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Tema: Opinión de Christopher Ferrara para las 58ª elecciones a la presidencia de EE.UU.

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  1. #1
    Martin Ant está desconectado Miembro Respetado
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    Re: Opinión de Christopher Ferrara para las 58ª elecciones a la presidencia de EE.UU.

    No hay que olvidar que, aparte de Trump y Hillary, se presentan otros candidatos que no suelen salir en los medios. ¿Por qué no se analizan sus programas para ver si alguno concuerda más con la doctrina católica? Si aquí se hace un análisis de "voto útil", el mismo sería trasladable a las elecciones españolas para apoyar al PP contra el PSOE. El Partido Republicano, lo mismo que el PP, no va a hacer nada contra el aborto, por mucho que diga el Sr. Ferrara. En ese contexto, si se argumenta el voto útil por el candidato republicano como forma de producir un cambio en el sistema, también se podría argumentar el voto al Partido Democráta por razones patrióticas y religiosas de largo plazo. No en vano, los católicos -también los preconciliares- solían votar por los demócratas porque, a igualdad de condiciones morales, éstos más respetuosos con la presencia católica e hispana. Por otra parte, no me consta que los católicos simpatizasen nunca con un candidato que enarbola el nativismo, como es el caso de Trump.
    Pero es que las peculiaridades del sistema político y electoral estadounidense a las que aludía en mi mensaje anterior son las que han permitido que se haya dado un caso que el Sr. Ferrara, creo yo, considera como particularmente específico, que quizá explique su insistencia (a mi entender equivocada) en la confianza ciega que él deposita en el Sr. Trump y, por tanto, su (a mi entender imprudente) insistencia en la obligatoriedad del voto católico a favor, y sólo a favor, del Sr. Trump.

    Una de esas peculiaridades del sistema estadounidense es la de que se puedan presentar candidatos que van por libres y por cuenta propia (sin estar sometidos a obediencias de ningún tipo, pues tienen independencia económica suficiente para ir por libres) en el seno de cualquiera de los dos Partidos Mayoritarios del sistema. Para que nos hagamos una idea: es como si yo me afilio mañana al PSOE, y me presento como candidato a Secretario General del Partido en las próximas elecciones primarias. Si yo estuviera forrado de dinero como el Sr. Trump gracias al dinero de mis supuestas empresas, yo montaría una campaña mediática espectacular, y vencería (o no) a los candidatos oficiosos que tuvieran el apoyo de los órganos centrales que estuvieran rigiendo en ese momento al Partido (hoy en día, la Comisión Gestora).

    Pues bien, esto que era imposible hacerlo hasta hace pocos años en los dos Partidos Mayoritarios del sistema "español", siempre ha sido algo supuestamente posible en el sistema estadounidense. Allí la relación entre afiliado y Partido no es tan fuerte como lo ha sido aquí durante el actual régimen: aquí todos los que ostentan cargos legislativos o de gobierno dependen prácticamente del líder del Partido, y prácticamente le obedecen a rajatabla; en cambio, allí no se sienten tan vinculados, y pueden ir en contra del líder de su Partido en los distintos cargos públicos que ostenten las personas que se han presentado a dichos cargos amparándose en las siglas del Partido.

    Todo esto que acabo de decir vale, como digo, tanto para el Partido Republicano como para el Partido Demócrata. Pues bien, creo que la razón de que el Sr. Ferrara confíe tanto en el Sr. Trump (hasta el punto incluso, exagerado, de considerar incurso en un acto de omisión culpable a todos aquéllos católicos estadounidenses que no le voten) es por esto que acabo de decir: que la situación particular que se va a dar en las próximas elecciones no la considera de categoría igual a la de todas las anteriores elecciones, en que siempre se presentaban los candidatos oficiosos de uno u otro de los Partidos Mayoritarios. Es decir, aquí, según él, no se trataría de un caso de mal menor entre un candidato oficioso de un Partido y un candidato oficioso del otro Partido (pues, entonces, efectivamente, ¿en qué se diferenciaría este caso actual de cualesquiera otras elecciones pasadas en que se daba la misma situación?), sino de un caso de mal menor (porque el Sr. Ferrara, según he entendido de su artículo, lo sigue considerando un caso de mal menor) entre un candidato libre o no oficioso de un Partido (candidato del cual se podría esperar, según sus promesas, algún cambio accidental en el sistema que justifique el voto católico) y el candidato oficioso del otro Partido (del cual se sabe que seguirá la línea del sistema).

    Estos argumentos del Sr. Ferrara son los que me hacen sugerir la no inquietud de la conciencia de un católico que libremente decidiera votar, en estas elecciones particulares, al Sr. Trump. Del mismo modo que considero equivocado al Sr. Ferrara por querer ir un paso más allá, y declarar la obligatoriedad del voto hacia Trump, pues un católico estadounidense puede legítimamente optar por no participar en estas elecciones, pues, como he dicho antes, también en este caso nos encontraríamos ante una situación de mal menor, y a nadie se le puede obligar a apoyar positivamente un mal, por muy supuestamente menor que éste sea.
    Última edición por Martin Ant; 18/10/2016 a las 10:03
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  2. #2
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    Re: Opinión de Christopher Ferrara para las 58ª elecciones a la presidencia de EE.UU.

    En resumidas cuentas, que si eres católico tienes que votar a Trump por cojones. Nada de votar a otros candidatos (que los hay, aparte de Hillary) ni de abstenerte. Hay que votar a Trump o incurres en pecado mortal. Esperable en el peculiar "tradicionalismo" yanqui de The Remnant y compañía. Incomprensible en el tradicionalismo hispánico.

    Es que tampoco hay que llevar las cosas demasiado lejos; el ejemplo de SS Pío XII sólo puede aplicarse a su caso concreto (años 40, comunismo estalinista a las puertas de Roma). No es aplicable a este, y la comparación es improcedente por parte del articulista. Naturalmente, NO ES pecado mortal abstenerse o no votar a Trump; faltaría más.
    Última edición por DOBLE AGUILA; 18/10/2016 a las 21:48

  3. #3
    Martin Ant está desconectado Miembro Respetado
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    Re: Opinión de Christopher Ferrara para las 58ª elecciones a la presidencia de EE.UU.

    Por si todavía pudiera haber alguna duda acerca de la licitud de la abstención para un católico en las siguientes elecciones estadounidenses, el propio candidato Trump se ha encargado él sólo de despejarlas. Anteayer, en un mensaje, declaró abiertamente sus dudas sobre la eventual limpieza del próximo proceso electoral. Creo que esta confesión de parte es muy importante de cara a destruir la opinión de la sola legitimidad del voto al Sr. Trump como la única opción obligatoria para un católico estadounidense. Si la Sra. Clinton ganara las elecciones y un votante católico del Sr. Trump increpara a un católico abstinente, podría darse el siguiente diálogo:


    Católico votante de Trump
    : Tonto, por tú culpa ha ganado Clinton. Con tu abstención, tú has contribuido a que ganara el candidato anticatólico que va a seguir perpetuando este sistema político-social anticristiano. Has incurrido en pecado. Vete a confesarte, mal católico.

    Católico abstinente: Perdone usted, pero, ¿por qué me había yo de molestar en ir a participar en unas elecciones que estaban amañadas y que, por lo tanto, ya se sabía de antemano el resultado que iban a tener y, por lo tanto, mi voto no habría influido absolutamente nada en el resultado final? ¿Es que acaso la moral católica obliga a un católico a tener que participar en unas elecciones de cuya limpieza procesal se tiene serias y razonables dudas?

    Católico votante de Trump: Eso de que las elecciones estuvieron amañadas no es verdad. ¿Acaso estás poniendo en duda el sistema político y electoral de nuestra sacrosanta democracia? ¿Eres un antipatriota?

    Católico abstinente: Yo amo a mi patria y, precisamente, porque la amo, quiero su transformación del actual sistema masónico anticristiano a otro genuinamente cristiano conforme lo manda nuestra Santa Madre Iglesia. Pero difícilmente se conseguirá esa transformación participando activamente de una farsa, como lo es la del proceso electoral estadounidense.

    Católico votante de Trump: ¡Y dale con lo de la farsa electoral! Eso te lo sigues inventando.

    Católico abstinente: No me lo invento yo. Las dudas sobre la limpieza del proceso electoral estadounidense las emitió tu candidato, el Sr. Trump. Así que no me culpes a mí de la victoria de Clinton, ni me atosigues recriminándome una supuesta incursión mía en pecado, pues ya ves que tenía razones muy poderosas para no haber participado en las pasadas elecciones. Si tú pensabas que votar al Sr. Trump era algo lícito para un católico a fin de producir algún cambio en el sistema, yo no te recrimino nada ni te inquieto tu conciencia; pero tú tampoco inquietes mi conciencia por haber optado por la abstención, pues también, como ves, era una opción lícita para un católico estadounidense.

    Católico votante de Trump: (...).


    -----------------------------------------------------


    Fuente: El PAIS



    Elecciones EEUU

    Trump, con los sondeos en contra, agita el bulo del fraude electoral

    El republicano, criticado por líderes de su partido, conecta con una amplia desconfianza en el sistema


    Marc Bassets

    Washington 18 OCT 2016 - 09:07 CEST


    Donald Trump, que ha roto tantos precedentes en la política de Estados Unidos, se adentra en otro terreno desconocido. A falta de tres semanas para las elecciones presidenciales, y con los sondeos en contra, el candidato republicano afirma que habrá un fraude electoral masivo para hurtarle la victoria. El bulo, reprobado por varios líderes republicanos, cuestiona algunos fundamentos de la democracia de este país: las elecciones libres y el traspaso sin incidentes del poder. Un 41% de votantes cree que podría haber fraude en favor de la candidata demócrata, Hillary Clinton, según un sondeo.

    “Está claro que se ha puesto en marcha un amplio fraude en el voto antes y durante la elección. ¿Por qué los líderes republicanos niegan lo que ocurre? ¡Qué ingenuos!”

    El mensaje de Trump en la red social Twitter, el lunes por la mañana, culmina un fin de la semana en el que ha redoblado la retórica conspirativa. Además de poner en duda la legitimidad de las elecciones, Trump ha repetido la petición de que Clinton vaya a la cárcel por crímenes no demostrados, y ha insinuado que esta toma drogas y debería someterse a un control antidopaje antes del tercer y último debate de esta campaña, el miércoles en Las Vegas (Nevada).

    “Nuestra democracia se sostiene en la confianza en los resultados electorales, y el speaker confía plenamente en que los estados organizarán esta elección con integridad”, dijo una portavoz del ‘speaker’ o presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, líder de los republicanos en Washington. El gobernador de Indiana y candidato a la vicepresidencia con Trump, el republicano Mark Pence, también se distanció el domingo de su jefe y dijo que este aceptaría el resultado electoral. En EE UU son los estados, mayoritariamente controlados por el Partido Republicano, y las instituciones locales los encargados de organizar las elecciones. Un fraude masivo sólo podría producirse con su cooperación. La teoría conspirativa de Trump implicaría que los republicanos participarán en un fraude en contra de su candidato y en favor de Clinton.

    No existen demasiados precedentes de candidatos de un gran partido que de forma explícita, e incluso antes de la jornada electoral, socave la confianza en el mismo proceso que debe llevarle a la Casa Blanca. Los candidatos Richard Nixon y Al Gore perdieron por márgenes muy estrechos en 1960 y 2000, pero aceptaron el resultado y permitieron que la sucesión se desarrollase sin incidentes. Si se hace caso de las palabras de Trump, no es seguro de que esto vaya a ocurrir si el 8 de noviembre gana Clinton.

    El temor es que algunos seguidores del republicano puedan tomarse en serio sus palabras y, primero, provoquen incidentes en la jornada electoral y, después, se nieguen a aceptar el resultado.

    La primera consecuencia de las palabras de Trump podría ser una reducción de la participación electoral entre los propios republicanos. Pero el mensaje de Trump también tiene atractivo entre quienes creen que las élites han amañado el sistema en su contra y en favor del establishment representado por los Clinton y el propio Partido Republicano de Trump.

    Como muchas de las teorías conspirativas de Trump, la del fraude electoral es una versión exagerada de mensajes que el Partido Republicano ha alentado en el pasado. En los últimos años los republicanos han impulsado leyes que endurecen las condiciones para votar con el argumento de que servirían para atajar el fraude electoral.

    En la convención de Cleveland, el pasado julio, los delegados republicanos ya entonaron el canto de “¡enciérrenla, enciérrenla!” Allí Trump, que había formulado en el pasado la misma petición, replicó: "Derrotémosla en noviembre".

    La huida hacia adelante de Trump —con denuncias de un complot internacional, la insistencia en el fraude electoral y los ataques personales a las mujeres que le acusan de agresión sexual— vulnera todos los manuales de la política electoral estadounidense.

    En vez de moderar su mensaje para atraer a los votantes centristas e indecisos, lo radicaliza. Así entusiasma a su base más fiel, con el riesgo de espantar a los moderados. Esto es lo que dice la teoría, pero Trump ya ha roto muchas teorías desde que en junio de 2015 presentó su candidatura sin que nadie apostase por él.

    El magnate neoyorquino ha entendido que la desconfianza en las instituciones es un fenómeno extendido y piensa que la idea de que las elecciones están amañadas puede calar. Suele citar el precedente del Brexit, el voto, en contra de los pronósticos, a favor de la salida de Reino Unido de la Unión Europea.

    Según un sondeo del diario Politico, un 41% de votantes —y un 73% de republicanos— cree en las teorías de un posible fraude electoral. Otro sondeo, del Pew Research Center, revela que el 78% de votantes de Trump cree que es importante que el perdedor reconozca la derrota. Pese a la amplia desconfianza, los deseos de romper el orden parecen escasos.


    Fe de errores

    En una versión anterior de este artículo, se daba a entender que Donald Trump no fue el primero en pedir en encarcelamiento de Hillary Clinton, sino que fueron los delegados republicanos en la convención de Cleveland, en julio. En realidad, Trump ya había hecho esta proclama antes, aunque no en Cleveland.
    Última edición por Martin Ant; 19/10/2016 a las 11:02

  4. #4
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    Re: Opinión de Christopher Ferrara para las 58ª elecciones a la presidencia de EE.UU.

    No tiene sentido alguno defender a Trump más allá del razonamiento pragmático, ya que se trata al final de no hacer nada o de hacer algo que no por principio sino por circunstancias crees que te va a favorecer. Volviendo al ejemplo de hace unas semanas, Tamerlán no tiene nada de bueno pero conviene que derrote a los turcos. Pero aunque Tamerlán gane ¿quién te dice que luego no va a arrasar Roma también? No se puede saber.

    Desde un aspecto moral no hay obligación alguna, tampoco creo que nadie dijera en su día que era pecado no luchar en el ejército de Constantino, y obviamente Constantino era mejor que Trump. Aquí es una cuestión prudencial.

    Otro aspecto a tener en cuenta son los efectos colaterales de la derrota. Los nazis no eran católicos, pero su derrota suposo la derrota de muchas cosas que sí lo eran y que habían sido asociadas a ellos, como se explicó en un hilo en este foro. La derrota de Trump puede suponer el hundimiento de más cosas que el propio Trump. Y se empeora si encima son los propios católicos los que deciden atarse de esa forma imprudente.

    Lo que no está tan claro son los efectos colaterales de la victoria. Por décadas, quizá ya siglos, los católicos se han sumado a bandos y guerras de gente que no era suya (generalmente liberales conservadores) con la esperanza de tener beneficios colaterales de sus victorias, cosa que nunca ha pasado. Con Constantino los cristianos sí tenían su propio plan político que iba más allá de que Constantino ganara, eso no sucede a día de hoy. Por eso probablemente dará igual que gane Trump igual que da igual que el PP todas las elecciones de los próximos 100 años, porque no hay objetivo político propio, sólo somos tropas auxiliares de guerras ajenas.
    Última edición por Donoso; 19/10/2016 a las 12:39
    Kontrapoder, Hyeronimus, raolbo y 1 otros dieron el Víctor.
    Aquí corresponde hablar de aquella horrible y nunca bastante execrada y detestable libertad de la prensa, [...] la cual tienen algunos el atrevimiento de pedir y promover con gran clamoreo. Nos horrorizamos, Venerables Hermanos, al considerar cuánta extravagancia de doctrinas, o mejor, cuán estupenda monstruosidad de errores se difunden y siembran en todas partes por medio de innumerable muchedumbre de libros, opúsculos y escritos pequeños en verdad por razón del tamaño, pero grandes por su enormísima maldad, de los cuales vemos no sin muchas lágrimas que sale la maldición y que inunda toda la faz de la tierra.

    Encíclica Mirari Vos, Gregorio XVI


  5. #5
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    Re: Opinión de Christopher Ferrara para las 58ª elecciones a la presidencia de EE.UU.

    Vale. Pero me gustaría recalcar que ese razonamiento sobre Ciudadano Trump deberían también hacérselo ver muchos católicos que dan su apoyo moral incondicional al Sr. Putin, y aplicárselo a su vez al jefe político de Rusia.

    Dejando al margen los aspectos de política interior (política provida o promuerte, política proinmigración hispana o antiimigración hispana, etc., etc.) si quisiéramos enfocar las próximas elecciones estadounidenses desde el punto de vista de la política exterior o internacional, ciertamente el Sr. Trump es posible que pudiera significar la paz. Es decir, podría significar el fin del Estado Islámico, el restablecimiento de Bashar al-Ásad en el pacífico dominio de los territorios de su jurisdicción, y el fin del conflicto en Oriente Próximo, y todo el mundo de vuelta a su casita (y Dios en la de todos).

    Pero lo que no cabe duda alguna es que la Sra. Clinton significa la guerra. Es decir, significa la continuación en la escalada de la política de provocación hacia Rusia llevada a cabo por los Gobiernos de EE.UU. hasta el día de hoy, hasta que al Sr. Putin se le acabe la paciencia y declare la guerra a "Occidente".

    Si nos ponemos en plan providencialista, es cierto que Ciudadano Trump podría (o no, ¿quién sabe?) significar un elemento pacificador al estilo de Tamerlán con los turcos, y significar para esta vieja y decrépita Europa una prolongación de su tiempo de paz con vistas al cambio y a la conversión. Pero igualmente, la Sra. Clinton significaría, sin duda alguna, la continuación de la política de provocación, y el Sr. Putin vendría entonces, a su vez, a constituir un elemento de castigo para Europa, pues Europa quedaría englobada dentro de ese genérico ataque a "Occidente", sin necesidad de decir cuáles serán en ese caso los efectos colaterales para los católicos, estando de por medio en mitad del "fregado". (Del mismo modo que a los tradicionales españoles de 1940 no les entusiasmaba ver a los alemanes al pie de los Pirineos, a mí personalmente no me haría ni pizca de gracia tener a los rusos al pie de los Pirineos.)
    Última edición por Martin Ant; 20/10/2016 a las 10:30

  6. #6
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    Re: Opinión de Christopher Ferrara para las 58ª elecciones a la presidencia de EE.UU.

    Martin, es muy dudoso que de Trump se derive la paz. Pudiera ser, por una carambola de la historia, pero es muy dudoso. El tipo ha hecho declaraciones en las que hablaba con gran naturalidad de invadir varios países. En el pasado apoyó las intervenciones norteamericanas en Oriente Próximo y aún pedía más. Su forma de manejarse en la vida no invita a pensar que adopte posturas responsables en el ámbito militar. El que iría como vicepresidente, Mike Pence, dice en la actualidad que hay que bombardear a Assad.

    Por cierto, el candidato que más se significó a favor de Assad fue el denostado Ted Cruz. Cruz habló claramente de apoyar al régimen sirio e incluso envío a un senador a hablar con Assad en Siria. Sin embargo, en los medios rusos se descalificó desde el principio a ese candidato, señal de que aquí el verdadero interés no es Siria.

    No estoy al tanto de las posiciones reales de Hillary Clinton. Probablemente sea una bruja, como algunos dicen. Pero, en lo que tengo observado en las últimas décadas, el Partido Demócrata no es tan agresivo en el exterior como el Partido Republicano, por mucho que diga cierta leyenda que los califica de "aislacionistas". Los demócratas han bombardeado países, cierto, pero las grandes intervenciones las llevaron a cabo los republicanos. El jaleo que hay ahora montado en Oriente Próximo tiene su origen en los gobiernos de Bush, padre e hijo.

    En mi opinión, Putin apoya a Trump, no tanto porque sea prorruso, sino porque cree que será tal desastre que sumirá a Estados Unidos en el caos y con ello dejará de ser la primera potencia. Claro, que esto se puede se puede volver en contra muy fácilmente. Imagínate que Trump renuncia --a veces da la impresión de que Trump en realidad no quiere ser presidente-- y se pone de número uno Mike Pence, que tiene todas las trazas de ser de la vieja escuela.
    Última edición por Kontrapoder; 21/10/2016 a las 03:32
    raolbo dio el Víctor.
    «Eso de Alemania no solamente no es fascismo sino que es antifascismo; es la contrafigura del fascismo. El hitlerismo es la última consecuencia de la democracia. Una expresión turbulenta del romanticismo alemán; en cambio, Mussolini es el clasicismo, con sus jerarquías, sus escuelas y, por encima de todo, la razón.»
    José Antonio, Diario La Rambla, 13 de agosto de 1934.

  7. #7
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    Re: Opinión de Christopher Ferrara para las 58ª elecciones a la presidencia de EE.UU.

    Bueno, yo lo planteaba de la siguiente forma:

    - Gana Donald Trump: posibilidad de paz o posibilidad de continuación de la política de los anteriores Gobiernos en Oriente Próximo y, por ende, en relación a Rusia.

    - Gana Hillary Clinton: seguridad absoluta de continuación de la política de los anteriores Gobiernos en Oriente Próximo y, por ende, en relación a Rusia.

    Pienso que con Trump puede haber lugar a la duda o la incertidumbre (y, por tanto, una puerta abierta a la posibilidad de la paz). Con Clinton, en absoluto.

    (Dicho todo lo cual, huelga recordar, por supuesto, la carencia de idealismo o altruismo alguno de Rusia en la cuestión siria, sino la mera existencia de un interés tan vital para ella como lo es la tanto tiempo ansiada y finalmente conseguida salida al Mediterráneo, con su base naval en Tartus.)
    Última edición por Martin Ant; 21/10/2016 a las 11:37

  8. #8
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    Re: Opinión de Christopher Ferrara para las 58ª elecciones a la presidencia de EE.UU.

    Martin y Rodrigo, ¿sabéis si John C. Rao ha expresado alguna opinión acerca de Trump?
    Kontrapoder, retomo su pregunta porque al fin, por primera vez, he podido tener acceso a algún texto de John Rao expresando su opinión sobre Donald Trump. Fue vertida en el seno de su trabajo presentado en la última Reunión de Amigos de la Ciudad Católica, y cuyo texto escrito ha aparecido en el último número de la revista Verbo. Le transcribo la parte final del trabajo, en donde aparece consignada su opinión sobre el presidente estadounidense.

    Pienso que merece la pena ir exponiendo el fraude que ha supuesto finalmente Donald Trump, pues el pernicioso movimiento internacional sionista de derechas que él inició se va extendiendo peligrosamente al ámbito hispánico: véanse, por ejemplo, los casos del masonazo de Jair Bolsonaro en la República de Brasil, así como los gérmenes voxianos que parece que empiezan a vislumbrarse en nuestra vieja y sufrida Península.

    -----------------------------------


    Fuente: Extracto de la ponencia de John Rao en la LV Reunión de Amigos de la Ciudad Católica, titulada “La cultura política de los católicos estadounidenses del siglo XX al XXI”, Verbo, Número 567 – 568, Agosto-Septiembre-Octubre de 2018, páginas 732 – 734.




    En resumen, la Iglesia católica en todo el mundo, sea cual sea su tono particular, de una forma o de otra, consciente o inconscientemente, ha sido expuesta a la presión política del sistema americano, agnóstico, irracional e intencionadamente individualista, inspirado en Locke, y también a la presión de los creyentes y no creyentes gozosamente comprometidos con «los negocios de los americanos».

    Un brillante ejemplo podría ser la oposición conservadora y tradicionalista americanas al aborto. Es imposible no quedar impresionado por la contribución católica al movimiento provida, que realmente ha sido enorme. A través del activismo organizado por grupos como el verdaderamente ecuménico Movimiento de Rescate, modelado según las directrices de las protestas no violentas por los derechos civiles de los años 50 y 60, la labor provida ha implicado un enorme sacrificio personal, tanto económico como con estancias en la cárcel.

    Pero, con notables excepciones, todo el proyecto provida ha sido obstruido desde el principio por el generalmente bastante débil apoyo recibido del episcopado, del clero y del laicado católicos, particularmente por parte de los políticos católicos que han triunfado. Y, una vez más, quienes honradamente ayudan a la causa se ven frenados por su fe religiosa en el sistema político americano, cuyos controles y contrapesos [checks and balances] son una referencia constante a la necesidad de que los juicios morales se hagan según los dictados convencionales de las mayorías democráticas soberanas, ya sea a nivel federal o estatal; y, en última instancia, esos militantes apelan a una «libertad individual» que a nivel económico atrae a muchos provida católicos y a todos los provida protestantes, en cuanto forma parte de su bagaje teológico esencial.

    Estas limitaciones convierten la petición de que existan controles sociales de autoridad sólo sobre el aborto en políticamente impotentes y realmente ilógicos. En todo caso, es difícil olvidar que quizá el más famoso y serio provida católico con influencia política, el juez Antonin Scalia, se sentía él mismo constitucionalmente obligado a defender cualquier «derecho» por el que hubiese bastante gente dispuesta a luchar, animando las esperanzas del movimiento provida a conseguir el apoyo del pueblo soberano, presumiblemente estado por estado.

    Los católicos provida americanos se han entusiasmado casi universalmente con la presidencia de Trump. Un cierto número de ellos le denominan «Nuevo Carlomagno», quien, con todos sus defectos, da inicio a una auténtica renovación. Tales entusiastas insistían en que apoyar la candidatura de Trump era una obligación moral, y no votar por él «un pecado mortal», en palabras de un influyente analista. Esta euforia ha ido acompañada del rechazo a criticar el resto del programa de Trump, el cual, de hecho, muchos de ellos apoyan también con entusiasmo.

    Ese programa, que se autodenomina «populista», refleja realmente una rebelión de las «raíces» contra la «política habitual» (incluyendo una notable xenofobia y la identificación de un conjunto preciso de villanos como responsable de todos los problemas del país) que recuerda la historia de muchas de las anteriores manifestaciones del populismo americano. Por otro lado, el descarado apoyo de Trump a los «privilegios» de los ricos y no a varios programas sociales que ayudaban a las clases medias y a los pobres, sus esfuerzos por eliminar controles gubernamentales sobre la especulación financiera privada, su sustitución de la Amenaza Roja por la «Primera Cruzada» contra el islam que parece favorecer sobre todo al Gran Israel, y su «Segunda Cruzada» contra los inmigrantes iberoamericanos, son medidas que saben a posiciones tradicionalmente conservadoras y neoconservadoras, más que puramente populistas. Por desgracia, en cuanto el péndulo se vuelva contra Trump, los proabortistas que militan en las filas de sus oponentes usarán definitivamente su victoria para perjudicar a la causa provida que ha sido acríticamente asociada con él. Los católicos que militan en las filas anti-Trump calificarán también entonces su triunfo como católico.

    A lo largo de la historia, los sofistas –mercaderes de palabras– han aparecido repetidamente con «cuentos de hadas» sobre el carácter extraordinariamente cristiano del Estado particular a cuya causa servían y cuyos beneficios para el catolicismo alababan. A menudo esos beneficios acaban debilitando realmente la labor de transformación en Cristo, o haciéndola impotente. Durante buena parte de esa historia, la Iglesia, el clero y los laicos se han demostrado reiteradamente vulnerables a esos «cuentos de hadas» sobre Estados supuestamente «católicos» comprometidos en realidad con formas imperiales y nacionales de un cesaropapismo peligroso para la vida cristiana.

    El padre De Lamennais se sacó de la manga uno de esos cuentos de hadas sobre la importancia de «una Iglesia libre en un Estado libre», que según él liberaría al catolicismo de todos esos riesgos. Por desgracia, la historia ha demostrado que lo que hace es garantizar tales peligros. El sistema que alababa sólo ha sido diferente en su mayor eficacia destructiva, especialmente en su peculiar manifestación estadounidense.

    Se supone que los católicos están llamados a comprometerse en política, y a hacerlo de forma realista y prudente bajo todos los sistemas de gobierno. Lo intentaron en Estados Unidos, y es posible que lo hubiesen conseguido si hubiesen aprovechado los legítimos esplendores del sistema americano, a la vez que luchaban con uñas y dientes contra sus miserias, más peligrosas: el individualismo de la Ilustración moderada y materialista inspirada en Locke, con su indiferencia ante las consecuencias de abandonar la fe, y de la razón, como las «últimas y mejores guías de la humanidad».

    Y no lo hicieron. Los creyentes llegaron a ver la Vía Americana como una Teología de la Liberación que tenía derecho a denominarse católica en una forma que la Escritura, los Padres y Doctores de la Iglesia y el magisterio pontificio, y anteriores y defectuosos «cristianísimos Estados», no tenían. Acabaron aceptando el decidido individualismo materialista del sistema, despreciando todo intento de criticar este mal como si fuese un crimen contra la «última y mejor esperanza del catolicismo». Han sembrado el viento con su adulación delirante, y han cosechado tempestades. Han contribuido poderosamente a crear «un [huxleyano] mundo feliz» donde la unión, aparentemente inquebrantable, entre «una Iglesia voluntarista y un anti-Estado voluntarista» condena al auténtico catolicismo como enemigo de Dios y del hombre.
    Kontrapoder dio el Víctor.

  9. #9
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    Re: Opinión de Christopher Ferrara para las 58ª elecciones a la presidencia de EE.UU.

    AVISO: la traducción del siguiente artículo no implica que esté de acuerdo con él en todas y cada una de sus partes, sino que solamente lo traigo a colación por si pudiera tener algún interés general.

    -------------------------------------------------------------

    Fuente del texto original: THE REMNANT



    CARTAS DESDE EL INFIERNO, VI. Lecciones de la Guerra Civil Española para desenmascaramiento de los americanos

    John Rao

    6 de Octubre de 2020


    Verdaderamente estamos viviendo en unos «tiempos que ponen a prueba las almas de los hombres». Todos estamos horrorizados ante el amparo de toda forma vil de locura revolucionaria ejecutada bajo la cínica ala dominante del Partido Demócrata.



    ¡Por Dios, Por la Patria, y el Rey!

    Las fuerzas republicanas españolas que controlaban Toledo al principio de la Guerra Civil en 1936, informaron al comandante nacionalista del Alcázar, situado en el centro de la ciudad, el Coronel José Moscardó Ituarte (1878 – 1956), que matarían a su hijo Luis si no les rendía esta ciudadela. «Encomienda tu alma a Dios y muere como un patriota gritando “¡Viva Cristo Rey!” y “¡Viva España”!», fueron las instrucciones que el agraviado soldado dio a su hijo Luis de veinticuatro años. «Eso, puedo hacerlo», fue la clara respuesta del condenado. Se le mató.

    Obviamente él no fue el único. Al menos medio millón de hombres y mujeres murieron en la Guerra Civil Española (1936 – 1939), muchos de ellos sacerdotes y monjas masacrados por razones religiosas; pero la razón por la que aquélla electrizó a todo el mundo occidental no fue por el número de víctimas que conllevó. Las pasiones que despertó, fueron despertadas desde el principio mismo del conflicto. Esto fue así porque España, a través de los muchos grupos que componían los campos opuestos de los Nacionalistas y de los Leales Republicanos, presentaba un microcosmos de toda posible división espiritual, intelectual, política, social y económica que afligía a toda la civilización occidental desde los tiempos de la Reforma en adelante. En otras palabras, todos los occidentales, de una forma u otra, tenían un interés en la lucha y querían que ganara su bando particular.

    “Mejor esperar que hacer algo”: esto era lo que cualquier observador inteligente del escenario español conocía ya ser cierto a medida que el país se deslizaba de manera cada vez más inexorable de los disturbios civiles hasta la confrontación militar directa, desde el establecimiento de la República en 1931 hasta el levantamiento armado del 18 de Julio de 1936. ¿Por qué? Porque las facciones de ambos bandos de la Guerra Civil (que se habían constituido en un amplio Frente Popular izquierdista, y, del mismo modo, en un amplio y derechista Bloque Nacional, con el fin de luchar en las elecciones generales de Febrero de 1936) a menudo estaban en desacuerdo con sus aliados tanto como lo estaban con sus enemigos electorales y después bélicos.

    Los grupos del Frente Popular, que proporcionaban a los leales defensores de la República durante la guerra, incluían a liberales económicos clásicos decimonónicos y masones anticlericales, junto con nacionalistas regionales cuya unidad en su exigencia de autonomía o independencia para los estados étnicos vasco y catalán quedaba sin embargo turbada por su división interna entre fervientes católicos y enemigos de la Iglesia. Ninguno de estos “izquierdistas tradicionales”, con sus propios contradictorios cismas internos, tenían nada en común con sus futuros “camaradas” anarquistas y estalinistas o trotskistas, los cuales a su vez estaban animados de una mutua aversión.

    El único vínculo de todas estas fuerzas era la convicción de que no podrían conseguir sus particulares objetivos sin proporcionarse los unos a los otros una ayuda conjunta sin excepción. Ello representaba un increíble autoengaño para aquéllos de tendencia liberal o nacionalista regional, y algo que en última instancia se demostró ser cierto únicamente para los marxistas estalinistas. Estos tecnócratas maestros de la política sabían cómo maniobrar en la marisma revolucionaria, y trabajaron exitosamente para eliminar a sus competidores radicales trotskistas y anarquistas, mientras que los miembros vascos y catalanes de la coalición iban cayendo por el camino debido al insuficiente vapor que proporciona toda simple posición “moderada”. Como de costumbre, cualquier cosa que contribuyera a desatar a izquierdistas revolucionarios de todo tipo, obraba en beneficio de los más organizados de entre los radicales.

    Sin embargo, para destruir a estos radicales, tenían que ser aplastadas al mismo tiempo todas las fuerzas que contribuían al Frente Popular. Con todo, para ganar no sólo la guerra sino también la paz posterior, se necesitaba urgentemente en el campo derechista un abnegado fervor y una claridad de visión en relación a la causa subyacente de este cataclismo.

    ¿Cuál de entre las muchas facciones de la Derecha era la más capaz de conseguir ambos objetivos? Desde nuestro punto de vista, la respuesta es fácil: los Carlistas, monárquicos sostenedores de la línea masculina borbónica de descendientes de Fernando VII a su hermano Don Carlos, dirigidos en vísperas de la Guerra Civil por Alfonso Carlos (1849 – 1936), que vivía en el exilio en un Austria todavía independiente. Eran los Carlistas quienes más subrayaban la necesidad de construir un orden político justo y estable basado en el Reinado de Cristo. Su lema: “Por Dios, por la Patria, y por el Rey”, reflejaba un concienzudo entendimiento del Magisterio Social de la Iglesia fundado en el reconocimiento de Nuestro Salvador como el fundamental Soberano de todas y cada una de las naciones.

    Las enseñanzas del Reinado Social de Cristo subrayaban la verdad de que la patria española y su Monarquía tradicional eran servidas de la mejor manera respetando el principio de descentralización y subsidiariedad; respetando la libertad para todas las instituciones naturales de un orden nacional plural, para que funcionen con sus propias leyes y costumbres innatas. En consecuencia, los Carlistas se ocupaban justamente de asegurar la autonomía regional de las tierras vasca y catalana tanto como aquéllos que militaban en las filas del Frente Popular, pero en tanto que autonomía regional liberada de toda corrupción autodestructiva, materialista, anticatólica, liberal ilustrada. Aunque derrotados en tres Guerras Carlistas en el siglo XIX, su brazo militar, los requetés, demostraría ser el más preparado para la muerte, con aquellas palabras en sus labios que el Coronel Moscardó instó a su hijo Luis: “¡Viva Cristo Rey! ¡Viva España!”, entendidas en su más pleno y más propio sentido.

    Los Carlistas, sin embargo, no eran la única fuerza que a sí misma se denominaba “derechista” antirrevolucionaria, si bien los teóricos del Carlismo eran críticos acerca de la veracidad de las credenciales contrarrevolucionarias y de la coherencia lógica de sus aliados del Bloque Nacional y de la Guerra Civil. Tales derechistas incluían, en primer lugar y ante todo, los monárquicos sostenedores de la línea femenina borbónica de descendientes de Fernando VII, que pasó de su hija Isabel hasta el contemporáneo Alfonso XIII (1886 – 1941), cuyo anuncio de que no podía ya más mandar efectivamente y cuyo autoimpuesto exilio habían conducido a la creación de la Segunda República Española. Aunque los Carlistas consideraban a Alfonso un rey ilegítimo, habiéndose corrompido toda su facción con el constitucionalismo liberal izquierdista, los Alfonsinos tenían muchos partidarios básicamente antirrevolucionarios en círculos católicos, conservadores y militares.

    Aunque eran fervientes creyentes, no obstante los Carlistas no estaban aunados con la confederación de veinte organizaciones independientes de españoles profesantes de la misma Fe Católica –la Confederación Española de Derechas Autónomas o CEDA–, dirigida por José María Gil Robles (1898 – 1980). Mucho menos podían estar de acuerdo con el movimiento de Falange de José Antonio Primo de Rivera (1903 – 1936). Si bien la Falange estaba orgullosa de la Tradición Hispánica en general y era públicamente procatólica, su declarado “nacional socialismo” y su adopción de un Estado español poderoso, centralizado, obsesionado con el progreso material y aparentemente totalitario, contradecía los principios carlistas de religión, subsidiariedad y regionalismo.

    Finalmente –y lo más importante desde 1936 en adelante–, los Carlistas estaban molestos por la influencia Bonapartista sobre la coalición derechista. El Bonapartismo, en sentido amplio, significa la interferencia del Ejército en la vida del Estado. Esto había comenzado como una herramienta de la Izquierda, ya fuese en forma “moderada” con Napoleón, o ya fuese en apoyo de causas más radicales en la experiencia española del siglo XIX, siendo siempre su justificación la de que el Ejército podría proporcionar el cambio necesario manteniendo al mismo tiempo la disciplina y el orden social.

    El Carlismo había tenido que lidiar con este fenómeno del “dictador” militar izquierdista desde el principio de su Historia. Pero los posibles usos de los Golpes de Estado militar se expandieron en España como en el resto de Europa a medida que pasaba el tiempo, con fuerzas antirrevolucionarias ansiosas de intervenir en el Gobierno para contrarrestar a la Izquierda apelando también a ellos igualmente. Un uso “derechista” del Ejército en política puede observarse en España con el Golpe y la Dictadura del padre de José Antonio, Miguel Primo de Rivera (1870 – 1930), en la década de los 20, quien obraba bajo la égida del Rey Alfonso XIII, al igual que lo habían hecho los liberales antes de aquél. Pero muchos de estos Bonapartistas también hacían referencia a ideas revolucionarias, profesando abiertamente algunos de ellos sentimientos republicanos y, por tanto, no se les consideraba más que como izquierdistas liberales “moderados” desde el punto de vista Carlista. Y fue una mezcla de tales oficiales militares diversos la que finalmente se levantó contra el Gobierno del Frente Popular, que apenas acababa de conseguir la victoria electoral en Febrero de 1936, implementando programas que horrorizaban a todo el mundo en el Bloque Nacional y tolerando la violencia civil y anticatólica que finalizó con el asesinato del destacado líder derechista José Calvo Sotelo (1893 – 1936) que desencadenó el Golpe de Estado.

    Los Carlistas, que ya habían planeado antes que estos oficiales militares un levantamiento en sus fortalezas del Norte de España, se encontraban ahora en una posición incómoda. Esa posición se complicó aún más debido a la muerte por accidente de tráfico del Pretendiente, Alfonso Carlos, en Septiembre de 1936 y la consiguiente división en relación a quién se debía reconocer como su sucesor. Una minoría Carlista estaba dispuesta a aceptar a Alfonso XIII, el pariente de sangre más cercano al Pretendiente. Sin embargo, su asociación con el constitucionalismo liberal le hizo ser un candidato imposible para la gran mayoría del movimiento, el cual siempre se preocupó no sólo por el principio de sangre dinástica sino también por el compromiso con el Reinado Social de Jesucristo. Su elección fue la del hombre que Alfonso Carlos había designado como su “regente”, precisamente por su fiabilidad con respecto a los susodichos principios: Don Javier de Borbón Parma (1889 – 1977), un hombre verdaderamente notable, inteligente y con coraje, que no sólo había luchado en el Ejército Belga en la Primera Guerra Mundial, sino que también había tomado parte en los esfuerzos secretos de paz iniciados por el Emperador Carlos y la Emperatriz Zita a través de su hermano, el Príncipe Sixto de Borbón Parma. Al tiempo que ansioso por derrocar a la República con el alzamiento en el Norte, Don Javier dejó claro a todos los partidos, incluidos los conspiradores militares, los serios desacuerdos que continuaban dividiéndolos.

    En cualquier caso, el fracaso de las fuerzas militares para conseguir su objetivo inmediatamente en el 18 de Julio de 1936, permitió a los Leales Republicanos convertir un Golpe de Estado en una Guerra Civil. Esto hizo que el alzamiento en el Norte, que fue un éxito, fuera aún más importante para la jefatura militar, la cual, debido a la inesperada muerte de los otros autores de la revuelta –el General José Sanjurjo (1879 – 1936) y el General Emilio Mola y Vidal (1887 – 1936)– recayó firmemente en manos del General Francisco Franco (1892 – 1975). Pero la relación de Franco con Don Javier, a quien se obligó a pasar casi toda la guerra fuera de España, y con el líder carlista “ejecutor activo” en el frente Manuel Fal Conde (1894 – 1975), fue tensa por decirlo lo más suave posible.

    Resumiendo una larga y complicada historia, Don Javier y Fal Conde se dieron cuenta de que los Carlistas no podían abandonar el común esfuerzo bélico, pero que la cooperación contra un enemigo que debía ser aplastado no podía nunca significar la aceptación de todo el programa “Nacionalista” tal como se desarrolló bajo Franco como Caudillo o “Líder”. Pues ello implicaba una unión forzada con –y un control básico por parte de– la Falange, cuyos principios no podían aprobar nunca los Carlistas, en tanto que implicaban un entendimiento “revolucionario” centralizado del Estado español; Franco apoyó aquellos aspectos con los que se sentía capaz de trabajar. Esto significaba una efectiva marginación del Movimiento Carlista, la cual Franco dijo abiertamente a Don Javier que la hizo necesaria la oposición por parte de oficiales militares republicanos al monarquismo verdaderamente serio del movimiento. La firme defensa de Don Javier de la causa, apoyado por Fal Conde, les llevaría a una oposición directa contra gran parte del programa de Franco en los años de la posguerra, a menudo bajo muy difíciles condiciones para ellos personalmente. Simplemente no confiaban en ese programa, ni abrigaban esperanzas de su éxito a largo plazo.

    «Levantando nuestros corazones a Dios», decía el mensaje de felicitación de Pío XII a Franco al final de la guerra contra la República, «damos sinceras gracias a Su Excelencia por la victoria de la España Católica». Pero, ¿fue realmente la “España Católica” vencedora junto con los Nacionalistas? ¿Fue realmente el “Reinado Social de Cristo” el objetivo de aquello que públicamente se llamó “La Cruzada” durante los años de guerra? Don Javier, Fal Conde, y los Carlistas que los seguían no pensaban así, y creo plenamente que la Historia ha demostrado que estaban en lo cierto, por razones que encajan muy bien dentro de la recurrente Historia de los problemas que castran las reacciones contrarrevolucionarias contra las locuras revolucionarias desde 1794.

    Pues ninguna de estas reacciones “contrarrevolucionarias” fueron lógica y sólidamente de carácter contrarrevolucionario. 1794 y la caída de Robespierre y Saint Just, fue realmente obra de los burgueses y tecnócratas revolucionarios “moderados”, preocupados solamente de su propiedad y de la eficiencia del Ejército. Triste es decirlo: incluso la Monarquía francesa restaurada en 1814 decidió seguir con sus principios básicamente liberales para sobrevivir. Las Jornadas de Junio de 1848, el comienzo del “cambio de tornas” durante una nueva avalancha de actividad revolucionaria, no fue muy diferente, con los burgueses liberales fomentando un “Partido del Orden” contra la “Amenaza Roja” socialista, siendo condición para su establecimiento que los católicos dejaran de llamar “izquierdista” al liberalismo moderado. Y, triste es decirlo, una vez más, las fuerzas “contrarrevolucionarias” posteriores a 1848 en Francia, y luego en Italia y Alemania, fueron juntas con ellos. ¿Triunfó en consecuencia la verdadera contrarrevolución? No. La Revolución continuó por su alegre camino.

    La cooperación de Franco con la Falange no podía seriamente sobrevivir en el mundo antifascista de la posguerra. Compartiendo un común enemigo en el Comunismo soviético, la España de Franco, paso a paso, siguió el camino liberal moderado, ahora representado por la América pluralista, a la cual se le unió en sus labores la propia Iglesia Católica Romana desde los años 60 en adelante. Este paseo por el Carril Liberal Pluralista se tradujo en la aceptación de la línea monárquica Alfonsina, su liberalismo constitucional, y la cooperación primero con los elementos históricos del Democristianismo en España, y después con los comprometidamente pluralistas, tecnocráticos, y de mentalidad “comunitaria europea”, conservadores “católicos” del Opus Dei. Con la muerte de Franco y el comienzo del reinado de Juan Carlos en 1975, reforzado por la bendición de una Iglesia Católica que había venido a considerar el Reinado Social de Cristo como un peligro para la libertad, igualdad y fraternidad propiamente definidas solamente por la Revolución Francesa y sus secuelas, la Cruzada de 1936 – 1939 se mostró haber sido un fracaso total a largo plazo.

    Con una plaga, y recordando a Tom Paine, nosotros, hoy día, verdaderamente estamos viviendo en unos «tiempos que ponen a prueba las almas de los hombres». Todos estamos horrorizados ante el amparo de toda forma vil de locura revolucionaria ejecutada bajo la cínica ala dominante del Partido Demócrata; todos estamos horrorizados por el desprecio desplegado hacia el Cristianismo y el pasado en su conjunto; todos estamos asqueados por el más irracional, manipulador y tiránico fraude con el que me he encontrado en la Historia tras cuarenta y dos años como Profesor en esa disciplina, expuesto a las enfermedades de la mente y el espíritu humano a lo largo de los siglos; todos sabemos que debemos apoyar la reelección de Donald Trump y no hacer nada que pueda poner en peligro esa victoria. Mutatis mutandis, estamos en la posición Carlista.

    Sin embargo, lo mejor que podemos hacer para la defensa a largo plazo de la Iglesia Católica, el orden social, la libertad humana, y los Estados Unidos de América, es continuar nuestras oraciones en nombre del Presidente, no ya sólo para su reelección, sino también para su plena conversión a la Fe. Esto es esencial, porque muchos de nuestros aliados temporales en esta momentánea causa común son aún parte del problema que identifiqué en una anterior entrega de mis Cartas desde el Infierno.

    El pecado básico del Liberalismo –la reducción de los asuntos terrenales a un nivel puramente material e individual– constituye todavía la principal obsesión de demasiados Republicanos y Conservadores, en unión con sus aún más radicales enemigos demócratas (en tanta proporción como les gustaría negar esta verdad). Y la Revolución siempre volverá a recuperarse en la medida en que el Pecado Original del Liberalismo –su, de una u otra forma, obsesión materialista, junto con una individualista y antisocial definición de la libertad– no sea completamente borrado del mundo entero. Puedo creer que todo esto es posible mediante nuestras oraciones, precisamente porque, después de haber oído una Ave Maria cantada en la misma Casa Blanca, puedo creer que cualquier cosa es posible.

    Estas Cartas desde el Infierno podrían continuar, discutiendo acerca de lo que es probable que ocurra después de las próximas elecciones, una vez que –y si es que– se conocieran sus resultados. Tengo muchos títulos preparados para ulteriores entregas, en las que se reflejan mis predicciones en relación con el más inmediato futuro: “Tormenta de fuego”; “Viaje al centro de la noche”; “Fin del juego”; “Danse Macabre”; “Libertad diabólica para todos”; “El Séptimo Sello”; y “Liber Scriptus Proferetur”, entre otras.

    En resumen, estoy seguro de que habrá desórdenes civiles independientemente de quien gane: en diferentes Estados, de diferentes formas, dependiendo de quiénes constituyan la mayoría y la minoría en ellos. En el lado anti-Trump, esta violencia está inevitablemente destinada a focalizarse, en forma abierta o disfrazada, sobre la Iglesia Católica en cuanto Enemigo Número Uno. Ningún sacerdote u obispo podrá ser lo suficientemente liberal o radical como para salvarse de ser alquitranado con la siempre recurrente etiqueta anticristiana de Odiador de la Humanidad (o su versión moderna equivalente) que tan bien conocemos nosotros de los tiempos romanos. En la medida en que se use el nombre de Cristiano, será vilipendiado.

    Un artículo titulado “O bien-o bien” explicaría la razón de por qué. La Revolución siempre ha sido la herramienta altamente efectiva que ha estado trayendo trenes llenos de ideas Sofistas, Nominalistas y Libertinas de toda época desde los días de los Socráticos hasta las modernas líneas del frente, para combatir a todos aquéllos que sostienen la causa de la Verdad, el Bien, y la Belleza. A esta causa únicamente se le ha dado su verdadera fuerza solamente como consecuencia de la realidad de la Encarnación y de la enseñanza y gracia de Dios que la Encarnación nos ha proporcionado, transmitidas a través de una Iglesia Católica que proclama el Reinado Social de Cristo. La tormenta de fuego que la Revolución desencadena sobre la Tierra está plenamente respaldada por Satanás y sus secuaces que han dirigido la guerra en el Cielo desde la caída de los ángeles y se estremecen por tener otros en su lado a los cuales puedan arrastrar a la perdición junto con ellos.

    El discurso de la Revolución caracteriza a ésta como comprometida en una guerra de “palabras” mentirosas, autodestructivas, y, en última instancia, vacías de sentido, en oposición contra la Palabra salvadora. Ama esconderse detrás de máscaras, a menudo afirmando que no está combatiendo contra la religión, sino simplemente –como ocurría con la Reina Isabel, defendiendo patrióticamente a Inglaterra contra sus enemigos Católicos extranjeros, o como ocurre con los peligrosos ideólogos médicos, magnates ladrones farmacéuticos, y sus compañeros de viaje del Partido Demócrata que nos están atormentando hoy día– protegiendo altruísticamente la salud pública contra oscurantistas que dejarían a la Parca causar sus estragos.

    A la larga, resulta ser “o bien” la Revolución y todo el mal que representa, “o bien” la Iglesia Católica y el Reinado Social de Cristo. Cualquier otra cosa constituye una medida provisional. Quitémosle la máscara al rostro de la Revolución este Noviembre de forma que completemos el trabajo plenamente en beneficio del mundo, de los Estados Unidos, de todos y cada uno de nosotros, y de nuestro futuro compañero católico Donald Trump.

  10. #10
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    Re: Opinión de Christopher Ferrara para las 58ª elecciones a la presidencia de EE.UU.

    Donald Trump puede ser el Presidente más pro-judío jamás habido

    Por Josh Hammer

    22 de Octubre de 2020






    En estas elecciones no hay un subgrupo para quien las apuestas estén más altas que el de mis correligionarios judíos.

    Esto es así porque, para empezar, Donald Trump es muy posiblemente el Presidente más pro-judío jamás habido (o, al menos, desde la famosa vez en que George Washington aseguró a los Judíos de Newport, Rhode Island, que todo hijo del “rebaño de Abraham se sentaría para siempre a salvo bajo su propia viña e higuera”).

    Con palabras y hechos, el Presidente Trump –padre de un Judío observante, y abuelo de niños Judíos– se ha considerado repetidamente como un verdadero amigo y guardián del pueblo de la alianza. Y en la era post-1948 del Sionismo, Trump ha sido de lejos el más leal y dinámico amigo del único Estado Judío del mundo.

    Trump terminó con décadas de timidez presidencial y promesas rotas, moviendo finalmente la Embajada de los Estados Unidos a Jerusalén. Retiró a los Estados Unidos de la horrenda capitulación que fue el acuerdo nuclear de Obama-Biden con Irán y ha impuesto sanciones paralizantes a la “mulocracia” [1].

    Diezmó al “Califato” del Estado Islámico y decapitó al architerrorista iraní Qassem Soleimani, amenazas ambas para Israel y para los Judíos de cualquier parte. Clausuró la Misión en Washington de la terrorista Organización de Liberación Palestina y dejó de financiar a la propia Autoridad Palestina debido a sus bárbaras ayudas a asesinos.

    Trump también cortó la financiación o la retiró por completo a tres cuerpos de la ONU anti-israelíes: al (muy mal llamado) Consejo de Derechos Humanos de la ONU; a la UNRWA [2]; y a la UNESCO.

    Y sólo estamos empezando. El Equipo de Trump ha defendido valientemente los “asentamientos” israelíes en Judea y Samaria. El Presidente reconoció formalmente la soberanía de Israel sobre los Altos del Golán, y desenrolló el plan de paz más pro-israelí con los árabes palestinos que jamás haya avalado Presidente estadounidense alguno.

    Y lo que es más extraordinario: el hombre que escribió “El arte del trato”, pastoreó por medio de, no uno, sino dos (¡por ahora!) acuerdos distintos de normalización de relaciones entre Israel y el mundo arábigo [3]. Esto constituye probablemente el triunfo diplomático positivo más importante para Israel (y para el mundo Judío, que se beneficia de un Estado Judío fuerte) en décadas. Imaginen lo que nos podría traer un segundo mandato.

    En el frente doméstico, Trump firmó una Orden Ejecutiva revolucionaria para proteger, bajo el ámbito estatutario del Título VI, a estudiantes universitarios Judíos y Sionistas que fuesen acosados: una maniobra dinámica que ya ha conducido a un acuerdo de resolución de primer nivel entre el Departamento de Educación y la Universidad de Nueva York. Esta Orden constituye quizás la más enfática acción pro-judía que jamás haya tomado un Presidente en el cargo.

    En relación a la libertad religiosa, Trump ha nombrado a innumerables firmes defensores de la Primera Enmienda por todo lo largo y ancho de la judicatura federal. También ha fomentado normas administrativas para salvaguardar a los proveedores religiosos de servicios sociales y a las agencias de adopción religiosas de la discriminación. Y con Trump, el Departamento de Justicia ha defendido rutinariamente a las comunidades Judías que estaban bajo amenaza. Y, por supuesto, los Judíos se han beneficiado de los tremendos logros económicos que ha habido con Trump.

    Comparen todo esto con una Administración Biden-Harris, que prestaría voz a odiadores de Judíos como Linda Sarsour e Ilhan Omar, y, ciertamente, es probable que deshiciera la mayor parte de (por no decir todos) los avances de Trump.

    Un Presidente como Joe Biden resucitaría seguramente el acuerdo nuclear con Irán que puso a Israel (y a otros) bajo una amenaza existencial, y volvería a alzar a los cleptócratas árabes palestinos respaldados por el terrorismo hacia posiciones de prominencia. Los antisemitas se verían reforzados a lo largo y ancho de los campus universitarios y de la América corporativa “woke” [4], a través de toda la burocracia federal, y en los miserables intestinos de Bay Turtle [5].

    En resumen, Biden-Harris nos conducirían a otro rescate financiero en favor de una envalentonada, buscadora de armamento nuclear, Irán; y a un desencadenamiento a nivel nacional del fanatismo antijudío, particularmente procedente de la izquierda.

    Hay mucho en juego también. En efecto, la propia noción de América –una América que ha estado más que a la altura de la promesa de Washington, y ha servido como el más vital y el más bienvenido refugio de los Judíos durante más de dos siglos– está en riesgo.

    Trump, tal y como dijo en su discurso del Día de la Independencia, representa el espíritu de 1776: el ethos nacional de la meritocracia, la libertad, el orden, y el imperio de la ley. Biden, por el contrario, apenas se atreve a denunciar la destrucción y violencia que se ha derivado de los movimientos Antifa y Black Lives Matter, y abraza el “wokeismo” interseccional, los remedios pseudointelectuales, y una economía de lucha de clases que vendría toda ella a expensas de los Judíos.

    Claramente, a los Judíos americanos les irá mejor sólo con una de estas dos visiones. Y no es la Biden.


    Josh Hammer es el editor de opinión del Newsweek, e investigador en la Fundación Edmund Burke.






    [1]
    Nota mía. Nombre despectivo para referirse al régimen político iraní, o régimen de los “Mulás” (personas versadas en el Corán).

    [2] Nota mía. Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo.

    [3] Nota mía. Se refiere a los dos acuerdos de normalización de relaciones diplomáticas de Israel con Bahrein y con los Emiratos Árabes Unidos, formalizados el pasado 15 de Septiembre de 2020, en Washington D. C.

    [4] Nota mía. El término “woke” se ha venido utilizado últimamente en los sectores más progresistas de la llamada República de los Estados Unidos para hacer referencia a aquellas personas que son “culturalmente conscientes”, es decir, que han interiorizado plenamente las ideologías características de la posmodernidad.

    [5] Nota mía. Barrio de Nueva York, donde se encuentra la sede de las Naciones Unidas.






    Fuente: NEW YORK POST

  11. #11
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    Re: Opinión de Christopher Ferrara para las 58ª elecciones a la presidencia de EE.UU.

    Quería dejar de participar en el hilo, porque no quiero que de la sensación que soy "fan" de Trump, que no lo soy. Sí veo, no obstante, además de en el tema del aborto y la libertad religiosa, diferencias en cuanto a la política exterior.

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    El que iría como vicepresidente, Mike Pence, dice en la actualidad que hay que bombardear a Assad.
    Trump ha manifestado públicamente que estaba en desacuerdo con Pence respecto a estas declaraciones. De lo que no cabe duda es que es una torpeza llevar como segundo de abordo a alguien que no sigue las directrices del capitán y dice lo que quiere.

    Cita Iniciado por Kontrapoder Ver mensaje
    Pero, en lo que tengo observado en las últimas décadas, el Partido Demócrata no es tan agresivo en el exterior como el Partido Republicano, por mucho que diga cierta leyenda que los califica de "aislacionistas". Los demócratas han bombardeado países, cierto, pero las grandes intervenciones las llevaron a cabo los republicanos. El jaleo que hay ahora montado en Oriente Próximo tiene su origen en los gobiernos de Bush, padre e hijo.
    Las últimas filtraciones de Wikileaks demuestran lo contrario: que Clinton es una fanática prosionista que ha estado apoyando a los terroristas del Daesh para reducir Siria a escombros e impedir así que Irán cuente con un aliado próximo al Estado judío.

    De todas formas, todo indica que Trump va a perder, así que creo deberíamos centrarnos en la amenaza de Clinton y lo que espera a EE.UU. y al mundo de esta fanática anticatólica, abortista, aberrosexualista y ultrasionista.
    Última edición por Rodrigo; 21/10/2016 a las 12:17
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  12. #12
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    Re: Opinión de Christopher Ferrara para las 58ª elecciones a la presidencia de EE.UU.

    Cita Iniciado por Kontrapoder Ver mensaje
    --a veces da la impresión de que Trump en realidad no quiere ser presidente--
    Michael Moore decía hace un par de meses que la candidatura de Trump fue un show que se le ha ido de las manos.

    Trump Is Self-Sabotaging His Campaign Because He Never Really Wanted The Job In The First Place | Huffington Post

    Trump Is Self-Sabotaging His Campaign Because He Never Really Wanted The Job In The First Place



    Friends,

    Donald Trump never actually wanted to be president of the United States. I know this for a fact. I’m not going to say how I know it. I’m not saying that Trump and I shared the same agent or lawyer or stylist or, if we did, that that would have anything to do with anything. And I’m certainly not saying that I ever overheard anything at those agencies or in the hallways of NBC or anywhere else. But there are certain people reading this right now, they know who they are, and they know that every word in the following paragraphs actually happened.

    Trump was unhappy with his deal as host and star of his hit NBC show, “The Apprentice” (and “The Celebrity Apprentice”). Simply put, he wanted more money. He had floated the idea before of possibly running for president in the hopes that the attention from that would make his negotiating position stronger. But he knew, as the self-proclaimed king of the dealmakers, that saying you’re going to do something is bupkus — DOING it is what makes the bastards sit up and pay attention.

    Trump had begun talking to other networks about moving his show. This was another way to get leverage — the fear of losing him to someone else — and when he “quietly” met with the head of one of those networks, and word got around, his hand was strengthened. He knew then that it was time to play his Big Card.

    He decided to run for president.

    Of course he wouldn’t really have to RUN for president — just make the announcement, hold a few mega-rallies that would be packed with tens of thousands of fans, and wait for the first opinion polls to come in showing him — what else! — in first place! And then he would get whatever deal he wanted, worth millions more than what he was currently being paid.

    So, on June 16 of last year, he rode down his golden escalator and opened his mouth. With no campaign staff, no 50-state campaign infrastructure — neither of which he needed because, remember, this wasn’t going to be a real campaign — and with no prepared script, he went off the rails at his kick-off press conference, calling Mexicans “rapists” and “drug dealers” and pledging to build a wall to keep them all out. Jaws in the room were agape. His comments were so offensive, NBC, far from offering him a bigger paycheck, immediately fired him with this terse statement: “Due to the recent derogatory statements by Donald Trump regarding immigrants, NBCUniversal is ending its business relationship with Mr. Trump.” NBC said it was also canceling the beauty pageants owned by Trump: Miss USA and Miss Universe. BOOM.

    Trump was stunned. So much for the art of the deal. He never expected this, but he stuck to his plan anyway to increase his “value” in the eyes of the other networks by showing them how many millions of Americans wanted Him to be their Leader. He knew, of course (and the people he trusted also told him) that there was no way he was actually going to win many (if any) of the primaries, and he certainly would not become the Republican nominee, and NEVER would he EVER be the President of the United States. Of course not! Nor would he want to be! The job of being President is WORK and BORING and you have to live in the GHETTO of Washington, DC, in a SMALL 200-year old house that’s damp and dreary and has only TWO floors! A “second floor” is not a penthouse! But none of this was a worry, as “Trump for President” was only a ruse that was going to last a few months.

    And then something happened. And to be honest, if it happened to you, you might have reacted the same way. Trump, to his own surprise, ignited the country, especially among people who were the opposite of billionaires. He went straight to #1 in the polls of Republican voters. Up to 30,000 boisterous supporters started showing up to his rallies. TV ate it up. He became the first American celebrity to be able to book himself on any show he wanted to be on — and then NOT show up to the studio! From “Face the Nation” to “The Today Show” to Anderson Cooper, he was able to simply phone in and they’d put him on the air live. He could’ve been sitting on his golden toilet in Trump Tower for all we knew — and the media had no problem with any of that. In fact, CBS head Les Moonves famously admitted that Trump was very good for TV ratings and selling ads — music to the ears the NBC-spurned narcissist.

    Trump fell in love with himself all over again, and he soon forgot his mission to get a good deal for a TV show. A TV show? Are you kldding — that’s for losers like Chris Harrison, whoever that is (host of “The Bachelorette”). He was no longer king of the dealmakers — he was King of the World! His tiniest musings would be discussed and dissected everywhere by everybody for days, weeks, months! THAT never happened on “The Apprentice”! Host a TV show? He was the star of EVERY TV SHOW — and, soon, winning nearly every primary!

    And then... you can see the moment it finally dawned on him... that “Oh shit!” revelation: “I’m actually going to be the Republican nominee — and my rich beautiful life is f#*@ing over!” It was the night he won the New Jersey primary. The headline on TIME.com was, “Donald Trump’s Subdued Victory Speech After Winning New Jersey.” Instead of it being one of his loud, brash speeches, it was downright depressing. No energy, no happiness, just the realization that now he was going to have to go through with this stunt that he started. It was no longer going to be performance art. He was going to have to go to work.

    Soon, though, his karma caught up with him. Calling Mexicans “rapists” should have disqualified him on Day One (or for saying Obama wasn’t born here, as he did in 2011). No, it took 13 months of racist, sexist, stupid comments before he finally undid himself with the trifecta of attacking the family of a slain soldier, ridiculing the Purple Heart and suggesting that the pro-gun crowd assassinate Hillary Clinton. By this past weekend, the look on his face said it all — “I hate this! I want my show back!” But it was too late. He was damaged goods, his brand beyond repair, a worldwide laughing stock — and worse, a soon-to-be loser.

    But, let me throw out another theory, one that assumes that Trump isn’t as dumb or crazy as he looks. Maybe the meltdown of the past three weeks was no accident. Maybe it’s all part of his new strategy to get the hell out of a race he never intended to see through to its end anyway. Because, unless he is just “crazy,” the only explanation for the unusual ramping up, day after day, of one disgustingly reckless statement after another is that he’s doing it consciously (or subconsciously) so that he’ll have to bow out or blame “others” for forcing him out. Many now are sensing the end game here because they know Trump seriously doesn’t want to do the actual job — and, most importantly, he cannot and WILL NOT suffer through being officially and legally declared a loser — LOSER! — on the night of November 8th.

    Trust me, I’ve met the guy. Spent an afternoon with him. He would rather invite the Clintons AND the Obamas to his next wedding than have that scarlet letter (“L”) branded on his forehead seconds after the last polls have closed on that night, the evening of the final episode of the permanently cancelled Donald Trump Shit-Show.

    Postscript:
    Don, if you’re reading this, do it soon. Give your pathetic party a chance to pick up the pieces and nominate Ryan or Romney so they can be the ones to lose the White House, the Senate, the House and yes, praise Jesus and the Notorious RBG, the Supreme Court. Don’t be too hard on yourself. You’re only the logical conclusion to a party that has lived off the currency of racism and bigotry and fellating the 1 percent for decades, and now their Trump has come home to roost.


    raolbo y Carolus V dieron el Víctor.
    Aquí corresponde hablar de aquella horrible y nunca bastante execrada y detestable libertad de la prensa, [...] la cual tienen algunos el atrevimiento de pedir y promover con gran clamoreo. Nos horrorizamos, Venerables Hermanos, al considerar cuánta extravagancia de doctrinas, o mejor, cuán estupenda monstruosidad de errores se difunden y siembran en todas partes por medio de innumerable muchedumbre de libros, opúsculos y escritos pequeños en verdad por razón del tamaño, pero grandes por su enormísima maldad, de los cuales vemos no sin muchas lágrimas que sale la maldición y que inunda toda la faz de la tierra.

    Encíclica Mirari Vos, Gregorio XVI


  13. #13
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    Re: Opinión de Christopher Ferrara para las 58ª elecciones a la presidencia de EE.UU.

    El sistema ha perdido recientemente dos veces, con el Brexit y con Colombia.

    Y con perdido no me refiero a que los que apoyaban la otra opción fueran seres de luz (que aquí rápido se saca punta a todo) sino que la opción que el gobierno mundial promocionaba a diestro y siniestro fracasó.

    Así que no descartemos que Trump gane contra pronóstico.
    Aquí corresponde hablar de aquella horrible y nunca bastante execrada y detestable libertad de la prensa, [...] la cual tienen algunos el atrevimiento de pedir y promover con gran clamoreo. Nos horrorizamos, Venerables Hermanos, al considerar cuánta extravagancia de doctrinas, o mejor, cuán estupenda monstruosidad de errores se difunden y siembran en todas partes por medio de innumerable muchedumbre de libros, opúsculos y escritos pequeños en verdad por razón del tamaño, pero grandes por su enormísima maldad, de los cuales vemos no sin muchas lágrimas que sale la maldición y que inunda toda la faz de la tierra.

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  14. #14
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    Re: Opinión de Christopher Ferrara para las 58ª elecciones a la presidencia de EE.UU.

    Después de haber visto el último debate, tengo que decir que mis simpatías por Trump han aumentado bastante; es una especie de Jesús Gil pero a lo grande, un poco patán (tirando a mucho) pero nada más, ese hombre no me parece peligroso. Incluso puede resultar hasta simpático y todo (si ignoramos su desconocimiento y sus estereotipos propios de "wasp").

    ............Pero ella sí que me parece una auténtica bruja, una tía del stablishment en toda regla; es una especie de modelo de progres versión "de luxe". Demagoga y traicionera, falsa como pocas, muy partidaria del discurso "mundialista" y apoyada por los jerarcas de Wall Street. Representa todo lo que detesto de la política actual.
    ReynoDeGranada dio el Víctor.

  15. #15
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    Re: Opinión de Christopher Ferrara para las 58ª elecciones a la presidencia de EE.UU.

    Hombre, Rodrigo, yo después de leer "revelaciones" de Wikileaks como ésta, no sé si prestarles mucha atención:
    'Emails' de Podesta: El Vaticano sabe que hay extraterrestres y la guerra espacial es inminente - RT

    En relación con lo que decía Martin Ant, lo de la paz es algo muy relativo. Es decir, no cabe duda de que los rusos estarán más tranquilos con una victoria de Trump, pero otros pueblos quizá no lo ven de la misma manera. Por ejemplo, se me ocurren tres pueblos que podrían estar más tranquilos si no sale Trump:
    1) Los palestinos. Temen a Trump más que a un nublado y en general a todos los candidatos republicanos.
    2) Los iraníes. Trump hizo campaña contra el levantamiento de sanciones de Obama y creo recordar que llegó a hablar de bombardear Irán. Pese a su amistad con Rusia, los medios iraníes presentan a Trump muy negativamente.
    3) Los polacos. No he hecho un estudio de campo, pero me da la impresión de que la política de "laissez faire" que propone Trump con los rusos no les tiene muy tranquilos.
    raolbo dio el Víctor.
    «Eso de Alemania no solamente no es fascismo sino que es antifascismo; es la contrafigura del fascismo. El hitlerismo es la última consecuencia de la democracia. Una expresión turbulenta del romanticismo alemán; en cambio, Mussolini es el clasicismo, con sus jerarquías, sus escuelas y, por encima de todo, la razón.»
    José Antonio, Diario La Rambla, 13 de agosto de 1934.

  16. #16
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    Re: Opinión de Christopher Ferrara para las 58ª elecciones a la presidencia de EE.UU.

    Cita Iniciado por Kontrapoder Ver mensaje
    Hombre, Rodrigo, yo después de leer "revelaciones" de Wikileaks como ésta, no sé si prestarles mucha atención:
    'Emails' de Podesta: El Vaticano sabe que hay extraterrestres y la guerra espacial es inminente - RT
    ¿Sugieres que sólo hay que prestar atención a lo que dicen los candidatos públicamente y no a lo que digan privadamente? Yo pienso todo lo contrario. Privadamente es mucho más probable que sean sinceros en ciertas cuestiones que no pueden decir en una campaña electoral. Es decir, creo que Trump realmente mete mano a ciertas mujeres de las que se rodea, como alardeó privadamente, y también que Hillary tiene como principal enemigo para sus políticas "progresistas" a la fe católica y que el gobierno Obama ha ayudado a los rebeldes islamistas para beneficiar a Israel, como confiesa en sus correos privados. En ningún momento ha negado Hillary que los correos revelados sean auténticos.
    Última edición por Rodrigo; 21/10/2016 a las 19:00
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  17. #17
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    Re: Opinión de Christopher Ferrara para las 58ª elecciones a la presidencia de EE.UU.

    Cita Iniciado por Kontrapoder Ver mensaje
    Hombre, Rodrigo, yo después de leer "revelaciones" de Wikileaks como ésta, no sé si prestarles mucha atención:
    'Emails' de Podesta: El Vaticano sabe que hay extraterrestres y la guerra espacial es inminente - RT

    En relación con lo que decía Martin Ant, lo de la paz es algo muy relativo. Es decir, no cabe duda de que los rusos estarán más tranquilos con una victoria de Trump, pero otros pueblos quizá no lo ven de la misma manera. Por ejemplo, se me ocurren tres pueblos que podrían estar más tranquilos si no sale Trump:
    1) Los palestinos. Temen a Trump más que a un nublado y en general a todos los candidatos republicanos.
    2) Los iraníes. Trump hizo campaña contra el levantamiento de sanciones de Obama y creo recordar que llegó a hablar de bombardear Irán. Pese a su amistad con Rusia, los medios iraníes presentan a Trump muy negativamente.
    3) Los polacos. No he hecho un estudio de campo, pero me da la impresión de que la política de "laissez faire" que propone Trump con los rusos no les tiene muy tranquilos.
    También hay que decir, Kontrapoder, que Trump hizo recientemente estas declaraciones respecto a Irán (Nótese además que la información viene precisamente de Hispan TV):


    Trump: Solo Damasco, Rusia e Irán luchan contra Daesh en Siria

    Publicado el octubre 11, 2016por Adversario


    Trump: Solo Damasco, Rusia e Irán luchan contra Daesh en Siria

    http://www.hispantv.com/noticias/ee-...stado-islamico
    Donald Trump considera que solo Damasco, Rusia e Irán están luchando contra los terroristas de Daesh en Siria.
    “(El presidente sirio Bashar al-) Asad está exterminando al EIIL (Daesh, en árabe), Rusia extermina al EIIL, Irán extermina al EIIL”, comentó el domingo Trump, candidato republicano a la Presidencia de EE.UU., durante el segundo debate electoral que protagonizó junto a la candidata demócrata Hillary Clinton.
    En relación con la crisis siria, el magnate republicano argumentó que, de llegar a ser presidente de los Estados Unidos, los únicos grupos a los que admitiría como aliados para combatir a los extremistas de Daesh serían estos tres países: Siria, Rusia e Irán. Estas declaraciones han provocado gran polémica, sobre todo porque hasta ahora la Administración estadounidense ha hecho hincapié en que Al-Asad debía dejar el poder y, además, negaba su papel en la lucha antiterrorista en Siria.
    “(El presidente sirio Bashar al-) Asad está exterminando al EIIL (Daesh, en árabe), Rusia extermina al EIIL, Irán extermina al EIIL”, comentó Trump, candidato republicano a la Presidencia de EE.UU.
    En el debate aprovechó para condenar el apoyo brindado por su rival demócrata y el actual Gobierno estadounidense a los grupos armados que tratan de derrocar al Gobierno del país árabe, considerados por Washington y sus aliados “rebeldes moderados sirios”. En este sentido insistió en que la estrategia de brindar apoyo armamentístico a grupos opositores del estilo no ha hecho más que acarrear problemas a EE.UU. en anteriores ocasiones y en otros lugares del mundo.
    “Ni siquiera sabe quiénes son los rebeldes”, enfatizó Trump. Y es que los grupos que gozan del apoyo de EE.UU. y sus aliados han demostrado que tienen tendencias similares a las de grupos terroristas presentes en el terreno, incluso han jurado lealtad a alguno de ellos.
    Rusia, importante actor en la lucha contra Daesh en Siria, ha denunciado sistemáticamente que EE.UU. no es capaz de separar a dichos grupos de los terroristas en el terreno. Además, el presidente sirio asegura que los “rebeldes moderados” son solo un mito.
    Las palabras de Trump, no obstante, chocan con las declaraciones de la semana pasada de su candidato a la Vicepresidencia, Mike Pence. Este aseguró que Estados Unidos debe “utilizar la fuerza militar” contra el Gobierno de Bashar al-Asad. Trump aseguró que él no suscribe ni apoya las palabras de Pence al respecto.
    EE.UU. y sus aliados iniciaron una campaña de bombardeos en Siria en 2014 —sin autorización del Gobierno sirio ni mandato de la Organización de las Naciones Unidas (ONU)—, presuntamente con el objetivo de combatir a la banda terrorista de Daesh, peroen muchos casos han provocado víctimas entre la población civil y daños a las infraestructuras sirias.
    snr/nii/
    https://adversariometapolitico.wordp...aesh-en-siria/


    Yo personalmente creo que si Trump, tan enemigo acérrimo del Daesh como es, admite que Irán es de los únicos que le combate, habrá cambiado su postura respecto a él acercándose más, de la misma manera que hace 8 meses o así hablaba de asesinar a Kim Jong Un y hace 5 meses más o menos lo elogiaba, y de hecho Corea ahora ha expresado su apoyo a Trump, por poner un ejemplo. En mi opinión, Trump es un tipo imprevisible, quizás por no tener fondo ideológico o doctrinal, pero también sincero: dice las cosas de manera directa y sin tapujos. Esto yo creo que es un punto a su favor. Y desde luego, a día de hoy ya no sostiene las posturas de hace varios años como cuando hablaba de bombardear Libia. Aunque claro, todo esto hay que cogerlo siempre con pinzas. Quiera Dios que al final no se quede en un fiasco.

    Saludos en Xto.








    Última edición por ReynoDeGranada; 21/10/2016 a las 20:06
    DOBLE AGUILA y Trifón dieron el Víctor.
    «¿Cómo no vamos a ser católicos? Pues ¿no nos decimos titulares del alma nacional española, que ha dado precisamente al catolicismo lo más entrañable de ella: su salvación histórica y su imperio? La historia de la fe católica en Occidente, su esplendor y sus fatigas, se ha realizado con alma misma de España; es la historia de España.»
    𝕽𝖆𝖒𝖎𝖗𝖔 𝕷𝖊𝖉𝖊𝖘𝖒𝖆 𝕽𝖆𝖒𝖔𝖘

  18. #18
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    Re: Opinión de Christopher Ferrara para las 58ª elecciones a la presidencia de EE.UU.

    Como bien dice Donoso, aunque todo pinta a favor de Hillary, no se puede descartar una sorpresa como la que ocurrió con el Brexit. Por otra parte, como la de Trump es la opción quizá peor vista, habrá mucha gente que mienta en las encuestas para no quedar mal; con lo que, a lo mejor, las encuestas no están reflejando la realidad. En algún foro he leído que una encuesta independiente daba la victoria a Trump.

    ReynoDeGranada y Rodrigo, entiendo lo que decís, pero quisiera formularos una pregunta. ¿A qué atribuís el hecho de que el GEES o periodistas de esta tendencia, como Hermann Tertsch, apoyen a Trump? Tengo la impresión de que si estuviera tan claro ese giro en la política exterior norteamericana con Trump, éstos no le apoyarían.
    «Eso de Alemania no solamente no es fascismo sino que es antifascismo; es la contrafigura del fascismo. El hitlerismo es la última consecuencia de la democracia. Una expresión turbulenta del romanticismo alemán; en cambio, Mussolini es el clasicismo, con sus jerarquías, sus escuelas y, por encima de todo, la razón.»
    José Antonio, Diario La Rambla, 13 de agosto de 1934.

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