EN OCASIONES, UN TRAIDOR, ES UN PATRIOTA
La detención del espía traidor –según terminología empleada por El País-, ha vuelto a enzarzar a las dos sectas mayoritarias en un intento por arañar votos y escaquear responsabilidades políticas. Lo de siempre. Por lo leído en la prensa, el susodicho agente doble –picoleto para más deshonra de un cuerpo ya de por sí deshonrado-, largaba a los rusos a cambio de plata, es decir, que no había nada personal, todo puro negocio. Pero como en estas cosas de Estado, al ciudadano se le mantiene en el limbo de la desinformación -no sea que cunda el ejemplo y más de uno pague la hipoteca vendiendo información a los congoleños-, es mejor remitirse a los hechos.
Lo que es evidente, es que los rusos -heridos en el sentimiento patrio después de tanto descalabro nacional-, ya no se conforman con reclamar el Polo Norte, si no, que además, siguen metiendo las narices allí donde tienen ocasión, porque esto del espionaje les pone. Habrá que estar al loro, porque no hay que descartar que en un par de años, además de blanquear el dinero procedente del los más repugnantes negocios habidos y por haber, planten la bandera en los Monegros, y si te he visto no me acuerdo y tenemos otro Gibraltar por la cara.
Personalmente, si en algún momento de mi vida, me llegara información comprometida para la actual corona, el sistema cleptocrático de partidos, La Caixa, los sindicatos amarillos, la patronal del ladrillo, los Mossos d’Esquadra, la OTAN y demás instituciones del actual sistema político, económico o social, y con mi “traición” pusiera en grave peligro cualquiera de estas instituciones -y otras muchas que me dejo en el tintero-, hasta el punto de hacerlas estallar en mil pedazos, no tengáis la menor duda que la vendería, es más, se la regalaría hasta el mismísimo diablo. Y no creáis que me trago ese cuento de que, los enemigos de mis enemigos, son mis amigos. Ni mucho menos. Pero el sistema ha de ser golpeado una y otra vez, sin tregua ni desaliento. Por ello considero, que en algunas ocasiones, y cuando el objetivo final es el bien común -porque los caminos del Señor son infinitos-, un traidor, es un patriota.
Además, el ex agente del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), Roberto Flórez García, no ha hecho nada que cientos de funcionarios, políticos de todo pelaje y condición, banqueros, militares europeístas, derrotistas crónicos, intelectuales de salón, periodistas, "artistas" blasfemos subvencionados, empresarios sin escrúpulos, carniceros abortistas, padres de la Constitución y deportistas empadronados en paraísos fiscales, no hubieran hecho ya: traicionar a la Patria en sus infinitas y cotidianas traiciones.
Arnau Jara
El traidor
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