Venta de carnets en el país de los accidentes
Beatriz Mesa
Las carreteras en Marruecos son la viva estampa de la tragedia, y la conducción ha pasado de ser temeraria a convertirse en algo escandalosa. Una cifra habla por sí sola. Casi 4.300 muertos en los primeros nueve meses del 2008. Las víctimas mortales por accidentes de tráfico han ascendido casi un 12%. ¿Malas infraestructuras? ¿Pésimas indicaciones? ¿Señales invisibles? ¿Coches sin espejos y sin luces? ¿Adelantamientos suicidas? Se mezcla todo, aunque ahora un nuevo dato explica, en parte, las causas de una tragedia que el Gobierno se ha limitado a calificar de "desastre".
El 90% de los candidatos a obtener el carnet de conducir aprueban al primer intento. Y no se debe a la genialidad de los futuros conductores, al azar o a "un milagro marroquí", como ironiza el periódico L'Economiste. No. Obedece al hecho de que el permiso se puede comprar.
Las autoescuelas --que apenas cuentan con medios para dar una formación de calidad-- ofrecen múltiples facilidades. La más recurrida, la posibilidad de copiar durante los exámenes teóricos. Esta es solo una de las "miserias" que desacreditan la obtención de la licencia de conducir en Marruecos, denuncia Ahmed Alaui, taxista en Casablanca. A un joven marroquí le pesa en el bolsillo el precio del permiso de conducir, teniendo en cuenta que su salario, con suerte, alcanza al mes los 1.500 dirhams (unos 135 euros). Y si el permiso supone alrededor de 2.000 dirhams (unos 185 euros), es más práctico asegurarse el aprobado a la primera con un pequeño puñado de dinero suplementario que correr el riesgo de suspender. Los examinadores, además, se aprovechan de las dificultades económicas de los alumnos y les chantajean para darles el aprobado.
La factura del soborno varía según las aptitudes de los negociantes. Por algunas sesiones de aprendizaje en las que el profesor se debe implicar al 100%, el alumno suelta en torno a los 100 dirhams (8,7 euros). No es gran cosa, pero suficiente para hacer la compra del día. Los examinadores, sin embargo, se cotizan más y su caché es de 500 dirhams (unos 44 euros).
Llega el día de la prueba teórica, y no hay síntomas de nerviosismo. El soborno ya se ha encargado de aflojar la tensión que suele abrumar a los futuros conductores. Normalmente, los alumnos de una misma escuela están juntos durante el examen, y los examinadores se ocupan de soplarles las respuestas. Parecida complicidad se manifiesta sobre el terreno. El examen práctico se limita a dar una vuelta a la manzana por el barrio y (no siempre) a unos cuantos ejercicios básicos sobre el aparcamiento y la marcha atrás. Así de sencillo.
Quienes de verdad agradecen la corrupción en las autoescuelas son los alumnos analfabetos que solo entienden el árabe dialectal. El programa informático que se distribuye a las más de 2.000 autoescuelas está disponible en francés y árabe clásico. Por esta razón, para muchos estudiantes la solución para lograr el permiso de conducir pasa necesariamente por el soborno. Aunque los accidentes sigan suponiendo año tras año una sangría.
http://www.elperiodico.com/default.a...seccio_PK=1007
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