A veces resulta conveniente recordar con unos párrafos cruentos los sucesos de la guerra española, los horrores referidos a la Iglesia y sus sagradas personas. Una tremenda pesadilla que arrasó iglesias, profanó la santidad y el silencio de los claustros, que acabó con la vida de millares de sacerdotes ejemplares, en nombre de unas ideas marxistas-comunistas que para nosotros solo significan barbarie, incultura y destrucción de raíz de cuantos principios sagrados y sociales conforman a un Estado.
Y es conveniente recordar a una hora de confusionismo clerical, de posturas progresistas que más bien nos parecen teatrales, que auténticas posturas teológicas fundamentadas, aquellos. días de la guerra. Leer con detenimiento estos párrafos obligará a meditar y a revisar el progresismo extremista de muchos que caminan hacia el error por seguir las corrientes de la actualidad.
La Carta de los Obispos debe servir para meditar y concretar más aun la postura del clero español, basada en un pasado aún muy cercano, repleto de sacrificios y mártires que lo fueron por no ceder ni un ápice de la verdad a los mismos que hoy, ya sin armas, ya sin guerra, se han infiltrado enmascarados en el seno de la Iglesia para corromperla en su mismo nombre y sembrar el confusionismo. y el escisionismo.
Cuando se publicó esta Carta de los Prelados españoles, España estaba en guerra y el documento causó un gran impacto en la opinión de aquí y de allá.
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