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Por Jorge Zamora E.
Si Stalin estuviese vivo (gracias a la Providencia, él ya fue al encuentro de Nuestro Señor, para su juicio particular) hoy estaría envidioso de los avances de su camarada venezolano, Hugo Chávez. En efecto, Chávez logró sumergir a su nación en una vorágine socializante que lleva a Venezuela a un camino sin retorno rumbo al autoproclamado “socialismo del siglo XXI”, bajo la mirada serena de los optimistas de siempre. Me refiero a los optimistas que insisten, contra toda evidencia, en sostener que el comunismo murió y que Chávez es un inofensivo demagogo que gusta de llamar la atención de la prensa diciendo palabrotas. Frente a esta noticia ¿qué podrán argumentar los optimistas de siempre?
La “educación” socialista de las nuevas generaciones
¿Cómo podría Chávez perpetuar la escalada socializante estaliniana en Venezuela, sino es con un profunda arremetida en la educación de las nuevas generaciones, en las que se venera al camarada “Che Guevara”, a Chávez y a su mentor, el masón Bolívar? En efecto, en la noticia publicada en El Mercurio el día 22 de Noviembre, señala el diario:
“En el corazón del barrio 23 de Enero, uno de los más peligrosos de Caracas, tras un mural que reza "¡No al Imperialismo!" y una imagen del "Che", se alza un conjunto de edificios de un piso que albergan una escuela bolivariana.
(…) Resulta difícil imaginar que este sencillo lugar, rodeado de bloques de departamentos y precarias casas de ladrillo, es la punta de lanza de la revolución socialista del siglo XXI del Presidente Hugo Chávez.
“…este centro educativo inaugurado en 2001, fue uno de los primeros centros de primaria bolivarianos creados por el gobierno y que hoy representan casi la mitad del total en el país.”
Imagine el lector cuáles podrían ser los efectos en la formación de un pequeño que recibe, desde sus primeros pasos en la educación, una inyección de adoctrinamiento chavista-estaliniano y luego proyecte el ejercicio a escala nacional: es, definitivamente, una catástrofe para la Venezuela católica, cristiana y tradicional.
Es natural pensar: “no podría ser peor”. Sin embargo, sí podría serlo, observe:
“Esta escuela -situada junto a un centro cultural administrado por asesores cubanos y una plaza dedicada al líder de las FARC, Manuel Marulanda- imparte clases a unos 200 niños de 6 a 13 años.
‘Enseñamos los 10 años de Chávez como hechos históricos. Hacemos hincapié, eso sí, en la vida de Bolívar, porque sus pensamientos todavía están vigentes y son un punto de unión para Latinoamérica’, afirma el responsable pedagógico, Monaldo Griseño.”
No es necesario hacer una investigación científica exhaustiva, tan del gusto de los escépticos, para poder afirmar con propiedad que presenciamos una maquinaria de propaganda revolucionaria, instalada en la educación básica del pueblo venezolano. Las consecuencias trágicamente demoledoras, sólo se conocerán con el paso de los años, con la revolución estalinista ya enquistada en la sociedad. Salvo, que veamos nacer en la Venezuela tradicional, una caballeresca reacción de los católicos y conservadores que por fin los libere de la tiranía comunista a la que se ven sometidos. Reacción hidalga, reacción legítima, reacción católica, reacción enérgica para liberar a su país del tirano comunista.
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