LOA DE LAS CARACTERÍSTICAS ESPAÑOLAS:
- HOMBRES
ESPAÑA Y LOS ESPAÑOLES:
331
“¿Qué te ha parecido de España? —dijo Andrenio—. Murmuremos un rato della aquí donde no nos oyen.
—Y aunque nos oyeran —ponderó Critilo—, son tan galantes los españoles, que no hicieran crimen de nuestra civilidad. No son tan sospechosos como los franceses; más generosos corazones tienen.
—Pues, dime, ¿qué concepto has hecho de España?
—No malo.
—¿Luego bueno?
—Tampoco.
—Según eso, ni bueno ni malo.
—No digo eso.
—¿Pues qué?
—Agridulce.
—¿No te parece muy seca, y que de ahí les viene a los españoles aquella su sequedad de condición y melancólica gravedad?
—Sí, pero también es sazonada en sus frutos y todas sus cosas son muy substanciales. De tres cosas dicen se han de guardar mucho en ella, y más los extranjeros.
—¿De tres solas? ¿Y qué son?
—De sus vinos, que dementan; de sus soles, que abrasan; y de sus femeniles lunas, que enloquecen.
—¿No te parece que es muy montuosa, y aun por eso poco fértil?
—Así es, pero muy sana y templada; que si fuera llana, los veranos fuera inhabitable.
—Está muy despoblada.
—También vale uno de ella por ciento de otras naciones.
—Es poco amena.
—No la faltan vegas muy deliciosas.
—Está aislada entre ambos mares.
—También está defendida y coronada de capaces puertos y muy regalada de pescados.
—Parece que está muy apartada del comercio de las demás provincias y al cabo del mundo.
—Aun había de estarlo más, pues todos la buscan y la chupan lo mejor que tiene: sus generosos vinos Inglaterra, sus finas lanas Holanda, su vidrio Venecia, su azafrán Alemania, sus sedas Nápoles, sus azúcares Génova, sus caballos Francia, y sus patacones todo el mundo.
—Dime, y de sus naturales ¿qué juicio has hecho?
—Ahí hay más que decir, que tienen tales virtudes como si no tuviesen vicios, y tienen tales vicios como si no tuviesen tan relevantes virtudes.
—No me puedes negar que son los españoles muy bizarros.
—Sí, pero de ahí les nace el ser altivos. Son muy juiciosos, no tan ingeniosos. Son valientes, pero tardos; son leones, mas con cuartana. Muy generosos, y aun perdidos; parcos en el comer y sobrios en el beber, pero superfluos en el vestir. Abrazan todos los extranjeros, pero no estiman los propios. No son muy crecidos de cuerpo, pero de grande ánimo. Son poco apasionados por su patria, y trasplantados son mejores; son muy allegados a la sazón, pero arrimados a su dictamen. No son muy devotos, pero tenaces de su religión. Y absolutamente es la primer nación de Europa: odiada, porque envidiada.”
BALTASAR GRACIÁN (1601-1658), ‘El Criticón’.
EL CARÁCTER ESPAÑOL:
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“Los españoles son, en general, de ánimos generosos, pero cuando prevén la necesidad, parcos; su genio es melancólico; su natural, sospechoso y aprensivo; en la paz descuidados; en los aprietos, solícitos; en el obrar, flemáticos; pero, aunque sucedan nuevos accidentes, no precipitosos; sufren, pero no perdonan fácilmente las injurias; en lo que emprenden son tenaces, y en la adversidad, constantes. A quien no los practica, a la primera vista parecen de trato altivo; después son buenos amigos y conservan la fe prometida; cuando hallan conveniencias se repatrían con facilidad en lejanas tierras. En la guerra son buenos para la caballería y mejores para la infantería, pero tenaces para la defensa de una plaza, siendo sufridores de grandes trabajos; profesan la vanidad de saber mucho y quieren mandar en cualquier parte donde se hallan. En la milicia, cuando no son bien pagados, excitan fácilmente los tumultos, pero en valor no ceden a alguna de las naciones”.
J. A. DE LENCINA, ‘Comentarios políticos’.
LOS ESPAÑOLES:
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“Entendiendo cuán grandísimas tierras eran las que Cristóbal Colón descubría, fueron muchos a continuar el descubrimiento de todas, unos a su costa, otros a la del rey, y todos pensando enriquecer, ganar fama y medrar con los reyes. Pero como los más de ellos no hicieron sino descubrir y gastarse, no quedó
memoria de todos, que yo sepa, especialmente de los que navegaron hacia el norte, costeando los Bacallaos y tierra del Labrador, que mostraban poca riqueza. Ni aun de todos los que fueron por la otra parte de Paria, desde el año de 1495 hasta el de 1500. Pondré los que supiere, sin contemplación de ninguno, certificando que todas las Indias han sido descubiertas y costeadas por españoles, salvo lo que Colón descubrió; ca luego procuraron los Reyes Católicos de las saber y señalar por suyas, tomando la posesión de todas ellas, con la gracia del Papa.”
FRANCISCO LÓPEZ DE GÓMARA (1511-1566), ‘ Historia General de las Indias’.
334
“Es su gente feroz, sabia y aguda;
Que es notable de España la agudeza;
Tan firme, que jamás su intento muda.
No es tanta como Italia su grandeza;
Pero tiene grandezas que la encumbran
Por su espaciosa y fértil aspereza.
Sus hombres más las armas acostumbran,
Que no las letras, porque las de Roma
Desnudas siempre en su cerviz relumbran”.
LOPE DE VEGA, ‘Roma abrasada’.
335
“Entiendan que tienen campo abierto, fértil y espacioso, por el cual con facilidad y dulzura, con gravedad y elocuencia puedan correr con libertad, descubriendo la diversidad de conceptos agudos, graves, sotiles y levantados que en la fertilidad de los ingenios españoles la favorable influencia del cielo, con tal ventaja, en diversas partes ha producido y cada hora produce en la edad dichosa nuestra.”
CERVANTES, ‘La Galatea’.
336
“Todos los españoles pretenden que su virtud principal es el valor; a pesar de ello, sus acciones no estaban siempre regidas por esta virtud y si, con frecuencia, muestran una audacia extrema, también muchas veces se les puede tachar de pusilánimes. Los que cuentan con medios para hacerlo comen y beben con exceso; esto, unido al calor del clima, hace que se entreguen con ardor a los placeres del amor, y que las mujeres se vean sometidas a toda clase de vicios. No hay nación alguna que tenga tan desarrollada la pasión del juego de cartas y de dados. Su avaricia les hace vivir pobremente, sobre todo en Cataluña; son siempre derrochadores en sus vestiduras; más que debieran, atendida su condición... Tienen costumbre de ser muy cariñosos con los extranjeros, y cuando éstos tiene alguna querella con los habitantes del país, todos acuden en su auxilio. Lo que les caracteriza, y más que otros a los vizcaínos es la arrogancia y, en general, déjanse llevar rápidamente a la injuria y a la cólera, empleando palabras altaneras y soberbias... En suma puede decirse que los castellanos se parecen mucho a los napolitanos y los aragoneses a los lombardos.
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De los habitantes de España, de la que declara ser “la más fuerte y segura columna de la cristiandad”: ‘Se halla habitada por hombres que se destacan por su industria y sagacidad, mostrándose en todos los momentos una raza altiva.’ De los aragoneses: ‘Pretenden ser libres y gobernarse por sí mismos con la forma republicana, teniendo al rey como jefe, por lo cual éste no sucede en el reino si no es elegido por aquéllos, y conservan éstos su libertad con tanto celo, que se esfuerzan por la más mínima cosa en que el rey no disfrute de mayor autoridad sobre ellos”.
FEDERICO BADOARO, ‘Relación de España’ (1557).
337
“Los españoles siempre tuvieron fama de soberbios y blasonadores; esta soberbia revestida de gravedad es tan grande, que puede considerarse un orgullo desmedido; son valientes sin temeridad, y es tanto en este punto su cordura, que no falta quien los crea poco animosos; son coléricos y vengativos, teniendo siempre cuidado de disimular su arrebato; generosos sin ostentación; sobrios en la comida; tan presuntuosos en la suerte próspera como serviles en la suerte adversa; adoran a las mujeres y son tan amantes de la belleza, que para sus pasiones pocas veces cuentan con el talento de sus elegidas; sufridos con exceso, tenaces, perezosos, independientes; honrados hasta el punto de arriesgar la vida por sostener una palabra empeñada. La naturaleza los dotó de atractivo, ingenio y clara inteligencia; comprenden fácilmente y expresan con sencillez y precisión sus ideas. Son, además, prudentes, celosos con exceso, desinteresados, derrochadores, reservados, supersticiosos y muy católicos, al menos en apariencia. Versifican sin trabajo y podrían fácilmente abarcar los conocimientos científicos más difíciles e interesantes, si decidieran aplicarse a su estudio, que, regla general, desdeñan. Muestran grandeza de alma y elevación de miras, firmeza, seriedad y un respeto hacia las damas a ningún otro comparable; sus maneras son estudiadas, llenas de afectación; cada español está convencido de su propio mérito, y raras veces hacen justicia tratando del mérito de los demás.
Su bravura estriba en sostenerse valerosamente a la defensiva, sin retroceder y sin temor al peligro; pero así como no lo temen cuando en él se hallan, no lo buscan por afán de arriesgarse, y esta buena cualidad, que algunos juzgan timidez, proviene de su sereno entendimiento. Cuando adivinan el riesgo, procuran evitarlo con noble cordura; sólo cuando quieren vengarse no perdonan medios ni escuchan razones; sus máximas en este particular son absolutamente contrarias al cristianismo y al honor. Cuando reciben afrenta mandan asesinar al que se la infiere; y advertidos por esta costumbre, muchas veces asesinan traidoramente al ofendido para librarse de su venganza, sabiendo de seguro el ofensor que si no mata será muerto. Pretenden justificar esos abusos diciendo que, cuando su enemigo logra por malos medios una ventaja, puede cualquiera procurarse otra por medios peores. La impunidad lo autoriza todo, valiéndose del privilegio de que gozan las iglesias y los conventos en España, donde la justicia no tiene derechos contra un hombre que se acoge a lugar sagrado.”
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Entre los españoles es fácil descubrir honrosas condiciones: generosidad, amistad franca, bravura, secreto; en una palabra, los exquisitos sentimientos del alma que dan carácter al perfecto caballero. Creo, después de cuanto acabo de indicar, que a cualquiera inspirará simpatía más bien que repulsión la manera de ser de los españoles, y, por mi parte, afirmo que me agradan sus condiciones, mal comprendidas por los muchos que les denigran sin haberles estudiado profundamente.”
MADAME D’AULNOY (1651-1705), ‘Viaje a España’ (1679).
ELOGIO DE LOS ESPAÑOLES:
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“No las damas, amor, no gentilezas
de caballeros canto enamorados;
ni las muestras, regalos ni ternezas
de amorosos afectos y cuidados;
mas el valor, los hechos, las proezas
de aquellos españoles esforzados
que a la cerviz de Arauco no domada
pusieron duro yugo por la espada.”
ALONSO DE ERCILLA (1533-1594), ‘La Araucana’.
339
“FLORA. ¿Sois español?
DON VICENTE. Sí.
¿En qué lo visteis?
FLORA. Lo vi
En que sois arrogante;
No queréis ignorar nada;
Todo a su brío lo fía
La española bizarría
Con presunción confiada.”
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“Estos son españoles, ahora puedo
Hablar encareciendo a estos soldados
Y sin temor, pues sufren a pie quedo
Con un semblante, bien o mal pagados.
Nunca la sombra vil vieron del miedo
Y aunque soberbios son, son reportados.
Todo lo sufren en cualquier asalto;
Sólo no sufren que les hablen alto.”
CALDERÓN DE LA BARCA (1600-1681), ‘El Sitio de Breda’.
340
“¿Quien á un bravo español en osadía
Y atrevido ademán pasó adelante?
¿O al trato hidalgo y noble cortesía,
Igualar pudo en ánimo arrogante?
¿Quien la reportacion y valentía
No ve ser destas gentes semejante
A sus furiosos rios, que en sonoro
Curso llevan cristal envuelto en oro?
Son de ánimos valientes, atrevidos,
Prestos en los peligros, y arrojados,
Francos en amistades, comedidos,
Graves, briosos, nobles, arriscados:
Para trabajos, fuertes y sufridos,
Para nobles, leales y esforzados;
Que la traicion es mancha de cobardes,
Y estos desta nacion propios alardes.”
BERNARDO DE BALBUENA (1562-1627), ‘El Bernardo,
341
“Señor español:
Vos vais a la guerra,
La trompeta os llama,
La victoria os lleva,
Las armas son honra,
Gloria las empresas”
LOPE DE VEGA, ‘Pobreza no es vileza’.
342
“Estos, que al impio Turco en cruda guerra
Al Moro, al Anglo y al Escoto airado,
Y vencen al Tudesco y al dudado
Frances, y al Belga en su cercada tierra;
Y los estrechos, que el mar hondo encierra,
Sobran, pasando por lugar vedado
Con valor, qual vió nunca el estrellado
Cielo, que tantas cosas mira y cierra;
Bien muestran en la gloria de sus hechos,
Que son tus hijos, ó felice España,
Honra del alto Imperio de Ocidente.
Alabe Roma los famosos pechos
De los suyos, que nunca (y no me engaña
El amor) fue á esta igual su osada gente.”
FERNANDO DE HERRERA (1534-1597).
343
“No ha habido nación tan poderosa ni tan remota que no haya admirado y temido el valor de los españoles. Era éste tan conocido, que en África, América, Asia y Europa nos han dado más victorias las banderas que las espadas. Por esta constante fama, un español, con sólo serlo, era noble en cualquier parte del mundo; y aun siendo cautivo de bárbaros infieles, hallaba respeto y veneración en tanto grado que el más ilustre español no heredaba de sus padres mayor nobleza que la de su Patria. Las riquezas han sido tan grandes que con nuestros desperdicios hemos enriquecido las demás provincias del mundo. Vaciáronse todas las Indias en España, de tal suerte que las piedras y los metales preciosos vinieron a ser vulgares y tan viles que hasta ahora en España se pesa la fruta, pero no el oro”.
P. JUAN CORTÉS OSSORIO, S.J., ‘Constancia de la Fe y aliento de la nobleza española’. Madrid 1684.
344
“Tanta tierra como dicho tengo han descubierto, andado y convertido nuestros españoles en sesenta años de conquista. Nunca jamás rey ni gente anduvo y sujetó tanto en tan breve tiempo como la nuestra, ni ha hecho ni merecido lo que ella, así en armas y navegación como en la predicación del santo Evangelio y conversión de idólatras; por lo cual son españoles dignísimos de alabanza en todas las partes del mundo. ¡Bendito Dios, que les dio tal gracia y poder! Buena loa y gloria es de nuestros reyes y hombres de España que hayan hecho a los indios tomar y tener un Dios, una fe y un bautismo, y quitándoles la idolatría, los sacrificios de hombres, y el comer carne humana, la sodomía y otros grandes y malos pecados, que nuestro buen Dios mucho aborrece y castiga. Hanles también quitado la muchedumbre de mujeres, envejecida costumbre y deleite entre todos aquellos hombres carnales; hanles mostrado letras, que sin ellas son los hombres como animales, y el uso del hierro, que tan necesario es al hombre; asimismo les han mostrado muchas buenas costumbres, artes y policía para mejor pasar la vida; lo cual todo, y aun cada cosa por sí, vale, sin duda ninguna, mucho más que la pluma ni las perlas ni la plata ni el oro que les han tomado, mayormente que no se servían de estos metales en moneda, que es su propio uso y provecho, sino contentarse con lo que sacaban de las minas y ríos y sepulturas. No tiene cuenta el oro y plata, ca pasan de sesenta millones, ni las perlas y esmeraldas que han sacado de bajo la tierra y agua; en comparación de lo cual es muy poco el oro y plata que los indios tenían. El mal que hay en ello es haber hecho trabajar demasiadamente a los indios en las minas, en la pesquería de perlas y en las cargas. Oso decir sobre esto que todos cuantos han hecho morir indios así, que han sido muchos, casi todos han acabado mal. En lo cual, paréceme que Dios ha castigado sus gravísimos pecados por aquella vía. Yo escribo sola y brevemente la conquista de Indias. Quien quisiere ver la justificación de ella, lea al doctor Sepúlveda, cronista del emperador, que la escribió en latín doctísimamente; y así quedará satisfecho del todo.”
FCO. LÓPEZ DE GÓMARA, ‘Historia general de las Indias’.
345
“Los españoles han poseído y tienen más oro y plata que nación otra alguna y son los más lustrosos, magnánimos y liberales de todo el mundo”.
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Con decir: soy español y se me debe toda cortesía y respeto, basta para gran blasón; y no tiene necesidad de otro apellido para todo lo que intentare de honra
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El español... tiene el corazón anchuroso y magnánimo y a todas las naciones hace ventaja en grandeza y liberalidad; gasta opulentamente, y en todas partes derrama plata, ostenta con magnificencia el lustre de su persona y, por su hidalgo trato, todas las naciones del mundo caben en él, siendo siempre España madre de extranjeros.”
FR. BENITO DE PEÑALOSA, ‘Libro de las cinco excelencias del Español’ (1629).
346
“CRIADO. ¿No lo veis en los aceros?
Sangre apurada en crisoles.
DAMA. ¡Que todos los españoles
Decís que sois caballeros!”
LOPE DE VEGA, ‘La Francesilla’.
347
“Los españoles son de su naturaleza generosos, de pechos ahidalgados, con algunos humos de vanidad. Claramente lo muestran en siendo trasplantados fuera de sus tierras y puestos en las ajenas; porque luego son todos godos y nacidos de sangre real, aunque vayan desgarrados. Y para sustentar esta vanidad hacen muy bien obras que corresponden con su jactancia fantástica”.
PEDRO DE MEDINA, ‘Grandeza y cosas notables de España’ (1595).
348
“CONSTANZA. Gentil hombre, ¿sois de España?
DON LOPE. Sí, señora, y de una tierra
donde no se cría araña
ponzoñosa, ni se encierra
fraude, embuste ni maraña;
sino un limpio proceder,
y el cumplir y el prometer
es todo una misma cosa.”
M. DE CERVANTES, ‘Los baños de Argel”.
349
“Estaban también los Tercios Viejos de españoles, que, aunque poca gente, pues no pasaban de ocho mil, no infundían menos esperanza a los nuestros que temor al enemigo. No ya por su veteranía y por estar armados de arcabuces, en cuyo manejo eran expertísimos, sino por la gloria militar y el recuerdo de las grandes victorias obtenidas en Italia sobre enemigos mucho más numerosos, refiriendo la fama a su llegada, en ambos campamentos, lo que ya era conocido de muchos; que hacía poco, junto al Tesino, vencidos muchos capitanes franceses y deshecho su ejército, habían hecho prisionero al rey Francisco. Que en Milán habían hecho frente a las fuerzas coaligadas de Italia, Francia e Inglaterra, que habían tomado Roma y que en Nápoles habían deshecho una gran fuerza de franceses.
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Y no solo acudieron a la guerra estos Tercios de nación española y Antonio Leyva que, desde los Insubres, había venido con su gente, sino muchos caballeros principales y una numerosa juventud noble que, anunciada la llegada del turco, había volado, desde todas las regiones de España, por deber y por religión, a socorrer a su rey y emperador en esta guerra santa”.
J. G. DE SEPÚLVEDA (1490-1573), ‘Hechos del Emperador Carlos V’,
VIRTUDES DEL ESPAÑOL:
350
“Volviendo a la hambre y necesidad que el gobernador y su ejército pasaron aquellos días, me pareció contar un caso particular que pasó entre unos soldados de los más aventajados que en el real había para que por él se considere y vea lo que se padecería en común, que decir cada cosa en particular sería nunca acabar y hacer nuestra historia muy prolija. Es así que un día de los de mayor hambre cuatro soldados de los más principales y valientes, que por ser tales hacían donaire y risa (aunque falsa), del trabajo y necesidad que pasaban, quisieron, porque eran de una camarada, saber qué bastimento había entre ellos, y hallaron que apenas había un puñado de zara. Para lo repartir, porque creciese algo, la cocieron, y en buena igualdad, sin agravio alguno, cupieron a diez y ocho granos. Los tres de ellos, que eran Antonio Carrillo y Pedro Morón y Francisco Pechudo, comieron luego sus partes. El cuarto, que era Gonzalo Silvestre, echó sus diez y ocho granos de maíz en un pañuelo y los metió en el seno. Poco después se topó con un soldado castellano, que se decía Francisco de Troche, natural de Burgos, el cual le dijo: "¿Lleváis algo que comer?" Gonzalo Silvestre le respondió por donaire: "Sí, que unos mazapanes muy buenos, recién hechos, me trajeron ahora de Sevilla." Francisco de Troche, en lugar de enfadarse rió el disparate. A este punto llegó otro soldado, natural de Badajoz, que se decía Pedro de Torres, el cual enderezando su pregunta a los que hablaban en los mazapanes les dijo: "¿Vosotros tenéis algo que comer?" (que no era otro el lenguaje de aquellos días). Gonzalo Silvestre respondió: "Una rosca de Utrera tengo muy buena, tierna y recién sacada del horno. Si queréis de ella, partiré con vos largamente." Rieron el segundo imposible como el primero. Entonces les dijo Gonzalo Silvestre: "Pues porque veáis que no he mentido a ninguno de vosotros, os daré cosa que al uno le sepa a mazapanes, si los ha en gana, y al otro a rosca de Utrera, si se le antoja." Diciendo esto sacó el pañuelo con los diez y ocho granos de zara y dio a cada uno de ellos seis granos, y tomó para sí otros seis, y todos tres se los comieron luego antes que se recreciesen más compañeros y cupiesen a menos. Y, habiéndolos comido, se fueron a un arroyo que pasaba cerca y se hartaron de agua ya que no podían de vianda, y así pasaron aquel día con no más comida porque no la había. Con estos trabajos y otros semejantes, no comiendo mazapanes ni roscas de Utrera, se ganó el nuevo mundo, de donde traen a España cada año doce y trece millones de oro y plata y piedras preciosas, por lo cual me precio muy mucho de ser hijo de conquistador del Perú, de cuyas armas y trabajos ha redundado tanta honra y provecho a España.”
INCA GARCILASO DE LA VEGA (1539-1616), ‘Historia de la Florida’.
VALOR DE LOS ESPAÑOLES:
351
“Tienes a los españoles, cuyo gran valor y aptitud para la guerra es demasiado conocido, no solo de ti, sino de todos los hombres para tener que explicártela con mis palabras. No hay por qué buscar en las viejas historias el testimonio de las cosas que hicieron por todo el mundo, con valor y esfuerzo; no es necesario alabar la guerra de Sagunto o recordar la gloria de Numancia, en donde se sabe que 4.000 españoles resistieron, durante catorce años, un ejército de 50.000, no medos o persas o débiles asiáticos, sino fuertes soldados romanos, y no sólo los resistieron, sino que más de una vez, vencidos y rechazados, les impusieron condiciones deshonrosas. Lo que atestiguan muchos historiadores, no españoles, sino de los mismos romanos vencidos. No hay, pues, que recordar estas cosas viejas; abundantes son los testimonios de nuestro tiempo, en el cual, peleando contra suizos y franceses, mostraron el mayor valor, obteniendo, por largo tiempo, victorias siempre sobre fuerzas superiores.”
J. G. DE SEPÚLVEDA (1490-1573), ‘Exhortación a Carlos V’.
352
“AL. Os digo que, bien mirado, me parece que aquí y allá, y en toda Europa, se acaba la casta de los hombres valerosos, capaces de mantener la verdadera honra militar. Y si no, decidirte, ¿qué es de la ferocidad de los nervios, la robustez de los burgundios, la soberbia de los turingios, la animosidad de los cimbrios, la fortaleza de los teutones y el valor de los alanos y godos? ¿Es posible que hayan llegado a tanta blandura y vileza? Pues por estas partes poco se acuerdan de imitar, en la presunción de honra y clara fama, a un Decio, a un Escévola, a un Curcio, a un Oratio, a un Regulo, a un Lucio Emilio, a un Cid, a un Gran Capitán, a un Antonio de Leiva, a un marqués de Pescara, a un valerosísimo Hernán Cortés, quienes tuvieron en poco los trabajos, los Imperios y la vida para dar gloriosa y eterna fama a su esclarecido nombre. A ellos, pues, quiero seguir, y sus heroicas obras imitar, y dar a conocer al mundo en el campo del honor que no se ha acabado en mi tierra la casta de los hombres valientes. Y mostraré a Belmar que soy mejor que él, o no menos digno de honra que aquellos que, no siendo más nobles que yo, lograron por la espada y con la fuerza de sus brazos grandes dignidades y honores.
FR. Aquellos de los que habláis, ¿no lograron más honra por la virtud del alma que por la fuerza de sus brazos?
AL. En verdad, yo estudié poco porque salí más inclinado a las armas que a las letras, y por ello, no aprendí sino romances viejos y caballerías que, ciertamente, me alentaron a seguir cosas heroicas. Holgábame de leer las escaramuzas y guerras de Granada: aquel ardor y fortaleza de corazón del buen Rey Católico, aquellas lanzadas que daba el maestre de Calatrava y Garcilaso de la Vega, y el conde de Cabra, Reduán, y Bencerax; aquel desasosegar al mundo del alcalde de Castro Nuño y otros, así me inclinaron, y encendieron mi ánimo para hacer maravillas. Más para esto es menester ser reputado como caballero que no
sufre ultrajes, que se sabe vengar y satisfacer, a quien nadie osa injuriar. Y toda esta estima la conseguiré venciendo en desafío a quien tan sin razón me ofendió, y de esta manera entiendo que aclaro mi nombre.”
G. XIMÉNEZ DE URREA (1486-1530), ‘Diálogo de la verdadera honra militar’.
CUALIDADES DEL CABALLERO:
353
“Hemos de matar en los gigantes la soberbia; a la envidia, en la generosidad y buen pecho; a la ira, en el reposado continente y quietud de ánimo; a la gula y al sueño, en el poco comer que comemos y en el mucho velar que velamos; a la lujuria y lascivia, en la lealtad que guardamos a las que hemos hecho señoras de nuestros pensamientos; a la pereza, con andar por todas partes del mundo, buscando las ocasiones que nos puedan hacer y hagan, sobre cristianos, famosos caballeros”.
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“Al poseedor de las riquezas no le hace dichoso el tenerlas, sino el gastarlas, y no el gastarlas comoquiera, sino el saberlas bien gastar. Al caballero pobre no le queda otro camino para mostrar que es caballero sino el de la virtud, siendo afable, bien criado, cortés y comedido, y oficioso; no soberbio, no arrogante, no murmurador, y, sobre todo, caritativo; que con dos maravedís que con ánimo alegre dé al pobre se mostrará tan liberal como el que a campana herida da limosna, y no habrá quien le vea adornado de las referidas virtudes que, aunque no le conozca, deje de juzgarle y tenerle por de buena casta...”
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“Porque bien sé lo que es valentía, que es una virtud que está puesta entre dos extremos viciosos, como son la cobardía y la temeridad; pero menos mal será que el que es valiente toque y suba al punto de temerario, que no que baje y toque en el punto de cobarde; que así como es más fácil venir el pródigo a ser liberal que al avaro, así es más fácil dar el temerario en verdadero valiente que no el cobarde subir a la verdadera valentía.”
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“La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres.”
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CERVANTES, ‘Don Quijote’,
FE ESPAÑOLA:
354
“El Señor, que mostró su fuerte mano
Por la fe de su príncipe cristiano
Y por el nombre santo de su gloria,
A su España concede esta victoria.
Adórante, Señor, tus escogidos;
Confiese cuanto cerca el ancho cielo
Tu nombre ¡oh nuestro Dios, nuestro consuelo!
FERNANDO DE HERRERA, ‘A la batalla de Lepanto’.
LIBERTAD HUMANA:
355
“La libertad en los hombres es natural; la obediencia, forzosa. Aquélla sigue el albedrío; ésta se deja reducir de la razón. Ambas son opuestas y siempre batallan entre sí, donde nacen las rebeldías y traiciones al señor natural; y como no es posible que se sustenten las repúblicas sin que haya quien mande y quien obedezca, cada uno quisiera para sí la suprema potestad y pender de sí mismo; y no pudiendo, le parece que consiste su libertad en mudar las formas de gobierno. Este es el peligro de los reinos y de las repúblicas y la causa principal de sus caídas, conversiones y mudanzas, por lo cual conviene mucho usar de tales artes que el apetito de libertad y ambición humana estén lejos del centro y vivan sujetos a la fuerza de la razón y a la obligación del dominio.”
SAAVEDRA FAJARDO (1584-1648), ‘Empresas de un príncipe cristiano’.
356
“Natural es en los hombres la libertad, y aunque o con razón obedezcan o con igual imperio manden, no se juzgan libres, y cada uno pretende tener autoridad absoluta sobre los demás, y cuando llega a alcanzalla, se desordenan con el poder las pasiones y obedece a ellas quien manda a los demás. Destas dos causas nace la tiranía, que es contraria y opuesta a la monarquía.”
SAAVEDRA FAJARDO (1584-1648) , ‘Política y razón de Estado’.
HONRA:
357
“Nadie tiene poder en esta vida para quitaros vuestra honra, ganada y conservada por vuestra propia virtud, y que conservando vos ésta, tenéis honra, gozaréis del fruto de ella, que es tener buena fama y reputación en todas las honestas obras y nombres de sabio y fuerte, que por ventura este título no lo ganan los que combaten en duelo.”
GERÓNIMO XIMÉNEZ DE URREA (1486-1530), ‘Diálogo de la verdadera honra militar’.
358
“Afortunadamente los españoles se distinguen por su lealtad, ya para con la república, ya para con sus reyes, pues mal hubiéramos podido llevar a cabo por mar y tierra tantas empresas ni retirar hasta los límites del mundo las fronteras del Imperio si no hubiese habido entre nosotros armonía, constancia y una integridad de costumbres”.
PADRE MARIANA (1536-1624), ‘Del rey”.
359
“Aseguro a vuestra alteza
Que cría unos españoles
Como leones, y soles
De lealtad, honra y nobleza”.
LOPE DE VEGA, ‘El vaquero de Moraña’.
NOBLEZA:
360
“Anda, que en España no hay bestias, ni hay vulgo, como en las demás naciones. En España, todos somos nobles.”
B. GRACIÁN, ‘El Criticón’.
361
“El español que inventó este nombre, hijodalgo, dio bien a entender la doctrina que hemos traído. Porque, según su opinión, tienen los hombres dos géneros de nacimiento: el uno es natural, en el cual todos son iguales, y el otro, espiritual. Cuando el hombre hace algún hecho heroico o alguna extraña virtud y hazaña, entonces nace de nuevo, y cobra otros mejores padres, y pierde el ser que antes tenía: ayer se llamaba hijo de Pedro y nieto de Sancho; ahora se llama hijo de sus obras (de donde tuvo origen el refrán castellano que dice cada uno es hijo de sus obras). Y porque las buenas y virtuosas llama la divina Escritura algo, y a los vicios y pecados nada, compuso este nombre, hijosdalgo; que querrá decir ahora: «Descendiente del que hizo alguna extraña virtud por donde mereció ser premiado del rey o de la república, él y todos sus descendientes para siempre jamás»”.
J. HUARTE DE SAN JUAN (1529-1588), ‘Examen de Ingenios’.
362
“De ser altivo el español y preciarse de señor le nació el apetecer llamarse don, que es lo mismo que señor. Y es tal el caudal que nace de esto, que no hay céfiro más regalado ni suave a sus oídos como el oírle; ni ama que no se le ponga desde la cuna al niño que cría, chillándole con él; ni criado que no haga lo mismo con su señor, de que las demás se admiran”.
FR. BENITO PEÑALOSA, ‘Las cinco excelencias de España’.
SOBERBIA:
363
“La bizarría española
naturalmente soberbia”.
CALDERÓN DE LA BARCA, ‘Encanto sin encanto’.
364
“Mirá los españoles... decí si hallaréis muchos que no traigan consigo una soberbia y una fantasía loca dondequiera que se hallen con hombres y con mujeres”.
BALTASAR DE CASTIGLIONE, ‘El Cortesano’.
365
“Son muy presuntuosos de sí mismos; grandes encarecedores de sus cosas; reconocen con facilidad la ventaja y procuran cobrarla con gran cuidado’.
JUAN BOTERO (1533-1617), ‘Relaciones generales del mundo’.
CORTESÍA:
366
“Español soy, que me obligas a ser cortés y a ser verdadero”
CERVANTES, ‘Don Quijote’.
367
-¡Ay, padre mío –dijo la doncella-, qué corteses son los españoles!
-Pueden –dijo el padre- enseñar cortesía a todas las naciones del mundo.
VICENTE ESPINEL (1550-1624), ‘Marcos de Obregón’.
SENTIDO DEL AMOR:
368
“Los poetas españoles sobrepasan a los franceses por su concepción del amor cual un hábito nobilísimo y constante de la voluntad”
TORCUATO TASSO, ‘La Jerusalén perdida’.
SUFRIMIENTO:
369
“Los trabajos de la guerra, invictísimo César, puédenlos pasar los hombres, porque loor es al soldado morir peleando; pero los de la hambre concurriendo con ellos, para los sufrir, más que hombres han de ser: pues tales se han mostrado los vasallos de V. M. en ambos, debajo de mi protección, y yo de la de Dios y de V. M., por sustentarle esta tierra. Y hasta el último año destos tres que nos simentamos muy bien y tovimos harta comida, pasamos los dos primeros con extrema necesidad, y tanta que no la podría significar; y a muchos de los cristianos les era forzado ir un día a cavar cebolletas para se sustentar aquel y otros dos, y acabadas aquéllas, tornaba a lo mesmo, y las piezas todas de nuestro servicio y hijos con esto se mantenían, y carne no había ninguna; y el cristiano que alcanzaba cincuenta granos de maíz cada día, no se tenía en poco, y el que tenía un puño de trigo, no lo molía para sacar el salvado. Y desta suerte hemos vivido”.
PEDRO DE VALDIVIA, ‘Carta al emperador Carlos V’ (1545).
SOBRIEDAD:
370
“A los españoles poco les basta para entretener y sufrir mucho trabajo”
MATEO ALEMÁN, ‘Guzmán de Alfarache’.
371
“Un español se entretendrá tres días enteros con un pedazo de pan, sin perder el ánimo ni mostrarse más afeminado que si tuviese todas las vituallas del mundo".
DR. CARLOS GARCÍA (1580-1630), ‘Libros de antaño’.
ESFUERZO:
372
"Muchas veces, ahora que soy viejo, me paro a considerar las cosas heroicas que en aquel tiempo pasamos que me parece que las veo presentes, y digo que nuestros hechos que no los hacíamos nosotros, sino que venían todos encaminados por Dios; porque, ¿qué hombres ha habido en el mundo que osasen entrar 400 soldados, y aún no llegábamos a ellos, en una fuerte ciudad como es Méjico, que es mayor que Venezia, estando apartados de nuestra Castilla más de mil quinientas leguas, y prender a tan gran señor y hacer justicia de sus capitanes delante de él? Porque hay mucho que ponderar en ello, y no ansí secamente como yo lo digo.
..................................
Digo de nosotros estar a punto, no había necesidad de decirlo tantas veces, porque de día ni de noche no se nos quitaban las armas, gorjales y antiparres, y con ello dormíamos. Y dirán agora dónde dormíamos; de qué eran nuestras camas, sino un poco de paja y una estera, y el que tenía un toldillo ponerle debajo, y calzados y armados, y todo género de armas muy a punto, y los caballos ensillados y enfrenados todo el día, y todos tan prestos, que en tocando el arma, como si estuviéramos puestos e aguardando para aquel punto; pues velas cada noche, que no quedaba soldado que no velaba. Y otra cosa digo, y no por me jactanciar de ella: que quedé yo tan acostumbrado a andar armado y dormir de la manera que he dicho, que después de conquistada la Nueva España tenía por costumbre de me acostar vestido y sin cama, e que dormía mejor que en colchones; e agora, cuando voy a los pueblos de mi encomienda, no llevo cama; e si alguna vez la llevo, no es por mi voluntad, sino por algunos caballeros que se hallan presentes, por que no vean que por falta de buena cama la dejo de llevar, mas en verdad que me echo vestido en ella. Y otra cosa digo: que no puedo dormir sino un rato de la noche, que me tengo de levantar a ver el cielo y estrellas, y me he de pasear un rato al sereno... Y esto he dicho por que sepan de qué arte andábamos los verdaderos conquistadores tan acostumbrados a las armas y a velar.”
BERNAL DÍAZ DEL CASTILLO (1496-1584), ‘Relación de la Conquista de la Nueva España’.
INSTINTO GUERRERO:
373
“Otro aquí no se ve que, frente a frente
animoso escuadrón moverse guerra;
sangriento humor teñir la verde tierra,
y tras honroso fin correr la gente.
Este es el dulce son que acá se siente:
España, Santiago, cierra, cierra;
y por suave olor que el aire atierra
humo que azufre dar con llama ardiente.
El gusto envuelto va tras corrompida
agua; y el tacto sólo palpa y halla
duro trofeo de acero ensangrentado,
Hueso en astilla, en él carne molida,
despedazado arnés, rasgada malla;
¡oh sólo de hombre digno y noble estado!”
FRANCISCO DE ALDANA (1537-1578), Soneto.
374
“¿Qué no se aprende en buena soldadesca,
De camaradas hay de gente noble,
Que no por menester mas por servicio
De Dios y de su rey, lanza de roble
Y laureles pretenden, bella y fresca?
.......................
Allí la discreción, la cortesía,
La justicia, prudencia y temperancia
Entre las balas y el furor se aprende;
La vigilia, oración y la constancia,
La música también y la poesía,
Los ratos que la guerra se suspende;
Allí se compra y vende
A precio de honra y gloria,
Por alcanzar victoria,
La insaciable sangre de las venas;
Allí se vencen monstruos y sirenas,
Se mortifica el cuerpo, apura el alma,
Y temporales penas
Vienen a merecer perpetua palma.”
BARTOLOMÉ CARRASCO DE FIGUEROA (1538-1610), ‘Santa soldadesca’.
375
“Ese ejército que ves
Vago al hielo y al calor,
La república mejor
Y más política es
Del mundo, en que nadie espere
Que ser preferido pueda
Por la nobleza que hereda,
Sino por la que él adquiera;
Porque aquí la sangre excede
El lugar que uno se hace
Y sin mirar cómo nace
Se mira cómo procede.
Aquí la necesidad
No es infamia; y si el honrado,
pobre y desnudo soldado,
Tiene mayor calidad
Que el más galán y lucido;
Porque aquí, a lo que sospecho,
No adorna el vestido el pecho,
Que el pecho adorna el vestido.
Y así, de modestia llenos,
A los más viejos verás
Tratando de ser lo más
Y de parecer lo menos.
Aquí la más principal
Hazaña es obedecer,
Y el modo con que ha de ser
Es ni pedir ni rehusar.
Aquí, en fin, la cortesía,
El buen trato, la verdad,
La fineza, la lealtad,
El honor, la bizarría,
El crédito, la opinión,
La constancia, la paciencia,
La humildad y la obediencia,
Fama, honor y vida son
Caudal de pobres soldados;
Que en buena o mala fortuna
La milicia no es más que una
Religión de hombres honrados”.
CALDERÓN DE LA BARCA, ‘Para vencer a amor, querer vencerle’.
376
“¡Oh españoles! ¡Oh, portentos
De la milicia y asombro
Del mismo Marte!”
CALDERÓN DE LA BARCA, ‘El Sitio de Breda’.
ESTOICISMO:
377
“Porque así como el pasear, caminar y correr son exercicios corporales, por la misma manera todo modo de preparar y disponer el ánima para quitar de sí todas las afectaciones desordenadas y, después de quitadas, para buscar y hallar la voluntad divina en la disposición de su vida para la salud del ánima, se llaman Exercicios espirituales.”
SAN IGNACIO DE LOYOLA, ‘Libro de los Ejercicios’.
378
“Cierto es que el verdadero pasto del hombre está dentro del mismo hombre, y en los bienes de que es señor cada uno. Porque es sin duda el fundamento del bien aquella división de bienes en que Epicteto, filósofo, comienza su libro; porque dice de esta manera: De las cosas, unas están en nuestra mano y otras fuera de nuestro poder. En nuestra mano están los juicios, los apetitos, los deseos y los desvíos, y, en una palabra, todas las que son nuestras obras. Fuera de nuestro poder están el cuerpo y la hacienda, y las honras y los mandos, y, en una palabra, todo lo que no es obras nuestras. Las que están en nuestra mano son libres de suyo, y que no padecen estorbo ni impedimento; mas las que van fuera de nuestro poder son flacas y siervas, y que nos pueden ser estorbadas, y al fin son ajenas todas. Por lo cual conviene que adviertas que, si lo que de suyo es siervo lo tuvieres por libre tú, y tuvieres por propio lo que es ajeno, serás embarazado fácilmente y caerás en tristeza y en turbación, y reprenderás a veces a los hombres y a Dios. Mas si solamente tuvieres por tuyo lo que de veras lo es, y lo ajeno por ajeno, como lo es en verdad, nadie te podrá hacer fuerza jamás, ninguno estorbará tu designio, no reprenderás a ninguno, ni tendrás queja de él, no harás nada forzado, nadie te dañará, ni tendrás enemigo, ni padecerás detrimento."
FRAY LUIS DE LEÓN (1527-1591), ‘Nombres de Cristo (Pastor)’
BREVEDAD DE LA VIDA:
379
“¡Oh, engaño de los hombres, vida breve,
Loca ambición al aire vago asida,
Pues el que más se acerca a la partida,
más confiado de quedar se atreve!
¡Oh, flor al hielo!, ¡oh, rama al viento leve!
Lejos del tronco!, si en llamarte vida,
tú misma estás diciendo que eres ida,
¿qué vanidad tu pensamiento mueve?
Dos partes tu mortal sujeto encierra:
una que se derriba al bajo suelo,
y otra que de la tierra te destierra;
tú juzga de las dos el mejor celo:
si el cuerpo quiere ser tierra en la tierra,
el alma quiere ser cielo en el Cielo.”
LOPE DE VEGA, ‘Brevedad de la vida’
380
“Esa porfía que la vida cava
y cada instante acuerda su ruina,
si ya pasó el morir, ¿dónde camina?
y, si no vive, ¿cómo siempre acaba?
Frente que inmenso rayo coronaba
índice es que las horas determina;
segunda vez en la inconstancia fina
la que en ocio infausto descansaba.
Alma el hueso le da nunca dormida
del tiempo que en su polvo se convierte
la numerosa fuga repetida.
¡Oh ciega vanidad!, toda te advierte
para enseñar que así muere la vida,
así con inquietud vive la muerte.”
FRANCISCO DE LA TORRE SETIL, ‘A un relox de vidrio, cuyas arenas eran cenizas de una belleza difunta’.
381
“Cánsate ya, oh mortal, de fatigarte
En adquirir riquezas y tesoro,
Que últimamente el tiempo ha de heredarte,
Y al fin te ha de dejar la plata y oro:
Vive para ti solo, si pudieres,
Pues sólo para ti, si mueres, mueres.”
QUEVEDO.
382
“Aquí el valor de la española tierra,
Aquí la flor de la francesa gente,
Aquí quien concordó lo diferente,
De oliva coronando aquella guerra.
Aquí en pequeño espacio veis se encierra
Nuestro claro lucero de Occidente;
Aquí yace enterrada la excelente
Causa que nuestro bien todo destierra.
Mirad quién es el mundo y su pujanza,
Y cómo, de la más alegre vida,
La muerte lleva siempre la victoria.
También mirad la bienaventuranza
Que goza nuestra reina esclarecida
En el eterno reino de la gloria.”
CERVANTES, ‘A la muerte de la reina Doña Isabel de Valois’.
383
“Este mortal despojo, oh caminante,
Triste horror de la muerte, en quien la araña
Hilos añuda, y la inocencia engaña,
Que a romper lo sutil no fue bastante.
Coronado se vio, se vio triunfante
Con los trofeos de una y otra hazaña;
Favor su risa fue, terror su saña,
Atento el orbe a su real semblante.
Donde antes la soberbia, dando leyes
A la paz y a la guerra, presidía,
Se prenden hoy los viles animales.
¿Qué os arrogáis, oh príncipes, oh reyes!
Si en los ultrajes de la muerte fría
Comunes sois con los demás mortales?”
D. SAAVEDRA FAJARDO, ‘Ludibria mortis’.
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