Entiendo "por aquella época" que se refiere usted a la inmediatamente después de terminada la Cruzada. Ciertamente, una vez finalizada la guerra, hubo muchas familias que se retiraron de la vida militante y se marcharon a sus casas (en una conferencia de hace unos pocos años D. Luis Infante decía que la Comunión se había reducido después de la guerra a una centésima parte de lo que era antes del Alzamiento). Pero lo que quiero decir es que la porción que quedó, por decirlo así, "activa" era toda ella javierista. Es decir, en las concentraciones públicas que podían hacer los legitimistas tradicionalistas (Quintillo, Villarreal de los Infantes, Begoña, Montserrat, etc...) no aclamaban como Abanderado o Cabeza Visible de la Tradición a Juan Battemberg, a Franco, a Carlos "VIII"... sino a Don Javier. Esto es así. Échele un vistazo a las publicaciones clandestinas de la época.Con todo el cariño y respeto Martín Ant, decir que "la voz" de la Comunión y la voz (habría que decir "voces", incesantes y muchas veces contradictorias), de la "tradición familiar de padres a hijos", que había en cada solar de cada familia carlista eran UNA, "sin ruptura o disociación" como afirmas; puede ser bonito pensarlo o imaginarlo, incluso romántico (me gusta la idea), pero es engañarse completa y totálmente sobre lo que fue la composición del carlismo de aquella época. Lo siento, pero yo sobre ésto hablo de primera mano, al ser en parte, de familia requeté.
No hubo "protestas" ni "algaradas ni revueltas" de los Requetés porque, como ya señalé, así lo quisieron Don Javier y Fal Conde y, por tanto, los combatientes legitimistas permanecieron en sus puestos de combate a las órdenes de sus mandos del Ejército, conforme a las instrucciones iniciales de Don Javier-Fal Conde en la antesala del Alzamiento y nunca modificadas en sentido contrario por éstos.Cuando "invitaron" a exiliarse a Fal Conde o don Javier, créeme, a casi nadie le importó demasiado, y ni hubo protestas unánimes, ni algaradas ni revueltas, quitando algún grito suelto y en RETAGUARDIA, supongo que por parte de "caballeros" que se ocupaban de la "gestión política" más que de la trinchera claro. El falangista y grandísimo escritor navarro García Serrano, que luchó codo a codo con los requetés, se ríe no poco de éstas cosas en alguna de sus obras, "Diccionario para un macuto" creo recordar.
Esto por lo que respecta al frente.
Por lo que respecta a la retaguardia, los primeros efectos de la constitución del Partido Único totalitario no se hicieron esperar: cierre de círculos, cierre e incautación de periódicos y prensa, detenciones por desobediencia a la imposición de los símbolos y la propaganda del Partido Único, cierre e incautación de sindicatos tradicionalistas, cierre e incautación de asociaciones juveniles, universitarias y femeninas tradicionalistas, etc..., etc... Comprenderá usted con qué "alegría" recibieron los javieristas de la retaguardia todas estas nuevas medidas que les iban imponiendo a la fuerza los nuevos lacayos del Partido Único (casi todos ellos, por cierto, y todo sea dicho, sin antecedentes falangistas de la Vieja Guardia; y por supuesto sin antecedentes tradicionalistas, aunque esto último no hacía falta ni decirlo). Estos "caballeros" del Partido Único que se ocupaban en la retaguardia de las "nobles" actividades antedichas son aquéllos de los que se quejaba, efectivamente, el gran falangista (éste sí de verdad) Don Rafael García Serrano.
Sí. Efectivamente. "Provenían de sitios de los más variopintos". ¿Y qué? Todos ellos se unieron a la Comunión en 1931 con la llegada de la República, poniéndose a las órdenes del Rey Jaime III (y no del Rey Alfonso Carlos, como equivocadamente afirman algunos pseudohistoriadores, equivocándose en la cronología de la efectiva incorporación a la Comunión de todos esos grupos políticos). A la muerte de Jaime III, se pusieron bajo el Rey Alfonso Carlos, y obedecieron las órdenes de Don Javier (como representante del Rey Legítimo) de movilización para el Alzamiento, y después siguieron reconociendo a Don Javier como la nueva Cabeza y Jefe de la Comunión tras la muerte de Don Alfonso Carlos y tras el término de la guerra (los que no se fueron a sus casas y siguieron en la Comunión militante, conforme a lo señalado anteriormente).Ten en cuenta, que los requetés de la época provenían de sitios de lo más variopintos, no hay que dejarse engañar: Desde la T.Y.R.E o "el Bloque" donde habían ido a parar algunos, hasta los "mellistas" del antiguo Partido Católico Tradicionalísta (grupo mayoritario con diferencia sobre los demás, y bastante alejado de cuestiones dinásticas), pasando por los "integrístas" (donde militaba mi familia) del más antiguo aún Partido Católico Nacional de Nocedal, los "praderístas" o los "jaimístas".
El caso del integrismo (ya que usted lo menciona por tocarle familiarmente de cerca) resulta, en este sentido, ejemplar en la figura de su Jefe Nacional, Don Juan de Olazábal y Ramery, el cual se incorporó a la Comunión rechazando toda posición de mando o superioridad, y solamente quiso entrar como legitimista "de base", sin menoscabo, eso sí, de su actividad militante y uso de sus mejores facultades para el servicio de la Causa. Posteriormente sería detenido por los rojos en San Sebastián poco después del Alzamiento y asesinado en Bilbao en enero del año siguiente.
Aquí toca usted cuestiones jurídico-legitimistas en las que no voy a entrar. Pero es importante señalar que no hacía falta que los legitimistas españoles le reconocieran, por aquella época, como "REY" a Don Javier; les bastaba con saber que era el nuevo Jefe o Cabeza Visible de la Comunión (conforme a las claras instrucciones dadas del Rey Alfonso Carlos) y así era como le reconocían y acataban TODOS ellos. Posteriormente, conforme a esas mismas instrucciones, aceptaría la Corona española en 1952.A don Javier lo nombraron "regente", para encontrar algún sucesor a don Alfonso Carlos (sin menoscabo de sus propios derechos), pero es que sus derechos eran muy pocos, ni siquiera ostentaba la JEFATURA de su propia Casa Real, que recaía en su medio hermano mayor, Elías I, al que sucedió su hijo Roberto II. Don Javier no fue duque de Parma hasta 1974 nada menos, cuando su medio sobrino murió sin descendencia; entre otras cosas por eso tardó tanto en "dejarse coronar" por sus partidarios, el hombre tenía conciencia (en aquellos tiempos, que luego la perdió). Además, tampoco era descendiente directo de la rama carlista, sino que era hijo de una cuñada de don Alfonso Carlos. Considerando también que la rama Borbón-Parma es una rama menor de los Borbones, con otras de mayor entidad por encima, ni por asomo te pienses que la gran mayoría de los Carlístas se lo creyeron como "REY" de España, ni muchísimo menos, era un auténtico desconocido en aquella época.
Don Javier nunca perdió su conciencia y sus principios (que juró defender sobre el cadáver del Rey Alfonso Carlos) como siempre afirmó su querida esposa Doña Magdalena (hay un hilo abierto sobre este asunto, pero por ahora presumo la veracidad en la persona que mejor podía conocerle). Otra cosa distinta es que pudiera existir en él cierta debilidad y vacilaciones o inseguridades que le hicieran a veces zozobrar o cometer errores de táctica o estrategia prudencial política (me refiero, sobre todo, a la etapa política "posibilista" del periodo 1955-1969, aunque ya por entonces quien pinchaba y cortaba realmente en la Comunión eran Carlos Hugo y su tristemente famosa "camarilla").
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