Pero es que las peculiaridades del sistema político y electoral estadounidense a las que aludía en mi mensaje anterior son las que han permitido que se haya dado un caso que el Sr. Ferrara, creo yo, considera como particularmente específico, que quizá explique su insistencia (a mi entender equivocada) en la confianza ciega que él deposita en el Sr. Trump y, por tanto, su (a mi entender imprudente) insistencia en la obligatoriedad del voto católico a favor, y sólo a favor, del Sr. Trump.No hay que olvidar que, aparte de Trump y Hillary, se presentan otros candidatos que no suelen salir en los medios. ¿Por qué no se analizan sus programas para ver si alguno concuerda más con la doctrina católica? Si aquí se hace un análisis de "voto útil", el mismo sería trasladable a las elecciones españolas para apoyar al PP contra el PSOE. El Partido Republicano, lo mismo que el PP, no va a hacer nada contra el aborto, por mucho que diga el Sr. Ferrara. En ese contexto, si se argumenta el voto útil por el candidato republicano como forma de producir un cambio en el sistema, también se podría argumentar el voto al Partido Democráta por razones patrióticas y religiosas de largo plazo. No en vano, los católicos -también los preconciliares- solían votar por los demócratas porque, a igualdad de condiciones morales, éstos más respetuosos con la presencia católica e hispana. Por otra parte, no me consta que los católicos simpatizasen nunca con un candidato que enarbola el nativismo, como es el caso de Trump.
Una de esas peculiaridades del sistema estadounidense es la de que se puedan presentar candidatos que van por libres y por cuenta propia (sin estar sometidos a obediencias de ningún tipo, pues tienen independencia económica suficiente para ir por libres) en el seno de cualquiera de los dos Partidos Mayoritarios del sistema. Para que nos hagamos una idea: es como si yo me afilio mañana al PSOE, y me presento como candidato a Secretario General del Partido en las próximas elecciones primarias. Si yo estuviera forrado de dinero como el Sr. Trump gracias al dinero de mis supuestas empresas, yo montaría una campaña mediática espectacular, y vencería (o no) a los candidatos oficiosos que tuvieran el apoyo de los órganos centrales que estuvieran rigiendo en ese momento al Partido (hoy en día, la Comisión Gestora).
Pues bien, esto que era imposible hacerlo hasta hace pocos años en los dos Partidos Mayoritarios del sistema "español", siempre ha sido algo supuestamente posible en el sistema estadounidense. Allí la relación entre afiliado y Partido no es tan fuerte como lo ha sido aquí durante el actual régimen: aquí todos los que ostentan cargos legislativos o de gobierno dependen prácticamente del líder del Partido, y prácticamente le obedecen a rajatabla; en cambio, allí no se sienten tan vinculados, y pueden ir en contra del líder de su Partido en los distintos cargos públicos que ostenten las personas que se han presentado a dichos cargos amparándose en las siglas del Partido.
Todo esto que acabo de decir vale, como digo, tanto para el Partido Republicano como para el Partido Demócrata. Pues bien, creo que la razón de que el Sr. Ferrara confíe tanto en el Sr. Trump (hasta el punto incluso, exagerado, de considerar incurso en un acto de omisión culpable a todos aquéllos católicos estadounidenses que no le voten) es por esto que acabo de decir: que la situación particular que se va a dar en las próximas elecciones no la considera de categoría igual a la de todas las anteriores elecciones, en que siempre se presentaban los candidatos oficiosos de uno u otro de los Partidos Mayoritarios. Es decir, aquí, según él, no se trataría de un caso de mal menor entre un candidato oficioso de un Partido y un candidato oficioso del otro Partido (pues, entonces, efectivamente, ¿en qué se diferenciaría este caso actual de cualesquiera otras elecciones pasadas en que se daba la misma situación?), sino de un caso de mal menor (porque el Sr. Ferrara, según he entendido de su artículo, lo sigue considerando un caso de mal menor) entre un candidato libre o no oficioso de un Partido (candidato del cual se podría esperar, según sus promesas, algún cambio accidental en el sistema que justifique el voto católico) y el candidato oficioso del otro Partido (del cual se sabe que seguirá la línea del sistema).
Estos argumentos del Sr. Ferrara son los que me hacen sugerir la no inquietud de la conciencia de un católico que libremente decidiera votar, en estas elecciones particulares, al Sr. Trump. Del mismo modo que considero equivocado al Sr. Ferrara por querer ir un paso más allá, y declarar la obligatoriedad del voto hacia Trump, pues un católico estadounidense puede legítimamente optar por no participar en estas elecciones, pues, como he dicho antes, también en este caso nos encontraríamos ante una situación de mal menor, y a nadie se le puede obligar a apoyar positivamente un mal, por muy supuestamente menor que éste sea.
Marcadores