Si uno de los efectos colaterales accidentales de la victoria del Sr. Trump va a ser la revitalización generalizada (en eso que se llama "Occidente") de verdades de derecho natural que quedaron prácticamente olvidadas desde la Revolución cultural de los ´60, entonces, aunque sólo sea por eso, bienvenida sea la victoria.
Dios puede escribir derecho (es decir, revitalización generalizada de verdades de derecho natural y cristiano, por ejemplo, en relación a la mujer y la familia) con renglones torcidos (es decir, a través de personas que, por supuesto, no son modelos cristianos de marido, mujer ni familia).
---------------------------------
Fuente: ABC, 12 Noviembre 2016, página 5.
Melania Trump, primera dama
Una mujer como tú
SALVADOR SOSTRES
El feminismo –que es un populismo y un totalitarismo– intentó, afortunadamente sin éxito, polarizar las elecciones americanas. La señora Clinton se presentó con el único argumento distinguible de que es una mujer, y Susan Sarandom estuvo sublime respondiéndole que no votaba con su vagina. Al final, las mujeres blancas votaron mayoritariamente al presidente, para asombro de los que intentan analizar la política americana desde sus prejuicios.
La próxima primera dama será una discreta exmodelo, amorosa madre de su hijo Barron, a la que se tiende a despreciar por su belleza y por la dedicación a su familia, como si sólo se pudiera ser mujer al modo de las señoras Obama o Clinton.
En su igualitarismo atroz, el feminismo ha tratado siempre de avergonzar a las mujeres que no querían competir con los hombres hasta suplantarlos, como si dirigir una multinacional fuera más importante que criar a tus hijos, o sólo se pudiera ser una mujer «realizada» –ese concepto– según el concepto de «realización» masculino.
Melania Trump habla alemán, francés y serbio, además del esloveno materno y el inglés con un ligero acento. Según ha explicado el presidente, se dedicará a asuntos relacionados con la infancia.
En tiempos tan relativistas, y tan desorientados, el ejemplo de la futura primera dama tal vez pueda inspirar a tantas mujeres a las que la dictadura del feminismo ha hecho sentir inseguras y desgraciadas, obligándolas a vivir una vida que no querían por la funesta vía de enfrentarlas a su instinto hasta convencerlas de que eran tontas, e incluso traidoras a su género, por querer dedicar su vida a ocuparse de su familia.
El presidente Trump ha llegado a la Casa Blanca con la promesa de reconciliar a los americanos con su verdad profunda y fundacional y, en este propósito, la ayuda de su esposa puede ser extraordinaria.
Contra el odio feminista, el escrupuloso respeto a cada persona, hombre o mujer. Contra la utilización de los colectivos como armas arrojadizas, el valor sagrado de la familia como la metáfora más hermosa de la más grande y compasiva América.
Marcadores