NEGOCIOS QUE VAN SOBRE RUEDAS
BICICLETAS NAZIS Y TRANVÍAS SOCIALISTAS
Anton Loibl era maquinista y profesor de conducción automovilística, pero le gustaba inventar. Fue camisa parda en los tiempos del ascenso al poder de los nazis y había llegado a ser chófer de Adolf Hitler. Una vez convertido en Hauptsturmführer de las SS, Loibl seguía experimentando en su tienda de Berlín, diseñando nuevos carburadores. Pensó que las bicicletas de la época eran poco visibles por la noche con el riesgo que eso entrañaba para el ciclista, y así fue como tuvo la feliz ocurrencia de fijar pequeños trozos de cristal a los pedales, para de ese modo hacer que se reflejaran los faros de los automóviles haciendo visible la bicicleta. Fue de esta guisa como Loibl patentó el pedal reflectante para bicicletas.
Hasta aquí, bien. Sería la pequeña contribución de un nazi al progreso técnico. Pero, la dirección de las SS -en cuyas filas estaba inscrito Loibl- se percató del invento de su miembro y decidió aprovecharse de ello. En 1936 la Orden Negra funda una empresa conjunta con Loibl, para producir pedales reflactantes en cantidades industriales. En 1938 será el mismo Heinrich Himmler quien, como jefe de la policía alemana, dicta una ley de tráfico que exigía que todas las bicicletas del Reich estuvieran equipadas con el pedal reflactante de Loibl. El negocio era redondo.
Los fabricantes de bicicletas tuvieron que equipar sus productos con el pedal Loibl, pagando derechos de propiedad a la compañía fabricadora, constituida por Loibl y las SS. Las fábricas de bicicletas que se negaron a pagar comprendieron a la postre que era mejor hacerlo: las SS tenía contundentes maneras de persuadir a los renuentes. El dinero que se obtuvo de esta corruptela fue a parar a la cuenta bancaria de Loibl y a las arcas de la Ahnenerbe -fundación pseudocientífica que alentaba Himmler. En 1938 fueron 77.740 marcos del Reich los beneficios que produjo la venta por "imposición legal" del pedal Loibl -el único válido legalmente- para la Ahnenerbe. Himmler estaba satisfecho. Loibl también.
Hace unos años en España se dictaron leyes de tráfico que exigían los triángulos y un chaleco reflactante -y no podían ser unos triángulos cualesquiera, ni un chaleco reflactante cualquiera... Tenían que estar homologados. Es de suponer que sus fabricantes, ignoro quiénes fuesen tales, hicieran pingües beneficios.
Recientemente, varios ayuntamientos de capitales andaluzas -y no andaluzas- han aprobado la construcción de tranvías urbanos, con el trastorno que ello conlleva para los habitantes y el tráfico fluido de la ciudad en cuestión. Se alegan razones ecológicas y otras pamplinas, bien. Pero nos van a estrechar las ya de por sí angostas vías de circulación urbana, haciendo prácticamente intransitables las ciudades.
¿Quién es ahora el Loibl de los tranvías?
Maestro Gelimer
LIBRO DE HORAS Y HORA DE LIBROS
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