
INCISO: Analicemos sólo dos de estas verdades:
Jesucristo Salvador y Redentor: Sólo Dios puede salvar (Is.43,3 y 12,2). Sólo el Hijo de Dios hecho Hombre nos salva y redime (Lc.19,12 - Jn.10,19 -Rom.5,12-19). Pero en la teoría pagana de la "re-encarnación" el hombre pretende por sí mismo llegar a la propia divinización, "purificándose" mediante técnicas y prácticas esotéricas. Es decir, el hombre que cree que va a re-encarnar pretende auto-redimirse, negándose así la única salvación posible: la que nos vino a traer Jesucristo, Salvador y Redentor de todos los seres humanos y de cada ser humano en particular (Lc.1,31 - Mt.1,21).
La Resurrección: Así como Jesucristo ya resucitó, nosotros también resucitaremos para vivir eternamente (Jn.6,40), no sin antes pasar por el Juicio (Jn.5,25-27):
"los que hicieron bien saldrán y resucitarán para la vida, pero los que obraron mal resucitarán para la condenación" (Jn.5,28-29).
Esa es nuestra esperanza; el saber que resucitaremos en cuerpo y alma gloriosos como Jesucristo ya resucitó, para disfrutar del Cielo que nos ha sido prometido, ese lugar inexplicable en términos humanos, pues "ni el ojo vio, ni el oído escuchó, ni el corazón humano imaginó lo que Dios tiene preparado para las que le aman" (1a.Cor.2,9).
Aparte de ser esta esperanza de nuestra futura inmortalidad en cuerpo y alma gloriosos resucitados por Jesucristo una verdad de nuestra fe cristiana, ¿no es además una esperanza mucho más deseable que la vana ilusión de morir para volver a "nacer" dentro de un cuerpo que no es el mío?
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