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Tema: Brigantaggio

  1. #1
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    Brigantaggio

    Caro Donoso:

    En vista de que los últimos enlaces expuestos se salían del tema, los traigo aquí y añado también el de Reke Ride y el de Irmâo de Cá para un nuevo hilo más específico sobre el Brigantaggio en sí.


    EL SARGENTO ROMANO






    El sargento Pasquale Domenico Romano es probablemente la figura más romántica del Brigantaggio. Había nacido en Gioia del Colle el 24 de agosto de 1833 en una familia humilde de pastores; en 1851 se alistó en el ejército borbónico donde llevó a cabo una exitosa corta carrera militar que le llevó al grado de sargento.

    Con la invasión del ejército piamontés, se disolvió el Ejército del Rey y se convirtió en comandante del "ejército clandestino borbónico" en su region, sin embargo, dada la falta de acción de su consejo militar, decidió iniciar la lucha armada por su cuenta. Logró reunir muchos pro-borbónicos compañeros de armas y creó su primera banda, la primera que actuó contra de las operaciones de la Guardia Nacional y el ejército regular piamontés (acciones principalmente encaminadas a adquirir armas y municiones).

    El 28 de julio de 1861 irrumpieron en Gioia del Colle, obligando a abandonar la ciudad a los piamonteses; hay que decir que para dicho éxito, fue muy importante la participación de los ciudadanos en la batalla, que no ocultaban su admiración por el sargento. A partir de ahí, las tropas del Piamonte y de la Guardia Nacional intentarán desesperadamente tomar venganza contra su familia y amigos más queridos. Que trajo a Romano aún más animosidad contra los invasores.

    Se unió su banda con el del General Carmine Crocco Donatelli, en 1862; bloqueó las carreteras de acceso a Corato Andria y luego entre Toritto Altamura y tendió emboscadas tanto al ejército como a la Guardia Nacional. También se destruyeron las granjas de los liberales y ex- garibaldianos de la zona, extendiendo el panico y causando estragos por doquier.

    Todos estos episodios hicieron que se centraran los esfuerzos del ejército piamontés y de la Guardia Nacional, para reprimir la banda de Romano. El 1 de diciembre de 1862 el sargento cometió un grave error: en el vivac habitual en la granja de los Monaci, donde había una capilla y servicio de Misa, pensó que no era necesario poner centinelas, y eso favoreció al regimiento de infantería de Saboya el ataque por sorpresa.
    Romano, pudo huir con unos pocos supervivientes.

    Si bien, estaba en condiciones de reclutar a mas gente y empezar de nuevo con pequeños ataques y guerra de guerrillas, para luchar contra el ejército de Saboya, se le acosaba peligrosamente. El 4 de enero 1863 fue interceptado en el bosque cerca de su ciudad natal de Gioia del Colle y su heroica resistencia fue inútil, ya que fue muerto por los piamonteses. Se dice que en su último aliento logró gritar ¡VIVA EL REY! (refiriéndose a Francisco II de las Dos Sicilias). Su cuerpo, despojado de la divisa borbónica fue cargado en una mula y expuesto en Gioia del Colle durante toda la semana. Con el terminó el Brigantaggio en Plugia.







    Sitio muy interesante: http://www.duesicilie.org/

  2. #2
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  3. #3
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    Respuesta: Brigantaggio

    BRIGANTE



    Brigante de blancas banderas,
    Tú que juntas Gaeta y Messina,
    Estás luchando por Nápoles,
    Estás luchando por Sicilia,


    Brigante de las Dos Sicilias,
    Soldado de la Contrarrevolución,
    Defiendes con tu sacrificado pueblo,
    A la legítima Casa de Borbón,


    Brigante del orgullo sureño,
    En ibera península hallas hermanos,
    Que luchan por lo mismo que tú,
    Siendo católicos y monárquicos,


    Cuentas con Borges y Tristany,
    Y en Roma con Alfonso Carlos,
    Un pasado cercano te une,
    Con la España que estrecha tu mano,


    Brigante que cantas,
    Con la alegría del mosquetón,
    Con nobleza repeles,
    Al piamontés invasor,


    Al impío Garibaldi,
    Que tu ruina desea,
    Al masón cobarde y rastrero,
    Que no merece tregua,


    Brigante contra el risorgimento,
    Que sólo es crimen y mentira,
    Con trapos tricolores avanzan,
    Mercenarios de causa mezquina,


    Cabalga por bosques y olivares,
    Galopa mirando al Tirreno,
    Que los invasores del Papado,
    Ahogan de sangre tu cielo,


    No desfallezcas brigante,
    Guerrillero tradicionalista,
    Por la integridad de tu reino,
    Un alzamiento interclasista,


    Brigante, te escribo con emoción,
    Pues soy carlista y meridional,
    Tenemos muchísimo en común,
    En el horizonte de la Cristiandad,


    Brigante de las flores de lis,
    Brigante defensor del Mediodía,
    No estás solo, correligionario,
    La Santa Causa no ha muerto todavía,


    Con tus raíces hispánicas,
    Con tu espíritu de libertad,
    ¡ Resurge, resurge brigante,
    Sin miedo hacia la lealtad !


  4. #4
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    Respuesta: Brigantaggio

    http://www.brigantaggio.net/





    Vincenzo Di Gianni alias TOTARO
    Banda TOTARO
    domina tra San Fele e Bella
    Potenza 1865











    http://www.eleaml.altervista.org/index.html

  5. #5
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    Respuesta: Brigantaggio








  6. #6
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    Respuesta: Brigantaggio

    Otra versión del " Brigante se more ":

    http://www.youtube.com/watch?v=vBAjG...eature=related

  7. #7
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  8. #8
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  9. #9
    Avatar de Rodrigo
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    Respuesta: Brigantaggio

    La película de la que están extraídas las escenas se llama "Li chiamarono... Briganti". ¿Alguien sabe si está doblada al español? Tiene pinta de ser buena.

  10. #10
    Avatar de Hyeronimus
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    Respuesta: Brigantaggio

    Il Brigantaggio (1860-1870)
    di Francesco Pappalardo
    1. Dai vandeani agli insorgenti italiani
    Il termine "brigante", che comunemente designa chi vive fuori legge o comunque un nemico dell'ordine pubblico, ha acquistato nel tempo anche un significato ideologico e indica, in senso spregiativo, chi si è opposto con le armi al nuovo ordine inaugurato dalla Rivoluzione francese. Adoperato in Francia per designare i combattenti realisti e cattolici della Vandea, è impiegato negli anni seguenti anche in Italia per indicare gli "insorgenti", cioè i componenti delle bande popolari che si sollevavano in armi contro gli invasori francesi e i giacobini locali, loro alleati. Il fenomeno assume rilievo particolare nelle province napoletane, dove, sia nel 1799 sia nel 1806, le bande - guidate da popolani, da borghesi e anche da sacerdoti, e che raccolgono impiegati, soldati sbandati, contadini e pastori - difendono la loro patria e la loro religione. Tale comportamento valoroso, però, è definito sbrigativamente "brigantaggio" dai rivoluzionari e il temine è tramandato tuttora da una storiografia mendace.

    2. Gli oppositori dell'Unità nel Regno delle Due Sicilie
    Anche l'unificazione forzata della penisola italiana, nel decennio dal 1859 al 1870, suscita ovunque resistenze e reazioni, in particolare nel Regno delle Due Sicilie, dove la lotta armata contro l'invasore assume proporzioni straordinarie. Pure in questo caso gli insorti, che combattevano contro l'imposizione di una visione del mondo estranea alle proprie tradizioni civili e religiose, sono stati bollati come briganti.
    La resistenza nel Mezzogiorno ha inizio nell'agosto del 1860, subito dopo lo sbarco sul continente delle unità garibaldine provenienti dalla Sicilia. La popolazione rurale, chiamata alle armi dal suono di rustici corni o dalle campane a stormo, rovescia i comitati insurrezionali, innalza la bandiera con i gigli e restaura i legittimi poteri. La spietata repressione operata dagli unitari, con esecuzioni sommarie e con arresti in massa, fa affluire nelle bande, che i nativi denominano masse, migliaia di uomini: soldati della disciolta armata reale, coscritti che rifiutano di militare sotto un'altra bandiera, pastori, braccianti e montanari.
    Nella primavera del 1861 la reazione divampa in tutto il regno e il controllo del territorio da parte degli unitari diventa precario. In agosto è inviato a Napoli, con poteri eccezionali, il generale del Regio Esercito del neo proclamato Regno d'Italia Enrico Cialdini (1811-1892), che costituisce un fronte unito contro la "reazione", arruolando i militi del disciolto esercito garibaldino e perseguitando il clero e i nobili lealisti, i quali sono costretti a emigrare, lasciando la resistenza priva di una valida guida politica. Il governo adotta la linea dura e il generale Cialdini ordina eccidi e rappresaglie nei confronti della popolazione insorta, decretando il saccheggio e la distruzione dei centri ribelli. In questo modo viene impedita l'insurrezione generale, e viene scritta una pagina tragica e fosca nella storia dello Stato unitario.

    3. Dalla repressione all'emigrazione
    Con il sistema generalizzato degli arresti in massa e delle esecuzioni sommarie, con la distruzione di casolari e di masserie, con il divieto di portare viveri e bestiame fuori dai paesi, con la persecuzione indiscriminata dei civili, si vuole colpire "nel mucchio", per disgregare con il terrore una resistenza che riannodava continuamente le fila. Viene introdotto per la prima volta nel diritto pubblico italiano l'istituto del domicilio coatto, che risulta particolarmente odioso per la sua arbitrarietà. La moltiplicazione dei premi e delle taglie crea un'"industria" della delazione, che è un'ulteriore macchia indelebile nella repressione e ispira amare riflessioni sulla proclamata volontà moralizzatrice dei governi unitari nei confronti delle popolazioni meridionali. Attenzione particolare è dedicata alla guerra psicologica, condotta su larga scala mediante bandi, proclami e soprattutto servizi giornalistici e fotografici, che costituiscono i primi esempi di una moderna "informazione deformante".
    In questo modo viene distrutto il cosiddetto "manutengolismo", cioè quel vasto movimento di sostegno e di fiancheggiamento alla guerriglia, che rappresenta un fenomeno così ampio e articolato socialmente da non poter essere stroncato con il solo ricorso alla legislazione penale, anche se eccezionale. Infine, la proclamazione dello stato d'assedio, le uccisioni indiscriminate, il terrore, il tradimento prezzolato stroncano la volontà di resistenza della popolazione. Quando le bellicose energie sono esaurite, l'estraneità al nuovo ordine si manifesta più pacificamente, ma non meno drammaticamente, nella grandiosa emigrazione transoceanica della nazione "napoletana", che coinvolge alcuni milioni di persone.

    4. Oltre la censura storiografica: le ragioni ideali e politiche
    Questo periodo doloroso della storia della nazione italiana è censurato e deformato da oltre un secolo. La storiografia di ispirazione liberale, da Francesco Saverio Nitti (1868-1953) a Giustino Fortunato (1777-1862) e a Benedetto Croce (1866-1952), interpreta la resistenza popolare come manifestazione di criminalità comune e come esito della sobillazione "reazionaria", abile a sfruttare mali endemici e secolari del Mezzogiorno. Su un altro versante, ugualmente deformante, si pongono quanti partono dalle considerazioni di Antonio Gramsci (1891-1937) sulla "questione meridionale" per proporre una lettura del Brigantaggio come manifestazione della lotta di classe, identificando nella guerra per bande una forma di lotta armata condotta in prima persona dalle masse contadine contro le classi dominanti.
    In realtà, un'interpretazione esauriente del complesso fenomeno del Brigantaggio deve partire dalla considerazione che l'opposizione armata fu soltanto uno degli aspetti della resistenza antiunitaria delle popolazioni meridionali, che presentò contorni più vasti e profondi di quelli che avevano caratterizzato le insorgenze dell'età napoleonica. Infatti, negli anni successivi al 1860, la resistenza si presenta con forme molto articolate, di cui offrono testimonianza l'opposizione condotta a livello parlamentare, le proteste della magistratura, che vede cancellate le sue gloriose e secolari tradizioni, la resistenza passiva dei dipendenti pubblici e il rifiuto di ricoprire cariche amministrative, il malcontento della popolazione cittadina, l'astensione dai suffragi elettorali, il rifiuto della coscrizione obbligatoria, l'emigrazione, la diffusione della stampa clandestina e la polemica condotta dai migliori pubblicisti del regno, fra cui emerge Giacinto de' Sivo (1814-1867), che difendono con gli scritti i calpestati diritti di una monarchia da sempre riconosciuta nel consesso delle nazioni e benedetta dalla suprema autorità spirituale.
    La resistenza armata è però il fenomeno più evidente, che coinvolge non soltanto il mondo contadino, ma tutta la società del tempo nelle sue strutture e nei gruppi che la componevano.
    Nei primi anni il motivo legittimistico è dominante e le modalità della guerriglia, capace di unire aristocratici e popolo, sono tali da richiamare alla mente l'epopea vandeana. Questa continuità contro-rivoluzionaria non è affatto simbolica, ove si consideri che, a capeggiare gli insorgenti, "il fior fiore della nobiltà lealistica europea discese dalle brume dei propri castelli nel fuoco di una lotta senza quartiere "per il trono e l'altare", "per la fede e la gloria"", come era scritto su uno dei pannelli della mostra su Brigantaggio, lealismo e repressione, organizzata a Napoli nel 1984. Il conte Henri de Cathelineau (1813-1891) - discendente di uno dei più valorosi condottieri della guerra di Vandea -, il barone prussiano Teodoro Klitsche de La Grange (1799-1868), il conte sassone Edwin di Kalckreuth, fucilato nel 1862, il marchese belga Alfred Trazégnies de Namour, fucilato nel 1861 all'età di trent'anni, il conte Émile-Théodule de Christen (1835-1870), i catalani José Borges (1813-1861), definito "l'anti-Garibaldi", e Rafael Tristany (1814-1899), sono artefici di memorabili imprese e fanno a lungo sperare in una conclusione vittoriosa della guerriglia.

    5. Le ragioni socio-economiche e le motivazioni religiose
    Con queste considerazioni non si intende sottovalutare il carattere anche sociale delle insurrezioni. L'eversione della feudalità e la privatizzazione dei beni della Chiesa durante l'età napoleonica, che avevano trasformato l'assetto della società e dato origine alla questione demaniale, hanno una parte rilevante nello stimolare la partecipazione dei contadini alla lotta armata, ma questo aspetto non basta da solo a spiegare l'intensità, l'estensione sociale, l'ampiezza territoriale e la durata del Brigantaggio. L'attribuzione di un prevalente carattere sociale alla resistenza antiunitaria è causata sia da pregiudizi ideologici, che inducono gli storici a sottovalutare o a negare la componente politica del fenomeno, sia dalla diffusione e dalla persistenza del mito dell'oggettiva potenzialità rivoluzionaria delle sommosse contadine.
    Questa impostazione è caratterizzata da una generale incomprensione e negazione della cultura delle popolazioni italiane, e ciò vale in particolare per la componente religiosa, che ne rappresentava l'anima. L'elemento religioso è generalmente presente nelle raffigurazioni d'epoca, così come sui vessilli e sulle insegne di battaglia; frati e sacerdoti sono presenti in gran numero nelle schiere degli insorgenti, sebbene fossero passati per le armi in caso di cattura; i vescovi - benché spesso scacciati dalle loro sedi - sostengono efficacemente l'insurrezione, pubblicando pastorali di tono antiunitario e ribadendo le proteste e le scomuniche provenienti dalla Santa Sede. L'autorevole La Civiltà Cattolica esprime ripetutamente il suo appoggio a quello che era ritenuto uno spontaneo movimento di massa, a carattere legittimistico, contro le usurpazioni del nuovo Stato liberale.
    Il Brigantaggio, dunque, è stato un fenomeno composito, manifestazione del contrasto fra due mentalità, fra due differenti impostazioni culturali, ma soprattutto ha rappresentato l'espressione più macroscopica della reazione di una nazione intera in difesa della sua autonomia quasi millenaria e della religione perseguitata e, dunque, costituisce l'ultimo tentativo compiuto in Italia, insieme con la difesa di Roma a opera degli zuavi, per combattere la Rivoluzione con le armi.
    Se la resistenza antiunitaria non riesce a ripetere il successo della Santa Fede nel 1799, ciò è dovuto non soltanto alla situazione internazionale sfavorevole e allo scontro con lo Stato unitario, di cui non si conoscevano i meccanismi e che può concentrare per alcuni anni imponenti forze nel Mezzogiorno, ma anche all'assenza di una classe dirigente valida e ben determinata, che sapesse animare e coordinare la reazione popolare, spontanea e generale, ma non autonoma.
    Per approfondire: vedi una significativa testimonianza, in Giacinto de' Sivo, I Napolitani al cospetto delle nazioni civili, del 1861, Il Cerchio Iniziative Editoriali, Rimini 1994; lo studio più documentato sull'argomento, che risente però dell'impostazione marxista secondo cui il Brigantaggio è un episodio della lotta di classe, in Franco Molfese, Storia del brigantaggio dopo l'Unità, Feltrinelli, Milano 1979; quindi Carlo Alianello (1901-1981), La conquista del Sud. Il Risorgimento nell'Italia meridionale, Rusconi, Milano 1994; Aldo Albonico, La mobilitazione legittimista contro il Regno d'Italia: la Spagna e il brigantaggio meridionale postunitario, Giuffrè, Milano 1979; Brigantaggio lealismo repressione nel Mezzogiorno. 1860-1870, Gaetano Macchiaroli, Napoli 1984; e Francesco Mario Agnoli, La conquista del Sud e il generale spagnolo José Borges, Di Giovanni, San Giuliano Milanese (Milano) 1993; vedi una sintesi nel mio Il brigantaggio, in Cristianità, anno XXI, n. 223, novembre 1993, pp. 15-22.


    http://www.totustuus.biz/users/altrastoria/

  11. #11
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    Respuesta: Brigantaggio

    PARTÉNOPE ÍNCLITA




    Oh Parténope ínclita,
    bello sur italiano,
    luz santa en el centro,
    del Mediterráneo,


    Luenga y rica tu historia,
    decimonónica tu epopeya,
    un hito tradicionalista,
    una realista leyenda,


    Brigantes del Mediodía,
    de banderas blancas,
    la cruz por delante,
    borbónicas semblanzas,


    Lucha sin cuartel,
    reino de las Dos Sicilias,
    con los Estados Pontificios,
    contra la masonería,


    Un genocidio terrible,
    una criminal invasión,
    se alzó un pueblo indómito,
    contra la bandera tricolor,


    Oh Parténope ínclita,
    con alas de Magna Grecia,
    doloridas flores de lis,
    legitimista resistencia,


    No, no ha muerto,
    la Contrarrevolución,
    no ha dicho su última palabra,
    el Nápoles del honor.


  12. #12
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    Brigantaggio histórico

    Revista ARBIL, nº 63. El Brigantaggio (1860-1870)


    Revista Arbil nº 63
    El Brigantaggio (1860-1870)
    por Francesco Pappalardo y T. J. Soley y Angel Expósito
    El término "brigante", que habitualmente designa a quien vive fuera de la ley o a un enemigo del orden público, ha adquirido con el tiempo también un significado ideológico que indica, en sentido despreciativo, a quien se opuso con las armas al nuevo orden inaugurado por la Revolución francesa.

    De los vandeanos a los insurgentes italianos

    Usado en Francia para designar a los combatientes realistas y católicos de la Véndee, es empleado en los años siguientes también en Italia para nombrar a los "insurgentes", esto es, a los componentes de las bandas populares que se alzaban en armas contra los invasores franceses y sus aliados: los jacobinos locales.

    El fenómeno adquiere un relieve particular en las provincias napolitanas donde, tanto en 1799 como en 1806, surgieron partidas -dirigidas por gente del pueblo, por burgueses e incluso por sacerdotes, y que se nutrían de empleados, soldados huidos, campesinos y pastores- que defendieron su patria y su religión. Tal comportamiento valeroso, sin embargo, es definido rápidamente como "brigantaggio" por los revolucionarios y el término se transmite hasta ahora por una historiografía mendaz.

    Los opositores a la Unidad en el Reino de las Dos Sicilias

    También la unificación forzada de la península italiana, en el decenio de 1859 a 1870, suscita por doquier resistencias y reacciones, en particular en el Reino de las Dos Sicilias, donde la lucha armada contra el invasor adquiere proporciones extraordinarias. También en este caso los insurrectos, que combatían contra la imposición de una visión del mundo extraña a las propias tradiciones civiles y religiosas, fueron etiquetados como "briganti".

    La resistencia en el Mezzogiorno se inició en agosto de 1860, justo después del desembarco en el continente de las unidades garibaldianas provenientes de Sicilia.

    La población rural, llamada a las armas por el sonido de rústicos cuernos o por las campanas tocando a rebato, derriban los comités insurreccionales, izan la bandera con la flor de lis y restauran los poderes legítimos. La despiadada represión llevada a cabo por los unitaristas, con ejecuciones sumarias y arrestos en masa, provoca que se alisten a las partidas, que los nativos denominaban masas, miles de hombres: soldados del disuelto ejército real, reclutas que rechazan militar bajo otra bandera, pastores, peones y montañeses.

    En la primavera de 1861 la reacción estalla en todo el reino y el control del territorio por parte de los unitaristas se hace precario.

    En agosto es enviado a Nápoles, con poderes excepcionales, el general del ejército del neo proclamado Reino de Italia Enrico Cialdini (1811-1892), que organizó un frente unido contra la "reacción", reclutando a los soldados del disuelto ejército garibaldino y persiguiendo al clero y a los nobles leales, quienes son obligados a emigrar, dejando a la resistencia huérfana de una guía política válida.

    El gobierno adopta la línea dura y el general Cialdini ordena matanzas y represalias entre la población insurgente, decretando el saqueo y la destrucción de los centros rebeldes. De este modo se impide la insurrección general y se escribe una página trágica y negra en la historia del Estado unitario.

    De la represión a la emigración

    Con el sistema generalizado de arrestos en masa y de ejecuciones sumarias, con la destrucción de casonas y masías, con la prohibición de llevar víveres y animales fuera de los pueblos, con la persecución indiscriminada de civiles, se quiso golpear "a diestra y siniestra", para disgregar con el terror una resistencia que regeneraba continuamente sus filas.

    Fue introducido por primera vez en el derecho público italiano la institución del destierro, que resulta particularmente odiosa por su arbitrariedad.

    La multiplicación de premios y recompensas crea una "industria" de la delación, que es una ulterior mancha indeleble en la represión e inspira amargas reflexiones sobre la proclamada voluntad moralizadora de los gobiernos unitarios frente a las poblaciones meridionales.

    Una atención particular merece la guerra psicológica, conducida a gran escala mediante bandos, proclamas y sobre todo servicios periodísticos y fotográficos, que constituyeron los primeros ejemplos de una moderna "información deformante".

    De este modo fue destruido el llamado "manutengolismo", esto es, el vasto movimiento de apoyo y financiación a la guerrilla, que representa un fenómeno tan amplio y articulado socialmente que no pudo ser desarticulado recurriendo únicamente a la legislación penal, incluso la excepcional.

    Finalmente fue la proclamación del estado de asedio, las matanzas indiscriminadas, el terror, la traición remunerada las que truncaron la voluntad de resistencia de la población.

    Cuando las energías bélicas se agotaron, la extrañeza frente al nuevo orden se manifestó más pacíficamente, pero no menos dramáticamente, en la grandiosa emigración transoceánica de la nación "napolitana", que afectó a varios millones de personas.

    Más allá de la censura historiográfica: las razones ideológicas y políticas

    Este periodo doloroso de la historia de Italia ha sido censurado y deformado desde hace más de un siglo. La historiografía de inspiración liberal, desde Francesco Saverio Nitti (1868-1953) a Giustino Fortunato (1777-1862) y a Benedetto Croce (1866-1952), interpreta la resistencia popular como manifestación de criminalidad común y como resultado de la instigación "reaccionaria", hábil en explotar los males endémicos y seculares del Mezzogiorno.

    Por otro lado, igualmente deformante son cuantos parten de las consideraciones de Antonio Gramsci (1891-1937) sobre la "cuestión meridional" para proponer una lectura del Brigantaggio como manifestación de la lucha de clases, identificando en las partidas una forma de lucha armada conducida en primera persona por las masas campesinas contra las clases dominantes.

    En realidad, una interpretación exhaustiva del complejo fenómeno del Brigantaggio debe partir de la consideración de que la oposición armada fue solamente uno de los aspectos de la resistencia antiunitaria de las poblaciones meridionales, que presentó características más vastas y profundas que las que habían caracterizado la insurgencia de la época napoleónica.

    De hecho, en los años posteriores a 1860, la resistencia se presenta bajo formas muy articuladas, como testimonia la oposición llevada a cabo en el Parlamento, las protestas de la magistratura, que vio canceladas sus gloriosas y seculares tradiciones, la resistencia pasiva de los empleados públicos y el rechazo a ocupar cargos administrativos, el descontento de la población de las ciudades, la abstención en los sufragios electorales, el rechazo al reclutamiento obligatorio, la emigración, la difusión de la prensa clandestina y la polémica entre los mayores publicistas del reino, entre los que destaca Jacinto de' Sivo (1814-1867), que defendieron a través de sus escritos los pisoteados derechos de una monarquía reconocida en todo momento por el conjunto de las naciones y bendecida por la suprema autoridad espiritual.

    La resistencia armada es no obstante el fenómeno más evidente, que afecta no sólo el mundo campesino, sino a toda la sociedad de su tiempo en sus estructuras y en los grupos que la componían.

    En los primeros años la motivación legitimista es dominante y la modalidad de la guerrilla, capaz de unir a aristócratas y pueblo, trae a la memoria la epopeya vandeana.

    Esta continuidad contrarrevolucionaria no es únicamente simbólica, si se considera que, para capitanear a los insurrectos, la flor de la flor de la nobleza lealista europea descendió de las brumas de sus propios castillos hasta el fuego de una lucha sin cuartel "por el trono y el altar", "por la fe y la gloria", como estaba escrito en uno de los paneles de la muestra sobre "Brigantaggio, lealismo y represión", organizada en Nápoles en 1984.

    El conde Henri de Cathelineau (1813-1891) - descendiente de uno de los más valerosos comandantes de la guerra de la Véndee -, el barón prusiano Teodoro Klitsche de La Grange (1799-1868), el conde sajón Edwin de Kalckreuth, fusilado en 1862, el marqués belga Alfred Trazégnies de Namour, fusilado en 1861 a la edad de treinta años, el conde Émile-Théodule de Christen (1835-1870), los catalanes José Borges (1813-1861), definido como el "anti-Garibaldi", y Rafael Tristany (1814-1899), son los artífices de memorables empresas e hicieron que durante mucho tiempo se esperase una conclusión victoriosa de la guerrilla.

    Las razones socio-económicas y las motivaciones religiosas

    Con estas consideraciones no se intenta minusvalorar el carácter también social de las insurrecciones.

    La privatización de los bienes de la Iglesia durante la época napoleónica, que habían transformado la disposición de la sociedad y dado origen a la cuestión de la desamortización, tienen una parte relevante en la estimulación de la participación de los campesinos en la lucha armada, pero este aspecto no es suficiente para explicar la intensidad, la extensión social, la amplitud social y la duración del Brigantaggio.

    La atribución de un carácter prioritariamente social a la resistencia antiunitaria viene causado ya sea por prejuicios ideológicos, que inducen a los historiadores a minusvalorar o a negar la componente política del fenómeno, ya sea por la difusión y la persistencia del mito de la objetiva potencialidad revolucionaria de las sublevaciones campesinas.

    Esta impostación se caracteriza por una general incomprensión y negación de la cultura de las poblaciones italianas, y esto es válido especialmente para su componente religioso, que constituía su alma. El elemento religioso está presente de modo general en las representaciones de la época, así como sobre las banderas y los estandartes de batalla; frailes y sacerdotes están presentes en gran número en las filas de los insurgentes, a pesar de que eran pasados por las armas en caso de captura; los obispos -pese a haber sido a menudo expulsados de sus sedes- sostenían eficazmente la insurrección, publicando pastorales de tono antiunitario e insistiendo en las protestas y las excomuniones provenientes de la Santa Sede.

    La cualificada La Civiltà Cattolica expresó repetidamente su apoyo a aquello que era visto como un movimiento espontáneo de masas, de carácter legitimista, contra la usurpación del nuevo Estado liberal.

    El Brigantaggio fue pues un fenómeno complejo, manifestación del contraste entre dos mentalidades, entre dos diferentes planteamientos culturales, pero sobre todo representó la expresión más macroscópica de la reacción de una nación entera en defensa de su autonomía casi milenaria y de la religión perseguida y, por tanto, constituye el ultimo intento realizado en Italia, junto con la defensa de Roma por parte de los zuavos, para combatir a la Revolución con las armas.

    Si la resistencia antiunitaria no consiguió repetir el éxito de la Santa Fede en 1799, esto se debe no solamente a la situación internacional desfavorable y al choque con el Estado unitario, del que no se conocían los mecanismos y que pudo concentrar durante algunos años imponentes fuerzas en el Mezzogiorno, sino también por la ausencia de una clase dirigente válida y bien determinada, que supiese animar y coordinar la reacción popular, espontánea y general, pero no autónoma.

    ·- ·-· -··· ·· ·-··
    Francesco Pappalardo y T. J. Soley y Angel Expósito

    Para profundizar: véase un testimonio significativo en Giacinto de' Sivo, I Napolitani al cospetto delle nazioni civili, de 1861, Il Cerchio Iniziative Editoriali, Rimini 1994; el estudio más documentado sobre el tema, no obstante resentirse de la impostación marxista según la cual el Brigantaggio es un episodio de la lucha de clases, en Franco Molfese, Storia del brigantaggio dopo l'Unità, Feltrinelli, Milano 1979; también Carlo Alianello (1901-1981), La conquista del Sud. Il Risorgimento nell'Italia meridionale, Rusconi, Milano 1994; Aldo Albonico, La mobilitazione legittimista contro il Regno d'Italia: la Spagna e il brigantaggio meridionale postunitario, Giuffrè, Milano 1979; Brigantaggio lealismo repressione nel Mezzogiorno. 1860-1870, Gaetano Macchiaroli, Napoli 1984; y Francesco Mario Agnoli, La conquista del Sud e il generale spagnolo José Borges, Di Giovanni, San Giuliano Milanese (Milano) 1993; véase una síntesis en mi artículo Il brigantaggio, en Cristianità, año XXI, n. 223, noviembre 1993, pp. 15-22.
    .

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    Re: Brigantaggio histórico


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