Es imposible completamente que se asuman los contenidos de las asignaturas sin dedicar horas de reflexión y estudio. Podríamos hablar sobre lo que consideramos que sería la cantidad idónea de tareas a realizar, pero pretender eliminar los deberes por principio no tiene ningún sentido. Y eso por no hablar de la disciplina y la metodología de trabajo que proporcionan al escolar cuando los realiza, que yo diría que son aspectos casi tan importantes como los contenidos que se van a aprender.
Por otro lado, la memorización es algo fundamental y no es incompatible (aunque actualmente haya una cierta tendencia a presentarlo así) ejercitar la memoria y la capacidad de razonar al mismo tiempo. Ambas capacidades se entrenan poco y mal actualmente. Por poner un ejemplo, en las matemáticas de toda la enseñanza pre-universitaria, por lo general, salvo en pocos casos, ni se proporciona un conocimiento explícito de propiedades, reglas y definiciones mínimamente importantes (por lo que muchas veces el estudiante no acaba de entender del todo lo que está haciendo) ni se suelen proponer muchos problemas que se salgan de los tres o cuatro más típicos. Por lo tanto, ni se memoriza ni se razona todo lo que se debería. Así que, evidentemente, habría que replantear muchas cosas acerca de lo que se enseña y de los métodos para hacerlo, pero a mí me parece bastante obvio que los deberes no son el problema.
En mi opinión, el problema central de la educación española reside en la quiebra del principio de autoridad en favor de planteamientos democratizantes, cuando la educación clásica jamás pudo plantearse así. La discusión sobre los deberes está, con mucho, subordinada a esta otra consideración.
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