Esta es una de tantas barbaridades que se hacen en nombre de un supuesto refinamiento. A lo largo de mi existencia ha habido en mi casa y he tenido yo personalmente 17 perros (hoy tengo un precioso y lanudo Gos d'Atura catalán cariñoso hasta el empacho que tiene un muy ligero mestizaje). La mayoría han sido mestizos aunque manteniendo cierto grado de exigencia a la hora de elegirlos y es que un mestizaje sin control y continuado a lo largo de generaciones, también produce individuos poco recomendables. A la hora de elegir una raza, o asimilada pues hay muchas que no tienen reconocida el estándar, no sólo se elige el aspecto del animal, sino su carácter, su idoneidad para adaptarse al entorno en el que va a vivir, la misión para la cual es elegido, si tiene tendencia cariñosa con los niños o le gustan poco..., y un largo etcétera.

Pero también hay que "elegir" al dueño, y es que no todas las personas son idóneas para tener un perro. Desde el caprichoso que elige un cachorrito para su nene y que termina en una perrera en cuanto ha crecido, al chulo que se acompaña del perro de presa como si fuera un arma. Es decir, hay que tener unas capacidades psicológicas concretas y al igual que para conducir un vehículo de motor es preciso obtener un permiso administrativo, para tener un perro en casa debería existir algún control similar y nos ahorraríamos muchos problemas y sufrimientos innecesarios.

Luego tenemos el asunto del mundillo de los concursos y la exageración en los cánones de cada raza que convierten a los canes en objeto de exhibición como si de objetos se tratase, olvidando que son seres vivos con sentidos y con sentimientos desarrollados muy profundos --el perro es extraordinariamente sociable-- hacia las personas con las que convive. Personalmente considero esos concursos una cursilada y esos criaderos deberían estar más controlados. No obstante pensemos en lo que podemos esperar de una sociedad que mata a sus propios hijos en gestación, ¿perros? los más macarras hasta los visten, les ponen colonia, les cardan el pelo, o los enjoyan y hasta los nombran herederos de verdaderas fortunas. Mientras tanto, en este mundo de tarados mentales, millones de niños y personas adultas no tienen ni para un mendrugo de pan. ¡De náusea!