Tradicionalmente, se vino considerando desde el siglo XIII que Almanzor, al final de sus días, había sufrido una gran derrota en Calatañazor por parte de las tropas cristianas coligadas (Vermudo II de León, García Fernández de Castilla y García Sánchez II de Navarra). Esta interpretación arranca del ‘Chronicon Mundi’ del TUDENSE (1236). Según éste, el día en que Almanzor murió, un pescador cordobés gritaba junto al Guadalquivir:
En Calatañazor
perdió Almanzor
el atambor.

La tradición perduró hasta el último tercio del siglo XIX. Así, LAFUENTE se referirá a “la famosa batalla de Calatañazor, glorioso triunfo de los cristianos”.
Sin embargo, ya se percató de que atribuir esta victoria a los soberanos antedichos era un anacronismo (Vermudo II había muerto en 999, García Fernández en 995 y García Sánchez II en 1000), por lo cual concedió el éxito a otros monarcas:
“Había sucedido en el reino de León a Vermudo II el Gotoso su hijo Alfonso V, niño de cinco años, como Ramiro III cuando entró a reinar, y al cual se puso bajo la tutela del conde de Galicia Menendo González y de su mujer doña Mayor. Dirigíalo al mismo tiempo su tío materno, el conde de Castilla Sancho Garcés, el hijo y sucesor de García Fernández. Reinaba en Pamplona otro Sancho Garcés el Mayor, nombrado ‘Cuatro-Manos’ por su intrepidez y fortaleza, y estaba casado con una hija del de Castilla, llamada Sancha.
“Todos estos soberanos vieron en el año 1002 un movimiento universal e imponente por parte de los sarracenos en el mediodía y centro de la España muslímica. La necesidad de la unión fue reconocida, cesaron las antiguas disensiones, pactóse la alianza y se organizó la cruzada contra los infieles”.
A la vez, atribuyó la muerte de Almanzor a las heridas recibidas en la batalla: “En Medinaceli expiró el héroe musulmán a los tres días” (Historia de España, I).

Pocos años más tarde, DOZY, advirtiendo los citados anacronismos de las crónicas medievales, no se contentó con lo hecho por LAFUENTE, sino que puso en duda la misma realidad de la batalla, puesto que “las fuentes cristianas más próximas a la fecha de la supuesta batalla, como la ‘Historia silense’ y la ‘Crónica’ del obispo don Pelayo de Oviedo, nada dicen del triunfo cristiano en Calatañazor.” (L. G. DE VALDEAVELLANO, Historia de España, I).
El mismo VALDEAVELLANO se referirá a los hechos reales que posibilitaron esta leyenda:
“El origen de la leyenda se encuentra, según don Ramón Menéndez Pidal, en la actitud agresiva que venía manteniendo el conde castellano Sancho García, y que quizá le valió algunos pequeños éxitos militares, y probablemente, como observa Levi-Provençal, en la batalla de la Peña Cervera, donde Almanzor estuvo en el año 1000 muy cerca de la derrota y cuyo campo de combate no está lejos de Calatañazor” (Op. Cit.).