Revista FUERZA NUEVA, nº 119, 19-4-1969
DEL MORABITO DE SIDI IFNI A UNA GRAN CIUDAD
“DE UNA NADA, ESPAÑA REGALA UN TODO”
El gran señor de Canarias
Hace 493 años que el gran Señor de Canarias, D. Diego García de la Herrera, puso pie en aquel territorio agreste, inhóspito, salvaje. Concretamente en el año 1476, tan llevado y traído por historiadores, cronistas y periodistas contemporáneos.
Los Reyes Católicos con su gran intuición política, vislumbraron la necesidad de tener una avanzada en territorio africano que salvaguardarse a las Islas Afortunadas de razias y asaltos procedentes de Berbería, y paralelamente, disponer de una base pesquera en aquellas aguas que forman parte del rico banco pesquero sahariano.
Y allá se lanzó el caballero de la Herrera, fundando el fortín-factoría que bautizó con el nombre de Santa Cruz del Mar Pequeña, en lugar donde “no hay poblados ni gentes, y donde las tierras no son de persona alguna”.
Pero he aquí, que el flujo y reflujo de la política hispana por un lado, y las apetencias internacionales nada dignas, por otros, dejan sin verdadera efectividad y sí como símbolo, la Cédula que la Reina Isabel concede en 1505 al Gobernador de Canarias “para atender a los asuntos de Berbería desde la Torre de Santa Cruz…”.
Fue Suárez de Valenzuela, enviado de los Reyes Católicos, quien hizo esta tarea en un país que no era de nadie, y donde los escasos habitantes, nómadas en su mayoría, libres por excelencia en tierras sin límites definidos, firman en la alcazaba de Tagaós un tratado en que los nativos se reconocen de manera voluntaria (nadie les habló entonces de protección en vidas ni hacienda, ni del mejor vivir en sus míseras existencias), vasallos de la Corona de Castilla. Ellos, los “boamaranis”, jamás supieron del Sultán existente más allá de las montañas, ni de Marruecos (especie de palabreja sacada de la manga por el colonialismo francés) porque allí, a las orillas escarpadas del Atlántico en la zona en que residían, nunca llegó ni la magnanimidad dadivosa, ni la autoridad del “Mazjen”, que no había llegado en el siglo XV, ni ha llegado en el XX.
Marruecos ha ignorado siempre a estas gentes, por la sencilla razón, que no convence, de lo apartado y costoso; aunque lo intentó en torpe maniobra en 1957, tiñendo de sangre una tierra donde jamás se derramó, al pretender por sorpresa ocupar Sidi Ifni por el llamado “yis” o Ejército de Liberación, “grupos incontrolados”, según Rabat, después del fracaso, pero sin convencer el argumento a nadie en el mundo y menos a los que vivimos aquellos amargos días tanto en el Sáhara como en Ifni. Pero “aquello” pasó. Hemos perdonado, pero no olvidado…
El coronel Capaz, 1934
Después de más de cuatro siglos y medio de forcejeos, de intrigas, de tratados, de mil zarandajas absurdas e inoperantes, donde por un lado la política colonial española se orienta hacia América, dejando al virgen y cercano continente africano; y, por otro, ya en los siglos XVIII, XIX y hasta el XX, la atrofia hispánica en cuanto a política se refiere, el juego de partidos parlamentarios en busca de lucro personal; falta de miras nacionales; covachuelismo anquilosado, burocracia centralizada; los gateadores hacia prebendas y canonjías, la subordinación a las logias; surge, vuelve a a surgir, la aletargada chispa de la inmortal España.
Fue Francia la que aceleró la ocupación de lo que era nuestro desde hacía cientos de años. Francia, solapadamente, se opuso a que España prosperase en el continente negro. Francia siempre se encontró con gobiernos débiles dispuestos a la fácil cesión, a la entrega sin réplica de cuanto pretendió en materia africanista. De esto sabemos “algo”, más que “algo”, pero “agua pasada no mueve molino”, y sí es lo cierto que en aquella ocasión, la clara visión de un gran africanista (antes lo intentó el insuperable hombre del desierto, Teniente Coronel Bens en plena dictadura de Primo de Rivera) el que fue último adelantado de España, inmolado por las turbas republicano-comunistas, don Osvaldo Fernando de la Caridad Capaz y Montes, ¡el Coronel Capaz!, emprende la tarea de la ocupación de Ifni ante el inminente peligro de que nuestra vecina nación del otro lado de los Pirineos se adueñe del territorio. Capaz fue el último Gran Adelantado de España en el siglo XX.
“Salam-Alicum” (Dios te guarde)
La fama de Capaz ya había llegado a los nada sedentarios habitantes de aquella intrincada región del Anti-Atlas. La “jabara” (noticia) había corrido con la increíble celeridad que concurre en los hombres del Sáhara o entre las tribus selváticas. Ya se sabía que llegaba un “gran Askari” (un gran soldado)
Desde la cumbre del Bu-Laalan (298 m.), a cuyos pies se tiende hoy la bella ciudad de Sidi Ifni, y desde los atalayones pétreos que defienden el país de la continua ofensiva del mar contra la tierra, los “boamaranis” de origen berebere de la región (nunca marroquíes, independientes por temperamento y voluntad entre unos breñales donde no impera más ley que la de la fuerza) otean el horizonte marino por donde el “hombre de Dios” ha de llegar. Y un día, el 6 de abril de 1934, se oye entre los riscos milenarios el monosílabo árabe de “¡Chuf, chuf!” (¡mira, mira!) que lanza los vigías al contemplar cómo entre la bruma del incipiente amanecer, dos barcos con bandera española se balancean a poca distancia de la costa. Son el cañonero “Dato”, el heroico “Dato” del convoy de la victoria en agosto de 1936, y el transporte militar “España, núm. 5”.
Y hacia la playa se deslizan desde las alturas un puñado de nativos no muy superior al ciento- Y del carabo salta un hombre con uniforme militar seguido de otro y de un marinero. Son el Coronel Capaz, el Teniente Lorenzy su ayudante, y el Cabo señalero del “Dato”.
“Salam alicum” (Dios te guarde), le dicen los que esperan. “Alicun salam” (que Él os guarde) contestan los que llegan…
El primer paso para izar nuestra bandera está dado.
“Sel la-bel-la uaggil” (cesta sin grano)
“Chau-chaus” iniciales. Hidalga acogida entre sorbo de leche agria y bocado de cordero. Deliberación de la “Yemaa” (reunión de notables), la siempre original y sentenciosa “yemaa” con un senequismo inigualable apreciado por cuantos a ellas, pasados los años, hemos asistido tanto en Ifni con el desierto; y de la que sale un ¡SI! unánime hacia la causa de España. Y los colores nacionales se destacan jugueteando al beso de los “alisios” con la enseña en los pedregales solamente, en silencio, medio blanquea el morabito mal conservado, entonces, de Sidi-Ifni (Señor de Ifni).
Todo ha sido sin lucha. Convenciendo en jornadas de paz…
Y se empieza a escribir para que toda España y el mundo sepa de la buena nueva. Y al igual que lo hiciese el gran explorador ecuatorial, el insigne alavés D. Manuel de Iradier, de sus primeras impresiones sobre Guinea, y el Capitán de Ingenieros, Sr. Bonelli sobre el Sáhara, Eduardo Maldonado, que formó parte del equipo de toma de posesión de Ifni, escribe entre otras cosas curiosas en documentadas y justas apreciaciones:
“Desolado aspecto tenía aquel nuevo retoño español. ¡Qué pobreza integral la de todo cuanto nos rodeaba!... Aquellos caballos que compramos al fiado, apenas podían aguantar el sostenido galope de un jinete robusto. Aquellos indígenas hambrientos, a los cuales un coruscante chusco de horno de campaña producía empacho… A los tres meses funcionaba con tal normalidad como si se tratase de unas “cabilas” del Norte. De Canarias comenzó a llegar de todo y a precios de ofensiva económica, porque el país era pobrísimo… Era nuestro, pero sin contenido económico. Como se dice en el país “SEL LA-BEL-LA UAGGIL” (que traducido puede decir: “un cesto, pero sin grano”). Pero ahí está nuestra obra…”
Gran ciudad en pequeño territorio
Estoy seguro que ni el propio Capaz llegaría a imaginarse donde alcanzaría la obra que iniciaba en aquel 6 de abril de 1934; porque de la nada, como dice Maldonado, ha surgido un todo.
No cabe duda que fue después de nuestro Alzamiento, cuando tanto el Sáhara como Ifni tomaron rango de señorío y personalidad en esencia y potencia. Y no es menos cierto que la Dirección General de Plazas y Provincias Africanas, de la Presidencia del Gobierno, dio efectividad a los proyectos planteados, impulsados sin regateos por el ilustre africanista, recién fallecido (1969), general Díaz de Villegas, y un equipo de hombres que, apartados a miles de kilómetros de la Península, han convertido en axioma lo que era un mito, porque Ifni es: “Una verdad evidente por sí misma, que no precisa demostración”.
A los pies del Bu-laalan, en la franja costera más benigna, entre el pétreo acantilado se eleva el blanco caserío, largo, aprovechando el relativo llano terreno, chato en una acertada arquitectura que armoniza con las edificaciones del país, coronadas por amplias terrazas que recuerdan la necesidad de vivienda y defensa de los primitivos habitantes. Un conglomerado urbano que está enmarcado por las coordenadas geográficas 29° 20’ de latitud N. y 10° de Longitud O. (…)
Su configuración orográfica es irregular, muy quebrada, eminentemente montañosa en las estribaciones del Anti Atlas, registrándose en los dos macizos montañosos que se orientan de N. a S., las elevaciones máximas de Yebel Mu Mesquidan con 1.250 m., y la del Yebel Tual con 1.200 m.
La hidrografía podemos tenerla como inexistente pues los “uad” que cortan el pequeño territorio de E. a O. son torrentes sin caudal con lecho arenoso o pedregoso: el Uad Assaka y Uad Ifni.
Sidi-Ifni es una modernísima ciudad, que puede competir con cualquiera de las que blasonan de “súper” en toda la costa occidental del continente negro, es decir, desde nuestra antigua Arcila en Marruecos, hasta la Ciudad de El Cabo, en la Unión Sudafricana.
Lo que vamos a regalar, no a “restituir”
Gran sorpresa me ha causado leer algunas informaciones en la prensa nacional, en las que se habla de “restituir” a Marruecos… ¡No!, ¡no!, restituir es “restablecer una cosa en su estado anterior”, y… ¿acaso lo volvemos a su primitivismo? Restituir es volver una cosa a quien la tenía antes”, y… ¿fue por ventura Marruecos la propietaria de ella? ¿DE MARRUECOS, LA CIUDAD DE SIDI IFNI…? Y con ella, algo a lo que nunca pudieron llegar.
Desde el mirador sobre el Atlántico en el que me encuentro, en la parte posterior de la Misión Católica, bella, esbelta, dominando su truncado campanario a las edificaciones que componen la atractiva, acogedora y al mismo tiempo inmensa Plaza de España; paso revista “in mente”, en balance aproximado a lo que dejamos después de 35 años de constante inversión, vela y preocupaciones.
Unos cuantos cientos de seres, famélicos y mal avenidos, componían la población primitiva (1934). Hoy (1969), Sidi Ifni cuenta con unos 16.000, de los cuales pueden ser hasta 10.000 europeos y el resto nativos.
De unas casas, más parecidas a las “parideras” castellanas que a “refugio” de buenos creyentes, una media docena; hoy se levantan a un lado y otro del río, miles de ellas en condiciones de habitabilidad propia del siglo XX, pues en el núcleo urbano se habían construido y entregado, solamente en 1966, hasta 483, con un valor en pesetas de dieciocho millones.
A la vela usada por el equipo de capaz en la noche, o al trapo impregnado de grasa del nativo, los reemplazó una central eléctrica con una producción de energía de 1.841.170 kv/h.
Al cajón sanitario que portaba el Teniente “Tebit” (médico), le fue sucediendo paulatinamente una escalonada organización que ha llegado a un Hospital con 170 camas y un Dispensario Urbano, los cuales son atendidos por diez facultativos europeos, trece auxiliares europeos, doce africanos y dieciséis religiosas; más diez subalternos europeos y 45 africanos.
Si recordamos a los escurridos lomos de los caballos que nos cuenta Maldonado, a los dromedarios escasos y de poca giba y al puñado de “cortipatas” cabras, grandes aficionadas a los correajes de cuero de los soldados expedicionarios a causa de la falta de pienso, veremos que el cambio sufrido desde 1934 hasta la fecha es “fabuloso”, ya que se cuentan con 18.000 cabras, 75.000 ovejas, 4.500 caballos (…).
A la llegada de Capaz, sólo existía una “fábrica” de hacer adobes, es decir, las manos del nativo amasando paja estiércol y barro; esa era toda la industria. Hoy: frigoríficos, fábrica de mosaicos, de gaseosas, de lejía, de mantecados, varias sastrerías europeas más las nativas, fontanerías, horno de ladrillos, talleres mecánicos (…) y sobre agricultura no hay que hacer comentario, ya que hay cultivadas en el territorio 30.500 hectáreas donde se recolectan cebada, trigo y maíz.
En el orden pedagógico, he aquí los resultados obtenidos: Enseñanza primaria con ocho escuelas, cuatro de niños y cuatro de niñas, donde se educan europeos y musulmanes sin discriminación alguna, servidas aquéllas por doce maestros y dieciocho maestras, más un profesor de religión islámica. Además existen dos colegios de religiosas, uno para chicos y otro para chicas a los que acuden, caso curioso, alumnos de religión islámica.
Para la Segunda Enseñanza cuenta Ifni con un instituto con 24 profesores; y la escuela laboral “Carrero Blanco”. En difusión cultural se dispone de bibliotecas, dos cines-teatros, el semanario A. O. E. y la Emisora local. En el orden deportivo con dos campos de fútbol, dos de deportes y cuatro piscinas.
Y por último, para no hacer interminable la exposición de la positiva labor de España en aquel pedregal, hago constar que tampoco olvidó la preparación religiosa de unos y otros. Los católicos disponen de dos parroquias y un santuario. Los indígenas musulmanes de ciento ochenta y ocho mezquitas.
No quiero terminar esta numeración sin hacer voto para que los que van a recibir esta desinteresado ofrenda española conserven, pero de verdad, esa obra de ingeniería moderna que es el puerto aéreo, y el aeropuerto con rango de poder llegar a internacional…
Me retiro del solitario lugar que he elegido, sobre el Atlántico, para hacer estas notas, mientras la chiquillería del próximo Colegio se desbanda como gorriones desenjaulados, entre risas y saltos, por los bien conservados jardines de la Plaza.
¿Qué dicen los residentes?...
Nada. Estoicamente encajan el golpe. No hay gestos melodramáticos ni conversaciones que puedan empequeñecer el empaque y señorío de nuestra raza, pero en el fondo, no, no están conformes ninguno con la decisión gubernamental.
En los medios oficiales se continúa trabajando con el ritmo metódico y efectivo de siempre, como si en no muy lejana fecha no fuese a entregarse, a donarse mejor dicho, esta pequeña gran joya. La serenidad impera en todos los medios. Nadie manifiesta exteriormente la amargura de un mañana que irremediablemente tiene que llegar.
¡YO SIGO SIENDO ESPAÑOL!
(Un veterano “askari”)
Enjuto, delgado, de mirada penetrante y rostro curtido. Hombre paralelo a nuestros campesinos de besana parda y surco recto. Hombre al que una muleta le sirve de pierna derecha, y un cortísimo muñón que cuelga de su hombro izquierdo señala el lugar donde existió un brazo. Es viejo amigo. No vive en Ifni, él es saharaui, pero ha venido a recibir y traer “jabara” a parientes y amigos que aquí tiene. Él es Caballero Mutilado de Guerra por la Patria Absoluto de nuestra guerra de Liberación luchando en el favor de Ifni-Sáhara. “Yo sabía que estabas aquí “sidi”. Yo no quería verte porque mi corazón llora de pena, y tú y yo siempre hemos hablado de Dios y de “la España”, allí, en el desierto. Mis “barientes” y amigos también tienen “bena”. Ellos se irán al Sáhara, y con ellos sus mujeres y sus hijos; y muchos, muchos más. “Porque ellos no quieren “babela” (papela, documentación) que no sea de la “Esbaña”. Si “Mulana” (Dios) lo ordena, “missiano” (bueno). Pero ellos, todos, y yo somos “siembre” de la “Esbaña” del Dios Grande”.
No sé replicarle. Con un abrazo y la mano al pecho me despido de este español que sin volver la cabeza hacia donde me he quedado, pasea orgulloso su maltrecho cuerpo con la mirada en la bandera por la que luchó, y que ondea en las almenas más altas del palacio del Gobierno.
Un veterano militar, amigo de muchos años, me despide en el aeropuerto. Juntos hicimos las operaciones en el Sáhara. Juntos estábamos el día que se entregó Cabo Juby, Villa Bens o Tarfaya. Un simple apretón de manos es suficiente. Huelgan las palabras, solamente oigo, mientras desciendo la escalinata que conduce hasta la pista, este ligero comentario: “Sé que volverás”.
Desde el avión, contemplo por última vez a Sidi Ifni. En la vertiente occidental del Bu Laalan, destaca el imponente emblema de la Legión tendido entre la enana vegetación, obra de los hombres de la heroica 13ª Bandera. A la derecha, el acuartelamiento de los bravos de Tiradores. Bajo nosotros, la playa donde un 6 de abril de 1934, el último Adelantado de España fue saludado cordialmente con un “salam alicum”.
Tras el timón de cola va quedando el caserío, que desde la altura asemeja a una inmensa cortijada andaluza. Allá queda, para quien quiera ver, saber y entender, el regalo que España hace a Marruecos. Lo único que en cambio pedimos es: ¡QUE SEPA CONSERVARLO!
Abril 1968
HABARA |
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