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Tema: ¿Frente rojipardo? Anguita crea una corriente que conecta con Salvini

  1. #21
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    Re: ¿Frente rojipardo? Anguita crea una corriente que conecta con Salvini

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    Eso no es señal de ninguna transversalidad, es señal de charlotalidad. Esos barrios llevan votando bastante al PP desde por lo menos Álvarez del Manzano y Gallardón en los 90 (y después Aguirre) o a Aznar. Hay mucho pepero no declarado, nada más.
    Sí, es que en los barrios obreros también hay mucha gente que vota al PP, aunque quede por detrás del PSOE en el cómputo global. En Brasil, Bolsonaro es un liberal redomado pero le votan algunas favelas por el discurso populista en torno a la inseguridad (delincuencia, inmigración, etc.).

    Con indicio de transversalidad me refería a que Vox está empezando a buscar peces en caladeros no necesariamente de derechas. No te extrañe que en unos meses adopte un tono más social (ya le he visto a Ortega algún guiño en este sentido) o lime los aspectos más problemáticos de su programa liberal. Todo por los sondeos electorales, claro. No olvidemos que Abascal es licenciado en sociología.
    Última edición por Kontrapoder; 28/10/2018 a las 23:12 Razón: q
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    «Eso de Alemania no solamente no es fascismo sino que es antifascismo; es la contrafigura del fascismo. El hitlerismo es la última consecuencia de la democracia. Una expresión turbulenta del romanticismo alemán; en cambio, Mussolini es el clasicismo, con sus jerarquías, sus escuelas y, por encima de todo, la razón.»
    José Antonio, Diario La Rambla, 13 de agosto de 1934.

  2. #22
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    Re: ¿Frente rojipardo? Anguita crea una corriente que conecta con Salvini


    Santiago Abascal y Gustavo Bueno.

    El 'ala' marxista de Vox inspirada por Gustavo Bueno: los extremos se tocan




    La localidad alavesa de Amurrio, donde nació Santiago Abascal, está a más de 300 kilómetros de Oviedo, donde tiene su sede la Fundación Gustavo Bueno. Este trayecto es menor que la distancia ideológica que en principio parecería separar al político de los discípulos de un filósofo materialista que se definió a sí mismo como “marxista heterodoxo”. Sin embargo, las coincidencias entre el partido de derechas y la escuela de pensamiento creada por Gustavo Bueno (1924-2016) son destacables. No sólo eso. Abascal y su partido está muy influido por el creador del llamado materialismo filosófico.

    El nexo de unión más evidente entre Vox y los discípulos de Bueno, presentes en todo el país y también en México, son la férrea defensa de la unidad de España como nación y como Estado. Este punto, sin embargo, puede ser compartido por varios partidos políticos sin mayores complicaciones. Otras coincidencias sí que dejan patente la buena sintonía entre la formación que se ha situado a la derecha del PP y la también denominada Escuela de Oviedo.

    Iván Vélez, investigador asociado de la Fundación y uno de los discípulos más destacados del filósofo, entiende que no sólo hay coincidencia entre ambos, sino también inspiración. Está seguro de que el libro de Gustavo Bueno titulado España no es un mito (2005) es una de las principales bases del pensamiento de Abascal y, a través de él, de su partido. El presidente de Vox confirmó a EL ESPAÑOL este punto. Dijo que “Gustavo Bueno es sin duda alguna una de mis influencias, en la afirmación de España como nación. No sólo el planteamiento con el que se acerca al país, sino también la propia retórica contundente que utiliza para su defensa”.

    Abascal se muestra predispuesto a seguir escuchando y dejarse inspirar por los discípulos de Bueno. “Soy una persona que escucha, en Vox lo hacemos atentamente. Escuchamos a personas con distintas visiones y estamos abiertos a cualquier propuesta para España que sea buena. Estamos abiertos a esa influencia”, dijo a este periódico.

    La influencia del materialismo filosófico sobre Vox no sólo se produce a través de la lectura que hace Abascal de la obra de Bueno. Se afianza a través del trato personal y la impronta del filósofo y sus discípulos en DENAES (Fundación para la Defensa de la Nación Española). Esta institución ha sido clave también en la buena relación personal que el líder de derechas y otros miembros de la formación, como Iván Espinosa de los Monteros (vicesecretario de Relaciones Internacionales), mantienen con los discípulos del autor de España no es un mito.

    El patronato actual de DENAES está integrado por tres personas. Junto al empresario Ricardo Garrudo están Santiago Abascal y Gustavo Bueno Sánchez, hijo de Gustavo Bueno y presidente de la fundación que lleva el nombre de su padre. Los tres han colaborado de forma estrecha desde diciembre de 2005, cuando se celebró en el Hotel Landa de Burgos una reunión que se considera la fundación de la entidad. El director de la organización es otro gran discípulo del filósofo, Iván Vélez.

    Santiago Abascal y Gustavo Bueno en la Escuela de Verano de Denaes en 2012.


    Más allá de los cargos, Bueno padre se implicó a fondo con la Fundación para la Defensa de la Nación Española, y con él lo hicieron sus discípulos. Vélez afirma, con contundencia, “DENAES es deudora del pensamiento político de Gustavo Bueno”. Otras fuentes de la institución van más allá. Sin querer ser citadas, aseguraron que “Vox se inspira en el materialismo filosófico del filósofo, puesto que nace desde dentro de DENAES, y esta configura su línea intelectual sobre el pensamiento de la Escuela de Oviedo”.

    Aunque no son los únicos presentes en DENAES, donde conviven figuras de muchas ideologías, Bueno y sus discípulos terminan convirtiéndose pronto en el gran pilar intelectual de la fundación. Son ellos quienes se encargan de redactar los editoriales y textos de la organización, por ejemplo. La buena relación con Abascal llega además a tal punto que en 2001 Gustavo Bueno Sánchez y el ahora presidente de Vox publican un libro conjunto, titulado En Defensa de España.

    No es raro ver a unos y otros participar juntos en distintos tipos de actos organizados por DENAES. La fundación organizó en mayo de este año un acto para reclamar a Alemania la extradición de Carles Puigdemont. El manifiesto lo leyó Iván Vélez, y también estuvo presente Gustavo Bueno Sánchez. El único político que intervino de forma activa, leyendo un discurso, fue Abascal en nombre de Vox. El resto de formaciones habían sido invitadas a participar, pero declinaron hacerlo.

    También es habitual que Bueno Sánchez participe, como ya hiciera su padre, en la Escuela de Verano de DENAES. Y en numerosas ocasiones lo hace compartiendo mesa redonda con Santiago Abascal.

    La influencia intelectual y personal de Bueno y sus discípulos sobre varios fundadores de Vox se afianzó en un espacio físico muy concreto, en el número 25 de la calle Serrano de Madrid. Ahí tiene su sede el Centro Riojano de Madrid, que ha servido durante años de lugar de encuentro entre Abascal y los representantes de la Escuela de Oviedo. DENAES tiene su sede en los locales de la organización de riojanos en la capital de España, por lo que el ahora número uno de Vox acudía con frecuencia a ese lugar.

    Allí coincidía con Bueno y sus discípulos, que a través de la organización Nódulo Materialista, organizaban en el Centro Riojano conferencias y mesas redondas de forma regular. En ese entorno debatían y compartían ideas casi todas las semanas.

    Puntos de conexión.

    Los puntos de conexión más destacados fueron desgranados para EL ESPAÑOL por Iván Vélez, que también es director de la Fundación para la Defensa de la Nación Española (DENAES). Vox desde la derecha y los materialistas filosóficos desde la izquierda coinciden en un firme rechazo hacia el sistema autonómico y la descentralización política que implica.
    También les une reclamar una política más restrictiva en materia de inmigración, en especial con la procedente de países musulmanes. "Debemos ser muy conscientes de que hay determinado tipo de inmigración que puede ocasionar graves problemas. En una España con un viraje feminista bastante evidente, la integración de señores que practican la Sharia (ley islámica) es muy complicada”, reconoce. “Defendemos un tipo de inmigración que favorezca a España y ser más permeable con la que proceda de Hispanoamérica”, añade. Con respecto a quienes llegan del resto de Europa, entiende que “no hay ningún problema con que vengan”.

    Coinciden además en una postura crítica ante la Unión Europea. Vélez llegó a recordar a EL ESPAÑOL un “anti orteguiano” eslogan de su maestro: “Europa es el problema y España es la solución”. Al margen de la cuestión nacional y sus derivadas, hay otro asunto en el que coinciden: el rechazo al aborto. En esto último, sin embargo, las razones pueden ser diferentes.


    Iván Vélez, discípulo de Gustavo Bueno.


    Unos se oponen a la interrupción voluntaria del embarazo desde “posturas totalmente materialistas, al considerar que es una barbaridad su uso como método anticonceptivo”, sostiene Vélez. Los otros lo hacen por diversas causas, que Santiago Abascal detalla a este periódico: “Nuestra defensa de la vida tiene que ver con la defensa del ser humano y su dignidad, algunos lo podemos hacer desde una óptica humanista religiosa y otros lo hacen sin ese componente religioso”.

    Los discípulos de Bueno, como ya hiciera el difunto filósofo, defienden todos estos planteamientos desde postulados claramente de izquierdas. Rechazan esta etiqueta si es para inscribirles en un sector ideológico que en España está representado por formaciones como el PSOE, Podemos e Izquierda Unida. Sin embargo, sí la aceptan si es para identificarle con partidos izquierdistas de otros países europeos que no ponen en duda sus respectivas naciones.

    Para Vélez, que se define como “marxista, aristotélico y tomista”, “la autodenominada izquierda en España es en realidad de derechas, se alinea con el PNV y con partidos que defienden un sistema contrario a la igualdad de los españoles”. Con Podemos se muestra especialmente duro: “En algunos aspectos es casi falangista. Es cierto que no defiende la unidad de España, pero tiene mucho en común con alguna de las ramas de la Falange en su estatismo. De hecho, se parece mucho al falangista Ruidrejo, que terminó defendiendo la autodeterminación de Cataluña”.

    Los discípulos de Bueno no se han integrado en Vox, a pesar de que miran con simpatía a este partido con un discurso en defensa de la nación española que consideran que ellos han inspirado. El partido de Abascal sí que mantiene “las puertas abiertas” a que se afilien si así lo desean, según confesó a este periódico el político vasco. “En todo caso, es importante que la sociedad civil fuera de los partidos sea fuerte, por lo que es necesario que no todo se integre en la actividad política. A veces se puede hacer mucho a favor del bien común y la unidad de España desde fuera de la política”, añadió.

    Fuente.

    Última edición por Pious; 28/10/2018 a las 23:16
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  3. #23
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    Re: ¿Frente rojipardo? Anguita crea una corriente que conecta con Salvini

    A continuación reproduciré dos artículos de interés publicados en al parecer un nuevo medio digital de carácter marxista en los que se analiza temas referentes a los aquí citados y a los cuáles se les hace una crítica.

    ______________________

    ¿«La tentación rojiparda»? La eterna crítica de los indiferentes



    Un tal Emmanuel Rodríguez, partícipe de la Fundación de los Comunes y el Instituto para la Democracia y el Municipalismo ha publicado en el espacio CTXT del diario Público un artículo titulado La tentación rojiparda. Este artículo, que puede leer cualquiera sin mayor problema que aguantar sin cerrar el navegador, pretende servir de puntilla intelectual como apertura del debate duro frente a la izquierda soberanista que parece emerger en estos últimos años. Sólo pretende, porque es ridículo.

    Emmanuel se explaya en su artículo hablando de esa nueva corriente en la izquierda, esa amalgama indefinida hoy por hoy (hace falta una nueva Internacional), más dura con la inmigración, contraria a la globalización capitalista y a que las grandes fortunas elijan a dedo a los cabezas de la izquierda nacional. El bohemio autor del artículo que me sienta a escribir esto la define ya desde el primer momento como algo formado por “viejos y nuevos estalinistas”. Y después de un párrafo despotricando sobre la inexistencia de la “clase trabajadora” llega al eureka de su artículo: acuñar el “rojipardismo” para denominar a esta corriente de la izquierda europea que va tomando fuerza.

    Lo que subyace a esa lógica que lleva años hegemonizando los debates internos de la izquierda, desde el PCE hasta el PSOE o las interminables escisiones comunistas entre otros partidos de menor nombre, es lo que Daniel Bernabé ha intentado explicar sin mucha pretensión de arreglar en su libro “La trampa de la diversidad”: ¿hay una clase obrera de intereses homogéneos?

    Así, en la izquierda de este siglo tenemos a los más obreristas por un lado, que afirmamos la existencia de una clase obrera de intereses estandarizables a toda ella; y en frente, a estos indiferentes o pasotas bohemios de la izquierda de las minorías, que hablan de que no existe eso de la “clase obrera nacional” y la cambian por unos “pobres reales”. Parece que el amigo se ha olvidado de que España es uno de los países de “Occidente” con más trabajadores pobres. Según estos valientes defensores de los desvalidos, debe ser que nos pesa más el llevar gafas o ser morenitos que la explotación por el trabajo asalariado. Pues bueno.

    Mi aporte mínimo como reflexión propia va por ese camino, el de la homogeneidad. Está bien saber que la clase obrera no es homogénea (nunca lo ha sido), pero mejor está entender que tenemos aspiraciones e intereses iguales, que son los que nos convierten en clase obrera. Porque no tenemos nada en común con los pijorrevolucionarios más que el compartir el mismo espacio físico cuando vienen a los barrios obreros a intentar aleccionarnos en qué hacer. Hola, Mayo del 68. Por lo demás, cualquiera que crea derivar del marxismo debería saber que no se ha hablado jamás de una clase obrera homogénea, sino que se ha hablado y escrito que, consiguiendo la emancipación de esta clase obrera de particularidades y contradicciones infinitas, las demás opresiones también acabarían por cesar. Y si no se lo creen eviten criticármelo a mí, váyanse a los textos marxistas clásicos y les responden a ellos.

    Pero pasemos ya a lo más pretendidamente material de su artículo, que no deja de ser la misma crítica aburrida al obrerismo que lleva haciendo la izquierda de Universidad desde que me ha interesado la política: lo de defender a la clase obrera nacional “así sin más” es un poco nazi. Porque eso de defender a la clase obrera lo hacen también los falangistas y los nazis. De ahí el “rojipardismo” que se inventa este señor. Puede que este problema venga de que estos intelectuales pequen en verdad de haberse tragado el típico discurso hitleriano, por esa manía que tienen de darle tanta importancia al “discurso” y al “relato” frente al materialismo y la acción. Otro argumento más para llamarlos indiferentes.

    Nos habla Emmanuel del proteccionismo frente a la globalización, y de la búsqueda de “arrancar posiciones económicas, pero también políticas“, porque “para Trump defender unos miles de empleos en las cadenas de montaje del Medio Oeste, es tanto como asentar parte de su base electoral“. Se supone que este es su mejor argumento: querer asegurar los puestos de trabajo nacionales es muy de derechistas. Otra vez. ¿Por qué? Porque Trump y Salvini. No se da cuenta de que esa es la lógica electoralista de las democracias burguesas: ellos defienden a las minoráis esperando ganar su apoyo en las elecciones, y las nuevas corrientes soberanistas esperan ganar el apoyo de la clase obrera atendiendo a sus intereses. Espero que lo vayan viendo y entren también al debate público. Y siguiendo con lo de antes, así, en vez de intentar entender y responder desde la izquierda institucional y callejera a la desesperada necesidad de la clase obrera de mantener su empleo (vaya locura filofascista) por la deslocalización (Decreto Dignidad…) y la agresividad del globalismo, nos dicen desde la altura intelectualoide que esto es hacerle “el caldo gordo” a la extrema derecha.

    Por cierto. Voy a citar íntegramente una parte clave del artículo:
    «El rojipardismo (…) Nos insiste en que ser hoy anticapitalista es ser anticosmopolita y antiglobalista, y nos propone una vuelta al Estado nación, a la protección soberana de los mercados nacionales regulados bajo un protector sistema público de bienestar. En esta fantasía, el verdadero internacionalismo es aquel que consiste en proponer planes de desarrollo a los países de emigración: un 0,7% hinchado de buenas intenciones, pero con un férreo control de fronteras. Su escenario ideal es el de cada uno en su país dedicado a forjar la prosperidad nacional. Tal es el delirio.»

    Así, tan sutilmente y probablemente sin darse cuenta, plasma el señor autor los más importantes puntos de la nueva corriente soberanista/obrerista: la inmigración, la solución a la pobreza más allá del Mediterráneo o del Atlántico, y los problemas de identidad nacional con el internacionalismo, problemas que nos llevan a una durísima pregunta: ¿en qué se convierte la izquierda si la hacemos defensora únicamente de los intereses de la clase obrera nacional? Pregunta que, por cierto, necesita un debate importantísimo, que probablemente defina la división de la izquierda en este siglo XXI que se va marcando. Siguiendo, Emmanuel vuelve aquí a dejar ver la inutilidad y esa indiferencia moral que les caracteriza (que él mismo caricaturiza sin querer hablando de “la superioridad moral que caracteriza al progresismo“), porque aspiran a mantener su posición de altura intelectual sin hacer frente a los retos de las crisis de producción y el estancamiento de la productividad, los choques culturales y económicos de la lucha por el mismo puesto de trabajo no cualificado (a este señor no se lo van a quitar ni los “pobres reales” ni los nacionales), y ni siquiera han pensado cómo hacer frente al nuevo imperialismo que se viene (de China en África y en América Latina) o a la decadencia de la Unión Europea al servicio del capital estadounidense y saudí. Porque ya me dirán cómo van a defenderse los pueblos de África de ese imperialismo chino, por ejemplo, si no es con soberanía y obrerismo.

    Pero bueno. No sabemos quién ganará la batalla dialéctica o la electoral (el Aufstehen de Wagenknecht pinta mínimamente victorioso), pero lo que está claro es que, simple y llanamente, esta lógica de los indiferentes, catastróficamente hegemónicos en la izquierda hasta ahora, le van viendo las orejas al lobo obrerista en el debate nacional e internacional. Porque ellos siempre se creyeron mejores.

    Fuente.

    ______________________

    Clase obrera nacional



    En la primera entrada de este Blog, el compañero Pablo ya realizó un breve análisis del artículo de Emmanuel Rodríguez que lleva por título “La tentación rojiparda”, por lo que a mí respecta, únicamente me centraré en reflexionar acerca de un concepto que el autor emplea tanto en el texto como en diversos tweets. Y me refiero a la categoría “clase obrera nacional” (en algunos momentos llega incluso a añadir el adjetivo “blanco” al final).

    La sensación que uno percibe al leer el texto es, y a los comentarios que la gente deja al final del mismo me remito, que esta categorización es empleada de manera despectiva y despreciativa, dando a entender que para el autor este concepto ya no tiene vigencia, ya no describe la realidad. La cuestión y los interrogantes que uno se plantea son: ¿No existe entonces la “clase obrera”? ¿Nos encontramos frente a un actor, que como todo lo sólido, se ha desvanecido en la fragmentación que caracteriza a la sociedad capitalista posmoderna? ¿Es algo perteneciente al pasado y que ha sido sustituido por el “precariado”, el “pueblo”, los “invisibles”, etc.?

    Bajo mi punto de vista, mientras la sociedad capitalista perviva, mientras la contradicción básica entre la producción social y la apropiación individual de los bienes de producción siga existiendo, la sociedad estará y seguirá dividida en dos clases con intereses irreconciliables, la burguesía y el proletariado. Esto implica además que el único actor verdaderamente revolucionario es la clase obrera. Negar la propia existencia de esta contradicción antagónica básica se convierte en condición para una derrota obvia.

    Es completamente cierto que las condiciones de lo realmente existente han mutado desde los análisis de Marx o de Lenin, pero la perduración de este modo d producción tiene como consecuencia que las tesis, los fundamentos entonces planteados sigan siendo válidos hoy en día (obviamente readaptando el análisis a través del empleo del materialismo dialéctico, pero nunca “valiéndonos” de
    este para caer en el revisionismo o en el pragmatismo burgúes).

    ¿Converge distintos agentes dentro de la amalgama de la clase obrera? Si. ¿Es difícil darle una definición concreta? También. Los conceptos sirven para reducir la complejidad de la realidad, por ello puede parecer que caemos en una simpleza al realizar la dicotomización de la sociedad en dos únicas clases. Pero hay que entender que el salto cualitativo a la sociedad socialista se logrará solo a
    través del cambio de posición entre la burguesía y el proletariado.

    El hecho de que en el imaginario colectivo al hablar de “proletariado” ya no nos venga a la mente un obrero con mono dirigiéndose a la fábrica, no es sinónimo de desaparición de la misma. En la medida en que una minoría siga concentrando la riqueza en sus manos, recayendo la explotación, para que esto así sea en la mayoría, mientras persista el choque entre intereses objetivos, podremos y debemos
    seguir hablando de estas dos clases sociales (aunque luego dentro de cada una de ellas podamos establecer subclases y contradicciones -no antagónicas- secundarias).

    Y, por último, no sé qué entenderá Emmanuel por clase obrera nacional. A mi modo de entender, tendría que hacer referencia a todos aquellos que trabajan o tienen como objetivo trabajar aquí, hayan nacido o no en este territorio. Lleva tiempo quedando patente que estos que se adscriben como representantes de algo que niegan, se centran en fragmentar a la clase trabajadora, en este caso es entre “nacionales” y migrantes, pero los ejemplos de establecer franjas divisorias son muchos.

    En definitiva, frente a estos intelectuales academicistas funcionarizados, tan cómodos en su posición de sustentación de la clase que ostenta el poder y de lacayos de la ideología dominante; frente a la izquierda populista laclauniana tan obsesionada con construir identidades colectivas, y frente a la izquierda que únicamente se dedica a hacer seguidismo de la pequeña burguesía, la solución reside en retornar a aquellos principios que se fueron diluyendo por el camino, repensándolos a la luz de las condiciones concretas objetivas actuales. Estableciendo a su vez, en el centro del análisis, a la clase trabajadora, sin desprecios, sin idealizaciones.

    Fuente.
    Última edición por Pious; 28/10/2018 a las 23:33
    Kontrapoder dio el Víctor.

  4. #24
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    Re: ¿Frente rojipardo? Anguita crea una corriente que conecta con Salvini

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    Con indicio de transversalidad me refería a que Vox está empezando a buscar peces en caladeros no necesariamente de derechas. No te extrañe que en unos meses adopte un tono más social (ya le he visto a Ortega algún guiño en este sentido) o lime los aspectos más problemáticos de su programa liberal. Todo por los sondeos electorales, claro. No olvidemos que Abascal es licenciado en sociología.
    Es decir, la misma "transversalidad" charlatana que la de Podemos en su día, quienes también se las dieron de transversales y se decían patriotas, e iban con sus círculos "católicos" y "falangistas" para engañar a unos cuantos y llevarlos hacia dentro del Sistema.

    Por cierto, los de esos barrios madrileños entendidos como "obreros" serán los que votaban a Aznar que les trajo unos cuantos inmigrantes.
    Última edición por Trifón; 29/10/2018 a las 14:32
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