Fuente: ARCHIVO BORBÓN PARMA. ARCHIVO HISTÓRICO NACIONAL.
(Los subrayados son del original)
Carta de Ignacio Romero Raizabal a Don Javier
20-XII-1970
Señor:
Mi más sincera y cariñosa felicitación de Navidades y para el Año Nuevo, que al enviársela de todo corazón a V.M. hago extensiva a toda la Familia Real. Y ésta vez, a Dios gracias, sin el contraste de la nube de negra antipatía que nos empañó, dos inviernos atrás, a los carlistas, la Noche más alegre del año, en la que todos deseamos ser buenos como cuando éramos niños.
En realidad mi carta se debiera limitar al párrafo anterior, pues no son días estos para literatura epistolar de otra especie. Lo único, por lo tanto, que podrá disculparme al alargarla, es que me ciña al tema. Y que procure ser los más breve posible.
Siguiendo la costumbre, he mandado la semana pasada algunas felicitaciones. Simplemente en tarjetas de visita, con las frases de rúbrica. Entre otros, a la Familia Baleztena, a Zamanillo y a Valiente. A Zamanillo, al que no he vuelto a ver desde… entonces [1], y que este año no me felicitó el día de mi Santo por vez primera, le mandaba simplemente un abrazo “con el mismo cariño de siempre”. Hará diez días, cuando menos, y no me ha contestado. A la Familia Baleztena éste texto: “Mi cordial felicitación de Pascuas y Año Nuevo, mi querido Joaquín, a ti y los tuyos, en un abrazo… y que no tome Lola [2] a mal mi… “prudente” silencio”. Subrayaba la palabra prudente, pues la carta que me escribió, y cuya copia mandé al Señor, no tiene una contestación, cuando menos amable. Tampoco han respondido. Y a Valiente le escribí esto: “Un abrazo de felicitación de Pascuas y Año Nuevo con más cariño y con mayor tristeza que en otras ocasiones”. Y éste me contestó a vuelta de correo. Me dice: “Querido Ignacio: Recibo tu tarjeta de felicitación de Pascuas y Año Nuevo. También yo te deseo muy feliz Navidad y Año Nuevo, y muchos años nuevos y felices en la paz del espíritu. Pido a Dios que me mantenga en tu amistad con más cariño que en otras ocasiones, y con menos tristeza. Creo comprenderte y espero que tu llegues a comprenderme a mí, y que nuestra antigua amistad vuelva a ser plena y confiada. Lo pido a Dios de todo corazón...…. Recibe un cordial abrazo de tu siempre buen amigo...... José Mª” . Me da la sensación de que no ha comprendido bien mi carta, y estoy deseando de que salga lo de “El prisionero de Dachau…”, para que la entienda del todo. Aunque la que le ha escrito Pilar [3] creo que le abra los ojos de golpe. ¡Y tan de golpe! En cambio José Luis los habrá cerrado de rabia al recibir la suya. Cómo escribe esa… Mosquetera del Rey!
Solo me queda ya lo de Raimundo. Ya le dije a Don Carlos, y a Pepe Zavala, el Día de la Virgen en Valcárlos, que le encontré “asustado” el día anterior, al despedirnos. Eso les va a pasar a muchos, como me pasó a mí antes. Y por eso, en mi tarjeta de felicitación le añadí que había sentido que no hubiese estado conmigo en mi conversación, al otro día, con V.M., pues se hubiese tranquilizado totalmente. Y a eso me ha contestado, en otra tarjeta de visita, lo siguiente: “Querido Ignacio: No me quedé el día de la Inmaculada, porque llevaba ya dos allí. De todas formas me alegro mucho del aliento que me das, porque volví firme, pero algo deprimido. También de corazón te deseo unas felices Pascuas y año nuevo.” Y a esta tarjeta suya le he contestado ayer con una carta, cuya copia incluyo. Me interesa y me urge, por lo tanto, rogar a V.M. que informe a Don Carlos y a Pepe de la buena postura de Raimundo, pues les pude inquietar al transmitirles mis temores, posiblemente con precipitación por mi parte. Y en plan de regalo de Reyes también incluyo para el Príncipe y para el Secretario General, dos hosas [4] de un montón que no sé de dónde ha sacado Angel Alberdí y que estoy repartiendo. La otra, naturalmente, es para V.M. No son reproducciones; son de hace 4 años.
Señor
Con mi cariño y adhesión de siempre en aumento
A los R.P. de V.M.
Ignacio [firmado]
Copia de la carta a Raimundo de Miguel
20-XII-1970
Sr. Don Raimundo de Miguel
Madrid.
Querido Raimundo: Me alegra tu tarjeta de rebote a la mía, y me viene muy oportuna para irme más contento a San Sebastián a pasar estas fiestas próximas. Pero a propósito de las oscilaciones que es natural que acuse la fina sensibilidad del barómetro del carlismo, quiero decirte “algo” que a caso venga a cuento. O que a mí me parece que viene.
Así como sentí –y bien de veras– que el Día de la Inmaculada no estuvieses presente en la conversación que tuve con el Rey, que hubiese disipado tu amargor de boca de la víspera, siento también ahora no poder extenderme por mi falta de tiempo en especificarte esa conversación, pues tengo que atar una porción de cabos antes de irme, y me iré, D.m., pasado mañana. Solo puedo decirte que me impresionó fuertemente su humildad, su valentía y su sentido de la responsabilidad. Y que salí creyendo a pie juntillas, casi de un modo material, en la Gracia de Estado. Pero no es éste el “algo” de que me interesaba hablarte.
Cuando me preguntó mi parecer, y se lo expuse, ¿sabes lo que me contestó? Pues que tampoco le gustaban a él ciertas cosas, que es lo mismo que oí luego a Don Carlos. Me dijo más: que le preocupó mucho, antes de decidirse, pensar si Don Alfonso Carlos hubiese empleado hoy algunas de esas expresiones. Y aquí hago una corte de argumentos 1971 en adelante, para meterme de rondón en el “algo”.
Después de un viaje a Méjico hace una pila de años –más de 20– solía recibir, sin poder enterarme de quien me lo mandase, la edición de “El Socialista”, en papel biblia, con el discurso de Indalecio Prieto del 1º de Mayo. Es curioso, pero en todos esos discursos hablaba siempre del carlismo y de los carlistas. Pues bien; en uno de ellos, con habilidad y amargura, a raíz de la audacia que tuvo Pío XII de instituir la Fiesta, el 1º de Mayo precisamente, de San José Obrero, acusó el golpe, pues le dolió que hiciera impacto y se utilizara un compás exclusivo hasta entonces del pasodoble socialista.
Y éste es el “algo” al que me referí. Cuando en el Cerro de los Ángeles oí que utilizaba el Rey aquella frase de Carlos VII de que no daría ni un paso más acá ni más allá que la Iglesia, no me gustó ni un pelo. Me parece que es del Manifiesto de Morentín, y que fue una de las “razones importantes” del Integrismo… a 15 años de distancia. Como temía, tomaron pie de ello los inconformes en “¿Qué Pasa?” para agruparse en su inconformidad. Hoy, sin embargo, esa fórmula de Carlos VII que Don Javier ha comprendido y que practica mucho primero y mejor que yo, me parece perfecta. ¿No nos ocurrirá lo mismo con ... lo otro?
Unos días atrás escribí sobre el mismo tema a Ildefonso Sánchez Romeo. Le decía que en principio me repugnaron las novedades que pudiéramos calificar de religiosas, desde los curas que no vistan de curas y las misas en castellano, que no te dejan ni un minuto para reconcentrarte, hasta… bueno, hasta eso de la fraternidad con herejes y ateos; pero que hoy con lo único que no transijo –ni transijiré nunca– es con que me quieran minimizar la Eucaristía o las prerrogativas de la Santísima Virgen. Lo demás –casi todo lo demás– puede quedarse en “modos”, en su acepción de no afectar a la esencia del ser, y, al fin y al cabo, masculino de “modas”. Algunas tan ridículas –o, mejor, tan graciosas– como que dé la mano el celebrante al monaguillo para desearle la paz. Y en lo que se refiere a la cosa política nuestra, me viene sucediendo algo muy semejante; ya no me asustan muchas cosas que empezaron por inquietarme, algunas de las cuales no es que no me repugnen, sino que he concluido por admitirlas con naturalidad. O con tranquilidad, para ser más exacto. Y estoy seguro de que tu, que también eres padre de familia, me entenderás perfectamente.
Perdóname la murga, pero soy un pelmazo, hijuco, y no lo puedo remediar. La hojita que te incluyo –¡pobre José Mª! – también me vale de argumento para seguir firme en la brecha aunque no estuviera conforme (que lo estoy en el fondo y… ¿por qué no en la forma?) ante el horror de poder resbalar y caer en el grupo de los inconformistas, que solo están conformes en la inconformidad.
Un fuerte abrazo
Ignacio Romero [firmado]
[1] Nota mía. Presumiblemente se refiera Ignacio Romero Raizábal al acto de nombramiento de Juan Carlos como sucesor de Franco el 22 Julio de 1969. José Luis Zamanillo se adhirió inmediatamente a Juan Carlos, rompiendo definitivamente con la dinastía legítima española.
[2] Nota mía. Dolores Baleztena.
[3] Nota mía. Pilar Roura Garisoain.
[4] Nota mía. En el original aparece “hosas”. ¿Querrá decir “hojas”?
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