dos policías dándoles boleto y unas palmadas en la espalda cerrándoles la puerta e invitándoles a los "yunguetes". Una vez la puerta cerrada a cal y canto la bronca posterior fue para la casi interfecta Doña Pepita, tanto el maestro de pala y las demás asistentes de la panadería le recriminaron el poco atino que tubo al escapársele el idioma, delante de "los guardias" como les decían entonces, hasta oí alguna vecina decírselo en Catalán cosa que segundos después durante el fragor del follón y con el acaloramiento del momento acabó todo el mundo hablando Catalán, Oscense y Aranés, ya que el barrio estaba lleno de gentes de la Vall D'aran, de Barbastro y aledaños y de zonas de la Franja de Ponent.
En fin creo que esto es un grano de arena más, pero esa es mi experiencia en referencia a las lenguas en aquellos años. Si me gustaría apuntar que yo personalmente no pude aprender el Catalán ni en el colegio, pues estaba prohibido en esos años, y en mi casa menos pues mi madre era Andaluza y es la única que podía haberme inculcado algo del idioma desde mi más tierna infancia y no lo pudo hacer por razones obvias, y la verdad sea dicha hablándolo perfectamente mi padre y tíos el Catalán pues menos que menos, jamás los oí hablarlo entre ellos más que alguna palabra de tanto en tanto, ya que con eso de que el mayor de ellos era un cargo dentro de la Guardia Civil pues como que no ha lugar hablar entre ellos en el cuartel ni en casa de los otros en Catalán.
Años después mal que me pese decirlo, aprendí a hablar mal el Catalán, como muchos de mis camaradas en esta tierra por aquellos años, equivocándome al hablarlo y siendo corregido al momento por los más mayores que lo aprendieron antes de 1940 y costándome directamente de mi bolsillo las clases particulares, para seguir posteriormente hablándolo mal hoy día. A estas alturas aunque mucho les pese a mis predecesores, ya no hay "garlopa" que me pula.
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