El pasado 16 de noviembre, cuando la periodista Ana Pastor entrevistaba a
Pablo Iglesias en televisión, saltaron todas las alarmas en
Podemos. La falta de concreción de su líder fue muy criticada en las redes sociales –territorio que, hasta ese momento, dominaban como nadie- e inmediatamente la nueva formación apostó por recular y cambiar la estrategia. Anularon algunas entrevistas ya pactadas, y comenzó entonces una reorientación en la política comunicativa del partido. ¿Era la falta de concreción un lapsus, una incapacidad, o el resultado de una filosofía previa?
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