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Tema: La Síndone y sus misterios científicos sin resolver

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    Avatar de donjaime
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    07 nov, 15
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    La Síndone y sus misterios científicos sin resolver

    INTRODUCCIÓN.
    Una gran parte de las personas sólo conocen la "Sábana Santa" de Turín a través de los medios de comunicación y, por eso mismo, tiene completamente desdibujado el estado de la cuestión sobre la Sábana santa.

    En los últimos treinta años no he encontrado nunca un reportaje periodístico que recoja sencilla, fiel y objetivamente qué es la Sábana Santa o Síndone.
    En el mejor de los casos el comunicador manifiesta un punto de vista personal sobre el tema —a favor o en contra, según sus prejuicios religiosos— y tiende a la simplificación, muchas veces eliminando el verdadero problema que plantea en el mundo científico —porque, efectivamente, lo plantea—.
    En consecuencia, el destinatario del reportaje no entiende por qué alguien dedica tiempo y espacio a un tema que se presenta en los mass media como “resuelto”

    En la mayor parte de los casos la Síndone se ha estudiado y se estudia por profesionales de diversas ciencias, y éstos le siguen dedicando tiempo porque no consideran que sea un tema cerrado en absoluto.

    Al margen de su consideración como objeto religioso —que aquí no se plantea—, el interés científico sobre la Síndone se inició cuando, al realizarse la primera fotografía del lienzo, se descubrió en él una característica inesperada: Que sólo se puede entender correctamente la imagen que allí aparece, en el negativo fotográfico.

    Como ocurriría en cualquier otro caso —al menos dentro de la cultura occidental—, ante un fenómeno que requiere una explicación, lo normal es buscar una explicación racional. No entiendo por qué tendría que ser distinto tratándose de la Síndone y, desde luego, su estudio no puede darse por concluido mientras se siguen encontrando aspectos nuevos que despiertan interés y exigen respuestas.

    Se conocen muchas copias de la “Sábana Santa” de Turín pero, en ningún caso, se ha planteado que sean algo más que simples pinturas. Ninguna de ellas ha suscitado el más mínimo interés científico, a diferencia de lo que ocurre con la tela original.

    Al ser una reliquia muchos fieles querían tener una reproducción de la misma y encargaban a pintores profesionales una reproducción, algo lógico cuando aún se desconocía la fotografía. Pero ninguna de las reproducciones catalogadas tiene las características únicas de la Sábana turinesa.

    Los estudios que se desarrollaron durante el siglo XX en torno a la Síndone —inicialmente de forma individual y después de forma colectiva y multidisciplinar— colocaron en el centro de la investigación sobre el lienzo el análisis de la impronta que contiene pero también se realizaron estudios relativos a otros aspectos totalmente diferentes.

    El punto culminante de la investigación científica se produjo a raíz de la actuación de un grupo de científicos norteamericanos (el STURP) que llevó a cabo una investigación directa y multidisciplinar de alto nivel entre los años 1978 y 1981.
    A pesar de dedicar a la tela una de las investigaciones más extensas que se ha realizado nunca a un objeto arqueológico y realizar en ese tiempo 27 publicaciones en revistas científicas donde expusieron sus conclusiones manifestaron no haber encontrado ninguna explicación satisfactoria para la impronta, por lo que ese aspecto sigue abierto.

    Desafortunadamente, ese “punto álgido” de la investigación supuso también un “pico de popularidad” que no tuvo únicamente consecuencias positivas: por una parte favoreció que nuevos investigadores se interesasen por el tema, pero también propició, en todo el mundo, la aparición de libros de divulgación —o con puro afán sensacionalista— escritos por personas que pretenden ser investigadores sin serlo.

    Durante los años posteriores a 1.981, el STURP planificó una batería de nuevos análisis que tenían un doble propósito:
    - por un lado profundizar aún más sobre la naturaleza de la imagen, y
    - por otro conocer los niveles de contaminación del tejido, con vistas a realizar una datación del mismo que tuviera garantía de fiabilidad.

    Materialmente la Síndone (usaremos el término Síndone, “lienzo” en griego que es el usado en las publicaciones y en los congresos especializados y, en la práctica, hace las veces de nombre propio para el Lienzo de Turín) es una tela con unas características muy concretas.

    La restauración del año 2.002 ha permitido conocer en su integridad el lienzo, liberándole de gran cantidad de añadidos, y en el que destacan una serie de marcas (especialmente debidas a un incendio) que los avatares históricos han dejado sobre su superficie.

    La existencia de una doble imagen “impresa" sobre el lienzo, se trata desde el punto de vista de la ciencia empírica.
    En la descripción de esta imagen nos limitaremos sólo a los dos aspectos imprescindibles; la existencia de la “impronta”, y la “negatividad” visual de la misma. Pero hay que aclarar dos puntos:
    • El término impronta se ajusta muy bien a la imagen de la Síndone pues, como veremos, no está sobre la tela sino en la tela.
    • La “negatividad” es una característica insólita de la Sábana de Turín: la imagen se entiende visualmente sólo cuando se realiza su “inversión óptica”

    Por una parte habrá que determinar cómo se ha realizado —o cómo se ha formado— la impronta de la Síndone y, por otra, ver si podemos asegurar que las huellas que contiene no son posteriores al siglo VI.

    Primero mencionaremos las más importantes investigaciones directas que se han realizado sobre la imagen y, en especial, las dos investigaciones multidisciplinares del siglo XX:
    - La de la comisión de expertos italianos de 1.969 a 1.973, (que no llegó a grandes resultados) y
    - La del equipo STURP (siglas en inglés de “Proyecto de Investigación sobre la Sábana de Turín”), formado por tres decenas de investigadores de distintas entidades norteamericanas, que se materializó en 27 publicaciones en revistas científicas de impacto en los siguientes tres años.

    Weis-Liebersdorf, al tratar de las similitudes entre el rostro de la Sábana Santa y el de Cristo —y, por ende el de sus apóstoles—, mantuvo que ellas eran la prueba de la creación medieval de la Síndone. Pero, como no se conocían aún las características físico-químicas de la impronta sindónica, pudo obviar el problema del origen de las huellas dando por supuesto que se habría producido con un relieve de madera y que las supuestas manchas de sangre debían ser pintura.
    Más de un siglo después, esta opción no ha sido validada por los estudios científicos realizados pero, a pesar de ello, algunos autores aún mantienen que la Síndone no puede ser sino una obra artística medieval.

    Entre ellos, podemos citar al historiador turinés Gian Maria Zaccone, quien afirma que la Tela representa “un punto de llegada de la tradición de las aquiropitas que ya no podía llevarse más lejos” y que viene a ser la imagen definitiva que recoge “los éxitos de toda una tradición preexistente”.

    Sin embargo, esta posición teórica tiene una dificultad insalvable de orden empírico: tras más de un siglo de investigaciones nadie ha sido capaz de obtener una huella idéntica, y mucho menos con procedimientos artísticos conocidos en la antigüedad.
    Bastaría citar, como más reciente, el intento del profesor de química orgánica Luigi Garlaschelli de la Universidad de Pavia (Italia) apoyado curiosamente por una entidad italiana autodenominada “Comité para la Inspección de Afirmaciones de lo Paranormal”.

    Al menos esta tentativa de 2.009, es mejor que
    - la copia que en su tiempo hizo McCrone (basado en una pintura de óxido de hierro) o
    - la penosa tentativa de Joe Nickell; o
    - la de Picknett-Prince y su supuesta fotografía medieval de Leonardo Da Vinci; o
    - la fantasiosa fotografía-experimental del sudafricano Nicholas Allen…

    Es cierto que, con los procedimientos informáticos actuales no hay dificultad para copiar —o mejor, escanear — e imprimir la huella de la Síndone sobre una tela, pero este resultado no tiene ningún valor porque aunque la reproducción obtenida puede ser visualmente parecida carece totalmente de la naturaleza físico-química del original. Aunque “se parezca visualmente”, no es igual ni comparable en sus características.

    Hasta ahora, nadie ha podido defender un origen artificial para la impronta de la Síndone con apoyo científico: Mientras no sea posible presentar otra imagen con idénticas características, nadie puede ir más allá de la mera especulación.

    Impresionado por las placas fotográficas obtenidas por Secondo Pía, Vignon descartó que las improntas pudieran ser algún tipo de obra artística y elaboró la “teoría vaporigráfica” para intentar explicar un posible origen natural de las huellas. Según esta teoría, las huellas procedían de los vapores amoniacales que habrían surgido del cuerpo, -tras haber sido preparado para la sepultura- una vez colocada la mirra y el áloe.
    Para demostrarlo, ideó y realizó los correspondientes experimentos en el propio laboratorio de Delage con la colaboración de éste y del comandante René Colson pero, desafortunadamente para él, los resultados obtenidos no se acercaron ni de lejos a lo esperado.

    No podemos olvidar que la Síndone no es un concepto —algo teórico y de existencia discutible— sino un objeto real, con una historia concreta que puede —y debe— estudiarse necesariamente si se quiere indagar sobre misterios y fenómenos no conocidos.

    La Síndone de Turín es, materialmente, una sábana estrecha y larga cuyas medidas, según la medición realizada en 2002, pueden establecerse en 442,5 x 113 centímetros.
    Es frecuente ver que algunas publicaciones “redondean” las medidas a 440 x 110 cm., lo que se explica por la dificultad de determinar las medidas de un rectángulo de tela que presenta actualmente grandes deformaciones en las esquinas. Por otro lado, se ha destacado por varios investigadores que, estas medidas, dadas en centímetros, parecen extrañas pero resultan significativas si las pasamos a codos siríacos. Son prácticamente coincidentes con 2 x 8 codos,
    unas cifras exactas, sencillas y fáciles de entender, y que son compatibles con una posible procedencia oriental.

    Según la tradición cristiana, sería la mortaja usada en el entierro de Jesús de Nazaret. El tamaño del Lienzo lo hace hábil para amortajar un hombre y, si atendemos a las marcas y manchas que presenta en su superficie, parece aparentemente que se le ha dado ese uso.

    Lo más destacable de la tela es que contiene impresa, por un procedimiento actualmente desconocido, la imagen frontal y dorsal, de quien parece haber sufrido todas las heridas de la Pasión de Cristo.
    Un hombre muerto por crucifixión –clavado por manos y pies—, al que previamente se le habría infringido una flagelación al estilo romano y que fue alanceado a la altura del corazón.

    El cuerpo tendría que haber sido depositado decúbito supino sobre la mitad de la tela, mientras la otra mitad, retornada sobre la cabeza, cubría la parte frontal del cuerpo, lo que explica que una misma superficie del lienzo haya estado en contacto con las partes frontal y dorsal.


    A.- DESCRIPCIÓN TEXTIL DEL LIENZO.
    El estudio más completo que conocemos sobre los aspectos textiles de la Síndone fue presentado en FLURY-LEMBERG, Mechthild, 2000, p. 21-43.

    El tejido en sí es una “sarga de cuatro”, en espiga, de lino puro hilado a mano, con torsión “en Z”. El lino es su única materia constitutiva, pero se han encontrado fibras de algodón al menos en las muestras tomadas de la llamada “esquina superior izquierda”.
    El primero que detectó estas fibras fue el Profesor Gilbert Raes, en las preparaciones microscópicas que examinó en 1973. Las caracterizó como de la variedad "Gossipium herbaceum", que ya se cultivaba en Oriente Medio en tiempos evangélicos, sin embargo, en un estudio del año 2.005, se ha apuntado que este material extraño podría haberse añadido en una reparación del tejido realizada siglos después de la confección de la tela.

    Aunque hablamos siempre de la Síndone como una única tela, para ser exactos deberíamos decir que en realidad el Lienzo está formado por dos piezas, de tamaño muy desigual.
    Una pieza principal, que es donde se aprecian las marcas casi en su totalidad, y
    una banda de unos 8 cms. cosida en el costado superior de la pieza principal a la que le faltan varios decímetros en sus dos extremos. La longitud de esta banda o franja lateral, algo inferior a la pieza principal (380 cms) se explica por haberse cortado de la misma varios fragmentos, posiblemente con la finalidad de ofrecerlos a algún personaje o institución importante.

    Se han formulado diversas hipótesis para explicar la existencia de este “añadido”, pero lo cierto es que no sabemos por qué se cosió. Lo que ha quedado demostrado es que el tejido de las dos porciones no sólo es idéntico, sino que pertenece a la misma pieza textil. Esto se puede saber con seguridad, dado que estamos ante un tejido hilado a mano, con hilos de grosor muy variable, y se ha comprobado la perfecta correspondencia del grosor de los hilos de ambas partes de la tela a lo largo de toda la extensión de la costura.
    La única conclusión posible es que inicialmente fue una única pieza textil y, por razones desconocidas, una tira de tela se cortó y, posteriormente, se volvió a coser, en el mismo sitio.
    Por otra parte, sabemos que el tipo de cosido utilizado para la franja lateral, llamado “dobladillo falso”, existía por lo menos en el siglo I, pues es idéntico a otro hallado en las excavaciones arqueológicas de Masada, en Palestina, datado antes del año 75 d.C. No obstante, según los especialistas, este no es un detalle que sea especialmente significativo, porque este tipo de dobladillo se ha usado durante siglos.


    B.- DESPERFECTOS Y REPARACIONES.
    Aunque desconozcamos parte de su historia, sabemos con certeza que el Lienzo ha viajado mucho y sufrido todo tipo de vicisitudes, por lo que no es extraño que se puedan apreciar evidentes desperfectos. Los más visibles proceden de un incendio que afectó a la Síndone la noche del 3 al 4 de diciembre de 1.532, mientras se custodiaba en la capilla del castillo de Chambéry —Capital, entonces, del Ducado de Saboya—.
    En aquel tiempo se guardaba dentro de una arqueta de plata, plegada en 48 capas, por lo que las quemaduras se reprodujeron en varias de ellas. En total, podemos apreciar 24 agujeros triangulares de gran tamaño y otros más reducidos.
    Las chamuscaduras y los agujeros, así como unos cercos de agua, bien notorios, hacen en ocasiones difícil la visibilidad de las huellas del cuerpo. No obstante, salvo las partes que se corresponden con la zonas superiores de los brazos y los hombros (destruidos por las quemaduras), la doble Imagen del crucificado está prácticamente intacta y ha permanecido indeleble a pesar de que el citado incendio la sometiera a bruscos cambios de temperatura y humedad.

    Los cercos de agua tradicionalmente se han considerado producidos por el agua usada para apagar el fuego de 1.532, pero una reconstrucción detallada de los pliegues que tenía el lienzo, cuando se quemó y cuando se mojó, demuestran que las marcas de humedad se produjeron en un momento distinto —no documentado, pero necesariamente anterior al incendio—, estando la tela doblada “en acordeón”. Un tipo de plegado conocido desde la antigüedad.

    Por último, en cuanto se refiere a los desperfectos, es necesario hacer mención a una serie muy característica de orificios que se suelen denominar en inglés “poker holes” o en lengua española “orificios en L”.
    Hasta hace pocos años se consideraban también parte de las quemaduras de 1.532, pero esto ha quedado ya totalmente descartado pues aparecen pintados en copias de la Síndone anteriores a dicho incendio, Por ejemplo en la copia de Lieja, de 1.516, que se atribuye a Durero. que se corresponden con una forma de doblado de la tela diferente a las dos que acabamos de mencionar y que, según afirma la Dra. Flury-Lemberg en su informe, no son fruto de ningún incendio sino que se trata de quemaduras químicas.

    A este respecto concreta Flury-Lemberg que, para que se produzcan unos orificios así, se necesita que pasen, al menos, 50 años desde que el reactivo químico impregna la tela hasta que se produce el agujero.
    Son especialmente interesantes estas marcas, porque, como se verá, algunos autores las consideran una prueba indudable de que la Síndone existía, al menos, en el siglo XII.
    Tras el incendio, la Síndone fue restaurada pacientemente, por las monjas clarisas de Chambéry, en 1.534. Durante aquellas jornadas la superiora del convento redactó una memoria de los trabajos de restauración que pasa por ser la primera descripción minuciosa de la Sábana de Turín.

    Para reforzar el lienzo original le cosieron, a modo de forro posterior, una "batista" de lino o "tela de holanda" y le colocaron parches de tela para tapar los agujeros quemados.
    Años después, otras manos añadieron otros dos forros más, de seda negra y roja, con la loable intención de proteger más el lienzo primitivo, pero no resultó una idea afortunada, dado que la sábana pasó a ser conservada enrollada sobre un cilindro de madera de pequeño diámetro. Las diferentes telas cosidas (lienzo, batista, remiendos y forros de seda) proporcionaban tensiones desiguales y originaron arrugas estables y desperfectos varios.

    Los forros se suprimieron definitivamente en 1.998 —cuando se tomó la decisión de mantener el lienzo extendido—, pero la restauración que transformó radicalmente la apariencia tradicional del Lienzo se realizó durante el verano del año 2.002: Se eliminaron los parches, se “sanearon” las zonas quemadas, se sustituyó la tela de soporte y se estiró el tejido para hacer desaparecer algunas de las arrugas.
    Para saber más sobre la restauración del Lienzo ver: FLURY-LEMBERG, Mechthild, 2002, no. 17-18.
    Que sepa el autor, sólo existe un artículo en español de la misma autora sobre la misma materia, ver: FLURY-LEMBERG, Mechthild, 2009, p. 4-10.

    A pesar de las fuertes críticas que suscitó en ambientes especializados la intervención de 2.002, es cierto que las condiciones de conservación de la Síndone son ahora mucho mejores que en 1.997, y que la urna que la custodia dotada de las mejores condiciones que la tecnología actual puede aportar a la conservación de tejidos— permitirá prolongar en lo posible la existencia del Lienzo.

    Aunque hoy puedan confundirse los términos, en aquel tiempo (siglo I) se diferenciaban perfectamente una síndone y un sudarión, pues éste era una tela más pequeña y de uso diferente. El soudarion era una tela del tamaño de un pañuelo grande y que podía tener diversos usos. Uno de ellos era cubrir la cabeza del ajusticiado una vez muerto. Después, en el entierro definitivo, se retiraba del rostro, pero si tenía sangre post mortem debía dejarse junto al cadáver. Eso es lo que el evangelista da a entender que hicieron con el sudario de Jesús. Al entrar en el sepulcro lo encontraron «en su sitio, aparte».
    En Asturias existe un lienzo que se corresponde con lo que sería el sudario de Jesús y que ha sido objeto de un estudio muy profundo durante más de dos décadas. Tampoco nos vamos a referir a él en este momento. Para quien quiera saber más sobre la investigación llevada a cabo por el EDICES sobre el Lienzo asturiano me remitimo a RODRÍGUEZ ALMENAR, Jorge-Manuel, 2000.

    Interesa constatar es que no existe oposición bíblica ni contradicción material alguna entre el lienzo de Turín y las referencias evangélicas.

    D.- LA “IMPRONTA” DE LA SÍNDONE REVELADA POR LA FOTOGRAFÍA.
    Lo que hace única a la Síndone de Turín es la figura que contiene la “impronta”.
    No existe en la historia del Arte ninguna imagen con sus características: No es un dibujo o pintura, carece de contornos definidos, no hay en ella líneas y es completamente monocroma; el autor pudo examinar directamente el lienzo, el 21 de septiembre de 2.002, detenidamente y a muy corta distancia, sólo se distinguen, por ser radicalmente diferentes, lo que parecen manchas de sangre.

    Estas extrañas características han reforzado durante siglos la creencia popular —manifestada ininterrumpidamente— de que, efectivamente, la Sábana era la mortaja de Cristo y, aunque nada se sabía sobre cómo podía haberse formado la impronta, esto no importaba en absoluto. Los fieles veían en el Lienzo a Cristo Crucificado y no se necesitaba más: debía tratarse de una imagen “milagrosa”.

    La mentalidad religiosa de los siglos pasados no exigía una investigación científica y tampoco había medios técnicos que la permitieran. Sin embargo, el desarrollo de la técnica y la ciencia han hecho posible que, desde finales del siglo XIX, la Síndone haya sido estudiada exhaustivamente. Ese cambio radical de mentalidad se produjo en un momento preciso: a partir de realizarse la primera fotografía de la Sábana.

    La fotografía se había descubierto en el primer cuarto del siglo XIX, pero no fue hasta 1.898 —estando ya bastante desarrollada la técnica—, cuando se tuvo la oportunidad de hacer una fotografía de la Sábana de Turín. La ocasión se presentó durante una ostensión con motivo de la boda del que luego llegaría a ser el rey Víctor Manuel III de Saboya. Los Saboya eran propietarios de la tela desde el siglo XV y, cuando se convirtieron en reyes de Italia, la Sábana pasó a ser el Palladium de la monarquía italiana, y por eso la exponían con ocasión de bodas reales u otros acontecimientos familiares o religiosos significativos.

    Secondo Pía, abogado turinés, y presidente de la asociación local de fotografos amateurs, pidió permiso a Humberto I —rey de Italia y por tanto propietario de la tela— para plasmar la «Sacra Síndone». Tuvo que superar algunos inconvenientes inesperados, pero, a pesar de contar con los rudimentarios aparatos de entonces, tomó algunas buenas fotografías. El relato del propio fotógrafo se publicó en LOTH, Arthur, 1907. En el libro se reproduce íntegramente la «Mémoire sur la reproduction photographique du Saint Suaire de Turin» que Pía le envió al autor. Posteriormente se publicó en SINDON (Revista del Centro Internacional de Sindonología. Cuaderno número 5) Turín, 1961.

    En español puede consultarse un amplio resumen de todos estos hechos, por ejemplo, en el capítulo correspondiente de SOLÉ, MANUEL, 1984.

    En aquella época, como en todo tiempo anterior a la fotografía digital, era necesario para obtener una fotografía un largo proceso que incluía el revelado y la obtención previa del “negativo fotográfico” a partir de la placa de cristal —convertida en fotosensible por procedimientos químicos— colocada, durante la toma, en el fondo de la cámara fotográfica.
    Sólo después de obtener el negativo del negativo, —repitiendo el mismo procedimiento— aparecía ante los ojos del fotógrafo el “positivo óptico”, esto es, una imagen semejante al objeto fotografiado.

    Pero en el caso que nos ocupa ocurrió algo verdaderamente extraño. Como dice el mismo Pía:
    Encerrado en mi cuarto oscuro, concentrado totalmente en mi trabajo, experimenté una intensa emoción cuando, durante el revelado, vi por primera vez aparecer el Santo Rostro en la placa, con tal claridad que me quedé helado”.

    Y es que, las difusas huellas del lienzo original, al ser invertidas en el negativo fotográfico no contenían —como sería lo normal— una imagen invertida e incomprensible a nuestros ojos, sino que mostraban, con desconcertante exactitud, la apariencia real del rostro impreso en la tela.
    Esto es algo insólito, e implica que la impronta del lienzo es, prácticamente, la imagen en negativo del cuerpo que contuvo, de tal forma que el cliché —al contener el negativo de la impronta—, se corresponde directamente con un “positivo visual”.
    Ni Pía, ni nadie podía esperar algo así: Las sombras rosáceas o pardo-amarillas que esbozan el cuerpo, son tan tenues que no hacían sospechar siquiera que apareciera en el negativo fotográfico una huella visible, y muchísimo menos que apareciera un positivo visual del cuerpo.

    Sin embargo fueron muy pocos los que se dieron cuenta de la verdadera dimensión que tenía tal descubrimiento. Hubo que esperar hasta la obtención de una nueva fotografía de la Sábana para que se aceptara por todos como algo extraordinario.

    Fue Giuseppe Enrie, redactor jefe de la «Rivista Fotografica Italiana», el encargado de obtener las nuevas placas de la Síndone en la ostensión de 1931 y quien, dos años más tarde, publicó un libro titulado La Santa Sindone rivelata dalla fotografia, en el que narra todos los detalles técnicos de su trabajo.
    En esta ocasión, el fenómeno tuvo bastante más resonancia en el mundo científico y cultural, dando lugar a multitud de estudios de toda índole.

    En los años 30, la fotografía había avanzado muchísimo y la técnica del blanco y negro había llegado a su perfección. De hecho las fotos tomadas en aquella ocasión están consideradas por muchos especialistas como las mejores que se han hecho nunca, porque el negativo en blanco y negro tiene mayor contraste que las posteriores fotos en color y la precisión de los detalles es muy grande.
    Sin entrar todavía en el problema que plantea el mecanismo de formación de la imagen sindónica y sus características, quiero subrayar que también desde el punto de vista fotográfico, es una imagen única.

    Por eso es pertinente reproducir literalmente lo que el propio Giuseppe Enrie, un verdadero experto, escribió en su citado libro al observar la Síndone con detenimiento. Se trasluce su entusiasmo:
    1. “La impresión del cuerpo sobre la Sábana Santa, excluidas tan sólo las huellas de sangre, es un perfecto negativo y no es de hechura humana.
    2. La ampliación confirma de manera clara que han de excluirse en la misma tanto rasgos de pintura o pinceladas como dibujos o bosquejos antepuestos.
    3. Las manchas de sangre están bien marcadas y tienen las características de improntas por contacto: su color es intenso y su diseño más visible y marcado.
    4. Las impresiones presentan proporciones anatómicas perfectas y dicen claramente de qué clase de persona se trata y a que raza pertenecía; no aparecen desfiguradas apenas, a pesar de la hinchazón del hueso nasal.
    5. En las sombras de la impronta, o sea, en la mayor parte de la superficie de la Sábana Santa, el tejido está intacto.“…


    Se ha dicho, empezando por Enrie, que la impronta es un verdadero negativo —y, efectivamente, es comparable en muchos aspectos con un cliché— e incluso se ha llegado a afirmar que es la primera proto-fotografía de la Historia. Hay que matizar semejante afirmación, subrayando que es algo más complejo:
    El Lienzo actúa a la manera de un cliché, pero no es un cliché.

    Hay por lo menos dos aspectos, fácilmente comprobables por cualquiera, en los que la imagen sindónica difiere de una imagen fotográfica:
    1. El carácter totalmente diferente de las huellas de sangre y las de la impronta. La sangre ha pasado al lienzo por absorción directa y en la tela tiene su color natural —por lo que en el negativo se ve en negativo, como es normal— pero, por el contrario, la impronta tiene el claroscuro invertido en el lienzo, por lo que en el negativo fotográfico se ve en “positivo óptico”.
    2. Las sombras de la figura no están distribuidas de forma natural. Nos sería imposible determinar donde estaría el hipotético foco de luz que iluminaba el cuerpo al hacer la fotografía. Precisamente, uno de los elementos que da ese aspecto extraño a la figura es que las sombras están «repartidas» a ambos lados del cuerpo.
    Parece como si estuviera iluminado “desde dentro”.

    En definitiva, lo que reveló el negativo fotográfico parecía difícil de comprender, así que durante años hubo quien prefirió negar la negatividad de la impronta, considerando el descubrimiento como un truco. Esta actitud perduró en muchas personas hasta casi nuestros días, pero quedó desmentida definitivamente cuando miles de cámaras privadas pudieron captar directamente la imagen de la Síndone en la Ostensión de 1.978; la comprobación pasó a estar al alcance de cualquiera, simplemente revisando el cliché obtenido con la foto.

    En los años setenta se tomaron las primeras fotografías en color de la Sábana y el mundo conoció el verdadero aspecto pardo-amarillo de la impronta —mucho más sutil de lo que la película ortocromática reflejaba— y los tonos azules del negativo fotográfico que, como era de esperar, nos muestra la inversión de los colores originales por sus complementarios.
    La fotografía científica y de alta calidad aplicada a la Sábana, y sobre todo los escaneados a los que se ha sometido en los años 2.000 y 2.002 han elevado el conocimiento de detalle de la imagen a niveles nunca sospechados anteriormente.

    Hoy ya no cabe dudar de la existencia de dos tipos diferentes de huellas:
    - por una parte las de contacto (heridas, regueros de sangre, hemorragias posmortales,...) y
    - por otra la impresión del cuerpo, que se diferencian no sólo por su naturaleza sino también por su coloración, y sabemos que, aunque la impronta es monocroma, tiene una gran variedad de tonos.

    Los estudios sobre la imagen han revelado que la densidad de la huella, en cada punto de la impronta, está relacionada matemáticamente con el relieve que, en ese mismo punto, tendría un hipotético cuerpo de tres dimensiones, —que hubiera estado envuelto en la tela—.
    La razón de ser de esta relación es algo que tampoco se ha podido explicar satisfactoriamente, pero justifica la variedad de tonos.

    Por fin, con el acceso universal a la fotografía digital y al tratamiento de imagen por ordenador, ya no es necesario siquiera acudir al negativo fotográfico para comprobar la negatividad de la imagen. Todo aquel que tenga una imagen original de calidad digital y un programa informático de tratamiento de imagen tipo “photoshop” puede comprobar personalmente en la pantalla de su ordenador esta característica de la imagen.

    Lo interesante es que, a pesar de los avances científicos y de los muchos ensayos realizados, seguimos sin poder explicar la existencia y la naturaleza de la impronta. Un reto que no se ha podido resolver en más de cien años.


    LA SÍNDONE NO ES UN ARTEFACTO MEDIEVAL.

    Visión General De La Investigación Sobre Las Huellas .
    El punto de vista sobre la Síndone cambió en 1.898, como consecuencia de la realización y difusión de la primera fotografía de la Sábana de Turín y del descubrimiento de la inesperada “negatividad” de su impronta.
    Fue el inicio de los estudios sobre la Síndone, pero también el detonante de las discusiones interminables sobre la misma, especialmente con la publicación, en 1.902, del libro de Paul Vignon, Le Linceul du Christ. Étude scientifique y la presentación que se realizó del mismo, en la Academia de Ciencias de París. A partir de aquel momento, la Síndone dejó de ser simplemente una reliquia más (un objeto de devoción) para convertirse, también, en un objeto que debía ser estudiado.

    El problema actual es, precisamente, la proliferación de publicaciones y discusiones y la necesidad de separar los estudios “serios”, de aquellos otros que, con mejor o peor intención, confunden los datos con opiniones personales. Por eso, se pretende en estas páginas hablar del “estado de la cuestión” sobre la antigüedad del lienzo y sobre la naturaleza de sus huellas, bordearemos las opiniones, para referirnos exclusivamente a lo publicado por investigadores directos del lienzo.

    Con las segundas fotos oficiales de la Síndone, realizadas por Giuseppe Enrie en 1.931surgió una segunda tanda de estudios y, entre ellos, la investigación de Pierre Barbet: Barbet era doctor en medicina, cirujano jefe del Hospital de S. José de París y había adquirido mucha experiencia, como cirujano militar, en las trincheras del Marne durante la IGM. Fue el primer estudioso que usó la denominación “sindonología”, que acabó imponiéndose.

    El primer cirujano que se plantea la Síndone desde el punto de vista médico. Su acercamiento al tema se produjo al reconocer como heridas reales las que aparecen en la Síndone, subrayando que existía un abismo entre ellas y las que han plasmado los artistas de todos los tiempos al intentar representar la Pasión de Cristo. Mientras que estas últimas eran claramente incompatibles con su experiencia profesional, en la impronta de la Síndone no se apreciaban “errores médicos”. Eran marcas de auténticas heridas.
    Pierre Barbet hizo estudios experimentales con cadáveres y recogió sus conclusiones en varios libros:
    Las cinco llagas de Cristo (París. 1932),
    La Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, según un cirujano (París. 1936) y, por último, la versión italiana del libro anterior, con algunas mejoras: La Pasión según un cirujano. (Padua,1965).

    En los años inmediatamente posteriores muchos otros autores (Romanese, Judica Cordiglia, Rodante, Infringilio, Moroni y otros…) intentaron llevar a la práctica, perfeccionándola, la teoría vaporigráfica de Vignon. Que sugería que eran los vapores amoniacales del cadáver los que, reaccionando con el sudor y los ungüentos, habían producido la impronta.

    Pero en todos los casos ocurrió lo mismo: la sutileza de los rasgos que tiene la impronta sindónica, se encuentra muy distante de los “manchurrones" que se obtienen a base de procedimientos químicos; la diferencia es insalvable.

    El origen de la impronta parecía —y sigue pareciendo— inexplicable, pero como todo misterio se convierte en la mente de un investigador en un reto científico, fue en aumento el número de investigadores que intentaron resolverlo.

    En 1.939 ya había tantos estudios realizados, que sobraba material como para organizar un congreso y esa fue la base del I Congreso Nacional (italiano) de Estudios sobre la Santa Síndone, que se celebró en Turín.
    Tuvo un gran éxito, pero el entusiasmo que suscitó en muchos estudiosos tuvo que interrumpirse, necesariamente, por la II GM.
    Sólo cinco años después del fin de la guerra, en 1.950, se celebró ya el I Congreso Internacional de Sindonología, que tuvo dos sedes: Roma y Turín. Como ponen de manifiesto las actas de estos primeros congresos (1.939 y 1.950) —que se publicaron conjuntamente— el estudio científico de la Síndone iba despegando poco a poco, en la medida en que se iba conociendo el objeto.

    El I Congreso Internacional de Sindonología reveló de forma palmaria la necesidad de crear alguna entidad formada por hombres de ciencia que recogiera e hiciera accesible a otros investigadores los estudios realizados. Con este espíritu se creó, en la misma Turín, el “Centro Internacional de Sindonología”, inaugurado el 18 de Diciembre de 1959. Diez años después, parecía que ya era posible plantearse un estudio científico directo del Lienzo, y se puso en marcha. Desafortunadamente, los resultados fueron muy pobres.

    A.- La Comisión de Expertos de 1.969-1.973.
    Tras la II GM, el arzobispo de Turín —el Cardenal Pellegrino— ya había considerado necesario que una “Comisión de Expertos” comprobara que el Lienzo permanecía en buenas condiciones, pues no se había vuelto a ver desde la última ostensión de 1.933, pero no fue hasta 1.969 que no se constituyó el primer grupo de científicos que tuvo
    la oportunidad de estudiar directamente la Síndone.

    Trabajaron sobre ella los días 16 y 17 de junio de 1.969, el 4 de octubre de 1973 y el 4 de noviembre de 1973, y las conclusiones de sus estudios se hicieron públicas en 1.976 siendo bastante decepcionantes. Inicialmente se publicó la noticia en el suplemento de la Rivista Diocesana Torinese de enero de 1976, y, posteriormente, en Osservazioni alle perizie ufficiali sulla Santa Sindone 1.969-1.976, publicado por el Centro Internacional de Sindonología

    La “Comisión” quedó, desafortunadamente, en “un buen intento” frustrado, pero no podemos decir que fuera inútil. Al menos sirvió para que, en diversas partes del mundo, otras personas se interesaran por el tema.

    Otra de las consecuencias positivas de la existencia de la comisión fue que, por primera vez, se hicieron fotografías del Lienzo en color. El encargado de hacerlas fue Giovanni-Battista Judica-Crodiglia, hijo del Dr. Achile Judica-Cordiglia que era un eminente miembro del equipo científico.

    El reconocimiento de 1.969 se prolongó hasta 1.973 pues, en ese año, coincidiendo con la ostensión televisiva de la Síndone para Eurovisión, se autorizó una toma de muestras a dos científicos: el Dr. Max Frei y el Dr. Gilbert Raes. El Dr. Raes, del Instituto de Tecnología Textil de Gante, en Bélgica, tomo una pequeña muestra del tejido, confirmando que era de lino puro, aunque también encontró algunas fibras de algodón, pero se atribuyeron a algún tipo de contaminación.

    Max Frei era perito de la Interpol, y fue designado por la ONU para investigar la misteriosa desaparición de su Secretario General Dag Hammarskjöld, por lo que en los años 70 era uno de los criminólogos más famosos. Fue fundador y Director del Laboratorio científico de la Policía criminalista de Neufchâtel (Suiza) y del de la alemana de Hiltrup. Trabajó en la de Zurich treinta años. Había sido llamado a Turín únicamente para acreditar que no se había manipulado el negativo de las fotografías a color, tomadas el año 69, pero no se conformó con ello sino que quiso implicarse en el estudio directo de la reliquia.
    Obtenido el permiso pertinente, la noche del 23 de Noviembre de 1.973, tomó algunas muestras del polvo presente en la superficie de la tela —en concreto de algunas zonas que no tenían imagen—.
    Los resultados de sus estudios sobre los granos de polen que encontró fueron publicados en el cuaderno 23 de la revista Sindon correspondiente a abril de 1.976, y en las Actas del II Congreso Internacional de sindonología de 1.978.


    B.- El Equipo STURP (1976-1981).
    El equipo STURP (Shroud of Turin Research Project), es decir: “Proyecto de Investigación sobre la Sábana de Turín”— se creó en 1.976, en Estados Unidos, y fue el grupo que terminó realizando el estudio científico multidisciplinar que se necesitaba. En realidad sus componentes nunca se plantearon hacer un estudio completo de la Síndone, sino —únicamente— conocer la naturaleza de la impronta pero, aún así, los estudios y las publicaciones científicas que realizaron son esenciales para entender qué es la Síndone y por qué plantea un problema científico.

    A) EL NACIMIENTO DEL EQUIPO STURP.
    El origen remoto de ese grupo fue la publicación —a mediados de los años 70— de varios artículos, en revistas especializadas de Estados Unidos, sobre los estudios médicos realizados a la Síndone. Un verdadero hito de aquellas publicaciones fue un informe muy completo realizado por el Dr. Robert Bucklin, en concordancia con el Dr. Joseph Gambescia.
    El Dr. Robert Bucklin era un conocido médico forense y patólogo del condado de Los Ángeles (California) y el Dr. Joseph Gambescia patólogo del condado de Pennsylvania.

    Bucklin decía sobre la Síndone: “Independientemente de cómo se formaron las imágenes, disponemos de información suficiente para afirmar que son anatómicamente correctas. Sus características patológicas y fisiológicas son claras y reflejan unos conocimientos médicos ignorados hace 150 años”.

    El informe de Bucklin hacía un recorrido por cada una de las huellas del lino y, admitiendo que se correspondían con verdaderas heridas, realizaba la “autopsia” del cadáver, definiendo los objetos que podían haberlas causado.
    El Dr. John Jackson, es de familia católica y conocía desde niño la existencia de la Sábana Santa. Según afirma, siempre pensó que le gustaría hacer una investigación sobre el Lienzo, a pesar de que en Estados Unidos no había nadie que pudiera dirigírsela, por eso estaba predispuesto a implicarse en la investigación en cuanto surgió una oportunidad.
    En cuanto a su formación intelectual, obtuvo un doctorado en física por la Escuela de Postgrado Naval de los Estados Unidos en 1.972 y una licenciatura (B.A.) en Estudios Religiosos de la Universidad de Santa Fe, en 1.976. Ha sido profesor universitario en la Academia de la Fuerza Aérea de Estados Unidos y en la Universidad de Colorado, en Colorado Springs. Fue científico en el Laboratorio de Armamento de la Fuerza Aérea (Air Force Weapons Laboratory) en Albuquerque, nuevo México. En los años 80 fundó el Turin Shroud Center (TSC) de Colorado, que dirige, y en el momento de redactar este trabajo es profesor Honorario a tiempo parcial de la Universidad de Colorado y asesor de la NASA.
    De sus 78 publicaciones científicas, 21 se refieren a la Sábana Santa de Turín. Como profesor de física de la Academia de las Fuerzas Aéreas de los Estados Unidos, fue quien consiguió reunir al grupo de investigadores, especializados en diversas ramas de la Ciencia, y pertenecientes a grandes organismos estatales norteamericanos: NASA (Jet Propulsion Laboratory de Pasel), adena, SANDYA , el Laboratorio Nacional de los Álamos, etc,...

    El interés por la Sábana de ese grupo de científicos —más de 30— se despertó al descubrir otra característica insólita en las imágenes de las fotografías de la Síndone, —se suele denominar “tridimensionalidad”— al aplicarles el analizador de imagen VP-8.
    La razón por la que la imagen de la Síndone se sometió a un análisis de imagen con el VP-8 es que John Jackson había leído que Vignon, al observar la imagen del negativo fotográfico de la Sábana, manifestó que daba la sensación de que la figura tuviera relieve, como si se tratara de un hombre que saliera a la luz desde una oquedad oscura. Esta idea indujo a Jackson a someter la fotografía de la Sábana al VP-8 para ver si era algo más que una sensación, y podía cuantificarse objetivamente.

    Barrie Schwortz, —fotógrafo científico, documentalista del STURP— en su página web “www.shroud.com”, Que es una de las más visitadas del mundo sobre el tema de la Síndone, SCHWORTZ, Barrie “The 1978 Scientific Examination: The VP-8 Image Analyzer” En: <http://www.shroud.com/78strp10.htm> (1-VI-2014) explica cómo funcionaba el VP-
    Diseñado en la década de 1.960 para la creación de mapas en relieve a partir de fotografías lunares y para otros fines con imágenes topográficas, el Analizador de Imagen VP-8 (VP-8 Image Analyzer) es un dispositivo analógico que convierte la densidad de la imagen (claroscuro) en relieve vertical. Cuando se aplica a las fotografías hechas específicamente para este tipo de análisis, el resultado es una imagen topográfica precisa y que muestra las características correctas del relieve natural de los objetos. Se dice, frecuentemente, que el resultado es una imagen “tridimensional”. En 1.976, un grupo de científicos que trabajaban en varios proyectos en “Los Alamos National Laboratories
    Hay que valorar que “Los Alamos National Laboratories” son un centro de referencia en Estados Unidos. Allí se había inventado la bomba atómica hacía unos años, y los científicos de los Álamos pasaban por ser de los mejores en su género.

    Cuando se puso una fotografía de la Sábana Santa de Turín tomada por Enrie en 1.931 en el VP-8 se descubrió la existencia de estas mismas propiedades tridimensionales en la imagen de la Síndone.
    “Esto dejó particularmente intrigados a dos de los investigadores presentes en la prueba, el Dr. Eric Jumper y el Dr. John Jackson.
    Estimulados por su asombroso descubrimiento, decidieron formar un equipo de investigación para investigar qué podría haber originado la imagen sobre la tela y en unos pocos meses nació el STURP (Shroud of Turin Research Project).
    Dos años más tarde, ese mismo equipo llevaría a cabo el primer examen científico, a fondo, de la Sábana Santa
    de Turín”.

    “Cuando se coloca una fotografía normal en el VP-8, no se traduce en una imagen tridimensional correcta, sino en un revoltijo de "formas" de diversas alturas según su luminosidad”. El analizador le atribuye un relieve a cada punto según su densidad, pero el relieve que aparece es el de una imagen completamente deformada, prácticamente irreconocible.
    “Esto se debe a que las luces y sombras en una fotografía normal dependen únicamente de la cantidad de luz reflejada sobre la película por cada parte del sujeto. Las densidades de la imagen no dependen de la distancia a la película”.
    Por el contrario, de la imagen de la Sábana Santa de Turín se obtiene un relieve tridimensional muy preciso de un cuerpo humano”.
    “Hay que concluir que (en la Sábana) la densidad de la impronta es —en cada punto— directamente proporcional a la distancia existente entre el cuerpo y la tela que lo cubrió. En esencia, cuanto más cerca de la tela estuvo esa parte del cuerpo —la punta de la nariz, pómulos, etc—, más oscura era la imagen y cuanto más lejos — cuencas de los ojos, el cuello, etc—, más débil era la imagen”.
    Barrie Schwortz, fotógrafo documentalista del STURP en su página web “www.shroud.com”. SCHWORTZ, Barrie “The 1978 Scientific Examination: The VP-8 Image Analyzer” En: <http://www.shroud.com/78strp10.htm> (1-VI-2014)

    Como es lógico, el VP-8, al dar relieve a una foto de la Síndone tomada con luz visible, no podía distinguir entre quemaduras, remiendos, arrugas y la impronta del cuerpo, pero si omitimos este ruido, y nos fijamos en las improntas frontal y dorsal, vemos que el relieve atribuido es coherente con el de un cuerpo humano. La razón es que se puede establecer una relación matemática exacta entre el relieve de cada parte del supuesto cadáver y la intensidad de la huella existente en la tela en la parte correspondiente.
    Es algo insólito, porque es tanto como decir que la imagen tiene “codificada” la información del relieve de un cuerpo humano.

    Deduce correctamente Barrie Schwortz en su web:
    La codificación de datos de distancia en la imagen elimina como posible mecanismo para su creación a la fotografía o la pintura y nos permite concluir que la imagen se formó mientras la tela recubría un cuerpo humano real. Así que el VP-8, no sólo reveló una característica de la imagen de la Síndone muy importante y desconocida hasta ese momento, sino que también proporcionó la motivación histórica real para formar el equipo que en última instancia fue a investigarla”.

    Durante estos análisis también descubrieron que en las huellas del cuerpo, no hay “direccionalidad”, es decir, se han plasmado perpendicularmente al lienzo. Este dato es incompatible con una realización manual de las imágenes, ya que un artista, distribuye el pigmento siguiendo siempre un mismo patrón de dirección.
    Lo más lógico sería pensar que las huellas son consecuencia del contacto con un cadáver, —ya que los estudios forenses hablan de heridas reales— y que las improntas frontal y dorsal se deben haber producido por una reacción química sobre la tela, al entrar en contacto con el sudor y los ungüentos. Sin embargo esta hipótesis no explica las huellas que existen en la Síndone:
    Cuando se coloca un lienzo sobre un cadáver, la sábana únicamente toca el cuerpo en los salientes de la “orografía corporal”, pero no en los entrantes. Si fuera una huella por contacto, sólo existiría imagen en las zonas en las que el lienzo habría tocado el cadáver. En la Síndone, por el contrario, tanto en la impronta frontal como dorsal, toda la superficie del cuerpo tiene imagen. La tela tendría que haber estado en contacto con cada punto del cadáver, —cosa que es imposible en la práctica— pero, si eso hubiera ocurrido, las manchas tendrían en todos los puntos una densidad semejante, y no es así.
    Es más, la densidad de la imagen en cada punto mantiene una relación matemática con el relieve corporal, —por eso el VP-8, puede “reconstruir” el relieve en base a esas distintas densidades—. Esto es a lo que se referían los investigadores del STURP cuando establecieron como característica de la imagen la “tridimensionalidad”. Una característica única, que no se da en dibujos, pinturas o fotografías.

    Es frecuente encontrar en publicaciones de “divulgación” sobre la Síndone referencias a la tridimensionalidad de la imagen que evidencian que el autor no ha entendido en absoluto lo que dijeron los investigadores.

    Los datos que tenían en su poder, originaron numerosas preguntas en los científicos, que vieron la necesidad de poner en común los resultados que iban obteniendo y plantear posibles análisis que solventaran las dudas suscitadas.
    Esa voluntad se materializó en un congreso que tuvo lugar, el 23 y 24 de marzo de 1.977, en Albuquerque, Estados Unidos, donde se evidenció que era imprescindible analizar directamente el lienzo y realizar fotografías científicas específicas.

    B) LAS “JORNADAS DE OBSERVACIÓN DIRECTA” EN TURÍN: DEL 8 AL 13 DE OCTUBRE DE 1.978.
    El equipo STURP se preparó intensamente para realizar una batería de análisis sobre el Lienzo. Habían elaborado un protocolo absolutamente detallado, que preveía diversas posibilidades, según el tiempo que les concedieran. Y, afortunadamente, no sólo consiguieron todos los permisos necesarios para realizarlo sino que se les concedió el tiempo máximo solicitado: 120 horas seguidas.
    Un estudio exhaustivo que exigió trasladar, desde EEUU hasta la “Sala de la Biblioteca” del Palacio real de Turín, 8 toneladas de material, incluida una especie de mesa basculante realizada por la “Nuclear Tecnology, Inc.” que permitía ver la Síndone en horizontal o en vertical, para hacer los análisis cómodamente.
    Los norteamericanos publicaron en 1.981 que, a partir de los datos obtenidos en las “Jornadas de observación directa” de 1.978, le habían dedicado a la Síndone más de 150.000 horas de estudio.

    En el “Anexo 1” puede consultarse la lista completa de los miembros del equipo STURP: son 33 investigadores, expertos en los campos que se iban a investigar, pertenecientes a diversas corporaciones o entidades norteamericanas, algunas muy conocidas. Sin entrar en detalles, sí quisiera destacar que en la lista se relacionan nueve científicos del Laboratorio Nacional de Los Álamos, que en aquellos años pasaba por ser un laboratorio de referencia especialmente cualificado. En este laboratorio se había inventado hacía unos años la bomba atómica, y los físicos que allí trabajaban se consideraban de alta cualificación.

    En cuanto a sus actuaciones, para dar una idea general de su trabajo, enumeraremos algunas:
    • Se tomaron las imágenes necesarias para realizar diversas pruebas de espectrografía y espectrofotometría —con toda la gama de longitudes de onda, es decir, infrarrojo, luz visible, ultravioleta y Rayos X— con el fin de conocer muchos detalles, no visibles a simple vista, y la composición de las improntas.
    • Se fotografió la tela con luz transversal (al trasluz) Esto permitió ratificar que en donde hay sangre la tela es opaca a la luz trasversal, pero, en cambio, la huella del cuerpo es transparente a dicha luz, lo que indica que la impronta no está formada por material opaco añadido al lino.
    · se fotagrafió con luz rasante, para conocer con detalle las arrugas del lienzo.
    • Se tomaron macrofotografías de zonas con restos de tierra o con marcas de agua; de zonas donde existe imagen pero no hay sangre —donde simplemente se ve que algunas fibras han cambiado de color—, de zonas chamuscadas, etc.
    • Y se extrajeron hilos y fibras sin imagen y con imagen, aplicando a las segundas distintos tipos de decolorantes para ver si se podía eliminar el color.

    C) HALLAZGOS DEL STURP SOBRE LA NATURALEZA DE LAS HUELLAS DE LA SÍNDONE.
    Como sabemos, en la Síndone se constatan dos tipos de huellas:
    •Unas, —supuestamente de sangre— estarían producidas por el contacto con las heridas reales infringidas a ese hombre,
    •Y las otras, misteriosas y difíciles de identificar, que constituyen la impronta frontal y dorsal del cuerpo.

    Consecuentemente, —al plantearse el origen de las huellas— el equipo STURP debía contestar dos preguntas:
    - Si hay sangre en la Síndone, y
    - cómo se ha producido la impronta.

    1ª : La “SANGRE” Es Sangre.
    Viendo la Síndone, lo primero que salta a la vista es la existencia de supuestas manchas de sangre de un tono llamativamente rojizo. La “comisión de expertos italianos” de 1.969-1.973, había dicho que no podían constatar que fuera sangre, —“la respuesta negativa a las investigaciones llevadas a cabo no permite un juicio absoluto sobre la naturaleza hemática del material examinado”—. Por eso el STURP tenía verdadero interés en clarificar este punto.

    Si no se encontraban trazas de sangre no podrían afirmar que la sábana era una mortaja.
    No fue fácil llegar a una conclusión, pues inicialmente se suscitó una polémica, que trascendió a la prensa, y que es necesario abordar aquí Sobre todo, porque periódicamente se alude a ella en medios “escépticos”, normalmente sin aclarar las circunstancias en que se dio tal polémica, y sin mencionar algunos datos determinantes.

    Los protagonistas fueron,
    por una parte el Dr. Walter C. McCrone, Jr. nació en 1916. Doctorado en Química Orgánica en 1942 en la Universidad de Cornell, aceptó en ella la dirección del Departamento de Ingeniería Química. En 1956, dejó la Universidad para convertirse en consultor independiente y fundó McCrone Associates, Inc., de Chicago (Illinois). Cuatro años más tarde constituyó el McCrone Research Institute (MCRI) también en Chicago, una organización sin fines de lucro dedicada a la enseñanza y la investigación en microscopía electrónica.
    Fue director y editor de The Microscope, una revista internacional dedicada a la promoción de todas las formas de microscopía para el biólogo, el mineralogista, el científico forense, y el químico.

    y por otra
    los Dres. John H. Heller biofísico del New England Institute, Connecticut, EE.UU., se licenció por la Universidad de Yale e hizo estudios de postgrado tanto en Yale como en la universidad de Cornell.
    Se doctoró en medicina en la Case Western Reserve University y fue profesor de medicina interna y la física médica en la Universidad de Yale. Fue miembro de la American Physiological Society, la Biophysical Society y la Bioelectromagnetic Society. Escribió extensamente en sus campos profesionales y fue galardonado con cuatro medallas nacionales e internacionales.
    En 1.954, Heller fundó la Reticuloendothelial Society, y fue autor del manual “Reticuloendothelial Structure and Function”, de 1.960, sobre las funciones que actúan en la generación y la destrucción de los glóbulos rojos. Heller se centró en la toma de mediciones físicas y químicas de este sistema para detectar la presencia de sangre en casos de pena de muerte, tanto para la acusación como para la defensa, con especial preocupación sobre las pruebas de trazas de sangre antigua.
    y Alan D. Adler , nació en 1931, obtuvo su título de licenciatura en Química por la Universidad de Rochester, (Nueva York) en 1.953, y se doctoró en Química por la Universidad de Pennsylvania, (PA) en 1.960, especializándose en porfirinas y química sanguínea.
    Enseñó biología en la Universidad de Pennsylvania, como profesor asistente de 1.960 a 1.967. Ese año dejó la enseñanza y se trasladó a Redding, Connecticut, para trabajar como profesor asociado en el New England Institute for Medical Research en Ridgefield, Connecticut. Desde 1.973, se unió al Departamento de química de la Western Connecticut State University.
    Publicó varios artículos sobre la Síndone en la New York Academy of Sciences y otras revistas científicas, incluyendo ”A Chemical Investigation of the Shroud of Turin”, "Concerning the side strip on the Shroud of Turin”, con Alan y Mary Wanger, y “Conservation of the Shroud of Turin" con Larry A. Schwalbe.

    McCrone, era fundador y director del McCrone Research Institute (MCRI) un prestigioso laboratorio de investigación en microscopía electrónica. Había participado en el congreso de Albuquerque, pero nunca llegó a ser miembro del STURP. No vio la Sábana en 1.978, como tampoco los doctores Heller y Adler, pero Heller le remitió algunos portaobjetos con fibras de la tela, manchadas de rojo, para que diera su opinión sobre si eran manchas de sangre.

    McCrone contestó que no había encontrado sangre, pero sí óxido de hierro, y también partículas de bermellón y otros pigmentos usados por artistas, por lo que se aventuró a asegurar que la Síndone era algún tipo de pintura medieval.

    La polémica surgió porque, simultáneamente, Heller y Adler habían llegado a la conclusión contraria, al constatar que en las muestras sí existía sangre. Una sangre, lógicamente degradada, pero real.

    Un pico distintivo en el gráfico producido por el microespectrofotómetro indicó claramente la presencia de hemoglobina desnaturalizada a metahemoglobina ácida, como corresponde a la sangre antigua. Además identificaron los elementos inorgánicos de la sangre y determinaron la existencia de hemoglobina y otros componentes sanguíneos.
    De otras pruebas, que resultaron indicaciones positivas de la existencia de sangre, como la presencia de proteínas, albúmina, etc, Heller y Adler llegaron a la conclusión de que 'manchas de sangre' de la Sábana Santa son realmente de sangre humana.
    Los trabajos científicos clave en los que conjuntamente presentaron sus hallazgos son: HELLER, John.; ADLER, Alan, 1980, p. 2742-2744; y HELLER, John.; ADLER, Alan. 1981, p.81-103.

    Toda la polémica y las circunstancias en las que se dio están recogidas minuciosamente, pero en términos entendibles para no especialistas, en el libro de Heller “Report on the Should of Turin”.

    Para el equipo STURP, los datos que estaban arrojando sus pruebas espectrográficas no permitían pensar que la impronta fuera una pintura, así que lo que decía McCrone les parecía carente de sentido.
    Heller y Adler entendían que ese óxido de hierro era consecuencia de la existencia de hierro en la hemoglobina de la sangre, que con el paso del tiempo se oxida.
    Más aún, el óxido de hierro encontrado era de tamaño submicrón, es decir, menor que una micra (milésima parte del milímetro). Crear una imagen — como sugería McCrone— con polvo de óxido de hierro de esas dimensiones presenta una dificultad insalvable. Además, con un procedimiento o técnica medieval, no es posible obtener un polvo tan fino.
    Además no sólo habían encontrado hierro, había encontrado otros componentes de la sangre. Y es importante destacar que Heller y Adler, utilizaron pruebas químicas múltiples para diagnosticar la presencia de sangre, “cualquiera de las cuales —afirmó Heller — es una prueba de la presencia de sangre, y es aceptable en un tribunal de justicia”.
    Pero, además de las pruebas químicas, también realizaron los pertinentes estudios inmunológicos que confirmaron los resultados anteriores.

    Como afirma Wilson:
    McCrone se pronunció sólo sobre la base de criterios ópticos. Pero el único camino verdadero para comprender la naturaleza de la impronta del cuerpo y la sangre de la Sábana Santa es estudiar sus reacciones químicas bajo una variedad de tratamientos químicos”.

    Heller y Adler, también encontraron partículas de bermellón y pigmentos, pero demostraron que ninguno de estos materiales era responsable de las imágenes del “cuerpo” o de la “sangre” de la Síndone. Los pigmentos no se encontraban en mayor medida en las áreas de la imagen que en las áreas sin imagen.

    Su presencia se explicaría como simples trazas dejadas en la superficie de la Sábana por la práctica, del siglo XVI y XVII, de presionar sobre el Lienzo las copias recién pintadas para convertirlas en reliquias de contacto. Esta práctica está sobradamente documentada en las inscripciones de muchas de las copias de la Síndone. Es el caso, por ejemplo, de una de las dos copias —que es prácticamente de tamaño natural— que se conservan en el Monasterio de Guadalupe (Cáceres) y que atestigua: “...Esta imagen se realizó tan de cerca como fue posible a la preciosa reliquia que reposa en la Santa Capilla del Castillo de Chambéry y se colocó sobre ella en junio de 1.568”.

    Por último, también afirmaba McCrone que un artista habría realizado la imagen mezclando pintura al temple con ciertas sustancias animales, sin embargo cuando Heller y Adler aplicaron las pruebas de proteínas no encontraron ninguna evidencia de tales proteínas animales.

    El Dr. Baima Bollone desde Italia, confirmó igualmente la presencia de sangre humana. Así lo afirmó — recordando sus análisis de los años 80— en un Simposium de expertos reunido entre el 2 y el 6 de marzo del 2.000 a petición del Cardenal Poletto:
    Bajo el microscopio de fluorescencia, y utilizando el método Dotzauer y Keding en dichas muestras, demostré la presencia de hemo/porfirinas. En el mismo material obtuve cristales de Teichmann o clorhidrato de hematina con los procedimientos habituales”.

    En años siguientes, Baima Bollone extendería sus resultados químicos mediante una serie de experimentos inmunológicos, los cuales dieron positivo a la presencia de marcadores de componentes sanguíneos.
    "En efecto, las investigaciones diagnósticas hematológicas cotidianas nos han permitido determinar, en la Sábana Santa, la presencia indiscutible de la sangre humana, con todas sus características. Todo esto demuestra y confirma que en la Síndone hay efectivamente reales y completas manchas de sangre, conservada en sus diversos componentes”.

    Con todo esto, quedó demostrado que la Síndone es realmente una mortaja, no sólo porque exista sangre, sino también porque se encontraron, por ejemplo, restos de tejido epitelial humano, (en concreto de varón) o de tejido muscular en la zona correspondiente a la impronta de la espalda.

    2ª: La Naturaleza De La IMPRONTA.
    La segunda pregunta que quiso responder el equipo STURP era sobre la naturaleza del otro tipo de marcas, las que forman las improntas frontal y dorsal del Hombre de la Síndone.

    Del conjunto de las publicaciones del STURP se infiere que la impronta de la Síndone tiene una serie de características que excluyen, una a una, las diferentes alternativas que se han ido barajando como origen de dichas huellas.
    Son estas:

    1.- Estabilidad Térmica:
    El incendio de 1.532 originó una combustión parcial de la tela en el interior de la caja de madera recubierta de plata. Sin embargo el cambio de temperatura que sufrió la tela no alteró el color de la impronta. No se produjeron cambios ni distintas tonalidades en las zonas más cercanas o más lejanas al foco de calor.

    2.- Estabilidad Hidrológica:
    Las marcas de agua son muy visibles en la Sábana, pero la imagen no aparece emborronada en ningún punto. Si el pigmento fuera soluble al agua, se habría producido una dispersión de color.

    3.- Ausencia de Pigmento:
    En las fotografías de detalle observaron que las fibras del lino que constituyen la impronta tienen un color ligeramente más oscuro, pero no se ve material sobre la tela.

    Al colocar la Síndone al trasluz no se ve la imagen. La impronta no está hecha con material añadido sobre los hilos, como sería cualquier tipo de colorante o pintura. En la práctica totalidad de los procedimientos pictóricos anteriores a la época contemporánea, es decir, dibujos, acuarelas, óleos, etc. el color se añade al lienzo, precisamente, colocando una materia sobre el mismo. Por eso, como es natural, en todas las copias pintadas de la Síndone, colocada la tela al trasluz, sí se ve la materia que constituye la figura.

    4.- Superficialidad:
    Al hacer las fotografías del reverso del lienzo, se comprobó que la sangre ha calado, atravesado los intersticios de las fibras, desde el anverso. Sin embargo, la huella del cuerpo sólo se encuentra en el anverso y es extremadamente superficial, sólo afecta a algunas de las fibrillas de los hilos.
    Pero ademas, como recoge Heller en su libro, hay otro dato sobre las huellas que no suele citarse, siendo como es de extraordinaria importancia:
    “Después de retirar los restos de sangre de las fibras, Adler vio que eran blancas, no amarillas, como el resto de las fibras del Lienzo, lo que implica que las manchas de sangre han llegado a la Síndone antes de que se formara la imagen, y que no hay imagen en el área de las manchas de sangre. La sangre de alguna manera impidió la formación de la imagen, protegiendo la Sábana durante su el proceso de creación de ésta”.
    Esto es, primero llegó la sangre a la tela y después se produjo la impronta del cuerpo.
    ¿Cómo sería posible colocar sangre en el lugar de las heridas antes de conocer la impronta?
    Además, mientras que en las manchas de sangre sí hay capilaridad, es decir, líquido que se filtra por entre las fibras de los hilos, la impronta del cuerpo, sólo afecta de manera muy selectiva a algunas de las fibrillas de los hilos: hay fibrillas que tienen color y otras muy próximas que no tienen nada de color. Esto excluye que la huella se haya producido por ningún tipo de líquido o de gas.

    5.- Estabilidad Química:
    Se utilizaron centenares de disolventes intentando eliminar el color pardo-amarillo de los hilos que forman la impronta, sin lograrlo. Lo que el STURP publica es que lo que forma el color de la imagen es una degradación de la celulosa del lino.
    En 2.005 Ray Rogers afirmó que, estudiando fibras de la Síndone tomadas en 1.978, había encontrado una sustancia —no presente en la naturaleza de forma natural— que disolvía la huella.
    Eso supondría que la degradación de la celulosa sería de carácter químico y no físico, pero no cambia el hecho de que la imagen no se puede explicar por el simple contacto con el cuerpo ni aclara en absoluto el origen de la impronta. En todo caso este dato está pendiente de una corroboración futura.

    Resumen Wilson y Schwortz:
    Según el análisis de Heller y de Adler, y en consonancia con las observaciones "in situ", las fibras de la Sábana Santa, que representan la imagen del “cuerpo” no tienen añadida a ellas ninguna sustancia identificada que pudiera ser responsable de la imagen.
    Es como si, simplemente, se han degradado, o “envejecido", en aquellos lugares en los que aparece la huella, de la misma manera que un periódico se vuelve amarillo cuando se expone a la luz solar intensa, sólo que el “amarillamiento” se ha producido de forma selectiva, con una intensidad relacionada con la distancia (teórica) del cuerpo a la tela, en cada punto
    ”.

    6.- Ausencia de Direccionalidad:
    Esta característica supone que la imagen se “proyectó” perpendicularmente al lienzo que lo estaba cubriendo y descarta la posibilidad de que alguien manufacturase esa imagen porque, como sabemos, todo pintor da una cierta direccionalidad al color.

    7.- Negatividad:
    Quiere decirse con esta expresión que, cuando se entiende la imagen y se ve lo que representa, es al invertir el claroscuro. Así ocurre en un negativo fotográfico —sea de blanco y negro o de color—, donde se produce no sólo la inversión de los colores sino también de la lateralidad espacial.

    8.- Información Tridimensional:
    Como ya he explicado la “densidad” de la imagen de la impronta en cada punto, mantiene una relación matemática con el relieve del cuerpo.

    9.- Pormenorización:
    Aunque el color de las fibras degradadas es el mismo en todas, la mayor o menor concentración de las mismas le otorga visualmente a la imagen distintas tonalidades.

    Los norteamericanos llegaron a decir que la densidad de la huella de la parte interna del labio es distinta a la de la parte externa. Esto significa que es una imagen con un detalle muy fino. Si comparamos la imagen de la Síndone con algunos intentos de aproximación que se han hecho, a base de reacciones químicas de sudor o diversas sustancias que pudieran estar sobre el cadáver, lo que se ve en estos casos son manchurrones, mientras que en la Síndone el detalle es muy sutil.

    De acuerdo con el método empírico, si lo que se quiere es descubrir cómo se ha formado la imagen, sólo podemos aceptar como hipótesis de formación de la imagen aquellas en las que el resultado contenga todas y cada una de estas características simultáneamente. Ese es el único criterio objetivo que tenemos para poder afirmar que se sabe cómo se ha formado la impronta de la Sábana.
    Lo demás son meras especulaciones sin valor científico alguno.


    En definitiva: hasta ahora no se ha encontrado ninguna hipótesis que explique TODAS las características de la imagen. Esa es la situación al día de hoy.

    Esto se resume muy bien en las conclusiones que publicó el STURP:


    CONCLUSIONES DEL STURP:

    “No se han encontrado en las fibras ni pigmentos, ni pinturas, tintes o manchas”.

    “La radiografía, la fluorescencia y la microquímica de las fibras confirman que no es posible que la imagen fuera realizada con pintura. La evaluación con ultravioleta e infrarrojos confirma estos estudios”

    “Los aumentos de imagen en el ordenador y el análisis mediante un aparato Analizador de imágenes conocido como el VP-8 demuestran que la imagen es única y contiene codificada información tridimensional”.

    “La evaluación microquímica no ha descubierto ni especias, ni aceites, ni otras sustancias bioquímicas que produce el cuerpo, o bien en vida, o bien después de la muerte”.

    “Es evidente que hubo un contacto directo de la Síndone con un cuerpo”.

    “Sin embargo, aunque este tipo de contacto puede explicar algunas características del torso, es absolutamente incapaz de explicar la imagen del rostro con la alta resolución que ha sido ampliamente demostrada por la fotografía”.

    “Podemos concluir, por ahora, que la imagen de la Síndone es una imagen de un verdadero humano, un hombre flagelado y crucificado. No es producto de un artista”

    “El problema, desde el punto de vista científico, es que algunas explicaciones que podrían ser válidas desde el punto de vista de la química, son imposibles en la física.
    Por el contrario, ciertas explicaciones físicas que podrían resultar atractivas, son imposibles de sostener por la química”.
    “Para llegar a una explicación adecuada de la imagen de la Síndone, la explicación debe ser aceptable científicamente desde el punto de vista de la física, la química, la biología y la medicina”.

    “El consenso científico es que la imagen es el resultado de algo que provocó la oxidación, la deshidratación y la conjugación de la estructura de los polisacáridos de las microfibras del lino mismo”(...) “No se conocen métodos químicos o físicos que puedan explicar la totalidad de la imagen. Tampoco puede explicar la imagen, de forma adecuada, ninguna combinación de circunstancias físicas, químicas, biológicas o médicas”

    “Como consecuencia de esto, el problema de cómo se produjo la imagen, o qué la produjo, sigue siendo ahora, como antes, un misterio.”

    Puede verse el texto original en inglés en la web de Barrie Schwortz (miembro del STURP). SCHWORTZ, Barrie. “The 1978 Scientific Examination: Summary of STURP's Conclusions” En: http://www.shroud.com/78strp10.htm> (1-VI-2014)

    Para terminar este punto, creo necesario dejar claro que el hecho de que no se haya podido determinar cómo se ha formado la imagen no significa que no se sepa como NO se ha formado.

    El STURP, con los medios aplicados, obtuvo los datos suficientes como para poder descartar no solamente todas las teorías que se habían propuesto en 1.981, sino las que se han propuesto después.
    Los datos que obtuvieron siguen siendo válidos en el siglo XXI y a los efectos que nos interesan para este trabajo —en el que no pretendemos determinar cómo está formada la imagen, y tampoco si es auténtica mortaja de Jesús o no—, son suficientes para poder afirmar que la Síndone no se puede relacionar con ningún procedimiento pictórico conocido. Como sí se puede hacer con más de un centenar de copias catalogadas.





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    Re: La Síndone y sus misterios científicos sin resolver

    Debido a que, en su momento, los mass media levantaron mucha polémica con la prueba de la DATACIÓN del C14 de la Síndone vamos a extendernos en este punto para ilustrar y tratar de sacar algunas conclusiones sobre tal prueba.



    LA DATACIÓN DE LA SÍNDONE POR EL MÉTODO DEL CARBONO 14.

    Los estudios directos sobre la tela no avalan que la Síndone sea una representación artística —y además no se ha encontrado modo natural o artificial de obtener unas huellas como las que contiene— pero aún hemos de tratar otra cuestión previa: ¿sabemos realmente si el lienzo es de época medieval?

    En 1.988 se sometió la Sábana Santa a una datación por el método del carbono 14 (C14) y según el resultado obtenido, no se remontaría más allá del siglo XIII.

    Si esto fuera así la hipótesis que intentamos mantener sería indefendible. Debemos aclarar, por tanto, si aquella supuesta datación se considera fiable o si, como nosotros pensamos, pudo dar un resultado equivocado.

    La prueba de 1.988 proporcionó un dato científico indudable: que la muestra de la Síndone analizada contenía una cantidad de átomos de C14 equivalente a los de un lienzo de entre 1260-1390 d.C., pero es necesario distinguir entre ese dato y su interpretación, porque datar un objeto arqueológico no es solamente “hacer una prueba de carbono 14”, hay que tener en cuenta más factores y hacer una valoración global. Y es lo que se hace habitualmente.


    A.- LOS FUNDAMENTOS DEL MÉTODO Y SUS LIMITACIONES.
    En arqueología, la forma de datar objetos realizados por el hombre ha sido tradicionalmente por comparación. Así, un objeto de cerámica hallado en una excavación, que sea idéntico a otro de fecha conocida, se catalogará como de la misma época. Si lo que se pretende es determinar la antigüedad de unos restos humanos (huesos, por ejemplo) se atiende al estrato en el que se hallaron. Si en ese mismo estrato aparece un objeto manufacturado cuya fecha puede ser conocida, existirá una presunción favorable a creer que los restos tienen la misma antigüedad.

    Sin embargo, con este método comparativo, era imposible determinar la antigüedad de objetos anteriores al ser humano pues, por definición, no era posible encontrar ningún objeto manufacturado de esa época.

    Se entiende pues la gran utilidad y la revolución que supuso el descubrimiento del método del C14, que permite datar restos biológicos por sí mismos:
    El carbono 14 —que se forma en las capas altas de la atmósfera por efecto de los rayos cósmicos— es un isótopo radioactivo del Carbono y forma parte de su ciclo. Todos los seres vivos tenemos en nuestro organismo aproximadamente un átomo de C14 por cada 2.000 millones de átomos de C12. Como, desde el momento de su muerte, la cantidad de C14 de los restos de un ser vivo disminuye a una velocidad conocida, este método permite datar el objeto sin necesidad de referirse a ningún otro, simplemente midiendo cuanto C14 queda en la muestra.
    en teoría basta aplicar una fórmula matemática y podemos deducir cuánto tiempo hace que ese ser vivo murió.

    Sin embargo, no siempre se obtiene la fecha real de la muestra, pues una cosa es determinar cuanto C14 queda en la ella (el dato científico) y otra distinta es que ese dato nos permita conocer su antigüedad real (la fecha de calendario).

    La interpretación correcta del resultado dependerá, en gran medida, de las condiciones de la muestra analizada. Si ésta ha sufrido algún fenómeno que ha alterado la proporción de C14, —p.ej., se ha contaminado con materia orgánica ajena a ella— pueden obtenerse resultados alejados de la realidad.

    Para que la prueba del C14 permita conocer la fecha correcta se deben cumplir, al menos, cinco condiciones:
    1ª.- Que el C14 en la atmósfera sea constante. No en todos los lugares del mundo existe la misma cantidad de C14 en la atmósfera.
    2ª.- Que la muestra tenga una homogeneidad en la distribución del C14. Cuando hablamos de tejidos de lino, como la Síndone, hay que saber que la cantidad de C14 en las hojas no es la misma que en el tallo, por tanto, no hay una homogeneidad absoluta, dentro de la propia planta que se pretende datar.
    3ª.- Que la proporción de C14/C12 no haya sido alterada por contaminaciones externas. Es fundamental que ninguna contaminación haya alterado la cantidad de C14 que tenía la muestra. Si la tela de la muestra lleva añadida materia orgánica más reciente, y no se elimina adecuadamente, necesariamente, parecerá “más joven”.
    Y aunque la medición sea correcta el resultado no se ajustará a la edad real.
    4ª.- Que la vida media del C14 sea exacta. Hoy día está establecida en 5.730 años.
    El decaimiento del C14 no es tan regular como la medición teórica nos podría hacer pensar: diversas circunstancias históricas han alterado su regularidad.
    Para ajustar el decaimiento del C14, según las circunstancias de cada tiempo y lugar de la tierra, se ha comparado la curva de decaimiento del C14, con los datos obtenidos en los anillos de los árboles gigantes. Y
    5ª.- que las muestras sean significativas, es decir que representen adecuadamente al objeto.

    En definitiva: el método de datación del C14 es un gran descubrimiento, —aunque sólo aplicable a materiales que alguna una vez fueron parte de un organismo vivo— pues nos permite conocer la edad de muchos restos prehistóricos o históricos a los que no podríamos aplicar ningún otro método, pero, si no se dan estas cinco condiciones, la datación no será correcta.

    El problema se plantea cuando necesitamos datar objetos que, por las condiciones especiales de las muestras, no cumplen estos cinco requisitos y, por tanto, no pueden ser datados con este método, de manera fiable.


    B.- LA DATACIÓN DE LA SÍNDONE EN 1988.
    El viernes 13 de Octubre de 1988, el Custodio de la Reliquia, el Cardenal Ballestrero, titular de la Sede de Turín, comunicó —en rueda de prensa a la que asistieron centenares de medios de comunicación de todo el mundo— que se había realizado la prueba del Carbono 14 a la Sábana Santa y, que según esta prueba, “el intervalo de fecha calibrada asignada al tejido” estaría entre los años 1.260 y 1.390. d.C. Si la datación era correcta, el tejido de la Síndone es medieval. No del siglo I como se creía tradicionalmente.

    Hay fotos anteriores al corte para la toma de la muestra de la prueba del C14. Llama la atención lo sucia que estaba la tela en esa zona.
    En 1.973, el profesor Raes, cortó una porción de la Síndone para hacer un análisis textil en ese mismo lugar y, por contraste, aparece casi blanco un trocito de forro que quedó a la vista. Por cierto que ya entonces Raes halló el lienzo de lino contaminado con fibras de algodón.
    Además en el corte de la muestra se ve de nuevo la diferencia de color que tenía la tela cortada, con relación al forro. Se ha discutido que se tomara la muestra de la esquina superior izquierda, siguiendo un criterio meramente estético. Desde el punto de vista científico lo ideal hubiera sido tomar hilos de diversas zonas, —o del centro de la tela, no de la periferia— pero es que, además, se tomó de un sitio especialmente contaminado.

    La toma de las muestras se había realizado el 21 de abril, asistiendo los representantes de tres laboratorios: Oxford (Reino Unido),
    Zurich (Suiza) y
    Tucson (Arizona, EE.UU.)

    Que se habían ofrecido a hacer la datación.

    También se había establecido un protocolo muy estricto para ello, pero lamentablemente no se respetó.

    Estaba previsto que se hiciera una prueba científica “doble ciega”, —es decir, sin que los laboratorios supieran cuál era la muestra de la Sábana Santa y sin que pudieran reconocer el tejido hasta después de los análisis—, pero no fue así.
    En la toma de muestras, estuvieron presentes los representantes de los laboratorios y —como no se trituró el tejido— pudieron reconocer la tela de la Síndone que, a diferencia de las otras muestras, era una sarga y no un tafetán. Esto no tiene por qué influir en el resultado, pero en honor a la verdad hay que decirlo.

    Durante siglos la Sábana se sujetaba con las manos por esa esquina cuando se mostraba a los fieles, así que era apreciable a simple vista la cantidad de suciedad que se había ido acumulando, precisamente ahí, a lo largo del tiempo.
    Los protocolos que se aplican habitualmente a la toma de muestras para realizar la prueba del C14 son muy estrictos al respecto, por lo que es totalmente insólito que se tomara la muestra de uno de los sitios más contaminados de todo el lienzo.

    Arizona recibió un trocito adicional, porque el peso de la primera porción era muy inferior al de las que recibieron Oxford y Zurich.

    Para tomar la muestra se empezó haciendo un corte paralelo a lo que es el cosido entre el forro y la sábana, y se eliminó la zona de la costura. Después, la muestra se dividió en dos partes: Una se reservó y la otra se volvió a dividir para entregar porciones a los tres laboratorios que realizarían las pruebas.

    Los tres analizaron las correspondientes muestras de la Síndone y de otras tres telas que se añadieron como muestras de control. Se había establecido que ninguno de los laboratorios se pondría en contacto con los demás, y que darían al cardenal sus resultados de forma separada.
    Sin embargo remitieron al arzobispo únicamente un telegrama y trataron los datos como si fuere un análisis conjunto, por lo que el arzobispo presentó el resultado como si
    fuera definitivo y sin ninguna valoración científica de contraste.

    Acompañado por su asesor científico, Luigi Gonella, de la Universidad de Turín, el Arzobispo de Turín leyó un comunicado de la Diócesis en el que se decía:
    el intervalo de fecha calibrada, asignada al tejido del Sudario —aquí se utiliza la expresión incorrecta de Sudario para referirse a la Sábana—, con un nivel de confianza (estadístico) del 95 %, está entre el año 1.260 y 1.390”.

    Se aceptaba implícitamente que la datación con C14 de la Sábana era correcta y parecía aceptarse sin reservas que era una tela medieval. Sin embargo pasó desapercibida (o no se quiso darle tanto bombo) otra parte del texto:
    “los problemas del origen de la imagen y de su conservación siguen siendo, todavía en gran parte, inexplicados”.

    Sin embargo, yendo más allá de lo que había dicho el cardenal, lo que publicaron los medios es que la Diócesis aceptaba que la Síndone era una pintura medieval, —por tanto un fraude—, algo que no se puede deducir del análisis del C14:
    Puesto que la edad del lino con el que está hecho el tejido de la Sábana es independiente de la naturaleza de la imagen grabada en ella.
    No es una frase muy acertada porque mezcla dos temas completamente distintos:
    - Uno, la conservación de la tela, que hoy día, tras el incendio del año 97 y la nueva sistematización del lienzo está resuelto, y otro,
    - el origen de la imagen, que sigue sin estar resuelto.

    • Esta mala interpretación podría haberse corregido en la rueda de prensa que se produjo el día siguiente en el Museo Británico de Londres, pero no fue así.
    Por el contrario, el tono de las respuestas de los ponentes —publicadas por la BSTS en su Newsletter nº 20, de Octubre de 1.988— fue triunfal, casi dogmático, y muy poco adecuadas a un laboratorio científico por estar muy lejos de la neutralidad objetiva y aséptica que correspondería.
    Así, por ejemplo, el Dr. Michael Tite, coordinador de la prueba del C14 y Director del laboratorio de investigación del Museo Británico dijo:
    No me interesaré más por la Síndone, porque ahora hay unas probabilidades astronómicas en contra de una datación de la época de Cristo”.
    Y el Dr. Eduard Hall, entonces Director del Laboratorio de Oxford, yendo mucho más lejos pontificó:
    "Ninguna persona de cierta valía científica podría querer otra cosa que la falsedad de la Síndone. Quien piense de otro modo podría unirse a los que creen que la tierra es plana”.

    • Fue necesario esperar a la publicación oficial para tener todos los datos y poder analizar adecuadamente el trabajo realizado. Tal publicación se hizo en la revista Nature cuatro meses después, cuando el tema parecía ya zanjado ante la opinión pública.
    Portada de la prestigiosa revista Nature, vol. 337, 16 de febrero de 1989 y la primera página del artículo sobre la datación del Lienzo de Turín.
    La precipitación en dar los resultados se debió a causas exclusivamente “políticas”: la “imparcial” prensa anglosajona había filtrado, en septiembre, que los laboratorios habían hecho la datación, le habían comunicado el resultado a la Diócesis de Turín y que el Arzobispado no se atrevía a hacerlo público.



    C.- CRÍTICA A LA DATACIÓN : UNA DATACIÓN DISCUTIDA Y DISCUTIBLE.

    a) La estadística demuestra que la datación por C14 no es un método infalible.
    Los laboratorios hicieron la prueba con un método puesto a punto desde hacía relativamente poco tiempo, y que —en aquel momento— se consideraba perfecto.
    Esto explica, en parte, el tono de algunas intervenciones y que los laboratorios alardearan de que su método tenía tal rigor que podía desenmascarar “fraudes” como el de la Sábana Santa.
    No nos extraña que los medios dieran como infalible la datación, pero hoy en día, con la perspectiva de los años, podemos y debemos analizar el resultado, reconsiderándolo desde el principio.

    Se han hecho múltiples estadísticas sobre el porcentaje de aciertos y fallos en las radiodataciones pero, como entre ellas hay muy pocas diferencias, tomaré como ejemplo la utilizada por el profesor norteamericano, de la Universidad de Hong Kong, William Meacham, dado que su autoridad profesional en la materia es indiscutible.
    Destaca Meacham que la mayoría de las dataciones son correctas, en concreto el 67,8 %, según él.
    Este alto porcentaje demuestra que el C14 es un buen método, porque el 70 % de aciertos es mucho. Pero también hay que decir que hay un 9,6 % de dataciones dudosas y hay un 22,6 % de dataciones inaceptables.
    (Véanse en www.shroud.com: MEACHAM, William 1983, MEACHAM, William, 1986 y MEACHAM,William, 2.010).

    Se entiende por “dataciones dudosas” aquellas que establecen la antigüedad del objeto en una fecha que no es imposible pero que es diferente a la esperada — por coherencia con los datos que se tenían sobre él—, y “dataciones inaceptables” las que son imposibles por absurdas.

    William Meacham no sólo ha estudiado ampliamente la datación por carbono de la Sábana de Turín. Ha dirigido más de una treintena de excavaciones arqueológicas en Hong Kong y Macao. Ha publicado 7 libros y numerosos trabajos sobre diversos aspectos de la arqueología del sur de China en revistas internacionales arbitradas, incluyendo Antiquity, Asian Perspectives, Archaeology, World Archaeology, Current Anthropology, y Journal of Chinese Linguistics.. También ha escrito sobre temas relacionados con la Sábana Santa de Turín en Current Anthropology, Biblical Archaeologist, y Michigan Quarterly Review.
    También ha ocupado diversos cargos en el Hong Kong Museum of History y The Christian Study Centre on Chinese Religion and Culture.
    Ha sido investigador honorario en el Centre of Asian Studies de la Universidad de Hong Kong y fue editor de la Hong Kong Archaeological Society (1.973-1.985) y posteriormente presidente de la sociedad (1.985-1.996).
    Con relación a la datación de la Síndone fue uno de los componentes de la comisión que, en 1.986, preparó la realización de la prueba por designación de la Academia Pontificia de las Ciencias.

    El profesor William Meacham, tras décadas dedicado a hacer dataciones con carbono 14, recoge esta estadística de resultados.
    Si, como afirma Meacham un 22,6 %, de las dataciones están claramente equivocadas y, dentro de las dudosas, habrá algunas que también estén equivocadas, la estadística nos dice que —aproximadamente— una de cada cuatro dataciones con C14 es errónea.

    William Meacham escribió en 1.998 (“Debate from the Shroud Newsgroup: alt.turin-shroud” - Roger Sparks and William Meacham. 16-02-1998. The Shroud of Turin Website - Home Page. Mensaje: <6ca999$7jt$1@nnrp2.dejanews.c om>. (3-V-2015))
    Como arqueólogo con 25 años de experiencia en el uso de C14 para la datación de muestras de excavaciones, sé lo que la mayoría de los arqueólogos hacen cuando el C14 produce una fecha que entra en fuerte conflicto con otra evidencia:
    1) Realizar más dataciones sobre diferentes muestras del mismo contexto, y
    2) poner las fechas aberrantes abajo, como fruto de un problema no identificado —por lo general si llega a mencionarse se hace en una nota al pie del informe—.

    Esto sucede a menudo en la arqueología, incluso en los sitios y las muestras que se pensaba que eran ideales para C14. Muy rara vez el problema de estas fechas aberrantes individuales es resuelto o siquiera abordado.

    Pero en los últimos años con el C14 han salido a la luz toda una serie de dificultades, por ejemplo, muestras modernas que dan edades de cientos o miles de años, o muestras de siglos de antigüedad que dan fechas futuras. (En MARINELLI, Emanuela, 1991, p. 149-152, se habla de muchos casos de dataciones radiocarbónicas famosas por ser absurdas.
    Por ejemplo la de un cuerno vikingo que se dató por Tucson en 1.988 (The Sunday Times, 7 Agosto de 1988) como correspondiente al año 2.006 d.C.;
    una momia egipcia —datada en Oxford— que resultó 1.000 años anterior a las vendas usadas en su momificación (BSTS no 21, Enero-Febrero 1988, p.4)
    o la de unos árboles vivos de Roma, que se consideraron de 4.000 años de antigüedad, etc, etc.).


    Las causas de estos fenómenos son conocidas, pero en muchos otros casos las fechas anómalas no se han explicado satisfactoriamente.
    Hay que tener precaución, sin duda, cuando el C14 resulta en conflicto con las líneas de interpretación indicadas por otras pruebas
    ”.

    La interpretación de estos datos erróneos —por lo demás perfectamente científicos— no puede suponer aceptar que una momia pueda ser mil años más antigua que sus vendas (No se trataba de una momia “reciclada”, sino que la contaminación que tenían las vendas exteriores era mucho mayor la del material interior.

    Lógicamente a más contaminación, si las muestras no se limpian bien, nos encontraremos con una mayor cantidad de C14 y, por tanto, que el análisis con C14 atribuya una fecha más reciente), o, en el caso de unos árboles vivos, que tengan que considerarse prehistóricos (La explicación de ese resultado no es muy difícil: la atmósfera de esa zona de la carretera estaba muy contaminada por el CO2 de los combustibles derivados del petróleo, que es una materia orgánica antiquísima y casi no contenían C14).

    Por supuesto, que se den este tipo de resultados tampoco nos puede llevar a la descalificación del método pues, en todo caso, la fiabilidad del resultado no depende tanto de la aplicación del método mismo como de las condiciones de las muestras y algunas de ellas, sencillamente, no son aptas para una datación con C14.


    b) Los resultados de la datación de la Síndone.
    Los detalles de la datación se publicaron en la mencionada revista Nature del 16 febrero de 1.989, pero lo cierto es que no son muchos.

    Como muy bien dice Emanuela Marinelli en su libro (Emanuela Marinelli es Licenciada en Ciencias Naturales y en Ciencias Geológicas por la Universidad La Sapienza de Roma y tiene la capacitación para la enseñanza de Matemáticas, Ciencias Naturales, Química y Geografía. En los años 70 fue contratada en el instituto de Mineralogía de la Universidad de Roma. Ha escrito 16 libros sobre la Sábana de Turín).

    "El escándalo de una medida”: (MARINELLI, Emanuela, 1991, p. 131)
    “La publicación de un artículo de sólo cuatro páginas en Nature no satisface las expectativas de los que esperaban un informe de mayor amplitud de detalle o, todavía más, conocer los informes de cada uno de los laboratorios con los datos primarios obtenidos en las mediciones, e incluso, de fotografías de las muestras”.

    Los resultados, aunque ya amalgamados, se pueden ver en la tabla adjunta:
    Cifras reales de las mediciones, de acuerdo con los datos proporcionados por el propio informe.
    Las diferencias que se producen en el % del nivel de significación resultan especialmente relevantes en el caso de la Síndone.
    Las muestras analizadas por los laboratorios de Arizona, Oxford y Zurich estaban numeradas y los resultados aparecen con su número de referencia:
    El número 1 corresponde a la Sábana Santa,
    el 2 a una tela de Nubia (S. XI-XII d.C.),
    el 3 a un lienzo egipcio de la época de Cleopatra (S. I d.C.) y
    el 4 a una capa pluvial de S. Luis de Anjou (S. XIII).
    Vista con detalle la tabla, lo que más rápidamente salta a la vista son las diferencias notables entre el nivel de significación de los datos de la muestra 1 con relación al de las demás.

    El nivel de significación —citado como Significance level, en la última línea de datos — es un cálculo matemático para ver el grado de dispersión de los resultados obtenidos por los diferentes laboratorios. Uno de los parámetros que utilizan los científicos para ver si el resultado es coherente.
    Una dispersión muy grande supone que el nivel de significación será muy bajo.
    - en el caso de la muestra de la Síndone aparece un nivel de significación excesivamente bajo, del 5 %,
    - en la muestra 2 es altísimo, un 90 %.
    - en la muestra tres se dice que es del 50 % y
    - en el caso de la capa de S. Luis de Anjou se habla de un 30 %.

    De estos datos llaman la atención tres aspectos:

    1º.- Son todos números llamativamente “redondos”
    Lo que es muy poco frecuente en una medida científica. Eso se debe a que, como se dice en la publicación, se ha hecho un redondeo. Sin embargo, ese “redondeo” puede ser especialmente relevante —y poco justificable— en la medición realizada a la Síndone.
    Hay que subrayar que el redondeo no afecta igual al resultado, depende de cuál sea la cifra redondeada: Si un dato que sea 99 lo aproximamos a 100 cometemos un error de un 1%: Pero si un dato de 4 lo aproximamos a 5 cometemos un error de un 25% del valor real.
    En efecto,
    · mientras que en la muestra dos, han redondeado con un 3% hacia abajo, — publicaron un 90 % de significación, cuando el dato real era de un 93 %—, y
    · en el caso de la muestra tres, la de Cleopatra, también han redondeado un 4% hacia abajo —pusieron el 50 % en vez de un 52%—
    · en el caso de la Síndone han redondeado casi un 25 % hacia arriba, puesto que el dato real es 4,1 y lo han subido a cinco (evitando así su rechazo e invalidación de la prueba)

    2.- El “redondeo” ha hecho “aceptable” un dato que, de acuerdo con las normas de metrología, ha de considerarse dudoso.
    Para que una medida sea aceptable ha de tener un nivel de significación, como mínimo, del 5%. En cualquier datación, un nivel de significación por debajo de esa cifra se interpreta como una datación no fiable y, posiblemente, errónea.
    Al incrementar, artificiosamente Y por el REDONDEO, el nivel de significación de la Síndone hasta el 5%, entró dentro de las cifras aceptables pero, como no se podía ocultar que era un nivel anormalmente bajo, el informe de Nature tenía que hacer referencia a ello.
    Dice Nature: "La concordancia entre los resultados de los tres laboratorios para las muestras 2, 3 y 4 es excepcionalmente buena. La extensión de las medidas para la muestra 1 (es decir, la Síndone) es algo mayor que el que podría haberse esperado de los errores normales".
    Pero, observa Marinelli: (MARINELLI, Emanuela, 1991, p. 131-132) “La diferencia entre los resultados obtenidos en los tres laboratorios en la muestra de la Síndone atestigua una deshomogeneidad inesperada en presencia del C14 y, por tanto, anómala”.

    Y recuerda Van Haelst (VAN HAELST, Remi, 1989. p. 20. En: <http://www.shroud.com/vanhels5.pdf> (5-VIII-2015)) por su parte, que:
    en el análisis previo de 1.983, llevado acabo por seis laboratorios candidatos a la datación de la Síndone, la muestra peruana, eliminada porque daba una fecha más reciente de la esperada, había demostrado un comportamiento tan problemático que fue descrito así: ‘La variación entre las muestras es más grande de lo que se preveía en base a los errores de medición esperados’.
    Como en nuestro caso, la muestra no tenía una distribución uniforme del radiocarbono en su interior.

    Es interesante la coincidencia que han dado el tejido peruano y el de la Síndone: En ambos casos, el resultado es una fecha más reciente que la esperada
    ”. (Esta cita es de Radiocarbon, vol. 28, no 2A, 1986, p. 575).

    Estos son los datos de las dataciones de prueba que se hicieron en 1.983 mencionados por Van Haelst.
    Se desechó el resultado de la muestra número 2, por dar un nivel de significación del 2%.

    3.- El intervalo de edad atribuido a la tela es extraordinariamente amplio y arbitrario (130 años).
    Como puede verse en las tablas publicadas en Nature, a las dataciones realizadas a la Síndone se les da, en todos los casos, un margen de error de ±30 años aproximadamente. Sin embargo, mientras que en las demás muestras, la verdadera edad del tejido entra dentro del intervalo de fechas propuesto, en el caso de la Síndone se proponen dos intervalos: 1.262-1.312 d.C. y 1.353-1.384 d.C. y además son intervalos que no son compatibles.

    La “solución” que adoptaron los laboratorios al amalgamar y coordinar los resultados fue completamente arbitraria: Crearon un intervalo de fechas muy superior al normal,130 años. De ahí que dieran como resultado 1.260-1.390 d.C.
    Sin embargo, aceptar un margen de error de 130 años en una tela que supuestamente tiene 600 años de antigüedad es algo verdaderamente sorprendente. Supone una absoluta falta de precisión en la medición.
    Pero es que, además, esa doble posibilidad está revelando que existe una heterogeneidad muy anómala.


    Destaca Marinelli que la heterogeneidad del resultado de Tucson y Zurich con relación al de Oxford, donde la muestra de tela dio una diferencia de 100 años menos, es muy poco explicable. Pero de momento, tiene una consecuencia clara:
    La prueba estadística de Pearson (La chi cuadrado X2 ) demuestra que tal heterogeneidad en las tres muestras es una señal de alarma acerca de su no representatividad respecto al objeto examinado. Existen 957 probabilidades sobre 1.000 de que la fecha del radiocarbono obtenida por las tres muestras no sea la de todo el lienzo” (Marinelli, Emanuela, 1991, p. 23).

    Por otra parte, si comparamos los datos de los tres laboratorios entre sí encontramos un hecho realmente extraño:
    A mayor lejanía de la muestra respecto al centro de la tela, la datación asignada es de menor antigüedad.
    Las fechas asignadas a los diferentes fragmentos datados por Oxford, Arizona y Zurich, colocados en relación a la distancia al centro de la Sábana, siguen un incremento progresivo que, en poco más de tres centímetros, varía la edad en casi doscientos años. Colocados en una gráfica, obtenemos prácticamente una línea recta y eso también es un indicio de que algo está alterando el resultado porque, evidentemente la tela debería ser igual de antigua en todas partes.

    El problema es que si no conocemos qué es lo que está alterando el resultado tampoco podemos saber en qué medida le afecta y no podremos concluir, como han pretendido algunos, que ese factor desconocido produce una alteración de pocos años. ¿Cómo podríamos saber eso?

    c) Explicaciones y valoración de los resultados de la datación.
    En estos años se han ido esgrimiendo una serie de argumentos —algunos sin mucho fundamento, pero otros con él— que proporcionan motivos suficientes para dudar de que la datación radicarbónica haya sido correcta.

    A raíz de la prueba del C14 a la Síndone de Turín ha habido posicionamientos de todas clases en relación a su “antigüedad” pero, creo que se pueden reducir a tres:

    1ª Postura: El C14 ha dejado claro que es una tela medieval.
    El C14 aporta un dato científico que no se puede obviar: la muestra de la Sábana tiene una cantidad de C14 equivalente a un lienzo de entre 1.260 d.C. a 1.390 d.C., o sea que sería una tela medieval.
    Es válido sacar esta conclusión, pero no es lo que se hace habitualmente. Como señala Meacham:
    Ningún arqueólogo competente confiaría en una sola fecha, o en una serie de fechas sobre un sólo punto, para definir una realidad histórica importante, para determinar un yacimiento o una cronología cultural. Ningún científico del radiocarbono podría afirmar con certeza haber eliminado toda contaminación, o no tener dudas sobre que una serie de fechas dadas por una muestra sea realmente su edad efectiva.
    El público y muchos científicos no especialistas parecen, en efecto, compartir el concepto erróneo según el cual las fechas del C14 son indiscutibles
    .”

    Algunos autores equivocadamente hablan de “autenticidad”, entendiendo por “autenticidad” que dicho objeto se pueda atribuir a Jesús de Nazaret. Eso es ir más allá de los límites de la interpretación del C14.
    Como ya hemos dicho, el hecho de que fuera una mortaja del siglo XIV no significaría automáticamente que fuera un fraude —un fraude implica una intención deliberada de engañar y, (como dijo el propio Dr. Tite), el carbono 14 no proporciona ninguna evidencia en ese sentidocomo tampoco podemos decir que si se probara que es del siglo I eso significaría necesariamente que fuera la de Jesús. (MEACHAM, William, 1986, p. 43).

    2ª Postura: El C14 ha fallado en este caso.
    Los seguidores de esta segunda postura son los autores de las diversas hipótesis que acabamos de mencionar.
    Estas hipótesis hacen referencia a la existencia en las muestras de diferentes tipos de contaminación (orgánica o material), y es cierto que la contaminación puede alterar la cantidad de C14 en un lienzo, falseando el resultado.
    Estos autores nos dan pistas válidas sobre factores que han sido causa de otras dataciones erróneas, pero —aunque casi todos aseguran que, aplicados los correctivos oportunos, la fecha real de la tela sería el siglo I d.C.— ninguno de estos autores ha probado con total certeza que ocurre lo que afirman.
    No es fácil tampoco concretar en qué medida esos factores han alterado la datación.

    3ª Postura: El C14 no ha demostrado que el lienzo sea de la Edad Media.
    Esta es la postura que científicamente es más razonable.

    Básicamente consiste en decir que no se puede dar por zanjado el tema de la datación sin conocer los datos que nos proporcionan otras disciplinas —entre ellas la Historia del Arte— y que una valoración de un objeto así no se puede hacer sin un análisis global de todos los datos, pues existe una duda razonable de que la datación haya determinado la fecha del tejido. Incluso los laboratorios que hicieron la datación con carbono 14 en 1.988 aceptan discutir que el Lienzo de Turín sea realmente medieval.

    Un ejemplo paradigmático de este cambio de opinión se pudo ver el sábado Santo del año 2.008, en un documental BBC-2. El director del laboratorio de la universidad de Oxford afirmó que estaba dispuesto a partir de cero y replantearse completamente la datación del lienzo.


    CONCLUSIONES SOBRE LA DATACIÓN:
    Teniendo en cuenta todo lo dicho relativo a la datación radiocarbónica de la Síndone, me gustaría enumerar esquemáticamente algunas ideas que nos pueden ayudar a hacer una valoración del resultado.

    1ª.- El método del C14 es científico pero no es infalible.
    Desde el punto de vista estadístico, como dijimos al principio y nos recordaba Meacham, valorar estos resultados será tanto como dilucidar si la datación de la Síndone se debe encuadrar entre las dataciones fiables, dudosas o inaceptables.

    2ª.- La posibilidad de que no se haya realizado una correcta datación de la Sábana,
    Y que el método del C14 no haya dado su edad real no es algo descabellado.
    Los propios laboratorios en su informe, al hablar del nivel de significación, hacen entrever que el resultado publicado no es seguro, lo que implica que se da algún factor desconocido que origina una dispersión estadística inaceptable.

    El propio inventor del sistema, el profesor Libby, había advertido que no había seguridad de una datación correcta sobre un objeto que ha sido tan manipulado a lo largo de su historia.
    Muchos aceptaron el resultado de la prueba del C14 en 1.988, pero hoy en día no pocos científicos, incluso entre los que inicialmente no dudaban de esa datación, la ponen en duda al conocer más detalles.

    3ª.- No es lo mismo datar un objeto arqueológico que una reliquia.
    No es lo mismo datar un objeto que ha estado preservado durante siglos de todo contacto con factores contaminantes que un objeto que ha estado durante siglos sometido a todo tipo de estos factores. En las reliquias se dan todas las condiciones que se desaconsejan para hacer una datación con C14.

    4ª.- El método de datación por C14 no consiste en una cronometría hacia atrás, sino una carbonometría.
    Es decir una medida de proporción entre el carbono 12 estable y muy común y el carbono 14, isótopo radioactivo del precedente.
    Esta proporción puede ser alterada por factores diversos, por lo que no parece razonable fijarse en uno sólo. La presencia de fibras extrañas al lienzo original, el recubrimiento bioplástico, las alteraciones por contaminación de la tela, el impacto del incendio, numerosas exposiciones, retoques, arreglos, roce con copias, etc. pueden ser motivos suficientes para dudar de la exactitud del resultado y pueden haberse sumado.

    5ª.- No podemos determinar el grado de error producido en la datación.
    A día de hoy, nadie ha probado en qué medida es errónea la datación. Podemos asegurar que la datación no fue exacta, pero no sabemos en qué medida.

    6ª.- La coherencia del método científico exige tener en cuenta lo aportado por otras ciencias.
    Hay motivos para descartar que se trate de una obra medieval, precisamente porque TODOS los demás datos aportados por otras disciplinas están en franca contradicción con esa hipótesis.

    7ª.- No se puede asegurar que se haya datado con exactitud la Síndone.
    No es un tema científicamente cerrado.
    Es absolutamente necesario seguir estudiando. Y habría que empezar por hacer un estudio para saber si se trata de un lienzo datable por el método del C14. Nadie ha comprobado si es totalmente eliminable la contaminación de la tela, por ejemplo.

    En definitiva, me uno a las palabras del Dr. William Meacham, para decir con él que estamos —al menos— ante una datación DUDOSA.
    Cualquier persona que todavía crea que la datación con C14 ha demostrado que la Sábana Santa es medieval debe ser desengañado rápidamente de esa idea. La palabra operativa es PROBADO. Nada se ha probado, y hasta que se tomen más muestras y se analicen con las mejores herramientas científicas que tenemos, nada se puede decir de manera concluyente sobre la edad de la Sábana”.
    SPARKS, Roger vs. MEACHAM, William “Debate from the Shroud Newsgroup: alt.turin-shroud”.
    Mensaje: <6ca999$7jt$1@nnrp2.dejanews.c om> 16-02-1998.
    Puede leerse en: <https://www.shroud.com/c14debat.htm> (6-VI-2014)

    Como dijo el cardenal Biffi, —hombre de gran prestigio intelectual— en el congreso de Bolonia de 1.989:
    Para que un problema histórico-científico pueda quedar correctamente resuelto, se necesita que la solución emerja de la plena convergencia de los indicios; y, en el caso de que cualquier indicio resulte divergente, es necesario que se llegue a dar razón del aparente contrasentido. Hasta que no se llegue a esa visión simultánea y pacificada de todos los elementos en juego LA DATACIÓN POR EL MÉTODO DEL CARBONO 14.

  3. #3
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    Re: La Síndone y sus misterios científicos sin resolver

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    Aunque ha habido múltiples especialistas que examinaron la tela a título individual y varios equipos multidisciplinares de científicos, el más conocido quizás sea el STURP.



    A.-
    EL STURP: UN COMPLETO ESTUDIO CIENTÍFICO MULTIDISCIPLINAR.


    El estudio más completo realizado hasta la fecha sobre la Síndone de Turín fue el llevado a cabo entre los días 8 y 13 de octubre de 1978 (durante 120 horas ininterrumpidamente) por un grupo de 31 científicos americanos especialistas en diversas disciplinas (físicos, químicos, hematólogos, forenses, fotógrafos,...) los cuales trabajaron conjuntamente bajo las siglas S.T.U.R.P. (Shroud of Turin Research Project).

    El objetivo principal de tan ambicioso proyecto era responder a dos cuestiones fundamentales: descubrir si las manchas de “sangre” presentes en la Síndone correspondían realmente a sangre (y más concretamente, a sangre humana), así como conocer el mecanismo de formación de la imagen.


    El STURP : Los 33 científicos participantes:
    John P. Jackson, de U.S. Air Force Academy.
    Eric J. Jumper, de U.S. Air Force Academy.
    Steven Baumgart, de U.S. Air Force Weapons Laboratories.
    John D. German, de U.S. Air Force Weapons Laboratories.

    Ray Rogers, de Los Alamos National Scientific Laboratories
    Robert Dinegar,de Los Alamos National Scientific Laboratories
    Donald Janney, de Los Alamos National Scientific Laboratories
    Joan Janney, de Los Alamos National Scientific Laboratories
    J. Ronald London, de Los Alamos National Scientific Laboratories
    Roger A. Morris, de Los Alamos National Scientific Laboratories

    Joseph S. Accetta, de Lockheed Corporation

    Barrie M. Schwortz, de Barrie Schwortz Studios

    Vernon D. Miller, de Brooks Institute of Photography
    Ernest H. Brooks II, de Brooks Institute of Photography
    Mark Evans, de Brooks Institute of Photography

    Robert W. Mottern, de Sandia Laboratories

    Donald Devan, de Oceanographic Services Inc.

    Rudolph J. Dichtl, de University of Colorado.

    Roger Gilbert, de Oriel Corporation.
    Marty Gilbert, de Oriel Corporation.

    Thomas Haverty, Rockyan, de Mountain Thermograph.

    Jean Lorre, de Jet Propulsion Laboratory.
    Donald J. Lynn, de Jet Propulsion Laboratory.

    Samuel Pellicori, de Santa Barbara Research Center.

    Thomas F. D'Muhala, de Nuclear Technology Corporation.

    Kenneth E. Stevenson, de IBM.

    Diane Soran, de Los Alamos National Scientific Laboratorios.
    Larry Schwalbe, de Los Alamos National Scientific Laboratorios.

    Al Adler, de Western Connecticut State University.

    Jim Drusik, de Los Angeles County Museum.

    Joseph Gambescia, de St. Agnes Medical Center.

    John Heller, de New England Institute, y

    Robert Bucklin, Harris, de County, Texas, Medical Examiner's Office.

    De esta lista de científicos, los 26 primeros se desplazaron a Turín para examinar la Sábana directamente, mientras que los últimos 7 estudiaron en Estados Unidos algunas de las muestras que se habían extraído durante los 5 días en Turín.

    John Jackson fue el encargado de la coordinación del S.T.U.R.P.

    Mientras transcurrían los procesos burocráticos que permitieran hacer llegar el material científico a Turín, los expertos eran informados de que dispondrían de 120 horas (5 días con sus noches).
    Los materiales llegaron en camión al patio del Palacio Real de los Saboya unos días antes de la fecha prevista para los estudios. Se les cedieron 7 salas del Palacio para aquel proyecto .

    Además, algún que otro aparato tuvo que ser reajustado por los técnicos tras hallar desajustes al desempaquetarlos, comprobándose su correcto funcionamiento antes de su uso.

    La noche del día 8 de octubre de 1.978, nada más finalizada la ostensión que se estaba llevando a cabo con motivo de la celebración del cuarto centenario de su llegada a Turín (en 1.578), y al grito de “aquí viene”, varios científicos transportaron la Síndone cubierta por una tela de seda roja, sobre una tabla, desde la Catedral al Palacio Real (ambos edificios son colindantes).

    Ya en la sala de experimentación, se pasó la Sábana a una mesa en donde una monja Clarisa retiró la seda roja que la protegía.

    Posteriormente, para facilitar su estudio, la sábana fue colocada sobre una mesa giratoria especialmente traída de Estados Unidos, que facilitaba su posicionamiento en horizontal o en vertical según lo requiriese el estudio que se fuera a llevar a cabo.

    La Síndone se fijó a la mesa giratoria mediante un sistema de imanes laterales. La mesa, en su parte más externa presentaba un sistema de coordenadas basadas en letras y números que confeccionaban un buen sistema de referencia para establecer la localización exacta de cada muestra estudiada in situ o extraída para su posterior estudio.

    Además, para este fin, también se dispuso de una cuadrícula para concretar aún más la localización del muestreo.



    B.- PRINCIPALES ESTUDIOS REALIZADOS POR EL S.T.U.R.P. Y SUS RESULTADOS.

    1.- OBSERVACIONES DIRECTAS Y ESTUDIOS MICROSCÓPICOS:
    El lienzo es de lino, color amarillento y tejido en espiga (trama:urdimbre 3:1)
    Dimensiones: 4,3m de largo x 1,1 m de ancho.
    La imagen presenta una altLa imagen no se observa a menos de 1 m por la baja diferencia de contraste entre la imagen y el lienzo y se ve claramente a 4-5 m (lo que se explica por el fenómeno de inhibición neural lateral, es decir, el ojo tiende a ver bordes pero estos no existen en la imagen sindónica).a resolución: 0.5-0.6 cm.
    Torsión en Z de las hebras (algo poco usual). Los lienzos egipcios tenían una torsión en S.
    El espesor del lienzo (sin contar la tela de Holanda que en 1.978 se hallaba cosida a su reverso para reforzar un lienzo tan flexible como la Síndone) es de 342,22 μm.
    Peso medio 25-30 mg/cm 2 ( Peso total: 1,18-1,42 kg).
    Visualmente la “sangre” y la imagen tienen distinto color y textura (la sangre tiene un color rojo carmesí y las fibras que forman la imagen son ligeramente más amarillentas que el resto de la Sábana).
    La sangre parece un líquido rojizo viscoso y que fluye entre las fibras.
    La sangre cementa las fibras manteniéndolas unidas, lo que no ocurre con las fibras con imagen.

    Evans y Miller fotografiaron diversas zonas de la Síndone mediante el empleo de lupas dispuestas verticalmente para tal efecto

    Rogers y Dinegar tomaron 32 muestras mediante fragmentos de cinta adhesiva de 5 cm²aplicadas con un sistema especial sobre:
    áreas de imagen
    áreas de sangre
    áreas de quemaduras
    áreas de manchas de agua
    áreas sin nada de lo anterior (áreas de control o background)

    Los adhesivos se pegaron sobre portaobjetos, y las muestras se estudiaron:
    - directamente bajo el microscopio, o
    - tras dilución del adhesivo con tolueno.

    Heller y Alder al estudiar en USA estas fibras al microscopio convencional observaron:
    • Material ocasional: Polen, partes de insectos, cera, algodón, fibras sintéticas modernas,etc.
    • Material frecuente: Fibras de lino, fragmentos de fibras de lino, partículas rojas y algunas partículas negras.

    Bajo el MICROSCOPIO ÓPTICO se observa que:
    Cada hebra del lino (constituyente de la trama o de la urdimbre del tejido) está formada por unas 100-200 fibras. Las fibras de lino, que bajo el microscopio tiene forma de “caña de bambú”, tienen unos 10-15 μm de diámetro.
    Las fibras del lino, vegetal del genero Linun usitatissimum, están formadas por células cementadas por lignina (un polisacárido de la pared celular de las células vegetales). Esta cementación de lignina, en los linos más antiguos, como en el caso de la Síndone, se ha perdido).
    No se observan pigmentos en las fibras de imagen a 50x.
    No se observan cementos ni restos de líquidos entre las fibras.
    La coloración de las fibras es superficial, alcanzando como máximo 2-3 fibrillas de profundidad (con el adhesivo se retira la imagen).
    La imagen corresponde a un amarrilleamiento de la zona más superficial de cada fibra. La médula de la fibra no se ve afectada.
    Ni el color ni la densidad de la imagen se vieron afectados por el calor o productos de pirólisis que se produjeron durante el incendio de 1532 en Chambery (Esto se deduce porque las zonas de la imagen que interseccionan con las quemaduras tienen aparentemente igual tono y densidad que la imagen de las zonas más alejadas de ellas).
    En la imagen no se observa trazada de pincel.
    La imagen, visualmente, tiene igual color en todos los puntos.
    No aparece imagen bajo las manchas de sangre (al eliminar con enzimas proteolíticas las manchas de sangre que impregnan las fibras, no se observa imagen).
    El color de la “sangre” (unida a las fibras o extraída de ellas en forma de costras) varía (amarillo, naranja ó rojo) dependiendo de la fuente de luz del microscopio y de la microscopía empleada (transmisión o reflexión).
    Entre las fibras de lino se hallan trazas de algodón Gossypium herbaceum típico del Medio Oriente. El hallazgo de fibras de algodón ya fue descrito por Raes, un experto textil belga, en las muestras extraídas en 1.973 Tomadas de la misma zona de la que se tomaron las muestras para el análisis de C14 de 1.988).

    Al MICROSCOPIO ELECTRÓNICO DE BARRIDO,
    las fibras de lino tienen una gran cantidad de materiales adheridos.


    2.- FOTOGRAFÍA CON ILUMINACIÓN TRANSVERSAL.
    Cuando se fotografía la Síndone tras haberla iluminado por detrás, la imagen (al contrario que la “sangre”) no se observa (no hay señal de sustancias opacas, lo que parece descartar la aplicación de un tinte).


    3.- FOTOGRAFÍA CON ILUMINACIÓN LATERAL.
    Cuando se fotografía la Síndone tras haberla iluminado lateralmente, se evidencian más claramente las arrugas que contiene el lino (lo que podría servir para establecer reconstrucciones de la forma en la que estuvo doblada la tela en el pasado).


    4.- PRUEBAS MICROQUÍMICAS.
    Las pruebas microquímicas se realizaron con el fin de determinar la presencia de elementos químicos y de compuestos inorgánicos y/u orgánicos sobre el lienzo:

    Estudios de compuestos inorgánicos.
    - Reacción positiva para Fe y Ca en todas las muestras estudiadas (se ha propuesto que el Fe y el Ca se unieron covalentemente a la celulosa del lino, durante el proceso de la fabricación del lienzo).
    - No se detecta Mn, Mg, Ag, Co, Ni, Al, As, Sn, Pb. Entre las partículas negras, ocasionalmente se encuentra Ag.
    - La reacción resulta muy positiva para el Fe2O3 (principalmente en fibras alrededor de las manchas de agua en partículas birrefringentes). En menor cantidad se halla en el interior de las manchas de agua. Parece ser que el agua produjo una electroforesis (arrastre) del Fe2O3 hacia los bordes de dichas manchas. Por otro lado, al no existir trazas de Mn, Mg, Co..., se considera que el Fe2O3 hallado no se corresponde con hematíes sino Fe de origen hídrico.
    - En las partículas negras se detecta principalmente Fe 3 O 4 , quizás procedente de la reducción de Fe2O3 durante el incendio.
    - En una partícula roja encontrada en la parte no adhesiva del la tira adhesiva resultó positiva para HgS.
    - Se descarta la presencia de oropimente (As2S3 ), rejalgar (AsS), PbO, ... Ninguna de las partículas encontradas son solubles en álcalis, mientras que estas sustancias sí lo son.

    Estudios de compuestos orgánicos.
    Se realizaron numerosos ensayos analíticos para analizar la presencia de compuestos orgánicos (fenoles, riboflavinas, esteroides, indoles, ligninas...) en fibras extraídas de zonas de imagen, zonas de quemaduras ó zonas de control obteniéndose que, de todas las reacciones realizadas, sólo se detectaron grupos carboxilos y aldehídos (componentes carbonílicos propios de los sacáridos como la celulosa).
    La presencia de estos grupos se detectó en todas las muestras analizadas, pero resultaron más abundantes en las zonas de quemaduras, seguida de las zonas de imagen y en menor medida en zonas de control.
    Los resultados negativos del resto de grupos orgánicos no indican que no estuvieran esas sustancias en el pasado ya que podían haberse perdido con el tiempo por procesos químicos tales como oxidación, degradación, etc.

    La reacción para la lignina, que resulta positiva en linos modernos, en la Sábana, se ha perdido.

    Se realizaron ensayos
    · Biuret/Lowry,
    · Azul Comassie,
    · fluorescamina,
    · verde de bromocresol,
    · negro amida…
    · de determinación de proteínas con el fin de detectar mordientes o vehículos de pintura a base de estas macromoléculas.
    Los análisis mostraron la presencia de proteínas sólo en fibras de sangre.
    Algunos de los ensayos daban positivos falseados debido a la reacción cruzada con la celulosa o con componentes presentes en el lienzo (Fe y Ca).
    Otros, resultaron muy poco sensibles (azul de bromotimol).
    Sin embargo, los métodos de Biuret-Lowry o el de la fluorescamina resultaron positivos, sólo en áreas de sangre, indicando la presencia de proteínas, con una sensibilidad alta (incluso nanogramos).
    La técnica del verde de bromocresol, especifico para la detección de albúmina (proteína sérica) dio positivo sólo en partículas amarillo-naranja y en fibras cubiertas de líquido amarillo (lo que hacía sospechar la presencia de suero en esas zonas).
    El método de Jendrassik, específico de bilirrubina (proteína biliar producida por el hígado y que se halla en sangre cuando acontece un estado de fuerte estrés), también resultó positivo en las áreas de sangre.

    Como control negativo se realizaron los mismos ensayos previa digestión con proteasas (enzimas que destruyen las proteínas presentes en las muestras), y los test que antes daban positivo ahora resultaban negativos, corroborando la presencia de proteínas.

    De todo ello cabe CONCLUIR que:
    Los ensayos proteicos sólo resultan positivos para muestras de áreas de “sangre” y proximidades.
    Los ensayos resultan negativos para las partículas birrefringentes (naturaleza no hemática).
    El control negativo se realizó previa digestión con proteasas. Las proteasas no afectan ni a las fibras que contienen sólo imagen, ni a las partículas birrefringentes.
    Los ensayos apoyan la existencia de sangre y suero en las manchas de “sangre”.

    El hematólogo John Heller recibió en su laboratorio de USA un portaobjetos sobre el que se había fijado una tira adhesiva que previamente había sido aplicada a una zona de “sangre”.
    Héller pudo observar bajo su microscopio a 1.000X, el material adherido al adhesivo hallando en él cientos de fibrillas de lino, algunos contaminantes (como ya hemos comentado antes) y menos de una docena de fibras manchadas de “sangre”, “sangre” que penetraba en el grosor de las fibras. Además observó unos cristalitos marrones que, a su parecer, se correspondían con porfirina.
    Las porfirinas son metaloproteínas y pueden ser de 3 tipos:
    · grupos hemo (si el metal que tienen unido es hierro),
    · clorofilas (si el metal es magnesio) y
    · vitamina B12 (si es cobalto).
    En principio, la que habría en la Sábana sería del tipo hemo. Para detectar la presencia de porfirinas se usa la propiedad de estas sustancias de tener un máximo de absorción de luz a los 400-450 nm (banda de Soret), o lo que es lo mismo; si se iluminan las porfirinas con luz a 400-450 nm emiten fluorescencia roja.
    Por ello, se trataron las partículas correspondientes a la supuesta sangre con reactivos que desplazaban el metal (el hierro) unido a la porfirina, ya que el hierro puede provocar la aparición de un falso positivo. Luego, se iluminó con luz UV (400 nm) y se obtuvo fluorescencia roja, lo que confirmó la presencia de porfirina.
    Además, mediante esta técnica se trataba también de determinar la presencia específica de protoporfirina IX (la porfirina de la hemoglobina), lo cual no fue posible debido a la pequeña cantidad de muestra de la que disponían.

    También se intentó eliminar la coloración amarilla de las fibras que dan lugar a la imagen, mediante un elenco de reactivos químicos, no pudiendo eliminarse con agua, ácidos fuertes (HCl ó H2SO4 concentrado), bases fuertes (NH4 OH concentrado, 8NKOH), etanol, metanol, tolueno, tetracloruro de carbono, benceno, cloroformo, piridina, acetato de etilo, dimetilforamida, acetona, ciclohexano, dioxano, morfolina, éter, peróxido de hidrógeno, iodina.
    Sin embargo, se eliminó la coloración amarilla causante de la imagen mediante dihidrazina ó diimida (reductores fuertes).
    Esto apoya la hipótesis de que dicho amarilleamiento de las fibras de la imagen se produjo por un proceso de oxidación de la celulosa.

    Baima Bollone, científico del equipo italiano que también contó, al igual que el S.T.U.R.P., con la autorización para examinar la Síndone durante esos cinco días, extrajo unas fibras de la Síndone y realizó ensayos inmunológicos de detección del grupo sanguíneo. Los resultados indican que la sangre pertenece a un humano varón, de grupo sanguíneo AB


    5.- ESPECTROMETRÍA DE MASAS Y ESPECTROMETRÍA DE LASER-RAMAN.
    Esta técnica permite estudiar las moléculas que hay presentes en las muestras (fibras). Para ello se vaporizan las muestras provocando la liberación de sus iones y mediante un detector se realiza un espectro que indica los iones que constituyen a la molécula en función de sus cargas.
    No se detectaron materiales orgánicos extraños (colorantes, pigmentos, vehículos de pintura).
    No se detectan componentes nitrogenados (proteicos), áloe, mirra, grasas de secreciones de la piel, saponinas sobre las fibras del lienzo, ni diferencias significativas entre los productos de pirólisis de fibras de áreas control (zonas sin imagen, ni quemaduras ni sangre) y los de fibras de las áreas de imagen, lo cual indica que la imagen no es el resultado de una pintura, ni de una chamuscadura.

    Esos productos de pirólisis, sí están presentes en las zonas de las quemaduras del incendio del 1.532. La espectrometría de masas de fibras manchadas de sangre indicó la presencia de picos de hidroxiprolina (masa 131), el cual es un producto de la pirólisis de proteínas animales.


    6.- ESPECTROMETRÍA DE REFLECTANCIA INFRARROJA.
    Acceta y Baumgart usaron la técnica para determinar la reflectancia (o reflexión) de la luz infrarroja en diferentes áreas de la sábana tras ser iluminadas con un haz de luz procedente de un cuerpo negro (es decir, un cuerpo que calentado a una determinada temperatura produce luz a una longitud de onda muy específica. Así, si se calienta a 1200º K se emite luz de 1.150 nm).
    En el detector de la reflectancia, se pusieron filtros que dejaban pasar luz infrarroja en unos rangos comprendidos entre 3.000 a 5.000nm o entre 8.000 a 14.000 nm.
    La reflectancia queda representada en un espectro. En los espectros obtenidos de las diferentes áreas estudiadas se observa que:
    La imagen, las quemaduras y el lino (áreas control, es decir, sin imagen, ni sangre ni quemaduras) presentan similares espectros infrarrojos, lo cual parece indicar cierta homogeneidad química, es decir, la inexistencia de sustancias añadidas. Si las hubiera, los espectros serían diferentes puesto que cada tipo de materia se comporta de manera distinta a la hora de absorber y reflejar la luz.
    El algodón presenta un espectro similar al lino de la Síndone.
    La sangre de origen reciente muestra un espectro diferente al de la sangre de la Síndone.
    La poca reflectancia del lienzo (5-10%), la limitada sensibilidad del aparato y las fluctuaciones en la absorción atmosférica requerirían futuros análisis infrarrojos, limitaciones que reconocen los propios investigadores del S.T.U.R.P.


    7.- TERMOGRAFÍA.
    Consiste en iluminar la Sábana y fotografiar su emisión de la luz infrarroja. De lo que se desprende que:
    El lino (zona control) se observa negro (no emite luz infrarroja).
    La “sangre” se observa muy brillante.
    La imagen y las quemaduras tienen brillo intermedio.


    8.- ESPECTROMETRÍA DE REFLECTANCIA UV-VISIBLE.
    Gilbert obtuvo mediante esta técnica los espectros de reflectancia (luz reflejada) UV-visible (250-700 nm) tras iluminar la Sábana con una lámpara de xenón (Pellicori obtuvo similares resultados empleando un rango de longitud de onda de 400-700nm con una lámpara de tungsteno).
    Se estudiaron zonas con presencia de sangre, zonas con imagen, zonas con quemaduras y zonas de control, y de los espectros obtenidos se desprende que:
    La imagen no pudo ser realizada con hematites (Fe2O3), u otro pigmento conocido, pues el espectro de estas sustancias difiere del obtenido de la imagen.
    La reflectancia de la imagen y de las quemaduras es similar. Esto apoya la hipótesis de que las fibras de la imagen son amarillas por oxidación, deshidratación y conjugación de los grupos que constituyen la celulosa del lino. El color se debe a grupos carboxilos, carbonilos, radicales libres y dobles enlaces con distinto grado de conjugación.

    Heller y Alder aplicaron la técnica de microespectrofotometría de transmisión de la luz visible sobre las fibras con partículas marrones (“sangre”) presentes en el adhesivo aplicado sobre la Síndone de Turín. Todas esas fibras presentan un pico de absorción a 450 nm (banda de Soret) indicando la presencia de porfirina. Este pico también se pudo apreciar al aplicar la espectroscopía de reflexión (pudiéndose obtener espectros de absorción mediante la teoría de Kubelka-Monk) directamente sobre áreas de la Síndone con “sangre”.
    Estos datos apoyan el hecho de que las manchas de “sangre” son realmente sangre (meta-hemoglobina ácida).


    9.- FLUORESCENCIA DE RAYOS-X.
    Morris y colaboradores emplearon esta técnica basada en que al bombardear con rayos X un átomo, éstos chocan con los electrones que orbitan alrededor del núcleo del átomo, y vibran saltando a niveles orbitales superiores. Cuando los electrones decaen a sus niveles normales, liberan energía, en parte, en forma de fluorescencia.
    Con ella se buscaban pigmentos (metales pesados de número atómico >16). Esta técnica no detecta tintes o mordientes (sustancias usadas para fijar los colorantes al lienzo) de bajo número atómico. El estudio se realizó sobre distintas zonas del lienzo.

    De este estudio se desprende que:
    Como se muestra en el espectro nº 9 (zona de la nariz), la técnica tiene poca sensibilidad.
    Los espectros obtenidos son similares en todas las áreas de imagen analizadas.
    No se observan diferencias significativas de densidad entre las zonas de imagen y no imagen (lo que apoya el hecho de la no existencia de pintura).
    Hay cantidades grandes y fijas de Ca y Sr en todos los puntos analizados.
    Hay grandes cantidades de Fe (como por ejemplo en el espectro 23 correspondiente a la herida del costado) en las manchas de sangre, similares a las obtenidas con manchas de sangre completa (controles). Si nos fijamos en la cantidad de hierro en las zonas de la 1 (sangre del pie) a la 7 (zona control), ésta va disminuyendo a media que nos alejamos de la sangre.


    10.- FLUORESCENCIA FOTOELÉCTRICA.
    Esta técnica permite determinar la presencia de aminoácidos aromáticos de proteínas como colágeno (gelatina de cola de ratones y gelatina de emulsión fotográfica que emiten fluorescencia) y otros compuestos fluorescentes, empleados como vehículos de pinturas.
    Para ello, se ilumina la sábana con luz UV y se obtienen espectros de fluorescencia de distintas zonas de la misma.
    Se pudo comprobar que:
    Las áreas control emiten fluorescencia (aunque débil) con un máximo a 435 nm. (El papel Whatman 42 (celulosa pura), usado como control, produce un pico sólo 0,28 veces mayor que el lienzo).
    La imagen y las quemaduras presentan similar espectro. Ambas emiten muy poca fluorescencia (algo menos las quemaduras que la imagen) y parecen atenuar la fluorescencia del área control.
    La sangre emite aún menos fluorescencia.

    De estos resultados se desprende que si se usó un vehículo fue sin colágeno o sin cualquier otra sustancia fluorescente.

    En todos los casos, los diferentes espectros se comparan con el espectro obtenido al analizar áreas control (sin imagen, ni quemaduras, ni sangre) representado en las gráficas, como una línea discontinua.


    11.- FLUORESCENCIA FOTOGRÁFICA.
    Miller y Pellicori iluminaron la Síndone con luz UV (Figs. 29 y 30a) y fotografiaron la fluorescencia que ésta emite.
    Se obtuvieron los siguientes resultados:
    El lienzo (áreas control) por sí mismo emite fluorescencia.
    La imagen se ve por el resultado de la fluorescencia de fondo, pues la imagen en sí misma no emite fluorescencia.
    Las quemaduras de 1.532 emiten fluorescencia marrón-rojiza (lo cual indica una naturaleza diferente a la imagen, descartando que la imagen se trate de una quemadura). Además, tal y como se ha comprobado en el laboratorio, las quemaduras del lienzo se realizaron en un ambiente pobre en oxígeno (la Síndone se hallaba en el interior de una urna de plata durante el incendio de 1.532), pues las quemaduras producidas en presencia de oxígeno emitirían fluorescencia amarillo-verdosa.
    En algunas manchas de “sangre” (herida del costado, herida de la muñeca, herida del pie derecho dorsal) se rodea de márgenes fluorescentes. De estas zonas no hay micrografías, espectro de reflectancia ni cuantificación de la fluorescencia, por ser posteriores estos estudios.

    A la vista de estos resultados hubiera sido importante realizar esas pruebas, pero el S.T.U.R.P. ya no disponía de tiempo para ello.
    Miller y Pellicori interpretaron que esos márgenes fluorescentes podrían deberse a la presencia de suero, el cual retardaría las reacciones de formación de la imagen. Los márgenes de otras heridas analizadas (sangre que cruza la espalda o sangre del pie izquierdo dorsal) no emiten fluorescencia.

    De lo que se puede deducir que si se usó un vehículo fue sin colágeno, clara de huevo, gelatina (los comúnmente empleados en el S. XIV y que contienen en su estructura aminoácidos aromáticos fluorescentes) o cualquier otra sustancia fluorescente.


    12.- PRUEBAS RADIOGRÁFICAS (BAJA ENERGÍA).
    La Sábana fue radiografiada por Mottern y colaboradores con el objetivo de buscar pigmentos (metales pesados). La sensibilidad del aparato era del 5%.

    De este estudio se desprende que:
    Se buscaban pigmentos (metales pesados). Sensibilidad del 5%.
    La densidad entre las zonas de imagen, de sangre y las zonas control es similar.
    La sangre no tiene alta densidad (no hay metales pesados, algunos de los cuales podían ser usados como tintes en la antigüedad).
    Las manchas de agua tienen una mayor densidad.
    Se observan las irregularidades del lienzo.
    Existe continuidad entre el fragmento que recorre la Síndone lateralmente (en el borde superior, según la forma de exposición ordinaria) y la parte principal del lienzo (lo cual también es confirmado microscópicamente por Barrie Schwortz).


    13.- OBSERVACIÓN DEL REVERSO DE LA TELA (el equipo italiano).
    Junto al S.T.U.R.P. trabajó también un equipo de científicos italianos que de forma independiente llevaron a cabo otra serie de pruebas.
    Giovanni Ricci, uno de los miembros de este equipo, procedió a estudiar el reverso (la parte no visible) de la Síndone. Para ello, una monja Clarisa separó, por un lateral, la Síndone de la tela de refuerzo (conocida como “tela de Holanda”) que cosieron las monjas Clarisas en el año 1.534, dos años después del famoso incendio de 1.532.
    Este hecho llevó a la interesante observación de que el reverso o parte oculta, al estar más protegido del aire, tiene un color más blanco que la superficie visible. Ello instaba a tomar medidas urgentes para evitar que con el tiempo el contraste de la imagen disminuyese, por lo que éste fue el preludio del establecimiento de las condiciones especiales de conservación a las que está sometida la reliquia desde el 2.002.
    También se observó que al contrario de lo que ocurre con la imagen, la sangre difunde por las fibras, empapándola como lo hace cualquier líquido, y por lo tanto atraviesa el espesor del lienzo pudiéndose observar ésta también por el reverso.

    Además, Ricci empleó una aspiradora especial con la que se recogió material que había entre el reverso de la Síndone y la tela de Holanda. Los materiales aspirados fueron estudiados por microscopía electrónica de transmisión, observándose polen, esporas, partes de insectos, etc.


    C.- CONCLUSIONES DEL S.T.U.R.P.:
    Tras analizar todos los resultados, el equipo S.T.U.R.P. formuló las siguientes conclusiones que transcribo literalmente:
    1.- No se han encontrado sobre las fibrillas pigmentos, pinturas o colorantes.
    2.- Se excluye la posibilidad de la pintura como método de formación de la imagen a la vista de los resultados obtenidos de los ensayos microquímicos, de rayos X y de fluorescencia, realizados sobre las fibras. También confirman este resultado los estudios con UV e infrarrojos.
    3.- El aumento computerizado de la imagen y el estudio con un analizador de imágenes( el VP-8), muestra que la imagen es única y tiene en ella codificada información 3D.
    4.- Los estudios microquímicos no han evidenciado la presencia de especias, aceites o cualquier otro producto bioquímico que se sepa sea producido por un cuerpo vivo o muerto.
    5.- Es evidente que ha habido un contacto directo de la Sábana con un cuerpo (humano y varón), lo cual explica ciertas características tales como las marcas de las heridas y la sangre.
    6.- Sin embargo, mientras este tipo de contacto puede explicar las características del torso, es totalmente incapaz de explicar la alta resolución de la imagen de la cara, tal y como ha sido ampliamente demostrado por la fotografía.
    7.- El problema básico, desde un punto de vista científico, es que algunas explicaciones químicas son excluidas desde el punto de vista de la física y viceversa.
    8.- Para que una explicación sobre la formación de la imagen sea adecuada, ésta debe cumplir la condición de ser congruente -desde el punto de vista físico, químico, biológico y médico- con las características de la imagen. Actualmente, no se ha obtenido una explicación que cumpla esta condición, a pesar de los mejores esfuerzos de los miembros del S.T.U.R.P.
    9.- Los experimentos físicos y químicos con linos antiguos no han podido reproducir adecuadamente el fenómeno presentado en la Síndone.
    10.- El consenso científico es considerar que la imagen se produjo por oxidación, deshidratación y conjugación de los polisacáridos que constituyen las microfibrillas del lino. Tales cambios pueden ser provocados en el laboratorio por ciertos procesos químicos y físicos.
    Un cambio similar en el lino puede ser producido por ácido sulfúrico o calor; sin embargo, no se conocen métodos químicos o físicos que puedan explicar la totalidad de la imagen.
    Tampoco puede explicar la imagen, de forma adecuada, ninguna combinación de circunstancias físicas, químicas, biológicas o médicas.
    11.- La respuesta a la cuestión de cómo se ha formado la imagen o qué la produjo continua siendo, ahora como en el pasado, un misterio.
    12.- Concluimos que la imagen de la Sábana es realmente la de un humano varón castigado y crucificado. No es producto de un artista. La sangre contiene hemoglobina y el suero da positivo para la albúmina.
    La formación de la imagen sigue siendo un misterio y hasta que se realicen estudios químicos posteriores por científicos de este grupo, (S.T.U.R.P.) o por otro, el problema permanece sin resolver.


    Bibliografía específica de las publicaciones científicas del STURP.
    - Accetta, J.S. - J.S. Baumgart - Infrared Reflectance Spectroscopy and Thermographic Investigations of the Shroud of Turin - Applied Optics, Vol. 19, No. 12, June 15, 1980, pp. 1921-1929.

    - Bollone, P.B. -M. Jorio - A.L. Massaro - La dimostrazione della presenza di tracce di sangue umano sulla sindone – Sindon, Diciembre, 1981.

    - Bucklin, R.- The legal and medical aspects of the trial and death of Christ – Medicine, Science, and the Law 10, 1970, pp. 14-26.

    - Gilbert R., Jr. - M.M. Gilbert - Ultraviolet-Visible Reflectance and Fluorescence Spectra of the Shroud of Turin - Applied Optics, Vol. 19, No. 12, June 15, 1980, pp. 1930-1936.

    - Heller, J.H. - A.D. Adler - A Chemical Investigation of the Shroud of Turin – Canadian Society of Forensic Sciences Journal, Vol. 14, No. 3, 1981, pp. 81-103.

    - Heller, J.H. - A.D. Adler - Blood on the Shroud of Turin - Applied Optics, Vol. 19, No. 16, August 15, 1980, pp. 2742-2744.

    - Jumper, E.J. - R.W. Mottern - Scientific Investigation of the Shroud of Turin – Applied Optics, Vol. 19, No. 12, June15, 1980, pp. 1909-1912.

    - Miller, V.D. - S.F. Pellicori - Ultraviolet Fluorescence Photography of the Shroud of Turin - Journal of Biological Photography, Vol. 49, No. 3, July 1981, pp. 71-85.

    - Morris, R.A. - L.A. Schwalbe - J.R. London - X-Ray Fluorescence Investigation of the Shroud of Turin - X-ray Spectrometry, Vol. 9, No. 2, April 1980, pp. 40-47

    - Mottern, R.W. - R.J. London - R.A. Morris - Radiographic Examination of the Shroud of Turin - A Preliminary Report

    - Materials Evaluation, Vol. 38, No. 12, Dec. 1980, pp. 39-44.

    - Pellicori, S. - M.S. Evans - The Shroud of Turin Through the Microscope - Archaeology 34, January/February 1981, pp. 34-43.

    - Pellicori, S.F. - Spectral Properties of the Shroud of Turin - Applied Optics Vol. 19, No. 12, June 15,1980, pp. 1913-1920.

    - Pellicori, S.F. – Chandos R.A. Portable Unit Permits UV/vis Study of “Shroud”. Industrial Research & Development, Feb, 1981, 186-189.

    - Schwalbe, L.A. - R.N. Rogers - Physics and Chemistry of the Shroud of Turin, A Summary of the 1978 Investigation - Analytica Chimica Acta, Vol. 135, 1982, pp. 3-49.

    - Stevenson, K. (Ed.) Proceedings of the 1977 United States Conference of Research on the Shroud of Turin, Holy Shroud Guild, 294, East 150 St Bronx, NY 10451, 1977.
    Última edición por donjaime; 02/04/2018 a las 18:59

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