Acto de Quintillo. Sevilla, 1934
La señorita Pilar Campo Rey con el banderín del Requeté de Sevilla, en representación de la madrina señora Baronesa de Sangarren, y a su izquierda el general Díez de la Cortina.
La fiesta deportiva resultó agradabilísima para cuantos tuvieron la dicha de presenciarla. Incansables los requetés por demostrar sus aptitudes y disciplinados en su actuación, causando la admiración de propios y extraños.
Estaban representados en la fiesta los requetés de Huelva, Cádiz, Jerez, Sanlucar la Mayor, Puerto de Santa María, Orihuela, Murcia, Córdoba, Jaén y el de Madrid, que también envió una nutridísima representación de jóvenes.
La entrega de la Bandera. Un momento de gran emoción. La presencia del General Díez de la Cortina, es acogida por los requetés con un respetuoso saludo.
Al llegar cerca de donde evolucionaban los requetés el general del ejército carlista, señor Díez de la Cortina, los requetés hicieron un alto en sus ejercicios deportivos y saludaron, como cumplía su elevada categoría en la Comunión Tradicionalista, al anciano general.
Seguidamente, el padre Pereda bendijo la bandera que en sus manos mostraba orgullosa la señorita Pilar Campo Rey, madrina en el solemne acto del Requeté sevillano, en representación de la serenísima Baronesa de Sangarren; y mientras tocaba la banda del Requeté el Himno de Oriamendi, admirablemente ejecutado por los jóvenes profesores, dio lectura a unas cuartillas que dicen así:
“¡Boinas Rojas! Es piadosa costumbre en España la bendición de las banderas de los ejércitos antes de entrar en la batalla, desde que en el siglo xv mandó bendecirlas por primera vez el católico Rey de Castilla don Juan II.
Si toda bandera es como el retrato de la madre, la bandera bendecida es, además, atributo de la religión.
Esta que os entrego, en nombre de la ilustrísima señora Baronesa de Sangarren, que imposibilitada de venir, me ha honrado con su representación, lleva el sacrosanto signo de la Redención. Esta es la cruz que Iñigo Arista, el primer Rey católico de la Reconquista, vió refulgente en el cielo antes de un combate con la morisma, y alumbrado con sus resplandores peleó bravamente y triunfó.
Os entrego, por tanto, un símbolo de la Patria, bendecido por nuestra religión y que lleva en su más excelente lugar el signo augusto de la Cruz.
Pero mirad como la Cruz no se os presenta sola, sino que está rodeada de las tres flechas que la sostienen y la defienden. Son las flechas anagrama de don Fernando el Católico, y que representan: la primera, la unidad religiosa; la segunda la unidad nacional, y la tercera, la unidad de mando; o sea, la Monarquía , porque en España no se concibe la Cruz como no esté sostenida por el brazo fuerte de los Reyes que supieron poner su poder al servicio de Dios y su corazón al amor de sus súbditos.
No creais que en España puede sustentarse la Cruz Redentora de Jesucristo sobre las falsedades de las democracias republicanas. Cruz y flechas, que es como decir “Rey para Dios”.
En el anverso se os presenta el escudo de Sevilla, en el que tan hermosamente se hermanan la religión, representada por nuestros ilustres Prelados San Leandro y San Isidoro, y la monarquía representada por el Rey Santo. Pero también se hermanan estas dos representaciones con la lealtad de Sevilla a su legítimo Rey.
Veíase el Rey Alfonso X dejado de casi toda España, que se había puesto de parte del hijo rebelado, y sólo en Sevilla encontró los caballeros fieles y esforzados que defendieron sus derechos, que poco después él mandó respetar y acatar.
Emprended, boinas rojas sevillanos, la campaña de Sevilla leal a los Reyes de España, para bien de la Patria y gloria de Dios; la campaña de la restauración de la Monárquía católica.
Salga de aquí, guiado por esta enseña, el movimiento restaurador, para que mientras tantos niegan sus juramentos y se acomodan a los poderes tiránicos, el Requeté sevillano perpetúe para Sevilla su gloriosa divisa, y de ella siempre pueda decir el Rey el no me han dejado.”
Una atronadora ovación subrayó las últimas frases de la exquisita alocución, admirablemente expresada por la señorita de Campo Rey. La banda del Requeté apretó una vez más sus compases con el himno de las boinas rojas.
La contestación del Jefe de las fuerzas del Requeté
El jefe instructor de las fuerzas del requeté, contestó a la alocución de su madrina con el siguiente y respetuoso discurso:
“Hemos entendido, ilustre madrina de este Requeté, todo el significado de este bendito símbolo que nos habeis entregado, y medimos toda la responsabilidad que sobre nosotros habéis cargado al hacernos depositarios del mismo.
Sabemos, por tanto, que el acto de recibirlo envuelve toda la fuerza de un sagrado juramento, que prestamos ante Dios, mirando a la Patria y, como caballeros, poniéndolo en las manos de una ilustre madrina, representada aquí dignísimamente por una distinguida señorita, tan fervorosamente tradicionalista.
Es el juramento de fidelidad al rey, como instrumento adecuado para los designios del sagrado Corazón en España, como el único medio para salvar esa sociedad que se desmorona, como el único sostén eficaz de la Patria más gloriosa del mundo.
Esta Cruz triunfó en nuestras guerras, porque fueron nuestras guerras, como fué orientada toda nuestra historia, para la Gloria de Dios; y esa Cruz será la que triunfará en España, porque esta Comunión santa de los buenos españoles sólo quiere restaurar la Monarquía para servir a Dios, convencida como está, por la experiencia de un siglo, de que toda la democracia y todo el mecanismo liberal sólo puede sewrvir para lo que es medio: para perder a las almas con sus libertades y poner a los poderes públicos en frente de Dios.
Queden tranquilas nuestras ilustres madrina y su distinguida representante, que con nuestra gratitud reciben nuestra promesa más firme de que antes morir que servir a instituciones políticas liberales, enemigas de España y de Jesucristo; antes morir, con la honra, con que supieron morir tantos héroes de nuestras guerras. Nos juntamos en estas filas, prontos a acudir a la lucha cuando el momento llegue, para que delante de todos los estandartes leales vaya como el más leal y más fiel, este bendito guión de la victoria.
Morir no importa si esa Cruz, con los resplandores milagrosos que un Rey español viera en el cielo, alumbre nuestro aliento, que será con el nombre santo de Jesús, el nombre bendito de la Patria española.”
La entrega
La magnífica bandera que sobre raso blanco bordaron distinguidas señoritas de Guipúzcoa, fué puesta en manos del abanderado del Requeté sevillano. El momento resultó solemnísimo. Los requetés recibieron con la emoción que el caso requería la preciada enseña.
Recibido el Banderín por el Requeté, el Jefe Regional del Requeté de Andalucía Occidental, Comandante don Luis Redondo, contesta al discurso de la madrina.
Recibido el Banderín por el Requeté, el Jefe Regional del Requeté de Andalucía Occidental, Comandante don Luis Redondo, contesta al discurso de la madrina.
Quintillo – Blog de la Comunión Tradicionalista Carlista de Andalucia
Marcadores