Pues a mi las arengas no suelen impresionarme y las del fallecido D. Blas no son excepción. Sin embargo, lo que sí me impresiona - y muchísimo - es toda una vida de ejemplar y incorruptible honestidad, solidez de principios, piadosa fe y impecable trato con todos, mismo con sus adversarios. Para ver a D. Blas Piñar mirábamos hacia arriba (desde Portugal, también un servidor) y no porque él haya sido un caudillo - como vengo leyendo por ahí - o porque todos fuéramos franquistas (un servidor mucho menos); pero sí porque en D. Blas se conservaba una pureza de ideales, una gallarda señoría y una desinteresada dedicación a su pueblo que deberían ser regla en la política pero que ya no existen en ninguna parte.