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Tema: La incoherencia de Blas Piñar

  1. #1
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    La incoherencia de Blas Piñar

    Antes de nada, he de decir que me siento en deuda con don Blas Piñar. Cuando yo era un ferviente defensor de la democracia liberal fue él, con sus libros, el que me sacó de un error tan grande. De él leí sus 5 tomos de Memorias, Hacia la III República, Curso Breve de Formación Política, Mi réplica al Cardenal Tarancón y Combate por España (I). TuvE también la oportunidad de conocerle y saludarle personalmente a la salida de una Misa.

    Ahora bien, mis investigaciones posteriores me llevaron a ver, de manera imparcial, que quién realmente tenía razón eran los legitimistas, y es por ello que soy más amigo de la Verdad que de don Blas Piñar y de su devoción y juicio hacia Franco y su Régimen (juicio respecto de los cuales nuestros caminos se separan), pero eso no quiere decir que no siga teniendo hacía él el mismo respeto que antes.

    Digo esto porque Blas Piñar fundó una organización política llamada Fuerza Nueva a mediados de los ´60 con el propósito de tratar de poner freno a los síntomas y efectos que la desastrosa política revolucionaria franquista estaba llevando a cabo y que empezaba a ser más vistosa desde comienzos de los ´60.

    ¿Por qué hablo de incoherencia en Blas Piñar (y que me perdone si me está leyendo él o alguno de sus partidarios)? Pues porque no quería ver la realidad clara y sencilla de que si los subalternos (contra los cuales descargaba su oposición y sus críticas, y con mucha razón dicho sea de paso) del Régimen hacían lo que hacían era porque aquél que estaba en el vértice de la pirámide del régimen no sólo lo consentía sino que también lo promocionaba, nombrando para todos esos puestos a revolucionarios de comprobada categoría democristiana o progresista (en lugar de nombrar a tradicionalistas como Blas Piñar y sus correligionarios, que quedaban relegados a posiciones secundarias cuando no directamente silenciados o perseguidos por las autoridades subalternas del mismo régimen del que paradójicamente se autotitulaban sus más firmes defensores).

    Para dar cuenta de cuál era la situación política a comienzos de la década de los ´60 como consecuencia de la política revolucionaria llevada a cabo por Franco, qué mejor que reproducir "los tres informes a la superioridad" que Blas Piñar realizó y que reprodujo en el capítulo del mismo nombre de su primer tomo de Memorias. Ya se sabe, a confesión de parte relevo de pruebas (respecto a la política revolucionaria de Franco, pero al que Blas Piñar no quería ver como auténtico y principal responsable).


    “Escrito para la Historia”: Tres informes a la superioridad (Capítulo 10)



    A los más altos niveles del Estado había una profunda inquietud. El vicepresidente del Gobierno, don Agustín Muñoz Grandes, me pidió un informe en 1963. Se lo remití. Su texto era el siguiente:

    “Afirmaciones de principio sobre el tema político español. Informe solicitado por el vicepresidente del Gobierno, general Muñoz Grandes. Julio 1963

    I IDEAS EQUÍVOCAS

    A). El Alzamiento nacional fue una intervención del Ejército en la vida política del país, justificada por un estado de anarquía que amenazaba la existencia de la patria.

    B). El Alzamiento nacional, una vez restablecido el orden y la paz interiores, debe considerar concluído, a fin de que vuelva la política a su juego anterior: lucha de partidos, sistema liberal, no intervención del Estado en la vida económica y restauración de la monarquía.

    C). El Alzamiento nacional, por las ayudas exteriores que recibió y por la derrota de las potencias que la prestaron, ha merecido la hostilidad primero y la antipatía siempre de las potencias liberales vencedoras. Un instinto de conservación exige que el régimen político creado por el Alzamiento se adapte en lo posible y con celeridad al patrón que ofrecen las naciones victoriosas.

    D). El Alzamiento nacional debe congraciarse con algunos de sus enemigos políticos, que hacen ahora pública confesión de ser anticomunistas, para así, de una parte, obtener la mirada benevolente de dichas potencias y, de otra, dar pruebas de un auténtico espíritu de reconciliación nacional, que haga la victoria extensiva a todos, sin que pueda hablarse ya de vencedores y vencidos.

    E). La actitud de la Iglesia, que ha rectificado sus puntos de vista, al menos en el orden táctico, frente al comunismo, obliga a modificar a un Estado, que se dice católico, su línea de actuación política.

    A estas ideas parece responder, en parte, la conducta del Régimen durante el último año, a juzgar por la actitud pública de determinados embajadores de España; la reaparición de la Revista de Occidente; la apertura en Madrid de una sucursal del Fondo de Cultura Económica de Méjico; el regreso y exaltación de conocidos exiliados que han hecho gala de su animadversión al Régimen y al Jefe del Estado; las tesis reiteradamente sostenidas y autorizadas o toleradas de los corresponsales en el exterior de importantes periódicos españoles; el ciclo de conferencias de la Asociación de Cooperación Económica Europea, en las que han intervenido varios de los concurrentes a Munich; el reblandecimiento de la postura de una parte de los sectores representados en el Consejo Nacional encargados de preparar las bases de una reorganización del Movimiento; la tesis de que el liberalismo económico es la única forma lícita y aconsejable para la recuperación nacional; la publicación de revistas en las que se defienden con descaro las tesis indicadas.

    II IDEAS EXACTAS

    A). El Alzamiento nacional se hizo necesario, efectivamente, por la situación de anarquía del país, al borde de una desmembración absoluta y de la pérdida de su continuidad histórica. Pero aún en el supuesto de que dicho estado de anarquía no hubiera existido, el Alzamiento nacional debió producirse para poner término a un clima de mediocridad y de abandono colectivo por España de su quehacer como nación.

    B). El Alzamiento nacional -un instante heróico y glorioso en la vida de un pueblo- fue el arranque del Movimiento Nacional: una corriente de vida que permanece y nutre a la Sociedad, al Estado y a las Instituciones todas del país.

    C). El Estado que creó el Movimiento Nacional, lógicamente ha merecido la hostilidad de las potencias liberales, y ello por que ese Estado, en la medida en que quiera responder a los postulados ideológicos que le dieron vida, es un Estado antiliberal, que profesa y descansa sobre unos dogmas distintos a los que sirve con devoción y con energía. Esos dogmas, recogidos en los Principios fundamentales, son los únicos que pueden salvar a la patria del empuje comunista. Adaptar nuestro Estado al sistema liberal sería una negación del Movimiento y nos dejaría inermes frente al gran enemigo.

    D). El Estado que creó el Movimiento puede ganar a sus enemigos de ayer, pero no puede congraciarse con ellos mediante concesiones ideológicas, índice de la falta de fe y de la debilidad del Sistema. Estas concesiones, lejos de conquistar al adversario, le refuerzan en su lucha, al mismo tiempo que desmoralizan a las fuerzas que se integraron en el Movimiento y a las nuevas generaciones que fácilmente captan la infidelidad a unos Principios por los que muchos dieron la vida, bajo la dirección de aquellos que invocándolos les pidieron un sacrificio que no es posible traicionar sin comprometer el futuro del régimen.

    E). La actitud táctica de la Iglesia es fruto, en el orden humano, de la falta de confianza en Norteamérica para defender el mundo libre, y del poder creciente del comunismo, que ha sojuzgado a una gran parte de la humanidad. Esta actitud ha producido en el orden cristiano una confusión tremenda, agravada por el cambio de postura de los últimos años y por el contraste entre los millares de cristianos que sufren solo por Cristo y la acogida paternal a sus perseguidores.

    Apoyar en esta actitud reciente de la Iglesia una reforma del régimen, sería equivocada. La Iglesia, aunque Sociedad temporal, es, ante todo, la Esposa de Cristo, trabaja en el orden sobrenatural, tiene la asistencia del Espíritu Santo y la promesa de prevalecer sobre las puertas del infierno. El Estado, sin perder su ordenación suprema al bien espiritual de los ciudadanos, se desenvuelve de tejas para abajo y, mientras actúe en lo político y jurídicamente lícito, debe responder a sus propias exigencias temporales.

    III CONCLUSIONES

    Si aquellas ideas son equívocas y éstas claras, hay que partir, para saber lo que en el Sistema ha de considerarse fundamental y lo que debe calificarse de accesorio, de esta base: el Régimen político creado por el Movimiento, es un Régimen nacional que debe responder a las exigencias del país, para ordenarlo definitivamente y dentro de lo que humanamente es previsible, fortaleciendo ideológica y económicamente, es decir, manteniendo la fé en su destino y creando y distribuyendo la riqueza, para que aumente, sin menoscabo de aquella fé, el nivel de vida de todos los españoles.

    Está claro que, al concluir la Cruzada, el mimetismo de lo europeo se impuso y las instituciones políticas del régimen – por influencia en muchos casos de los que hoy figuran entre sus enemigos – se tiñeron de un matiz totalitario cuyos signos externos pueden, en parte, contribuir a la animadversión a que antes nos referíamos. A ese espíritu de imitación se sacrificaron fuerzas políticas de denso contenido nacional, de arraigo histórico conocido, de signo antiliberal y de aportación masiva a los frentes de combate, las cuales, o bien ocuparon un lugar político subordinado, o bien desaparecieron del quehacer activo del sistema, regresando a la vida privada con un gran patriotismo y un cierto desencanto.

    Sería triste que ahora – y en ocasiones patrocinada la tesis por los mismos que impusieron al régimen un perfil totalitario – análogas exigencias de acomodación a lo europeo – caduco e inerme para todo combate serio contra el comunismo – forzaran la reforma del Régimen, dándole una forma y un contenido liberales. Ello sería el supremo despegue de los postulados del Movimiento nacional y acabaría, si la revuelta no estallase, en la pérdida del apoyo entusiasta y viril que el Régimen necesita como respaldo de su continuidad.

    IV LO FUNDAMENTAL Y LO ACCESORIO DEL REGIMEN POLITICO ESPAÑOL

    Con estas bases, a la pregunta sobre lo fundamental y lo accesorio, conviene hacer la siguiente apostilla:

    Si la pregunta la hace un enemigo del Sistema, o uno de estos hombres-puente que se erigen en abanderados de la llamada reconciliación nacional, contestaremos que todo, hasta la Fiscalía de Tasas. Toda concesión, ante la pregunta o la exigencia del enemigo declarado o encubierto, es una derrota, una prueba de entreguismo y de cobardía.

    Si la pregunta nos la formulamos nosotros mismos, como una exigencia de la acomodación del Régimen y de sus instituciones al cambio de los tiempos y como una necesidad lógica en toda empresa humana que se respete, de corregir sus propios e inevitables errores, contestaremos:

    PRIMERO: Es fundamental el Estado no liberal, ni en lo político ni en lo económico, es decir, un Estado que sirve a unos dogmas, que no presencia como testigo, sino que vigila, promueve y encauza la Sociedad a la que sirve. El libre juego de las fuerzas políticas trae el caos de los partidos. El libre juego de las fuerzas económicas degenera -si no nos alucinan efectos pasajeros- en el desequilibrio de los precios y salarios, las inversiones que buscan un lucro de coyuntura, pero no crean riqueza estable, y en el desarrollo inorgánico y a bandazos del país. Decir que la libertad es la garantía del orden es un error. La libertad de los instintos no ha generado la familia, sino la prostitución, la trata de blancas, el divorcio y las prácticas anticoncepcionistas y abortivas. La libertad, en si misma, conceptualmente, es limitada, para no ser libertinaje; y el orden jurídico, al que el Estado se halla sometido pero que también impone, exige, tanto en este aspecto, como en el político y en el económico, una regulación que no le convierta en testigo mudo del caos social.

    SEGUNDO: Es fundamental un ejecutivo fuerte.

    a), coordinado por una política clara y viril que aúpe el sentido patriótico del pueblo y lo solidarice con él;

    b), que vaya incorporando a las nuevas generaciones a la vida pública;

    c), que se halle complementado por una administración honesta, más simple, más descentralizada que la actual (que ha acaparado esferas del poder autónomo de las Corporaciones locales y ha convertido a los gobernadores civiles en gestores administrativos de las provincias cerca del poder central) y menos expuesta a los caprichos organizativos de los jefes de los departamentos ministeriales, gravados y gravosos por una hinchazón burocrática e institucional que el país no llega a comprender; y

    d), que encauce el desarrollo económico planificado de todo el país, no mediatizado por los grupos de presión, ni siquiera los de carácter regional, y no embarazado por plantillas numerosas de funcionarios con mentalidad puramente administrativa.

    TERCERO: Es fundamental una legislatura que seria y colectivamente elabore el ordenamiento jurídico de la nación. Las coordenadas actuales son válidas, pero han de ser más auténticas. La familia, el municipio, el sindicato y las corporaciones, han de estar, como ahora, representados, pero los resortes electorales deben funcionar para que se elija libremente a aquellos que sean elegibles. La libre discusión en las Comisiones debe completarse:

    a), con la defensa, en los plenos, de los puntos de vista contradictorios, por dos miembros de la Comisión que haya estudiado el asunto, y b), con la votación secreta de los procuradores, cuya adhesión al Movimiento no es mayor porque den su voto favorable, sino porque de un modo consciente y libre lo emitan pensando en el bien de la nación y en el noble cumplimiento de su cometido.

    CUARTO: Es fundamental un sistema sustantivamente monárquico, con unidad suprema de mando y jurisdicción, aunque la forma monárquica no llegue a perfilar de momento el Sistema si hay dudas fundadas de que la Monarquía, como forma, acabaría pronto con el Régimen. La Ley de Sucesión admite por ello, sin duda, la Regencia.

    Si de verdad se quiere la Monarquía, hay que promover una corriente intelectual y emotiva en torno a ella, tal y como se halla legalmente definida. En este aspecto, la Comunión Tradicionalista, y no el reducido grupo monárquico liberal, ofrece todavía un pueblo entusiasta y fervoroso, con capacidad de contagio, apenas se le estimule, y, desbordando su tono localista, sentimental y a veces folklórico, adquiera una dimensión nacional.

    QUINTO: Es fundamental que el Movimiento no se difumine en algo vago, intrascendente y volátil, dentro del cual quepa todo tipo de mercancía. Si el nombre o etiqueta que lo identifique no es esencial, sí lo es su contenido ideológico y su estructura interna.

    Entiendo que no es viable la fórmula de Partidos del Movimiento, aunque es admisible frente a temas concretos posiciones distintas para servir sus ideales. Entiendo también que el acceso del pueblo al quehacer político ha de hacerse por el cauce del Movimiento organizado. Entiendo, igualmente, que el Consejo Nacional del Movimiento: 1) debe tener una vida activa; 2) convertirse en una especie de segunda cámara que examine, en concurrencia con las Cortes, las llamadas leyes fundamentales, y 3) vigile la lealtad del sistema político y administrativo a los ideales del Movimiento a cuya dirección ha sido llamado”.




    También, y a petición de don Luis Carrero Blanco, redacté otro informe para el Caudillo, en enero de 1965, que el propio Carrero le entregó. Decía así:

    “Informe para Francisco Franco, entregado a petición de don Luis Carrero Blanco.

    Para Francisco Franco, Jefe del Estado español y Jefe Nacional del Movimiento, con una devoción que tiembla de coraje ante la entrega de cada día.

    I
    Este informe, que procuraré sea lo más sintético y breve posible, me ha sido solicitado por SE el ministro subsecretario de la Presidencia.

    Al redactarlo y suscribirlo no me mueve ningún interés personal. Por razones familiares y profesionales, y por mi última experiencia de la vida pública, ese interés personal me llevaría sólo a desentenderme y despreocuparme de los gravísimos problemas que en este momento afectan a España.

    Sólo, pues, el amor a España y al Movimiento Nacional, que la rescató de la servidumbre y del oprobio, anima este informe.

    II

    Un inmenso número de españoles nos preguntamos cuál es la orientación actual del Régimen. Estamos en un sistema de contradicciones.

    Franco, en su discurso de este último verano en Santander dijo, refiriéndose a la Cruzada, que debíamos perdonar porque el perdón es una exigencia cristiana, pero que no podíamos olvidar porque los que olvidan -hombres o pueblos- son los desmemoriados y se convierten en arlequines que otros manejan.

    Pues bien, ha sido premiado con diez mil pesetas por el Ministerio de Información y Turismo y publicado en edición oficial como uno de los mejores artículos destinados a conmemorar los llamados 25 años de Paz, uno publicado en ABC y firmado por José María Pemán, el 19 de mayo de 1964 (documento número uno), en el que se dice exactamente que hay que olvidar la guerra, que ‘hay que olvidar siempre que se pueda de qué lado estaba cada uno… lo que fue el padre de cada uno’ y que ‘hay que recordar todo lo bueno que hicieron los malos y todo lo malo que hicieron los buenos’. Tesis similar se mantiene oficialmente por el Ministerio de Información y Turismo, según aparece en el diario ABC, de 5 de noviembre de 1964 (documento número dos), afirmándose -con respecto a la película ‘Franco, ese hombre’ que ‘no se ha querido abordar la guerra civil salvo breves episodios por considerar inoportuno incidir en un tema que todos los españoles tratamos de superar y olvidar’.

    La misma línea política oficial se advierte en el discurso pronunciado por don Antonio Garrigues en la Embajada española de Washington y a que se refieren las crónicas de YA y ABC del día 15 de marzo de 1963 (documentos tres y cuatro).

    En ese discurso, pronunciado al final de un banquete, en la propia Embajada de España, ante políticos españoles exiliados y extranjeros, el señor Garrigues, según dichas referencias, hizo alusión ‘al trascendental reencuentro de hermanos separados’, así como a los ‘exponentes de la nueva frontera, que también España tiene la suya, lejos por su propia juventud de las pasiones de una guerra civil y sobre cuyos hombros se alzará la nueva España’. Seguidamente, el señor Garrigues dijo: ‘España envió al Nuevo Mundo varias oleadas de generaciones. Primero fueron los conquistadores, luego los colonizadores; más tarde los emigrantes y, por último, los exiliados políticos, nuestros hermanos separados’. Por su parte, el comentarista de ABC apostilla estas palabras diciendo: ‘Se está pasando de lo retórico a lo concreto, de las palabras a los actos, de las propagandas ideológicas al intercambio de valores culturales efectivos. Entre la España y las Américas, en el último cuarto de siglo, se levantaba, más allá de los regímenes estatales, la muralla intratable del exilio político y las pugnas ideológicas de postguerra. Poco a poco se restablece el diálogo cordial. Hoy se ha demostrado en la embajada washingtoniana al hacerse público el plan de becas. Hombres de una honrada y probada integridad política, exiliados de España, acaso ciudadanos ya de otras naciones, se han sentado a la mesa del embajador Garrigues, no porque hayan abdicado de sus convicciones, sino porque les importa la proyección del futuro. Eran ‘los hermanos separados’ de que hablaba el embajador coincidentes en la aspiración de un futuro de paz y de convivencia española’.

    El señor Mora, secretario general de la OEA -luego invitado a España- y cuya significación política es claramente conocida, contestó a las palabras del señor Garrigues en el banquete aludido, afirmando: ‘Seguimos con ansiedad su marcha (la de España) hacia esas nuevas estructuras’.

    Nada puede extrañarnos que el 31 de marzo de 1963, en el diario YA, de Madrid (documento número cinco) y el 2 de abril de 1964, en ABC, don Gregorio Marañón Moya hable de ‘una nueva época en la que el Caudillo invita a todos los españoles a que abandonen sus viejas pasiones y se reintegren al quehacer nacional. Esos españoles, fuera aún de nuestro quehacer común, son, naturalmente, los que perdieron la Cruzada, los que viven exiliados fuera de la patria y los que viven dentro de ella con moral y espíritu de exiliados. Estos españoles dignos y respetables como personas y como ciudadanos, aman a su país… son los que hay que recuperar definitivamente. Hay que abrir el puente noble y necesario para que pasen por él ‘todos los españoles’ y se reintegren al quehacer y a la convivencia’.

    El señor Marañón, que tan explícitamente invita al regreso de los españoles en el exilio, añade: ‘Todo el que vea malentendidos… debe ser expulsado de nuestra comunidad política’ porque ‘las bajas nunca importan’”.

    La monarquía liberal patrocinada entre otros por don José María Pemán, que preside el Consejo privado de don Juan, acepta idéntica doctrina. En un artículo publicado por ABC de Madrid el 11 de diciembre de 1963 (documento número seis), el señor Pemán suscribiendo las tesis de don Pedro Laín Entralgo, dice: ‘No tiene la institución monárquica otra función y cometido en España que éste de cerrar la reclamación social y liberal -en el fondo europea- que dejó planteada la ilustración católica’, agregando que ‘las monarquías… pueden repatriar… esas especies de exiliados interiores que son los tachados de revolucionarios e izquierdistas porque piensan en necesarias transformaciones’.

    Siguiendo sin duda esta política, han regresado al país y han sido objeto de entrevistas para la Prensa y la Radio y de públicos y constantes homenajes, conocidos y responsables exiliados políticos que hasta la víspera misma de su regreso han atacado al régimen político español y al propio Jefe del Estado. Para no ser prolijo, bastará citar, por ser tema de hoy, la invitación hecha al profesor Recasens Siches, que ha venido, no ya a recorrer el país ni a vivir en él, sino nada menos que a pronunciar un ciclo de conferencias en el Instituto de Formación Universitaria que tiene su sede en el Colegio Mayor José Antonio, del Sindicato Español Universitario (documento número siete). El señor Recasens Siches ha sido objeto de amplias entrevistas en la Prensa, incluso del Movimiento, y ha recibido homenajes de carácter oficial.

    Creo que huelgan los comentarios porque es muy difícil explicar una Cruzada contra españoles de una absoluta integridad política que después son invitados oficialmente a aleccionar a la juventud universitaria española.

    III

    Aún cuando hablar de uno mismo es siempre ingrato, por mi desvinculación de todo grupo partidista y mi total y completa adhesión a cuanto debió quedar definitivamente integrado en el 18 de julio, no tengo más experiencia política que la estrictamente personal. Sólo por aludir a algunos actos en que he intervenido y en los que se ha puesto de manifiesto y de forma bien clara una actitud oficial de sanción o de silencio para la defensa de los principios que animaron la Cruzada, citaré los siguientes:

    HUESCA: El 25 de marzo de 1963 se celebró un acto realmente grandioso con motivo del 25 aniversario de la liberación de la ciudad. El acto no tuvo más eco que el de la prensa local. Fueron retenidas las cintas magnetofónicas tomadas para la Radio y Televisión (documento número ocho) y fui denunciado por el general Marcide Odriozola, haciéndose llegar la denuncia al Jefe del Estado.

    TOLEDO: El 26 de febrero de 1964, y a invitación muy insistente del jefe provincial, di en el Teatro Rojas una conferencia titulada Sin arriar las banderas. Hubo en el Teatro Rojas tal cantidad de público que cayó parte de la barandilla del anfiteatro. Las ideas allí vertidas fueron total y entusiásticamente respaldadas. La cinta magnetofónica fue recogida y borrada por orden del gobernador (documento número nueve).

    VALLADOLID: En el Teatro Calderón, bajo la presidencia del Capitán General y organizado por las siete Hermandades de Ex Combatientes, se celebró el acto conmemorativo de la Victoria, el día 1º de abril de 1964. Basta hablar de Valladolid, de ex combatientes y del hecho conmemorado, para vislumbrar lo que fue el acto. Sin embargo, tal acto no tuvo más resonancia que la de la prensa local. Las escenas, ampliamente recogidas por la televisión, quedaron reducidas a una simple marcha después del Tedeum celebrado en la Catedral. Las Hermandades de Excambatientes, para hacer llegar el espíritu de aquel acto al pueblo español, se han visto precisadas a editar el discurso.

    MADRID: Organizada por el Instituto de Estudios Africanos pronuncié el 10 de abril de 1964 una conferencia sobre: La España irredenta: Gibraltar. Al siguiente día, el diario El Alcázar me envió un cuestionario sobre el tema con el fin de resumir y publicar los puntos de vista de la conferencia. Mis declaraciones fueron tachadas íntegramente por la censura.

    BARCELONA: El 25 de octubre de 1964, en el Palacio Nacional de Montjuich, se celebró la clausura de la Asamblea Nacional de Obras de Ejercicios Espirituales. Hubo un lleno rebosante. En la presidencia estaba el representante del Jefe del Estado, señor Gual Villabí y el nuncio de Su Santidad. Aparte del tema, que desenvolví teológicamente, y que con la Asamblea se relacionaba, hube de hacer alusión a quienes consideraban incompatible el acto con la presencia de un representante del Jefe del Estado español. Pocas veces he presenciado un respaldo tan unánime a la postura que creo ortodoxa y que allí defendí. Sin embargo, Diario de Barcelona (documento número diez) el 27 de octubre de 1964, y el El Correo Catalán (documento número once) de la misma fecha se limitan a decir lo siguiente: ‘Don Blas Piñar… glosó la importancia de los ejercicios y la necesidad de propagarlos’ y ‘seguidamente pronunció su discurso don Blas Piñar’.

    CADIZ: El 15 de noviembre, en curso, debí pronunciar en Cádiz una conferencia sobre el tema: Reflexión general sobre la política española. Cuando todo estaba organizado, el Círculo Cultural Juan Vázquez de Mella recibió una carta del gobernador civil y jefe provincial del Movimiento (documento número doce), en la que, no obstante conocer mi carácter de consejero nacional de libre nombramiento del Jefe del Estado, se dice: ‘Tengo que comunicarte que de orden superior se acentúa la necesidad de señalar el guión, completando el título de la citada conferencia’.

    Naturalmente, puse un telegrama haciendo constar que en esas condiciones reveladoras de una absoluta falta de confianza en quien por otra parte tenía la confianza del Jefe Nacional, me negaba a dar la conferencia, suspendiendo la misma.

    MONTEJURRA Y VILLARREAL DE LOS INFANTES: Sin ser tradicionalista, como de manera bien explícita hice constar en los actos allí celebrados, intervine en los mismos porque respeto y venero la sangre vertida por los requetés de España en sus luchas por defenderla y muy especialmente durante la Cruzada nacional. Descuidar esta fuerza viril y política es un error, y herirla, un crimen.

    Los actos fueron inenarrablemente grandiosos y el eco en la prensa nacional, mínimo o ninguno.

    Mientras tanto, los escritores y pensadores cuya actitud política ha sido y es abiertamente nociva son exaltados y premiados y sus intervenciones públicas coreadas sin el menor freno.

    IV

    Como respondiendo a una consigna del exterior, coreada por los enemigos del país y por los débiles de carácter, la pornografía, cada vez con más descaro, invade la nación. Se trata de corromper por esta vía, actuando al unísono con otras de carácter religioso y político, la buena conciencia de nuestro pueblo. Primero, en los espectáculos públicos, especialmente en el cine, donde ninguna persona que tenga un mínimo de decoro y dignidad personal puede hacerse presente, so pena de presenciar escenas morbosas, pornográficas y disolventes y argumentos demoledores de la virtud, de la fidelidad conyugal, de la familia, del patriotismo y del honor. Algo similar, aunque no en tan grande escala, sucede en el teatro y en la televisión. Todas las armas parecen conjugarse para destruir lo más noble y venerado.

    Y por si fuera poco, en los periódicos y revistas, cada vez con más audacia, aparecen fotografías lindantes con la obscenidad y la provocación o francamente pornográficas. Y ello incluso en la prensa del Movimiento.

    Una revista como Triunfo, cuyos ejemplares están bien a la vista en todos lo kioscos, va asumiendo cada vez con más audacia estos criterios morales, totalmente lapsos. Como ejemplo, entre otros, puede verse el número de 29 de agosto de 1964, en el que entre otros artículos ‘edificantes’ figura uno dedicado a la artista de cine Caroll Baker. En ese artículo se dice, por ejemplo: ‘muy joven entonces, unía a su aspecto casi de niña una perversidad que hizo sensación… De nuevo, el año pasado su cotización volvió a subir…con un film escandaloso (que)… sigue estando prohibido en alguno de los Estados americanos, ya que Caroll se ha opuesto tajantemente a que se supriman ciertas escenas que algunos consideran demasiado osadas’. Después dice, sin duda para fortalecer el sentimiento religioso de nuestro pueblo, que ahora, la artista está haciendo una nueva película y que ‘el film se llama Mister Moses y es una reactualización del mito de Moisés’. En ese mismo número de Triunfo hay, por cierto, un artículo titulado Una campaña dura y sucia en el que brutalmente se ataca a Goldwater.

    Luego, las páginas 36 a 41, si no son, se acercan a la pornografía.

    El periódico Marca, editado por el Movimiento, en varios números y entre éllos el de 17 de octubre de 1964 publica los anuncios de obras pornográficas, que recoge el documento número trece, siendo grave dos cosas: el hecho de que tales anuncios se publiquen en un periódico que compran los adolescentes y los jóvenes españoles, y que compraron de un modo muy especial durante los días de la Olimpiada de Tokio, y que esos libros se editan, o al menos se vendan en España, Bruch 71, Barcelona, y, por consiguiente, con todas las autorizaciones que marca la Ley.

    Aún se agrava la cosa con los libros de carácter pronográfico más o menos camuflados que hoy pueden encontrarse en las librerías españolas, y que incluso se anuncian con prospectos a domicilio. Uno de los libros más escandalosos en este aspecto, a pesar de su título tan ingenuo, es el del doctor O. Karsten, titulado Escuela del amor y del matrimonio, del que se están vendiendo muchísimos ejemplares (documento número catorce, original) o el titulado Las obras maestras del desnudo, cuyo anuncio publicado en ABC de 7 de abril de 1963 (documento número quince) aconseja su compra diciendo que las láminas son a todo color y hablando de ‘la identificación de la belleza con el cuerpo femenino’.

    Nada puede extrañarnos que en ABC del 19 de noviembre de 1964, aparezca la noticia de que en Barcelona se han recogido publicaciones pronográficas extranjeras (documento número quince). ¡Hasta dónde no habrá llegado el escándalo para adoptar esta determinación!. La verdad es, sin embargo, que mientras idénticas escenas aparecen en los libros a la venta y en las películas inmorales e indecentes que se exhiben en nuestras pantallas, todo suena a contradicción, a confusionismo y a debilidad.

    V

    A la penetración política y al desconcierto moral se une la campaña religiosa dirigida desde el Gobierno o, al menos, por alguno de sus ministros, y apoyada por la debilidad de algunos miembros del Episcopado.

    Las noticias que nos llegaban de un proyectado Estatuto para los acatólicos nos obligó a dirigir, en agosto de 1964, una carta a todos y cada uno de los obispos españoles, significándoles nuestro fundado temor, si el Estatuto se aprobaba, de que naufragase la unidad católica de nuestro país y se aproximasen para España días de zozobra y de luto (documento número dieciséis). Una parte del Episcopado español tuvo la delicadeza de contestar a nuestras cartas, manifestando que compartía nuestra postura.

    Dos pastorales han sido publicadas sobre el tema del Estatuto, a saber: una, que apareció en el Boletín Oficial del Obispado de Canarias, y que suscribe su prelado Antonio Pildaín, con fecha 11 de abril de 1964, y otra, que publicó, con el título de Ecumenismo y Libertad Religiosa, en septiembre del mismo año, el obispo de Bilbao, don Pablo Gúrpide, en las que claramente y haciendo uso de sus facultades como pastores de la Iglesia muestran su desacuerdo con el Reglamento para acatólicos, siendo de significar que entre las opiniones episcopales antes recogidas y entrecomilladas no figuran las de estos dos prelados.

    Mientras tanto, en las revistas religiosas aparecen artículos condenatorios de la unidad católica, en los que a un tiempo se defiende la libertad religiosa pública y privada, e incluso la libertad de propaganda del error. Entre tales libros figuran los dos que se anuncian sin el menor recato en el número de ABC, de Madrid, del 16 de octubre de 1964 (documento número dieciséis), y entre los artículos, por no citar otros, el que firma Enrique Miret Magdalena, presidente de la Asociación de Graduados de la Acción Católica Española, titulado Protestantes en España y que apareció en el número 117 de la revista Triunfo, de 19 de agosto de 1964, y el firmado por J. Jiménez Lozano, con el título Sobre la libertad religiosa, que publicó en El Norte de Castilla, de Valladolid, el día 2 de octubre de 1964 (documentos número diecisiete) en el que se ataca violentamente a los principios del Papa León XIII, se vitupera a Menéndez Pelayo y a su ‘postura perdonavidas’ y, entre otras lindezas, se dice lo siguiente: ‘Hoy ha caído derribado uno de los mayores muros de incomprensión entre la Iglesia y el hombre moderno’. ‘La Iglesia ha reformado su enseñanza sobre la libertad humana (y) se ha conformado más a Cristo y a su Evangelio. Y en el plano puramente humano ha confesado sus propios errores; la Iglesia ha presentado, es cierto, con demasiada frecuencia su rostro fanático y duro, que, sin embargo, era solamente el de la familia espiritual que ostentaba el poder de ella, pero que no representaba su pensamiento más profundo y más amplio, que ahora ha vencido; … y el fanatismo y la intolerancia no podrán encontrar ya por más tiempo una, al menos, aparente justificación en religiosas razones de intransigencia’.

    Si estas tesis circulan y se propagan ¿qué respeto nos ha de merecer el magisterio pontificio? Siempre podremos apelar de sus puntos de vista vigentes a los puntos de vista del día de mañana; de la familia espiritual que hoy domina la Iglesia a la que puede dominar en el próximo año. Todo acaba así en el más puro relativismo.

    Lo cierto es que aún cuando el Estatuto no sea una realidad, de hecho, un clima totalmente nuevo ha aparecido en España.

    En el número 28 de la revista Concilio que publica la Diócesis de Madrid-Alcalá, correspondiente a octubre de 1964, don Andrés Avelino Esteban Romero, director de la mencionada revista, en un artículo titulado El ecumenismo y sus repercusiones político-sociales (documento número dieciocho), dice que la nueva doctrina está ‘en clara oposición con nuestra realidad y principios constitucionales, concretamente con el artículo 6º del Fuero de los Españoles y el vigente Concordato con la Santa Sede’, añadiendo que ‘la libertad religiosa condiciona no sólo la esfera individual, sino la misma constitución política de los pueblos’. ‘Se aspira -añade- a una igualdad jurídica (confesional). Piénsese.. en la enseñanza, en la vida pública, en las actividades editoriales, etc. para examinar las repercusiones que esta exigencia traerá a la realidad española’.

    En el artículo a que se viene aludiendo, el autor habla de la ininterrumpida apertura de capillas protestantes, especialmente en estos dos últimos años, y a las autorizaciones para importar y publicar libros protestantes.

    A pesar de las declaraciones del Episcopado acerca del no proselitismo de los acatólicos, la propaganda protestante en España es cada día más intensa. Esta propaganda se reparte a la puerta de los templos y se envía a domicilio. Menudean las visitas a las familias, invitándolas a acudir a los templos acatólicos y a conocer la doctrina heterodoxa. Las publicaciones repartidas que conozco y que he enviado a Roma no han cumplido con las disposiciones administrativas en la materia.

    El Rvdo. P. Peyró, que ha realizado una campaña bien conocida defendiendo la unidad católica en el periódico ABC de Madrid, manifiesta su inquietud ante la propaganda protestante desencadenada antes de la promulgación del Estatuto, en carta de 30 de septiembre de 1964, que en parte se recoge en el documento número diecinueve, y en un informe que se acompaña (documento número veinte).

    Por su parte, ya y sin esperar el Estatuto, en las capillas protestantes de Las Palmas se han dado conferencias en las que, según textos oficiales, se lee lo siguiente, hablando de la Iglesia católica: ‘Iglesia diabólica que desgraciadamente domina hoy en nuestra patria…, vemos a qué ha sido arrastrada la ley natural por la Iglesia católica… lo insulso de sus creencias… la patraña, egoísmo y diabolicidad contenida en la doctrina de los Borgias y de Loyola… el espíritu de odio y maquiavelismo encerrados en una religión…; he aquí una de las innumerables monstruosidades de la Iglesia católica contra la religión de Cristo… ¿puede llamarse verídica una religión que se opone de manera tan rotunda a las leyes sagradas?… Aquí tenemos el Anti-Cristo personificado en la Iglesia católica… Basta de pamplinas, basta de ritos. Para la salvación sólo hay un camino: la fe… Labor poco menos que imposible sería reseñar el complicado rito que Loyola y sus secuaces han inventado como indispensables para la salvación del alma. Imposible reseñar completa la liturgia de la diabólica secta que comercia con la preciosa sangre de Cristo… imposible comprender los entrebastidores que se ocultan en la negra doctrina de ídolos y rosarios, de la religión que tiene como símbolo la guerra y el robo, de esta secta que ampara a la perniciosa Compañía de Jesús, gansters perfectamente organizados que emplean cuantos métodos estén a su alcance, el robo, la prostitución, el crimen para alcanzar su siniestra meta: el dinero’.

    Todo ello ha provocado una reacción desorganizada, ciertamente, pero inmediata de lo más sano del pueblo español. Circulan octavillas (documento número veintiuno) en las que se lee: ‘Católico: Protesta contra el proyecto de Castiella, de libertad de culto. Se está jugando con la fe de tus hijos’.

    El desconcierto es aún mayor al haber sido invitado por Su Santidad el Papa a las sesiones del Concilio Vaticano II, don Joaquín Ruiz Giménez, quien actualmente no tiene cargo directivo alguno en las Obras de Apostolado Seglar y sí se ha convertido en el vocero más representativo y por consiguiente responsable de la llamada actitud de apertura y diálogo, no sólo en el orden político sino también en el religioso, como puede fácilmente apreciarse a través de la revista que dirige Cuadernos para el diálogo.

    Ahora bien, esta invitación personal del señor Ruiz Giménez por parte del Pontífice, y que en tan mal lugar deja a los católicos españoles que mantenemos una postura distinta, no puede haberse llevado a término sin una consulta previa: o al Gobierno español, a través del embajador de España en la Santa Sede, o a través del nuncio de Su Santidad en España, o, estando presentes en Roma los metropolitanos españoles, sin consultar a éstos.

    En cualquier caso ¿no ha procedido con ligereza el Gobierno, desautorizándose a sí mismo con su silencio y su pasividad, ante una invitación hecha a persona que públicamente defiende doctrinas distintas a las que, al menos, con carácter oficial, mantiene el Gobierno español, tanto en el orden político como en el orden religioso? ¿Cómo es posible que el Gobierno español, por una parte, haya rechazado el proyecto para los acatólicos y de otra parte acepte sin protesta o sin compensación, que sea invitado quien asume ostensiblemente una postura contraria?

    Y si ya esta invitación no pudo detenerse ¿cómo es que no se ha gestionado invitación a otros católicos españoles que postulan actitudes diferentes?.

    VI

    Todo esto trasciende a la Universidad, en la que el SEU ha perdido eficacia. Grupos afortunadamente pequeños, pero audaces y envalentonados, se adueñan de hecho de la vida universitaria. Los estimulan algunos catedráticos bien conocidos por su actitud frente al Régimen y la pasividad y omisión de la mayoría del Cuerpo de Profesores. Ultimamente, incluso, algunos de los desterrados con motivo del llamado ‘contubernio de Munich’ han obtenido cátedra universitaria.

    ¿Cómo puede esperarse que desde la Cátedra se puedan respetar los principios del Movimiento Nacional por quien con su conducta los ha reprobado?. Y ¿cómo puede justificar su doctrina política un Movimiento que entrega las cátedras, donde nuestra juventud universitaria se forma, a quienes se han declarado enemigos del Movimiento?

    Esto hace que un puñado de estudiantes filocomunistas o comunistas declarados provoquen huelgas e incidentes desagradables en la Universidad; que se hayan dado mueras a Franco y a la tiranía franquista sin consecuencias graves; que se haya levantado el puño y se haya gritado ‘no pasarán’; que se haya apaleado a estudiantes de significación franquista, o que, sencillamente, no han querido someterse al sectarismo de los revoltosos; que se hayan destrozado coches e insultado incluso a ciudadanos extranjeros.

    ¿Es ésta la juventud universitaria que se considera sucesora de aquella otra que vertió su sangre por España en el mismo lugar en el que hoy se levantan los modernos edificios de nuestras Facultades y de nuestras Escuelas Técnicas?

    En estos días, en una asignatura como la de Filosofía del Derecho, se recomienda a los alumnos como único manjar formativo la lectura de Ortega y Aranguren y se les dice que: ‘a estos chicos de primero hay que quitarles su espiritualismo’.

    Se ha repartido, sin que nadie firme, o asuma la responsabilidad, una encuesta en la que se pregunta incluso acerca de si el régimen comunista merece para el consultado una calificación óptima (documento número veintidós). ¿Qué ocurriría si se contestase afirmativamente con la calificación diez a semejante pregunta?

    Si se estima, como es ya muy posible, que no se pueda revitalizar el SEU, lo mejor sería dejar cierta libertad para ir agrupando en un auténtico Movimiento Nacional de Estudiantes Universitarios a cuantos en las aulas siguen creyendo en las ideas que sus mayores defendieron con el heroísmo en los frentes o con el sufrimiento en las cárceles.

    No es posible consentir que por fidelidad o respeto a unas organizaciones puramente burocráticas y en el papel, se malogre la voluntad resuelta de muchos estudiantes españoles a continuar luchando por Dios, por España y por el Movimiento Nacional español.

    VII

    No pueden arriarse las Banderas. El Estado que nació de la Cruzada y el Gobierno que preside ese Estado, deben ser leales, absolutamente leales a los Principios que le dieron vida y a los hombres que cayeron en su defensa.

    Si el Gobierno cada día traiciona sus propias esencias, y con debilidad, cada vez más manifiesta, entrega uno a uno los postulados de la Victoria: de una parte no ganará ni convencerá al enemigo que, naturalmente, percibe las fisuras y penetra a través de ellas en los cuadros dirigentes del país; y de otro, confunde, debilita y desmoraliza a todas las fuerzas sanas que se unieron para hacer el 18 de Julio y crear un Estado nuevo.

    Si el Estado y el Gobierno siguen esta política quedarán dominados por el enemigo y será tarde cuando, convencidos de esta verdad, apelen a la inmensa mayoría de los españoles que hoy, desconcertados, en parte, y con violencia contenida, en otra, contemplan este doloroso espectáculo.

    Nada podrá extrañar que los más viriles, los más leales, los que más profundamente sienten a España -si esta política sigue- se vean obligados a combatir abiertamente para defender al Movimiento. Madrid, enero de 1965”.




    Por último, redacté y envié, el 14 de noviembre del mismo año, otro informe breve, casi un esquema, al Jefe del Estado, que seguidamente transcribo:

    “Para el Jefe del Estado. 14 Noviembre 1965: No han comenzado las clases de Religión en la Universidad, a pesar de que hay un obispo encargado de este cometido, don Marcelino Romero de Lema.

    Siguen las Asambleas libres y los panfletos subversivos a diario.

    Continúa la pornografía. Sería conveniente que el Jefe del Estado pidiera que le proyectaran en sesión privada Los pianos mecánicos. Pero ¡por favor! tal como se exhibe en los cines de Madrid, sin recortes “ex-profeso” para Franco.

    Continúa el silencio para los actos de exaltación de los principios del 18 de Julio:

    1). Tuve que gestionar directamente del ministro de la Gobernación que se autorizase uno de ex combatientes del requeté en el Teatro Andalucía de Cádiz, el 31 de octubre. Del acto no hubo más reseña que la del periódico local.

    2). Del acto organizado por todas las Hermandades de ex combatientes de Valencia, el pasado 5 de diciembre, no hubo la menor reseña en los diarios del Movimiento de aquella ciudad: Levante y Jornada.

    Hay que tener en cuenta que se llenó el Teatro Principal, su vestíbulo y la calle de Las Barcas, teniendo que poner altavoces en la vía pública.

    No asistió ninguna autoridad local o provincial. No asistió el Frente de Juventudes, concentrado aquel día en Valencia, con motivo del XXV aniversario de su fundación.

    3). Silencio casi absoluto respecto al libro del profesor de Filosofía Rafael Gambra “Unidad religiosa y derrotismo católico” que ha obtenido el premio Vedruna, dotado con cien mil pesetas.

    Idéntico silencio para el almuerzo homenaje que se le tributó en Madrid el sábado 11 de diciembre.

    La convocatoria, en los escasos periódicos que la publicaron, vio amputadas las firmas de quienes lo hacíamos. Ninguna reseña se ha hecho de dicho homenaje, aunque sí se dan de los almuerzos de la Amistad judeo-cristiana.

    4). Silencio absoluto sobre:

    a) Las conferencias dadas con motivo de la fiesta de Cristo Rey, patrocinadas por el P. Caballero S.J., consiliario de la Hermandad de Alféreces Provisionales de Madrid.

    b) La conferencia de Blas Piñar en el Colegio Mayor Universitario San Agustín, el 30 de noviembre de 1965.

    c) La conferencia de Jaime de Foxá, en Andújar, con ocasión de los actos conmemorativos de la Fiesta de la Virgen de la Cabeza. Es decir, que se sigue la misma política de que le hablé con detalle a Franco en mi última entrevista”.

    Fuente: ALERTA DIGITAL
    Kontrapoder dio el Víctor.

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    Re: La incoherencia de Blas Piñar

    A continuación, y siguiendo con la misma línea temática que da título a este hilo, reproduzco el capítulo 16 del primer tomo de las Memorias de Blas Piñar: "Escrito para la historia".

    Su título es "Concepción, gestación y alumbramiento de Fuerza Nueva editorial" en el que señala los motivos de la creación de la revista Fuerza Nueva a mitad de la década de los ´60, así como las vicisitudes que tuvo que sufrir una revista que paradójicamente salía en defensa de un régimen que constantemente hacía todo lo posible por bloquearla o neutralizarla.

    Como ya señalé en el primer mensaje, Blas Piñar caía en el error de no querer ver que las denuncias que, con toda la razón del mundo, lanzaba a los gobiernos franquistas y a sus ministros como responsables de los desastres que estaban realizando en sus políticas demoliberalizadoras (también conocidas como "proceso de europeización" y "homologación con los países de nuestro entorno") en todos los ámbitos (interior, internacional, económico-social, religioso, educativo-cultural, etc...) eran en realidad responsabilidad de aquél que, desde la cúspide del régimen, dirigía todos los hilos de la política española.

    Fal Conde ya hacía referencia a esta incoherencia de Blas Piñar de querer disociar a los gobiernos y ministros franquistas por un lado (los malos) y al régimen franquista y Franco por otro (los buenos). Así, señalaba en su famosa carta a Rufino Menéndez:

    "Ahí tenemos, al amigo Blas Piñar, bramando furioso y con razón sobrada por las ... emancipaciones africanas y besando la mano donadora de procuras en Cortes del autor de esas ... emancipaciones."

    -------------------------------------------------------------------------------------------



    Destituído como director del Instituto de Cultura Hispánica, como sanción por el artículo Hipócritas, publicado en la tercera página del diario madrileño ABC, el 19 de enero de 1962, decidí reflexionar, seriamente y sin apremios, sobre el panorama político. Incluso en un artículo titulado Vacaciones (ABC, 15 de marzo de 1962), manifesté mi estado de ánimo. Llegué a la conclusión, entre intuida y experimentada, de que el Sistema, no aparentemente, pero sí en su entraña, tenía síntomas de una crisis profunda que, de no ponerle remedio, afectaría a su continuidad, con grave daño para España.
    Había que hacer algo, y lo más factible y al alcance era poner en marcha una revista que alertase y recogiera una corriente tácita de opinión, fiel a los Principios del 18 de Julio, en el campo político, y a la doctrina tradicional de la Iglesia, en el religioso. La idea encontró respaldo en una reunión que convoqué el 24 de diciembre de 1964, y que se celebró en Madrid, en la Casa de las Operarias Parroquiales, sita en la calle de Arturo Soria, 230, el 4 de enero de 1964. Varias de las iniciativas propuestas tuvieron acogida y apoyo.

    De esta reunión, que yo recuerde, nacieron la Hermandad Nacional Universitaria y el Centro de Información y Orientación, patrocinador de un Boletín periódico muy documentado y que tuvo extraordinario prestigio. A su frente estuvo Andrés Salgado y Ruiz Tapiador. En aquella reunión se hizo presente el general croata Luburic, conocido por Vicente Ramírez Pérez, exiliado en España. Fue asesinado el 28 de abril de 1969 por un agente de Tito, al que Luburic, creyéndole huido y exiliado, recibió y hospedó en su propia casa. La idea de publicar una revista, como yo propuse, se vio rodeada de simpatía universal.

    Esta idea se fue abriendo camino y perfilándose de algún modo, aunque todavía confuso e incompleto. A fines de abril de 1964. Fue durante unos Ejercicios Espirituales celebrados en el monasterio de San Miguel de las Victorias, en Priego (Cuenca ), del 25 de abril al 1 de mayo de 1964. El monasterio, de la reforma franciscana de San Pedro de Alcántara, se yergue sobre una colina, a la que en parte circunda un río. En sus riberas crecen los mimbres. No hay pájaros en el lugar, y se cuenta que hace muchos años, un fraile, encargado de la huerta, aburrido del deterioro que los pájaros hacían en su labor hortícola y frutícola, pidió a la Providencia, fervorosamente, que los pájaros se marcharan. Y se marcharon; y no volvieron. El edificio, abandonado y deteriorado, no era cómodo, pero valía; sobre todo si los Ejercicios debían ser austeros. Algunos de los ejercitantes -no sólo de los posibles candidatos a poner en marcha la revista- quisieron marcharse al percibir la incomodidad, pero acabaron por vencer la tentación. Dirigía la tanda el P. Jorge Grasset, de nacionalidad francesa, pero formado en España. Era cooperador parroquial de Cristo Rey, la Congregación religiosa que había fundado, antes de nuestra guerra, el P. Vallet, jesuita, que debió prever, sin duda, la crisis de la Compañía.

    El 14 de junio de 1975 colocamos en el monasterio una placa con el siguiente texto: “En este monasterio de la reforma franciscana bajo la advocación de San Miguel de las Victorias se decidió en abril de 1964 la fundación de Fuerza Nueva”. Ni qué decir tiene que la placa fue parcialmente destrozada.

    Comencé a moverme a fin de que el proyecto cuajase. Viajé, hice visitas, convoqué reuniones. Trataba de alertar y mover voluntades. Había que reunir el dinero mínimo necesario, formular un proyecto de escritura que diese nacimiento a la Sociedad editora, y encontrar un grupo, reducido, pero entusiasta, de fundadores. Fue un largo peregrinaje durante el cual pude advertir que la gente se encontraba cómoda y que confiaba de un modo pleno en que esa comodidad, y esa prosperidad evidente, no corrían peligro. El pulso de Franco no iba a temblar y, por ello mismo, mi proposición, aunque noble, no tenía objeto. Aún recuerdo las miradas escépticas y las palabras corteses, pero evasivas, en evitación de compromisos; y hasta alguna propuesta interesada de apoyarnos si nuestro recíproco apoyo aceleraba alguna carrera política. De los doce millones de pesetas que había soñado reunir para dar inicio a la empresa solo reuní la mitad; y comenzamos, por consiguiente, con seis.

    Alguno de los que fueron más tarde accionistas de Fuerza Nueva Editorial S.A, no eran, en principio, partidarios de la revista. Con Alvaro Lacalle Leloup y Cruz Martínez Esteruelas tuve una larga conversación. Para ellos era preferible dar nacimiento a una pluralidad de Asociaciones que actuaran como instrumentos al servicio de la ideología común, y que por su pluralidad no serían fácilmente descabezables en su conjunto. Les convencí, afortunadamente, y se sumaron y apoyaron mi postura.

    Fuerza Nueva Editorial S. A, vio la luz el 2 de mayo de 1966. Elegimos esa fecha para firmar la escritura. Tenía un significado patriótico evidente. Otorgamos el documento público en la sede social, sita en el piso quinto derecha de la casa número 17 de la calle Velázquez, de Madrid. La autorizó el notario de la capital José Manuel Orol Balseiro, como sustituto de Juan Vallet de Goytisolo, con el número 1.357 del protocolo de éste último. Se inscribió en el Registro Mercantil de la Provincia, en el folio 1, tomo 1.989 general, 1.377 de la Sección 3ª del libro de Sociedades, inscripción 1ª.

    Habíamos alquilado el local unos meses antes, y reconozco que la propiedad nos dio toda clase de facilidades. Tuvimos la suerte de que el portero del edificio, Nicanor Alonso Vargas, hubiera hecho la guerra combatiendo en un tercio de requetés. Años más tarde, por su magnífico comportamiento con nosotros, le hicimos un homenaje y entregamos un obsequio.

    No olvidaré nunca aquel día. Después de tantos problemas y dificultades, era lógico nuestro júbilo. Se había hecho realidad lo que parecía imposible. Bendijo la sede y la empresa el P. José María Torres Pardo, entonces miembro, como el P. Grasset, de la Congregación religiosa Cooperadores Parroquiales de Cristo Rey. Me unía con el P. Torres Pardo -y me sigue uniendo- una amistad entrañable. Su padre, militar, estuvo en el Alcázar de Toledo, con el mío. En la fortaleza estuvo también con su madre. El P. Torres Pardo, hoy en Rosario (Argentina) , al frente de un Instituto religioso, del que es fundador, nos dijo unas palabras, no sé si antes o después de la bendición: “Ahora empieza el calvario de vuestra obra, que hay que afrontar con valor y perseverancia”. Nos pareció, o al menos a mí me pareció, desde el momento alegre fundacional, que el P. Torres Pardo exageraba. Pero no fue así, como los acontecimientos posteriores probaron.

    Hubo una asistencia nutrida y fervorosa. Estuvo Horia Sima, ex presidente del Gobierno rumano y jefe en el exilio de la Guardia de Hierro. Era un hombre de larga experiencia, del que aprendí mucho. Se enamoró de España, y aquí vivió y alentó el espíritu de sus camaradas de la Legión de San Miguel Arcángel que entre nosotros tuvieron refugio. Tuvo amenazas de secuestro y de muerte por parte de perseguidores sin escrúpulos, que le obligaron a tomar ciertas medidas de precaución, que dieron resultado.

    Horia Sima, al finalizar el acto, me dijo: “Ahora, firmeza, firmeza como la de la roca en el mar que continúa erguida, sin que la conmueva ni asuste el oleaje en los días de tormenta, o el flujo que aspira a inundarla, o el reflujo que la deja sola. La vida me ha enseñado que lo que importa es permanecer, de manera que ni la afluencia masiva y entusiasta le seduzca y engañe, ni la envidia, ni la infidelidad, ni la deserción, le desmoralice”. Y he procurado seguir su consejo.

    El mismo 2 de mayo de 1966 publicamos el número 0 de la revista. En sus páginas se reproducían algunos párrafos del discurso que yo había pronunciado el 12 de abril de aquel mismo año en el santuario de Santa María de la Cabeza, durante el acto homenaje que al capitán Cortés y a los suyos rendía la Guardia Civil, acto al que fui especialmente invitado por el ministro de la Gobernación don Camilo Alonso Vega.

    En estos párrafos se adelanta la línea doctrinal de lo que habrá de ser Fuerza Nueva. He aquí esos párrafos:

    “Casi tres años fueron precisos para liberar la patria. La mejor de las generaciones españolas, desde la conquista de Ultramar, vertió su sangre en la tierra de España. Sol, nieve, miseria, luto. Pero hay valores más altos que aquellos que esgrime el falso pacifismo de los que tratan, al estimularle, de aplastarnos; hay valores más apreciados que la vida y la paz, como la fe y el honor, a los cuales la paz y la vida, por ser inferiores, se entregan en holocausto. Sólo así con un espíritu que hacía gritar a los nuestros: ‘!Viva la muerte!’, conseguimos, muriendo, que viviera España. Y desde Belchite al Baleares, desde el Alcázar de Toledo al santuario de la Virgen de la Cabeza, se alzaron, entre las espigas, las cruces toscas que iban señalando el lugar donde caían nuestros héroes.

    “Esto, señores, no se puede olvidar. Un país no recibe una lección como la nuestra para reducirla a un capítulo de historia, y menos todavía para retorcerla y falsificarla.

    “Buscad, si queréis, en los escaparates de nuestras librerías, las obras en que se recoge el pensamiento político del Movimiento, las de Vázquez de Mella o Aparisi y Guijarro, las de García Morente o Ramiro de Maeztu, las de Balmes o Donoso Cortés, las de Ramiro Ledesma o las de José Antonio. Pero, sin rebuscarlas, en las estanterías, anunciadas en el corazón mismo de los periódicos, que constituyen el catecismo político del pueblo, citados como autoridades o como artículos de fe, se os ofrecerán las definiciones multiplicadas y las alusiones permanentes a Unamuno y a Ortega , a Pérez de Ayala y a García Lorca, y hasta ciertos novelistas que han actualizado en sus novelas la tesis de que era igual combatir en uno u otro bando, asesinar en las checas o morir por España, seguir al Campesino o a Durruti o agarrarse a estas peñas bajo las órdenes del capitán Cortés.

    “Son muchas las responsabilidades acumuladas por los que, oportunistas y faltos de principios, llaman inmovilistas a los que no creemos que la astucia en el orden político consista en variarlos a tenor con el acontecer de cada día, porque entendemos que son tales Principios permanentes e inmutables -los que hemos definido como Principios fundamentales del Movimiento- los que tienen fuerza dogmática para dominar y encauzar acontecimientos.

    Y ha llegado la hora -y estamos en ello- de que purificadas nuestras filas, manifestados los pensamientos ocultos de los enmascarados, descubierta la acción del enemigo, que ha quemado las banderas de España en el país vasco, que ha embadurnado de porquería el monumento a los caídos de Navarra, que ha producido la turbación en las Universidades, que trata de corromper por dentro para hacer más fácil la acción destructiva desde fuera, apretemos nuestras filas, cerremos la guardia y, en torno a Franco, hagamos posible, por la unidad, la grandeza y la libertad de España, que el Movimiento político del que fuísteis promotores, y que él acaudilla, dure y permanezca más allá de los límites, no sólo de la vida de un hombre, sino del quehacer activo de la generación combatiente.”

    Primeros pasos de la revista

    Desde aquel 2 de mayo de 1966 al número 1 de la revista transcurrieron unos meses angustiosos. Éramos unos inexpertos, y poco o nada sabíamos de imprentas, de papel, de montaje de una publicación periódica. Por otra parte, había que buscar un director para el semanario y un gerente conocedor del tema. Nos pusimos a la obra y reanudamos nuestro camino -pequeño- pero, al fin, camino de la amargura.

    Nos recomendaron a determinada persona para director. El director, hasta que la revista apareciese, poco o nada tenía que hacer. Le encomendamos la inscripción de la cabecera en el Registro de la Propiedad industrial, pues era preciso que ante la Dirección General de Prensa acreditásemos la titularidad de la misma, y unir la certificación de aquel Registro al expediente, a la sazón preceptivo, de conformidad con el ordenamiento jurídico entonces en vigor. El día en que finalizaba el plazo para conceder o no la autorización del semanario, me indicaron por teléfono que alguien había presentado, con fecha de 7 de noviembre, un escrito oponiéndose a que la autorización se concediera. “¿Quién alega y qué alega?”. Con sorpresa e indignación, me contestaron: “Alega el director de la revista y dice que la cabecera es suya y no de Fuerza Nueva Editorial”. Y así era, formalmente. Pude comprobar que la había inscrito a su nombre. El disgusto fue terrible, sobre todo por la quiebra de confianza en una persona que tenía tantos valores.

    Le llamé, le rogué la devolución de lo que no era suyo. Accedió y firmó un escrito en el que reconocía haberse equivocado al solicitar la inscripción a su nombre en el Registro de la Propiedad Industrial, cuando sólo actuaba en representación de la Sociedad. Tuve que indemnizarle, y bien sabe Dios que de mi propio bolsillo. Es lógico que cesara como director. Salvado este desagradable contratiempo, Fuerza Nueva Editorial, S.A, quedó inscrita en el Registro de empresas periodísticas.

    Encontrar otro director no era sencillo. Una promesa de aceptar el cargo, de un joven periodista español, Santiago Pedraz Estévez, que dirigía un diario en San José de Costa Rica, quedó en nada. Julio Jesús Mora aceptó la dirección, cesando por su propia voluntad el 20 de junio 1968. Como director en funciones, figuró Francisco Saez , sustituyéndole, aunque por tiempo muy escaso, Antonio de Agustín.

    Por último, mi gran amigo Waldo de Mier y García Maza nos sugirió el nombre de Manuel Ballesteros Barahona, que trabajaba o había trabajado en la Agencia EFE, y que, además de periodista, era médico militar. Se hizo cargo de la revista a partir del número 111, correspondiente al 22 de febrero de 1969. Viéndose obligado a cesar, fue nombrado director en funciones Pedro Rodrigo Martínez, periodista competente y hombre ejemplar. Se hizo cargo de la dirección a partir del nº 458, de 18 de octubre de 1975. Al llegar al nº 580, de 18 de febrero de 1978, volvió a dirigir la revista Manuel Ballesteros, que había pasado en su carrera castrense a la “situación especial”, que se lo permitía. A Manuel Ballesteros le sustituyó Luis Fernández-Villamea, que ya trabajaba en Fuerza Nueva como subdirector. El cese de Manuel Ballesteros como director de Fuerza Nueva fue ordenado por el teniente general Francisco Coloma Gallegos, ministro del Ejército. Se hacía eco, sin duda, de la actitud nada amistosa del Gobierno hacia nosotros. El 8 de octubre de 1975, a Manuel Ballesteros se le comunicó la orden del día 6, en la que se decía: “el señor ministro ha dispuesto cese inmediatamente en la dirección de la revista Fuerza Nueva”. Firma el General Subinspector médico Jefe de Sanidad.

    Por contraste, un auditor del Ejército, Antonio Guerrero Burgos, continuó en la presidencia del Club político Siglo XXI.

    Llegamos a lanzar semanalmente treinta mil ejemplares, y más aún de los números extraordinarios. Los suscriptores se acercaron a los quince mil.

    La búsqueda del gerente tuvo éxito cuando finalizaba el año 1966. Se trataba de una persona competente y ducha en el asunto. Nos puso en contacto con una imprenta, con la que suscribimos un contrato, económicamente lesivo para nuestras posibilidades económicas, y del que pudimos liberarnos más tarde. El gerente, creo recordar, se hizo efectivos sus emolumentos, con inclusión de la paga extraordinaria de diciembre y nos abandonó, ausentándose de Madrid. El bache lo superamos, gracias a Dios. Lanzamos el número cero, como se ha dicho, antes de que el año 1966 concluyera, y el número uno, cabeza de una lista que, gracias a Dios, aún se prolonga, el 14 de enero de 1967.

    La Editorial y, por consiguiente, la revista contaron con una Junta de fundadores encargada de mantener una y otra fieles a los ideales que trataba de servir, y de un Consejo de Administración. Yo figuraba como presidente de aquélla, y como vocales, Javier Bustamante Sánchez, Miguel Corsini Marquina, Alvaro Lacalle Leloup, Antonio Martínez Cattaneo, Jaime Montero y García de Valdivia y Ángel Ortuño Muñoz. Éste último, como presidente del Consejo de Administración, contaba con un vicepresidente, Miguel Corsini Marquina, y con los siguientes vocales: Feliciano Barrera Fernández, José Calvo y García del Moral, Juan Obejo Romero y Armando del Romero Bosch. Como secretario se nombró a Antonio Gálvez Martínez.

    Quiero tener un cristiano recuerdo para los miembros fallecidos, tanto de la Junta de Fundadores, como del Consejo de Administración, y expresar mi gratitud a los que, por uno u otro motivo, estimaron prudente dejar sus cargos.

    Vale la pena, para ofrecer al lector, con la máxima claridad posible, una explicación verídica de nuestra entrada en la vida pública y en el juego político, la reproducción del editorial Nuestra razón de ser, que abría el número uno de la revista, y que yo me encargué de redactar. Decía así:

    “A muchos extrañará que cuando el medio ambiente en que vivimos transpira confusión y desmayo e invita al egoísmo y a la huída, un grupo de hombres de profesión distinta y procedencia varia se reúnan para hacer una gallarda y rotunda afirmación de fe y esperanza.

    “Hemos reflexionado cuál debe ser nuestra conducta, y nuestra conclusión es ésta: seguir construyendo sobre una ideología victoriosa y refrendada por el apoyo popular.

    “Nosotros no vacilamos en afirmar, de un modo resuelto y sin reservas, que España, en estos últimos treinta años, y gracias al esfuerzo de unas generaciones comprometidas trágica y amorosamente con su destino, pudo quemar etapas de retraso material y conseguir un tono de vida y de convivencia que desde hacía siglos no acusaba nuestra trepidante historia.

    “Jamás hemos juzgado convincentes las razones esgrimidas por algunos para, con el pretexto de una aconsejable alineación con las fórmulas políticas del llamado mundo libre, poner en peligro la tarea iniciada y su pleno desarrollo, dejando de permanecer fieles a nuestra propia fisonomía política, es decir, a la que ha producido desde su puesta en marcha, en una fecha gloriosa, tan óptimos y patentes resultados.

    “Para afianzar nuestro punto de vista y no dejarnos alucinar por el espejuelo de las soluciones foráneas, nos sobra con advertir que una cosa es la ropa de calle utilizada por los sistemas que se nos ofrecen como dignos de copia, y otra, el atuendo interior de que en realidad son portadores. En efecto, el disimulo se ha convertido en una de las artes, de las malas artes de la política, y bajo las pancartas constitucionales de libertad se esconde una mano rígida, dura e inflexible que la estraga o la acogota.

    “Bastaría para ello echar una mirada al mundo que nos circunda y que hoy se nos brinda como modelo: mientras el principio del sufragio universal se exhibe como el desideratum de la democracia, se niega el voto a los que, por motivos raciales o discriminaciones políticas, pueden constituir una masa de opinión contraria a quienes detentan el Poder; mientras se ensalza el esquema social del mundo libre, opuesto a la esclavitud del mundo comunista, se pacta y se transige con él en determinadas latitudes, y se combate, sin reparo en los sacrificios, en otras; mientras algunos países alineados se encuadran de buena fe, y exponiéndose a graves consecuencias, en los dispositivos estratégicos de Occidente, otros los abandonan cuando han obtenido de ellos todas sus ventajas, y se dedican a frívolos devaneos y excursiones turístico-recreativas por la URSS y a facilitar ayudas económicas a los países satélites, en los que, como es lógico y conocido, se prepara, con astucia cada día más perfecta, la aniquilación de las naciones que caen en la trampa de la ‘coexistencia pacífica’.

    “Nosotros entendemos que el bagaje ideológico de nuestro Régimen no puede liquidarse en una almoneda de barato, y que sus raíces profundas, que tienen su aliento en la Tradición española y en la Revolución nacional, exigen de las minorías dirigentes que trabajen sin desmayo en la perfección contínua y en la decantación incesante de la doctrina que dio jugo y entusiasmo a la Cruzada, oponiéndose a un tiempo, con energía viril y elegancia dialéctica, a su mitigación, a sus aplicaciones equívocas y a veces contradictorias y, en última instancia, a su derogación o a su abandono.

    “Nosotros entendemos que los postulados positivos que constituyen el motor del Régimen han sido la causa, honesta y lealmente servida por muchos, de las metas logradas, y habrán de serlo de las que aún quedan por conseguir. Por eso, la continuidad del Régimen es, para nosotros, algo fundamental. Si es cierto que una gran parte de las nuevas generaciones españolas se hallan emocionalmente muy lejos de adoptar una postura entusiasta por esta o aquella forma de gobierno, la verdad es que a todos nos interesa, incluso a algunos de los que, con la palabra o con la pluma, se pronuncian en términos, al parecer demoledores, una continuidad del sistema, que consolide y prolongue la era de paz y de progreso en que ha vivido y queremos que siga viviendo nuestro país.

    “En este sentido, fieles a la doctrina constitucional, entendemos que la novación subjetiva en el mando y las reformas necesarias en las atribuciones del Poder no pueden implicar, de ningún modo, novación en las ideas y en el programa revolucionario del Régimen.

    “Precisamente por nuestra adhesión cordial al mismo, nos vemos precisados, públicamente desde ahora, a mantener una postura crítica ante quienes, desde cualquier puesto, desfiguren tales ideas, pues entendemos que muchos de los fallos que la conciencia nacional pone de relieve son imputables a quienes, por cambio de mentalidad, razones tácticas o alegando una visión profética del futuro, han hecho posible que cundan los rebrotes de indisciplina, disolución moral y separatismo, contra los cuales España luchó con el propósito de extirparlos para siempre.

    “Esta postura crítica nunca será demoledora, ni empleará tampoco un lenguaje cáustico o violento. Nos interesa España, y, por ello, nuestra crítica tendrá siempre un tono constructivo. Estaremos, pues, al lado o en contra de quienes, estén donde estén, y especialmente si se hallan investidos de función pública, en la medida que, a nuestro juicio, que aspiramos tenga en todas las ocasiones la madurez, la prudencia y el equilibrio necesarios, nuestras instituciones políticas y administrativas hagan suyos, o menosprecien, apliquen o abandonen los principios que han dado existencia a un Régimen sin el que España habría dejado de existir.

    “Tal es nuestro punto de partida. Fuerza Nueva, como semanario aspira a ser portavoz de una línea clara de pensamiento tradicional y revolucionario, de la que muchos han desertado; pero también quiere servir a una amplia corriente de opinión que, por desgracia, se siente afónica, confusa e indignada por el desecho progresivo, y a veces descarado, de dicho pensamiento, y por la influencia creciente en todos los ámbitos de las tesis que, hasta hace muy poco, se consideraban y vituperaban como nocivas.

    “Sabemos de antemano que en algunos sectores nuestra aparición no será grata, y sabemos también que la empresa que iniciamos, y que nos seduce, es difícil, porque no es, sin duda, atractivo defender lo que a sí mismo, en ocasiones, ha dado la impresión de querer entregarse, airear banderas que otros han descolorido, o convocar con idénticas palabras a quienes han sido engañados por algunos que antes las emplearon sin rubor. Pero entendemos que España nos exige eso y mucho más, y que las dificultades de la obra no pueden disuadirnos de acometerla. Al contrario, la dificultad es un baremo de la necesidad, y lo que estimamos en conciencia necesario en y para España, debe convertirse en estímulo, acicate y mordedura para trabajar con alegría y con amor a su servicio.

    “No es posible en un editorial, casi un pasquín de presencia y llamamiento, exponer nuestro punto de vista ante los problemas vivos y actuales de nuestro quehacer político interior o internacional. Para darlo a conocer nace nuestro semanario y cuanto el semanario represente o pueda representar. Pero sí queremos, en esta proclama de nuestro natalicio, declarar sin ambages que salimos a la luz pública en un momento propicio, con la compañía y el apoyo de muchos españoles, en especial de la juventud, con el murmullo, el aliento y el calor combatiente de otros tantos y, sobre todo, con nuestra fe, que aspiramos alimentar en motivos más elevados que los estrictamente temporales, en la unidad, en la grandeza y en la libertad de España”.

    Opiniones encontradas

    La aparición del semanario Fuerza Nueva fue acogida de modo diverso por la prensa. Entre los diarios que de una u otra forma nos recibieron afectuosamente, figuran El Alcázar, que el día 20 de enero de 1967 daba cuenta de que “en el panorama ideológico español ha aparecido una nueva revista, Fuerza Nueva, semanario que agrupa un nutrido equipo de hombres políticos, defensores a ultranza de cuanto significó el Movimiento del 18 de Julio de 1936. La presencia de Blas Piñar, como presidente de la Junta de Fundadores es prueba inequívoca de ello”.

    ABC, de 25 de enero de 1967, firmando V.L. nos saludaba así: “Con estas líneas enviamos a Fuerza Nueva nuestra bienvenida muy cordial, con los mejores deseos para el grupo de escritores y periodistas de esta empresa”.

    La Vanguardia, de Barcelona , en su número de 26 de enero de 1967, con la firma de J.C.R. decía: “no puede menos de ser satisfactorio que, gracias a la iniciativa privada, haya aparecido una nueva revista, en una línea clara de espíritu constructivo… no podemos menos que darle la bienvenida y esperar que Dios le conceda muchos años de labor fecunda, pues es alentador ver que un reducido grupo de españoles ponen su entusiasmo, ilusión y trabajo al servicio de la `fe con obras`, y a saltar a la palestra ideológica en defensa de los ideales que alumbraron un 18 de Julio”.

    Levante, de Valencia, correspondiente al 12 de febrero de 1967, decía: “Con el nuevo año, un semanario -en cuyos titulares ya campea el ímpetu y la ilusión de su contexto- se encuentra en la calle, centrando en torno de sus páginas una vasta corriente de opinión que puede simbolizar todo lo que el 18 de Julio tiene de fuerza creadora”.

    Lanza, de Ciudad Real, con la firma de Ergon, decía el 1 de enero de 1967: “Fuerza Nueva podrá ser el feliz aglutinante de esa masa de españoles que pensamos que nuestra revolución nacional no ha terminado… Al leer las páginas de Fuerza Nueva se siente remozar el espíritu. Es meritorio el esfuerzo de este semanario que ya desde un principio ha sabido penetrar en el alma y vida de los españoles”.

    Amanecer, de Zaragoza, el 19 de febrero de 1967, publicaba un artículo de Roberto G. Bayod Pallarés -carlista, amigo entrañable y caballero sin tacha- en el que refiriéndose a los fundadores del semanario, nos califica de “minoría que no ha plegado las banderas, sino que sale a la palestra de la opinión pública, con una crítica constructiva, para airear lo intangible del 18 de Julio. Fuerza Nueva es la misma `fuerza nueva´de la Tradición y de la Revolución, que irrumpe con nueva luz y potencia hacia el pueblo español, porque el 18 de Julio ni se pisa ni se rompe”.

    La Voz de Albacete, de 20 de diciembre de 1966, nos saludaba así: “Hemos recibido el número 0 de Fuerza Nueva, y queremos decir -con prisa y sin pausa -que ha constituido para nosotros una de las más gratas sorpresas de las presentes Navidades y un bello regalo de final de este histórico año 1966”

    Montejurra, en su número 24, de 1967, se expresaba así: “Ha salido un semanario, llamado Fuerza Nueva, en Madrid, al cual queremos saludar con cariño y suma esperanza de que su labor será importantísima para el planteamiento religioso-político de España… Blas Piñar es un hombre muy querido por nosotros así como otras personas que figuran en los altos cargos de dirección, consejo y administración de Fuerza Nueva.

    ¿Qué Pasa?, de 25 de febrero de 1967, nos dedicaba a través de la pluma de Oscar Medina “un saludo alegre y jubiloso. Como se saluda a la tropa que acude en nuestro apoyo, como se recibe a la vanguardia del ejército de liberación que avanza. Como se acoge en nuestra mesa al amigo de las horas difíciles”.

    Por su parte, don Emilio Álvarez Gallego, deán de la Santa Iglesia Catedral de Valladolid y rector del Santuario Nacional Basílica de la Gran Promesa , en carta de 20 de diciembre de 1966, me decía “Muchísima falta hacía una publicación de esta índole, con una línea clara y recta de pensamiento. Aquí estamos para ayudarle con los mejores medios”.

    Aunque el juicio sobre Fuerza Nueva fue muy posterior, estimo que vale la pena recogerlo, porque, precisamente por razón de su fecha, 21 de diciembre de 1971, permite suponer que ha sido posible, antes de formularlo, una seria reflexión sobre la tarea, no sólo iniciada, sino a plenitud de rendimiento, de nuestra revista. Se trata de un editorial de ABC, que , por lo tanto, equivale al punto de vista del importante diario madrileño. Se titula el editorial: Un hecho político. Debió dar pie al editorial la cena homenaje del 15 de diciembre de 1971, celebrada con motivo de mi nueva designación como consejero nacional por Franco. Hubo una asistencia multitudinaria (2.000 personas, según ABC del mismo día) y “presencias personales muy calificadas en la vida española”, que se sumaban así a la “corriente de pensamiento de Fuerza Nueva”. Esta corriente -señalaba el editorial-, que cuenta “con adhesiones numerosísimas y cualificadas, está ahí… no se puede paliar ni menos ignorar… es un hecho engranado en la legalidad”.

    Entre las adhesiones a las que el editorial alude estaban las de los tenientes generales Ángel Ramírez de Cartagena y Marcaida y Fernando Rodrigo Cifuentes.

    La convocatoria para la cena del 15 de diciembre de 1971 la hacían:

    Adro Xavier. Teodoro Aguilera Blanco. Francisco Alemany Torres. Luis Alonso Fernández. Carlos Arauz de Robles. Aníbal Arenas Díaz Hellín. Rvdo. P. José Bachs Cortina. Agustín de Bárcena y Reus. Tomás Borrás. Eduardo Cadenas Camino. Jaime Caldevilla. José Calvo y García del Moral. Sixto de la Calle Jiménez. Antonio Cámara Niño. Rafael Canellas Rodríguez. Luis de Caralt. Pilar Careaga de Lequerica. Ángel Cervera Balseiro. Conde de Sert. Conde de Vallcabra. Miguel Corsini Marquina. Carmen Cossío y Escalante. Rafael Díaz Llanos.- Rvdo. P. Alejandro Díaz Macho. Arturo Espinosa Poveda. Carlos Etayo. Antonio Gálvez Martínez. José Antonio García Noblejas. Antonio García Ortiz. Luis Antonio García Rodríguez. Rafael García Serrano. Francisco García Valdecasas. Vicente Gil García. Bernardo Gil Mugarza. Ernesto Giménez Caballero. Patricio González de Canales. Antonio José Hernández Navarro. Luis Hoyos Gascón. Antonio Insa Hernández. Justiniano Lobo Pérez . Rvdo. P. Venancio Marcos. Rvdo. P. Tomás Marín. Sebastián Mariner. Manuel Martell. Dionisio Martín Sanz. Antonio Martínez Cattaneo. Carlos Martínez Fresneda. Luis Martínez Gutiérrez. Marqués de Valdeiglesias. Marquesa viuda de Varela y de San Fernando. Waldo de Mier y García Maza. Luis Mombiedro de la Torre. Francisco José Monedero Gil. Nini Montián. Fernando Moragas Elías. José Moreno Sañudo. Hermenegildo Moreno Serna. Juan Moso Goizueta. Rafael Muñoz Palomino. Fausto Navarro Azpeitia. Luis Núñez Contreras. Rafael Núñez Lagos. Rvdo. P. Salvador Nonell. Ángel Ortuño Muñoz. Alfonso Paso. Santiago Pelayo Hore. Rafael Álvarez Osorio. José Luis Porras Camuñes. José María Porras Rodríguez. Dionisio Porres Gil. Ezequiel Puig y Maestro Amado. José María Rabanera y Ortiz de Zárate. Luis Ramón Gómez. Rvdo. P. Dr. Roig Gironella. Balbino Rubio Robla. Eugenio Sagrado Vicente. Tomás Salvador. José Luis Sánchez Mohino. Pedro Sánchez Requena. Eloy Sánchez Torres. Enrique Sardina Peigneux D´Egmont. Antonio Luis Soler Bans. Blas Tello Fernández-Caballero. José Utrera Molina. Juan Vallet de Goytisolo. Angel Vivar Gómez. Felipe Ximénez Sandoval.

    Pero no todo fue así. Hubo diversidad de opiniones. Luis Apostúa nos pronosticó seis meses de vida, y Jaime Capmany, desde Arriba, comentando un artículo mío titulado Violencia y dolo publicado en Informaciones del día 22 de noviembre de 1966 se apresuró a decir que Fuerza Nueva, “es una fuerza muy anterior a la época del homo sapiens”.

    Gabriel Araceli -pseudónimo de Antonio Izquierdo- escribía el 17 de noviembre de 1970 en Arriba que “si la Falange que echa de menos Fuerza Nueva es la que tan generosamente sirvió como guardia de la porra a la oligarquía capitalista triunfante, que la entierren cuando quieran”.

    Por su parte, Solidaridad Nacional, diario del Movimiento, en Barcelona nos descalificaba, el 23 de diciembre de 1972 en los siguientes términos: “Si (Fuerza Nueva) se declara afecta al Movimiento del 18 de Julio, le hace a éste un pésimo servicio al no ajustarse a las normativas de su jerarquía y de su disciplina”.

    Cuadernos para el Diálogo, la revista de Ruiz Giménez, decía en su número 80, de mayo de 1970, y en su página 46: “Entre el Estado y un sector de la Banca Privada anda el juego, al menos en parte, de la financiación de muchos de los exabruptos del incomparable semanario Fuerza Nueva. El problema está en que tanto el primero como el segundo, manejan primordialmente recursos ajenos”. Firma A.L.H.

    Fuerza Nueva, como editorial y como revista se recibió en Hispanoamérica favorablemente, pero no por todos. En carta de Félix Adolfo Lamas, que aquí en España nos ayudó mucho, al profesor Alberto Boixadós le decía: “me pareció inoportuna y equivocada la actitud de quienes lanzan Lumen Christi, en sus ataques a Blas. Se ha iniciado en la Argentina -y en el resto de Hispanoamérica- una campaña de desprestigio contra él, que considero nociva, porque crea una desconfianza, que no está fundada, contra el único punto de referencia que hay en España para todo el mundo hispánico”. La carta está fechada en Madrid el día 3 de abril de 1970.

    La revista tuvo problemas graves de distribución, no sólo en España, sino en el extranjero, especialmente en Hispanoamérica. Hubo un verdadero boicot, que nos fue muy difícil superar. No solo se detenían las expediciones sino que la suscripción resultaba inútil.

    La visita que Ángel Ortuño y Luis Fernández-Villamea, en nombre de Fuerza Nueva, hicieron en 1980, al entonces director general de Correos Miguel Angel Eced, fue inútil. Éste le manifestó que los sindicatos socialistas y comunistas de reciente implantación quemaban las sacas en el mismo patio de Cartería. “No hay empresa pública ni privada en España -añadió- que se vea obligada a despedir a tantos trabajadores por este motivo.” En Buenos Aires nos vimos precisados a levantar actas notariales acreditativas de que nuestro semanario, depositado aquí, en Correos, no llegaba a su destino. Me vi precisado a escribir a otro director general de Correos y Telégrafos, don Juan José Melero, y al ministro de Transportes y Comunicaciones don José Barrionuevo, con fecha 31 de mayo de 1990, exponiéndoles nuestras quejas y aportando las pruebas del funcionamiento anormal del Servicio.

    Cinco secuestros

    Por orden del Ministerio de Información y Turismo fueron secuestrados los siguientes números de Fuerza Nueva: el 163, de 21 de febrero de 1970, por publicar un artículo en defensa del Régimen, atacado por unos folletos clandestinos del Partido Comunista, que se reproducían. Tuvieron que comparecer ante el magistrado del Tribunal de Orden Público, señor Mariscal de Gante, Manuel Ballesteros, director de Fuerza Nueva y Luis Fernández-Villamea, entonces redactor jefe; el nº 251, de 30 de octubre de 1971, por publicar un discurso mío, pronunciado en Valencia, en el que criticaba unos aspectos de la política exterior de López Bravo, especialmente en el tema de Gibraltar (en este caso la solicitud del secuestro la hizo el ministro de Asuntos Exteriores); el nº 318, de 10 de febrero de 1973, por los comentarios que en el mismo hacía Manuel Ballesteros de las declaraciones que el señor López Bravo había hecho confesándose ‘liberal reprimido’ a Tico Medina, y que se acababan de publicar en el diario ABC; el nº 319, de 17 de febrero de 1973, por una crónica firmada por César Esquivias López de Urquiola y Luis Fernández-Villamea, sobre el secuestro por ETA, en Pamplona, del señor Huarte, seguido de la citación de ambos por el Tribunal de Orden Público (ambos habían realizado este trabajo como enviados especiales a Navarra, Vasconia y el sur de Francia); el nº 324, de 24 de mayo de 1973, por mi carta al embajador de la China nacionalista, al romper nuestro Gobierno las relaciones diplomáticas con este país y reconocer a la China comunista.

    Hubo además, a instancias del Gobierno, dos querellas contra mí, de las que doy cuenta en otro capítulo.

    Al nº 207, de 26 de diciembre de 1970, hubo que amputarle, por decisión gubernativa, dos párrafos de una crónica sobre la concentración popular y espontánea en la Plaza de Oriente, del 17 del mismo mes, a la que acompañaba una pancarta de Fuerza Nueva, que llevamos a la misma, y cuyo texto era éste: “Dios nos libre de los Gobiernos débiles”.

    El nº 457 , de 11 de octubre de 1975, tuvo que aparecer sin dos páginas, alusivas a la última concentración a la que pudo acudir Franco, y que tuvo lugar, también en la Plaza de Oriente, el día 1 de octubre.

    El nº 523, de 15 de enero de 1977, tuvo que salir a la calle sin portada. En la misma, sobre una corona real , figuraba una leyenda que decía así: “Ni católica, ni social, ni tradicional, ni representativa”.

    Muy duro fue para nosotros la Orden del Estado Mayor del Ejército, de 30 de octubre de 1977 (B.O. del Ministerio de Defensa nº 230 de diciembre de 1977), firmada por el ministro Manuel Gutiérrez Mellado, por la que, con la clasificación de A.1. se prohibía de manera absoluta la entrada de Fuerza Nueva en todos los recintos militares, de acuerdo con el Real Decreto-Ley 706 de 8 febrero de 1977.

    Celebramos la aparición del número 100 de la revista en el Hotel Mindanao, el 7 de diciembre de 1968 y la del número 200, en el mismo hotel, el 14 de noviembre de 1970.

    La del número 300 tuvo lugar, el 9 de octubre de 1972, en el Palacio de Congresos y Exposiciones, de Madrid. Clausuramos también las IV Jornadas de Delegados de Fuerza Nueva Editorial. Hablaron, Maria del Carmen Díaz Garrido, periodista, concejal del Ayuntamiento de Segovia y nuestra delegada en aquella provincia, y mi compañero de promoción y profesión Rafael Gimeno, -ya fallecido y de imborrable memoria- delegado en Barcelona. Fue un acto realmente impresionante. Los discursos se publicaron en la revista, -nº 302, del día 21 de cctubre- y se grabaron en cinta magnetofónica.

    Naturalmente, las críticas no se hicieron esperar. El conocido periodista Luis Carandell publicó en el semanario Triunfo, del día 21 de octubre, un artículo que tituló El Cruzado Mágico y otras modas. Así me calificaba, diciendo, además, entre otras cosas:

    “El ‘slogan’ publicitario del momento es, sin duda, ese que dice: ‘Destaque, cruzando su pecho con el cruzado mágico’. El político que destaca por el procedimiento de cruzar su pecho es don Blas Piñar. Su discurso en el Palacio de Exposiciones y Congresos del Ministerio de Información y Turismo, con motivo de la aparición del número 300 del la revista Fuerza Nueva, fue un discurso de un verdadero ‘cruzado’.

    Estuve en ese acto organizado por las fuerzas de la extrema derecha. No me extenderé en mi relato de lo que fue el acto o de lo que dijo en su discurso ‘el ilustre notario de Madrid’, que es como se conoce a don Blas en la terminología de la política madrileña. El lector ha podido informarse en la prensa diaria de la violenta diatriba que el señor Piñar lanzó contra casi todo, al denunciar (‘por el humo se sabe donde está el fuego’, dijo don Blas evocando el españolísimo género chico) la conspiración en que, según él, toman parte desde la democracia cristiana hasta las `hordas marxistas´ y desde los ‘hippies’ a don Gregorio López Bravo.

    “Pero que don Blas Piñar cruce su pecho en defensa de las esencias patrias y para ser ‘revulsivo de la conciencia nacional dormida’, como él mismo dijo, no quiere decir que, políticamente hablando, esté de moda el ‘mágico cruzado’ pectoral.

    “La prensa de estos días, por otra parte, se ha despachado a gusto, como suele decirse, con don Blas Piñar. Reléanse si no los comentarios de Luis Apostua, en Ya comparando a los cruzados de Fuerza Nueva con aquellos católicos de antes, que rezaban ‘por la conversión del Papa’; o el artículo de Jaime Capmany, en Informaciones, llamando al ‘ilustre notario de Madrid’ con el expresivo sobrenombre de ‘Blas Noé Corazón de León Piñar y Torquemada’”.

    Lo que más me dolió fue la actitud de Alberto Ballarín Marcial, notario de Madrid, que era o había sido consejero nacional del Movimiento por Huesca. En el diario democristiano Ya publicó un artículo el 19 de octubre de 1972, titulado Política Exterior sin contradicciones que trascribo parcialmente:

    “El reciente discurso de mi, por otra parte, admirado y querido compañero en el notariado madrileño Blas Piñar, nos debe incitar a la meditación, aunque no seamos miembros de Fuerza Nueva. A mí no sólo me ha hecho pensar, sino que creo vale la pena llevarle la contraria.

    “Lo más curioso del discurso es la parte dedicada a nuestra política exterior. ¿Cuál es la política exterior que propugna Fuerza Nueva como alternativa a la que realiza nuestro Gobierno por medio del ministro correspondiente? Aunque no resulta del todo claro a través de los resúmenes de prensa leídos, podemos, más o menos, deducirla: a) anticomunismo, en lo que yo estoy particularmente de acuerdo, aunque pienso que ello no obsta para las relaciones comerciales y ciertas relaciones culturales de tipo deportivo, artístico etc; b) antiamericanismo; c)antieuropeísmo.

    “En cuanto a estos dos últimos puntos, yo me permito francamente discrepar.

    La estrategia de Fuerza Nueva en política exterior no sólo elimina a los interlocutores más importantes, sino que incurre, a mi juicio, en flagrante contradicción.

    “¿Cómo puede conciliarse el antiamericanismo de Blas Piñar con su anticomunismo?

    “Pero hay más; si se es anticomunista hay que ser europeísta, deseando y colaborando en el engrandecimiento de la Comunidad.

    “En este nuevo campo no podemos oponer a la maciza ideología comunista algunas nostalgias hitlerianas.

    “Hay que ser, pues, europeístas desde una perspectiva antimarxista.

    “Yerran los que para afirmar su nacionalismo se colocan en posturas antieuropeístas . Se contradicen quienes presumen de anticomunistas y atacan a los Estados Unidos.”

    Me vi precisado a contestar. Lo hice mediante un escrito que apareció en el mismo periódico el 24 de octubre, con una entradilla redactada así:

    “Don Blas Piñar, consejero nacional, nos ruega la publicación de estas cuartillas, en respuesta a un artículo de don Alberto Ballarín. Lo damos como artículo, sin que esto quiera decir que compartamos todas sus tesis”.

    Este es el texto de las mencionadas cuartillas:

    “En un articulo que titula Política exterior sin contradicciones, publicado en Ya el día 19 del mes en curso, mi también admirado y querido compañero Alberto Ballarín, después de pensar y meditar sobre mi último discurso, se decide, y hace bien si así lo estima, a llevarme la contraria.

    “Lo que siento muy de veras es que el señor Ballarín dirija sus argumentos contra unas tesis de los que él mismo confiesa que por no estar claros hay que hacer deducciones, que no son las mías, apoyado, además, en unos resúmenes de prensa.

    “¿No cree el señor Ballarín, que lo más elegante hubiera sido conocer el discurso en su totalidad antes de criticarlo, a lo que, insisto, tiene pleno derecho? A tal fin, podía haber acudido al lugar donde fue pronunciado, para oírlo en directo, o solicitar una copia en cinta magnetofónica de Fuerza Nueva, o haber esperado a la publicación del discurso, cosa que hace la revista en su número de esta semana, o haber pedido a su amigo y compañero una copia, lo que con mucho gusto hubiera hecho.

    “Para el señor Ballarín, una política exterior anticomunista, que comparte, está reñida con mi antimericanismo y mi antieuropeismo. ´¿Cómo puede conciliarse el antimericanismo de Blas Piñar con su anticomunismo?`, pregunta el señor Ballarín. Y la contestación es fácil: primero, porque yo no soy antinorteamericanista; segundo, porque yo lo único que critico es la política exterior, llena de contradicciones, de la Administración norteamericana (cosa que, por otro lado, hacen muchos norteamericanos anticomunistas), y tercero, porque esas contradicciones son las que, en gran medida, favorecen la extensión del comunismo, geográfica e ideológicamente.

    “En repetidas ocasiones he destacado el sacrificio de la juventud norteamericana en el Vietnam, bien poco agradecido, por cierto; pero a la vez, he destacado la contradicción que implica mantener una guerra sin propósito de victoria y abrazarse con los enemigos que la promueven y la estimulan.

    “¿Cómo puede ser antinorteamericano quien sabe que, hoy por hoy, sólo los Estados Unidos pueden oponer a la barbarie soviética su enorme poderío económico y militar? Por eso, cuanto destruye el alma de ese gran país y lo hace inútil para salvaguardar una civilización basada en el amor a Dios, al hombre y a su libertad, coadyuva con la amenaza comunista, que, como muy bien dice el señor Ballarín, con palabras que me recuerdan las de Franco, ´no ha renunciado a sus ambiciones universalistas, aunque sus métodos hayan cambiado`.

    “En esta línea de pensamiento, y no por ser antinorteamericano, entiendo que está en contradicción con una política internacional anticomunista el enfriamiento de las relaciones de los Estados Unidos con la China leal al mundo libre, y su entendimiento frívolo, por razones electorales y comerciales, con la China soviética, y que, como todos saben, ha dado origen a una carrera de velocidad -para conseguir el nuevo mercado- del Japón y de Alemania occidental, que han abierto sus Embajadas en Pekín y las han cerrado en Taipeh. De igual modo, estimo contradictorio con una verdadera política exterior anticomunista negociar con la URSS la esclavitud de Cuba, asegurando una plataforma para la subversión -guerrillas y propaganda -sobre toda Iberoamérica; o alentar la primavera de Praga, y las anteriores de Budapest, Varsovia o Berlín oriental, y luego ver impasibles cómo morían ‘prematuramente’, en la frase del señor Ballarín, bajo el ‘peso grisáceo de los tanques soviéticos’ no sólo las primaveras de la libertad, sino los patriotas de carne y hueso que sólo podían oponer a tan pesada mole su ‘razón’ y su espíritu.

    “¿Cree el señor Ballarín, por otro lado, que la legalización del aborto o de la anticoncepción, por poner tan sólo unos ejemplos, forman parte de ese conjunto de ´posiciones cristianas, filosóficas y personalistas` de un anticomunismo auténtico? Pues bien, la anticoncepción y el aborto han sido legalizados en Norteamérica. Cuando yo critico la nueva legislación norteamericana sobre temas tan vitales, no lo hago por ser antinorteamericano, sino porque creo que por ese camino Norteamérica se suicida.

    “Añade el señor Ballarín que ‘si se es anticomunista hay que ser europeísta, deseando y colaborando en el engrandecimiento de la Comunidad’ agregando: ‘yo soy europeísta precisamente porque veo y siento el peligro comunista’. Pues bien, yo no soy europeísta por esas razones, porque ese europeísmo sería el del temor y el temor, motivo natural, pero menos noble, sino porque creo en los valores permanentes y universales logrados por la civilización europea.

    “Ahora bien; sentado esto, hay que preguntarse si Europa es sólo una gigantesca máquina de producción y consumo o un espíritu, sin el cual esa maquinaria puede servir de instrumento a cualquiera, incluso al propio comunismo, e implantar en Europa, a través de los enormes medios que maneja, una cultura que deje de ser europea.

    “En el discurso que comenta el señor Ballarín yo no he manifestado ´enemistad hacia los países que integran el Mercado Común`, y ni siquiera he rozado el tema del Mercado Común europeo. Pero para aclarar ideas añado ahora, sin pronunciarme sobre un tema difícil, que aun desde el punto de vista económico las ventajas del ingreso en esa Comunidad no son tan evidentes, cuando Noruega ha desistido de su solicitud y Dinamarca la ha ratificado con muy ligera mayoría.

    “Entiendo con el señor Ballarín que ‘hay que ser coherentes para tomar parte en la nueva guerra de las ideas’. Y eso es lo que yo he pedido en mi discurso, coherencia entre las ideas y la conducta, y ello incluso en la política interior española.

    “También tiene razón el señor Ballarín al informar que ´un planteamiento de política exterior que no tenga en cuenta las nuevas realidades sólo puede servir para confundir a los españoles`. Por eso, va a permitirme que le diga que el planteamiento crítico de un debate, atribuyéndome ideas que no defiendo, contribuye también a la confusión que con tanto acierto denuncia”.

    Número 1000 y 25 Aniversario de Fuerza Nueva

    Para la conmemoración del número 1000 de la revista, (del 3 al 17 de febrero de 1990), almorzamos en el Hotel Velázquez, el día 17 de febrero de 1990. Nos acompañó el teniente general laureado Antonio Alemán Ramírez. Antes, en la sede, se celebró una Misa, oficiada como primer celebrante por el P. Luis Joaquín Gómez Jaubert, que había sido jefe de Fuerza Joven para el archipiélago canario.

    El número 1000 tuvo carácter de extraordinario, y en él se incluían importantes colaboraciones extranjeras. En Barcelona también se conmemoró el miliario de Fuerza Nueva, el día 30 de enero. El acto conmemorativo lo presidió nuestro delegado Ramón Moreno Perales, fiel y entrañable amigo.

    También conmemoramos los 25 años de la fundación de Fuerza Nueva, como Editorial. Nos reunimos en Priego (Cuenca) el día 1 de mayo de 1991. En el monasterio franciscano se concelebró una Misa. Los concelebrantes -numerosos- eran sacerdotes jóvenes cuya vocación había surgido militando en nuestras filas. Fue emocionante. Después, ya en la capital de la provincia, en el Hotel Torremangana, tuvimos un acto, seguido de un almuerzo de hermandad. En nuestra sede de Madrid, del 6 al 12 de mayo, una exposición daba cuenta, en síntesis, de la labor que hasta la fecha habíamos realizado, y convocamos para un acto que se celebró en el Cine Carlos III el 9 de junio de 1991.

    “Fuerza Nueva, como revista, ha de ser objeto necesario de consulta si se quiere escribir, sirviendo a la verdad, nuestra historia contemporánea” dijo un catedrático de la Universidad Complutense, al comienzo de una conferencia que sobre la Reforma política di a su instancia a los alumnos del doctorado de su Facultad.

    Fuerza Nueva, antes y después de constituirse como partido, tuvo una actividad constante, variada y hasta me permito decir, llamativa, de la que sólo en parte se da cuenta en este libro. Fuimos creciendo de tal modo que nos vimos precisados a alquilar el piso colindante al que ocupábamos en Velázquez 17. Inauguramos la ampliación el 9 de abril de 1969. Más tarde, nos trasladamos a Núñez de Balboa 31. Fue el 29 de octubre de 1971. Tuvimos un acto de apertura en el nuevo domicilio. Habló Conchita Tellería -hija del autor de la música del Cara al Sol- y hablé yo. La preciosa imagen de nuestro patrono San Miguel Arcángel, magnífica talla del escultor José Luis Vicent, se bendijo ese día.

    Estando todavía en los locales de la calle Velázquez iniciamos los ciclos de conferencias.

    Hemos alcanzado, fruto de la perseverancia, el ciclo XXXII. Se han venido celebrando durante el curso, que podemos llamar académico, todos los jueves, alternando con proyecciones de cine religioso o nacional. Los conferenciantes han abordado los temas más diversos, desde los de actualidad permanente a los que el momento político exigía.

    Al seguir creciendo, en el año 1979, siendo ya partido político, abandonamos la sede de Núñez de Balboa y nos trasladamos al edificio señalado con el número 8 de la calle Mejía Lequerica, que bendijo el 17 de noviembre el obispo dimisionario de Metre (Brasil) don Amadeo González Ferreiro. Se lo compramos a Papelera Española S.A. Se trata de un magnífico y sólido edificio, con más de ocho mil metros cuadrados. Teníamos Oratorio, sala de exposiciones, despachos para el partido, la editorial y la revista y un enorme salón de actos.

    La editorial trabajó firme, poniendo en el mercado libros de gran interés y participamos con la caseta correspondiente -si la memoria no me falla- en las Ferias del Libro de Madrid, Valladolid y Barcelona.

    Tuvimos también un Taller de Teatro, un Club, el Sáenz de Heredia, para nuestros militantes aficionados al cine; una Semana de Cine Español, del 11 al 14 de diciembre de 1972, en el Colegio Maravillas, y otra en el Instituto Nacional de Previsión, del 11 al 13 del mismo mes del año siguiente.

    También tuvimos un grupo de Coros y Danzas, realmente extraordinario, que cosechó muchos éxitos y que dirigió María Ávila. Varias exposiciones de Arte se celebraron en nuestra sede.

    Creamos dos premios con dotación económica. Uno, para el mejor trabajo sobre Un relato de guerra que hable de paz y otro para un Ensayo político acerca de la vigencia del 18 de Julio. Se concedieron a Jaime de Foxá y Torroba, por El viejo diario y a Vicente Marrero Suárez por La España de 1936 y la de hoy. Se entregaron los premios en el Hotel Mindanao, el 25 de enero de 1968.

    Gran parte de este libro -en su segundo volumen- dará cuenta de la enorme y casi sobrehumana actitud desplegada por Fuerza Nueva como partido político, y aunque el relato no es ni puede ser exhaustivo, el lector podrá deducir que desempeñamos un papel muy importante en la vida política española.

    Se ha especulado mucho sobre la razón por la cual escogimos para nuestro movimiento el nombre de Fuerza Nueva. A esta pregunta debo contestar que en Argentina hubo un grupo político que se denominó así. Lo fundó y presidió un militar, Juan Francisco Guevara, participó de modo decisivo en el levantamiento el general Leonardi. El grupo publicaba una revista titulada Cuatro Flechas. Juan Francisco Guevara es autor de un libro apasionante: Argentina y su sombra, publicado en Buenos Aires, y que cuenta con dos ediciones, una de 1970 y otra de 1973. Fui amigo de Tito Guevara -amistad que mantengo- y previa petición mía, con sumo agrado, me indicó que podría bautizar como Fuerza Nueva lo que aún no era más que un proyecto.

    Dios, Patria y Justicia fue el lema de nuestro movimiento político. Algunos han creído que lo tomamos de unas palabras que en Zamora, el 18 de abril de 1943 , pronunció Francisco Franco; palabras que literalmente eran las mismas. Pero no es así. La motivación del lema se hallaba en nuestro deseo de un Frente Nacional que mantuviera aglutinadas las fuerzas políticas que se unieron en las trincheras el 18 de Julio de 1936. De aquí, que nuestra doctrina se inspirara, a un tiempo, en la de la Comunión Tradicionalista y en la de Falange Española, y que el lema elegido sintetizaba. Del tradicionalismo tomamos la idea de Dios (nada sin Dios). Del nacional-sindicalismo, la de Justicia (opus iustitiae pax) y de uno y otro, el de Todo por la Patria (como se lee en los recintos militares).

    Como portavoz de los ideales a cuyo servicio nacieron la Editorial y la revista Fuerza Nueva, tomé parte en muchos actos políticos que consideramos de “afirmación nacional”. La mayoría no los convocábamos nosotros, sino la Confederación Nacional de Ex Combatientes, las Hermandades de Alféreces Provisionales o de la División Azul, que tenían la amabilidad de invitarnos. Estas invitaciones fueron motivadas, en gran parte, por el hecho de ser yo consejero nacional del Movimiento por designación directa de Franco. En otros casos la invitación procedía de instituciones de la más alta significación.

    Voy a relacionar tan sólo los actos que tuvieron lugar desde la fundación de Fuerza Nueva, el 2 de mayo de 1966, hasta la constitución del partido político del mismo nombre, el día 19 de octubre de 1976, fecha en que quedó legalizado al ser inscrito en el Registro de Asociaciones Políticas, y, por tanto, después del tránsito sucesorio en la Jefatura del Estado. Fueron, cronológicamente, los que siguen:

    17 de julio de 1966. Zaragoza. Academia General Militar. Conferencia a los cadetes. Tema: Elogio y defensa de la vocación militar.

    29 de octubre de 1966. Málaga. Casa Sindical, con motivo del 33 aniversario de la fundación de Falange Española.

    17 de diciembre de 1966. Madrid. Academia de la Policía Armada, con motivo de la bendición de la imagen de su Patrón, el Ángel de la Guarda.

    4 de julio de 1967. Zaragoza. Academia General Militar. Conferencia a los cadetes. Tema: Presente y futuro de la Hispanidad.

    19 de abril de 1968. Valle de los Caídos. Después de los sufragios por los mártires y héroes de la provincia de Toledo.

    30 de mayo de 1968. Barcelona. Palacio de las Naciones. Conmemoración de San Fernando, patrono del Frente de Juventudes. Conferencia: Guerra, victoria y paz.

    18 de junio de 1968. Bilbao. Cine Gran Vía. Se conmemoraba la liberación de la ciudad. Discurso: 31 años después.

    23 de julio de 1968. Santander. Casino de El Sardinero. Cena homenaje.

    27 de septiembre de 1968. Toledo. Ayuntamiento, para agradecer la decisión de nombrarme “hijo predilecto” de mi ciudad natal y la entrega del diploma que así lo acredita; y Venta de Aires, después del almuerzo en que la Hermandad de Defensores del Alcázar, me hace miembro de la misma, como hijo y heredero de mi padre. El título, en nombre de la Hermandad, me lo entregó mi buen amigo Abel de la Cruz.

    20 de noviembre de 1968. Granada. Casa Sindical. Aniversario del fusilamiento en Alicante de José Antonio Primo de Rivera. Conferencia sobre El pensamiento de José Antonio y la hora política de España.

    27 de noviembre de 1968. Madrid. Conferencia en el Circulo Doctrinal José Antonio.

    7 de diciembre de 1968. Madrid. Hotel Mindanao, con ocasión del número 100 de Fuerza Nueva.

    30 de abril de 1969. Centro Cubano. Conferencia. Título: Temas candentes de nuestra política internacional.

    22 de octubre de 1969. Toledo. Casa de la Cultura, Clausura de las II Jornadas Nacionales de delegados de Fuerza Nueva.

    28 de noviembre de 1970. Vall de Uxó. (Castellón) Teatro local.

    12 de diciembre de 1970. Zaragoza. Gran Hotel. Cena homenaje.

    22 de diciembre de 1970. Toledo. En el Alcázar, después de una manifestación, que refrendaba la de Madrid del pasado día 17.

    28 de enero de 1971. Barcelona. En la sede de la Hermandad de Alféreces Provisionales (en sustitución del acto programado en Granollers y prohibido por el gobernador y jefe provincial del Movimiento Garicano Goñi).

    31 de marzo de 1971. Madrid. Junto a la casa de la calle Génova en que nació José Antonio. Acto de desagravio por la destrucción de su monumento en Valencia.

    1 de abril de 1971. Madrid. Al aire libre, en la Puerta del Sol, conmemorando el día de la Victoria.

    12 de junio de 1971. El Entrego (Asturias) Casa Sindical.

    28 de junio de 1971. Almagro (Ciudad Real). Clausura de las I Jornadas Nacionales de Fuerza Joven.

    21 de junio de 1971. Calatrava la Nueva (Ciudad Real). Clausura de la reunión de delegados de Fuerza Nueva.

    8 de julio de 1971. San Celoni (Barcelona). Salón del Ateneo.

    17 de octubre de 1971. Valencia. Teatro Principal. 30 aniversario del bautismo de fuego de la División Azul.

    5 de diciembre de 1971. Torrelavega (Santander). Teatro Concha Espina. Conmemoración de la batalla de Loma de Montijo.

    15 de diciembre de 1971. Madrid. Restaurante El Bosque. Cena homenaje por mi nueva designación de consejero nacional, por Franco.

    26 de enero de 1972. Barcelona. Palau de la Música. 33 aniversario de la liberación de la ciudad.

    20 de febrero de 1972. Talarrubias (Badajoz). Finca La Jara (en sustitución del acto que en recuerdo del primer falangista asesinado iba a celebrarse en el pueblo, y que fue prohibido).

    12 de marzo de 1972. Gerona. Teatro Municipal.

    23 de abril de 1972. San Sebastián. Frontón Anoeta.

    8 de mayo de 1972. Almansa (Albacete). Teatro Regio.

    21 de mayo de 1972. Cangas de Onís (Asturias). Teatro Park.

    30 de mayo de 1972. Guadalajara. Coliseo Luengo. Día de la Juventud.

    4 de junio de 1972. Ciudadela (Menorca). Cine Alcázar.

    12 de noviembre de 1972. Pamplona. Teatro Gayarre. Acto organizado por las Hermandades de Ex Combatientes.

    26 de noviembre de 1972. Elche. Gran Teatro.

    10 de marzo de 1973. Madrid. Cena en El Molinón organizada por la Hermandad carlista del Maestrazgo, con motivo del Día de los Mártires de la Tradición.

    6 de mayo de 1973. Santander. Inauguración de la sede.

    8 de julio de 1973. Zaragoza. Cena en el Hotel París.

    14 de octubre de 1973. Valle de los Caídos. Clausura de las V Jornadas de Delegados de Fuerza Nueva.

    24 de noviembre de 1973. León. Hotel Conde Luna. Tema: El heroísmo en la guerra y en la indiferencia.

    1 de diciembre de 1973. Lérida. Cena en el Hotel Lleida.

    2 de diciembre de 1973. Tudela (Navarra). Hotel Sancho el Fuerte.

    2 de marzo de 1974. El Grove (Coruña). Urbanización San Vicente do Mar.

    3 de marzo de 1974. Cabañas (Coruña). Hotel Sarga.

    7 de junio de 1974. Sevilla. Casa Julia (Los Monos).

    23 de junio de 1974. Logroño. Sala Avenida.

    28 de septiembre de 1974. Toledo. Almuerzo en el restaurante Chirón, convocado por la Hermandad de Santa María del Alcázar, conmemorando la liberación de la fortaleza.

    11 de noviembre de 1974. Valle de los Caídos. Clausura de las VI Jornadas de Delegados de Fuerza Nueva.

    16 de diciembre de 1974. Madrid. Cena-homenaje a Ximénez de Sandoval, en el restaurante El Bosque.

    24 de enero de 1975. Palma de Mallorca. Salón del Colegio San Francisco.

    8 de febrero de 1975. Granollers (Barcelona). Palacio Municipal de Deportes.

    5 de abril de 1975. La Coruña. Hotel Atlántico.

    6 de abril de 1975. Lugo. Gran Teatro.
    19 de abril de 1975. Granada. Cena en el restaurante Colombia.

    11 de mayo de 1975. Santander. Teatro Santander.

    25 de mayo de 1975. Oviedo. Teatro Ayala.

    15 de junio de 1975. Cuenca. Teatro Júcar.

    26 de julio de 1975. Madrid. Restaurante El Bosque. Clausura del VI ciclo de conferencias del Aula de Cultura de Fuerza Nueva.

    4 de julio de 1975. Valdepeñas. (Ciudad Real). Cine Parque.

    9 de noviembre de 1975. Zaragoza. Centro Mercantil.

    30 de noviembre de 1975. Badajoz. Teatro López de Ayala.

    8 de diciembre de 1975. Pedreguer (Alicante). Clausura de las VII Jornadas de Delegados de Fuerza Nueva.

    17 de enero de 1976. Las Palmas de Gran Canaria. Salón de actos de la Hermandad de Alféreces Provisionales.

    18 de enero de 1976. Puerto de la Cruz (Tenerife). Hotel El Tope.

    1 de febrero de 1976. Cartagena (Murcia). Teatro Mariola.

    20 de febrero de 1976. Madrid. Restaurante El Bosque. Homenaje a Carlos de Meer y de Ribera.

    22 de febrero de 1976. Guadalajara. Coliseo Luengo.

    14 de marzo de 1976. Toledo. Teatro Rojas.

    28 de mayo de 1976. Madrid. Cine Morasol, para conmemorar la liberación de Madrid.

    25 de abril de 1976. Albacete. Teatro Circo.

    9 de mayo de 1976. Málaga. Teatro Cervantes.

    23 de mayo de 1976. Sevilla. Teatro Apolo.

    6 de junio de 1976. Lérida. Teatro Principal.

    13 de junio de 1976. Villavieja (Castellón) Parque Infantil.

    20 de junio de 1976. Puebla de Almoradiel. Teatro Maestro Guerrero.

    25 de junio de 1976. Madrid. Restaurante El Bosque. Clausura del VII ciclo de conferencias.

    4 de julio de 1976. Colmenar Viejo (Madrid). Cine San Lorenzo.

    28 de julio de 1976. Valdepeñas (Ciudad Real). Desagravio por la destrucción del monumento al Ángel del la Victoria.

    1 de octubre de 1976. Sede de Fuerza Nueva. Conferencia. Tema: Fuerza Nueva y el momento político.

    Antes de que apareciese el primer número de nuestra revista, intervine en actos públicos, con significación política. El primero de todos -y en un tiempo ya lejano- tuvo lugar en el teatro Rojas de Toledo. Fue el 17 de septiembre de 1939. El acto lo organizaba el SEU (Sindicato Español Universitario), del que yo era delegado provincial de Prensa y Propaganda. Según la prensa, hubo más de tres mil estudiantes. Cerraron el acto Julio García Matamoros, jefe del Distrito Universitario de Madrid y Justina Rodríguez de Viguri, delegada nacional de la Sección Femenina del SEU.

    En Murcia, donde ejercía mi profesión entonces, di una conferencia, el 5 de junio de 1948, titulada: Silueta espiritual de una generación española. Fue en el salón de actos de la Real Sociedad Económica de Amigos del País.

    Siendo ya notario de Madrid, hablé en el Palacio de la Prensa, con ocasión del levantamiento popular húngaro contra la ocupación soviética, el 11 de noviembre de 1956.

    En Huesca, y en la catedral, el 25 de marzo de 1963, para conmemorar el 25 aniversario del levantamiento del sitio de la ciudad por los rojos. En Toledo, di una conferencia, el 25 de febrero de 1964, que titulé Sin arriar las banderas, en el teatro Rojas.

    En Valladolid, y a requerimiento de los ex combatientes, hable en el Teatro Calderón, el 1 de abril de 1964, para conmemorar el Día de la Victoria en su 25 aniversario.

    En el Instituto de Estudios Africanos, en Madrid, hablé de La España irredenta: Gibraltar, el 10 de abril de 1964.

    En Villarreal de los Infantes (Castellón), intervine en un acto carlista, el 28 de junio de 1964.

    En Madrid, pronuncié una alocución, el 13 de diciembre de 1964, con motivo de la ofrenda por los Estrellas Verdes de una espada al Ángel Protector de España, que sustituía al que los rojos destrozaron.Su imagen se veneraba y se venera en la iglesia de San José.

    En Murcia, y en la Casa de la Cultura, hablé el 6 de febrero de 1964.

    En Cádiz, en el Teatro Andalucía, el 31 de octubre de 1965. El Tema: Reflexiones sobre la política española.

    En Gerona, el 14 de noviembre de 1965, en el Teatro Municipal, hablé en un acto organizado por la Hermandad de Alféreces Provisionales.

    En Valencia, y en el Teatro Principal, el 5 de diciembre de 1965 sobre Lecciones de la Victoria y de la Paz. Lo organizaron distintas Hermandades de ex combatientes, y entre ellas las del Requeté y la División Azul.

    En Andújar (Jaén) dirigí la palabra el 12 de abril de 1966 a los postres del almuerzo celebrado tras la Jura de Bandera por los nuevos guardias civiles, en el Parador del Santuario de la Virgen de la Cabeza.

    En todos los actos hubo asistencias multitudinarias y un patriotismo desbordado. Tuvieron particular repercusión el de Valladolid, con motivo de la Victoria; el del Palau de la Música, de Barcelona; el de Valencia, con motivo del 30 aniversario del bautismo de fuego de la División Azul, y el de San Sebastián en el Frontón Anoeta. El de Huesca, en la Catedral, tuvo connotaciones muy curiosas, que no transcendieron al exterior.

    De tres de todos estos actos, el de Huesca, de 25 de mayo de 1963; el de Barcelona, de 26 de enero de 1972, y el de Palma de Mallorca, de 24 de enero de 1975, doy cuenta detallada, por su especial significación en cuanto aquí interesan, en el capítulo siguiente.

    VISITA AL PRÍNCIPE DE ESPAÑA

    Este periodo de Fuerza Nueva, es decir, el transcurrido desde su constitución como editorial, hasta la fundación del partido político de nombre idéntico, comprende las entrevistas que personalmente tuve con el Príncipe. En la de 6 de mayo de 1971 recordamos una visita al Colegio Mayor Antonio Rivera, de cuyo patronato yo era presidente. Le entregué unas fotos de la visita. En otra, la del 10 de enero de 1974, a su requerimiento, a las 6'30 de la tarde, me informó amablemente de la enfermedad de Franco, de la situación de Portugal, de las tensiones palaciegas y de su actitud cara al tema sucesorio. Hubo otra entrevista, más tarde, el 8 de diciembre de 1974.

    Pero la más importante fue, sin duda, la del 7 de diciembre de 1973. No tuvo carácter personal, ya que una comisión nutrida, de la que formaron parte personas de la más alta significación en amplios sectores de la vida española, acudimos a la Zarzuela. La visita se concertó anticipadamente, y yo, que iba a pronunciar unas palabras de saludo en nombre de todos, tuve que enviar su texto también con antelación, a fin de que el Príncipe pudiera preparar otras contestándome.

    Creo que por su importancia y trascendencia política debo transcribir mi saludo:

    "Alteza:

    "Al clausurar las V Jornadas Nacionales de Delegados de Fuerza Nueva, celebradas en el Valle de los Caídos el pasado mes de octubre, tomamos el acuerdo de acudir a esta casa, a fin de visitar al Príncipe y ofrecerle nuestros respetos.

    "No se trata de una visita de protocolo, señor. No tratamos de figurar en la lista cada vez más copiosa y abultada de las audiencias que a diario recibís. La nuestra, al menos para nosotros, tiene una alta significación política y no hemos tomado la determinación de hacernos presentes sin una reflexión sobre su alcance y sobre los compromisos que de tal presencia se derivan.

    "Por ello, vais a permitirnos que con la brevedad que la ocasión exige, pero también con absoluta sinceridad, os expongamos nuestro pensamiento para un instante en que por razones biológicas ha de producirse un cambio personal en la jefatura del Estado español, cambio que, lógicamente, produce en nosotros inquietud y esperanza.

    "Huelga decir que cuantos aquí estamos, y cuantos de un modo o de otro podamos representar, aceptamos sin reserva la Constitución monárquica del Estado español y estimamos como residual, nostálgica y ajena al verdadero interés del país cualquier otra orientación que a estas alturas de nuestro desarrollo político pudiera proponerse desde la tribuna o desde la calle.

    A esta solución hemos llegado por caminos diferentes: por simple vinculación afectiva a la institución monárquica; por razones de carácter personal, siempre respetables; por repulsa a los engendros republicanos de 1873 y 1931; por la adhesión anticipada y sin fisuras a las soluciones sucesorias que Franco o el Movimiento diesen; por una reelaboración doctrinal del propio pensamiento político, reelaboración no hecha en abstracto -que ello sirve de poco- sino en concreto, estudiando lo que a la nación le interesa y a su futuro inmediato le conviene.

    "Lo que importa, señor, no es tanto el proceso como el punto de coincidencia y de llegada. Hurgar en los precedentes y en las motivaciones será campo propio de eruditos y de archiveros, pero no de hombres que se sienten llamados, como vos, por razones de juventud y de oficio, a encararse con el futuro y a examinar las fuerzas políticas que se mueven en su contorno.

    "De aquí, que siendo Fuerza Nueva una publicación enmarcada en el cuadro de las adhesiones institucionales, desee formular ante el Príncipe sus preocupaciones y sus puntos de vista, que aún expuestos en diversas circunstancias pudieran o no haber llegado a conocimiento de su Alteza o haber sido tergiversados por motivos diferentes.

    "Sabemos, señor, en primer lugar, que pese a los mejores deseos, no podréis ser, inicialmente, el rey de todos los españoles, porque aún cuando la inmensa mayoría de los ciudadanos ya os aceptan y muchos están dispuestos a serviros, aún quedan quienes por su vinculación ideológica a grupos antimonárquicos, totalmente definidos por su postura beligerante durante la guerra que la segunda República hizo necesaria, o por los recelos suscitados por el sistema liberal que derrocó a la Monarquía y fue causa de la grave confrontación que sufrimos, no os considerarán como su rey, al menos de momento, o con el énfasis posesivo que quisierais.

    "En este sentido no nos importa tanto la realeza del Jefe del Estado como un Jefe de Estado real, con el título de Rey; y más que una corona, que puede quedar reducida a un símbolo inoperante, queremos una cabeza sobre la cual puede asentarse la corona, como una pública demostración y un solemne reconocimiento de autoridad.

    "Nadie mejor que en vos, por ser la cabeza fundacional de una Monarquía, puede darse la figura concreta de un Jefe de Estado real, órgano, el más alto, de un Régimen que no puede ser transparencia de cualquier ideología, ni indumentaria ajustable para cualquier tipo de estructura, sino servidor ejemplar de la propia filosofía política animadora del Régimen que a sí mismo quiso darse una configuración monárquica.

    "La Monarquía, de esta forma, se arraiga y fortalece, porque está pronta a recibir y a alimentarse de la sustancia vital que le dio vida y existencia. El Rey, en esta Monarquía, que es la única viable entre nosotros, como ha demostrado la experiencia, no es un Rey pantalla, que expone ante la opinión, haciéndolo fríamente suyo, el programa del partido triunfante, conservador, unas veces, y socialista, otras, sino un Rey caudillo, intérprete y guía, que hace propio y embandera el programa político, social y económico de un Régimen que ha dado ya sus definiciones dogmáticas esenciales y que el Rey ha aceptado con un juramento de honor ante la Patria.

    "Lo atractivo para nosotros, los que hemos llegado hasta aquí en la mañana de hoy, consiste en saber que estamos ante quien por designio de la Providencia, y obra y gracia del pueblo español que se alzó en armas para liberarse de la tiranía marxista, puede ser y debe ser la garantía de la continuidad del Estado; y también la de su homogénea perfección sucesiva, de acuerdo con la imperfección de toda esa empresa humana y de las nuevas necesidades que a la empresa demandará sin duda el tiempo que ha de venir.

    "Pero el gozo de saber que sois cabeza fundacional de una Monarquía perfilada en los términos que acabamos de apuntar, os coloca en una situación privilegiada y por ello mismo especialmente responsable.

    "Nosotros sabemos, porque somos humanos, que no sin dolor personal habéis sido actor de un drama íntimo. Ser constituido Príncipe de España, sin olvidar vuestra sangre, pero sin basar en ella vuestro oficio futuro, es decir, el ius ad rem de que ya sois titular, es algo que comprendemos y os enaltece. Con ello habéis dado una prueba de que como en una escala de valores, el amor a la Patria debe primar y reducir a la esfera íntima otros que, sin duda, y en el orden estrictamente personal, son, desde luego, venerables.

    "Pero de esta forma, ante el pueblo español, aparecéis más libre y espontáneo. Lo que destaca no es la dinastía, punto de controversia que pertenece al pasado, sino el Príncipe de España. Las antiguas contiendas -unas más lejanas; mas próximas, como es natural, las del siglo pasado- pueden olvidarse en manos del Rey de la Monarquía ahora fundada. Aún persisten en muchas ciudades españolas los recuerdos de la guerra de Sucesión entre Austrias y Borbones, que trajo consigo la pérdida de Gibraltar. Aún viven los nietos de carlistas y liberales, y son muchas las familias que guardan como un tesoro los viejos uniformes. Pero si el Príncipe, hoy, y Rey mañana, es el Príncipe y el Rey de la Monarquía nueva,
    de la Monarquía Nacional, entonces el panorama y las perspectivas son muy diferentes. Entonces, a poco esfuerzo que hagamos, el Rey 'para" todos, se convertirá, sin apenas darse cuenta, en el Rey 'de todos" los españoles.

    "Pero es más. La Monarquía nueva no es una creación imaginaria de un grupo de soñadores. Quizá podríamos decir, en evitación del tópico, que estamos ante una Monarquía nueva, pero renacida, que encuentra su manantial y su venero, ya que no en el absolutismo o en el liberalismo, origen ambos de su corrupción y de su decadencia, sí en la Monarquía de que fueron fundadores y paridores nuestros Reyes Católicos.

    "Esa Monarquía católica, tradicional y representativa, es la Monarquía Nacional que configura la Ley Orgánica del Estado que el pueblo aprobó en un plebiscito memorable.

    "Rey de esa Monarquía y cabeza fundacional de una estirpe que hace alianza y pacto con su pueblo, conforme a un ordenamiento jurídico viejo y entrañable; de ese pueblo tendréis que solicitar apoyo, a la vez que escuchar su voz auténtica, y para que lo sea, no a través de los cauces postizos y artificiales que conducen a los Parlamentos, sino a través de los cauces objetivos de participación en el poder político, que son los gremios, las corporaciones económicas, profesionales y locales y la institución familiar, que con todas las garantías de independencia que propugnamos y que es preciso procurarles, deben concurrir y hacer llegar su voz y sus deseos la las Cortes.

    "Señor: No quisiéramos que en estas palabras que hemos pronunciado con serenidad, no exenta de emoción, viérais un alarde expositivo de ciencia política. Ved tan sólo la opinión de un grupo de españoles que aman profundamente a su Patria, que quieren para España lo mejor, que desean que la Monarquía se consolide y afiance, y que en un tiempo difícil en el que se conjugan la deserción y la cobardía, avala su talante con un semanario al que alguien vaticinó escasa vida y que va a cumplir el mes próximo siete años de existencia.

    "Alteza: Os deseamos, en compañía de la Princesa y de vuestros hijos, una Navidad feliz; la misma Navidad que deseamos en todos los hogares de España."

    Fue así la respuesta del Príncipe:

    "Agradezco las palabras nobles y sinceras que acabáis de pronunciar, que nacen sin duda de ese amor a la Patria que habéis señalado y de esos deseos de 'todo lo mejor para España" que acabáis de expresar.

    "Yo también experimento profundamente estos mismos sentimientos, y por ello me he entregado sin reservas a la misión que la Providencia me ha deparado y que el pueblo español, a través de sus cauces legítimos, ha querido confiarme para el día, que espero esté lejano, en que tenga que asumir la más alta Magistratura del país.

    "Con profunda sensibilidad habéis aludido a los sacrificios íntimos que me han correspondido vivir, y os agradezco de verdad que sepáis valorarlos. Tened la seguridad de que no regatearé esfuerzos por servir a mi Patria. Lo aprendí desde niño, y estoy dispuesto a cumplirlo.

    "Creo que vuestros afanes defendiendo con brío una postura tan gallarda y de tanto arraigo nacional como es la vuestra, es importante, pero sé muy bien, que comprendéis que no sois los únicos depositarios del patriotismo y que el amor a España no puede ser monopolio de un grupo.

    "Por esto, quisiera recordaros, con palabras del Caudillo, 'que de la más viva variedad suele brotar la unidad más potente, cuando por sobre aquélla, se eleva una fuerte conciencia unitaria hacia la España mejor con la que vosotros y yo soñamos; es la tarea de esta generación que teniendo como base firme y clara nuestros Principios Fundamentales, dé vida y aliente ese común destino histórico que caracteriza a la Patria y que nos hará grandes, porque conservando las esencias de nuestra gloriosa tradición, responderemos adecuadamente a las exigencias sociales de nuestro tiempo.'

    "En esta víspera de la Inmaculada, fiesta de tanto arraigo en nuestro pueblo, debemos reflexionar sobre nuestra actitud y proponernos trabajar al servicio de la unidad y grandeza de la Patria, con la gallardía y la firmeza del que sabe sirve a la verdad, pero con la prudencia y la generosidad, patrimonio de los hombres como vosotros, que habéis dado pruebas de las más altas virtudes patrióticas y queréis lo mejor para España."

    La verdad es que las palabras del Príncipe no nos cayeron bien. Decirnos que no éramos "los únicos depositarios del patriotismo, y que el amor a España no puede ser monopolio de un grupo" equivalía a imputarnos, muy lejos de la verdad, lo mismo que nos decían quienes nos atacaban con furor, afirmando, entre otras cosas que, para identificarnos, hacíamos uso de la bandera de España. Si la enseña nacional era de todos los españoles, todos teníamos derecho a enarbolarla, y si el patriotismo es una virtud, según Santo Tomás, todos podíamos tenerlo, dando prueba de la misma. Tenían perfecto derecho -aunque no la utilizaban- a cobijarse bajo la bandera y a dar muestras de su amor a la Patria. No sólo no lo discutimos nunca, sino que vehementemente deseábamos que demostrasen su amor.

    Debió advertir el Príncipe por el gesto colectivo de los visitantes, que no había caído bien su contestación, porque, dirigiéndose a mí, preguntó: "¿Qué os ha parecido?" Yo, con respeto, pero con sinceridad, le respondí que no estuvo acertado en su respuesta, que nos habían dolido algunas de sus frases, y que había tenido sobre mí una ventaja, la de conocer con anticipación el texto de mi saludo, mientras yo acababa de conocer la respuesta que acabábamos de oír.

    No pudo pasar inadvertida nuestra reacción al Príncipe. Nos acompañó hasta la escalinata que da acceso al Palacio de la Zarzuela. Se fotografió con nosotros, y, sonriendo, me dio un abrazo.

    Pero el abrazo no podía borrar lo dicho. Estimamos que era de obligación dejar constancia cierta de lo sucedido. En la sede redactamos diversas cartas. Fuimos corrigiendo y limando el texto. El definitivo, que envié al Príncipe, con mi firma, fue éste:

    "Alteza:

    "Creo un deber darle unas impresiones sobre la audiencia del viernes día 7.

    "La había preparado cuidadosamente y con una gran ilusión, pensando en España, en el Príncipe y en Fuerza Nueva.

    "En un momento político delicado, como el presente, llegar a la Zarzuela con una representación nutrida y calificada de un amplio sector del país, al que el patriotismo, y no otras razones que militaban de contrario, movían en esa dirección, constituía, a poco que se medite, un gesto importante y quizá decisivo para el futuro.

    "Hombres de la Falange y de la Tradición, que habían vencido recelos y reservas, hombres más jóvenes, formados en torno a Fuerza Nueva, ofrecían el viernes una posibilidad definitiva de captación, para la que estaban expectantes y propicios.

    "Yo envié a su Alteza las palabras que en nombre de todos iba a pronunciar, y que traté fueran objetivas, buscando aquello que puede ser punto de partida y vinculación a su persona, y marginando lo que pudiera ser motivo de discusión o desavenencia.

    "Su Casa Civil me rogó suprimiese unas líneas, y aún cuando a mi juicio las mismas no quebraban esa orientación, las taché y las omití en mi lectura, utilizando para ello el mismo texto que la Casa Civil me devolvió.

    "Su respuesta produjo en el grupo que le visitaba la reacción que pudo advertir de inmediato. La frase: 'comprendéis que no sois los únicos depositarios del Patriotismo y que el amor a España no puede ser monopolio de un grupo" nos hirió profundamente, no sólo porque la pronunciaba su Alteza, sino porque es la misma, hasta literalmente, que emplean nuestros enemigos, en la prensa y en la tribuna, la misma que uno de ellos, que a sí mismo se califica como fuera del Régimen, había pronunciado unos días antes en una conferencia celebrada en Barcelona.

    "No aspiramos, señor, a tener ningún monopolio, aunque el patriotismo y el amor a España nos impulsan a posturas incómodas, a veces, y nos hayan movido a ir con 'inquietud y con esperanza" a saludarle de un modo corporativo y a ofrecerle nuestros puntos de vista, que, en evitación de cualquier mal entendido, le fueron presentados con antelación suficiente, para que, incluso de no haber estado de acuerdo, pedir su rectificación esencial, no conceder o cancelar la audiencia.

    "Si en lo que yo dije hubiera habido algo torpe, equivocado o políticamente heterodoxo, lo correcto hubiera sido indicarlo, con toda la autoridad que os corresponde. Pero decirnos, con palabras de los que se obstinan en ofendernos, 'que no sois los únicos depositarios del Patriotismo y que el amor a España no puede ser monopolio de un grupo", nos hirió profundamente y nos hizo salir de la Zarzuela, no obstante las manifestaciones de cordialidad que luego nos prodigásteis, con la esperanza menguada y la inquietud crecida.

    "No os niego la profunda desazón y el disgusto íntimo que esas palabras me produjeron, al poner en trance de frustración una tarea de acercamiento suave hacia vuestra persona de un sector amplio del país; labor de siete años que en este aspecto estimo fracasada.

    "Alguien me recordó al terminar la audiencia aquellas palabras de Cristo: 'Si he dicho mal, corrígeme. Pero si he dicho bien, ¿por qué me hieres?" Y esta herida, que producirá, sin mengua del respeto que le debemos, una cierta frialdad, me preocupa. Ha sido una gran ocasión desperdiciada.

    "Dios quiera que sus consejeros no frustren oportunidades como la que le ofrecimos ilusionadamente el viernes día 7 de diciembre, víspera de la Inmaculada, patrona de España, a la que recordásteis al terminar vuestra breve alocución.

    "Reiterándole mi felicitación de Navidad le saluda con respeto su buen amigo

    Fdo: Blas Piñar

    POR LLEVAR MI APELLIDO

    La posibilidad de que nuestro semanario suscitara una reacción popular a favor de los ideales de la Cruzada, cuando parecía que moralmente comenzaba a debilitarse el Sistema, no pudo pasar inadvertida al adversario. En su camino, perfectamente elaborado para lograr su propósito, no se tuvo en cuenta –quizá porque no pudo preverse- nuestra aparición en el escenario político. Por eso, cuando apenas había transcurrido un año de la aparición de Fuerza Nueva, tuvo lugar un incidente muy desagradable.

    Los medios de comunicación, creo que sin excepciones, dieron la noticia de que uno de mis hijos, entonces con diecisiete años, había sufrido una agresión en la Facultad de Filosofía y Letras, en la que estaba matriculado. Fue el 6 de febrero de 1968.

    Copio del diario Ya, de 7 de febrero: "(Ayer) por la tarde, el alumno don José Piñar Gutiérrez, cuando entraba en la biblioteca de dicha Facultad, fue objeto de una agresión por parte de tres estudiantes. Fue trasladado rápidamente a la Casa de Socorro de Universidad, en un vehículo de la Policía. La única información que nos ha sido facilitada, es el parte facultativo, que dice: "Lesión erosiva en la mejilla izquierda, de pronóstico leve".

    Arriba, del día 8 de febrero, publicó una carta con la firma de M.D.B, en la que, narrando lo mismo, se decía: "Unos estudiantes se acercaron a un compañero suyo. Le preguntaron: ¿Eres hijo de Blas Piñar?, y al responderles afirmativamente, comenzaron a pegarle tan sólo por eso, por ser hijo de un gran hombre, de un gran español, que no duda en denunciar los sucios manejos que poco a poco van corroyendo algunos estamentos de nuestra sociedad".

    La noticia de la agresión a mi hijo me la dio telefónicamente mi buen amigo Luis Coronel de Palma. Me llamó desde el aeropuerto de Barajas para informarme. Mi mujer se desplazó inmediatamente a la Casa de Socorro para recoger y traer a casa a nuestro hijo.

    Recibí tarjetas, cartas y telegramas de conocidos y desconocidos, suscriptores y no suscriptores de Fuerza Nueva, manifestando, por una parte, su indignación por el hecho y, por otra, en apoyo y adhesión a nuestra dura tarea. Hubo, además, como puede adivinarse, llamadas por teléfono. Destaco la de Jaime Campmany, que lamentó lo ocurrido. Le di las gracias naturalmente, pero no pude por menos de decirle que sus ataques reiterados a mí, en tono, por lo menos despectivo y burlón, en los que el apellido Piñar se destacaba, no habían sido la causa, pero sí habrían podido contribuir e incitar a la agresión a mi hijo.

    De las pruebas escritas de protesta y adhesión quiero reproducir algunas, especialmente significativas, como las siguientes:

    La de José Luis Zamanillo (carlista), del día 8 de febrero de 1968.

    "José Luis Zamanillo

    "Abogado"

    Excmo. señor don Blas Piñar

    "Mi querido amigo:

    "Deseo reiterarte por escrito mi indignación y protesta por la cobarde agresión sufrida por tu hijo en la Universidad. Aunque para los dos constituye un honor este acto. Ladran...

    "Te felicito también, por tu acertado y oportuno artículo de ayer en Informaciones. Adelante con firmeza y serenidad. ¡Qué más quisiera el enemigo que perdiéramos los nervios!."

    La de Rafael Gambra Ciudad, (catedrático y tradicionalista):

    "No quiero dejar de expresarte mi indignación por el incidente de que ha sido víctima tu hijo en la Universidad, así como mi participación en tu justo dolor. Pidamos a Dios que no sea esto un principio de lo que tal vez tengamos que sufrir. Con una profunda comunidad de fe y emociones recibe un cordial abrazo de tu buen amigo".

    La de Constantino Lobo Montero, (general de División):

    "Constantino Lobo Montero

    "General de división

    "Mi querido amigo:

    "Al ver por la prensa el incidente que ha tenido tu hijo José María en la Universidad, quiero escribirte para hacerte presente mi más cariñosa y sincera felicitación por tener un hijo tan extraordinario; al propio tiempo que celebro que no haya sido nada grave.

    "Con este motivo, recibe un fuerte abrazo"

    La de Antonio Carro Martínez (que fue luego miembro de la Presidencia):

    "Antonio Carro Martínez.

    "Querido Blas:

    "Ante la incalificable agresión de la que has sido objeto, recibe mi testimonio de adhesión y amistad.

    "Un abrazo."

    La de José García Hernández (que fue luego ministro de la Gobernación):

    "Ante la imposibilidad de no poder hacerlo personalmente, por estas líneas te envío mi recuerdo mas afectuoso uniéndome muy sinceramente a tus sentimientos por la cobarde agresión de que ha sido objeto un hijo tuyo".

    La de José Blanco Argibay (oficial mayor del Ministerio de Información y Turismo):

    "Ministerio de Información y Turismo.

    "El oficial mayor

    "Mi distinguido amigo:

    "En el Ya de hoy leo la noticia de que su hijo José ha sido agredido a la entrada de la biblioteca de la Facultad de Filosofía y Letras por tres estudiantes.

    "Seguramente los cobardes agresores han querido tomar represalias en su hijo por los valientes discursos de su padre.

    "Es intolerable lo que está pasando. En el Nuevo Diario del pasado domingo se ataca a la Falange en un artículo lleno de veneno firmado por Calvo Hernándo. De seguir así las cosas vamos a tener que pedir perdón por haber vencido en la Cruzada y meternos debajo de la cama, porque muy pocas voces se alzan como la suya denunciando dónde está la verdadera causa de estos desórdenes públicos."

    La de don Antonio Rodilla Zanón (Rector del Seminario de Moneada, (Valencia):

    "Seminario de Moneada (Valencia)

    "9 de febrero de 1968

    "Mi querido amigo:

    "Cada número de Fuerza Nueva me es una invitación para escribir a usted, felicitándole por una acertada y valiente orientación y agradeciéndole el mucho bien que con su pluma y su conducta nos hace.

    "Mas siempre he creído que más que con cartas y palabras debo atender con mi oración y desde luego con gran afecto a estos hombres -hoy tan escasos que el Señor nos regala para el verdadero bien de la Iglesia y de España.

    "Con todo, no quiero que falte la presencia de mi testimonio de ferviente amistad y de grande admiración, en estos momentos en que la siembra del enemigo -sobre todo del enemigo vestido de alzacuello- empieza a dar el fruto de golpes brutales en lo más inocente de su carne de usted.

    Que todo le sirva a usted para purificar cada vez más su intención en esa lucha que con tanta fortaleza está librando. La recibirá el Padre como ofrenda expiatoria a tantas y tantas injurias y desatenciones como contra usted dirigen unos y otros."

    La de monseñor Guerra Campos (secretario de la Conferencia Episcopal Española):

    "El obispo-secretario del Episcopado español.

    "Muy estimado amigo:

    "Comparto su dolor por la brutal agresión que ha padecido en su hijo y por todo lo que la agresión y sus circunstancias significan.

    "Es triste que haya incidido en ese momento el editorial de Ya, el cual, si no tiene más soporte que los hechos que yo conozco, es insidioso e injusto.

    "Su hijo, que hace pocos días servía junto al altar del Señor, se consolará recordando por quién sufre. Pido al Señor que no falte su Paz en el corazón de usted."

    La de don Luis Muñoyerro (arzobispo de Sión y vicario general Castrense):

    "Enterado de la injusta agresión de que ha sido objeto en la persona de su buen hijo, me asocio a su sentimiento y dolor fraternal. Ya sé que no necesita mis palabras de consuelo y que estas pequeñas cruces que le envía el Señor, servirán para enardecerle más en su desinteresada labor apostólica, como es el excelente católico y perfecto patriota. Pero quiero manifestarle que, en estos momentos de persecución por la Patria, no le faltarán mi bendición y oraciones".

    La de don Casimiro Morcillo (arzobispo de Madrid-Alcalá y presidente de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar).

    "Comisión Episcopal de Apostolado Seglar.

    "Presidente.

    "He tenido conocimiento, por información de la Srta. María de Pablos, del hecho deplorable acaecido recientemente en nuestra Universidad a su hijo José.

    "Intento hacerme cargo de la justa indignación, a la vez que del dolor, que se habrá apoderado de usted a raíz del triste incidente. Pero también me atrevo a adivinar los sentimientos de legítimo orgullo y de honda satisfacción que hallarán cabida en su condición de padre, al comprobar cómo un hijo suyo es capaz de subrayar, de tan singular manera, una línea de conducta que no ha aprendido tanto en los libros como, día a día, en el seno de su familia, y que se pone de manifiesto aún en edad tan temprana.

    "¿Querrá aceptar, pues, mi felicitación?. No a todos los padres como a usted les cabe hoy la misma suerte, si bien ésta, al presente, se halle velada por los nubarrones de la violencia.

    "Esperamos que todo pase y, mientras tanto, pido al Señor para usted -y muy especialmente para su querido hijo José- la entereza de ánimo unida a la mansedumbre cristiana.

    "No quiero terminar sin expresarle mi complacencia, así como mi felicitación por el feliz desarrollo del acto de desagravio celebrado en San Francisco el Grande. Gracias a Dios, para cualquier observador de buenos ojos, el cariz del mismo fue en todo momento estrictamente religioso.

    Enhorabuena, pues, a los organizadores.

    "Reciba la bendición mas cordial, extensiva a todos los suyos."

    El agresor o los agresores no fueron detenidos. Se refugió o se refugiaron en uno de los locales que en el edificio de la Facultad servían de sede a una de las Asociaciones de Estudiantes que se habían constituido para fomentar la subversión. Me puse en contacto con el Rector de la Universidad y con el ministro de la Gobernación, pero no tuve éxito. La policía -según me dijo el último- no podía entrar en el inmueble sin permiso del rector, y el rector dio el permiso con la demora necesaria para que el agresor o los agresores escapasen.



    Fuentes: 1. ALERTA DIGITAL
    2. ESCRITO PARA LA HISTORIA









    Donoso dio el Víctor.

  3. #3
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    Re: La incoherencia de Blas Piñar

    ¿Por qué hablo de incoherencia en Blas Piñar (y que me perdone si me está leyendo él o alguno de sus partidarios)? Pues porque no quería ver la realidad clara y sencilla de que si los subalternos (contra los cuales descargaba su oposición y sus críticas, y con mucha razón dicho sea de paso) del Régimen hacían lo que hacían era porque aquél que estaba en el vértice de la pirámide del régimen no sólo lo consentía sino que también lo promocionaba, nombrando para todos esos puestos a revolucionarios de comprobada categoría democristiana o progresista (en lugar de nombrar a tradicionalistas como Blas Piñar y sus correligionarios, que quedaban relegados a posiciones secundarias cuando no directamente silenciados o perseguidos por las autoridades subalternas del mismo régimen del que paradójicamente se autotitulaban sus más firmes defensores).
    (respecto a la política revolucionaria de Franco, pero al que Blas Piñar no quería ver como auténtico y principal responsable).
    En primer lugar, no parece muy lógico que vd asuma todas las tesis de una persona para descalificarla a continuación como "incoherente". ¿Qué tendría que haber hecho para ser coherente? Ya, ya nos lo imaginamos: pasarse al bando de los que odiaban a Franco por traidor, claro.

    Pues yo no veo ninguna incoherencia: simplemente que Blas Piñar no veía ninguna alternativa a Franco, ni ningún otro grupo que le pudiera sustituir, incluyendo alternativas "tradicionalistas". Él debería explicarle el por qué de su disensión con esos grupos y preferir a un Franco envejecido y camino de la decrepitud.

    Blas Piñar se quejaba y con toda la razón del mundo, por supuesto. Pero la diferencia está en que Vd atribuye todos esos males a Franco y Blas Piñar siempre se los ha adjudicado a los que le rodeaban. Supongo que Blas Piñar tendría más conocimiento de sus propios actos y de la postura que tomó que Vd o yo.

    Por lo demás hablar de comportamientos incoherentes tampoco sería tan raro, desgraciadamente. Sin ir más lejos todo el mundo sabe que los culpables del caos eclesiástico del Vaticano II son los Juanes XXIII, Pablo VI y los Juan Pablos. Y sin embargo todos incoherentemente los respetan y los veneran como santos o medio santos. ¿Por qué? Pues porque no hay alternativa a ellos.

    Por lo demás, Blas Piñar tiene escritos mucho más posteriores donde siguió justificando su punto de vista y es tajante: Franco era traicionado por su entorno. Si él lo sabía o no, era en todo caso ya bastante viejo para dar cambios bruscos de rumbo.
    Pious dio el Víctor.
    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
    Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)

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    Re: La incoherencia de Blas Piñar

    Por otra parte, muchos de los eventos y datos que denuncia ahí Blas Piñar caían bajo competencia de gobernadores civiles o bajo entramados administrativos con propia competencia.
    Hacer responsable directo a Franco de la aparición de la Revista de Occidente o de que hubiera publicidad "pornográfica" en el diario Marca (!!!en 1964¡¡¡) es ridículo. (Todo el mundo sabe que lo que hoy se entiende por erotismo y pornografía apareció en España una vez muerto Franco. en los años 60 Blas Piñar aludía a "pornografía, como cultismo idiomático para designar una exhibición inmoral). O de que en el evento tal o cual de no se qué pueblo pasó eso y lo otro etc.

    Blas Piñar carga mucho las tintas, y con toda razón, pero su celo le lleva también a invadir denunciar infracciones de materias que recaían en los obispos, según el concordato. Franco tenía que oir al Primado de España y al Nuncio... y no al obispito tal o cual de no sé dónde (¡¡de los 70 que había en España!!)... que pensaba como Blas Piñar.
    Eso no quita que hubiera sido preferible tomar medidas, por supuesto.

    Y que la primera defección al régimen del 18 de julio fue la de la Iglesia y la primera traición también. Y el régimen, para su desgracia, además debía respetarla en base al dichoso Concordato...
    Pero Blas Piñar por la fecha tan temprana de esos escritos aun no calaba la gravedad del Vaticano II y que el Régimen ante él no solo debía prohibir sino acatar su demolición y descomposición interna.
    Etc.

    Por último, cuando se habla de "traición a Franco por su entorno", no es que el Franco anciano no se enterara de las denuncias de un Blas Piñar sino que, como Jefe de Estado su cabeza estaba más pendiente de asuntos internacionales, recepciones de embajadores, política internacional, ejército infraestructuras, economía, etc por un lado (¡¡como para ocuparse de un anuncio erótico del Marca!!); y por otro que sus colaboradores más cercanos o le disuadían o no le hacían ver la gravedad de esos hechos que, a decir verdad, vista la debacle de la Transición, poco más hubiera podido hacer Franco o de bien poco hubiera servido que se hubiera opuesto con todas sus (escasas ya) fuerzas.
    jasarhez y Pious dieron el Víctor.
    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
    Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)

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    Re: La incoherencia de Blas Piñar

    En primer lugar, no parece muy lógico que vd asuma todas las tesis de una persona para descalificarla a continuación como "incoherente". ¿Qué tendría que haber hecho para ser coherente? Ya, ya nos lo imaginamos: pasarse al bando de los que odiaban a Franco por traidor, claro.
    Cuando hablo de íncoherencia política de Blas Piñar no lo uso de manera descalificativa o denostadora. No tengo problema ninguno en reconocer (salvo prueba en contrario) la buena fe en los actos y palabras de Blas Piñar. Igual que no tengo (por poner un ejemplo para que se me entienda lo que quiero decir) ningún problema en reconocer la buena fe de Blas Piñar cuando también cae en la incoherencia religiosa de no querer ver que el origen del problema actual en la Iglesia Católica está en los documentos del Concilio Vaticano II y en la Nueva Misa.

    Pues yo no veo ninguna incoherencia: simplemente que Blas Piñar no veía ninguna alternativa a Franco, ni ningún otro grupo que le pudiera sustituir, incluyendo alternativas "tradicionalistas". Él debería explicarle el por qué de su disensión con esos grupos y preferir a un Franco envejecido y camino de la decrepitud.
    La incoherencia política de Blas Piñar la expliqué antes: el no querer ver que los malos actos (que él denunciaba públicamente con toda la razón del mundo) de los sucesivos gobiernos franquistas (en todas las ramas de la política) eran consecuencia directa del régimen político del que dichos gobiernos formaban parte, así como del Jefe del Estado que encarnaba dicho Régimen.

    La lealtad acérrima que tenía a Franco le impidió ver esa relación directa entre el régimen (y la persona que lo encarnaba) y los malos gobiernos, como la causa al efecto.

    Dicho con otras palabras, Blas Piñar hacía una oposición a los gobiernos, pero no al régimen. La posición de la Comunión legitimista era la correcta: oposición al régimen y a la persona que lo encarna en tanto que causantes últimos (ya activamente, por promoción, ya pasivamente, por consentimiento) de la mala línea política demoliberalizadora seguida por sus gobiernos y ministros.

    Y por supuesto, sigo sosteniendo que desde 1833 la única solución (no una simple alternativa, sino la única solución política) es la de la restauración de la Monarquía Tradicional española, mediante la previa restauración en el poder político de la persona que la encarne en el momento.

    Blas Piñar se quejaba y con toda la razón del mundo, por supuesto. Pero la diferencia está en que Vd atribuye todos esos males a Franco y Blas Piñar siempre se los ha adjudicado a los que le rodeaban. Supongo que Blas Piñar tendría más conocimiento de sus propios actos y de la postura que tomó que Vd o yo.
    Por supuesto que ésa era la postura de Blas Piñar, y lo he señalado siempre en este hilo: mal gobierno, régimen bueno.

    Pero precisamente por eso hablo de incoherencia política: por no querer ver que ese mal gobierno en contra de la religión y del bien común de los españoles no era algo indepediente o ajeno al régimen, sino una consecuencia del mismo.

    Por lo demás hablar de comportamientos incoherentes tampoco sería tan raro, desgraciadamente. Sin ir más lejos todo el mundo sabe que los culpables del caos eclesiástico del Vaticano II son los Juanes XXIII, Pablo VI y los Juan Pablos. Y sin embargo todos incoherentemente los respetan y los veneran como santos o medio santos. ¿Por qué? Pues porque no hay alternativa a ellos.
    Bueno. Ahí está la incoherencia religiosa de un Blas Piñar, por ejemplo.

    Ahora bien, no estoy de acuerdo con usted en que denunciar el caos objetivamente producido por el Concilio y esos Papas posconciliares esté reñido con el respeto debido a dichos Papas legítimos. Una cosa no quita la otra. Aunque este asunto se sale de hilo.

    Por lo demás, Blas Piñar tiene escritos mucho más posteriores donde siguió justificando su punto de vista y es tajante: Franco era traicionado por su entorno. Si él lo sabía o no, era en todo caso ya bastante viejo para dar cambios bruscos de rumbo.
    Sí. De la tesis anteriormente mencionada del "mal gobierno, régimen bueno", surge como corolario necesario el de la supuesta inexistencia de una evolución homogénea entre el régimen franquista y el régimen juancarlista, es decir, la supuesta existencia de una ruptura como cosecuencia de una traición. Sin embargo, el hecho de considerar la vinculación dependiente entre los malos gobiernos franquistas y el régimen franquista mismo, destruye esa tesis de la supuesta "ruptura" o de la supuesta "inexistencia de evolución homogénea y orgánica entre el franquismo y el juancarlismo".

    Por otra parte, muchos de los eventos y datos que denuncia ahí Blas Piñar caían bajo competencia de gobernadores civiles o bajo entramados administrativos con propia competencia.
    Hacer responsable directo a Franco de la aparición de la Revista de Occidente o de que hubiera publicidad "pornográfica" en el diario Marca (!!!en 1964¡¡¡) es ridículo. (Todo el mundo sabe que lo que hoy se entiende por erotismo y pornografía apareció en España una vez muerto Franco. en los años 60 Blas Piñar aludía a "pornografía, como cultismo idiomático para designar una exhibición inmoral). O de que en el evento tal o cual de no se qué pueblo pasó eso y lo otro etc.
    Evidentemente no responsable directo, sí responsable remoto. Es lo propio de toda estructura totalitaria piramidal con el jefe en el vértice. La pirámide se constituye de varios escalones con los respectivos jefes subalternos conformando el conjunto de toda la estructura. El fallo de Blas Piñar es querer detenerse en sus correctas denuncias en el penúltimo escalón del Gobierno y de los ministros, sin querer "pasar el Rubicón": es decir, sin querer subir al siguiente peldaño, es decir, el del vértice, origen último de todo el problema.

    Blas Piñar carga mucho las tintas, y con toda razón, pero su celo le lleva también a invadir denunciar infracciones de materias que recaían en los obispos, según el concordato. Franco tenía que oir al Primado de España y al Nuncio... y no al obispito tal o cual de no sé dónde (¡¡de los 70 que había en España!!)... que pensaba como Blas Piñar.
    Eso no quita que hubiera sido preferible tomar medidas, por supuesto.
    Las denuncias de Blas Piñar no eran sólo en materia de política religiosa, sino que tocaba todas las ramas de la política (interior, económico-social, internacional, educativo-cultural, etc...), las cuales eran aplicadas por los sucesivos gobiernos franquistas de las décadas de los ´60 y ´70. El problema del Vaticano II y los neobispos que iba implantando Dadaglio en las diócesis españolas, ciertamente era un problema más añadido (pero no el problema en sí, que era el propio régimen en tanto que origen último y causa de las políticas llevadas a cabo por los sucesivos gobiernos franquistas de las décadas antedichas).

    Y que la primera defección al régimen del 18 de julio fue la de la Iglesia y la primera traición también. Y el régimen, para su desgracia, además debía respetarla en base al dichoso Concordato...
    Pero Blas Piñar por la fecha tan temprana de esos escritos aun no calaba la gravedad del Vaticano II y que el Régimen ante él no solo debía prohibir sino acatar su demolición y descomposición interna.
    Etc.
    No hubo traición ninguna, porque la Iglesia Católica no está atada de por sí a ningún régimen, y menos cuando es ilegítimo (y, por lo tanto no puede haber traición en ese sentido, pues los obispos no juran lealtad ni a Franco ni al régimen: eso sería cismático). Lo que sí hubo fue un paso de los obispos (teledirigido desde Roma) a la oposición, pero no a la oposición católica-tradicionalista legitimista, sino a la oposición revolucionaria progresista.

    Por último, cuando se habla de "traición a Franco por su entorno", no es que el Franco anciano no se enterara de las denuncias de un Blas Piñar sino que, como Jefe de Estado su cabeza estaba más pendiente de asuntos internacionales, recepciones de embajadores, política internacional, ejército infraestructuras, economía, etc por un lado (¡¡como para ocuparse de un anuncio erótico del Marca!!); y por otro que sus colaboradores más cercanos o le disuadían o no le hacían ver la gravedad de esos hechos que, a decir verdad, vista la debacle de la Transición, poco más hubiera podido hacer Franco o de bien poco hubiera servido que se hubiera opuesto con todas sus (escasas ya) fuerzas.
    Véase lo dicho anteriormente. Una vez destruida la falacia de la tesis "mal gobierno, buen régimen", cae también por su propio peso la tesis de la "traición", pues la mala política llevada a cabo por los gobiernos y ministros franquistas no sería una cuestión independiente o exógena al propio régimen en sí, sino una consecuencia directa del mismo (y de la persona que lo encarna), y por tanto un antecedente lógico (no rupturista) del régimen juancarlista posterior, en tanto que evolución coherente y homogénea continuadora del anterior.
    Última edición por Martin Ant; 19/07/2013 a las 20:04

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    Re: La incoherencia de Blas Piñar

    Prosigo con otros textos del propio Blas Piñar. En este caso, reproduzco el capítulo 17 de "Escrito para la Historia". Su título es "Tres Actos".

    Este que pongo a continuación deja quizá más claro aún esa dependencia entre las desastrosas prácticas políticas de los gobiernos franquistas que, con razón, denunciaba Blas Piñar y el régimen franquista (como causa última de las mismas). Fíjemonos no sólo en la presión ejercida contra los actos de Blas Piñar, sino también -y esto es significativo- contra los pocos cargos públicos subalternos que todavía apoyaban a Blas Piñar, cuando este ejercía la denuncia pública contra las desastrosas consecuencias en todos los ramos de la política que llevaban a cabo dichos gobiernos y ministros franquistas.

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    Acto en la Catedral de Huesca

    Huesca quiso conmemorar el 25 aniversario del levantamiento del sitio que sufrió durante veinte meses. El Ejército rojo, integrado fundamentalmente por anarquistas procedentes de Barcelona, tuvo, durante ese tiempo, cercada la ciudad, con todas sus nada agradables consecuencias. La población y los defensores se comportaron heroicamente.
    Una comisión de la que suele llamarse “fuerzas vivas” vino a Madrid. La presidía el alcalde de Huesca Mariano Ponz Piedrafita. Me visitaron y me pidieron que hablase en el acto que se celebraría, al cumplirse ese aniversario, es decir, el día 25 de marzo de 1963. Agradecí la invitación y la acepté.

    El gobernador civil y jefe provincial del Movimiento, de la provincia altoaragonesa, Ramón Encinas Diéguez, al que había conocido en Santiago de Compostela con ocasión del Congreso Hispanoamericano y Filipino de Municipios, me envió un coche oficial a Madrid para recogerme. Fue la víspera de la conmemoración. Me alojé en la casa del gobernador y en su casa -en el edificio del Gobierno- cené y dormí.

    A la mañana siguiente, los organizadores del acto se habían sorprendido por la inmensa muchedumbre que se había reunido para asistir al acto. No era posible que cupiera en ninguno de los cines y teatros de la localidad, y menos en el que se había contratado previamente. Tampoco se estimó oportuno que se celebrase al aire libre. Se decidió trasladarlo a la Catedral, retirando, como es lógico, al Santísimo. La verdad es que aquella multitud llenó el templo.

    En la presidencia del acto estaba Fernando Herrero Tejedor, vicesecretario general del Movimiento, al que acompañaban el delegado nacional de Provincias, José Luis Taboada García, el gobernador civil, el alcalde de Huesca, y el general Manuel Marcide Odriozola, gobernador militar, y Capitán General, en funciones, de Aragón; y digo en funciones porque el titular de la Capitanía se encontraba en Japón, para asistir a la ordenación como sacerdote de uno de sus hijos, que terminó allí su carrera.

    El entusiasmo y el patriotismo oscense quedaron de manifiesto. Los aplausos y ovaciones del público, ratificando lo que allí se dijo, fueron unánimes, y la alegría reflejada en los rostros, desbordante. Yo pronuncié un discurso en el que no solo me ocupé del sitio de Huesca, sino de la situación política del momento. Reproduzco -por las consecuencias que siguieron- algunas de las frases que más impresionaron.

    “Españoles y oscenses: hemos de estar con los ojos muy abiertos. No podemos dormirnos sobre los laureles. Recuerdo que apenas terminada la contienda, en el Bar Flor de esta ciudad, el general Urrutia, se dirigía a aquellos que habían combatido a su lado y les decía: ‘Os felicito por el esfuerzo que hicisteis durante la guerra, pero este esfuerzo bélico no serviría absolutamente para nada si no hicieseis un esfuerzo semejante en el mantenimiento de la paz lograda con la victoria. Para ello os doy dos consejos: cuidado con las tibiezas; cuidado con las emboscadas’. Parecía que estaba repitiendo aquella proclama del general Franco, cuando el Movimiento Nacional se inicia: ‘en nuestro suelo no tendrán cabida los traidores’.

    “A los veinticinco años de aquella Victoria lograda con la sangre de nuestros caídos, de nuestros muertos, de nuestros hermanos, con el dolor y el sacrificio cruento de España, tenemos derecho, más aún, tenemos el imperioso deber de preguntarnos si no hay tibiezas, si no hay emboscadas, si no hay traidores, si somos fieles al espíritu de aquel Alzamiento Nacional, al espíritu de la Cruzada.

    “Muchos de los intelectuales de la época asumieron una gran responsabilidad, ante Dios y ante su pueblo, pactando con el enemigo, al que sirvieron con su pluma, con su palabra, y con su ejemplo. Muchos de estos hombres, que acabaron arruinando nuestro tesoro artístico, que acabaron poniendo las manos en el patrimonio nacional y que después marcharon fuera, a un exilio que ellos mismos buscaron, siguieron después sacudiendo con sarcasmo y con ironía el nombre sagrado de nuestros muertos.

    “No hace muchos días, en un alto puesto oficial representativo de España en el exterior, se invitaba con dinero de España a estos mismos hombres, se les llamaba nuestros hermanos separados, se les comparaba a los conquistadores heroicos de América, a los colonizadores y hasta a los emigrantes trabajadores y sencillos, y después se les decía -a estos hombres, moral e intelectualmente responsables de la muerte de nuestros mejores- que gozan de una honrada probidad política, y que sin abdicar de sus convicciones, podían sentarse a la mesa de este alto representante oficial de España.

    “Cuando un hecho semejante se produce tenemos que decir: ¡Oscenses, españoles, hombres que os sentís responsables de aquel acontecimiento histórico, que no es un pasado muerto, sino un hecho vivo y actual!. Tenemos que montar una guardia tensa y vigilante como la mantuvísteis vosotros en las posiciones y en los parapetos y en las avanzadas del sitio. Hoy, de lo que se trata es de arrancarnos nuestro mundo interior. La ofensiva está dentro de nosotros mismos, y taimadamente, furtivamente, cautelosamente, se trata de arrebatar el espíritu mismo de la Cruzada que hizo al Estado Nacional.

    “Nosotros somos de aquellos que están con el ojo dormido, pero con el corazón vigilante. Hemos hecho nuestro aquel versículo del Cantar de los Cantares. Mi ojo duerme, pero mi corazón vigila. Aquellas rosas que florecieron en vuestro marzo de 1938 no están marchitas, sino frescas y sonrosadas. Por eso, la sangre nos bulle y el corazón nos duele cuando notamos y presenciamos las defecciones. Y si estas defecciones continuasen, si el Estado español hecho con la sangre y los muertos de España un día estuviese invadido por el tufo liberal que se percibe en el ambiente, entonces seremos muchos los que vendremos hasta aquí para aprender de nuevo las lecciones del heroísmo y de la virilidad, y saldremos otra vez a la intemperie, al aire libre, para como decía José Antonio, vivaquear en los campos y montar la guardia vigilante que evite que los gusanos y los enemigos de España la cubran, relamiéndose y complaciéndose, pensando en que España vuelva a dormirse, sesteante y en huelga, y que ellos podrán así recorrerla con la viscosidad de sus patas, comérsela y devorarla al sol.”

    Al concluir mi intervención -aparte de los espontáneos que se acercaron a felicitarme- lo hicieron, y efusivamente, todos, menos uno, de los que habían integrado la presidencia. El general Marcide Odriozola, con cara de disgusto, no sólo no me felicitó sino que se ausentó de inmediato y precipitadamente. Confieso que esta conducta me dejó preocupado.

    En el Gobierno Civil hubo, en la noche, una cena, a la que asistimos, con las autoridades provinciales y locales, quienes habíamos venido desde Madrid. Hubo una euforia general; lo que era lógico pues el acto había resultado espléndido. Se puso de relieve que la respuesta popular que se había detectado respaldaba la corriente de opinión que se oponía a las concesiones del Gobierno que debilitaban al Régimen, y que, en muchas ocasiones, estaban en contradicción con los ideales que se defendieron -como Huesca lo hizo- en la Cruzada. Alguien insinuó que podía percibirse una creciente influencia de la masonería.

    Yo manifesté mi extrañeza por la forma de comportarse el general. Me dijeron los que le conocían, que se trataba de un hombre muy tímido, y que esa timidez lo explicaba todo. Manifesté que ello no me convencía, porque una cosa era la timidez y otra la falta de cortesía.

    Regresé a Madrid al día siguiente, por la mañana. Rogué al Gobernador que me enviase, como recuerdo, una copia de la cinta magnetofónica en la que se había grabado mi discurso. Me dijo que así lo haría, y que otra copia se la habían pedido de Televisión Española, que iba a dar a conocer el acto con imagen y sonido.

    Llegué a Madrid supercansado. Almorcé y me eché la siesta, que quedó interrumpida por una llamada telefónica del Gobernador Civil, que, desde Huesca, me informaba de la visita que le había hecho el general Marcide. “Tenías razón, porque el general me ha manifestado su disgusto por algunas de las cosas que aquí dijiste y con las que está absolutamente en desacuerdo. Toma las medidas cautelares que estimes oportunas”. Le contesté: “No pienso tomar medidas de ninguna clase porque todo lo que dije es verdad”.

    Sucedieron dos cosas dignas de mención: la primera, que el general remitió copia escrita de mi discurso al Alto Estado Mayor; otra copia -pero enviada por no sé quién- llegó a la Secretaría General del Movimiento; y la segunda que la cinta magnetofónica que me había prometido el Gobernador no me llegaba.

    El retraso de la cinta comenzó a inquietarme. Llamé a Herrero Tejedor para preguntarle si tenía noticias de lo sucedido en Huesca “a posteriori” del acto. Estuvo evasivo y eludió una respuesta aclaratoria. Escribí al Gobernador recordándole su promesa de enviarme la copia grabada de mi discurso. No me contestó. Lo hizo, en su nombre, su secretario particular, anunciándome que la recibiría pronto. Y la cinta, por fin, llegó. Lo sorprendente es que acompañando a la cinta, y en el interior de la caja de plástico que la guardaba había una nota del jefe de Televisión Española en Zaragoza, Miguel París Plou, que decía lo siguiente:

    “Zaragoza, 26-3-63:

    “Amigo y camarada Luis Carrasco: Anoche, al ir a enviar la cinta a Madrid, creí conveniente oírla en mi casa por si había algo, y comprendiendo que podía levantarse polvo decidí no hacerlo, por lo que tu llamada de esta tarde ha llegado a tiempo. Si al obrar así lo he hecho bien, me alegraría mucho, pues hubiera sentido incurrir en nada que os pudiera molestar”.

    Sin duda, la cinta devuelta, sin haberla sacado de la caja, fue la que yo recibí. Debió ser grande la sorpresa del Gobernador, cuando al contestar a su secretario, luego de acusar recibo y de agradecer el obsequio, le agregaba, que unido a él, había una nota con el texto a que acabo de referirme y que le reproducía. Ni qué decir tiene que no volví a tener noticias ni del Gobernador ni de su secretario.

    Más importante y significativo para mí fue lo que sucedió con la denuncia llegada a la Secretaría General del Movimiento. El ministro secretario José Solís Ruíz, se presentó en el Pardo con el texto íntegro de mi discurso en el que iban subrayadas las frases que provocaron el incidente. Despachando con Franco, Solís le mostró dicho texto, y le pidió que leyera las frases subrayadas.

    Franco las leyó, levantó la mirada y dirigiéndose a Solís, le preguntó: “Blas Piñar ¿es o no es de los nuestros?”. Solís, le replicó: “Yo creo que es de los nuestros”. “Pues si es de los nuestros, déjenle que diga lo que quiera”. Me consta que así fue la conversación entre el Jefe del Estado y su ministro. No se volvió a hablar, que yo sepa, de este asunto; asunto que más que una anécdota era y fue un síntoma.

    En cualquier caso, me sirvieron de compensación el acuerdo de la Comisión Permanente del Ayuntamiento de Huesca y la carta de su Alcalde.

    El acuerdo de la Corporación local decía así:

    “La Comisión Municipal Permanente del Excmo. Ayuntamiento de Huesca, en su sesión celebrada el día 28 de marzo corriente, a propuesta de la Alcaldía-Presidencia y por unanimidad, acordó hacer constar en Acta la satisfacción corporativa por el feliz desarrollo, extraordinaria solemnidad y fervor patriótico con que se ha conmemorado el XXV Aniversario del Levantamiento del Asedio de la Ciudad y felicitar estusiásticamente al Excmo. señor don Blas Piñar, por la cooperación prestada con su excepcional discurso y brillante oratoria en el acto de la imposición de los Escudos de la Ciudad al Santo Cristo de los Milagros y a nuestro Patrono San Lorenzo, celebrado en la Santa Iglesia Catedral, con motivo de tan señalada efemérides.

    “Lo que tengo el honor de trasladar a V.E. para su conocimiento y demás efectos; a la vez que me permito aprovechar esta gratísima oportunidad para reiterarle el testimonio sincerísimo de mi entusiasta felicitación personal.

    “Dios guarde a V.E. muchos años.

    “Huesca, 30 de marzo de 1963”.

    El texto de la carta del Alcalde es el siguiente:

    “Huesca, 16 de abril de 1963.

    “Señor don Blas Piñar.

    “Querido Blas:

    “Accediendo gustosísimo -como siempre que se trata de satisfacer un deseo tuyo- te adjunto un ejemplar del diario Nueva España de esta ciudad, en el que se publica un extracto sucinto del magnífico discurso con que nos regalaste a los oscenses en el acto celebrado en la Santa Iglesia Catedral, con motivo del XXV Aniversario de la Liberación de Huesca.

    “Ten la seguridad de que con tus palabras llenaste de emoción a los oscenses, que lloraban oyendo decir tanto, y tan bien, de aquellos días heroicos. Reflejaste tan maravillosamente nuestro Asedio, que realmente hiciste verdad con tus palabras, nuestras bodas de plata con el heroísmo.

    “El marco de la Catedral, llena como nunca de público, que permaneció atento, sin abandonar el recinto pese a la incomodidad, ansioso de participar en tan trascendental acto, y los comienzos de tu emotivo discurso, me proporcionaron la tranquilidad de considerar lograda la conmemoración que deseábamos celebrar, lo que no había sentido hasta esos momentos.

    “Con el mejor de los afectos, saluda a Carmen, y recibe un saludo”.


    En el Palau de la Música de Barcelona

    Hacía años que no se conmemoraba con dignidad la liberación de Barcelona por los Ejércitos nacionales. Aquél 26 de enero de 1939 se iba sepultando en el olvido, con la colaboración de las autoridades, adocenadas o cómplices. Ante la pasividad oficialista, los ex combatientes de Barcelona decidieron pronunciarse. Contaron, para ello, con la colaboración desinteresada y fervorosa de los grupos que en la ciudad condal permanecían fieles a los ideales de la Cruzada, y entre ellos con Fuerza Nueva.

    Con tiempo suficiente, una comisión representativa, que encabezaba Carlos Cava de Llano, visitó al Capitán General de la Región, Joaquín Nogueras, para exponerle su proyecto y pedirle su apoyo. La comisión fue recibida con afecto, y el apoyo concedido. El programa fue aprobado por el Capitán General, Joaquín Nogueras Márquez, militar prestigioso, y que había obtenido premios importantes en carreras de caballos y había sido alumno de mi padre en la Academia Militar de Toledo. Todo un caballero, por razón del Arma a que pertenecía y por sus éxitos personales en el mundo de la hípica. Por otra parte, me unía a él una verdadera amistad. Por todo ello mostró una gran alegría al saber que iba a intervenir en el acto cumbre conmemorativo de la liberación de Barcelona que se proyectaba celebrar en el Palau de la Música.

    Dicho acto tenía que ser autorizado por el gobernador civil, cargo que desempeñaba Tomás Pelayo Ros, al que había conocido en Tarragona, cuando era subjefe provincial del Movimiento. Tomás Pelayo Ros pertenecía a la carrera fiscal. Siempre he tenido de él un gran concepto. Era pariente muy próximo de Santiago Pelayo Hore, notario de Madrid, que atendía profesionalmente al Caudillo y, que hecho prisionero en Teruel, cuando la ciudad fue tomada por los rojos, estuvo en la cárcel de San Miguel de Los Reyes, en Valencia. Desconozco las razones, aunque me las figuro, por las cuales nunca fue concedida la autorización solicitada. Pero lo que sí me consta es la oposición de algunos miembros del equipo ministerial a la conmemoración del 26 de enero, de lo que informé al entonces vicepresidente del Gobierno, don Luis Carrero Blanco en carta del día 13 de enero de 1972. En la carta, entre otras cosas, le decía : “Es posible que surjan trampas y dificultades. ¿Podría contar con usted para soslayarlas ?”

    Trataré de explicarlo: Pocos días antes de la conmemoración proyectada, me llamó por teléfono el teniente general Joaquín Nogueras. Estaba en Madrid. El ministro del Ejército, don Camilo Menéndez Tolosa, que no simpatizaba con nosotros, -tío carnal de quien años después sería mi consuegro, el capitán de navío Camilo Menéndez Vives-, le había ordenado que se presentase en el Ministerio. La entrevista que había mantenido con el titular de la cartera acababa de concluir y deseaba verme. Vino a mi despacho.

    Me dio cuenta detallada de la conversación. El ministro quería que el acto del Palau de la Música no se celebrase, y que, por lo tanto, como Capitán General de Cataluña, Joaquín Nogueras debía prohibirlo. “Le contesté -me dijo- que no se trataba de un acto de carácter militar, sino civil, y que yo no tenía, por ello, competencia ni para autorizarlo ni para prohibirlo. El gobernador civil y jefe provincial del Movimiento era el competente”. “Yo -sigo reproduciendo palabras de Joaquín Nogueras-, sólo he manifestado a los organizadores mi natural satisfacción por su proyecto- pues no en balde soy del Ejército liberador- y a ofrecerles mi aliento y mi apoyo moral. Ahora bien, luego de escucharle, señor ministro, le hago saber, que yo no pensaba asistir al acto, pero que he cambiado de opinión, y si el acto se celebra yo acudiré, como Capitán General de Cataluña, y de uniforme, a presidirlo”.

    “Te ruego solamente una cosa -concluyó Joaquín Nogueras- que en tu discurso no hagas ninguna alusión al Gobierno”. “¿Se entiende -le contesté- que haces referencia a la palabra, y no al contenido, y que, por lo tanto, no pronunciando la palabra gobierno, podré aludir al ejecutivo, a los que están al frente de los destinos del país, a quienes llevan la dirección de la política nacional?”.

    “Efectivamente, así es”, me replicó.

    Estimo que la entrevista Camilo Menéndez-Joaquín Nogueras no debió ser excesivamente amable, y que ante la resuelta actitud de éste, no hubo ni destitución ni siquiera amonestación. Hubiera sido demasiado escandaloso.

    Pero la postura del Gobierno seguía adelante. Tomaba posesión de la archidiócesis toledana don Marcelo González, que había sido durante varios años arzobispo de Barcelona. Con tal motivo se desplazaron las primeras autoridades barcelonesas de la ciudad condal a la ciudad imperial, y de Madrid, entre otros, el ministro de Justicia, Antonio María de Oriol; y Antonio María de Oriol, en la sacristía de la santa iglesia catedral primada, pidió al gobernador civil, Pelayo Ros, que no autorizara el acto del Palau de la Música.

    El acto seguía pendiente de autorización, cuando me llamó por teléfono José Solís Ruíz, ex ministro y ex delegado nacional de Sindicatos. Me dijo que le habían rogado desde el Gobierno -no me indicó qué ministro- que dada la situación se desplazase a Barcelona y que hablara en el Palau de la Música. Su intervención debería ser muy larga, de tal forma que a mí apenas me quedara tiempo para hablar. José Solís me subrayó dos cosas: que no iría a Barcelona, porque a él nadie le había invitado, y que me daba cuenta de todo ello para mi información sobre la actitud del Gobierno.

    En ese clima de tensión, sin estar autorizado ni prohibido, tuvo lugar el acto público del 26 de enero de 1972 con el que se conmemoraba la entrada, hacía 33 años, del Ejército nacional en Barcelona y la liberación de la ciudad. Confieso que fue uno de los actos más emotivos que he presenciado y vivido y de los que fui, en cierto modo, protagonista.

    Hubo un lleno absoluto. Más de 4.500 personas, según la prensa. El acceso al local no resultó fácil. La gente se apretujaba ante las puertas. El Capitán General, de uniforme, logró entrar. Le seguía un general, también de uniforme que, en medio del bullicio, me tocó el hombro. “¿Te acuerdas de mí?”, me preguntó. “Soy Federico Gómez de Salazar”, me dijo. La verdad es que mi memoria me había fallado, en cuanto a la fisonomía, pero no en cuanto a los apellidos y, ello, por dos razones: porque su familia y la mía son toledanas, y porque su hermano, José María, defensor del Alcázar, divisionario en Rusia y mutilado de guerra, fue un entrañable amigo y compañero desde párvulos. Si aquella presentación me produjo una gran alegría -la del reencuentro-, ésta se marchitó al instante. Federico Gómez de Salazar aclaró que acudía al acto por disciplina, acompañando al Capitán General, pero no porque compartiera conmigo ideas y actitudes. Creo que su conducta posterior ha comprobado que decía la verdad.

    Nuestra gente -la que acudió al acto en tan crecido número- dio una muestra de respeto digna de aplauso. A Pelayo Ros -por su actitud incomprensible- le habían preparado una pitada. Pero la pitada no tuvo lugar. Joaquín Nogueras -que quizás estuviera al tanto de lo que podía ocurrir- hizo de coraza protectora, tomando del brazo al Gobernador. Estando juntos podría haberse interpretado la pitada como dirigida al uniforme, y no a la primera autoridad civil y política de la provincia. Fue un acierto, que pone de relieve la hombría de bien de Joaquín Nogueras.

    Vuelvo a insistir en la emotividad del acto presidido por el Capitán General. En un ambiente caldeado de patriotismo, cuando salí al escenario subió una muchachita ataviada con el traje regional. Me entregó un ramo de cinco rosas, que yo recibí con lágrimas, entre un aplauso unánime y encendido de aquella multitud puesta en pie.

    Fue un éxito, que dolió a algunos. Éxito frente a la apatía o cobardía gubernamental, y éxito frente a un adversario que se las prometía muy felices con el transcurso silencioso de la conmemoración, y que ahora palpaba que el silencio había sido roto, y de manera clamorosa, por quienes se daban cuenta de la acción corrosiva sobre el Régimen, que estaba en curso.

    Es curioso recoger lo que refiriéndose al acto del Palau de la Música, decía Hora de Madrid, órgano clandestino del Partido Comunista : “De nuevo rugió el hombre de las cavernas. Del túnel de los tiempos apareció el Führer Blas Piñar, que acompañado del Capitán General, de militares uniformados y de cuanto picapiedra hay en Barcelona, celebró la entrada fascista en la capital de Cataluña”. El también panfleto clandestino Boletín de Información de Oficiales y Suboficiales, de inspiración comunista, correspondiente al mes de marzo de 1972, luego de asegurar (mintiendo) que “Blas Piñar se reúne con un grupo de generales con los que se dedica a la conspiración política”, se expresaba así : “El Capitán General, al presidir el acto y, por tanto, apoyar las ideas políticas y ultrafascistas de Blas Piñar, ¿lo hacía a título personal o como tal Capitán General?”.

    En esta línea se pronunció también la revista democristiana Discusión y Convivencia, en su número 20/21 de febrero-marzo de, 1972. En él, Fernando Baeza Martos hacía un comentario a mi discurso en Barcelona, con el título de Invocación a la catástrofe. Este discurso -escribía- “ha constituído, en la mejor traducción heroico-fascista, un catálogo de altisonancias y desplantes, con líricas evocaciones del pasado, con jactanciosas alusiones al presente. Todo ello entre aplausos y ovaciones de un público enardecido, que hasta penúltima hora no había tenido la seguridad de que se fuera a celebrar el acto. Como fuere, constituyó un clamoroso éxito de puertas para dentro”.

    Como compensación, recibí de don Marcelino Olaechea Loizaga, arzobispo dimisionario de Valencia, una carta, fechada el 14 de febrero de 1972, en la que me decía :

    “Muy querido amigo

    “He oído su discurso en el Palacio de la Música, de Barcelona. Lo he reoído, pues mi ´otro yo`, mi secretario don Joaquín Mestre (lo tenía grabado). Mi aplauso más entusiasta, al que acompaño mi oración. Pido al Señor conserve para grandeza de su Iglesia y de su España, por muchos y muchos años, el vigor que hoy tiene, la mente, el corazón, la cultura, la acrisolada honradez, y la garganta de un gran apóstol. Un fortísimo abrazo”.

    Otra carta estimulante fue la del 17 del mismo mes y año, que me hizo llegar el marqués de la Florida, Luis Benítez de Lugo y Ascanio, en su calidad de presidente de la Hermandad Nacional de Alféreces Provisionales. Decía así:

    “Mi querido amigo:

    “Estas líneas son para transmitirte el acuerdo de esta Junta Nacional, en su sesión Plenara celebrada el pasado dia 12, de expresarte la felicitación más cordial por tu brillante y patriótica intervención en el acto celebrado en Barcelona, el dia 26 de enero pasado, con motivo del XXXIII aniversario de la liberación dicha ciudad. Me complace trasladarte dicha felicitación y la mia personal, con un fuerte abrazo”.

    El miércoles de la semana posterior al acto, tenía que visitar al Caudillo. Lógicamente le había pedido audiencia con antelación. Ese miércoles será para mí un día inolvidable. La víspera, es decir, el martes, tuve que hacer un viaje a Palma de Mallorca. Acababa de morir en la capital del archipiélago mi madrina y tía carnal. Fui en avión, con mi esposa, para asistir al funeral y al entierro. Al regresar a Madrid, en un periódico, y durante el vuelo, leí la esquela mortuoria del general Miguel Moscardó, hijo del héroe del Alcázar José Moscardó Ituarte. Éramos, tanto de él, como de su esposa -María Jesús Morales y Vara de Rey- muy buenos amigos.

    Desde el aeropuerto de Barajas fuimos a la Capitanía General, en la calle Mayor. Suponíamos que allí se habría trasladado el cadáver. No era así.

    Y siendo las tres de la noche, llenos de cansancio, decidimos ir a nuestra casa, y a la mañana siguiente averiguar de dónde salía el entierro. Mi sorpresa fue mayúscula al encontrarme con una tarjeta de Antonio Urcelay, entonces capitán de navío y ayudante de Franco. En la tarjeta decía que le llamase a mi regreso de Mallorca. Me daba su teléfono. Tenía urgencia de hablar conmigo. A una hora tan intempestiva dudé sobre la impertinencia de una llamada. La hice, pero esperando un número de tonos que bastara para decirme si el sueño profundo le impedía oírme. Y fue así: colgué el auricular sin tener respuesta y me fui a la cama.

    Reanudo el tema en la sala de espera próxima al despacho del Caudillo. Entre otros, estaban citados para aquel miércoles 2 de febrero de 1972, Tomás Pelayo Ros y Alejandro Fernández Sordo, que era entonces director general de Prensa. Durante el tiempo que precede a la entrevista se charla, como es natural, por los convocados. Es curioso que Pelayo Ros eludiera y no comentara en absoluto el acto reciente y magnífico del Palau de la Música.

    Cuando me llamaron para la entrevista, me crucé con José Antonio Girón de Velasco y con Vicente Gil, un hombre bueno y leal. El primero salía del despacho del Caudillo. El segundo se limitaba, cogido de su brazo, a acompañarle. José Antonio Girón me dijo: “Te lo he dejado mollar”. Se refería, lógicamente a Franco.

    Saludé con respeto y admiración al Generalísimo. Y hablamos. Quienes dicen que el Caudillo no dejaba hablar, no se expresan con acierto. Los que callaban ante el Jefe del Estado, lo hacían, sin duda, por timidez o por temor a formular opiniones que no coincidieran con las de Franco, pero jamás porque Franco les impusiera silencio. En cualquier caso, yo, en las entrevistas que pedí y me concedió, dije con toda libertad lo que me parecía oportuno. En la que ahora comento, y a raíz del tema de Barcelona, Franco me dijo que era éste un momento de moderación. La palabra moderación se había puesto de moda. Sobre la moderación, en la ciudad condal, se había dado una conferencia en un local vinculado a Sebastián Auger, fundador del Diario Femenino, propietario de la magnífica revista Mundo, de política internacional, que había comprado en Madrid, y de la Editorial Dossat, que había publicado un libro, en cuyo prólogo López Bravo exaltaba los éxitos económicos de los países comunistas.

    De moderación hablaba también desde la vicesecretaría general del Movimiento, Eduardo Navarro, quién se enorgullecía de formar parte de la conjura de los moderados. Y de la moderación se escribía igualmente en la revista fundada por Joaquín Ruíz Giménez, Cuadernos para el Diálogo.Yo me negué a la invitación, que el propio Ruíz Giménez me hizo para figurar en la lista de fundadores de la misma. Me tomé la libertad de preguntarle a Franco si por casualidad leía esta publicación, porque empleaba su mismo lenguaje. Más aún, añadí, si “la moderación” era la política conveniente, y así lo entendía el Caudillo, yo estaba dispuesto a echar el cierre metálico a la obra que tenía en marcha, pues mi visión de los problemas planteados podía ser equivocada , mientras que la del Jefe del Estado, con más perspectiva y experiencia, sería la más conveniente para España. Por otro lado -concluí- es mucho lo que estamos arriesgando, y no sólo yo sino mi familia. Yo, en cuanto a tiempo de ocio, salud, amenazas de toda índole y perjuicios de carácter profesional, y mi familia, toda vez que mis hijos tenían frecuentes enfrentamientos con los marxistas en la Universidad. A uno de ellos le habían dado una paliza -que quedó impune- y tuve que ir a recogerlo a un sanatorio. Otro, fue expulsado de la Universidad Complutense por el Decano de la Facultad de Derecho, siendo inútiles las gestiones y los recursos puestos en marcha para remediar el daño. Me puse de pie para despedirme. Fue una despedida brusca pero cortés. “Tiene muchas visitas esperando, mi general”. Me dio la mano y salí cariacontecido. Algo grave ocurría. Y lo supe.

    Al regresar a casa, preocupado, hice partícipe a mi mujer, sólo a mi mujer, de esta preocupación. Entendí que a Franco le flaqueaba el pulso, y que un cerco le iba atenazando, a la vez que sembraba duda y confusión sobre los que éramos absolutamente leales. La consigna no era otra que bajar la guardia, aunque en el lenguaje oficial se dijera que no se bajaba. “Ya no hay hombre”, le confesé a mi esposa, “pero razón de más para seguir inquebrantable a su lado. Si un padre pone de manifiesto señales de debilidad, y de ésta tratan de aprovecharse sin escrúpulos los que le rodean, la fidelidad y el afecto obligan a ayudarle, a defenderle, aunque sea muy difícil, con toda la fuerza y habilidad que sean posibles”. Recordé mis palabras a comienzos de 1957. Fui nombrado director del Instituto de Cultura Hispánica cuando el Generalísimo estaba lleno de energía y rodeado de la máxima popularidad. “Desconozco el futuro, le indiqué. Si llega un instante crítico, no sé quienes, de los que ahora le rodean, estará con su Excelencia. Pero le aseguro que yo no le fallaré”. Y me parece que he cumplido. Desde aquel saludo de 1957, al entrar en su despacho, cuando de pie, sonriendo me dijo: “He oído hablar mucho de Blas Piñar. Ojalá hubiera muchos hombres como usted. Usted todo lo hace bien”, hasta el consejo de “moderación”, había un camino muy largo, en el que influencias extrañas habían producido efecto. Cuento esta anécdota no por vanidad sino para constancia de hechos que pueden explicar el acontecer histórico.

    Urcelay, en la tarde de ese miércoles, que no puedo olvidar, vino a casa para explicarme la razón de su tarjeta. “Quería advertirte que al Caudillo habían tratado de indisponerle contigo, que era conveniente evitar la entrevista, y que con uno u otro pretexto, no aparecieras ese día por El Pardo”. El propio general, después de la operación antipiñarista, llamó a Urcelay, que estaba de servicio.

    “¿Sabe usted -preguntó Franco a Urcelay- si mañana miércoles (lógicamente esto fue la tarde del martes) figura Blas Piñar entre los citados para audiencia?”. “No lo sé, señor, porque se trata de una audiencia civil y yo estoy en la Casa militar”. “¿Me hace el favor de averiguarlo en la Casa Civil?”. “Por supuesto, mi general”. “Estabas citado, efectivamente, para el miércoles. Así se lo comuniqué al Caudillo y éste con un gesto de disgusto, respondió: ‘¡Que le vamos a hacer!’. Fue una pena -concluyó Urcelay- que no pudiera evitarte este disgusto, pero me imaginé lo que iba a ocurrir”.

    Mi preocupación fue en aumento al advertir que en el comunicado oficial en el que se daba cuenta de quienes habían visitado al Caudillo, en el día de audiencia, y que se daba a conocer por los medios de difusión, yo no figuraba. Podía ser un olvido o una omisión mecanográfica, pero tenía alguna sospecha que deseaba comprobar. Me puse en contacto con Alejandro Fernández Sordo. Me informó que la lista la enviaba la Casa Civil a la Dirección General de Prensa y que ésta solo funcionaba como intermediario. “Me extraña que no vengas en la relación. Estuvimos juntos en la sala de espera”.

    Urcelay despejó mis dudas. El propio Franco me tachó de la lista de visitantes. Hasta soltó un “taco”, lo que era insólito en él. Sólo le había oído tacos cuando el cardenal Vicente Enrique y Tarancón iba a verle, pero con la condición de no aparecer en la lista. ¡Le asustaban al cardenal los comentarios de la clerecía contestataria!. Pero el borrón, en este caso, tenía un alcance diferente, porque era -al revés del mío- a petición de Franco.

    Quede claro -como puede probarse con exceso- que este lance no disminuyó mi lealtad al Caudillo, y quede claro también que superada, al menos en parte, la influencia nociva de los “moderados”, que no de los moderadores, Franco -a pesar de haberle presentado mi dimisión por escrito- me demostró su confianza al reiterarme su designación como consejero nacional del Movimiento (uno de los cuarenta de Ayete), mientras se la retiraba a otros, como, por ejemplo, al que luego fuera presidente de Alianza Popular, Manuel Fraga Iribarne.

    Nosotros no olvidamos la fecha de la liberación de Barcelona, y con motivo de su 39 aniversario se celebró un acto público en el cine Avenida de la ciudad condal, en el que hablaron Utgés, Ramón Moreno Perales y Pedro González Bueno.


    En Palma de Mallorca

    Fue en el Teatro del Colegio de San Francisco donde tuvo lugar el acto del 24 de enero de 1975. Como el lector advertirá, fue antes de la muerte de Franco, es decir, cuando formalmente continuábamos con el Régimen del 18 de Julio.

    El anuncio del acto en el que yo iba a intervenir hablando sobre el Momento político de España, había producido -según reconocía un diario mallorquín, cuya hostilidad hacia nosotros era evidente, Última Hora (15 de enero)- “enorme expectación, y no es para menos”. Otro periódico, que nos había demostrado siempre poca simpatía, Diario de Mallorca (24 de enero) confirmaba este punto de vista al decir: “Pocas veces la presencia de un conferenciante ha despertado tanta expectación”, añadiendo, que yo era un “electrizador de masas”.

    Pero no hubo solo expectación, sino polémica, que se reflejó a través de cartas en las que se dieron a conocer posturas y opiniones muy distintas y hasta contrapuestas con respecto a Fuerza Nueva y a mí. Intervinieron en dicha polémica con carácter hipercrítico francamente ofensivo, que yo recuerde, Camilo J. Cela Conde (hijo del famoso escritor y novelista Camilo José Cela), Joan Antoni Estades de Montcaire y J. Bastard. En mi defensa -que agradecí- salieron a la palestra Mateo Oliver Amengual y José María Rebate Encinas.

    En las reseñas del acto se subrayó que al mismo acudieron más de mil personas y se destacaron los incidentes sin hacer referencia objetiva a mi discurso. La verdad es que, dado el proceso de liquidación del Régimen, ya ampliamente abierto para la penetración ideológica y táctica del adversario, la preparación de tales incidentes fue fácil y no encontró obstáculos. Esa apertura hizo posible que los medios de comunicación creasen el clima propicio para que se produjesen. Según mis noticias -que me hubiera gustado que no se confirmaran- un sacerdote progresista convocó y reunió a un grupo de prostitutas mallorquinas, a las que llevó al teatro del Colegio de San Francisco. El acto tuvo resonancia nacional, que se reflejó, por ello, no solo en los periódicos mallorquines, sino en los del resto de España.

    Así, en Informaciones, de Madrid, del día siguiente al acto, el 25 de enero de 1975, Planas Sanmartí, publicaba una crónica fechada en Palma ese mismo día, de la que transcribo los siguientes párrafos:

    “A la conferencia anunciada -que él calificó de acto político- asistió un numeroso público heterogéneo. El salón de actos del Colegio Franciscano en que se celebró resultó totalmente insuficiente y hubo de abrirse puertas de acceso y ventanas para que la gente pudiera seguir el desarrollo de los acontecimientos desde pasillos, vestíbulos, dependencias anejas, escaleras, ventanas que dan al viejo claustro y otras enrejadas que dan a la calle. Siseos, abucheos, carcajadas y murmullos de desaprobación por parte del mundo joven, que ocupaba la parte posterior del salón y otros lugares del Centro fueron contestados de forma inmediata por Blas Piñar, ante el entusiasmo de sus seguidores, que aplaudían y ovacionaban estas contraofensivas del notario y consejero nacional.

    “Con la presencia del subjefe provincial del Movimiento como autoridad representativa, aunque sentado entre el público, el acto iba desarrollándose con alternativas cuando, a mitad del parlamento de don Blas Piñar, llegó el gobernador civil, quién subió al escenario y se sentó en el lugar preferente de la presidencia, formada por los hombres de Fuerza Nueva. La primera autoridad civil, que en una entrevista que me concedió a poco de tomar posesión de su cargo, se confesó admirador de don Blas Piñar, portaba la clásica corbata con los colores azules y granates de Fuerza Nueva, como algunos de los instalados en la presidencia y aplaudió algunas de las respuestas que el notario ofrecía a los contestatarios.

    “Mientras don Blas Piñar desgranaba un parlamento imposible de resumir por su complejidad y los muchos temas abordados, el sector joven seguía mostrando su disconformidad en determinados momentos del acto, hasta que el orador perdió la paciencia y gritó: ‘Si hay alguien que esté disconforme, que suba aquí a discutirlo y a pegarse conmigo’. Una señorita que estaba a mi lado intentó subir al estrado, pero se le impidió hacerlo. Mientras los abucheos seguían y los aplausos rubricaban los gestos y frases de don Blas Piñar, éste, con media sonrisa, decía: ‘Este es un ejemplo de democracia’. Pero, en el mismo momento, un muchacho era agredido por varios hombres en el portal del colegio sin que los espectadores se enteraran de ello”.

    De la prensa local destaco parte de la información ofrecida por Última Hora y el Diario de Mallorca.

    El primero, entre ofensivo e histérico, comenzaba así su reportaje:

    “El día 25 a las siete y media de la tarde de ayer, la calle de Lulio y la Plaza de San Francisco ofrecían una imagen insólita en nuestra ciudad. Atascos de circulación, seis guardias municipales ordenando el tráfico, imposibilidad física de dejar el coche en un hueco mínimamente cercano a cualquier acera. Pero ¿qué pasa? Pasa que Blas Piñar va a hablar en el salón de actos del Colegio de San Francisco y hay una auténtica expectación …por curiosidad, comunión o repulsa se llenó hasta los topes más exageradamente entendidos el salón, el patio adyacente, la escalera de acceso y parte de la plaza de fuera… Toma la palabra Blas Piñar. Una voz serena y reposada que duró poco en esas condiciones… Casi cada vez que su discurso fue interrumpido con muestras de desagrado, añadió rápidamente una frase destinada al coro y aplauso de los incondicionales, en una muestra evidente de lo que se llama ‘tablas’. La segunda fue épica: ‘existen grupos que quieren perturbar esta reunión y tenemos plena conciencia de que no se va a interrumpir. Si quiere venir alguien a discutir y a pegarse conmigo, que lo haga, que suba aquí’. El señor Piñar calificó esta vez de gamberros a los que protestaban; en general, fue variando su actitud desde el ataque más duro hasta una paternalista y pseudotolerante postura de que ‘los de atrás, equivocados o no, por lo menos luchan por lo que creen”.

    En el mismo diario se me calificaba de “místico, apostólico, duro a veces, paternalista y dulce en otras. Aplausos encendidos, silbidos estrepitosos y alguna que otra sonrisa irónica -anuncio de incidente de tipo físico- jalonaron su conferencia en San Francisco, en la que no faltaron algunas expresiones de más puro estilo tabernario, por su parte”. “La jornada de ayer en Palma tuvo fuerte color político. Con sus broncas y aplausos, con sus entusiasmos y sus iras, con sus defensores y detractores”. Refiriéndose a la cena que celebramos en el restaurante Parkins, señalaba Última Hora, que “asistieron 183 hombres, 15 mujeres y un niño”.

    El Diario de Mallorca, de tendencia democristiana, publicó, en su número del día 26, un editorial en el que se decía:

    “No vamos a entrar en el contenido de los discursos pronunciados ayer por el consejero nacional del Movimiento, señor Piñar López, porque, honrada y sinceramente, no vale la pena. Creemos que los problemas de España merecen un poco más de seriedad, profundidad, altura y ponderación que los lugares comunes, elementales y tonos demagógicos absolutamente inoportunos en un país, cuya problemática, insistimos, merece muy distinta consideración.

    “Hay ciertos aspectos formales, sin embargo, de la presencia del señor Piñar en Palma que nos obligan a abordarlos desde esta tribuna pública. Advirtamos, de entrada, nuestra desaprobación ante la actitud de un sector de público que, discrepando de los conceptos vertidos por el señor Piñar López, utilizó el abucheo como inadmisible arma dialéctica. Desde este periódico hemos sostenido, una y otra vez, la absoluta necesidad de respetar las opiniones ajenas, única forma de plantear nuestra convivencia cívica dentro de unas coordenadas tolerantes y democráticas. En este sentido, entendemos que, ni siquiera el deplorable lenguaje -rayando, a veces, en la grosería- del consejero nacional, justifican determinadas ‘contestaciones’ ruidosas.

    “Por otro lado, queremos manifestar respetuosamente nuestro pesar por ciertas presencias en unos actos en los que, tanto por el lenguaje utilizado como por los conceptos vertidos, no parecen ser los más aptos para ser presididos por autoridades. Y ello por dos razones: porque la neutralidad es requisito indispensable que debe adornar a todo cargo público y porque la clara, y a veces, dura- discrepancia del señor Piñar con el Gobierno español contrasta con la presencia paradójica de personas que, por su cargo, dependen o representan precisamente a ese mismo Gobierno”.

    Nada puede extrañar que me negara a mantener una entrevista, con el señor Planas Sanmartí, que me había hecho llegar un cuestionario y que con mis respuestas se publicaría en el “Diario de Mallorca”. Dando cuenta de esta negativa, el mismo día 26, me calificaba como “hombre que no acepta la crítica (o) la simple crónica de unos hechos. Lo lamentamos por el lector a quien hubiésemos querido aproximar más a la persona de don Blas Piñar, a través de las preguntas, que por escrito le habíamos planteado”.

    De esas preguntas, todas cargadas de intencionalidad manifiesta en determinado sentido, reproduzco lo siguiente: “Parece ser que cerca de su casa o su despacho, en el mismo edificio, se hallan las oficinas de la orden de Cristo Rey, ¿puede hablarse de una proximidad ideológica, además de la física, entre los guerrilleros de Cristo Rey y Blas Piñar?”.

    La pregunta, verdaderamente tendenciosa, más que insinuar da por supuesto que por estar en el mismo edificio las oficinas de la orden de Cristo Rey y mi despacho profesional, entre los guerrilleros de Cristo Rey y yo, hay o puede haber una proximidad ideológica. Pues bien, en uno de los locales de la planta sexta del edificio en que se encontraba mi despacho profesional, había unas dependencias, e incluso una capilla, de la Congregación religiosa “Cooperadores parroquiales de Cristo Rey”, que antes de la guerra había fundado el P. Vallet. No existía el menor contacto entre dicha Congregación y los llamados “Guerrilleros de Cristo Rey”. La identificación hecha por el señor Planas Sanmartí era inexacta.

    En ese mismo número del Diario de Mallorca, se publicaba una carta suscrita por B. Mestre., titulada El lenguaje de Blas Piñar. Reproduzco una parte del texto: “A la inmensa mayoría de los españoles nos desagrada ese léxico de mitín del Paralelo -que creíamos ya definitivamente acabado. Malo también eso de corbatas de colores azulgranas, que recuerdan el desastre de las camisas negras y pardas… esperemos que Dios nos ayude; pero no el de Blas Piñar, el de los iluminados que protagonizan muchas historias clínicas de psiquiatras, sino el Padre de todos y que como buen padre ama más a los que más sufren”.

    Insistiendo en el tema, el propio Diario de Mallorca publicaba otra carta, con la firma de Antoni Colomer y Altimira, en la que después de decir como preámbulo: “ El señor Piñar nos ha soltado un discurso político (¿es eso un discurso político?) o un mitín, como quiera usted llamarlo. No pude asistir porque doy clases nocturnas y pensé que no merecía la pena dejar un par de horas de enseñanza a cambio de lo que en el salón de actos de San Francisco, pudiera oír, que no escuchar”, se dirige a mí directamente y afirma. “Me temo que está usted desfasado. Vive cuarenta años en retraso. Nosotros, tengo 25 años, no podemos pensar como Vd; de ninguna manera conseguirá que la masa del pueblo le identifique como líder, siempre han existido y existirán minorías, pero España, esos 35 millones de hombres que viven y trabajan, aunque ahora sean menos, no quieren o no queremos oír palabras como las que se oyeron ayer en boca de alguien que desempeña un cargo político en la nación.

    “La violencia ha pasado a segundo plano. Hoy queremos la paz que una guerra que usted y otros muchos hicieron nos ha producido…

    “Voy a terminar, pero antes ha de saber que yo sí estoy de acuerdo con las directrices que ha tomado el presidente Arias Navarro. Me gusta lo que pretende hacer y como, poco a poco, lo va haciendo”.

    Vale la pena señalar que el director del Diario de Mallorca, Antoni Alemany Dezcallar, era yerno del delegado de Fuerza Nueva en Baleares, Mateo Oliver Amengual y de su esposa Jeannine Pardo, hija de un ex ministro del mariscal Petain.

    Más tarde, y luego de la muerte del Caudillo, acudió el matrimonio a un acto celebrado en Tarragona, en el que yo intervine. Después, -creo recordar- asistieron a la acostumbrada cena de hermandad que nos congregó en el Hotel Tárraco. Pasado algún tiempo manifestaron -él y ella- su deseo de conocer personalmente a la viuda de Franco y me rogaron que les facilitase la entrevista. Hice la gestión con sumo gusto, y sin hacer mención del próximo pasado. Salieron muy complacidos de la visita a la señora de Meirás e hicieron grandes elogios de su simpatía.

    El ataque más duro fue el del Diario de Barcelona del día 29 de enero de 1975. El delantal del Brusi, con la firma de A.F.E. y el título Fuerza Nueva, decía, comentando mi discurso de Palma de Mallorca, y luego de destacar algunas de las frases que yo me vi obligado a pronunciar para contener a los provocadores: “En general ya se empieza a ver claro que (aquello no fue un acto político, sino ) un acto de risa, el festival de alguien que es en el mejor sentido de la palabra un payaso. A estas alturas ya no es un secreto que mucha gente va a ver a Piñar no por el mensaje, sino por el espectáculo, por oír lo increíble, por paladear un ambiente ‘retro’, por curiosidad. Me temo que el índice de conversiones que hace el piñarismo en cada sesión debe ser muy bajo”.

    Estimo que acertó Tele-Exprés, del día 27 de enero, al decir que “la estancia del notario madrileño en la isla duró tres días escasos, pero fue lo suficiente para elevar la temperatura política de la isla y movilizar las más diversas tendencias”.

    Al amparo de esa temperatura política elevada, preguntaron a la hermana del Caudillo, doña Piñar Franco, que se hallaba en Ibiza: “¿Qué le parece la figura política de Blas Piñar?”. Esta fue su contestación: “Es muy exaltado. De tal manera que adonde va la arma”.

    Teniendo en cuenta el clima reinante la respuesta no fue muy oportuna, y el adversario la aprovechó para hostilizarme. Pilar Franco-que sin proponérselo echó madera al fuego- me demostró en visitas personales y en declaraciones a la prensa, que estaba con nosotros. En Región de Oviedo, del 31 de enero, suscrito por Ricardo (Cepeda) apareció esta “gota de tinta”: “Hay quién ha dicho: donde va Blas Piñar la arma. Sí señora: la arma porque dice la verdad y la verdad no gusta”.

    Esta verdad quedó reflejada en la crónica que Luis Fernández-Villamea publicó en nuestra revista con el título Solo ante el peligro. (Nº 421 de 1 de febrero de 1975). En ella se decía: “Acaba de terminar el acto de Palma de Mallorca, en el que ha intervenido nuestro fundador, Blas Piñar, en un ambiente en gran parte hostil. En el salón de actos del colegio de San Francisco no cabía ni un alfiler.

    “Lo que sí puedo afirmar es que estaba el ‘todo Mallorca contestatario’. Las cuatrocientas butacas del salón aparecían cubiertas todas; otras tantas personas escuchaban de pie, entre pasillos y plateas. En la parte de atrás se agolpaba una verdadera nube humana que interceptaba la puerta, ocupaba el vestíbulo y llegaba hasta la calle, escuchándose gritos, muchas veces, de que no se oía. Desde luego. Hasta allí no podía llegar la voz del orador, de no haberse montado unos altavoces que sirviesen también a los muchos que se quedaron en la misma calle, en las aceras, en la plaza de San Francisco y en el claustro y patio del colegio. Los más jóvenes, generalmente ‘contestatarios’, se encaramaron a las ventanas y, desde allí, silbaron, abuchearon y, algunos, cambiando de opinión, al final aplaudieron.

    “En bastante más de un millar de asistentes se puede calcular en total el número. Un ochenta por ciento estaba entre los de menos de veinticinco años y más de diecisiete, entre éstos, mucho estudiante con zamarra, barbas y melenas (como mandan los cánones), con camisas de muchos vientos, y unas chicas desenvueltas, de aspecto muy libre en todo, con pantalones vaqueros y jerseys desbocados de muchos soles, que abucheaban y se reían al contacto auditivo con cosas como el aborto, el divorcio, el sexo o la pornografía.

    “Piñar estuvo hablando durante más de una hora del proyecto político que convocó a los españoles en un haz de ideales el 18 de Julio, y que, más tarde, les llevó a levantar los cimientos políticos de un Estado Nacional. Para ello mostró cuáles son las estructuras del Estado Marxista y del Estado Liberal, en un recorrido lleno de matizaciones doctrinales que los ‘contestatarios’ aguantaron sin pestañear. Iban con ganas de deshacerlo; pero los argumentos eran fuertes, estaban bien planteados, vieron la firmeza del orador en repeler las agresiones, y se quedaron con eso: las ganas. Uno de ellos, en un momento dado, ‘se pasó un pelín’, y otros muchachos, también jóvenes, lo sacaron a la calle en volandas, con algún mamporro por medio. La Policía se llevó al que pegaba, no al que armaba escándalo, como desinformó la prensa local.

    “La calle había aparecido pintada días antes, la redacción del Diario de Mallorca, órgano que se distingue, junto a Última Hora, por ulcerar las paredes y los contornos orgánicos de los mallorquines fieles al Régimen, no se salvó. Concretamente del acto que nos ocupa, ambos periódicos presentaron exclusivamente lo anecdótico. Pusieron ‘hordas taurinas’ donde se dijo ‘horcas caudinas’; publicaron fotografías rebuscadas, para demostrar el fondo de sus argumentos, y se dedicaron a extraer de los estercoleros de la información aquello que más pudiese garantizar al lector una visión esperpéntica de Blas Piñar. Parece un hombre -a través de estas lecturas- de pintura negra de Goya. Arias, sí; Falange, no, era el título de otra pintada que apareció aquellos días, y un señor apellidado Bastard escribió, poco antes del acto, una carta a Diario de Mallorca, en la que pedía por favor que Blas Piñar no fuese a traer la violencia consigo, que respetase la isla de la calma y que le respetase a él, que era un español que había traído al mundo cuatro españoles más.

    “El gobernador civil asistió al acto del teatro. Llegó tarde y se sentó en la presidencia. Por la noche, a la cena organizada, asistió igualmente, junto con ciento ochenta personas más, que demostraron así su camaradería y causa común con el fundador de Fuerza Nueva, y con lo que esta revista representa.

    “No faltó la llamada anónima que anunciaba, en el restaurante Parkins, la explosión de una bomba para las doce en punto.

    “Como digo, hubo intentos permanentes de cortar el acto por parte de la ‘contestación’. Piñar replicaba inmediatamente, uno por uno, a todos los conatos: ‘Este es un ejemplo de democracia, de tolerancia y de libertad -decía-: no respetar la libertad de los demás’. Cuando estaba hablando de la trilogía liberal, ‘Libertad, Igualdad, Fraternidad’, al llegar a la última, dijo que, para que exista, primero hay que dar como segura una paternidad. En este momento el ‘tendido del 7’, que estaba al final, en especial las chicas ‘libres’ de jersey desbocado, abrumado por el antipaternalismo que ha heredado de tanta literatura pseudomarxista (los marxistas serios no se meten en eso) sonrieron y abuchearon a coro, contestando Piñar, rápido como un rayo: ‘Seguramente estos que sonríen es que se consideran hermanos, pero, a lo mejor, no conocen a su padre’. El enfado y los insultos, por una parte, y la ovación cerrada y encendida, por otra, no se dejaron esperar. Al día siguiente, Última Hora, en una crónica de Camilo J. Cela Conde, con un titular a toda página, reflejaba la frase, sin destacar para nada el cogollo doctrinal o informativo medular del discurso. Quien haya leído exclusivamente Última Hora o Diario de Mallorca ha recibido la impresión de que un hombre de otro planeta ha caído por la isla para hablar de una mezcla extraña de religión, política, paternalismo, apostolado, violencia y lirismo encendido a la belleza mallorquina. Todo un servicio.

    “En la calle, los únicos guardias que asistían eran seis, y de la Policía Municipal, que ordenaban el tráfico.

    “Blas Piñar estuvo solo, absolutamente solo, en un teatro abarrotado, en gran parte hostil, entre malos modos, risas, chirigotas, aplausos, vítores, expectación, ataques violentos y desenfrenados de la prensa local, mofas, y también, hay que reconocerlo, rodeado del cariño, la estimación y la caballerosidad de muchos jóvenes, maduros y menos maduros, que desde el campo a la ciudad estuvieron allí para reconocer una serie de cosas. Solo ante el peligro, es decir, no precisamente como en el Ritz. Y todo por defender y difundir los mandamientos y fundamentos políticos del Régimen. Parece ser que la historia nos dice que estas cosas sólo puedan pasar entre nosotros. Al leer esta crónica, seguramente muchos hombres bien apostados en la poltrona de la ‘situación’ dirán: ‘Qué tonto’, entre alguna risita socarrona. Pero la política, como Dios manda, se hace así. Lo demás es miseria”.

    El acto de Palma de Mallorca tuvo graves consecuencias que de verdad lamento, para Mateo Oliver y para el gobernador civil y jefe provincial del Movimiento, de Baleares, Carlos de Meer y de Ribera.

    El primero, que me presentó en el teatro del colegio de San Francisco, fue inmediatamente trasladado a Castellón. Era teniente coronel de Infantería de Marina. La orden la dio el ministro del ramo, el almirante Gabriel Pita da Veiga y Sanz.

    El segundo, poco después de la muerte de Franco, fue destituido por el ministro de la Gobernación, Manuel Fraga Iribarne, accediendo a la petición de un abogado mallorquín que había recogido firmas con tal objeto (así informaba Fernando Onega en Pueblo del día 31), a las sugerencias más o menos explícitas del Diario de Mallorca, (editorial antes citado), y a la pregunta de Argos (Carlos Cabanillas) en ABC, del 28 de enero: “¿Qué medidas piensa tomar el Gobierno ante el gesto y presencia del gobernador de Palma de Mallorca en determinado acto para garantizar la neutralidad de sus representantes?”.

    Al Diario de Mallorca, y para poner las cosas en su sitio, un grupo de agricultores y profesionales, hizo llegar un escrito, fechado el 29 de enero con el siguiente texto:

    “Señor Director:

    “Haciendo uso de nuestro derecho de réplica, queremos hacer constar lo siguiente:

    “1º Consideramos totalmente tendenciosa y falta de objetividad la información que se dio en este periódico sobre don Blas Piñar López y los actos celebrados en San Francisco y en el Restaurante Parkins.

    “2º La minoría de perturbadores que asistieron a la conferencia habían ido con la intención de boicotear el acto, lo cual obligó a don Blas Piñar a decirles algunas verdades, como único remedio para que no consiguieran sus objetivos, y así lo logró, resultando brillantísima toda su intervención.

    “3º La conferencia fue de una gran altura filosófica y teológica a la par que de una claridad meridiana.

    “4º En el Restaurante Parkins don Blas Piñar se mostró como un gran defensor de la sufrida agricultura y de la pequeña y mediana empresa, cosa a la que Vds. quitaron importancia por razones obvias.

    “5º Para que pudiéramos considerar a su periódico como informativamente imparcial, lo que tendrían que hacer es publicar íntegras las dos intervenciones de don Blas y no limitarse a publicar frases rebuscadas con mala intención y fuera de contexto.

    “6º Con referencia a la crítica hecha por Vds. al Excmo. Gobernador Civil, queremos recordarles que el señor Piñar es Consejero Nacional del Movimiento por designación personal y directa de su Excelencia el Jefe del Estado y Jefe Nacional del Movimiento, por lo cual lo que no hubiera sido normal habría sido la ausencia del Jefe Provincial del Movimiento.

    “En la confianza de ver publicada esta carta en el periódico de su poco digna dirección le saludamos atentamente”.

    No lo recuerdo bien, pero me parece que el derecho de réplica no fue respetado y que el escrito, por el cual se ejercía, no se publicó.

    Ni qué decir tiene que mi discurso en Palma, del día 24 de marzo de 1975, se publicó íntegramente en el nº 422, de nuestra revista, de fecha 8 de febrero. También pusimos a la venta copias de la cinta magnetofónica en que se grabó.

    Tributamos en Madrid un homenaje a Carlos de Meer y de Ribera, de agradecimiento por su conducta para con nosotros en Palma de Mallorca, y en desagravio por su destitución. Lo celebramos en el Restaurante El Bosque, el día 20 de febrero de 1976. Asistieron más de 800 personas. Hablaron: Juan Garrido, lugarteniente de la Guardia de Franco, en Ciudadela (Menorca), y Sebastián Cerra Galleta, subjefe provincial del Movimiento en Baleares. Cerramos el acto, yo, con un breve discurso, y Carlos de Meer, para dar las gracias. El homenaje no pudo resultar mejor.

    Fuente: ALERTA DIGITAL

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    Re: La incoherencia de Blas Piñar

    La razón por la que voy poniendo textos del libro biográfico "Escrito para la Historia" de Blas Piñar es para dar a conocer la realidad del franquismo (al menos desde el gobierno del ´57, en los que los males originarios del mismo se hicieron ya patentes de una manera clara y descarada). Me bastaría colgar textos de historiadores legitimistas o simplemente católicos tradicionalistas no legitimistas pero no franquistas, para dar cuenta de lo que realmente se iba incubando y realizando, pero pensé que podía ser mejor poner textos de franquistas reconocidos, como Blas Piñar, pero así conservar mejor la imparcialidad de los juicios emitidos. En este sentido téngase en cuenta lo que dice Blas Piñar en la introducción de su libro (página 11):

    "Lector, el libro que tienes en las manos, da cuenta detallada, fundamentalmente, de hechos y acontecimientos que comienzan poco antes del año 1957, es decir, cuando estimé que no era lícito continuar bajo la lámpara de mi propia celda y que se hacía necesario comparecer no sólo en las actividades de la Acción Católica sino en la vida política para defender, con todos los riesgos, el ideal -Religión y Patria- a que antes hice referencia".


    El título del hilo acerca de la incoherencia de Blas Piñar hace referencia, como ya apunté, a que, si bien todos podemos estar de acuerdo en que el proceso de demoliberalización revolucionaria del Régimen (iniciado en una primera fase transitoria a través del proceso de desfalangistización desde el gobierno del ´45 en adelante) alcanzó a partir del gobierno del ´57 cotas ya altamente importantes como para no darse cuenta a ojos de cualquier católico imparcial de los efectos perniciosos (en todos los aspectos del gobierno) que la política de esta nueva fase de la dictadura realizaba...; digo que, si bien podemos estar de acuerdo en esto, el problema radica en que unos echarán la culpa sólo al Gobierno, pero no a Franco (caso de los católicos franquistas como Blas Piñar) y otros al Gobierno y también a Franco como causante último del problema (caso de los católicos que no son franquistas).

    Aparte del dilema anterior, también surge otro problema ya apuntado someramente o aludido en otros casos: si se puede considerar el juancarlismo una evolución natural y coherente del régimen franquista atendiendo a ese proceso de demoliberalización de la dictadura agudizado a partir del ´57 (lo que podríamos llamar tesis evolucionista) o si realmente habría que hablar de "ruptura" (esto es, la tesis de la traición, que sostienen muchos católicos franquistas).

    Ya se vé que estos dos dilemas (1. El de si Franco es o no responsable de la demoliberalización del Régimen o sólo son responsables sus gobiernos, y 2. El de si hay ruptura o evolución política natural entre el franquismo y el juancarlismo), están en cierta forma interconectados entre sí, de tal manera que unos sostendrán la responsabilidad de Franco y, por tanto, la evolución natural de su dictadura hacia el juancarlismo, y otros sostendrán la doble tesis de la ruptura y de la traición de todos aquellos que ocupaban puestos en la dictadura siguiendo los dictados de los gobiernos franquistas que supuestamente estarían haciendo una política no querida por Franco.

    Estos debates son interesantes porque ponen sobre el tapete un asunto importante para los católicos tradicionales, a saber, si realmente un católico tradicional es justo o no al criticar, por un lado, o defender, por otro lado, la dictadura franquista o, dicho con otras palabras, si realmente la dictadura franquista formó parte de la genuina y verdadera solución contrarrevolucionaria o, por el contrario, formó parte del problema revolucionario anticatólico y antiespañol.

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    Aprovecho para poner aquí otro texto del libro de Blas Piñar. Pertenece al capítulo 9, "Temas Diversos".


    Tres ofrecimientos

    El primero tuvo lugar mucho antes de la fundación de Fuerza Nueva. Los otros dos reflejan la actitud con respecto a Fuerza Nueva de quienes asumían responsabilidades al más alto nivel en el Movimiento y en el Ejecutivo.
    El primer ofrecimiento me lo hizo Joaquín Ruiz-Giménez -al que me unía una antigua y buena amistad- al asumir la cartera de Educación. Vino a verme a casa. Me invitó a que diésemos un paseo juntos.

    El paseo, me parece recordar que fue por la Ciudad Universitaria y que duró varias horas. Fue por la tarde. Me pidió, y muy insistentemente, que aceptara una Dirección General en el Ministerio de que se había hecho cargo. “Te cambio -me dijo, y me repitió varias veces- la Notaría por una Dirección General.”

    Fue una tentación ofrecida con palabras amables -como él sabía hacerlo- en la que afortunadamente no caí. Para hacerla más atractiva añadió que tenía libertad absoluta para elegir a mis colaboradores. Así sería más cómoda y grata la tarea, contando con gente de mi absoluta confianza. Le agradecí, como es lógico, su deferencia, pero no acepté. Creo que dadas las secuencias políticas posteriores del nuevo ministro de Educación mi respuesta negativa fue acertada.

    José Solís Ruiz, ministro secretario general del Movimiento, me rogó que pasara por su despacho oficial. Estuvo deferente y amable. Era simpático y comunicativo. Me indicó que deseaba incorporar al esquema dirigente del Movimiento a determinadas personas. Se había entrevistado, a tal fin, con Antonio Barrera de Irimo, que más tarde fue ministro de Hacienda, y con Cruz Martínez Esteruelas, que luego sería ministro para el Plan de Desarrollo y después de Educación Nacional. Les había ofrecido Delegaciones nacionales. Ya había aceptado el último. Deseaba que yo fuese delegado nacional de Asociaciones, que en aquel momento desempeñaba Jordana de Pozas. No recuerdo si mi respuesta fue, en principio, negativa. Lo que sí es cierto es que puse reparos y que consulté con mis colaboradores de Fuerza Nueva. Rechacé con cortesía el ofrecimiento. Solís lo comprendió.

    Yo no estimaba compatible aquella Delegación con la rectoría de una corriente doctrinal, identificada con el Movimiento, pero no encuadrada en la Organización, ni administrativa ni económicamente vinculada a la misma.

    Años después, Laureano López Rodó, ministro de Asuntos Exteriores, me llamó por teléfono. Iba a bordo de un avión que le conducía de Barcelona a Madrid. Deseaba verme enseguida. Me pidió que le esperase en el Ministerio. La entrevista tuvo lugar a media mañana del día 17 de septiembre de 1973. Me hizo un exordio lento y cauteloso. El Gobierno, y de un modo especial su presidente, Carrero Blanco, deseaban ofrecerme una compensación por los servicios desinteresados que prestaba al Régimen.

    Los ataques de que éramos objeto merecían esa compensación. Me ofreció la embajada de Manila, indicándome que los Príncipes irían dentro de poco en visita oficial a aquel país y que convendría que alguien de plena confianza pudiera preparar este desplazamiento, considerado como muy importante para mantener el recuerdo y la presencia de España en Filipinas. Además, me dijo, sabemos que tú conoces el archipiélago, que has estado allí en dos ocasiones y tienes buenos amigos que te ayudarán para que la presencia de los Príncipes sea un éxito.

    Me quedé sorprendido. No esperaba ese ofrecimiento. Le contesté que lo agradecía pero que no lo aceptaba. Si ese ofrecimiento se me hubiera hecho al ser destituido como director del Instituto de Cultura Hispánica, en enero de 1962, lo habría meditado. Ciertamente, conozco Filipinas, amo a Filipinas, muestra evidente de la obra colosal de España en el Oriente lejano, y ningún cargo como el de embajador para ahondar en ese conocimiento ; “pero a estas alturas -le dije- cuando Fuerza Nueva irrumpe en la vida pública española para mantener los ideales del 18 de Julio, que se están marginando o traicionando, yo no puedo abandonar a los míos, desistir de la empresa y marcharme a las antípodas. Si en aquel entonces tu ofrecimiento hubiera sido una noble tentación, ahora ni siquiera me seduce. Hay una escala de valores que no voy de ningún modo a quebrantar”.

    Seguimos hablando. Yo deseaba saber si la propuesta partía de don Luis Carrero Blanco y si la conocía el Caudillo. López Rodó me dijo que la iniciativa era de Carrero. No sabía si éste se la había dado a conocer a Franco. Le rogué que lo indagara y me lo comunicase. Aquella misma noche, López Rodó me hizo saber por teléfono que al Jefe del Estado le pareció muy bien la propuesta.

    Para ratificar mi contestación al ofrecimiento envié una carta al ministro de Asuntos Exteriores fechada el 2 de octubre de 1973, en la que, entre otras cosas, le decía : “Como te prometí, dejo constancia escrita de nuestra conversación del pasado 17 de septiembre, en el Palacio de Santa Cruz. Te agradezco el ofrecimiento que con tanta insistencia me hiciste de la Embajada de España en Manila. Es una prueba de tu delicadeza, cuando, como tú mismo indicaste, parece se confabulan todos, incluyendo a personas de tu máxima confianza política, contra la postura que venimos manteniendo, y contra mí personalmente. Ya te adelanté, sin embargo, mi respuesta, que ahora te confirmo, después de pensarlo con más detenimiento. No puedo aceptar por muchas razones, cuya enumeración sería larga y prolija. Hace años, quizás, un ofrecimiento parecido me hubiera hecho dudar. Ahora, con la tranquilidad absoluta de conciencia, puedo decirte que no he encontrado un sólo motivo (a pesar de mi apasionamiento -que conoces- por todo lo que a Filipinas se refiere) para contestarte de un modo afirmativo”.

    La noticia del ofrecimiento de la embajada en Manila debió filtrarse -y no por mí- pues apareció en todos los medios informativos, aunque en ellos se hablaba de que yo sería nombrado embajador en Filipinas o en Brasil.

    Pedí audiencia en el Palacio de El Pardo. Se me concedió inmediatamente. A Franco le expuse los argumentos en que apoyaba mi no aceptación. Mi lealtad a él y a lo que él significaba era evidente y daba pruebas a diario de ello. Ésta era la razón principal que respaldaba mi negativa. No me era posible colaborar desde ningún cargo con una situación política que con el amparo oficial estaba dinamitando el Régimen. Mi puesto estaba aquí, para tratar de evitarlo. Desde Manila, tan distante, poco o nada podía hacer. Incluso, dije, me da la impresión de que, para debilitarnos, se me deporta, con la caricia y el señuelo de una Embajada, a un país remoto.

    López Rodó me hizo saber que, ello no obstante, y para demostrar que el ofrecimiento no era sólo a mí sino a Fuerza Nueva, yo podía proponer a alguien de nuestro grupo para ese nombramiento. Tuve una reunión en nuestra Sede con los directivos y máximos responsables. Les di cuenta detallada de lo acaecido. Le sugerí a José Antonio García Noblejas, notario de Madrid, hombre serio y con experiencia, que aceptase. Tenía relación con Filipinas, por parte de su esposa. Por las mismas razones, que yo apunté y posiblemente por otras de carácter profesional, no consideró oportuno marcharse a Manila. Así se lo hice saber al ministro de Asuntos Exteriores.

    El Asunto “Arrabal”

    La opinión pública se sintió conmovida e indignada al tener noticia de la dedicatoria que Fernando Arrabal de Terán, dramaturgo, célebre por muy variadas razones, estampó en el ejemplar de uno de sus libros editado por Alfaguara: Arrabal celebrando la ceremonia de la confusión. Resulta penoso reproducir la dedicatoria. Decía así: “Para Antonio. Me cago en Dios, en la Patra y en todo lo demás”.

    La Agencia Logos comunicaba desde Murcia, con fecha 22 de julio de 1967: “Ha sido detenido y puesto a disposición de los Tribunales competentes Fernando Arrabal, como consecuencia de las expresiones sacrílegas, blasfemas, antipatrióticas y obscenas, en las dedicatorias firmadas por él en una obra suya en un establecimiento comercial madrileño”.

    Con la misma fecha, Cifra, ya desde la capital de España, añadía: “Se sabe que en las primeras horas de la tarde llegó a Madrid, custodiado por funcionarios de la Policía, Fernando Arrabal de Terán. Tras las correspondientes diligencias, pasó a disposición de la autoridad judicial”.

    El diario Arriba apostilló la noticia con una nota de la redacción, en la que se identificaba a “Antonio”, destinatario de la dedicatoria -que calificaba de “inmunda”-, con un muchacho de 17 años, diciendo que el autor de la misma “es un genio que insulta groseramente al país, que blasfema y que ensucia los libros y el paisaje”.

    Es curioso que, como señalábamos en el número 30 de Fuerza Nueva, de 5 de agosto de 1967, el propio Arriba hubiera dedicado poco antes un “generoso espacio en sus páginas de huecograbado a las fotografías del autor y a las crónicas cariñosas para el mismo de Nativel Preciado”.

    Pero más curioso aún, y por supuesto sorprendente, fue la sentencia del Tribunal de Orden Público, de 29 de septiembre de 1967, a la que hacía referencia ABC, del día siguiente. En parte reproduzco la sentencia, conforme al texto del diario:

    “El Tribunal estima en uno de los considerandos de la sentencia, que la frase soez, grosera y despreciativa, escrita por el inculpado en la dedicatoria de un libro suyo contra el Sumo Hacedor, claramente tipificaría su actuar como constitutiva del delito de blasfemia comprendido en el artículo 239 del Código Penal, al haberse producido una acción injuriosa contra Dios, pues por tal es tenida la imprecación proferida por el inculpado, sin que pueda desvirtuarla la alegación de ir referida a la figura mítico-literaria del dios Pan, toda vez que a ello se opone el propio contenido de la frase, la precisión lógica dimanante de su profesión de escritor, la reflexión inherente a un texto escrito y ser ilógico que, quien cuidó omitir una vocal en la palabra “patra”, para claramente aludir a concepto distinto de la “patria”, olvidara adjetivar la figura mítico-literaria invocada, con publicidad -requisito esencial para la tipicidad de la blasfemia por escrito-, evidenciada por el lugar en el que se produjo, en presencia de numerosas personas en el momento de ser estampada, así como la difusión obtenida inmediatamente a su comisión, antijuricidad constituida por el sentido de menosprecio expresado hacia Dios y, por último, el elemento de culpabilidad concurrente al no ser preciso un ánimo específico de ultrajar. Ahora bien: como en el momento de autos el inculpado padecía una aguda intoxicación no ordenada a tal fin, al haber ingerido seis pastillas de “simpatina” y tres copas de licor, para contrarrestar los efectos de la tensión psicológica que sufría a causa de tal estado, se produjo en él un desgobierno de las estructuras superiores de su personalidad que no le permitían el autogobierno de la inteligencia y voluntad y que, al quedar ambas anuladas, hacen procedente estimar en su conducta la concurrencia de la eximente de trastorno mental transitorio, establecida en el número primero del artículo 8 de nuestro Código Penal”.

    Yo, por mi parte, comenté ese escándalo en dos artículos: el primero, en Informaciones, del 29 de julio de 1967, titulado: Lo de Arrabal y otras cosas; y el segundo, en el número 39 de Fuerza Nueva, de 7 de octubre, bajo la rúbrica de En total desacuerdo.

    A pesar de todo, y para que el lector advierta el clima degradante ya iniciado, no solo escritores ilustres -José María Pemán, Camilo José Cela y Vicente Aleixandre- testificaron en favor de Fernando Arrabal, sino que en el Colegio Mayor del Movimiento Beato Diego de Cádiz, después de dictada la sentencia, el grupo teatral Quimera, dependiente del mismo, puso en escena Oración, obra de Arrabal, incluyéndola en su repertorio. Fue el 14 de octubre de 1967.

    Arrabal, ya absuelto, regresó a Francia, y fue uno de los asaltantes y ocupantes del Colegio Español sito en la Ciudad Universitaria de París. La ocupación tuvo lugar en la noche del 17 al 18 de mayo de 1968. Se izaron, por los asaltantes, dos banderas: una roja (social-comunista) y otra roja y negra (anarquista). En una entrevista con Benst Jahnson, publicada en el diariode Estocolmo Dagens Nyther, el 7 de junio, Fernando Arrabal declaró que para “luchar contra la dictadura de Franco la táctica más eficaz era la de la sátira y el humor”.

    Por cierto, que mi punto de vista era compartido por muchos. El director general de Plazas y Provincias Africanas, José Diaz de Villegas, un gran español, me hizo llegar una carta, con fecha 7 de octubre de 1967, en la que se refleja su indignación de este modo:

    “Leo su artículo ‘En total desacuerdo sobre el asunto de Arrabal’. Estoy plenamente de acuerdo con su tesis y verdaderamente no comprendo cómo se pueden decir en los Tribunales las cosas que allí se han dicho. El que al hablar de Dios se refiere al dios Pan y que al hablar de la Patria se refiere a una gata que se llama Cleopatra, es algo más que tomar “simpatina”; es una tomadura de pelo y un alarde de desvergüenza, que no comprendo.”

    El Asalto a la Galería Theo

    Fue en la noche del 5 al 6 de noviembre de 1971. Aquella madrugada me despertó el teléfono. Una voz desconocida me anunciaba que se había producido el asalto, que un grupo de jóvenes había destruido dibujos y grabados de Picasso, expuestos en la Galería y que yo estaba implicado en el hecho.

    Bien sabe Dios que yo, ni conocía la existencia de la galería Theo, ni que hubiera en la misma una exposición picassiana con motivo del noventa aniversario del nacimiento del artista en Málaga.

    A la conmemoración se había unido la España oficial, lo que fue destacado por la oposición al Régimen. Así, en Exprés Español, de diciembre de 1971, editado en Frankfurt, se pudo leer: “Radio Nacional programó espacios dedicados a Picasso y la prensa española dedicó amplios reportajes al ilustre compatriota. Incluso el reaccionario diario del marqués de Luca de Tena elevaba en su portada a Picasso junto a Goya y Velázquez a la categoría de gloria de España

    Entre los compradores de los grabados -según Exprés Español- perjudicados por el acto de vandalismo se encontraba el ex ministro franquista de Comercio, Manuel Arburúa, vicepresidente del Banco Exterior de España y José Lladó, director de Industria Química en el Ministerio de Industria.

    Desde el oficialismo y desde la oficiosidad de la Administración y del Movimiento se solicitaron: una adhesión a Picasso de los niños de nuestras escuelas, la emisión de un sello postal con su efigie y un homenaje nacional, proclamándole español universal y español del año.

    Por su parte, en Barcelona, donde ya se había inagurado en uno de los mejores edificios de la Diputación un Museo Picasso, el Ayuntamiento, el 25 de octubre de 1971, colocó una placa en la casa donde el artista instaló su primer estudio en la Ciudad Condal. Con anterioridad, la Asociación de críticos de Arte, de Barcelona, concedió a Picasso el premio de la crítica 1968.

    Más tarde, Luis Climent, director del diario del Movimiento Solidaridad Nacional, calificaba a Picasso de “genio excepcional”, y al morir el pintor -según manifestaba el escritor francés Saint-Paulien-, se recibieron telegramas de condolencia de varios ministros de Franco.

    El Régimen, para nosotros, ya había bajado sus defensas y se había permeabilizado hasta el punto de permitir que desde su misma estructura se respaldase la táctica comunista -realmente hábil- de manejar instrumentos vitales, enmascarándose y sirviéndose de los medios de comunicación, de los espectáculos y como, en este caso, del arte y de los artistas.

    En un informe que publicamos en el número 267 de Fuerza Nueva, de 19 de febrero de 1972, decíamos: “La figura de Picasso ha sido utilizada por el comunismo como motivo antifranquista. En el 90 aniversario de su nacimiento se preparó una intensa propaganda a escala mundial, que en España debía adquirir gran relieve y especial significación. Era necesario, para poner en marcha este siniestro plan marxista, acreditar la figura de Picasso ante los confiados españoles, para lo cual se tomaron las siguientes medidas: ocultación de la verdadera personalidad artístico-política de Picasso, silenciando su compromiso al servicio de la subversión y su continuada oposición desde 1936 al Movimiento Nacional, a través de su vida pública y determinadas obras seudoartísticas y blasfemas, que ofenden gravemente al Jefe del Estado”.

    En la misma revista, y en el número 260, de 1 de enero de 1972, decíamos que “Picasso se puede permitir esa burla a todo arte civilizado y cristiano, sencillamente porque es comunista… ¿Se concibe una glorificación del arte actual de Picasso si éste, en lugar de haber pintado el Guernica, hubiera pintado Dresden arrasada por las bombas aliadas?

    Pero ya, y en época de Franco, hubo tres obras de Picasso en el Pabellón de España en la Feria Mundial de Nueva York, con motivo del 85 aniversario de su nacimiento, obras que luego ingresaron en el Museo de Arte Moderno de Madrid. A la vez, se realizaron gestiones oficiales por la Dirección General de Bellas Artes para que viniese a España, con todos los honores, el Guernica (que por fin vino luego de la transición).

    Picasso, que en el otoño de 1970 hizo unas declaraciones a favor de los terroristas de ETA, en pleno proceso de Burgos, fue no solo antifranquista, sino un comunista fervoroso. En el diario parisino L´Humanité, de 30 de noviembre de 1944, dijo: “mi adhesión al partido comunista es la consecuencia lógica de toda mi vida”.

    En la revista francesa Découvertes, Saint-Paulien, a quien ya hemos citado, asegura que Picasso “fue un partidario resuelto de la doctrina marxista-leninista y un comunista militante. Al menos, así fue saludado por Pravda, de Moscú, L´Humanité, de París, y L´Unitá, de Roma. Erich Honeeker y Georges Marchais, secretarios generales de las secciones alemana y francesa de la III Internacional, hacen coro afirmando que “la desaparición de este incomparable militante constituye una pérdida irreparable para la causa proletaria”.

    Lo curioso es que Picasso no se reintegró a España, a pesar de la proclamación, en 1931, de la II República, ni tampoco, cuando fue nombrado en septiembre de 1936, por el Gobierno rojo, director del Museo del Prado. Por añadidura, nada importante le perturbó durante los años que estuvo en la Francia que ocuparon los alemanes durante la segunda Guerra Mundial, ni protestó, como otros intelectuales, escritores y artistas contra dicha ocupación. Más aún, tengo entendido que vendió algunos de sus cuadros a los ocupantes.

    Con razón se lamentaba Ernesto Giménez Caballero, en Informaciones, del día 6 de diciembre de 1971, de que “los lugares picassianos (fueran) enaltecidos por el mundo oficial, olvidadizo de (los) escritos (de Picasso) contra Franco”.

    A mi modo de ver, acertaron en su veredicto tres jóvenes universitarios, Juan Fernández, Julio López y Gonzalo Molina, que en una carta que publicamos en el número 254 de nuestra revista (27 de noviembre de 1971), argumentaban: “Picasso ha politizado, ha dejado politizar su obra, y los demás tenemos derecho a juzgarle a él y a su obra con unos criterios fundamentalmente políticos. (Por eso), ahora que muchos piden la mayor rigidez a unos tribunales a los que no se han cansado de calificar de fascistas; ahora que gritan tanto los que han callado o silenciado el sinfín de atentados personales y materiales de la extrema izquierda española durante tantos años, (conviene proclamar que en el asalto a la galería Theo no ha habido) un delito de los vulgarmente llamados comunes. Ha sido, lícito o no, un hecho político, y como tal queremos que lo vea la gente”.

    Según la información facilitada con motivo del asalto a la galería Theo, “en la exposición figuraban 28 grabados y dibujos de los que 24 quedaron total o parcialmente destruidos por la acción del ácido y de la pintura roja que se arrojó sobre los mismos. Otros dos desaparecieron, aunque uno de ellos se devolvió por vía postal. El importe de las pérdidas -según esta información- se calculaba en seis millones de pesetas. Los autores del atentado fueron ocho miembros -inmediatamente detenidos- (y muy pronto puestos por el juez en libertad -añado por mi cuenta- con una fianza por cabeza de 15.000 pesetas, lo que demuestra el escaso valor de lo que se expuso en la galería), de la organización fascista Guerrilleros de Cristo Rey, cuyos padres espirituales son el ultracruzado Padre Oltra (Hermandad Sacerdotal) y el procurador fascista en las Cortes de Franco, Blas Piñar (editor de la revista falangista Fuerza Nueva)”.

    Esta imputación del asalto fue reiterada en el número 65, correspondiente a la segunda quincena de noviembre de 1971, de Información Española, editada en Bruselas, en la que se dice: “Blas Piñar es el auténtico responsable de la destrucción de la obra de Picasso y Blas Piñar (es un) asesino de la cultura”.

    Los insultos y amenazas de que fui objeto, por vía telefónica, eran terribles y, como el lector puede imaginarse, nada gratos.

    Peor fueron, en cierto modo, las notas de protesta de las siguientes instituciones: Asociación de Antiguos Miembros del Frente de Juventudes, Círculos José Antonio, Delegación Nacional de la Juventud, Consejo General de Colegios Farmaceúticos de España, Asociación Española de Críticos de Arte, Asociación Española de Mujeres Universitarias y Real Academia de Bellas Artes Santa Isabel de Hungría, de Sevilla.

    Refiriéndose, sin duda, al asalto a la galería Theo, el jefe de la sección de Prensa y Propaganda de los Círculos José Antonio, dijo a los postres de una cena de hermandad: “La Falange es una organización revolucionaria, un cuerpo total de doctrina, no una organización para la algarada, ni para apedrear librerías, ni para atentar salvajemente contra exposiciones culturales y artísticas de valor universal”.

    La nota de los antiguos miembros del Frente de Juventudes, tal y como aparece publicado en la Hoja del Lunes, de 8 de noviembre de 1971, rezaba así: “Pedimos a las autoridades que corten de raíz los extremismos que atentan contra los principios del Movimiento Nacional, denigran los valores positivos del 18 de Julio -a los que falsamente invocan- y ponen en peligro la paz ciudadana”

    Esta campaña de condenación del atentado y que, de forma explícita o implícita, era contra quien esto escribe, se vio refrendada por algunos periódicos. Así, un editorial de Ya, que reprodujo La Verdad, de Murcia, el 24 de noviembre de 1971, decía: “Este modo de proceder en lo cultural es un atentado imperdonable contra una obra de arte o un recuerdo que es patrimonio de todos. En el terreno de lo moral indica una falta de gallardía personal y en lo político una torpeza grosera. ¿Quién organiza e inspira estas tristes felonías?. Y pedimos que se castiguen, como la violencia debe ser castigada en un país, como el español, que se enorgullece justamente de constituir un Estado de Derecho”.

    Escribí al director de Ya pidiéndole que tuviera el valor de publicar los grabados que él consideraba una obra de arte. Se publicaron en parte en el número de Sábado Gráfico que luego cito. Algunas de las reproducciones de los grabados de la colección Sueño y mentira de Franco no debieron exponerse como el que le representaba realizando el acto sexual con una cerda o aquel en que Franco, con el miembro viril erecto, tocaba la Eucaristía.

    Pero en el mismo diario, Luis Apostua aludía a “la increíble agresión a una galería de arte, con destrozo de varios dibujos de Pablo Picasso. Cuesta trabajo imaginar un nexo político entre la presencia de la obra de un español tan universal y el acto de actuar contra ella, a menos que volvamos a la quema de libros y a la persecución de brujas”.

    Informaciones, de 7 de noviembre de 1971, luego de aludir a la vandálica actuación de 7 jóvenes que destrozaron 24 grabados de Picasso hacía patente “de una manera clara e inequívoca, enérgica y rotunda, la más absoluta condena hacia el irracional atentado. La tenaz y permanente repetición de actos como los aquí condenados, atenta contra los principios de Derecho que sustenta nuestro Estado. Por ello, no deben ni pueden volver a repetirse”. Sábado Gráfico, del día 13 de noviembre de 1971, decía : “No hay muchos cauces para expresar ideas extremas, pero este de violentar las obras de arte, que son indefensas y que no delinquen, nos parece el alcaloide de la bestialidad”.

    José Baró Quesada, en ABC, del día 7 de noviembre, aseguraba que “el incendio de los templos en 1931 y 1936 y los ataques a las librerías y salas de arte en 1971 son un mismo exponente de incivilidad y arbitrariedad”.

    Tele-Expréss, de 24 de noviembre de 1971, afirmaba que el acto vandálico era “una de las acciones más repugnantes a cualquier espíritu civilizado”, y Diario de Barcelona, de la misma fecha, lo definía como “gamberrismo de la peor especie”.

    La agencia italiana de noticias ANSA divulgó la siguiente noticia que reprodujeron, entre otros diarios, La Nación, de Buenos Aires, y Momento Sera, de Italia: “Un commando antimarxista, formato da sette guerrilleri di Cristo Re, le squadre di estrema destra che fanno capo al procuratore alle Cortes (diputato), Blas Piñar hann strapatto e distrutto questa sera in piena Madrid, 24 incissioni di Pablo Picasso”.

    Me vi obligado a desmentir tan falsa noticia, dando una nota, que se publicó en nuestra revista (número 254 de 20 de noviembre de l971). En ella manifestaba, entre otras cosas, lo siguiente: “Que con independencia del juicio que pueda merecerme la obra artística de Pablo Ruíz Picasso, estimo que la colección titulada Sueño y mentira de Franco es de pésimo gusto, obscena y gravemente ofensiva para el Jefe del Estado español y del Movimiento Nacional. Si los jóvenes -sean o no Guerrilleros de Cristo Rey- que intervinieron en el episodio a que se alude en la noticia de ANSA, conocían la citada colección, me explico, aunque no justifico, el acto, que realizarían, según estimo personalmente , llevados de su patriotismo y de su fervorosa y entusiasta adhesión a Francisco Franco”.

    Eduardo Alvarez de Puga apostilló mi nota en el Diario de Barcelona, del 28 de noviembre de 1971, calificándola de “confuso caldo mental, en el que se mezclan, sin distinguir, patriotismo encomiable y gamberrismo de la peor especie, categorías artísticas y filiaciones políticas, cultura que dignifica y atavismos que degradan”.

    Hasta aquí el sumario de las versiones sobre la que fue calificada como destrucción imperdonable de una obra artística de gran valor. Pero la realidad fue bien distinta.

    No sólo pornografías y blasfemias

    En primer término, ni Fuerza Nueva, ni su presidente, tuvieron nada que ver con el asalto a la galería Theo, que según las octavillas que se arrojaron, fue obra de un “Comando de lucha antimarxista”. En segundo lugar, no se trataba de dibujos o grabados originales de Picasso, sino de reproducciones de los mismos, que podían adquirirse en París al precio de doscientas pesetas cada uno.

    Yo conocía la colección a través de la edición alemana publicada en 1968 por la editorial Insel Verlag, de Frankfurt. En una sesión secreta del Consejo Nacional la mostré para poner de relieve hasta dónde llegaba la catadura moral y la posición política de Picasso. Estoy seguro de que las autoridades competentes tenían perfecta noticia del contenido de la colección que iba a exponerse en la galería Theo. Por eso manifesté que “los que han delinquido son los que permitieron la exposición, no los autores del atentado”.

    Hay testimonios que prueban el contenido de los famosos dibujos y grabados. Reproduzco los de Ricardo Lindes Ava: “He visto en la prensa grabados suyos (de Picasso, se entiende) verdadera pornografía de casa de lenocinio”; Pedro J. Muñoz: “Es tanta la obscenidad sucia y repelente que representan, que da asco mirarlos”; José María Rebate Encinas: “el marxista Picasso ha editado un libro en el que aparecen dibujos del Jefe del Estado en las posturas más repugnantes que uno se pueda imaginar”.

    Pero fue Clara San Miguel la que en El Pensamiento Navarro, de 18 de noviembre de 1971, captó la realidad de lo sucedido en la galería Theo: “los grabados pertenecían a la Suite Vollard, que consta de 46 grabados y datan de 1937. Se expusieron una serie de veintitantos, impresos en un libro editado en Munich en 1968, Sueño y mentira de Franco. Decir que son pornografías y blasfemias es hacerlas demasiado honor, ya que tales adjetivos sugieren cierta fuerza, aunque sea la fuerza del mal. Los dibujos que comentamos son simplemente viles: dejando aparte las injurias a Franco, que aparece siempre en forma de gusano y en las posturas más grotescas, aparecen en ellos injurias al Ejército, a las jerarquías de la Iglesia católica, a todos los símbolos religiosos, a la Virgen María, expresados con una suciedad barata que causa asombro al mismo tiempo que rubor: el asombro de que un adulto normal haya descendido a tal infranivel, haya encontrado un editor para su obra y siga gozando de la consideración respetuosa de sus prójimos”.

    Clara San Miguel, luego de señalar la petición casi unánime de los periódicos, que reclamaban poco más o menos que la cabeza de los jóvenes asaltantes de la Galería, terminaba así su espléndido artículo: “¡Pobres chicos, qué despiste el suyo!. Si hubieran injuriado al Crucifijo o profanado las tumbas de nuestros mártires o ensuciado la bandera de la Patria, apenas si su acción habría causado escándalo y habría, en cambio, encontrado muchas voces en su defensa”.

    Con esta misma orientación Manuel de Santa Cruz escribía en el semanario ¿Qué Pasa?, de 4 de diciembre de 1971: “Cuando hay que discernir fuera del positivismo jurídico si una violencia es de una clase o de otra, si es de las buenas o de las malas, hay que explicar a qué orden está adherido el definidor, es decir, cuál va a ser la piedra de toque. Ya veremos cuál es la cosmovisión (y) cuáles las categorías que se transparentan en las futuras actitudes respecto de esos jóvenes que, llevados de su amor a España, han destrozado unos dibujos pornográficos del comunista Picasso”.

    Rafael García Serrano también tomó su pluma, valiente y brillante, para escribir: “Picasso es comunista, y se manifiesta siempre que puede en contra del régimen español. No es justificable en absoluto, pero tampoco de extrañar, que un grupo de jóvenes, exaltados por la indudable resurrección del peligro rojo separatista, cometa un acto como el que acaba de ocurrir hace unos días.” (Fuerza Nueva, de 20 de noviembre de 1971).

    Esta es la pequeña y desagradable historia del asalto a la galería Theo, en la que se expuso sin inconvenientes la colección Sueño y mentira de Franco.

    Conviene señalar que, después del asalto a la Galería madrileña Theo, hubo en Barcelona dos atentados: uno, el 22 de noviembre de 1971, contra el Taller Picasso, al que se arrojaron cócteles Molotov o bombas, según las distintas versiones, y otro, el 24 del mismo mes, contra la librería Cinc d´Ors, en la que se exponían al público libros y litografías del pintor. Se atribuyeron los atentados supuestamente a la llamada ultraderecha que actúa a través de un “Comando de lucha antimarxista”. Esta imputación tuvo que silenciarse o desviarse, al reivindicar los atentados la “Liga Comunista Revolucionaria”, que los justificó como táctica hábil para que aquella imputación a los “fascistas”, se produjera.

    Es muy significativo que para desvirtuar la famosa historia del Guernica, que la propaganda ha identificado con el bombardeo de esta ciudad durante la guerra española, Pablo Picasso dijera, en 1947, según publicó Federico Ysart en Diario de Barcelona, de 10 de abril de 1973, que “ni dicho cuadro, ni el resto de su obra, había pretendido, a sabiendas, hacer alusión simbólica a acontecimientos o personas políticas.”

    Pablo Ruiz Picasso, Premio Lenin de la Paz en 1962, no fue nunca, según manifestaba Manuel Blasco, su primo segundo, al diario Sur, de 16 de agosto de 1981, “ni marido ni padre para nadie (murió sin reconocer a sus hijas Claude y Paloma), fue un hombre tacaño, cruel y despótico; practicar la crueldad era una de sus pasiones y en su apartamento de París despertaba a los vecinos disparando tiros.”

    También Aurelio García en su trabajo Picasso, artista, Picasso, hombre dejó escrito lo siguiente: “Pablo Ruiz Picasso renegaba, tajantemente, de su nacionalidad española (y) además de mostrarse abiertamente antiespañol, era antifranquista… Por la década de los años sesenta, una representación de alcaldes de la provincia de Málaga acudió a ofrecerle productos de la tierra malacitana al castillo donde residía en Aix en Provence. No sólo no fueron recibidos los comisionados, sino que también fueron rechazados los obsequios que portaban. Los obsequios quedaron desparramados en la entrada de la suntuosa mansión. Al diario vespertino Le Monde hizo las siguientes declaraciones: `que no conocía España, que no conocía Málaga, y que era tan indiferente a todo lo español que no admitía visitas de españoles y menos si eran malagueños.` Los exiliados españoles, como también los trabajadores que fueron a trabajar en el país vecino, jamás recibieron alientos ni ayudas de Pablo Ruiz Picasso. Tuvo más de veinte hijos naturales, negándose de forma pública a reconocerlos. Se dio el caso doloroso del suicidio de un nieto, que ingirió una botella de lejía, al fracasar en el intento de que su abuelo le concediera su apellido… Uno de sus antiguos camaradas del Partido Comunista, el famoso actor de cine Yves Montand, manifestó: ‘Picasso es un indigno y un renegado’. La mejor prueba de su conducta en vida fue su muerte: murió en la soledad más absoluta. Se negó a recibir los auxilios espirituales. Fue enterrado en los jardines del castillo donde vivió y dejó en la más pobre indigencia a sus más cercanos familiares. De forma reiterativa, siempre hizo constar que sus restos mortales jamás fueran traídos a España… ¿Es por la calidad artística de Pablo Ruiz Picasso por lo que ahora tanto se (le) enaltece?: considero que ésta no es la causa de tanta exaltación, (sino) consecuencia de (su) comportamiento socio-marxista.” (Fuerza Nueva, nº 780, del 19 al 26 de diciembre de 1981).

    Por si ello fuera poco, la revista mejicana Ábside, a raiz de la muerte de Picasso, le calificaba así: “…vivió como un gran señor a costa de esa parte de la burguesía rica que él desdeñaba, sensual, sibarita y epicúreo como un romano decadente, en una rica villa frente al Mediterráneo azul, dueño de grandes propiedades, entre ellas dos castillos, y de un soberbio caudal”, que según decía Luis Calvo, en ABC, de 10 de abril de 1974, ascendía a 50 millones de dólares.

    Alcubierre

    Todos los años los ex combatientes recuerdan con devoción la gesta de Alcubierre (posición San Simón), en la que dieron su vida por Dios y por España decenas de falangistas. Aquel 28 de abril de 1974 tuvieron la amabilidad de invitarnos. Esta invitación había sido estimulada por el afecto, pero también por la circunstancia de que con el transcurso del tiempo la asistencia disminuía. Resolvimos acudir y sumarnos al acto.

    La víspera me llamó por teléfono Vicente Gil, médico de Franco, persona de una lealtad impresionante al Caudillo. Me unía a él una cordialísima amistad. Me dijo que actuaba solamente como intermediario, y en nombre del ministro secretario general del Movimiento José Utrera Molina. Éste me pedía que no fuera a Alcubierre. Quedé sorprendido. Siempre tuve estima y admiración por Utrera. Era para mí un arquetipo joseantoniano. No comprendía la razón de una orden semejante. Le repliqué a Vicente Gil que ahora debía actuar como intermediario, pero en el otro sentido, y que a ello no podía negarse dada su aceptación ya anunciada de mensajero. Me costó trabajo formular la respuesta, por el destinatario de la misma. La respuesta fue la siguiente: “Que no podía explicarme cómo el secretario general del Movimiento me prohibía ir a Alcubierre; que no le reconocía autoridad para dar esa orden a un consejero nacional nombrado directamente por Franco; y que al día siguiente, y de acuerdo con la promesa que hice a los organizadores del acto, nos trasladaríamos a Alcubierre”.

    Hubo una concurrencia numerosa. Unas treinta y cinco mil personas. Yo me encontraba entre la multitud, muy cerca de la tribuna. Habló el gobernador civil y jefe provincial del Movimiento de Zaragoza, Federico Trillo-Figueroa y Vázquez. Después tomó la palabra Utrera Molina. Estuvo brillante y enérgico. Fue muy aplaudido. Luego de cantar el Cara al Sol abandonamos el lugar. Nosotros ocupábamos varios autobuses. Deberíamos concentrarnos en un lugar concreto, para almorzar juntos, y al aire libre, en una finca que uno de los nuestros tenía por aquel paraje. La situación se hizo tensa cuando en un cruce de caminos la Guardia Civil nos detuvo. Nos obligó a bajar de los autobuses y de los vehículos que nos seguían. Nos pidieron la documentación. Algunos militares, de paisano, que iban con nosotros, pidieron explicaciones. Todo fue inútil. Nos obligaron a seguir, pero por direcciones diversas, y de tal modo y con tal eficacia nos dispersaron, que fue imposible volver a reunirnos todos para aquel proyectado ágape a la intemperie.

    Nunca pude saber -ni tampoco intenté averiguarlo- el por qué de aquella orden y de la dispersión. Sólo sé que ya en Zaragoza, y en los medios en que nos movíamos, se olfateaba algo desagradable. En la cena oficial, a la que no se nos invitó, debió aclararse todo: se trataba del “gironazo”, es decir, de las declaraciones de José Antonio Girón de Velasco, publicadas en el diario Arriba.

    En ellas, el presidente nacional de la Confederación de Ex Combatientes expresaba su repulsa por una situación política que para él -como para nosotros- ponía en grave peligro al Régimen del 18 de Julio. Por lo visto, y por lo que Utrera Molina ha manifestado después, de las declaraciones de Girón tuvo noticia por el diario, es decir, se habían hecho públicas sin su consentimiento, lo que, como es lógico, le dolió profundamente.
    Ya en Madrid, me llamó por teléfono Pepe Utrera para preguntarme qué me había parecido su discurso. Como es natural guardé un absoluto silencio sobre su requisitoria para no acudir a Alcubierre y sobre la dispersión ordenada por la Guardia Civil. No conviene cultivar la aspereza cuando no conduce a nada. Le dije que su discurso tenía dos partes, la que correspondía al secretario general del Movimiento, que era contemporizador y no compartía, y la de José Utrera Molina, que me había parecido excelente y a la que me sumaba sin reservas de ninguna clase.

    Aquel Viernes Santo

    Mi entrañable amistad con don Pedro Soares Martínez, catedrático de la Facultad de Derecho de Lisboa y ex ministro de Oliveira Salazar, nació de manera insospechada. Pedro Soares se vió obligado a refugiarse en Madrid, cuando la famosa revolución de los claveles en Portugal. Un día, en un quiosco, compró un número de la revista Fuerza Nueva. En ese número se publicaba un discurso que yo había pronunciado, con no sé qué motivo, en el que ponderaba y alababa la obra de Oliveira Salazar, un hombre sabio y modesto, que mejoró el entendimiento y la cooperación hispano portuguesa, y que tuvo una clara visión de Europa. Su frase “El Estado es una idea en acción” fue para mí esclarecedora, desde el punto de vista político.

    Don Pedro Soares, colaborador, ministro y admirador de Oliveira Salazar, quiso conocerme -y conocer nuestro Movimiento- y vino a visitarme. Aquella visita no fue sólo una muestra de cortesía y una expresión de su agradecimiento por mis palabras elogiosas para el creador del Estado Novo, sino el comienzo de la amistad a que me refería al principio. En Portugal, en Italia y en España hemos tenido ocasión de encontrarnos repetidas veces y la oportunidad de intervenir juntos en actos políticos inolvidables.

    Tengo que decir que don Pedro Soares, en España, no fue un espectador más o menos acongojado por lo que ocurría en su país. Mantuvo contactos con sus compatriotas en el exilio y viajó por Europa y América. Yo tuve la satisfacción de ayudarle a conectar con unos compatriotas amigos, de uno y otro continente. También aquí, en España, y en la medida de lo posible, se relacionó -sirviendo nosotros de intermediarios- con personas claves e influyentes, que facilitaron la labor del exilio para contener los desmanes amenazadores del “poder popular”, con el que se bautizaba a sí misma la revuelta comunista portuguesa.

    Don Pedro Soares fue a París, invitado por el ministro francés del Interior, el señor Poniatoski, de clara ascendencia polaca. Teníamos un gran concepto de Poniatoski, y nos agradó sobremanera tener noticia de la reunión para la que nuestro amigo fue convocado y a la que concurrieron otros notables del exilio portugués.

    Poniatoski dijo a sus invitados que la situación de Portugal era muy grave, que podía ser contagiosa y preocupaba al gobierno francés. Este, añadió el ministro, estaba dispuesto a prestar al exilio de la nación hermana -para sofocar la revuelta y enderezar al país- toda la ayuda que fuera necesaria y, por ello, no sólo política y moral, sino económica y militar. Don Pedro Soares -según me contó- en nombre de los presentes dio las gracias al ministro por una oferta tan generosa, pero le indicó que Portugal sólo tenía una frontera, la frontera con España, y que sin el acuerdo con España el ofrecimiento no sería eficaz.

    Con notable sorpresa -siguió contándome mi gran amigo portugués-, el señor Poniatoski dijo que tal acuerdo con España no era factible. “¿Que no es posible un acuerdo con la España de Franco sobre un tema que le pueda afectar de un modo muy directo, dada la proximidad con mi país, y el paralelo histórico del acontecer político en una y otra nación?”. A esta pregunta, cargada de perplejidad e inquietud, el ministro francés respondió: “Franco ya no dirige los destinos de España. Su gobierno -me refiero al de Carlos Arias- ha pactado una transición política con la oposición al Régimen. El pacto se firmó en Suiza. Aquí tiene usted una copia de lo pactado”. Lo que se pactó se hizo carne a la muerte de Franco.

    Todo esto me lo contó Pedro Soares. Me llamó por teléfono recién llegado de París. “Le agradeceré que no obstante la santidad del día -era Viernes Santo- me reciba en su casa. Es algo importantísimo, trascendente”. Le recibí, como es lógico. Le escuché con la máxima atención. Parecía increíble. Medité sobre un asunto realmente grave. Poco o nada me era posible hacer para evitar lo que podría preverse. Hice; sin embargo, dos gestiones, que paso a relatar.

    La primera: llamar por teléfono al general José Ramón Gavilán y Ponce de León, segundo jefe de la Casa Militar del Caudillo. Rechacé la idea de hacerlo al general Luis Díez Alegría, primer jefe de dicha Casa. Sabiendo cómo pensaban sus hermanos, el padre jesuita y el jefe del Alto Estado Mayor, entendí que confiarle lo que sabía no era prudente. Tenía escasas relaciones con Gavilán, general de Aviación, pero, sin la menor duda, era un hombre absolutamente leal a Franco. Muerto el Caudillo, al tener que elegir por cooptación a un consejero nacional del Movimiento, yo le voté, convencido de esa lealtad, virtud extraordinaria, no sólo por sí misma, sino por lo mucho que escasea.

    Gavilán me citó en su casa -un ático del Paseo de Rosales- para el día siguiente, a primera hora. Le di cuenta detallada de lo que sabía. Recuerdo que me dijo: “ No tenemos noticia de ese pacto helvético, pero puedo decirte que presencié una conversación de Carlos Arias, presidente del Gobierno, con el Caudillo. Carlos Arias habló a Franco de la conveniencia y urgencia de la reforma política, añadiendo que contaba, para la tarea, con el consentimiento de la cúpula militar. El tono y el gesto de Carlos Arias hizo suponer al Generalísimo -ya muy debilitado y enfermo- que los tanques rodeaban el palacio de El Pardo”.

    A esta gestión siguió otra, porque no sabía a ciencia cierta si la que acababa de realizar serviría para algo, dada la situación crítica del momento. Llamé a mi buena amiga y colaboradora en Fuerza Nueva, Isabel de Cubas, condesa de Morata de Jalón, casada con Andrés Martínez Bordiú, y, por lo tanto, concuñada de Carmen Franco: “Te agradeceré -le dije- que podamos reunirnos en tu casa (en la urbanización La Florida) don Pedro Soares y yo, con Carmen Franco. Tenemos que facilitarle una información fidedigna sobre algo excepcionalmente grave y decisivo para España “.

    Isabel de Cubas, amable, como siempre, nos citó y reunió en su casa. La información sobre el pacto helvético corrió de cuenta de don Pedro Soares.Yo no quise intervenir.Podía suponerse, conociendo mi postura, que exageraba, que me dejaba llevar por un lógico apasionamiento, que era demasiado subjetivo. Carmen Franco escuchó, con toda la serenidad y el autodominio que la caracterizan, la exposición, pausada y en perfecto español, del ex ministro portugués. Al concluirla, Carmen Franco nos dijo, midiendo sus palabras, que ese pacto era verosímil porque su padre -el jefe del Estado- no mandaba. “ Cuando mi padre se refiere al Gobierno, acostumbra a expresarse en términos que revelan quiénes son los que en realidad ejercen el poder”.

    Siguió Carmen Franco en el uso de la palabra. Y se explayó. Confieso que aprendí mucho al oírla, y aumenté las razones que me impulsaban a mantener un combate político en el que estaba en juego no sólo la continuidad del Régimen sino la sobrevivencia de España como nación. Carmen Franco nos dijo que Carlos Arias fue secretario particular de Azaña. Ciertamente que esta secretaría la desempeñó cuando el segundo presidente de la II República era jefe del Registro General de Últimas Voluntades, en el Ministerio de Justicia; pero también es verdad que sólo se nombra secretarios particulares a personas de máxima confianza.

    Si Carlos Arias no continuó como secretario particular de Azaña, cuando a éste se le designó ministro del Ejército, fue debido a que, en vísperas de oposiciones a Fiscales, Carlos Arias le rogó que prescindiese de él para dedicarse al estudio. Si no podía estudiar no podía presentarse a las mismas con probabilidades de éxito. Carlos Arias -continuó narrándonos- obtuvo plaza de fiscal. En Málaga -su lugar de destino- mantuvo una cordialísima y pública amistad con el presidente de la Diputación, que estaba afiliado a la Masonería. Bajo el dominio rojo de Málaga, Carlos Arias -reproduzco tan sólo lo que oí a Carmen Franco- actuó de fiscal, sin problemas. Sin embargo, poco antes de la entrada del Ejército en la ciudad ingresó en la cárcel, de tal modo que fue liberado de la prisión por los nacionales. Se militarizó y ejerció su ministerio con notable eficacia.

    Yo asocié inmediatamente lo que acababa de oír con otros episodios, que sí conocía, tales como el sumario instruido por la jurisdicción militar, a raíz del asesinato de Gabaldón, comandante de la Guardia Civil que trabajaba en los servicios de espionaje (SIPM), en la carretera de Extremadura, en julio de 1939; el nombramiento de un socialista, que se jactaba de serlo, para alcalde de Leganés, y las órdenes que se impartían desde la presidencia del Gobierno para dar protección a Felipe González, cuando se desplazaba a Salobreña (Granada) a visitar a sus primas.

    Fuente: ALERTA DIGITAL


    Última edición por Martin Ant; 17/01/2014 a las 20:46

  8. #8
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    ¿Quién está detrás de Alerta Digital? Me refiero a quién está en la sombra, si es que es algo más o menos sabido.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


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  9. #9
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    Re: La incoherencia de Blas Piñar

    Cita Iniciado por Valmadian Ver mensaje
    ¿Quién está detrás de Alerta Digital? Me refiero a quién está en la sombra, si es que es algo más o menos sabido.
    La verdad es que no lo sé.

    En los textos que copio y pego de otras páginas suelo poner la fuente de la que lo he tomado, pero ni mucho menos quiere decir que yo defienda o sostenga la línea ideológica de esas páginas (y más cuando, como en el caso de Alerta Digital, ya se ha comentado en otros hilos que no parece ser trigo limpio lo que hay ahí metido).

    Si lo dice usted para que no vuelva a poner enlace a la página de Alerta Digital, yo por mí encantado.

  10. #10
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    Re: La incoherencia de Blas Piñar

    Cita Iniciado por Martin Ant Ver mensaje
    La verdad es que no lo sé.

    En los textos que copio y pego de otras páginas suelo poner la fuente de la que lo he tomado, pero ni mucho menos quiere decir que yo defienda o sostenga la línea ideológica de esas páginas (y más cuando, como en el caso de Alerta Digital, ya se ha comentado en otros hilos que no parece ser trigo limpio lo que hay ahí metido).

    Si lo dice usted para que no vuelva a poner enlace a la página de Alerta Digital, yo por mí encantado.
    No, no, en modo alguno pretendo que no ponga un enlace a dicha página. Mi pregunta era pura curiosidad ya que parece un sitio más del sistema y, en cambio, hay que ver la importancia que parecen otorgarle a Blas Piñar. Y, por otra parte, soy consciente de que no es su línea ideológica.

    En cuanto al sujeto del tema, aparte de la necesidad de tener que leer los textos de los enlaces, que son largos y requieren tiempo para ir meditando lo que en ellos se dice, si que en su día hubo una especie de "run-run", habladurías si se prefiere, o juicios subjetivos, que sostenían que Blas Piñar siempre fue más "piñarista" que "franquista". Y de hecho, hubo en su día muchas sombras acerca de cuales eran los verdaderos ideales de F/N, al tiempo que tampoco había lo que todo el mundo entiende por programa electoral. Había muchas cosas, muchos escritos, y muchas corrientes internas, pero claridad al respecto no, y la postura personal suya siempre fue muy distante.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


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  11. #11
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    Re: La incoherencia de Blas Piñar

    Aquí se puede uno descargar la obra completa: Blas Piñar Escrito para la Historia
    Militia est vita hominis super terram et sicut dies mercenarii dies ejus. (Job VII,1)

  12. #12
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    Re: La incoherencia de Blas Piñar

    En cuanto al sujeto del tema, aparte de la necesidad de tener que leer los textos de los enlaces, que son largos y requieren tiempo para ir meditando lo que en ellos se dice, si que en su día hubo una especie de "run-run", habladurías si se prefiere, o juicios subjetivos, que sostenían que Blas Piñar siempre fue más "piñarista" que "franquista". Y de hecho, hubo en su día muchas sombras acerca de cuales eran los verdaderos ideales de F/N, al tiempo que tampoco había lo que todo el mundo entiende por programa electoral. Había muchas cosas, muchos escritos, y muchas corrientes internas, pero claridad al respecto no, y la postura personal suya siempre fue muy distante.
    Pues es interesante esto que usted dice.

    Desde mi ignorancia sobre este asunto particular, lo cierto es que algo de esa personalidad peculiar de Blas Piñar podría haber influido en los desencuentros que pudiera haber en los intentos de entendimiento entre los distintos grupos políticos antijuancarlistas del periodo de la Transición. En concreto, me refiero sobre todo a los intentos de Blas Piñar por organizar una coalición política, intento frustrado en su primer experimento: la Alianza Nacional del 18 de Julio, de 1977, pero que luego tendría éxito con la formación de la coalición política Unión Nacional en 1979, éxito que se debió de manera decisiva a la orden que dio entonces el Regente D. Sixto Enrique de Borbón, por medio de su Jefe Delegado de entonces, Juan Sáenz-Díez, para que los legitimistas apoyaran esa coalición.

    Unos dicen que aquello fue una mala táctica política por parte D. S. Enrique de Borbón; otros dicen que aquello no llegó a perdurar por culpa de Blas Piñar (que fue el único, como cabeza lista, que obtuvo acta de diputado en esas elecciones del ´79) y de su peculiar personalidad a la que antes se ha aludido.

    En fin, como digo, se trata de un asunto cuyos entresijos ignoro por completo, pues tuvo lugar en una época convulsa (la de 1975-1982), en la que yo ni siquiera estaba en la mente de mis padres. Así que me remito a lo que usted u otros foristas más veteranos digan.

  13. #13
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    Re: La incoherencia de Blas Piñar

    Aquí se puede uno descargar la obra completa: Blas Piñar Escrito para la Historia
    Gracias. Rodrigo. También se puede ver en formato pdf para quien le interese.

    Quiero subrayar de nuevo que este hilo no va dirigido a insultar o denigrar a Blas Piñar (al que Dios guarde muchísimos años más con vida y buena salud). Siempre he querido dejar claro la buena voluntad en toda su actuación política-práctica (que siempre, creo yo, hay que presumir mientras no se demuestre lo contrario).

    Ahora bien, lo que sí quería también poner en claro es la existencia de un defecto que he visto en varios franquistas católicos tradicionales. Este defecto incluye también, como ejemplo paradigmático, a Blas Piñar: el haber sido y ser un incondicional de Franco, es decir, ser un leal irracional a Franco, en el sentido de no querer preguntarse de manera racional acerca de su figura y de sus actos de gobierno y de su dictadura, sino siempre dejarlo fuera de cualquier tipo de sana crítica racional constructiva. Me parece que este tipo de mentalidad de suspensión del juicio ante la figura de Franco no es defendible como un verdadero y ortodoxo acto de lealtad (por muy bienintencionado que sea, que no lo pongo en duda).

    Siempre es bueno recordar aquello que decía el Coronel Sanz de Diego cuando le preguntaron si era incondicional de Franco: "Yo sólo soy incondicional de Nuestro Señor Jesucristo". Y es una respuesta lógica, más aún, tratándose de un hombre, como en el caso de Franco, que dio a muchos católicos tradicionales muchas razones y argumentos racionales como para no apoyarlo ni a él ni a su sistema político (si es que realmente hubo ahí sistema fuera de su sacrosanta y arbitraria voluntad).

    El caso general de lo que estoy diciendo (esto es, de un Franco que se reía delante de las narices de todos los bienintecionados católicos que le apoyaban creyéndole falsamente como defensor de la Religión, de la Iglesia y de la unidad católica española) resulta más sagrante en el caso particular de Blas Piñar (lo que hace aún más increíble su -irracional, porque no hay otra forma de entenderlo- lealtad a Franco. Franco se reía no sólo delante de sus narices diciéndole, en plena deblace social, que "había que ser moderado" (véase de los textos anteriores del hilo el correspondiente al capítulo 17 "Tres Actos"), sino que también se reía a sus espaldas, tal y como se recoge también en una cita aparte en el libro de Blas Piñar en la página 167, en la que se recoge lo siguiente:

    Recojo finalmente lo que cuenta, al respecto, Laureano López Rodó en sus Memorias (Edit. Plaza y Janés, 4a ed. Junio 1990. Tomo I, pág. 532). Relata López Rodó un despacho de Carrero Blanco con el Jefe del Estado, y dice: "Carrero... le presentó la propuesta de un nuevo Gobierno (y) sugirió a Blas Piñar para ocupar el Ministerio de Justicia. 'Es un exaltado", respondió Franco; y apuntó el nombre de José Luis Zamanillo. 'Este es hugonote" (partidario de Carlos-Hugo de Borbón Parma), señaló Carrero Blanco y (éste) propuso a Antonio María de Oriol y Urquijo. A Franco le pareció bien".
    Esto es, Blas Piñar "partiéndose el c..." por defender a la religión y al pueblo español de los efectos destructivos que los gobiernos franquistas estaban realizando tanto en una como en el otro, y mientras tanto Franco diciendo que era "un exaltado".

    Y ciertamente esta labor de intento de frenar toda la destrucción que se estaba realizando desde los aparatos oficiales del Estado franquista creo que es digna de elogio pues, por poner una ejemplo, basta recordar uno de los precios o costes que tuvo que pagar Blas Piñar en esta defensa en la persona de uno de sus hijos, tal y como se recoge también en otro apartado reproducido en este hilo perteneciente al capítulo 16 "Concepción, gestación y alumbramiento de Fuerza Nueva editorial", en la que se hace referencia a la agresión impune que sufrió uno de sus hijos en la Universidad. Cito:

    El agresor o los agresores no fueron detenidos. Se refugió o se refugiaron en uno de los locales que en el edificio de la Facultad servían de sede a una de las Asociaciones de Estudiantes que se habían constituido para fomentar la subversión. Me puse en contacto con el Rector de la Universidad y con el ministro de la Gobernación, pero no tuve éxito. La policía -según me dijo el último- no podía entrar en el inmueble sin permiso del rector, y el rector dio el permiso con la demora necesaria para que el agresor o los agresores escapasen.
    Curiosamente, ¿a qué otros hechos más recientes nos recuerda el párrafo recién citado? ¡Y esto en plena década de los ´60, esto es, en pleno apogeo del franquismo!

    En fin que no hay peor ciego que el que no quiere ver (aún cuando sea de buena fe o bienintencionado ese católico tradicional que no quiere ver, amparándose únicamente en el dato evidente de que el franquismo era menos peor que el juancarlismo, como si ese dato comparativo -evidente y verdadero, insisto- fuera razón suficiente para un católico para considerar a la dictadura franquista como buena en sí misma, y defenderla).
    Última edición por Martin Ant; 19/01/2014 a las 17:46

  14. #14
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    Re: La incoherencia de Blas Piñar

    Interesantísimo discurso tradicionalista de Blas Piñar en la concentración de Montejurra de mayo de 1964, en el que sin embargo se declaraba no tradicionalista. El propio Piñar (que recordemos fue despreciado por Franco, que se negó a hacerle ministro por ser "un exaltado") reconocía que en los años 60 ya se estaba tramando la traición al 18 de julio dentro del propio régimen franquista, como sabían bien los carlistas ortodoxos:


    DISCURSO DE BLAS PIÑAR A LOS MILES DE CARLISTAS CONGREGADOS EN MONTEJURRA EN MAYO DE 1964

    Hermanos de la Comunión Tradicionalista:

    Yo he venido aquí como invitado vuestro por dos razones fundamentales: una, de agradecimiento y otra, de profunda necesidad espiritual.

    He venido por una razón de agradecimiento, porque cuando hace poco más de un año, con ocasión de unas afirmaciones públicas desde lo que yo estimaba un auténtico patriotismo, lo que yo interpretaba como una auténtica política internacional española, radical y profundamente hispánica en medio de la frialdad oficial, fuisteis vosotros, los tradicionalistas, los carlistas, los atropellados carlistas de siempre, los que con un fino instinto español, con una fiebre patriótica auténtica, os manifestasteis públicamente, oficialmente, bendiciendo aquella labor mía en que patrocinaba los auténticos intereses de España. Y fueron los estudiantes de la Agrupación de Estudiantes Tradicionalistas de Madrid los que en su periódico “Lealtad”, me enviaron una carta abierta, diciendo que frente a la actitud oficial y frente a los codiciosos del presupuesto y los que estaban dispuestos a entregar a los ideales todo lo que fuese preciso para conservar la suscripción y la nómina, vosotros estabais como siempre, a la intemperie, luchando con España, defendiendo la postura radical, auténtica e íntegramente española y, por si aún fuera poco, José María Valiente me escribió de su puño y letra una carta larga en que me decía:

    “Siempre eres elocuente, Blas Piñar, pero en este instante eres además inmensamente popular, porque has representado la opinión de la España Católica, de la España nacional, de la España verdadera que ha representado siempre en el curso de la Historia y de las guerras, el Carlismo.”

    Venía, pues, hasta vosotros, por una razón de agradecimiento, yo, que no soy tradicionalista, a la Comunión Tradicionalista.

    VENGO A VOSOTROS POR NECESIDAD ESPIRITUAL

    Venía, además, por una necesidad espiritual, casi, os diría, que biológica. Necesitamos, en esta atmósfera llena de confusionismo y de tufo liberal que respiramos en Madrid, ponernos en contacto con esta España joven, esta España optimista, esta España castrense y militar que sois vosotros, subiendo a Montejurra.

    Yo esta mañana subía con vosotros, con estas botas de montaña y este atuendo campesino, con mi bastón peregrinante, sabiendo que subía con vosotros también, como dice el Evangelio, a la Montaña del Señor. A ponernos en contacto con el Cristo por el que morían vuestros padres y vuestros hermanos, para allí no sólo ponernos en contacto con ese divino paisaje que desde allí se divisa, sino para tomar fuerzas junto a Cristo, para hacer más profunda y enraizada nuestra fe cristiana y española, pero, sobre todo, amigos, para no hacer un acto nostálgico, un puro recuerdo de campañas de ayer. La Comunión Tradicionalista, vuestro ideario, no es un ideario nostálgico, no es un ideario de recuerdos, no es solamente una conmemoración de los muertos y los caídos en las Cruzadas civiles, que no fueron nunca guerras civiles a pesar de lo que digan aquellos que manejan un lenguaje liberal.

    Fuimos allí…, yo con vosotros, con las boinas rojas y las margaritas, con los viejos y con los jóvenes y con los niños, estaba viendo que el Cristo nos invitaba a salir al mundo. Yo contemplaba el paisaje de Navarra y luego el paisaje de España. A quien está diciendo ahora más que nunca, son los afrancesados de hoy, que España tiene que europeizarse. Yo esta mañana cuando veía vuestro brío, vuestra fe católica, vuestro españolismo, vuestro patriotismo, vuestro carlismo, les replicaba in mente: tenemos que navarrizar a España y tenemos que españolizar a Europa.

    Hermanos de la Tradición: si el Tradicionalismo pierde, arrincona y borra para siempre todo espíritu aldeano y personalista, si se manifiesta como un movimiento político viejo, tradicional, pero joven y nuevo, con un programa social pujante, con un sentido monárquico no en la forma sino en la sustancia, que esto es lo fundamental, y se presenta al pueblo español, no en Navarra, sino en cada región y en cada pueblo, desde Guinea hasta Cataluña, desde Galicia hasta Murcia, pondremos en pie al Pueblo de España, lo pondremos otra vez, porque el pueblo de España está en contra del confusionismo y quiere ideas claras para defender como siempre en la lealtad y en la verdad la Fe de Cristo y la grandeza de nuestro pueblo.

    Venía hasta vosotros también por una necesidad espiritual, como os decía. Aún está en vigor, aún es un lugar común decir que los tradicionalistas sois gentes trasnochadas, sois gentes de ayer, grupos de locos que creen en algo realmente inalcanzable e imposible. Se os dice que sois algo así como los defensores y representantes de las cadenas de una monarquía absolutista. ¿Pero a vosotros deciros que sois los defensores de una monarquía absolutista? A vosotros, los que a través de los pensadores y escritores de la Tradición habéis vituperado siempre a esa Monarquía absolutista que fue fruto del Renacimiento y del Protestantismo. A vosotros, que habéis acusado a esa Monarquía absolutista, derribada quizás justamente por la Revolución francesa, convertida en una Monarquía Constitucional, devorada por los partidos políticos y por los caciques de todos los pueblos.

    A vosotros, que habéis estado defendiendo en el curso de los siglos, no solamente con la palabra, sino con miles y miles de muertos que han regado con su sangre esta tierra sagrada del Norte y todas las tierras sagradas de España. A vosotros, que propugnasteis siempre una Monarquía Tradicional, como tantas veces se ha dicho; una Monarquía Católica, porque no solamente los individuos, sino los pueblos, tienen que rendir culto a Dios; una Monarquía Social, profundamente social, que conoce y palpa las necesidades del pueblo; una Monarquía Representativa de todos los estamentos sociales; una Monarquía profundamente popular; llamaros a vosotros los representantes de las cadenas, los defensores del absolutismo. A vosotros, que habéis distinguido cómo aquí antes se decía junto a la Legitimidad de Origen, la Legitimidad de Ejercicio. A vosotros, a los cuales se ha dicho que un Rey reina, pero también gobierna, porque cuando el Rey reina pero no gobierna, entonces es víctima de esos grupos de presión.

    A vosotros, a los cuales se ha dicho siempre que cuando las Monarquías se hunden, no las hunden los republicanos, las hunden los monarcas liberales, porque no quieren darles vida.

    A vosotros, a los que se os dice que no tenéis un programa en materia de Política Internacional, cuando han sido siempre los pensadores y los políticos tradicionalistas los que han sentado para siempre el definitivo programa de la gran política internacional española; la Comunidad hispánica de naciones creada con la sangre, el espíritu y el ímpetu de aquellos bravos conquistadores de América y Filipinas; los acuerdos con Portugal y sobre todo, que parece que lo estamos olvidando en esta fase de entreguismo y liberalismo y de adhesión a Europa, cuando todo el mundo se vuelve anticolonial, España, país de Occidente, continúa teniendo clavada la espina de Gibraltar, y en nombre de España y de todos los españoles, una vez más, Carlistas, no nos detengamos en una política aldeana y de personalismos, no nos acusemos los unos a los otros de traidores, mientras España tiene el baldón de Gibraltar, la España irredenta que hemos de conquistar todos los españoles.

    TENÉIS DERECHO A EXIGIR

    Vosotros, hermanos de la Tradición, distéis solera ideológica, espíritu combatiente y número y sangre vertida en la Cruzada. Por eso, con vuestras victorias, con vuestras boinas rojas y vuestros muertos, tenéis perfecto derecho a exigir en esta hora de confusionismo.

    Ahora se nos habla tolerantemente de perdón, de perdón en nombre de Cristo y en nombre de la Caridad; yo quiero deciros una cosa, porque esto es importante en esta tremenda hora de confusionismo: Dios es infinitamente perdonador, pero este perdón infinito y universal de Dios necesita para ser fecundo el arrepentimiento. No hay ningún perdón sin arrepentimiento. Se nos dice desde la prensa nacional, y especialmente desde la prensa de Madrid, que como somos cristianos tenemos que hacer una victoria para todos, pero para que esa victoria sea para todos tiene que ser la victoria sin prostituirla, sin capitidisminuirla, sin dividirla, porque entonces no sería victoria, sino la derrota de aquellos, como vosotros, que os batisteis en la Cruzada por Dios y por España.

    En este momento yo os digo que el Acto de Montejurra tiene una gran significación nacional. No es un acto nostálgico, no es un puro recordatorio de nuestros muertos. Hemos venido aquí a palpar y a recoger la sangre de nuestros Mártires; a recoger esa sangre y hacerla fecunda. El momento es difícil; estamos a punto, yo creo, en ciertos sectores oficiales, de un Munich oficial, de un Munich interior; estamos hartos, hermanos de la Comunión de que un escritor, un novelista en imprentas españolas y con dinero español hubiese editado un libro, “Un Millón de Muertos”, en que se equiparaba a los asesinos, a los hombres que habían arrancado los Cristos de nuestras iglesias, habían fusilado a nuestros hermanos, con vosotros que habíais luchado en defensa de esos grandes Ideales de Dios y España. Estamos hartos de que un grupo suicida español hubiese ido al abrazo de Munich.

    Pero es que ahora estamos viendo cómo esas fuerzas liberales al cabo de veinticinco años, a través de la prensa y de los actos públicos con un desparpajo, una audacia realmente descomunal, están haciendo prédica de todos sus viejos ideales que fueron vencidos.

    Yo, en nombre de esa sangre vertida por vosotros, digo que eso no puede ser. Los que tenemos a nuestros padres, como yo, enterrados en el Alcázar, decimos que esa sangre no se vertió en vano. Se nos dice también en nombre de la Caridad que tenemos que adaptarnos al mundo, que nos tenemos que adaptar al tiempo presente, que nos tenemos que adaptar a Europa. Si tenemos la Verdad, ¿por qué tenemos que adaptarla a la mentira?; si tenemos la Verdad, ¿por qué tenemos que adaptarla a error? Al Comunismo sólo se ataca con virilidad, con las armas, virilmente, como siempre lo hicisteis vosotros, pero nunca con el sufragio universal, como vuelven a predicar los liberales.

    Yo soy, y quiero ser con vosotros absolutamente sincero; yo, os decía, que no estoy formalmente con la Comunión Tradicionalista porque os engañaría y os mentiría, yo os digo que no he venido a aprovecharme de vuestro entusiasmo en este acto. Yo soy un hombre que ha sido fruto del 18 de julio. Después del 18 de julio con las fuerzas que confluyeron y se dieron cita en ese gran Movimiento Nacional.

    Os digo hoy aquí, solemnemente, aquí, ante vosotros, que me inspiráis un inmenso respeto, si alguna de esas fuentes, de esos manantiales que confluyeron para hacer el río del Movimiento Nacional se secasen o se encenegasen para siempre por la sequía espiritual o ideológica o porque se entregasen a esta política de contubernio liberal, yo seguiría en el cauce y entonces en ese cauce solo habría un agua y sobre esa agua flotaría la boina del Requeté.

    ANTES MUERTOS QUE ROJOS

    Vosotros, hermanos y amigos, habéis dicho muchas veces que no sois una especie de piquete de guardia de honor. No sois solamente para los desfiles, sino para aquello viril que requiere el derramamiento de sangre. La Revolución está cerca, el comunismo está minando a Europa por la debilidad de los cristianos, por la transigencia de los cristianos, por la cobardía de los cristianos.

    Si algún día llegase ese momento, si estas avanzadas comunistas siguiesen avanzando sobre Europa, yo sé quiénes estarán firmes o no; estoy seguro que estarán firmes los Requetés españoles… Y si España alguna vez es comunista, si alguna vez España fuese dominada por el comunismo, por la cobardía de los unos y la traición de los otros, sobre todo de ese gobierno y esa administración americana, que está entregando carne hispana al comunismo sobre la bandera roja de sangre, que es la de la sangre y de las boinas de los Requetés de España.

    Ellos antes, dicen por ahí: antes rojos que muertos, dicen los cobardes; nosotros, antes muertos que rojos.

    Esta mañana, cuando yo os veía junto a vuestra Reina y junto a vuestra Princesa, a los pies del Cristo y cuando el Sacerdote levantaba la Hostia Consagrada, yo le dije al Señor: Bendice al Requeté de España, no de Navarra solamente por Dios, al Requeté de España, de toda España, bendícele porque quizá sea hoy Montejurra como fue ayer, un símbolo, quizá está concentrada aquí hoy la guardia de Europa y quizá la última guardia de Europa a la que vendrán a guarnecerse todos los cristianos de verdad que en Europa sienten profundamente a Cristo y a las tradiciones de su Patria.
    Tomado de https://www.facebook.com/blaspinarlo...55412504412124
    Última edición por Rodrigo; 08/05/2018 a las 17:00
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  15. #15
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    Re: La incoherencia de Blas Piñar

    En ese mensaje de Blas Piñar, eufemístico, veladamente deja entrever por dónde iban las divergencias con el tradicionalismo:
    ...Hermanos de la Tradición: si el Tradicionalismo pierde, arrincona y borra para siempre todo espíritu aldeano y personalista, si se manifiesta como un movimiento político viejo, tradicional, pero joven y nuevo, con un programa social pujante, con un sentido monárquico no en la forma sino en la sustancia, que esto es lo fundamental...

    ...una vez más, Carlistas, no nos detengamos en una política aldeana y de personalismos, no nos acusemos los unos a los otros de traidores...

    ... Yo soy un hombre que ha sido fruto del 18 de julio. Después del 18 de julio con las fuerzas que confluyeron y se dieron cita en ese gran Movimiento Nacional.
    ReynoDeGranada, DOBLE AGUILA y Pious dieron el Víctor.
    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
    Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)

  16. #16
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    Re: La incoherencia de Blas Piñar

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    Rodrigo, sólo una pequeña rectificación: ese discurso transcrito de Blas Piñar se corresponde al que pronunció en el acto de Montejurra de 1963.

    El de 1964 lo reproduje en su día en otro hilo.
    Rodrigo y Pious dieron el Víctor.

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