En la Revista Española del Pacífico encontré un artículo con más información sobre el Katipunan, parte del cual reproduzco a continuación.
Apuntes sobre el Katipunan
Carmen Molina Gómez-Arnau
Introducción
10 de mayo de 1897. En las proximidades del Monte Tala, en una de las provincias próximas a Manila, moría de un disparo en la espalda, Andrés Bonifacio, «Supremo» de la sociedad secreta «Kataastaasang Kagalanggalang Katipunan ng mga Anak ng Bayan» (Soberana y Venerable Asociación de los Hijos del Pueblo). Conocida como Katipunan (45) esta sociedad secreta tenía como objetivo principal la lucha por la independencia de Filipinas.
Surge la Revolución Filipina de 1896 después de casi tres siglos de gobierno español. El viraje en la política colonial de España con la ascensión de los Borbones al trono y las crisis internas en la Península empeoraron las relaciones metrópoli-colonias y agudizaron aún más los fallos de los gobiernos coloniales.
En Filipinas, el gobierno del archipiélago destacaba por sus abusos administrativos y por las pocas posibilidades que se ofrecían a los filipinos (46) para desempeñar un papel de mayor responsabilidad en el gobierno de Filipinas. Las críticas se sucedían sin producirse los cambios deseados. Movimientos y asociaciones defendieron, por distintos caminos, un mismo fin: lograr la libertad de Filipinas, su nacimiento como nación.
La Propaganda, la masonería y la Liga Filipina corresponden a una primera etapa en la lucha por la independencia, la etapa marcada por la enérgica denuncia de los abusos y fallos del gobierno español y la exigencia de reformas político-administrativas. Al mismo tiempo, constituirían los antecedentes inmediatos del Katipunan. [48]
Las denuncias de la Propaganda y su programa de reformas constituirían la base ideológica del Katipunan. La rígida estructura interna de la masonería y su espíritu de clandestinidad se convertirían en el modelo organizativo del Katipunan. La Liga Filipina, además de ser su antecedente más inmediato, serviría al Katipunan como modelo asociativo al unir a un programa de denuncia de los abusos político-administrativos la promoción de unas acciones corporativas.
Así como las tres opciones anteriores abogaban por la lucha pacífica, la cuarta opción, el Katipunan, da un viraje total y actúa así de forma directa en el comienzo de la revolución.
El apoyo organizativo de la Masonería
Hay variedad de opiniones y bastante confusión en torno a la masonería y su relación con la revolución filipina. Sin embargo, es fácil apreciar su influencia en el Katipunan, no solamente desde el punto de vista organizativo, sino también en el hecho de que sus miembros eran al mismo tiempo masones. Aun así, algunos autores piensan que éstos nunca fueron verdaderamente masones, sino que únicamente utilizaron la masonería para sus fines. Incluso llegan a afirmar que es imposible pensar que la masonería pudiera ser antiespañola, y muchos menos que los masones españoles fueran contra los intereses de España.
El espíritu corporativista de la Liga Filipina
Si el Katipunan fue influido por la Propaganda en su ideología y por la masonería en su organización, se puede decir que fue la Liga Filipina su precursora.
¿Qué era realmente la Liga Filipina? ¿Cómo surgió?
La Liga Filipina había conseguido notoriedad por su vinculación con Rizal. Este, en el año 1891, había dejado España decepcionado no sólo por no haber logrado nada positivo para Filipinas sino por el clima, el ambiente, y las relaciones entre los filipinos residentes en Madrid, influidos por celos y rencillas, y se había trasladado a Hong Kong. Allí se hospedó en casa de José Mª Basa que aprovecha la situación para pedirle que redacte unos estatutos que regulen el funcionamiento de una sociedad, cuyo fin sería fomentar las artes, la industria, y el comercio en Filipinas. (52)[51]
Al año siguiente, cuando Rizal regresa a Manila, el mismo día de su llegada, el 26 de junio, Timoteo Páez y Pedro Serrano le invitan a una reunión que tendría lugar en la casa de Doroteo Ong-junco en Tondo. En dicha reunión se trata del posible establecimiento de una sociedad, de acuerdo con los Estatutos preparados por el propio Rizal en Hong Kong. Sus objetivos serían los siguientes:
1) unión de todo el archipiélago filipino en un cuerpo compacto, vigoroso y homogéneo;
2) protección mutua en toda dificultad o necesidad;
3) defensa contra toda violencia e injusticia;
4) fomento de la instrucción, la agricultura y el comercio;
5) estudio y aplicación de reformas.
El 3 de julio del 1892, en la calle Ilaya número 176, en Tondo, queda definitivamente establecida la Liga Filipina con la aprobación de sus Estatutos y la elección de su Consejo.
Sin embargo, a los pocos días de su fundación, la Liga Filipina sufre un duro golpe: Rizal, mediante decreto del Gobernador Despajo, es deportado a Dapitán, en la isla de Mindanao. (53)
El decreto lleva fecha 7 de julio y se cumple el 15 de dicho mes.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que los objetivos de la Liga Filipina eran eco de unas aspiraciones latentes en el pueblo filipino. Por ello no era posible que la Liga muriera con la deportación de su fundador (54). Pero sobrevive en dos tendencias: la tendencia moderada, conocida como el «Cuerpo de Compromisarios» y la tendencia radical, conocida como el Katipunan.
ORÍGENES DEL KATIPUNAN
El mismo día en que se hacía público el decreto que exiliaba a Rizal a Dapitán, se reúnen en una casa en el número 72 de la calle de Azcárraga, en Manila, varios miembros de la Liga Filipina y personas destacadas por su labor propagandística. La reunión tenía por objeto formar una sociedad secreta [52] revolucionaria que lucharía por la independencia de Filipinas, sin reparar en los medios. Esta nueva sociedad secreta llevaría el nombre de Kataastaasang Kagalanggalang Katipunan ng mga Anak ng Bayan (Soberana y Venerable Asociación de los Hijos del Pueblo).
Un rasgo distintivo de esta nueva sociedad, en comparación con las anteriores, sería su carácter más popular.
Sus fines podría agruparse en tres grandes campos:
a) Fines políticos: luchar por la independencia de Filipinas.
b) Fines cívicos: ayuda mutua y defensa del pobre.
c) Fines morales: urbanidad, buenas costumbres, higiene y moralidad democrática.
Para poder hacer realidad estos fines, el Katipunan precisaba de una estructura interna. Así, la sociedad estaba dividida en tres grupos que abarcaban los niveles municipal, provincial y nacional del país:
a) Consejo Supremo (Kataastaasang Sanggunian)
b) Consejo Provincial (Sangguniang Bayan)
c) Consejo Popular (Sangguniang Balangay)
Cada uno de ellos estaba constituido por un presidente, un secretario, un fiscal, un tesorero, y un guarda del templo. En el caso del Consejo Supremo, el presidente era conocido como el Supremo del Katipunan. El Consejo Supremo, acompañado de los presidentes de los Consejos Provinciales y Populares, se reunía en asamblea y sus acuerdos eran de carácter ejecutivo.
Anteriormente a la formación de un Consejo Popular, existían los denominados «Grupos». Cuando un grupo, que constaba generalmente de seis miembros, incrementaba su número a 32, pasaba a constituirse en Consejo Popular. Los Consejos Provinciales estaban compuestos de varios Consejos Populares.
También quedó constituido un juzgado con jurisdicción municipal -Sangguniang Hukuman- si bien los casos de disciplina interna eran juzgados normalmente por el Consejo Supremo.
Distintivos
Cuando comienza el Katipunan, Andrés Bonifacio, su fundador, considera necesario que la sociedad cuente con una bandera. Encarga a su esposa, Gregoria de Jesús, y a otra simpatizante de la causa revolucionaria, Benita Rodríguez, que confeccionen la primera bandera del Katipunan: un rectángulo rojo y las iniciales K. K. K. en blanco en el centro (55). [53]
Cifrados
Para sus comunicaciones internas, el Katipunan elaboró una serie de cifrados. Estos solían ser modificados con frecuencia para evitar que las autoridades gubernamentales pudieran descubrir su clave y descifrar las comunicaciones e instrucciones del Katipunan.
Miembros
Los miembros del Katipunan estaban divididos en tres grupos:
a) Katipun o asociado (nivel inferior)
b) Kawal o soldado (nivel medio)
e) Bayani o héroe (nivel superior)
Cada tipo de miembro tenía sus propios distintivos:
El katipun o asociado utilizaba máscara negra con letras blancas Z. Ll. B. (iniciales en clave del nombre completo del Katipunan) en forma de triángulo. Su santo y seña: «anak ng bayan» (hijo del pueblo).
El kawal o soldado utilizaba máscara verde con un triángulo de líneas blancas, en cuyos ángulos figuraban las letras Z. Ll. B., un cinturón y un lazo verde alrededor del cuello con una medalla que llevaba inscrita la K, en alfabeto malayo, con una espada cruzada y una bandera debajo. Su santo y seña: Gom-Bur-Za (iniciales de los tres sacerdotes ajusticiados en Cavite en 1872, P. Burgos, P. Gómez y P. Zamora).
El bayani o héroe utilizaba máscara roja con borde verde y un cinturón. En la máscara figuraban las iniciales KKK en forma de triángulo con las letras Z. Ll. B. en la base. Su santo y seña: Rizal.
El paso de un grado a otro era mediante una serie de méritos.
AFILIACIÓN AL KATIPUNAN
Iniciación
En sus comienzos, el ingreso en el Katipunan se llevaba a cabo a través de un procedimiento verdaderamente rígido. Según este método, denominado «hasik», cada katipunero tenía obligación de reclutar a otros dos miembros para formar un triángulo. Así debía proceder durante los seis primeros meses de su afiliación. De esta manera, no solamente se le exigía llevar a cabo una campaña proselitista sino que al mismo tiempo se controlaba mejor el carácter secreto del Katipunan ya que mediante este procedimiento cada miembro [54] solamente tenía acceso a un número limitado de miembros del Katipunan. De esta forma, el Consejo Supremo del Katipunan aseguraba un mayor secreto ya que sus miembros no disponían de una información total acerca de quienes componían la sociedad.
En primer lugar, el candidato, que debía ser presentado por un katipunero, hacía (generalmente por escrito) la solicitud de afiliación (un modelo figura a continuación):
El infrascrito hace constar que desea unirse a la Soberana y Venerable Asociación de los Hijos del Pueblo, si se estima procedente.
Manila, 14 de marzo de 1896.
Fdo.: (Jacinto Lumbrera) (56)
Una vez hecha la presentación, el candidato debía formalizar, por escrito, su deseo de afiliarse al Katipunan:
Yo..., natural de..., de la jurisdicción de..., de... años de edad, de profesión..., de estado civil... y residente en... habiendo sido plenamente informado de los objetivos y enseñanzas de la Asociación de los Hijos del Pueblo, deseo afiliarme a ella. En consecuencia suplico muy respetuosamente ser aceptado como hijo de la Asociación y prometo cumplir y profundizar en sus enseñanzas y mandatos.
Lugar y fecha de la firma. Firmado... (57)
Una vez aceptado como candidato, éste debía presentarse ante el Katipunan, en compañía del katipunero que le había presentado oficialmente, para someterse al ritual de iniciación. Esta ceremonia constaba de varias partes: una declaración por parte del candidato de sus aspiraciones, una prueba definitiva de carácter práctico y, finalmente, el juramento que el candidato debía sellar con su propia sangre.
Prueba oral: El candidato debía responder de la siguiente manera a las preguntas que se le hacían: (58)
P: ¿Cuál era la situación de esta Nación Tagala en los primeros años?
R: En los primeros años seguramente era afortunada (tinasay) debido a que, según nos cuenta la Historia, la gobernaban sus propios ciudadanos.
P: ¿Cuál es la situación actual? [55]
R: La situación actual es humillante porque los que rigen nuestra patria proceden de otra nación.
P: ¿Cuál será la situación en el futuro?
R: Seguramente se podrá conocer lo que sea bueno para nuestra nación si nosotros no somos negligentes.
Prueba práctica:A continuación, el iniciado se colocaba delante de una mesa en la que había una calavera, dos huesos y dos velas encendidas. Le rodeaban varios katipuneros con sus máscaras puestas, que se dirigían a él de la siguiente manera: (59)
Esas llamas porque habeis pasado es el fuego del amor que constantemente debe arder en vuestros corazones conforme a lo que exige nuestro pueblo de nosotros. Esas vendas que han tapado vuestros ojos os dan a conocer la estupidez abyecta y triste estado de nuestra esclarecida raza, a causa de su torpe y absurdo vasallaje. Esto debe llamar sobre todo vuestra atención: éste es el más apretado lazo con que nos tienen oprimidos nuestros enemigos y sus desaforadas pasiones. El tañido de la campana dará a entender que vosotros habreis muerto ya en el regazo de la esclavitud a fin de resucitar en el seno de los hermanos K. K. K. de los A. N. B. donde reinan la libertad y los hermanos.
Mediante este rito, se intenta crear en torno al iniciado el ambiente propicio:
-Se le habla de la situación en la que ha vivido el país hasta el momento (de la cual no era consciente) -esas vendas que han tapado vuestros ojos
-Se le anima a continuación a tomar conciencia de esa dura realidad por la que atraviesa el país:
-Filipinas no es libre para regir su destino, se halla en el regazo de la esclavitud,
-Su relación con España es un torpe y absurdo vasallaje.
La descripción de esta situación hace surgir con mayor fuerza el deseo de hacer algo por mejorar la situación. El candidato acepta plenamente la imperiosa necesidad de afiliarse al Katipunan para poder así colaborar en mejorar la situación de su país:
En conclusión: cuantas pruebas quedan ya referidas son como prenda que dejareis en fianza del cumplimiento de vuestro cargo, por cuya observancia derramaréis hasta la última gota de la sangre que corre por vuestras venas para defensa de la Hermandad. [56]
Para el iniciado, la situación por la que atraviesa Filipinas exige por parte de los filipinos una toma de conciencia y un paso a la acción; ello se puede lograr a través del Katipunan y, por consiguiente, el iniciado debe expresar su voluntad de afiliarse a la Hermandad plenamente, afirmar su disponibilidad de derramar «hasta la última gota de la sangre que corre por vuestras venas para defensa de la Hermandad».
Aprobamos todas las pruebas porque habéis pasado: empero todas ellas son tan solo preparación de las que han de venir. ¿Perseverais en vuestro propósito?
Responded.
Ahora debe expresar pública y solemnemente su total disponibilidad para llevar a cabo las tareas que le fueran encomendadas:
Todos los tagalos que se afilian a esta Hermandad no son dueños de sus propias vidas sino que lo son K. K. K. de los A. N. B. (60) que están diseminados por todo el país.
Entre las cosas que hemos de explicaros con toda perfección hay un sello de metal que, cuando está ya candente, ha de aplicarse a una parte de vuestro cuerpo, y esta marca os honrará mucho, porque podreis decir en todo tiempo: yo también soy hijo del país.
Nuevamente se le insiste al candidato que debe ser consciente de lo que le exige su afiliación al Katipunan, que debe dejarse guiar totalmente por la sociedad y pertenecer a ella hasta el último extremo. Hecha esta advertencia, se le vuelve a pedir que públicamente exprese su deseo de afiliarse al Katipunan respondiendo a la siguiente pregunta:
Consentís en que se aplique a vuestro cuerpo este candente sello de metal?
Responded.
Su respuesta positiva le lleva a someterse a la prueba definitiva:
Esas fuertes amarras os demuestran el valeroso arrojo con que habeis de cumplir los más arduos mandatos que se os impongan; con respecto a esto escuchad: «La Asociación ha tenido un gran contratiempo porque ha recibido en su seno a un mal hombre, a un traidor, el cual proyecta vendernos tratando de manifestar nuestros secretos a nuestros enemigos. El infame está atado y tiene tapada la boca en una habitación inmediata. Ha tenido por conveniente K. K. K. que vosotros atraveseis el corazón del traidor con este envenenado puñal. ¿Aceptáis semejante mandato, que la Asociación os impone? Hermano... cumplid vuestro oficio. (61)[57]
El juramento sellado con sangre
Superadas las pruebas, el candidato debe prestar el siguiente juramento
Compatriota, vos habeis prestado un gran servicio a la K. K. K. por lo tanto recibiréis el puñal que os corresponde.
(una vez entregado el puñal) ¿Juras ser acero como el que tienes en la mano y no doblegarte a las exigencias de los que nos oprimen y vejan, y trabajar en pro de la independencia de tu patria esclava?
Juras no tener padre, madre, mujer, hijos ni pariente alguno, sino este gran arma vengadora, que dormirá y vivirá contigo?
(luego le rodean con armas blancas) He aquí a tu familia, tu único trabajo y que te dará la vida y te abrirá los ojos para el bien de tu país.
Ha finalizado el ritual de iniciación. El candidato ha sido oficialmente aceptado como miembro del Katipunan. A continuación deberá firmar su juramento, con su nombre y el nombre simbólico que hubiera decidido adoptar, con sangre de sus venas. (62)
Hago saber que, con motivo de mi ingreso en la Soberana y Venerable Asociación de los Hijos del Pueblo, juro solemnemente ante mi país y ante esta respetable asamblea de la Asociación, que gastaré todo lo que pueda gastar y sacrificaré todo lo que amo en la vida para defender sus sagrados objetivos hasta el límite de mis fuerzas y hasta perder el último aliento. Juro también acatar y obedecer a su Consejo Directivo y sus órdenes.
En testimonio de lo cual, firmo esta declaración con sangre de mis venas.
Trayectoria histórica
La reunión del 7 de julio había sentado las bases para la creación del Katipunan. La semana siguiente, el 15 de julio de 1892, el Katipunan elegía a su Primer Consejo Superior. Dos semanas más tarde, existían Consejos en Caloocan, Malabón, Mandaluyong, San Juan del Monte, Pandacan, Santa Ana, Pasay, Cavite, Noveleta, Cavite Viejo, Imus, San Isidro y Gapan; así como en la cabecera de Cavite, que a su vez contaba con secciones o grupos en Noveleta, Cavite Viejo e Ymus.
A finales de 1893, quedaba elegido Presidente del Consejo Supremo, Andrés Bonifacio. Con su elección se producen una serie de cambios: [58]
a) se acentúa el carácter plebeyo de la sociedad
b) se da mayor auge a su campaña de propaganda
e) se establecen comités para reclutar a miembros activos y pasivos
d) se incrementan las cuotas de entrada y mensual
e) se traslada la sede a la calle Oroquieta
f) se organizan comités de reclutamiento
g) se forma el capítulo femenino
h) se lleva a cabo una campaña de infiltración
i) se utiliza más el tagalog como idioma oficial para las comunicaciones internas.
Preparativos
Comienza el año 1896. El Katipunan ha superado su primera prueba de fuego: ha logrado convertirse en una realidad. Los hombres reunidos aquel 7 de julio de 1892 han logrado su objetivo. El Katipunan es un hecho y se dispone a tomar una parte decisiva en el desarrollo histórico de Filipinas.
Entre los meses de enero y febrero de 1896 se formó la cámara secreta del Katipunan, compuesta por Andrés Bonifacio, Emilio Jacinto y Pío Valenzuela.
Ese mismo año, en el mes de mayo, en una reunión en Ugong, Pasig, Morong (hoy, provincia de Rizal) se decide:
a) enviar una delegación a Japón para obtener fondos para armas y armamento.
b) recaudar fondos para la revolución armada
c) persuadir a Rizal para que encabece la revolución.
Para esto último el Consejo pide al Dr. Pío Valenzuela que viaje hasta Dapitán, donde Rizal está deportado, para convencerle y planear su fuga. Rizal rechaza enérgicamente la propuesta de Valenzuela. No accede a ser rescatado, porque no quiere aparecer como un huido de la justicia. No quiere encabezar la revolución, porque la tacha de prematura y arriesgada.
El descubrimiento
Son varias las autoridades civiles y eclesiásticas de la época que denuncian la existencia de grupos filibusteros. Pero es el agustino, P. Mariano Gil, quien persiste en su empeño de poner al descubierto estas actividades:
Desde hace doce años vengo siguiendo la pista a la propaganda filibustera y más de una vez tuve ocasión de avisar al general Weyler la llegada de proclamas [59] separatistas impresas en Hong Kong y la celebración de reuniones cuyo objeto era tramar contra España.
Sería el P. Mariano Gil quien al final lograría poner al descubierto la existencia del Katipunan. Sigamos el relato que él mismo nos hace de los hechos cuando declaró ante notario el 1 de diciembre de 1896:
«Primero:Que el día diez y nueve de Agosto de este corriente año, entre siete y ocho de la noche, se constituyó en la Imprenta del «Diario de Manila»,periódico de esta localidad, encontrando en la puerta de su despacho a Don Ramón Montes, Comandante del Regimiento número setenta de Infantería y propietario de dicha Imprenta, en compañía de los españoles Don José Trillo y Don Enrique Guidotti, empleados en dicho Establecimiento, y previo el cortés saludo y tomadas las precauciones necesarias para obtener el mayor sigilo que el caso requería, los manifestó el objeto de tan extraordinaria visita, que era el haber recibido denuncia formal, con todos los caracteres de verídica, de un feligrés suyo y empleado en la misma imprenta, llamado Teodoro Patiño, sobre la existencia en el mencionado Establecimiento de dos datos o pruebas que indefectiblemente habían de ser testimonios inexcusables de la existencia y organización de la horrible trama conspiradora que hacía ya mucho tiempo venía fraguándose contra España y sus amados hijos, teniendo o siendo su objeto inmediato el degüello general de todos los españoles residentes en el Archipiélago.»
El feligrés era Teodoro Patiño, un katipunero, que había discutido con otro katipunero, Apolonio de la Cruz, debido al hecho de que Patiño llevaba cierto retraso en el pago de su cuota como miembro del Katipunan. En dicha discusión quedó en entredicho la conducta de Patiño como katipunero. Este, muy disgustado, y temiendo que el Katipunan pudiera tomar alguna medida contra él, fue a quejarse y prevenir a su hermana Honoria, que residía en un orfelinato regentado por las madres agustinas en Mandaluyong. De esta manera revelaba Patiño a su hermana su pertenencia al Katipunan y, consecuentemente, la existencia de dicha sociedad. Ante esta declaración, Honoria le aconseja que cuente todo a la Madre Portera quien, a su vez, le aconsejó dar un informe completo al P. Mariano Gil, capellán de dicho orfelinato.
Segundo:Que la revelación de lo anteriormente expuesto por el Padre Mariano Gil al Señor Montes y a los otros dos caballeros empleados que con él estaban, fue recibida con asombro por dichos señores, los cuales, como verdaderos españoles y amantes de su patria eran ajenos completamente a los trabajos que se llevaban a cabo por los conspiradores empleados en la referida imprenta y completamente irresponsables de todo lo allí tramado y conjurado por los empleados indios y mestizos como lo asegura, firma, sostiene y jura, si es preciso, sin vacilación de ningún género, el compareciente, Reverendo Padre Fray Mariano Gil, é inmediatamente le franquearon con exceso de galantería, respeto y guardándole toda clase de consideraciones, por lo que les está reconocido, [60] el local de la mencionada imprenta, en el cual, según el exponente, debía encontrarse la piedra litográfica. Después de media a tres cuartos de hora de registro o requisa entre las varias piedras que en el local se hallaban se encontraron con la que se buscaba, la cual se hallaba en un sitio próximo al en que trabajaba el indicado Policarpo Tarla.»
Las revelaciones de Teodoro Patiño quedaron así totalmente reforzadas al hallarse las dos pruebas: una piedra litográfica que se utilizaba para imprimir los recibos de los afiliados, y un puñal, de los denominados «punta de diamante.»
Tercero:Que a las nueve de la misma noche, se despidió el mencionado Padre Gil de los señores anteriormente citados, y con el interés y la emoción propia de tan solemnes instantes, llevando la primera dicha prueba en la mano regresó presuroso a su parroquia, ansioso de cerciorarse más de la autenticidad de la prueba hallada. Acto seguido, se personó en el referido cuartelillo de la Veterana, al efecto y con el objeto de enseñar al denunciante, Teodoro Patiño, la copia obtenida de la indicada prueba litográfica, que fue reconocida por el mismo su autenticidad y en todas sus partes, al momento de verla, regresando al Convento a descansar el citado P. Gil, una vez realizado todo lo expuesto.
Las reacciones
El descubrimiento de la existencia del Katipunan provocó una cadena de reacciones por parte de todos los involucrados en este asunto: el gobierno, el país y, cómo no, el propio Katipunan.
a) Reacción del alto mando del Katipunan:
Andrés Bonifacio lanza una llamada a todos los katipuneros para que se reúnan con él en Pugad Lawin. El Katipunan se prepara para pasar al campo de batalla.
b) Reacción del gobierno español en el archipiélago:
El Gobernador General Blanco declara el estado de guerra en Manila, Bulacán, Pampanga, Nueva Écija, Tarlac, La Laguna, Cavite y Batangas. Se crea el Cuerpo de Voluntarios de Manila y se forma la guerrilla naval, denominada San Miguel. También se ordena la detención de una serie de personas que habían destacado por su participación en la denuncia de los males que afectaban a Filipinas.
c) Reacción del gobierno peninsular:
El mismo día 21, el Ministro de Ultramar comunica los hechos a las Cortes. A continuación el gobierno decreta la clausura del Círculo Hispano Filipino y el del Gran Oriente, incauta los archivos de la secretaría del citado Círculo y ordena la detención de su Junta Directiva. [61]
d) Reacción del país:
Las provincias próximas a Manila (Tayabas, Bulacán, Pampanga, Nueva Écija, Tarlac, Batangas, Cavite, La Laguna) se unen a la revolución; el resto del país espera.
Todo ello pone de relieve la necesidad que tiene ahora el Katipunan de asegurarse la adhesión y el apoyo del mayor número de filipinos. Obedeciendo las consignas promulgadas por Andrés Bonifacio el 19 de agosto de 1896, los katipuneros se reunieron con él, primero en Balintawak, y luego en Pugad Lawin, desde donde, el 23 de agosto de 1896, rompieron sus cédulas -signo de adhesión a España- simbolizando así su afirmación de independencia. Desde este lugar, Bonifacio lanza se dirige a sus hombres y simpatizantes de la causa revolucionaria en los siguientes términos:
«Este manifiesto es para todos vosotros. Es absolutamente necesario para nosotros el dar fin lo antes posible a la opresión que se viene perpetrando sobre los hijos del pueblo que ahora sufren castigos brutales y torturas en prisión. Por ello, por favor, decid a todos los hermanos que el sábado día 29 de este mes dará comienzo la revolución de acuerdo con lo acordado. Con este fin es necesario que todos los pueblos se subleven simultáneamente y ataquen Manila al mismo tiempo. Cualquier que se oponga a este sagrado ideal será tachado de traidor y enemigo, excepto si está enfermo o físicamente incapacitado, en cuyo caso se le juzgará conforme a las normas que hemos puesto en vigor. Monte de la Libertad, 28 de agosto de 1896.»
La revolución es ya un hecho. Se suceden los choques entre los katipuneros y las fuerzas gubernamentales. Llegan refuerzos desde la Península al mismo tiempo que el gobierno mantiene su dureza en las detenciones y en los juicios. Sin embargo, no sería esto lo que pondría en peligro la existencia del Katipunan sino una grave crisis interna que empezaba a surgir en su seno y que desembocaría en su trágico fin.
LA CRISIS INTERNA DEL KATIPUNAN
Como se ha indicado anteriormente, fue en Manila y sus arrabales, así como las provincias de su entorno, donde la revolución logró mayor auge en estos primeros meses. Y entre estas provincias, fue Cavite la que destacó desde un primer momento. Funcionaban en Cavite dos Consejos Populares: Magdiwang, con Mariano Álvarez al frente, y Magdalo, con Baldomero Aguinaldo al frente. Entre ambos existía una cierta rivalidad para hacerse con el mando revolucionario.
El 31 de octubre de 1896, Emilio Aguinaldo, del grupo Magdalo, escribe y promulga dos manifiestos. En el primero de ellos, sienta las bases para el [62] establecimiento de un gobierno revolucionario filipino; en el segundo, elabora la organización de dicho gobierno.
Esta iniciativa de Aguinaldo pone de manifiesto el punto al que ha llegado la rivalidad entre los dos consejos y, sobre todo, cuestiona la validez del propio Katipunan. El Grupo Magdalo, en torno a Aguinaldo, defiende el establecimiento de este gobierno revolucionario arguyendo que el Katipunan ya ha cumplido su labor, la revolución es un hecho público y no precisa ya de una organización secreta. El grupo Magdiwang defiende la continuidad del Katipunan arguyendo que su propia estructura le permite constituirse en gobierno revolucionario.
Andrés Bonifacio intenta mantenerse al margen de lo que, en aquel entonces, parecía ser una rivalidad para hacerse con el poder. Los hechos que se van sucediendo parecen indicar una situación más grave. Todo ello le lleva a Andrés Bonifacio a acceder a mediar en el conflicto. El 31 de diciembre de 1896, durante la «Asamblea de Imus», se debate la propuesta del grupo Magdalo de crear un gobierno revolucionario. La asamblea se clausura sin acuerdo alguno. Ambas partes mantienen sus posturas e incluso el grupo Magdalo no está dispuesto a aceptar el que Bonifacio continúe como «Supremo», sea cual fuera la decisión de la asamblea en lo que respecta a la creación del gobierno revolucionario.
Ante este hecho, los jefes del grupo Magdiwang convocan nuevamente a una reunión en Tejeros, en un momento en que las fuerzas revolucionarias deben hacer frente a un ataque de las tropas gubernamentales en Salitrán. No parece el momento más oportuno, pero la convocatoria sigue en pie.
La Asamblea de Tejeros se inauguró el 22 de marzo de 1897. En esta ocasión Bonifacio, ya que participa como mediador, ha tomado una postura y comparece en representación del grupo Magdiwang. Sin embargo, hay que dejar claro que a pesar de su afinidad con el grupo Magdiwang, Bonifacio es consciente de la necesidad de adoptar una actitud mediadora, conciliadora, respetuosa de la mayoría.
Al comienzo de la sesión, Severiano de las Alas (Magdiwang) propone el establecimiento de un gobierno revolucionario. Lumbreras y Bonifacio se oponen. También lo hace Santiago Álvarez (Magdiwang) mientras que Antonio Montenegro (Magdalo) lo apoya. Tensión en la sala. Lumbreras, en su calidad de presidente de la asamblea, concede un breve descanso.
Cuando se reanuda la sesión, Bonifacio, en su calidad de Supremo, preside la asamblea. Se procede a la votación de la propuesta de Severiano de las Alas. La decisión mayoritaria favorece la creación de un gobierno revolucionario. A continuación se procede a la elección de los dirigentes del nuevo gobierno revolucionario. Antes de comenzar la misma, Andrés Bonifacio propone [63] a los asistentes que se acate la decisión de la mayoría y no se tenga en cuenta la condición social ni el nivel de educación del que saliera elegido.
Se procede en primer lugar a la elección del presidente. Los candidatos son: Andrés Bonifacio, Emilio Aguinaldo y Mariano Trías. El primero recuento de votos arroja un apoyo mayoritario a favor de Emilio Aguinaldo, que es proclamado vencedor. Se propone entonces que Andrés Bonifacio, por haber obtenido el segundo número de votos, pase automáticamente a ocupar la vicepresidencia, pero no se actúa en este sentido. Continúan las elecciones. Son elegidos los siguientes cargos: Vicepresidente, Mariano Trías; Capitán General, Artemio Ricarte, que declina; Director de Guerra, Emiliano Riego de Dios, y Director de Interior, Andrés Bonifacio. La presidencia de la Asamblea va proclamando a los vencedores. Es en este momento cuando nuevamente surge un momento de crisis.
Cuando Andrés Bonifacio es proclamado Director de Interior, Daniel Tirona (Magdalo) impugna su elección aludiendo que Bonifacio no es abogado de profesión. Tensión muy fuerte en la sala. Bonifacio pide a Tirona que se retracte. Tirona, como respuesta, abandona la sala. Bonifacio desenfunda su pistola y le apunta pero Artemio Ricarte interviene y la bala se desvía. Entonces Bonifacio, invocando su calidad de Supremo del Katipunan, declara nulos la sesión y sus resultados, y abandona el lugar. Le acompañan sus hombres.
La sesión ha finalizado. Vicente Riego de Dios (Magdiwang) es encargado de comunicar a Emilio Aguinaldo los resultados y de pedirle que se dirija a Tejeros para jurar el cargo. El 23 de marzo, Vicente Riego de Dios llega a Pasong Santol, en Salitrán. Informa a Aguinaldo de lo transcurrido y le pide que le acompañe a Tejeros. Aguinaldo se niega diciendo que no puede abandonar a sus hombres precisamente cuando es inminente el ataque a Salitrán. El Coronel Riego de Dios regresa a Tejeros. Ahora es Críspulo Aguinaldo, hermano de Emilio Aguinaldo, quien se dirige a Salitrán para intentar convencer a éste que vaya a Tejeros a jurar el cargo. Esta insistencia es para evitar a toda costa una ruptura en el mando revolucionario y que Bonifacio actúe cuando Aguinaldo aún no ha jurado el cargo. Para convencerle, Críspulo se ofrece a quedarse con los hombres de Aguinaldo en Salitrán hasta la muerte. Entonces, Emilio Aguinaldo, acompañado de algunos de sus hombres, viaja a Tejeros. Una vez allí, los miembros del grupo Magdiwang no le permiten la entrada por lo que tiene que dirigirse a Tanza. Es allí, en el convento del pueblo, donde Emilio Aguinaldo y Mariano trías juran sus cargos de presidente y vicepresidente respectivamente.
Se ha producido la ruptura. Las victorias militares de Emilio Aguinaldo han permitido que la asamblea de Tejeros mire con buenos ojos a Emilio Aguinaldo, quien sería conocido con el nombre de «Generalísimo». [64]
Ante este hecho, el 23 de marzo, Andrés Bonifacio redacta el Acta de Tejeros en el que repudia la decisión de la asamblea de Tejeros y proclama no tener nada que ver con el nuevo gobierno revolucionario. Poco después, en el Manifiesto de Naic, Bonifacio formaría un nuevo gobierno revolucionario, con su propio ejército.
Ante la evidente ruptura en el seno de la revolución, Emilio Aguinaldo decide actuar decretando el arresto de Andrés Bonifacio.
El 27 de abril de 1897, cumpliendo las instrucciones de Aguinaldo, llegan al campamento de Bonifacio, el Coronel Agapito Banzón, José Ignacio Pawa, y Felipe Topacio. Banzón y sus hombres sitian el lugar y Banzón sube a la casa e intenta persuadir a Bonifacio que se reconcilie y acepte la jefatura de Aguinaldo. El Supremo rechaza la propuesta. Banzón y sus hombres se van, pero vuelven al día siguiente y comienzan a disparar. Los hombres de Bonifacio responden con sus armas. Durante esta refriega, en la que muere Ciriaco Bonifacio, el Supremo intenta poner fin a la lucha y pide el cese de este enfrentamiento entre hermanos, pero no es escuchado. Poco después, Bonifacio es alcanzado por un tiro en el brazo, momento que aprovecha Banzón para abalanzarse sobre él y clavarle un puñal en el cuello. Así fue capturado Andrés Bonifacio. En una hamaca es trasladado, en compañía de su mujer, Gregoria de Jesús y de su hermano Procopio, a Naic, sede del nuevo gobierno revolucionario, para ser juzgado.
El 29 de abril de 1897, el mismo día de su llegada a Naic, tiene lugar el juicio contra Andrés Bonifacio y su hermano Procopio, por un tribunal militar formado por el Coronel Pedro Lipanan, juez; Lázaro Makapagal, secretario; José Elises, fiscal. Actúan como defensor de Andrés Bonifacio, Plácido Martínez, y de Procopio Bonifacio, Teodoro González. En la causa, los defensores de los hermanos Bonifacio se limitan a pedir clemencia, en el caso de Andrés, y a decir que era ajeno al conflicto, en el caso de Procopio.
El 4 de mayo, el tribunal militar, esta vez reunido en Maragondón, nueva sede del gobierno revolucionario, entrega su informe al Coronel Mariano Noriel, presidente del Consejo de Guerra, el cual queda convocado para el día 5. Esta vez estará compuesto por el General Mariano Noriel, presidente; y Crisóstomo Rial, Tomás Mascardó, Plácido Martínez, Mariano Riego de Dios, Esteban Ynfantes y Sulpico Antony, vocales. Finalizada su deliberación, el Consejo de Guerra reducido de 7 a 3 miembros (Noriel, Mascardó e Ynfante) por motivo de los encuentros bélicos que se seguían produciendo, declara culpables a Andrés y Procopio Bonifacio del delito de traición y les condena a la pena capital: ser ejecutados.
En un primer momento, Aguinaldo se niega a firmar la pena de muerte y opta por su conmutación por la de destierro. Sin embargo, ante la insistencia de los generales Noriel y Pío del Pilar, apoyados por el general Mamerto Natividad [65] incluso por dos hombres de Bonifacio, Clemente José Zulueta y Anastasio Francisco, revoca su decisión y firma la sentencia de muerte.
El 10 de mayo de 1897, el Comandante Makapagal recibe órdenes de llevar a los hermanos Bonifacio al Monte Tala y abrir allí un sobre conteniendo unas instrucciones secretas. Una vez llegados a las proximidades del Monte Tala, el Comandante Makapagal, que no había querido acceder anteriormente a las peticiones de los hermanos Bonifacio de revelar el contenido del sobre, abre el mismo para dar lectura de su contenido: ejecutar a los hermanos Bonifacio. Ante esta noticia, los hermanos Bonifacio piden a Makapagal que les dejen huir pero éste decide obedecer sus instrucciones. Los hermanos se abrazan y a continuación Makapagal y sus hombres se alejan con Procopio para fusilarle. Cuando vuelve el comandante Makapagal, Andrés Bonifacio le pide nuevamente clemencia pero no logra convencer a Makapagal. Entonces, ante este hecho, Andrés Bonifacio decide salir huyendo. Los tiros de Makapagal y su escolta alcanzan al Supremo del Katipunan que muere allí mismo.
La muerte de Bonifacio ponía definitivamente punto final a la existencia del Katipunan. Si bien, legalmente, esta sociedad secreta había dejado de existir con el voto mayoritario de la asamblea de Tejeros a favor del establecimiento de un gobierno revolucionario, no sería hasta la muerte de Bonifacio, fundador y Supremo del Katipunan, cuando dicha sociedad dejó realmente de existir.
Son varios los estudios aún pendientes de llevar a cabo en torno al Katipunan. Documentos internos intervenidos con motivo de su descubrimiento nos permiten conocer un poco mejor sus mecanismos internos. De entre ellos, me gustaría destacar en este artículo los relacionados a las relaciones con sus miembros, que podrían dividirse en dos tipos: acciones de disciplina y acciones de ayuda.
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