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Tema: ¿Frente rojipardo? Anguita crea una corriente que conecta con Salvini

  1. #1
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    ¿Frente rojipardo? Anguita crea una corriente que conecta con Salvini

    También participa Verstrynge

    Monereo y Anguita crearán una corriente en Podemos que conecta con Salvini y En Pie

    El salto hacia adelante es tal, que este proyecto se cruza con las políticas sociales del Gobierno italiano y, especialmente, con su capacidad para conectar con "las víctimas de la globalización"



    Julio Anguita, Matteo Salvini (c) y Verstrynge (d). (EFE)

    Iván Gil
    Tiempo de lectura: 5'
    14/09/2018 05:00 - Actualizado: 14/09/2018 08:32

    Julio Anguita, Héctor Illueca y Manolo Monereo, diputado este último de Unidos Podemos y padre político de Pablo Iglesias, están ultimando el lanzamiento de un nuevo espacio político en la izquierda española que se desentiende por completo de la tradición de esta corriente ideológica para acompasarse al movimiento tectónico que está recorriendo Europa. Un movimiento fruto de un sentir popular que han sabido capitalizar con éxito populismos de derechas y extrema derecha como los encabezados por Matteo Salvini en Italia o Viktor Orbán en Hungría. El salto hacia adelante es tal que se cruza con las políticas sociales del Gobierno italiano, especialmente su capacidad para conectar con "las víctimas de la globalización", y se mira en el espejo del recién creado movimiento alemán. En Pie, que la mayoría de analistas definen como la versión de izquierdas o tercerista de la xenófoba Alternativa por Alemania (AfD).

    El nuevo espacio político dentro de Unidos Podemos se constituirá en forma de asociación, tradicionalmente la antesala de un partido político, y también contará con la participación de destacadas figuras públicas como Jorge Verstrynge. Lo precederá un manifiesto a partir del cual esperan sumar más adhesiones, incluso provenientes de figuras "más a la derecha". Su objetivo, según insisten, es conectar con amplias capas de la población que "están demandando seguridad, orden y protección". Esto es, "los perdedores de la globalización", que rechazarían, según sus tesis, soluciones a sus problemas "con más Europa" como ahora se les ofrece, sino con "otra Europa completamente diferente".



    El Vox de la izquierda (y el regreso de los viejos partidos)


    El nacimiento de una asociación de izquierda soberanista, liderada por Anguita y Monereo, refleja el momento crucial que están viviendo las fuerzas políticas nacionales


    República, federalismo, derechos sociales y, sobre todo, soberanismo
    son los cuatro pilares ideológicos en los que se sustentará este nuevo proyecto, cuyo recorrido es incierto, pero que no está dejando indiferente a ninguna de las personas de confianza a quienes están trasladando sus intenciones. Además, paradójicamente, no está impulsado por 'outsiders' o nuevas generaciones, sino por veteranos políticos que militaron en la izquierda más ortodoxa, como es el caso de Julio Anguita y Manolo Monereo. Quieren mirar a medio y largo plazo, algo casi incompatible con las dinámicas de la política institucional, y reclaman no solo un giro teórico, sino incluso "repensar a nivel deontológico".

    Su diferencia de la Lega de Salvini es la defensa de los derechos humanos y su rechazo a la xenofobia, si bien se apresuran a poner en duda que se equipare el proyecto del ministro del Interior italiano con el fascismo. De hecho, Monereo, Anguita e Illueca ya firmaron un artículo de opinión en 'Cuarto Poder' con el título "¿Fascismo en Italia? Decreto Dignidad". Un texto en el que se aseguraba que "el Gobierno italiano está asumiendo la defensa de las clases populares frente a grupos de presión poderosos e influyentes que controlan los principales medios de comunicación a través de gigantescas inversiones publicitarias".

    Su conclusión era que "guste o no guste, el Decreto Dignidad constituye un notable esfuerzo por defender al pueblo italiano contra los señores de las finanzas y de las deslocalizaciones. En política hay que debatir sobre datos y hechos. Juzgar las intenciones es propio de inquisidores y pobres mentes que carecen de argumentos racionales. ¿Fascismo en Italia? Decreto Dignidad". Los principales dirigentes de la corriente Anticapitalistas de Podemos y los sectores multiculturalistas salieron a su encuentro criticando su supuesta intención de "blanquear" a la extrema derecha, además de comprar su discurso y argumentario.



    La izquierda: opción B


    Esteban HernándezUn artículo cofirmado por Anguita y Monereo ha merecido toda clase de insultos, siendo el más frecuente el de "fascistas". ¿Otra polémica banal más? No, esta es importante


    Esta serie de acusaciones en el seno de la propia izquierda —-"proteccionismo", "división de la clase obrera entre nativos y migrantes" o "chovinismo del bienestar"— también las está recibiendo el nuevo movimiento alemán En Pie, impulsado por la diputada del Die Linke (La Izquierda) Sahra Wagenknecht y el histórico Oskar Lafontaine, y que pretende recuperar a los votantes de clase trabajadora seducidos por la xenófoba AfD y también a los del SPD —algunos de sus dirigentes ya han apoyado En Pie—. Su hoja de ruta pasa por convertirse en partido político tras reunir más de 100.000 firmas en pocos días, y presentarse a las elecciones europeas.

    En Pie se sumará, precisamente, a la alianza transnacional para las elecciones al Parlamento Europeo que Pablo Iglesias (Podemos), Jean-Luc Mélenchon (France Insoumise) y Catarina Martins (Bloco de Esquerdas) pusieron en marcha con la firma de la denominada 'Declaración de Lisboa'. En esta, se diagnostica que las políticas de austeridad "han condenado a generaciones de jóvenes a la emigración, al desempleo, a la precariedad, a la pobreza", es decir, "han golpeado con especial crudeza a quienes son más vulnerables, a quienes más necesitan la política y el Estado". Un discurso que coincide con el de estos nuevos movimientos, también orientados a combatir las élites financieras y el 'establishment'. "Necesitamos un movimiento popular, soberano, democrático, que defienda las mejores conquistas de nuestras abuelas y nuestros abuelos, de nuestros padres y nuestras madres, y que pueda legar un orden social justo, viable y sostenible a las generaciones venideras", añade la declaración.

    Los tiempos que manejan Anguita, Monereo e Illueca son más pausados que los de En Pie, y no se dibuja en su horizonte la carrera electoral. Con todo, sí tratarán de influir en el plano ideológico, renovar los postulados de la izquierda y actuar como una suerte de 'think tank'. El debate está servido y las reacciones que ha generado el primer texto que publicaron —hoy mismo tenían previsto difundir un segundo en la misma línea— dan buena cuenta de ello. Europa está cambiando a pasos acelerados y la izquierda busca salvavidas con estrategias cada vez menos ortodoxas.

    FUENTE: https://www.elconfidencial.com/espan...n-pie_1615492/
    «Eso de Alemania no solamente no es fascismo sino que es antifascismo; es la contrafigura del fascismo. El hitlerismo es la última consecuencia de la democracia. Una expresión turbulenta del romanticismo alemán; en cambio, Mussolini es el clasicismo, con sus jerarquías, sus escuelas y, por encima de todo, la razón.»
    José Antonio, Diario La Rambla, 13 de agosto de 1934.

  2. #2
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    Re: ¿Frente rojipardo? Anguita crea una corriente que conecta con Salvini

    El artículo con el que se presentó en sociedad esta corriente:
    _________________


    ¿Fascismo en italia? Decreto dignidad


    • El Decreto Dignidad establece también importantes restricciones a la deslocalización empresarial, sancionando a las empresas que abandonen el territorio italiano con la pérdida de las ayudas públicas vinculadas a inversiones productivas que hayan recibido
    • Aborda la prohibición de la publicidad de las apuestas deportivas y juegos de azar, en la pretensión de erradicar una lacra social que golpea sin piedad a las familias italianas, especialmente a las más pobres y vulnerables


    Héctor Illueca, Manuel Monereo y Julio Anguita


    La aprobación del llamado “Decreto Dignidad” por parte del gobierno italiano ha provocado furibundas reacciones en diversos círculos políticos y empresariales. La multinacional alemana Foodora abandona Italia. Lejos de toda prudencia, las principales organizaciones patronales amenazan con despidos masivos. El día de su aprobación en el Senado, los representantes del Partido Demócrata exhibieron carteles en los que podía leerse #ByeBye lavoro (“Adiós trabajo”), lo que motivó que la presidenta de la cámara los llamara al orden. Periodistas a sueldo de las finanzas han emprendido una campaña sin precedentes contra el artífice de la norma, Luigi di Maio, el joven ministro de Trabajo y vicepresidente del país transalpino. Hasta los sindicatos han manifestado su oposición al Decreto, aunque en este caso por motivos muy distintos a los anteriores. Lo cierto es que el Decreto Dignidad ha abierto un intenso debate en la sociedad italiana sobre los parámetros que rigen las relaciones laborales y, más allá, sobre las políticas sociales y económicas aplicadas en Europa desde la aprobación del Tratado de Maastricht.

    ¿A qué viene tanto ruido? Empecemos por contextualizar el Decreto Dignidad en la historia de la legislación laboral italiana. Una historia, por cierto, que resultará familiar a los lectores españoles. Durante los últimos treinta años, las sucesivas reformas laborales han desregulado el mercado de trabajo y han generalizado la precariedad laboral: la Ley Treu (1997), la reforma Biaggi-Maroni (2003), los denominados “bonos de trabajo” (2008), la Ley Fornero sobre las pensiones (2012)… estas y otras normas fueron construyendo un mercado laboral precario y desregulado en el que los empresarios tienen por entero la sartén por el mango. La culminación de este proceso fueron las reformas acometidas por Matteo Renzi en los años 2014 y 2015, que implantaron el llamado “contrato único” (despido libre) y la contratación temporal sin causa como formas ordinarias de gestión de la mano de obra en las empresas. O sea, precariedad para todos y en todas partes. Recordemos, sin acritud, que por aquel entonces el actual presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, consideraba a Renzi su principal referente en Europa.

    Partiendo de esta base, no puede negarse que el Decreto Dignidad constituye un punto de inflexión en las políticas sociales aplicadas en Italia desde la irrupción del neoliberalismo. Se dirá, con razón, que la norma no cuestiona el paradigma dominante del mercado de trabajo y que serían necesarias reformas mucho más profundas y ambiciosas. Así es. Pero ello no debería impedirnos valorar en su justa medida el Decreto Dignidad.

    Veamos sucintamente su contenido. Para atajar la precariedad laboral, se reduce la duración máxima de los contratos temporales de 36 a 24 meses y, todavía más importante, se restablece el principio de causalidad en la contratación temporal a partir del primer año de vigencia del contrato, de modo que éste sólo podrá prorrogarse cuando existan circunstancias temporales y objetivas que lo justifiquen. Aún más, con afán evidentemente disuasorio, se incrementa significativamente la indemnización por despido de los contratos temporales y se penaliza el uso abusivo de los mismos, aumentando la cotización adicional a la Seguridad Social en 0,5 puntos por cada prórroga del contrato.

    Pero no sólo eso. El Decreto Dignidad establece también importantes restricciones a la deslocalización empresarial, sancionando a las empresas que abandonen el territorio italiano con la pérdida de las ayudas públicas vinculadas a inversiones productivas que hayan recibido, e imponiendo fuertes multas administrativas si la empresa se desplaza a países no pertenecientes a la Unión Europea. Aunque está por ver cuál es su eficacia, creemos que se trata de una decisión valiente al menos por dos razones: primero, porque supone un cuestionamiento de los principios que inspiran la construcción neoliberal del mercado europeo, señalando el nudo de problemas a los que muy pronto tendrá que enfrentarse el gobierno italiano; y, segundo, porque fortalece la posición de poblaciones laborales completas que hasta ahora asistían impotentes a la degradación sistemática de sus condiciones de vida y trabajo para “hacer de Italia un país competitivo” y “salvar los puestos de trabajo”.

    Por último, pero no por ello menos importante, el Decreto Dignidad aborda la prohibición de la publicidad de las apuestas deportivas y juegos de azar, en la pretensión de erradicar una lacra social que golpea sin piedad a las familias italianas, especialmente a las más pobres y vulnerables. Con la única excepción de las loterías nacionales, la norma prohíbe cualquier clase de publicidad relacionada con apuestas y juegos de azar, efectuada por cualquier medio, incluyendo eventos deportivos, culturales o artísticos, transmisiones de televisión y radio, prensa diaria y periódica, publicaciones en general, vallas publicitarias e Internet. La lucha contra la ludopatía nunca ha sido fácil, tampoco en Italia, como evidencian las muchas iniciativas fallidas que se emprendieron en el pasado. Al proceder de este modo, el gobierno italiano está asumiendo la defensa de las clases populares frente a grupos de presión poderosos e influyentes que controlan los principales medios de comunicación a través de gigantescas inversiones publicitarias.

    En nuestra opinión, la importancia del Decreto Dignidad no puede ser ignorada. El gobierno italiano parece ser el único que ha tomado nota de la importante Resolución del Parlamento Europeo aprobada el pasado 31 de mayo sobre la lucha contra la precariedad laboral, en la que se insta a los Estados miembros a erradicar el empleo precario y a promover el trabajo de calidad, seguro y bien remunerado. Es posible que las medidas laborales del Decreto sean insuficientes, pero rompen con el pasado reciente y transitan un nuevo camino. Las medidas contra las deslocalizaciones apuntan a las empresas que en mayor medida han explotado y precarizado el trabajo. La lucha contra la ludopatía implica la defensa efectiva de los más pobres y excluidos, de las personas que sufren la crisis y lo han perdido todo. Guste o no guste, el Decreto Dignidad constituye un notable esfuerzo por defender al pueblo italiano contra los señores de las finanzas y de las deslocalizaciones. En política hay que debatir sobre datos y hechos. Juzgar las intenciones es propio de inquisidores y pobres mentes que carecen de argumentos racionales. ¿Fascismo en Italia? Decreto Dignidad.


    Manolo Monereo

    Manolo Monereo es politólogo y diputado de Unidos Podemos (UP) por Córdoba

    FUENTE: https://www.cuartopoder.es/ideas/201...reto-dignidad/
    Última edición por Kontrapoder; 15/09/2018 a las 03:33
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    «Eso de Alemania no solamente no es fascismo sino que es antifascismo; es la contrafigura del fascismo. El hitlerismo es la última consecuencia de la democracia. Una expresión turbulenta del romanticismo alemán; en cambio, Mussolini es el clasicismo, con sus jerarquías, sus escuelas y, por encima de todo, la razón.»
    José Antonio, Diario La Rambla, 13 de agosto de 1934.

  3. #3
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    Re: ¿Frente rojipardo? Anguita crea una corriente que conecta con Salvini

    Segundo artículo, recién publicado, en el que Anguita y Monereo responden a los críticos de izquierdas:
    ___________


    ¿Todos los gatos son pardos?

    Héctor Illueca, Manolo Monereo y Julio Anguita

    Hemos aprendido mucho y seguimos aprendiendo de la polémica que ha generado nuestro artículo sobre el Decreto Dignidad. Lo primero, la tiranía de lo políticamente correcto: una coincidencia amplia y consistente entre la extrema izquierda y los apóstoles del neoliberalismo. Los dos dicen lo mismo, descalifican de la misma forma y definen al actual gobierno italiano en términos similares. Las élites neoliberales europeas y algunos intelectuales de izquierda amalgamados en una extraña convergencia. Lo segundo que hemos observado es algo muy típico de nuestra cultura política: la banalización del fascismo. La política como espectáculo cotidiano y vacuo. Cuando todo es fascismo, nada lo es, y se pierde la sustancia de lo que fue y significa la dictadura terrorista del capital monopolista. Verdad es que de noche todos los gatos son pardos, pero no es de noche, sino de día, y el que no vea la realidad es porque está ciego o no quiere verla.

    Vayamos por partes. Amén de algún libelo que no merece mayor comentario, nuestro texto ha suscitado numerosas respuestas y reacciones que nos han hecho pensar. Permítasenos destacar entre ellas los escritos publicados por Enric Juliana (“Atracción fatal”), Esteban Hernández (“La izquierda: opción B”), Miguel Urbán y Brais Fernández (“Decreto dignidad: ¿Fascismo en Italia? Una respuesta”) y Alberto Tena y Giuseppe Quaresma (“Pensar Italia”). En general, se nos critica haber realizado un análisis descontextualizado del Decreto Dignidad, obviando las demás políticas del gobierno italiano, especialmente en materia de inmigración. Desde su punto de vista, y citamos literalmente a Urbán y Fernández, “es fundamental para comprender la política económica y social de un gobierno analizar el conjunto de su deriva, no presentar de forma aislada y parcial una medida”. También hay otras críticas, pero nos parecen secundarias y están subordinadas a esta idea principal.

    Pues bien, no es verdad que nuestro texto descontextualice el Decreto Dignidad, como si fuera una norma a-histórica. Al contrario, nuestro análisis parte de la evolución histórica de la legislación laboral italiana, caracterizada por la desregulación progresiva del mercado de trabajo desde hace más de tres décadas. Es precisamente esta evolución, culminada con la reforma de Renzi, la que nos permite percibir los cambios introducidos por el Decreto, así como sus limitaciones. Por cierto, tampoco es verdad que nuestro texto “infle” y “celebre” el alcance de la norma, como afirman Urbán y Fernández. Partiendo de su importancia objetiva, señalamos hasta en dos ocasiones que el Decreto Dignidad nos parece insuficiente y que abogamos por reformas mucho más profundas. Ahora bien, de momento el gobierno italiano es el único que ha desarrollado la Resolución del Parlamento Europeo sobre la lucha contra la precariedad laboral, aprobada el 31 de mayo. ¿Qué va a hacer el gobierno español? ¿Qué harán los demás gobiernos europeos?

    Pero no sólo eso. El contexto es importante, claro que lo es. Sin embargo, parece que nuestros críticos ven la paja en el ojo ajeno sin percatarse de la viga en el propio. Sorprende que ninguno de ellos se detenga a analizar el enfrentamiento que el gobierno italiano mantiene con la Unión Europea (UE). Verdaderamente asombra que su descripción de la política italiana no preste atención alguna a lo que Juliana denomina “el momento Europa”. Desde las pasadas elecciones del 4 de marzo, Italia es un pueblo bajo el fuego, señalado por la UE y acosado por los mercados. El programa giallo-verde ha despertado la hostilidad del poder financiero y su avanzadilla de Bruselas. ¿Tiene esto algún significado para nuestros críticos? ¿No les parece importante el contexto europeo? ¿Por qué este silencio? Estas cuestiones merecen un debate sin descalificaciones ni esquematismos basados en discursos con plantilla. Veamos algunos datos.

    El 28 de mayo de 2018 se produjo un acontecimiento insólito. La Lega y el Movimiento 5 Estrellas (M5E) propusieron a Mattarella, presidente de la República de Italia, el nombramiento como ministro de Economía de Paolo Savona, un economista euroescéptico de 81 años. Sin embargo, obedeciendo órdenes de Bruselas, Mattarella se negó a firmar el nombramiento, provocando una grave crisis institucional. Todavía no habían pasado dos días cuando el comisario europeo de Presupuestos, el alemán Günther Oettinger, pidió a los mercados que enviasen una señal “para no permitir que los populistas de izquierdas y derechas tengan responsabilidades de gobierno”. Oettinger trataba de desestabilizar al gobierno italiano desencadenando un pánico bursátil y una escalada de la prima de riesgo, lo que efectivamente logró en las semanas siguientes: desde entonces, Italia ha estado en el punto de mira de los mercados, que han desplegado un ataque especulativo orientado a derrocar al gobierno. Es seguro que el pueblo italiano captó perfectamente el mensaje: la UE no sólo es contraria a la justicia social y a cualquier política económica sensata; la UE es enemiga de la democracia.

    La actual fase de la política italiana sólo puede comprenderse en el marco del enfrentamiento que el gobierno nacional mantiene con Bruselas. Reducir esto, como hacen Urbán y Fernández, a una simple “disputa entre sectores de las clases dominantes”, es decir, a “una batalla por cómo gestionar el neoliberalismo”, significa ignorar aspectos esenciales de la actual situación política. Afirmar, como hacen Tena y Quaresma, que en Italia ha emergido “un nuevo bloque histórico” y que “dentro de ese bloque hay un arco ideológico complejo y abierto”, resulta más interesante desde un punto de vista político, pero es todavía insuficiente. De hecho, la alianza entre La Lega y el M5E se apoya en dos bloques diferentes y contradictorios: por un lado, la base social de La Lega, radicada fundamentalmente en el norte y formada por pequeños y medianos empresarios golpeados por la globalización, con apoyos importantes en las capas superiores de la fuerza laboral; por otro, la base social del M5E, concentrada en el sur y centro del país e integrada por las clases subalternas y estratos medios empobrecidos. Estamos, por tanto, ante una gran alianza político-social que expresa la ira acumulada por la gestión neoliberal de la crisis, una rebelión ya inocultable de los humillados y ofendidos por las políticas de la UE.

    El reparto de roles en el gobierno italiano refleja la complejidad de su base social: mientras el M5E muestra una mayor vocación social impulsando medidas como el Decreto Dignidad, La Lega postula una política fiscal a la medida de los sectores que constituyen su base electoral. Hay, por supuesto, divergencias y contradicciones, como la política migratoria de Matteo Salvini o, más recientemente, la nacionalización de las autopistas, convertida en una demanda democrática tras el derrumbe del puente Morandi. Lo cierto es que el gobierno giallo-verde es un espacio en disputa que no puede eludir concesiones importantes a las clases populares y trabajadoras. Por eso hay que prestar atención a medidas como el Decreto Dignidad, constatando sus limitaciones, sí, pero también sus avances en un contexto complejo y absolutamente imprevisible. Englobarlo todo bajo la etiqueta de “fascismo”, como algunos han hecho estos días, puede ser más cómodo para evitar cierta fatiga intelectual, pero nada aporta al conocimiento de la realidad.

    ¿Qué está pasando en Italia? A la vista de lo que llevamos dicho, no parece muy difícil de entender. Lo que emergió en las elecciones del 4 de marzo es una auténtica rebelión popular contra la UE, similar a la que se produjo en Gran Bretaña con el brexit. Una rebelión muy parecida a las que tuvieron lugar en otros países europeos como Francia, Holanda o Grecia, donde sucesivos referéndums rechazaron sin ambages el diktat de Bruselas. Ya no es posible ocultar que detrás del gobierno italiano hay un ejército de perdedores que salieron con los huesos rotos de la globalización y las políticas de austeridad europeas. Lo más fácil es decir, como se escucha a menudo, que se trata de trabajadores atrasados, incapaces de entender los sacrificios que exige el neoliberalismo cosmopolita. O mejor aún, tacharlos de racistas y fascistas, renunciando a explicar los fenómenos políticos que acontecen en la UE. ¡Qué desprecio a las mayorías sociales! ¡Qué elitismo intelectual!

    Decía Walter Benjamin que el ascenso del fascismo es la consecuencia de una revolución frustrada. Los autores de este artículo no tenemos ninguna simpatía por Matteo Salvini, pero creemos que su ascenso, y el de otras figuras afines en varios países europeos, no es más que un reflejo del fracaso de la izquierda. La demostración de su incapacidad para canalizar las energías de cambio latentes en la sociedad. La prueba que atestigua la decadencia de una izquierda que se hizo neoliberal y ya no es capaz de entender a su pueblo. Se acabó el tiempo del europeísmo ingenuo y evanescente. Se acabó el tiempo de “más Europa”. La clave, se quiera o no, es la contradicción cada vez más fuerte entre los partidarios de la globalización neoliberal y aquellos que, con más o menos conciencia, defienden la soberanía popular y la independencia nacional y apuestan por la protección, la seguridad y el futuro de las clases trabajadoras.

    FUENTE: https://www.cuartopoder.es/ideas/201...gnidad-italia/
    «Eso de Alemania no solamente no es fascismo sino que es antifascismo; es la contrafigura del fascismo. El hitlerismo es la última consecuencia de la democracia. Una expresión turbulenta del romanticismo alemán; en cambio, Mussolini es el clasicismo, con sus jerarquías, sus escuelas y, por encima de todo, la razón.»
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  4. #4
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    Re: ¿Frente rojipardo? Anguita crea una corriente que conecta con Salvini

    Decía Walter Benjamin que el ascenso del fascismo es la consecuencia de una revolución frustrada. Los autores de este artículo no tenemos ninguna simpatía por Matteo Salvini, pero creemos que su ascenso, y el de otras figuras afines en varios países europeos, no es más que un reflejo del fracaso de la izquierda. La demostración de su incapacidad para canalizar las energías de cambio latentes en la sociedad. La prueba que atestigua la decadencia de una izquierda que se hizo neoliberal y ya no es capaz de entender a su pueblo.
    O son unos cachondos de tomo y lomo, o viven en la inopia (o la luna) intelectual desde hace cuarenta años. Así que el fracaso de la izmierda, es porque se han hecho "neoliberales" y no han entendido que el pueblo quería seguir siendo comunista ¿eh?. Y yo que pensaba que esos que tiraron el "Berliner Mauer" eran el pueblo....y yo que pensaba que esos que mandaron al guano la CCCP eran el pueblo. Debieron ser, sin embargo, unos pocos capitalistas infiltrados que lograron por arte de magia derruir el comunismo ante la mirada estupefacta (o pasiva) del valiente y entusiasta pueblo rojo.

    Muy graciosos no son; así que mi diagnóstico es que tienen un grave problema de utopismo adolescente, mezclado con grandes dosis de hijoputismo y sinvergonzonería. Así está la Uni en muchos sitios.

    Me parece cojonudo que vuestra propia canalla maloliente os llame de todo, incluso esa palabra que tanto decís: "fascista". Cría cuervos que te sacarán los ojos.
    Última edición por DOBLE AGUILA; 16/09/2018 a las 02:37
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    Re: ¿Frente rojipardo? Anguita crea una corriente que conecta con Salvini

    Vestrynge y Anguita se abren paso en Podemos (no al buenismo)




    La corriente de Monereo y Anguita se abre paso en Podemos con polémica y división



    Estas son algunas de las frases de la izquierda europea (En Pie alemana y parte de Francia Insumisa) a la cual se quiere adscribir la corriente patrocinada por Anguita y Vestrynge (entre otros) en Unidos Podemos que se presenta en octubre:

    No podemos permitir que las personas mueran en el Mediterráneo, pero si no tienen derecho de asilo, tenemos que enviarlos de vuelta a su país rápidamente

    El buenismo de la izquierda impide realizar una reflexión sobre cómo frenar o incluso acabar con los flujos migratorios

    Si eres de izquierdas y tienes el mismo discurso en esta cuestión que la patronal, entonces tienes un problema

    Si malpagas a los 'sin papeles', se produce una presión a la baja en los salarios

    Si Rousseau levantase la cabeza estoy seguro de que no defendería los flujos masivos de migrantes de un país a otro

    Espero que este debate se abra de forma serena y rigurosa en la izquierda alejado de cualquier tipo de xenofobia pero firme en la defensa de los intereses de Europa y de los trabajadores frente a los planes de inmigración masiva sin control promovidos por Merkel, Soros por intereses oscuros y respaldado por los buenistas idiotas.

    https://www.forocoches.com/foro/show....php?t=6726318
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    «¿Cómo no vamos a ser católicos? Pues ¿no nos decimos titulares del alma nacional española, que ha dado precisamente al catolicismo lo más entrañable de ella: su salvación histórica y su imperio? La historia de la fe católica en Occidente, su esplendor y sus fatigas, se ha realizado con alma misma de España; es la historia de España.»
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  6. #6
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    Re: ¿Frente rojipardo? Anguita crea una corriente que conecta con Salvini

    Les van a meter un rejonazo que los van a mandar al ostracismo de golpe. Me parece que van a comprobar en sus carnes lo que es llevar la contraria al aparato y sus "masas" embrutecidas. Tiene una cosa buena, al final echarán de menos los tiempos de la Falange; y siendo comunistas[1] reconocerán la importancia del patriotismo y de la nación, así como la falacia del internacionalismo (otro engaño más de la izmierda).

    [1] A mi me parece que Verstrynge, que por cierto alguien aquí conoce personalmente, NUNCA ha sido realmente comunista. O mucho me equivoco o en realidad siempre ha pertenecido a la esfera del Nacional Socialismo; cuando era joven a la línea clásica, y ahora a lo que podría ser una suerte de STRASSERISMO o de nacionalbolchevismo.
    Última edición por DOBLE AGUILA; 24/09/2018 a las 15:07

  7. #7
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    Re: ¿Frente rojipardo? Anguita crea una corriente que conecta con Salvini

    Las frases que cita ReynoDeGranada son del número dos del partido de Melenchon.

    Entrevista a Daniel Bernabé, autor de "La trampa de la diversidad", libro que canaliza de alguna manera esta corriente:
    "La izquierda lleva mucho tiempo abandonando a la clase trabajadora” - lavozdelsur.es

    Frauke Petry (AfD) se acerca a En Pie (sector antiinmigración de Die Linke):
    La ex líder de AfD, Frauke Petry, ofrece su apoyo a Sahra Wagenknecht líder de En Pie [DE]

    Debate en la prensa de extrema izquierda:
    8 claves para el patriotismo democrático que viene | ctxt.es
    La izquierda tiene que ser algo más que buenista con la inmigración | Kaos en la red
    ¿Por qué queréis blanquear a Salvini? | ctxt.es
    La tentación rojiparda | ctxt.es
    Monereo: “Estamos contra las políticas migratorias de Salvini y la UE, no se diferencian” - Cuartopoder

    Debate en la extrema derecha:
    ¿Fascismo en Italia? Decreto dignidad - El Manifiesto
    Marine Le Pen - El Manifiesto
    ¡Ya era hora! | EL MUNDO

    Debate en la prensa liberal:
    ¿Tiene patria el obrero? | España
    Gramática parda en la galaxia Podemos
    Social: El Vox de la izquierda (y el regreso de los viejos partidos)
    Atracción fascista en Podemos
    Social: La izquierda: opción B

    Movimientos en otros países:
    Djordje Kuzmanovic, cette figure insoumise de la droite extrême | Le Club de Mediapart
    Mélenchon désavoue son porte-parole, et ses propos sur l’immigration
    Noticias - Un movimiento izquierdista adopta parte del discurso antiinmigración en Alemania - France 24
    Alemania: La izquierda radical lanza un movimiento contra la inmigración: una frontera abierta "no es una política de izquierdas" - Rambla Libre
    La cuestión de la soberanía: cuando comunistas portugueses votan con la extrema derecha

    Lo curioso es que la "objetiva" vara de medir que Anguita y compañía aplican al Gobierno italiano no la aplican, por ejemplo, al franquismo y al fascismo, que tenían políticas sociales mucho más protectoras del trabajador. Estos italianos sólo han reducido el límite de los contratos temporales unos pocos meses y ya Anguita les está haciendo la ola, mientras que del franquismo echa pestes.

    No creo que que lo que une a este movimiento "rojipardo" sea la crítica a la inmigración sino la voluntad de salir de la UE y tal vez de acercarse a Rusia.

    Se ha visto que es difícil que estos movimientos de extrema derecha lleguen al poder sin pactar con otros partidos. Por ejemplo, en Francia será muy difícil que Marine Le Pen gobierne aunque tenga la mayoría de votos. Entonces hay que propiciar un pacto con la izquierda. Pero este pacto sería imposible si la izquierda no asume previamente cierta crítica la inmigración. Por ello conviene crear corrientes que estimulen ese debate.

    En Italia ya está funcionando, de hecho, esta alianza rojiparda. La Liga Norte es un partido que habitualmente se clasifica dentro de la extrema derecha, aunque tiene orígenes algo dudosos. El M5S es de izquierdas; quizá no de extrema izquierda pero sí de izquierdas. Se quiere exportar este modelo de éxito a otros países. En Alemania será muy difícil que AfD llegue a algo por sí sola. Por tanto, conviene preparar el terreno para un posible pacto con la extrema izquierda de Die Linke. En Francia se está trabajando con el partido de Melenchon. En España es donde más lejos se está de lograr algo así, pero parece que se ha escogido para la labor a Anguita (aunque yo creo que más bien va de comparsa) y a Monereo, histórico del PCE y diputado de Unidos Podemos. De momento no parece que nadie les haya echado de sus respectivos partidos. En las redes sociales hay opiniones para todos los gustos.

    Todo esto suena bastante al nacional-bolchevismo y a la Cuarta Teoría Política de Dugin: alianza de los dos extremos del arco político para hacerse con el poder.

    Veremos en qué queda esto. Mi opinión sobre estas alianzas y sobre los elementos que las compondrían es negativa. Pero se puede debatir sobre ello: para eso creé el hilo.
    Última edición por Kontrapoder; 25/09/2018 a las 04:30
    DOBLE AGUILA dio el Víctor.
    «Eso de Alemania no solamente no es fascismo sino que es antifascismo; es la contrafigura del fascismo. El hitlerismo es la última consecuencia de la democracia. Una expresión turbulenta del romanticismo alemán; en cambio, Mussolini es el clasicismo, con sus jerarquías, sus escuelas y, por encima de todo, la razón.»
    José Antonio, Diario La Rambla, 13 de agosto de 1934.

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    Re: ¿Frente rojipardo? Anguita crea una corriente que conecta con Salvini

    Entrevista realizada a Julio Anguita para la revista CTXT el 25/IX/2018.
    ______________________

    JULIO ANGUITA / EXCOORDINADOR DE IU.

    “No quiero tener que optar entre el fascismo y la dictadura de los mercados”.

    CRISTINA VALLEJO.


    Fotograma de la entrevista de Silvio a Julio Anguita en Cultura x el cambio.
    CULTURA X EL CAMBIO.

    Los dos artículos que hasta el momento han escrito en Cuarto Poder Julio Anguita, el diputado de Podemos Manuel Monereo, y el profesor de Derecho Héctor Illueca – a los que seguirá, al menos, un tercero, según nos adelanta el ex secretario general del PCE y excoordinador de IU, han provocado una avalancha de respuestas. Algunos intelectuales muestran su alarma porque la tentación rojiparda de cierta izquierda europea, según expresión de Emmanuel Rodríguez en esta misma revista, cuaje también en España después de atisbar serios tics en Alemania o Francia.

    La defensa que han hecho los autores del Decreto Dignidad, la nueva ley laboral del Gobierno italiano formado por la ultraderechista Liga y por el inclasificable Movimiento Cinco Estrellas, sin precisar que esa “dignidad” está reservada a los nativos italianos, ha disparado las alarmas. Julio Anguita aprovecha esta entrevista para enmarcar el debate que pretendían provocar los autores: señalar y denunciar el fascismo no debe hacer olvidar al “otro adversario de la izquierda, la dictadura de los mercados”; y el cuestionamiento de la Unión Europea y del euro, un debate que califica de tabú para la izquierda y que cree necesario para recuperar la soberanía del Estado-nación.

    Por supuesto, también comparte sus ideas sobre cómo abordar “el problema de la inmigración”, así lo llama; ideas que huyen, según sus palabras, del “buenismo”.

    El artículo ha provocado una enorme controversia. ¿Qué buscaban al publicarlo?

    Los medios de comunicación están absorbidos por la exhumación de Franco, los plagios, los títulos de la Universidad Rey Juan Carlos, pero hay un auténtico debate de fondo que se está obviando: ¿pueden los españoles garantizarles a sus hijos que van a tener trabajo dentro de quince años?, ¿pueden asegurar a los futuros jubilados que van a tener una pensión pública?, ¿qué sector productivo va a tener este país o va a depender solamente del turismo? Recordemos que este país era la segunda flota pesquera del mundo, pero se entregó, como las acerías, y se privatizaron las empresas públicas. ¿Qué beneficio ha obtenido el pueblo español?, ¿cuál es la salida que ofrece esta UE? ¿Qué ha quedado de lo que decían los partidarios de la Unión Europea hace veinte años de aquel edén prometido de cohesión económica y social, de creciente acercamiento de las posiciones sociales y de las regiones? El debate fundamental del futuro de mi país, del futuro de los jóvenes de mi país, ¿cuál es?, ¿recurrir a la muletilla del crecimiento indefinido y permanente?, ¿la emigración?, ¿puestos de trabajo en precario? Esto nos lo venimos preguntando hace tiempo. Creemos que el problema es que no hay valor de enfrentarse a este problema mientras se está diciendo que esta UE es el único camino. Entonces decidimos hacer un artículo polémico. Lo sabíamos. Buscábamos provocar para que se debatiese. Esperábamos un alud de respuestas. Las más han sido negativas, es cierto. Pero también las ha habido positivas. Compañeros de la izquierda nos han criticado, a veces atacado. Y después están las posiciones muy claras de quienes se han dado cuenta de contra quién íbamos: contra la UE. Claro. Sí. Eso es lo que queremos: que se discuta en este país.

    Lo que ha provocado polémica es que hayan puesto de ejemplo de contestación a la UE precisamente a este Gobierno italiano. ¿Por qué no eligieron otro caso como el portugués o el griego, con Varoufakis...?

    No hemos puesto como ejemplo al gobierno italiano, sino una ley, que no es lo mismo. Porque hay cuestiones del Gobierno italiano que son indeseables. Pero veamos los otros casos. Grecia fue una experiencia suicida. Yo, que soy partidario de que algún día salgamos del euro, creo que ello exige dos pasos: explicarlo a la población con mucha didáctica, y tomar unas medidas previas que no rompan. Lo que hizo Tsipras fue prepararse para una salida del euro cuando no tenía plan alternativo, lo que es un auténtico disparate, porque el enemigo que tiene enfrente es muy fuerte. Portugal ha tomado unas medidas muy interesantes, pero es un país pequeño, y no tiene resonancia mediática. Había que buscar algo que tuviese impacto. ¿Por qué escogimos a Salvini? Porque es un elemento perturbador, que tiene muchas ideas desechables, incluso aborrecibles. Por las contradicciones de la vida, ha firmado el Decreto Dignidad, que, según decimos en nuestro artículo, y yo subrayo, nos parece insuficiente. También escribimos que había otras medidas, por la composición doble del Gobierno, de beneficio a los grandes propietarios. Pero, por encima de todo, y lo resumo en un artículo que aparecerá el 28 de septiembre, lo escogimos por la tremenda inquietud que supone la aparición del racismo, la xenofobia y de los partidos de ultraderecha.

    Eso se echó en falta en sus primeros artículos: apuntaban el descontento que genera la UE, la crisis y la globalización, pero no decían que se estuviera canalizando hacia el racismo y la xenofobia…

    Sí, se anunciaba en el artículo. Lo que está sucediendo es una auténtica rebelión popular. Y las rebeliones populares no se hacen con un ejército disciplinado; son caóticas, multiformes, y, por desgracia, esas expresiones y esas protestas se canalizan, desde la época de los pogromos contra los judíos, contra el diferente. En esas explosiones están los pescadores que buscan en ríos revueltos, los movimientos de ultraderecha. Esto no ocurriría si las organizaciones de izquierda hubiesen entrado a desmontar el mito de la UE de Maastricht y sus consecuencias. ¿Hay fascismo en las protestas de los jubilados españoles? No. Pero en ellas pueden aparecer esos pescadores en río revuelto. En ese contexto, si no hay respuesta por parte de la izquierda, cuando ésta deja un hueco, un vacío, alguien lo ocupa, y puede hacerlo la extrema derecha. No quiero tener que optar entre el fascismo organizado, evidente, y la dictadura de los mercados. Ahora hay elementos fascistas en los movimientos de ultraderecha, claro que los hay, pero todavía no ha cuajado como tal alternativa fascista. Aunque va camino de ello. Hay elementos fascistas en la ultraderecha y hay que analizar por qué. Ahora se les tacha de fascistas a estos movimientos. Así se muestra el rechazo. Pero esa denuncia se queda inane y débil frente al otro adversario, que es la dictadura de los mercados. Sospecho, no entre la gente que estamos debatiendo, sino entre quienes manejan los hilos de la opinión pública, que al colocar la estampilla de fascismo a todo aquello que huela a contestación y que tenga ingredientes de fascismo, como el racismo o la xenofobia, están llevando la atención hacia esa parte, para hacer olvidar los problemas que hemos sufrido por la pertenencia a esta Unión Europea. Se habrá dado cuenta de que cuando hablo de UE, hablo de “esta UE”. ¿Sabe por qué? Porque yo no me trago que cuando hablamos de la UE me digan Europa. Europa es un concepto mucho más amplio y la UE es una manera de construir el ideal europeo, pero en favor de la minoría.

    Dice que no quiere tener que elegir entre el fascismo y la dictadura de los mercados. Y hay quien comenta, a raíz de sus artículos, que en España puede estar gestándose una corriente en la izquierda que reivindica el repliegue nacional, el Estado-nación, la soberanía y la identidad nacionales... Y también, que resuenan los ecos de En Pie o de Mélenchon, críticos con la inmigración. ¿Cree justificado que se hable ahora de una izquierda rojiparda, que comparte (o le disputa) ciertos principios con movimientos que, según ha definido usted, tiene componentes fascistas?

    Son discusiones bizantinas, que obvian el problema fundamental. ¿Rojipardo? Vamos a situar el problema. Yo planteo una partida de ajedrez en la que al rey lo sustituimos por el Estado. Entre los jugadores de ajedrez, hay uno que ha ido a por esa pieza: el capital financiero, la globalización. Y la ha capturado. Pero el capitalismo globalizado no quiere que los Estados-nación desaparezcan, porque son los ejecutores de sus políticas y, frente a sus ciudadanos, tienen legitimidad democrática. Esa pieza capturada por mi adversario es la que hay que reconquistar. Eso no tiene nada que ver con la autarquía ni con el soberanismo. Se trata de retomar una pieza que el adversario ha cogido en el campo de batalla y que está utilizando para golpearnos en la espalda. Tener el Estado implica tener la capacidad de hacer muchas cosas, de redistribuir y trazar alianzas con otros Estados para cambiar la UE. Yo quiero recuperar la soberanía y el Estado. Pero no me conviertan ustedes en más cosas. No me hagan nacionalista, porque no lo soy en absoluto.

    ¿Qué me dice de las posiciones poco amistosas con la inmigración que ha comenzado a tener cierta izquierda? ¿Le preocupa, comparte, combate?

    Estoy preocupado por dos cosas con igual intensidad: por la reacción miserable y egoísta de quien permite que se ahoguen inmigrantes en el mar y por la frivolidad y el egoísmo de quienes montan campos de concentración para ellos fuera de Europa. Europa no quiere asumir el problema de la inmigración y va a acabar con ella, porque a los inmigrantes no los va a parar nadie. Europa no es capaz de visualizar qué es lo que viene y no se sienta a pensar, porque supone cuestionarse muchas cosas, muchas políticas de armamento y de explotación de recursos naturales. Pero los problemas hay que asumirlos. Por eso planteo mi doble dolor: hay que atender ahora mismo a los inmigrantes, pero a continuación hay que ir al grano. Imaginemos que abrimos totalmente las fronteras y permitimos que continúen activas las situaciones que provocan que las personas huyan de sus países de origen, es decir, los conflictos y los gobiernos con los que colaboramos: entrarían en Europa millones y millones y harían bien en hacerlo. Pero, ¿qué habríamos resuelto? Llegará un momento en que no podrán ser atendidos. Entonces, lo que planteo es que hay que ayudar a quienes llegan y están aquí, e integrarlos, pero inmediata y simultáneamente, hay que acabar con las condiciones que provocan que esto se produzca. De lo contrario, objetivamente, el problema va a ser enorme, no lo va a parar nadie.

    Con el precedente de los exvotantes del PCF, que se convirtieron en bases de Le Pen, cabe pensar que haya izquierdas que quieran disputar ese terreno.

    Cuando la gente está en mala situación, conecta con la idea de patria y de identidad. Ahí está el problema: en el momento en que abandonamos a nuestra gente, llegan los pescadores en río revuelto. En absoluto defiendo la conquista del Estado a través de políticas xenófobas: dimitiría inmediatamente. Pero no practicaría lo que se ha denominado “buenismo”: atendería a necesidades, pero apoyaría operaciones internacionales para quitar a tanto dictador, para no robar a esos países y para que cambien. Si no, no hay solución. Porque van a venir a millones y no hay quien lo pare, porque tienen hambre.

    Algunos de los que observan a estas nuevas izquierdas dicen que en ellas hay más materialismo y menos moralismo, sobre todo respecto a la inmigración.

    Es mejor hablar de ética. Para mí, la acción política es inseparable de la ética. Gobernar significa atender a necesidades de seres humanos. Pero tú ejerces tu poder sobre un territorio concreto y luego hay otros seres humanos que tienen otros problemas. Tú tienes que atenderlos, pero siempre como una circunstancia sobrevenida y exigir a los que están gobernando contigo que se resuelva el problema de fondo.

    Mélenchon ha dicho que al capital le interesa que haya inmigración para bajar los salarios. ¿Comparte esta idea?

    Yo no sé cuál es la intención de Mélenchon. Pero un momento: es una constante en el capitalismo crear un ejército de reserva para bajar los salarios. Eso es así. Pero no hace falta que vengan los inmigrantes para que sea de esta manera. Eso ocurre dentro del país cuando hay parados. Lo que dice Melénchon es verdad, pero no es atribuible a los inmigrantes, sino a trabajadores que están en el paro en un mismo lugar. Adoptar ese discurso me parece peligroso. Yo lo diría de otra manera: nos falta un ideal universal. La izquierda ha perdido el discurso profético que representó el Manifiesto Comunista: Marx analiza la historia muy por encima, muestra el avance que ha tenido el capital y termina apelando al cambio con una ética. Hay que recuperar ese discurso profético y hablar de la ética de la solidaridad universal. Esto significa, por ejemplo, que si no se venden bombas, no se venden, pero, de manera paralela, hay que buscar empleo alternativo a los trabajadores de los astilleros. Y si esa nueva ocupación está tres kilómetros más allá, los trabajadores tendrán que aceptar moverse, porque son ciudadanos con derechos, y también con deberes, y tienen que contribuir a que no se vendan las bombas.

    En su reivindicación del Estado nación, ¿dónde queda el internacionalismo?

    Estos días nos han dado en la boca, o lo han pretendido, con la palabra "internacionalismo", que suena muy bien. Pero el internacionalismo es algo que hay que organizarlo, ¿o es espontáneo?, ¿o el trabajador español se levanta por la mañana y se siente vinculado con el trabajador italiano? El internacionalismo se organiza, se potencia, se difunde, y para eso están las ideas y las instituciones. El internacionalismo es algo que se organiza desde los propios Estados y en el proceso de toma del poder del Estado.

    Detrás de las rupturas que dieron lugar a la III y a la IV Internacional está, precisamente, la disputa entre el internacionalismo y el Estado-nación. ¿Puede romperse ahora la izquierda entre los “cosmopolitas” y quienes creen en el Estado nación? ¿Qué hay de la posible nueva corriente de Podemos?

    Cuando hay lucha de clases y pobres y ricos, lo de cosmopolita me parece... No quiero utilizar una palabra muy gorda... Déjelo con puntos suspensivos. Voy a ser muy rotundo: yo pertenezco al PCE y a IU, por lo que no voy a hacer una facción en un partido que no es el mío. Podemos, IU y Equo son los míos, los tres, incluso simultáneamente. Los otros no son los míos, eh, en absoluto. Yo tengo muy claro quién es mi enemigo: el capital, el neoliberalismo. Cuando hemos abierto el debate, no lo hacemos con la idea de crear una facción. Lo que pasa es que Monereo ha hecho unas declaraciones y se han malentendido: de manera paralela, sin tener nada que ver con esto, estamos empezando a trabajar en algo que todavía no vamos a presentar: una especie de organización sobre la III República. Eso ha podido inducir a algunos, de buena o mala uva, a mezclar. Jamás se me ocurriría hacer una facción.

    Pero sí parece haber síntomas de ruptura en la izquierda en Europa.

    Es una desgracia que nos ha acompañado porque es inherente a la izquierda, por una razón que nos ha acompañado: la izquierda es el pensamiento, siempre lo ha sido, basado en Heráclito, todo fluye, todo cambia, nada es eterno, nada es firme, nada es sagrado. Por eso tenemos este hándicap, salvo en momentos excepcionales. La izquierda se salva cuando sabe trabajar sus pueblos. El Frente Popular era un guirigay, era un pandemónium, pero había un movimiento en la base de la gente que nos arrastró. Cuando eso ocurra, si ocurre, estaremos más cohesionados. Tenemos que darnos cuenta de que las elecciones, aunque son algo muy importante, no pueden representar el 98% de nuestra labor. El trabajo en la base, ideológico, cultural, lo tenemos muy abandonado.

    ¿Ha hablado estos días con Alberto Garzón o con Pablo Iglesias, le han llamado en un sentido o en otro?

    Yo sé que Pablo Iglesias ha defendido nuestra posición o no nos ha crucificado. Alberto Garzón no me consta, pero he oído que parece ser, ya que yo en las redes no entro ni para decir buenos días, que está en contra de una autarquía económica. Pero yo le digo: ¿y quién ha dicho eso? Yo estoy planteando un problema muchísimo más profundo que la autarquía. No me gusta que se despache lo que estamos planteando con cuatro fórmulas; no quiere usted entrar en el debate, pues no entramos, pero no me despachen.

    Hablando de autarquía, acabo de recordar ahora mismo a Donald Trump, su guerra comercial y su promesa de recuperar puestos de trabajo para los obreros. ¿Qué opina?

    ¿Sabe lo que está demostrando Trump? Que lo del mercado libre solamente es bueno mientras sea yo el que exporte. El viejo dogma de que el libre mercado es el que lo arregla todo es simplemente una impostura y lo demuestra el señor Trump. Hay que darle las gracias por ello.

    Otro debate de este verano ha tenido como protagonista la cuestión de las identidades. ¿La izquierda se despista con las luchas feministas, ecologistas, y hay que volver a lo puramente material?

    Esas aportaciones son fundamentales, siempre y cuando incidan en la gran cuestión esencial que es la lucha de clases. El ecologismo o la ecología política han proyectado sobre la lucha de la humanidad una luz necesaria. Yo he defendido la gran síntesis: el marxismo, el ecologismo, el feminismo y el multiculturalismo tienen que llegar a una síntesis ideológica y, si no pueden, que lleguen a una programática, para ir empezando. Lo malo es cuando se asumen esas identidades obviando la gran contradicción capital-trabajo. Estoy a favor de estas identidades, pero como luchadoras que aportan elementos nuevos teóricos a la lucha fundamental capital-trabajo. Yo soy de formación marxista y reconozco que, a partir de 1972, con Los límites del crecimiento, de Donella Meadows, se iluminó una zona de la que sólo había atisbos, sobre todo en la España de los viejos anarquistas. El feminismo es la gran revolución, incluso económica. Y, naturalmente, las culturas, visiones del mundo que surgen desde culturas en las que el tiempo no corre tanto. Para mí el error de estas diversidades es que sustituyan a la lucha fundamental: la liberación de la clase. Si lo otro se encaja, no de manera como va una fuente a un río principal, sino como síntesis con ello, me parece perfecto. Lo malo es ver sólo a través de una perspectiva, también si sólo se hace a través de ese río principal de la lucha de clases sin tener en cuenta la cultura, las costumbres, las tradiciones, los imaginarios colectivos.

    Usted que fue tan combativo contra el PSOE, ¿cómo ve que ahora que Unidos Podemos colabore con él?

    Contra lo que se difundió, yo no estoy en principio en contra de nadie por llamarse como se llame. Yo no estoy en contra de los pactos. El problema siempre es el mismo: qué es lo que se pacta.

    ¿Ahora le parece suficiente lo que se ha pactado? Parece que aún no hay nada, salvo quitar a Mariano Rajoy.

    El PSOE tiene muchas hipotecas. Una primera es su debilidad parlamentaria. Otra, que aunque Pedro Sánchez ahora disfruta de un consenso silencioso dentro de su partido, ello es porque es presidente del Gobierno, pero hay una parte del PSOE que prefiere pactar con el PP. Y tiene además la hipoteca del miedo escénico a verse en la necesidad de tomar decisiones en estos momentos difíciles. Por tanto, Unidos Podemos podrá sacar algunas cosas, pero no van a ser muy importantes. Aunque sí merece la pena que apoyen al PSOE, pero sin creer que se van a hacer grandes transformaciones.

    ¿Y cómo valora a la izquierda desde que usted dejó la primera línea, en estos cerca de veinte años?

    La primera gran barbaridad que se hizo en Europa fue el harakiri del PCI, en 1991: eso fue un auténtico disparate. Yo diría que casi un crimen. Lo hicieron por la caída de la URSS, pero, ¿qué tenía que ver el PCI con la URSS? Por favor. Se vieron arrastrados por la UE, pensando que podían ganar elecciones, olvidando que EE.UU. había prohibido que los comunistas ganasen elecciones. Mi organización, IU, se partió por la mitad con Maastricht: 60% en contra, 40% a favor. Pero al final, en aquella IU las ideas de europeísmo de salón se impusieron y, a partir de ahí, hay izquierda, hay luchadores, pero al llegar a este tema, lo obvian. En un debate, me increparon que no podemos salirnos del euro. Y yo contesté que no hay que salirse mañana. Yo soy como el médico que diagnostica que con el euro no hay solución, porque es el marco cambiado de nombre, pero que aún no tiene medicina para ello. Hay una máxima que cogí de un filósofo marxista polaco que dice así: “La izquierda sabe a veces que puede ser impotente contra el crimen, pero no puede decir que el crimen es un hecho bondadoso”. El fallo que veo en la izquierda es que no quiere entrar a debatir el euro. Yo no digo que yo tenga razón, digo que es un tabú. Ese miedo a enfrentar el problema, a debatirlo, nos lastra.

    ¿Y qué debe hacer la izquierda?

    Para empezar, asumir este debate, cuando le dejen las elecciones tiempo. Además de tiempo, faltan los programas. Se buscan solamente las candidaturas, y candidaturas muy extrañas, porque lo que importan son las personas, pero yo no he oído en Madrid todavía hablar del programa. La señora Carmena será estupenda, aunque yo tengo mis reservas por lo que le pasó a un concejal de IU (Sánchez Mato), que sabía qué política económica quería de verdad. Y se apartó también al coordinador del grupo, Antonio Hernández. Esta señora va a ser alcaldesa y va a hacer la lista, pero no hay programa.

    ¿La IU de Anguita aceptaría las condiciones de Carmena?

    Yo no sé si IU, pero Julio Anguita, en absoluto.

    Pero ganaron las elecciones pasadas y pueden ganar las próximas.

    Las elecciones se ganan ¿para qué? Yo cuando le he planteado lo del Estado, la recuperación de la soberanía, yo siempre lo utilizo como medio, no es un fin. Quiero el poder para hacer algo. El poder es un instrumento, una herramienta.

    Fuente.
    Última edición por Pious; 26/09/2018 a las 00:51
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  9. #9
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    Re: ¿Frente rojipardo? Anguita crea una corriente que conecta con Salvini

    Pues esta entrevista a Anguita aclara muchas cosas. Desde luego se ve claro que el objetivo principal es salir de la UE. También hay puntos de contacto en lo que respecta a la inmigración, aunque Anguita siempre lo enfocará desde el argumento de la bajada de salarios, etc. Es significativo que diga que Pablo Iglesias comprende su postura.

    Hasta ahora no he visto que el mundillo patriota se ha hecho mucho eco de este debate en la izquierda. En Hispanismo, como siempre, estamos a la vanguardia. Pero leyendo las afirmaciones de Anguita, yo creo que muchos patriotas las suscribirían sin problema, porque en realidad vienen haciendo un discurso muy parecido al de Anguita. Me da la impresión de que veremos a muchos patriotas haciéndole la ola a Anguita, salvo los que se sientan molestos por creer Anguita quiere subirse a su carro ganador a última hora.
    Donoso dio el Víctor.
    «Eso de Alemania no solamente no es fascismo sino que es antifascismo; es la contrafigura del fascismo. El hitlerismo es la última consecuencia de la democracia. Una expresión turbulenta del romanticismo alemán; en cambio, Mussolini es el clasicismo, con sus jerarquías, sus escuelas y, por encima de todo, la razón.»
    José Antonio, Diario La Rambla, 13 de agosto de 1934.

  10. #10
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    Re: ¿Frente rojipardo? Anguita crea una corriente que conecta con Salvini

    Este artículo de Monereo responde a los críticos dentro de la izquierda. Emplea un lenguaje muy parecido al de algunos sectores identitarios. Por ejemplo, si me dicen que Laureano Luna ha escrito esto, me lo habría creído. Algunos pasajes del discurso de Anguita también cuadran bastante. Yo creo que Monereo es el verdadero jefe de esta corriente. En este artículo deja ver algunas de sus cartas y no falta un guiño a VOX. Nos esperan tiempos divertidos.
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    La dictadura de lo políticamente correcto: un discurso disciplinario


    • Lo políticamente correcto establece no solo lo que se puede discutir, sino el modo de hacerlo; se convierte en un discurso que establece una hegemonía
    • Hubo quien pretendió rizar el rizo distinguiendo entre adversarios neoliberales y enemigos populistas. No hay censura sin sospecha. Sin solución de continuidad, se pasó a interpretar intenciones ocultas


    Por Manolo Monereo
    Última actualización martes, 25 de septiembre de 2018

    A la memoria de Danilo Zolo, maestro

    Hemos aprendido y seguimos aprendiendo. El debate que queríamos abrir Anguita, Illueca y yo, desgraciadamente, no ha sido posible. Ha habido de todo menos debate. Interpretaciones sesgadas, descalificaciones, insultos y desprecios de diversa intensidad. Discusión en serio, con muy pocos, a los que se lo agradecemos. Hemos chocado con lo políticamente correcto. Lo sabíamos. Lo que ignorábamos es su extensión e intensidad. Una convergencia entre extremas izquierdas varias, derechas de diversos signos e intelectuales orgánicos empeñados en marcar el debate político. Hemos atravesado líneas rojas y se ha pretendido escarmentarnos y con ello, expulsarnos del debate público.

    Desde un cierto punto de vista, estamos rodeados de discursos, discursos dominantes y dominados, cristalizaciones de ideología organizada en torno a enunciados dotados de sentido. Lo políticamente correcto establece no solo lo que se puede discutir, sino el modo de hacerlo; se convierte en un discurso que establece una hegemonía. Nos hemos enfrentado a una variante de éste que podríamos denominar discurso disciplinario. Lo que hay en el trasfondo es simple: estigmatizar, criminalizar opiniones y convertir a los adversarios en enemigos. Esto tiene, al menos, una doble consecuencia: se fija lo correcto y se prohíbe lo incorrecto hasta tal punto que se obliga a los actores a distanciarse de él, a repudiarlo públicamente. Un ejemplo lo tenemos delante de los ojos en el debate abierto en torno al artículo de Clara Ramas sobre el patriotismo democrático.

    Se dice que estamos rectificando sin desdecirnos de lo escrito. No es verdad, lo que estamos haciendo es aclarar las muchas tergiversaciones, malas interpretaciones y falsedades. Podemos habernos equivocado en tal o cual frase, pero lo que dijimos está claro: 1) que nos oponíamos a banalizar el fascismo y que para entender lo que está pasando en Italia hace falta un análisis concreto de la realidad concreta; 2) que el actual gobierno italiano tiene un proyecto contradictorio que representa a un determinado bloque social con relaciones complejas con las clases trabajadoras (ejemplo de eso, el decreto Dignidad); 3) la enorme responsabilidad de la izquierda italiana en el surgimiento y desarrollo del populismo de derechas. En el centro, la gran hipoteca para la economía y sociedad italianas de la Unión Europea bajo hegemonía alemana.

    En vez de discutir los contenidos, se nos descalificó acusándonos de blanquear el fascismo emergente en Italia y de mil fechorías más. Hubo quien pretendió rizar el rizo distinguiendo entre adversarios neoliberales y enemigos populistas. No hay censura sin sospecha. Sin solución de continuidad, se pasó a interpretar intenciones ocultas. Los genios de la lámpara encontraron pronto una supuesta línea rojo-parda que daba sentido a nuestros artículos. Faltaba Rusia, pero ya apareció. Como no había mucho que discutir, se buscó una conexión adecuada: estamos con Salvini, estamos con sus políticas y defendemos sus opciones. Nunca hablamos de emigración, pero se convirtió en el centro del ataque. Rápidamente se vio las derivas de un discurso disciplinario, se criminaliza la política migratoria del gobierno italiano y se salva la de la Unión Europea en un momento donde el Consejo Europeo acaba de aprobar la creación de una muralla de hierro que impida la llegada de cualquier tipo de emigrantes y la externalización de “centros” de acogida en el norte de África.

    Los elementos del discurso disciplinario han aparecido una y otra vez entre tanta descalificación e insulto. Dos muestras: cómo se tratan los temas asociados a la globalización capitalista y la Unión Europea. Según este discurso, la globalización es irreversible y buena (la falacia naturalista es fundamental en este tipo de enunciado); quien no está de acuerdo con ella es un reaccionario, contrario al progreso y a un futuro brillante ligado a las nuevas tecnologías. Si es necesario, se pueden sacar textos de Marx en favor del librecambio o “justificando” la conquista de la India. El otro lado de la contradicción es también claro: el Estado-nación está históricamente superado y es malo, no se puede partir de él y, mucho menos, reformarlo para contribuir al desarrollo de los derechos sociales, de las libertades públicas y de la soberanía popular. Se reconoce que hay ganadores y perdedores y lo que se busca es una globalización de rostro humano, una gobernanza de la humanidad entera bajo compactas democracias de mercado.

    Lo de la Unión Europea afecta mucho más, es uno de los grandes consensos de la Transición. Se considera que la UE es Europa, un bien en sí más allá de los conflictos de clase y de poder. El euro, un instrumento inacabado pero que orienta en el buen sentido. Desmantelar los controles sociales, políticos y económicos del Estado-nación se considera algo positivo, ya que nos acercará en un proceso histórico a unos supuestos Estados Unidos de Europa. Defender la soberanía popular, los intereses nacionales y las políticas económicas progresivas está considerado como nacionalismo, como formas variadas de populismo y, más allá, negadoras de Europa como proyecto. Poco se dice del vínculo atlántico, menos de la OTAN y sus políticas de rearme, casi nada de la creciente subalternidad con respecto a la América de Donald Trump. Una cosa sí que queda clara, Rusia es culpable; hay que impedir, cueste lo que cueste, una alianza de ésta con Alemania, Francia y demás países de la Unión.

    Un discurso disciplinario que domina, controla y marca el debate público. Unas veces implícitamente y otras, explícitamente y siempre como marco cognitivo en el que hay que estar para ser respetado y convertido en una fuerza reconocida por los que mandan, por los poderes fuertes. Todavía asombra que, cuando se ve crecer a una fuerza como Vox, se la relacione con el conflicto entre las dos derechas, PP y Ciudadanos. Es decir, de nuevo se ignora que hay una relación directa, visible entre las políticas que impone la UE, la degradación de la vida de las personas, las enormes desigualdades sociales y la crisis de unas nuevas generaciones a las que se les bloquea el futuro.

    En una cosa no se equivocan, nosotros proponemos una república federal que mire al socialismo desde una defensa nítida de la soberanía e independencia nacional, los derechos sociales y las libertades públicas y, más allá, la lucha por la hegemonía de las clases trabajadoras en base a un nuevo proyecto de país en una Europa democrática y solidaria.



    Manolo Monereo
    Manolo Monereo es politólogo y diputado de Unidos Podemos (UP) por Córdoba
    Última edición por Kontrapoder; 27/09/2018 a las 21:49
    «Eso de Alemania no solamente no es fascismo sino que es antifascismo; es la contrafigura del fascismo. El hitlerismo es la última consecuencia de la democracia. Una expresión turbulenta del romanticismo alemán; en cambio, Mussolini es el clasicismo, con sus jerarquías, sus escuelas y, por encima de todo, la razón.»
    José Antonio, Diario La Rambla, 13 de agosto de 1934.

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    Re: ¿Frente rojipardo? Anguita crea una corriente que conecta con Salvini


    Julio Anguita reitera que la III República no puede ser una repetición de la II. Silvia P. Cabeza


    OPINIÓN HABLANDO SOBRE ESPAÑA

    Julio Anguita: "Los de Cataluña son presos políticos; los de Venezuela, presos comunes"

    "Estoy en la misma trinchera que Iglesias, pero su casa fue un error de cálculo". / "La Transición ha fracasado, el franquismo está sin tocar". / "Muchas veces creo que el PP llora por la desaparición de ETA". / "La Unión Europea es un camelo, el timo de la estampita".


    Si el Califa rojo fuera un político whiskero, dedicaría mañanas enteras al posado fotográfico. Dice el camarero de su Café habitual que cuando la mañana es de muchedumbre, Julio Anguita (Fuengirola, 1941) se marcha adentro con su taza. Sandalias y bermudas, huye parsimoniosamente del selfie. En la Córdoba que un día gobernó, todavía subyuga a derechas e izquierdas.

    Sentado a unos metros del lugar donde recibió a “Pablo e Irene” el pasado mayo, resume su actitud con un tuit: “Las copas y los bailes, con mis amigos”. Cuando vivía en Madrid, declinaba las invitaciones de mantel. Frente a la ventana y sentado al sol, como Abderramán III cuando gobernaba esta ciudad, reaparece el Anguita del eterno “programa, programa, programa”.

    La arruga y la cana sólo son corteza de una mirada fiera, de un verbo irreductible. Apresa la pregunta y, tras un “mire usted” -lo único que comparte con Aznar-, desmiga poco a poco para brindar un argumento limpio, siempre aliñado con unos principios que no han variado desde los setenta: comunismo, lucha de clases y combatir el capital.

    Entrevista a Julio Anguita.

    Recepción monárquica por parte del Califa rojo: Café Alfonso XII en la calle del mismo nombre.

    Es que vivo en esta calle -se ríe-. La paralela es Isabel II. ¿Ve esa casa de ahí, en el rincón?

    Sí.

    Mi despacho está justo debajo de ese escudo nobiliario. Las contradicciones de un republicano… Es broma, pero cuando uno busca casa… Los nombres de las calles son los que son. Me crié en este barrio. Viví aquí desde los cinco hasta los veinticinco. Mis recuerdos de niño, adolescente, amores y desamores están en estas calles.

    Usted conoció de cerca a Juan Carlos I. Escuchadas las cintas de Corinna y conocidos los delitos que le atribuye al rey emérito, ¿se queda con Alfonso XII?

    Con ninguno. De entre todos los reyes de España, si tuviera que hacer una concesión, me quedaría con Amadeo I, un hombre que intentó hacer las cosas medio bien. Aquello fue una monarquía democrática, pero chocó con algo muy nuestro y muy malo: esa especie de casticismo torpe e ignorante, que además se ufana de ello. La nobleza le cercó. Le llamaban “macarronini”. Sin embargo, esa era la misma población que había aguantado a Fernando VII, un indeseable y un mafioso. En la historia de los pueblos, existe la tremenda tentación de imputar los problemas a las máximas figuras, pero los ciudadanos tienen su parte de responsabilidad.

    Deme una visión global de Juan Carlos I. ¿Ha cambiado su opinión en los últimos años?

    No. Es la misma que tenía. Todo esto ya se sabía. No entiendo la hipocresía de los políticos, medios de comunicación e intelectuales que ahora se rasgan las vestiduras. Este señor empezó a gestar una fortuna desde que fue coronado rey. Recibía comisiones. Su vida privada también era conocida, aunque ahí no entro mientras él se pague sus amoríos. Como decían que Juan Carlos I era la clave de aquel arco llamado Transición, aguantaban a este ilustre pilluelo, pero ha acabado saliendo todo. Juan Carlos I no es peor que la gente que lo ha apoyado. No es peor que la oligarquía que entró a saco con el dinero de este país. Es uno de los suyos. Lo digo como Marlon Brando en El Padrino: es uno de la familia.

    Una “familia” que apoyó también en su día el Partido Comunista, del que usted forma parte.

    Publiqué un artículo en 1977, que fue incluido en un libro titulado Combate de este tiempo, donde critiqué la Transición. En una conferencia de mayo de 1980 volví a hacerlo. No me he sumado a una moda. Desde entonces, y teniendo en cuenta lo que después se ha sabido, considero que la Transición ha sido muy negativa, un apaño posible por la presión del miedo a los militares. Hubo gente que se plegó a ese miedo. Deseaban instalarse, dejar la vida de perseguidos, pero si hubieran hecho un análisis objetivo, se hubieran dado cuenta de que el capital nunca habría tolerado una nueva dictadura. Querían entrar como fuese en el mercado común europeo. ¿Me permite una anécdota?

    Claro, adelante.

    Cuando mataron a Carrero Blanco, el Partido Comunista creía que iba a haber una debacle, una venganza. Mandó algunos dirigentes a hablar con la banca, la Iglesia y el Ejército. No diré los nombres de los interlocutores. Lo haré si me llama un juez. Los tres estamentos coincidían en que España necesitaba un cambio. Uno de los del PC preguntó por la Guardia Civil. Le dijeron que sólo había munición para 48 horas. Puedo asumir y aceptar que no hubo más remedio que la Transición, pero el gran pecado fue hacer de la necesidad virtud. La obligación se tornó estrategia. La izquierda sabe que muchas veces se puede ser impotente frente al crimen, pero no puede decirse que el crimen es bueno.

    Usted está a punto de lanzar una plataforma para promover la III República española. ¿Se encuadrará en Podemos?

    Yo no soy de Podemos. Soy del Partido Comunista y de Izquierda Unida, pero considero míos, como perteneciente a ellos, a Podemos, Equo y a tutti quanti que pretenda construir una alternativa. Son míos en el sentido de pertenencia, no de propiedad. Por más que me lleve bien con Iglesias no me meto en el organigrama de su partido. Sé muy bien cuál es mi sitio. En cuanto a la plataforma, estamos preparando el terreno por abajo. Cuando aparezca públicamente, habrá gente organizada. No de manera rígida, sino flexible.

    ¿Cómo es la república que quiere?

    Transversal, ni de izquierdas ni de derechas, que beba en cierta medida de lo que implantó Ortega con la Agrupación al Servicio de la República. He recorrido las tierras de este país. Los republicanos no pueden estar todo el día hablando de la II República. No mencionan la III. Es comodidad, no molestarse en preparar una alternativa. La III República no puede ser en absoluto una repetición de la II. Hay gente que se agarra a la bandera republicana, pero siempre pensando en lo que pasó. La construcción debe ser totalmente nueva, ligada al siglo XXI.

    Precisamente, quienes más hablan de la II República son Podemos e Izquierda Unida.

    Porque están sobre la mesa la exhumación de Franco y la Memoria Histórica. La Transición no ha servido para nada porque han vuelto los problemas que se quisieron conjurar. Los que firmaron el pacto desde el poder sabían que era para incumplirlo. El franquismo está sin tocar. Y no me refiero a las placas, sino a las formas de pensamiento, a la corrupción institucionalizada. Tuvo que haber habido una especie de saneamiento moral, ético y político, pero se pactó con la pretensión de evitar problemas. Cuando las facturas de la Historia no se pagan, vuelven otra vez.

    Entonces descarta que su plataforma se integre en Podemos.

    Si a alguien de los nuestros se le pasa por la cabeza, me borro. Si pasamos a pertenecer a un partido, cualquiera, me iré inmediatamente.


    Anguita fue líder del Partido Comunista y de Izquierda Unida. Silvia P. Cabeza


    ¿Ha renunciado a las listas electorales para siempre? ¿Cuánto tuvieron que ver sus problemas de corazón?

    Dos años antes de mis problemas cardiovasculares reuní a mis colaboradores más cercanos en una cena. Les planteé que yo ya había dado de sí todo lo que podía dar. Fui objeto de unas campañas tremendas, pero nunca me doblegaron. Al final, esas críticas estaban haciendo mella en la organización, no en mí. Dejé el cargo de secretario general del PC y después el de coordinador general de IU. La operación de corazón facilitó la salida, pero la decisión la tenía tomada.

    Es decir, no volverá a figurar en ninguna lista.

    No. Aunque, hombre, eso de decir “para siempre”… Estoy obsesionado con esas campañas electorales que empiezan al día siguiente de las elecciones. Nos perdemos en el gambeteo de lo que fulano ha dicho. Para mí, la política es un arte agrario. Hay que roturar la tierra, sembrar, regar, que pasen el sol y la luna… Es un trabajo muy duro. Hoy, lo que tiene importancia es lograr algo en 24 horas. No estoy de acuerdo. Debe de ser la angustia que los propios medios de comunicación introducen en el político. La política serena está reñida con el ritmo de los periódicos. Es una contradicción que tenemos que asumir y tratar de resolver.

    Ha descrito como “suyos” a los militantes de Podemos e Izquierda Unida. ¿Apuesta por fusionar las dos organizaciones más allá de una coalición electoral?

    Mire, si las fusiones no se dan desde abajo, son un fracaso. Cuando el militante de un partido se sienta con el del otro y discute en torno a problemas de su municipio se va creando un acervo común de identidad, que luego culmina. Las uniones por decreto nunca salen bien.

    Se lo pregunto de otra manera: ¿le gustaría esa fusión entre Podemos e IU “empezando desde abajo”?

    De Podemos, IU, Equo… No hablaría de partido, sino de movimiento. No debe visualizarse con un abrazo entre Iglesias, Garzón y López de Uralde, sino en Leganés, Montilla… Mientras no ocurra eso, será una cuestión puramente electoral. Esto funciona cuando hay atmósfera y hasta los militantes del último pueblo de España están unos con otros.

    Decía usted que sigue viviendo aquí, en el barrio que le vio crecer.

    Sí, sí. Ahí, en la iglesia de La Magdalena hice la primera comunión.

    Sobre el papel, su casa no sorprende. No es fácil decir lo propio de la que se ha comprado Pablo Iglesias.

    Voy a repetir lo que ya dije: fue un error de cálculo. Ahí me quedo. No quiero que mi crítica sea utilizada como ariete por los que están enfrente. Quiero dejarlo claro. No es lo mismo la crítica al hermano que al adversario. Yo estoy en la misma trinchera. Igual que cuando me preguntaban por Fidel Castro. Yo decía: “En la misma trinchera contra los yanquis. A partir de ahí, pregunte usted”.

    Iglesias suele pedirle consejo…

    No es cierto. Ha estado aquí varias veces. También en mi casa. Quería conocer varias opiniones, entre ellas la mía. No soy asesor áulico. En mayo, pasó por aquí porque iba a la boda de unos amigos. Vino a casa con Irene.

    Está claro que el secretario general de Podemos siente una profunda admiración por usted. No hay más que ver la entrevista que le hizo en La Tuerka. ¿Le ha dado algún consejo para esta nueva etapa?

    No. La última vez fue la que le comentaba, en mayo. Todo esto no había ocurrido.

    ¿También charla con Errejón?

    No lo conozco. Nunca hemos cruzado palabra, tampoco vista. No hemos coincidido. Por Madrid voy muy poco.

    ¿Le pareció acertado que lo mandaran al banquillo?

    Son decisiones de un partido soberano. Ahí no entro. Nunca lo hago.

    Sus últimos artículos, publicados junto a dos compañeros, han levantado mucha polémica. Critica el “elitismo intelectual” y la “tiranía de lo políticamente correcto”. ¿Incluye también a Unidos Podemos?

    Incluyo a todas las personas, sea cualquiera su organización, que rehúyen la realidad a la hora de afrontar determinados temas. Me refería, sobre todo, a la Unión Europea. De manera aviesa, se confunde Europa con la Unión. Parece que la Unión es garante del europeísmo. Y no. La Unión no se parece en nada a lo que prometieron en los noventa. La Unión Europea es un camelo, el timo de la estampita.


    Anguita es el candidato más votado de la historia de IU. Silvia P. Cabeza


    Dada la debilidad parlamentaria que supone tener 84 diputados, ¿es sensato que Sánchez no haya convocado elecciones?

    Hay cosas que no se pueden hacer cuando se carece de mayoría. Voy a recordar algunas: separación Iglesia-Estado, derogación de la reforma laboral… Sinceramente, dudo que eso lo hiciera el PSOE con mayoría absoluta. Utilizo el verbo dudar para ser correcto. Tengo más que dudas. En cuanto a las elecciones, ¿qué es lo que puede estar pensando el presidente? Seguramente, él cree que con Podemos y algún otro apoyo puede aguantar la avalancha. Si no fuera así, no tendría sentido.

    En una entrevista que le hicieron poco después de la investidura de Sánchez, no quiso ser taxativo con el nuevo Gobierno. Dijo que prefería esperar. ¿Qué opina ahora?

    No me extraña nada de lo que ocurre. Tienen la coartada de la minoría parlamentaria. A lo largo de mi historia política he observado en muchos partidos, pero fundamentalmente en el PSOE, que dicen una cosa en la oposición y en el Gobierno hacen otra. Eso me escandaliza cuando se trata de formaciones acostumbradas a gobernar, conocedoras de la maquinaria del Estado y de los poderes fácticos. Hay una gran dosis de hipocresía. Mantengo mi duda fundada de que el PSOE no llevaría a cabo los proyectos mencionados con mayoría absoluta. Son la columna izquierda de esta segunda restauración monárquica. En determinadas cuestiones como la monarquía o Cataluña tienen los mismos posicionamientos que el PP.

    Explíquese.

    El PSOE es la otra cara del constitucionalismo. Me hace gracia que se autodenominen así: “Constitucionalistas”. Porque incumplen títulos enteros de la Constitución. Lo he dicho muchas veces: denme el Gobierno y la Constitución y cambio este país.

    ¿Por ejemplo?

    Título VII: “Toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general”. Cuando recitaba esto, me decían: “Eso sería la URSS”. No, no, lo dice la Constitución. La derecha conculca permanentemente los principios que dice defender.

    La ministra de Justicia del Gobierno más feminista de la Historia llamó “maricón” a Grande-Marlaska en una comida privada. ¿Qué ha pensado al enterarse?

    No lo sabía. Los medios llegan a todas partes… Esto es una desgracia, pero el que está en la vida pública debe morderse la lengua en cuanto sale de su casa. A veces también dentro de su casa. Hemos llegado a tal extremo, que se ha potenciado la hipocresía como medida de autodefensa. Así estamos. A mí nunca me ocurrió nada parecido. Cuando vivía en Madrid, era consciente de que estaba en el escenario… Oye, ¿en qué ámbito dijo eso la ministra?

    En una comida informal con altos mandos policiales, algunos de ellos luego imputados.

    Comiendo con altos mandos policiales, yo soy mudo. Como mucho, hablaría de fútbol, música o Historia. Me invitaron a comer varias veces al Palacio de Oriente y sólo fui tres. Asistía a muy pocas cenas. Es que en cualquier momento se te escapa algo. Siempre delegué en mis compañeros. Es el riesgo de estar en política. La ministra debe saber que, cuando sale de su casa, quizá también dentro, debe estar totalmente frenada, como la esfinge de Gizeh.

    Usted fue profesor, conoce las aulas. ¿Qué me dice de la tesis de Pedro Sánchez?

    Quien tiene que decidir si hay plagio es la autoridad académica. Por eso me resulta tremendamente ridícula la posición de Rivera, que le ha exigido comparecer en el Congreso. Es como si me dicen a mí que vaya a la Cámara a explicar mi tesis de licenciatura sobre la desamortización. Ese no es el sitio. Sánchez tendrá que explicarse ante el rectorado o la opinión pública. En cualquier caso, todo esto ha demostrado la proliferación de títulos que no sirven para nada, más allá de sacar dinero. No niego el valor intrínseco de los másteres, pero en la práctica son negocio. Por cierto, el favoritismo conocido es como para depurar la Universidad Rey Juan Carlos entera. Seguro que ocurre en otros ámbitos. La connivencia entre los partidos y las universidades es la de un régimen corrupto. ¡Peor que en la primera restauración monárquica!

    ¡Eso es mucho decir!

    Totalmente, pero fíjese también en Cataluña. Han robado las arcas públicas. En los noventa se sabía y se hizo el silencio. Cuando el fiscal se lo contó al presidente del Gobierno, le dijo que lo guardara. A mí se me ocurrió denunciarlo en un periódico de tirada nacional. Me pusieron verde, me apuñalaron. Se lo había escuchado en una reunión al secretario del PSC, Raimon Obiols. Todo esto se sabía perfectamente. España es un país esencialmente corrupto. Se admite como algo natural, se concibe como una especie de engrase para que funcione la vida.
    Además, la corrupción no acaba con los partidos en las elecciones. Véase el PSOE de Felipe González o el PP de Rajoy, que ganó en las urnas tres veces seguidas.
    Partimos de una idea equivocada. Creemos que hay unos partidos y un pueblo. Siempre hago la misma pregunta: ¿y de dónde salen los políticos? De nosotros. He escuchado en este bar: “Si pudiera, yo robaría lo mismo”. Nuestra Historia se ha modelado y troquelado en la contrarreforma, con una verdad oficial, que aportaba el pretexto para medrar y robar. Por eso Lazarillo, Rinconete, Guzmán de Alfarache y Marcos de Obregón son vistos como héroes. El franquismo inventó a Franco.

    ¿Cómo dice?

    El franquismo es anterior a Franco. Con franquismo me refiero a la alianza entre el trono y el altar, al no trabajar como símbolo de distinción, al caciquismo, al militar cuartelero, al canto de la bandera para tapar todo lo demás… España es un país acostumbrado a tener miedo a pensar. Eso es el franquismo. Por eso, muerto Franco, continúa el franquismo. Me rebelo contra esa falacia de los políticos corruptos y el pueblo estafado. Menos historias, querido pueblo mío, sobre todo porque los vuelves a votar.


    Anguita va a lanzar una plataforma para impulsar la III República. Silvia P. Cabeza


    Ha mencionado entre líneas a Cataluña. ¿Le gustaría un referéndum de autodeterminación con efecto vinculante?

    Primero, hablemos de la legalidad. El derecho de autodeterminación está contemplado en la Constitución de manera indirecta. El artículo 10 dice: “Las normas relativas a los derechos fundamentales y a las libertades que la Constitución reconoce se interpretarán de conformidad con la Declaración Universal de Derechos Humanos y los tratados internacionales ratificados por España”. En tiempo de Adolfo Suárez firmamos los pactos económicos y sociales, que reconocen el derecho de libre determinación. Otra cuestión es si Cataluña puede ejercer ese derecho. Y puede porque es una nación. Como había amenazas militares, en la Constitución se habló de nacionalidad. En cualquier caso, el problema de Cataluña se podía haber resuelto hace mucho tiempo.

    ¿Cómo?

    En los noventa, si se hubiera hecho una consulta no vinculante en Cataluña, el independentismo no habría llegado al 14%. Cataluña tiene una identidad específica, negarlo es negar la Historia. Pero se han cometido muchos errores. Los gobernantes de uno y otro lado han incidido en la misma política económica y en la misma corrupción. En 2011, los indignados de Cataluña cercaron el Parlament. Hubo una serie de movilizaciones contra la política de recortes, la misma que se aplicaba en Madrid. El Govern, que tenía la espada de Damocles del 3%, consiguió derivar el problema a la identidad nacionalista. Es un mecanismo que se utiliza mucho en política. Lo digo con respeto a los independentistas de larga tradición.

    ¿Y se le ocurre algún remedio para aplacar ese independentismo inflado a partir de 2011?

    Con una política social y económica distinta, tanto en Madrid como en Barcelona. Cuando baje el paro y, por ejemplo, se atienda a los ancianos, el independentismo perderá. El problema hay que abordarlo con una lectura de clases sociales. La izquierda catalana nunca lo hizo así. Tenía un complejo de inferioridad tremendo respecto a Jordi Pujol. El PP también tiene su parte de culpa. Llevar al Tribunal Constitucional un Estatuto aprobado por las Cortes… Todo esto mezclado condujo a la situación actual.

    Ese 14% de independentistas que usted pronosticaba en los noventa es ahora mucho más alto.

    Al independentismo hay que decirle una cosa: no sea tan fiero cuando no tiene siquiera la mitad de los apoyos. Están tomando una posición suicida e irracional. Pero al Gobierno de Madrid también hay que achacarle el 155 y sus torpezas. Es un choque de trenes conducidos por maquinistas locos. Ortega ya dijo hace mucho que el problema de Cataluña no tendría solución.

    La famosa “conllevancia”.

    Por eso hablo de una política económica centrada en las guarderías, los hospitales, los subsidios de desempleo… A partir de ahí, la situación empezará a asentarse. Hay que tener paciencia. En un momento dado, habrá que consultar al pueblo de Cataluña.

    ¿De forma vinculante?

    Si la política económica funciona, habría que verlo. No me preocupa hablar de vinculante. ¿Por qué no? Ya lo han hecho en Escocia. Pero repito, antes conviene abordar el problema desde una perspectiva de clases. Mientras no ocurra así, el esfuerzo será improductivo.

    ¿Ayudaría otorgar más competencias a la Generalitat?

    Ya no. El independentismo galopa sobre su propia locura; y Madrid, sobre su propia irracionalidad. Parece que el PP quiere que el separatismo aumente. Muchas veces creo que el PP llora por la desaparición de ETA. Contra ETA vivían muy bien. Y los otros, sin tener la mitad de la población, se empeñan en una auténtica quimera.

    ¿Son políticos presos o presos políticos?

    Son presos políticos. Lo argumento. Preventivamente son políticos presos, pero después de eso empecé a ver los autos del juez Llarena. No ha habido un delito de rebelión. Rebelión es lo de Franco. ¿Qué hacen todavía en la cárcel? Lo digo con solemnidad: son presos políticos.

    ¿Apuesta por el indulto?

    No. Un indulto supone reconocer que hay delito.

    Pero si ha dicho que en un principio pensó que eran políticos presos.

    Pido una excarcelación inmediata. A través de mecanismos judiciales, claro. Que estén todavía en prisión es un disparate, una metedura de pata, una barbaridad.

    El juicio va a comenzar. Pueden ser condenados por delitos graves.

    Evidentemente, pero todavía no.

    Visto el caso de Puigdemont, existe un riesgo de fuga.

    Claro que lo hay. ¿E Iñaki Urdangarin? También se podía haber fugado.

    Entonces, si usted fuera alcalde, ¿se pondría el lazo amarillo?

    Me lo he preguntado muchas veces. No. Ni pondría lazos ni los quitaría. En este tema hay que separarse de dos situaciones enloquecidas e intentar mediar. Ese lazo amarillo viene a decir algo que yo comparto: hay presos políticos. Pero si esa afirmación se exhibe y conlleva un plus de emociones con riesgo de enfrentamiento… Ya estoy mojándome bastante.


    Anguita fue el primer -y sigue siendo el único- alcalde comunista de una provincia española. Silvia P. Cabeza



    Le pido dos opiniones concisas. Manuel Valls acaba de anunciar su candidatura.

    Esas cosas están en el orden de la pasarela Cibeles.

    ¿Y Susana Díaz?

    Comparto muy poco con doña Susana. Tiene una visión muy cañí. Con eso he dicho bastante.

    ¿Teme que la sentencia de los ERE genere un terremoto electoral en Andalucía?

    Si los ERE terminan con una sentencia condenatoria que implique mucha cárcel, no pasará absolutamente nada. El PSOE tiene una fuerte implantación en el campo y en otros sitios. Aquí se traga todo. Los primeros que tragaron fueron sus señorías en el Congreso.

    En 1979, Julio Anguita fue el candidato más votado en las elecciones de Córdoba. Como líder del Partido Comunista, tuvo que pactar con PSOE, Partido Andalucista y UCD. ¿Descarta que ahora Unidos Podemos pueda acordar con Ciudadanos?

    Me parece muy difícil. La UCD era de derechas, pero tenía ganas de cambiar España. Eran tantos los problemas… Yo tengo una máxima. Antes de cualquier pacto quiero ver el programa. Luego me fijo en quién firma. Veo tan difícil esa coincidencia programática a día de hoy… No, no lo veo posible.

    Usted suele ser más duro con Rivera que con el PP. ¿Por qué?

    Hubo una escena en el oeste americano en la que un exdelincuente llegó a ser comisario federal. Entonces, los antiguos miembros de su banda lo mataron. Y dijeron: “Hombre, es que no nos gusta que uno de los nuestros se ponga la placa de comisario”. El PP está definido en el imaginario público como lo que es. El discurso de Rivera, en cambio, cala en esa zona de indefinición, de sentimientos a flor de piel, pero carente de contenido programático.

    Igual que Podemos cuando habla de la casta y propone una renta universal imposible.

    Podemos decía la verdad. La casta existe. El discurso de Ciudadanos cala en la calle en primera instancia porque somos un pueblo con miedo a pensar. La contrarreforma católica nos ha marcado. ¿Cuántos años ha habido de libertad en este país desde la Edad Media?

    No tuvimos revolución francesa.

    Ni española. El de Ciudadanos es un discurso que, por su simplicidad, por afectar a sentimientos no muy explicados, gusta. No le veo consistencia. En el campo de la derecha, de los fascismos, hay gente con entidad intelectual. En Ciudadanos no la veo.

    ¿No es capaz de decir una cosa buena de Ciudadanos?

    No me guío por bueno o malo. No sé qué decirle. ¿Recuerda La Cosa? ¿Esa sustancia que se apodera de los seres humanos y los devora? No era definible ni encuadrable. Pues eso. No me meto con ellos. Digo lo que me parece. Nunca he insultado a nadie.

    Pablo Casado ya reina en el PP. Archipupilo de Aznar. ¿Ganan o pierden electoralmente?

    Atravesamos una época de frivolidad. Me gustaría escuchar a Pablo Casado hablando de España y sus problemas, que deje la bandera. ¿Cuál es el papel de la universidad? ¿Qué tipo de salud quiere? ¿Qué Estado pretende? Quiero escucharle. No he oído nada de eso. Sólo chocarrerías y ocurrencias, no un análisis mínimamente sesudo. Gil Robles, Fraga y Herrero de Miñón, por poner algunos ejemplos, eran gente que tenía su enjundia.

    Y el máster de Pablo Casado, ¿cómo le huele?

    En la Universidad Rey Juan Carlos se han repartido los títulos como rosquillas… Un dicho de Córdoba: viendo el chozo, se ve al jabalero. Viendo el campo de habas se ve al que lo cuida.

    Una vez dijo que su mejor crítica al Gobierno de Aznar fue no contestar al pésame que le envió el expresidente vía carta tras la muerte de su hijo.

    La muerte de mi hijo fue una tragedia. Ni siquiera en aquellos momentos la utilicé como arma política. Mi hijo era un periodista. Si hubiese salido de esa guerra, habría ido a otra. Se fue, hizo lo que quiso. Por lo tanto, Aznar no es culpable. Aznar es culpable del genocidio cometido entonces. Mi hijo cayó cumpliendo con su misión. Cuando me escribió dándome el pésame, no le contesté porque hubiese dicho tantas cosas… A lo mejor me hubiese arrepentido.


    Anguita asegura haber renunciado a las listas electorales. Silvia P. Cabeza


    A lo largo de esta entrevista ha insistido varias veces en que el franquismo nunca se ha ido. ¿Se le echa con la exhumación del dictador? ¿O eso es tan sólo un titular?

    Para empezar, yo hubiera sacado a todos los cadáveres para que sus familiares les dieran digno entierro. Facilitaría a la población la lista de los que están en las cunetas para que España conociera la barbarie criminal del general Franco. En tercer lugar, exhumaría al dictador. Hemos empezado por la guinda.

    ¿Exigió Izquierda Unida en los noventa la exhumación de Franco?

    No, no.

    ¿Por qué?

    No había ley de Memoria Histórica. Bastante teníamos con los mil y un problemas que había: la corrupción, la construcción de Europa...

    Podrían haber articulado esa ley.

    En aquel momento o no teníamos tiempo…

    Hay una contradicción. En los noventa, la exhumación de Franco podría haber reparado el duelo de muchas más víctimas que ahora.

    La Transición fue un pacto que obligó a las fuerzas políticas a través de ciertos mecanismos. Los que estábamos en contra teníamos equipos y herencias. En 1996 di un mitin y dije que nos desvinculábamos de todo eso. Reclamé la República. Expliqué: “Hemos cumplido y nos han engañado”. Aquellas palabras no se recogieron porque no interesaban. Cuando fui alcalde, tomé posesión con el retrato de Franco, me invistieron y al día siguiente lo quitamos. También una serie de calles de la ciudad, pero sin estridencias. Un alcalde nuestro en un pueblo cercano se encontró el Ayuntamiento lleno de cuadros de Franco y José Antonio. Llamó al jefe de Fuerza Nueva y se los dio. Hay que quitar, pero sin espectáculo.

    Ahora se está haciendo ese espectáculo.

    Y no me gusta.

    Hay miembros de Unidos Podemos que acusan a PP y Ciudadanos de defender el franquismo. ¿Le parece exagerado?

    En absoluto. ¡Lo han mamado! Yo también, pero cambié. Soy hijo de militar. Tienen miedo pavoroso por sus concomitancias y ligazones. Defender el franquismo significa no permitir que se haga justicia histórica. Es urgente que nuestro país conozca lo que pasó.

    ¿Por qué la izquierda española critica tanto a Trump y tan poco a Venezuela?

    Venezuela es un país que nos da lecciones. Me pone usted esa cara… ¿Hay en España algún proceso que permita al pueblo revocar al presidente? En Venezuela, los “dictadores” -pongo esto entre comillas-, han ganado todas las elecciones, menos una que perdieron acerca de una reforma constitucional. Venezuela es un país donde ha habido y sigue habiendo corrupción, pero se ha intentado que la población alcance unos mínimos. A partir de ahí, muchos fallos y errores, pero contestan a la política del imperio. Me pongo del lado del más pequeño. Con mucha crítica, pero yo defiendo a Venezuela, se lo digo a quien quiera, no me da vergüenza. Me presto a criticar a Venezuela, pero no a que me utilicen contra ella.

    Dice usted que Venezuela nos da lecciones.

    He dicho lo siguiente. Corrijo para que quede mejor: Venezuela, con los papeles en la mano, es el único país que permite un referéndum revocatorio del pueblo contra el presidente. Los observadores extranjeros dicen que las elecciones han sido correctas. Confieso que he tomado partido de manera vehemente, pero cuando veo la injusticia de atacar un país que no es un peligro para nadie...

    Lo es para los venezolanos que se van de Venezuela.

    Como los españoles que emigraron. A Venezuela la están ahogando económicamente. Esto no se dice. ¿Quién? Estados Unidos.

    ¿No la ahoga el Gobierno de Maduro?

    Pido a los medios que den toda la información. La Organización de Estados Americanos ha amenazado con una intervención militar. ¿Pero esto qué es? Con el respaldo de EEUU. Que lo cuenten.

    Miles de venezolanos que han abandonado el país dicen que en los supermercados no hay bienes suficientes y que tampoco existe la libertad.

    ¿Que no hay libertad? ¿Y las manifestaciones en las calles? ¿Cómo vamos a negar las imágenes? Se ha juntado el cerco con una mala administración. Yo lo reconozco, pero no acepto que se coloque a Venezuela como eje del mal. En eso soy irreductible y sale incluso lo peor de mí.

    Los políticos en las cárceles de Venezuela también serán, deduzco, presos políticos para usted.

    No. Porque hay golpistas.

    ¿Y los separatistas catalanes no lo han sido? Declararon la independencia de forma unilateral.

    No es lo mismo. Los golpistas en Venezuela han incitado a la violencia. Esos no son presos políticos, son presos comunes. Tengo otras fuentes de información. Deje a Venezuela que comercie con sus productos, que se surta. A mí, conste aquí, no me gustan las formas de Maduro. Son muy histriónicas.

    Este final abrupto lo alumbran las circunstancias. Tras casi dos horas de entrevista, Julio Anguita tiene que irse. Ha quedado en la otra punta de Córdoba y le gusta ir andando. Hay repreguntas, pero también nuevas respuestas. Se disculpa. No quiere que parezca una huida. No lo es. Que aquí conste.

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  12. #12
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    Re: ¿Frente rojipardo? Anguita crea una corriente que conecta con Salvini

    Con ninguno. De entre todos los reyes de España, si tuviera que hacer una concesión, me quedaría con Amadeo I, un hombre que intentó hacer las cosas medio bien. Aquello fue una monarquía democrática, pero chocó con algo muy nuestro y muy malo: esa especie de casticismo torpe e ignorante, que además se ufana de ello. La nobleza le cercó. Le llamaban “macarronini”. Sin embargo, esa era la misma población que había aguantado a Fernando VII, un indeseable y un mafioso. En la historia de los pueblos, existe la tremenda tentación de imputar los problemas a las máximas figuras, pero los ciudadanos tienen su parte de responsabilidad.
    Bueno califa rojo; pues ya sabes lo que te contestaría un español: ABAJO LA FRANCESADA, VIVA LA INQUISICIÓN.

    Por cierto, si un comunista se compra una casa de multimillonario es un "error de cálculo" ¿eh?, claro eso es lo que sois unos arribistas que lo que os gusta es el "materialismo" (monetario).

    Vete a idolatrar a la república de fantoches del triángulo; de españoles no os queda ni el nombre. Vendidos a intereses extranjeros, es lo que sois.
    Última edición por DOBLE AGUILA; 01/10/2018 a las 22:14
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  13. #13
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    Re: ¿Frente rojipardo? Anguita crea una corriente que conecta con Salvini

    Norberto Pico, jefe nacional de Falange de las JONS, y Rafael Ripoll, presidente de España 2000. E.E.


    España POLÍTICA

    ¿Quién es de extrema derecha? "El programa de Podemos es el que más se parece al nuestro", dicen Falange y España 2000




    6 octubre, 2018 01:58

    Alberto D. Prieto @ADPrietoPYC Siempre se ha dicho que los polos opuestos se atraen, y que la política hace extraños compañeros de programa. Falange y España 2000, los partidos españoles más representativos a la derecha de la derecha han repasado para EL ESPAÑOL sus posibilidades de pacto con alguna de las cuatro grandes formaciones políticas, y ambos descartan a PP, PSOE y Cs... se quedan con Podemos: "Es el partido al que más se parece nuestro programa".
    El panorama político se polariza de día en día, con un Gobierno apoyado a su izquierda por los de Pablo Iglesias y por partidos de corte independentista, y un centro derecha que se lame las heridas mientras Pablo Casado y Albert Rivera libran una batalla dialéctica por capitalizar los mensajes a favor de la unidad de España. Y esto facilita el discurso del líder de Podemos que empuja a 'populares' y naranjas hacia la "extrema derecha".

    El pasado fin de semana, Iglesias elucubraba sobre si "PP y Ciudadanos quieren llevar los tanques a Barcelona" para solucionar el desafío independentista. Cualquier propuesta o respuesta de boca de los líderes de PP y Cs es calificada como "ultraliberal" o "regresiva". A Rivera se ha pasado de llamarle "Naranjito" a "Falangito" y, sin embargo, es el líder de Falange Española y de las JONS el primero que desmiente cualquier parecido con las dos formaciones teóricamente más cercanas a sus postulados de entre las cuatro grandes.

    "Diga lo que diga de nosotros", apunta Norberto Pico, "si hay un partido con el que podríamos entendernos es con el de Pablo Iglesias, porque está contra las élites asentadas del régimen del 78 y por su patriotismo social". Falange defiende la "soberanía nacional" como Podemos enarbola la "soberanía popular", un matiz semántico que no encierra mayores diferencias cuando se entra en los detalles. Ambas formaciones reclaman que las élites políticas renuncien a sus privilegios y se "proteja a los trabajadores".

    El desmontaje de la UE


    Además, el discurso como mínimo euroescéptico de los falangistas se asemeja mucho a los postulados con los que el partido de los círculos inició su andadura en las elecciones europeas de 2014. Entonces, el programa de Podemos proponía el "establecimiento de tratados de comercio entre los pequeños productores de los países del sur" de Europa, la "derogación del Tratado de Lisboa" y "reforzar el respeto de la soberanía de los países, regiones y comunidades".

    Pablo Iglesias, en su etapa de diputado del Parlamento Europeo. E.E.

    Por ejemplo, en diciembre de 2015, el Grupo Unitario de la Izquierda Europea, en el que están integrados los parlamentarios de Izquierda Unida y de Podemos, apoyó las enmiendas presentadas por el de la Europa de las Naciones y las Libertades, liderado por Marine Le Pen para la "disolución ordenada de la zona euro o unos mecanismos de salida unilateral".

    En el Pleno de julio de 2016, los eurodiputados de IU y de Podemos presentaron enmiendas al plan de la Comisión para 2017 que, efectivamente, cumplían su programa: reclamaban la derogación del Tratado de Lisboa, el fin de la cooperación con la OTAN... sólo recibieron el voto a favor de las fuerzas eurófobas de la Cámara, entre ellas, de nuevo, de los representantes del Frente Nacional francés. En ambos casos, el PSOE mostró su crítica y extrañeza por las amistades peligrosas de los de Iglesias y Garzón.

    España 2000 también


    Quienes también se pudieron sentir traicionados el pasado domingo por Iglesias fueron sus posibles aliados de España 2000, una formación que se autodefine como “social y patriota, ni de izquierdas ni de derechas”, discurso muy similar al que han utilizado los líderes de Podemos, sobre todo en campañas electorales. Fue la proclama de Pablo Iglesias en el primer Vistalegre: "Nos quisieron poner en un lado del tablero, pero nosotros queremos ocupar la centralidad del tablero, no somos ni de izquierdas ni de derechas, estamos con la mayoría social".

    Ese discurso se agotó en la repetición electoral de junio de 2016, cuando IU y Podemos se presentaron en coalición a pesar de que Iglesias los había acusado de "cenizos" y vestir "los viejos ropajes identitarios de la bandera roja".

    Vale, pero ¿dónde están las coincidencias programáticas entre lo que todos calificamos como ultraderecha y Podemos? Rafael Ripoll, líder de España 2000, las tiene claras: "Nuestro programa económico es bastante de eso que en la prensa llamáis de izquierdas: defendemos los derechos de los trabajadores, estamos al lado de las pequeñas y medianas empresas frente a las multinacionales extranjeras, y defendemos una soberanía económica en la que el Estado intervenga en los sectores estratégicos".

    Siempre se ha dicho que los extremos se atraen... "Si hay un partido con el que podríamos entendernos es con ellos", concluye Ripoll. Otra cosa es que los extremos se quieran tocar.

    FUENTE: https://www.elespanol.com/espana/201...3216688_0.html
    Última edición por Kontrapoder; 07/10/2018 a las 03:13
    «Eso de Alemania no solamente no es fascismo sino que es antifascismo; es la contrafigura del fascismo. El hitlerismo es la última consecuencia de la democracia. Una expresión turbulenta del romanticismo alemán; en cambio, Mussolini es el clasicismo, con sus jerarquías, sus escuelas y, por encima de todo, la razón.»
    José Antonio, Diario La Rambla, 13 de agosto de 1934.

  14. #14
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    Re: ¿Frente rojipardo? Anguita crea una corriente que conecta con Salvini

    Jorge Verstrynge (integrante de la corriente aquí citada) ha publicado un artículo en el que trata el aspecto de la inmigración, un artículo que traerá debate y polémica en el izquierdismo político. Un artículo titulado «Hipócritas son… Parte ll» (¿Es una referencia al artículo «Hipócritas» que escribió don Blas Piñar para el periódico ABC el 19/I/1962?).

    ______________________



    Los inmigracionistas.

    El “multiculturalismo” ha muerto. Así lo reconoce la canciller Ángela Merkel. A buenas horas. Lo han matado los excesivos y unilaterales llamamientos a la inmigración y a la apertura de fronteras. Las fronteras de los demás, además de las suyas… Hemos pasado del “Heil Hitler” al “refugees welcome” solo que, otra vez, sin pedir permiso. Una nueva ocupación a instancias del alto capitalismo alemán (sediento de mano de obra barata, por no decir esclava). Hemos pasado del “Hitler, una maldición alemana”, de E. Niekish (uno de los fundadores del nacional comunismo alemán) a “Merkel, otra maldición, esta vez a escala continental”. Un interesante caso de psiquiatría… Es cierto que este “multiculturalismo visto como religión política” (según el politólogo de Quebec Mathieu Bock-Coté) tardará algo más en desaparecer, porque tiene a su servicio legiones de monjas, curas y ONGs y se beneficia de que la “izquierda” (sobre todo la gauche divine) ha abjurado de la defensa de las clases obreras propias para sustituirla por el antirracismo (“mejor buenista que racista”, ha dicho la ministra de Trabajo Magdalena Valerio). Y es que, como explica Hubert Védrine, ex ministro de Asuntos Exteriores francés, “hay una extrema izquierda que apuesta por los lobbies nacidos de la emigración” (Compte a rebours, Paris 2018), lo cual eterniza el problema. Y qué bien le viene a los políticos que nos gobiernan (que en realidad solo obedecen a la Casa Blanca, lo vemos muy claro en el caso iraní), tanto monja y tanto cura movilizado, laico y ordenado. Como parte de esta maquinaria buenista observamos también el rechazo generalizado de los medios de comunicación a Matteo Salvini, ministro del Interior italiano, tras la decisión de no amparar las acciones de las ONG´s. Cuando mayores eran los ataques recibidos, la popularidad de Salvini se disparó en las encuestas italianas. También el caso de Viktor Orban, primer ministro húngaro, siempre acompañados de sonoros y emocionados llantos en favor de la “Einwanderung kanzlerin” (la “canciller de la inmigración”) o en favor del señor Macron, “jupiteriano y vertical” presidente de Francia que ataca por igual al húngaro, al italiano o a esos ‘populismos’. Y que lo que pretende es repetir la exitosa jugada del “mejor que gane yo a que lo haga Le Pen”, olvidando, eso sí, que él (tan dado ahora a regañar “moral y éticamente” a los populistas) provocó que el partido de la señora Le Pen alcanzara el 30% de los votos, convirtiéndose así en el segundo partido de Francia y casi al grito de “después de mí, el diluvio”. Pues bien, resulta que hay quien no encaja en el discurso perfectamente orquestado y la historia se repite. Suecia, Francia, Austria, Italia, Grecia, Alemania… ciudadanos que reaccionan a los Merkel y Macron votando Salvini, Orbán, Le Pen, Homer… y el grito es otro… cierre de fronteras, vuelta a las identidades nacionales, fin de la época del ‘yo’ e inicio del ‘nosotros’.

    La cuestión del umbral.

    En la obra de ficción Guérilla (2018), de Laurent Obertone, seudónimo de un periodista muy introducido en los medios policiales franceses que relata una sublevación por parte de los extranjeros migrantes en Francia, hay una referencia al “inevitable trasvase de votos de la Liga Musulmana”. Y hay que reconocer que esto fue lo que Marine Le Pen padeció cuando miles de votos “socialistas” (del “partido de los magrebíes”, como algunos llamaban al Partido Socialista francés), se reportaron sobre el señor Macron. Ese es el drama francés actual y próximamente el alemán. Pero para Francia, las opciones de dar marcha atrás se acaban; son tantos millones los “migrantes” nacionalizados que “el viejo fondo francés” puede no ser ya mayoritario, haciendo que la reacción francesa sea a estas alturas imposible. Ya avisaron de ello Jean Raspail en 1973 (obra: Le camp des Saints), Eric Zemmour en 2014 (en Le suicide francais), Georges Bensoussan en el 2004 y de nuevo en el 2017 (obras: Les territoires perdus de la republique, y Une france soumise). El último, Stephen Smith, autor del libro El Asalto hacia Europa (2018), que vaticina que más de un cuarto de la población europea será en el año 2050 de origen africano, porque “la explosión demográfica subsahariana va a conducir a una emigración masiva hacia el Viejo Continente. Tanto más en cuanto África haya rebasado el primer umbral de la prosperidad”. (Porque se diga lo que se diga, para emigrar hace falta dinero, como explico en la primera parte de este artículo). Entre tanto, y según The Guardian (27/09/18), la población musulmana en Europa se habrá multiplicado por trece. Recordemos que, como explica el polemólogo Bruno Tertrais, el auténtico imán de la emigración es la existencia de una diáspora ( La revanche de l’histoire –París 2018).

    Lo cierto es que en el coloquio del Consejo Superior de la formación y de la Investigación estratégica (París, 30 de Noviembre de 2017) los altos representantes rusos dieron cuenta de la intención de su país de “prepararse para hacer frente, hacia el 2050, a una Francia y a una Europa islamizadas, cuyas leyes, intereses y alianzas estarán dictadas por el Islam; es decir: por una minoría movilizada, reforzada”. Por su parte, en su enorme obra Ese extraño suicidio de Europa (París, 2018), Douglas Murray, del Wall Street Journal, viene a confirmar este aspecto. Y añado: una Francia con poder nuclear, con un ejército cada vez más multi-racial, no podrá reconquistar los suburbios regidos por la Sharía (la ley islámica). El propio presidente del Centro de Reflexión sobre la Seguridad francés, Thibault de Monbrial, afirma que nos hallamos en un “periodo de falsa calma”.


    Otro mito: delincuencia e inmigración. Lo que se oculta

    A saber: que no existe relación entre los migrantes y la delincuencia. El sentido común lo desmiente: aislamiento, censura de la sexualidad y el deseo, precariedad, luchas territoriales y religiosas… son solo algunas de las razones que contradicen el mito de la no existencia de esta relación.

    Veamos el discreto caso danés, cuyo primer ministro acaba de presentar un plan para conseguir un país “sin sociedad paralela”: renovación urbanística, prohibición a los migrantes que perciben la renta mínima de inserción o ayudas públicas de mudarse a los guetos “más duros”, multiplicación por dos de las condenas por venta de droga, violencia, robos y vandalismo para las poblaciones de los mencionados guetos, etc. Además, los migrantes tendrán que mandar a sus hijos, a partir del primer año de vida, a la escuela de párvulos 25 horas por semana (ver “En Dinamarca un nuevo arsenal jurídico para los guetos musulmanes” en Le Figaro 29/08/18).

    Y en Alemania ¿tampoco pasa nada con los migrantes? Ciudades como Chemnitz, Friburgo, Wiesbaden, Kandel, Munich, Wurzburg, Berlín… han visto como el cómputo de delitos arroja, que, para un 2% de población migrante, un 8,5% de delitos totales son cometidos por esta fracción de la población. Pero, además, la cifra de migrantes agresores sexuales se dispara hasta el 15,9% del total y hasta 15,1% para la criminalidad violenta. La proporción de migrantes sospechosos de actos criminales pasó del 28,7% en el 2014 al 35% en el 2017. Véase un informe de enero del 2018 sobre el caso de Baja Sajonia: en más del 90% de los casos, el incremento de crímenes violentos se atribuye a varones migrantes.

    Vámonos a Suecia, tan valorada por la “gauche caviar”. Dominique Reynie, profesor de ciencia Política y director de la Fundación para la Innovación Política (en francés, Fondapol) expresa que, a pesar de los esfuerzos considerables consentidos por Suecia para la acogida de migrantes (ayudas para la vivienda, sanidad, formación, empleo), la integración tropieza con los mecanismos de separatismo comunitarista (forma suave de referirse al comunitarismo islámico) y de la exclusión social. Y, por lo demás, los lazos entre delincuencia y criminalidad por un lado e inmigración, por otro, se confirman estadísticamente. Tan solo durante 2016 hubo en Suecia 190.000 agresiones sexuales y 6.715 denuncias por violación. Un informe gubernamental sueco del 22/08/2018 sobre el periodo 2012/2017 demuestra que en los casos de violación en los que la víctima no conocía a su agresor este era no-europeo en el 85% de los casos. Por lo demás, se han propagado comportamientos antisociales, multiplicándose las escenas a las que los suecos no terminan de acostumbrarse: automóviles incendiados, degradación del mobiliario público, peleas, tráficos, fraudes, etc, y se observa una sobrerrepresentación de los no-europeos entre los autores de dichos delitos (Le Figaro09/09/2018). Solo que, en el 2016, el país contaba con un 8% de musulmanes: si se detiene la inmigración, esta cifra subirá (tasa de natalidad diferencial por medio) hasta el 11% en el 2050. Pero si sigue la inmigración al ritmo actual, el porcentaje ascenderá al 31%… y eso obviando los casos de ocultamiento y autocensura sistemáticos de los medios de comunicación.

    Psiquiatría e Islam.

    En uno de cada dos atentados de terroristas islámicos, la explicación oficial es “desequilibrados” o “enfermos psiquiátricos”. Y es que como señala un informe confidencial y de distribución restringida de la UCLAT francesa (Unité de Coordination de la Lutte Antiterroriste), la pregunta “¿están locos los terroristas?” tiene como respuesta que los terroristas “que presentan problemas psicológicos están sobre-representados… Se confirma que el fenómeno consistente en el tránsito al acto por parte de individuos que presentan una inestabilidad psicológica resalta hoy como una tendencia profunda”.
    O es más bien que, como explicó en su día la excelente estudiosa del islam Marine Gozlan (recogido en mi libro Rebeldes, revolucionarios, refractarios) el Islam actúa como el refugio del hombre solo, desenraizado, abandonado, desesperado, orillado por la mundialización: el Islam actuaría así como un agente terapéutico, integrador, socializador… o debería ser así, si no fuera por la actitud, literalmente suicida, aplicada por los europeos (a instancias anglosajonas; esos anglosajones que, refugiados en sus malditas e inalcanzables islas –pregunten a Napoleón, Hitler, o al japonés Tojo– dictan a los gobiernos títeres europeos lo que conviene a esas islas y a todos los demás, aunque esas políticas sean suicidas para el continente ) y que han conducido al Islam a una lucha a muerte por su dignidad. Parece que esa religión (no es la única) atrae a muchos desequilibrados a los que con frecuencia desequilibra aún más.

    Problema: si no hay más remedio que, a corto plazo, luchar contra la radicalidad musulmana, al menos vamos a enterarnos de cómo combatirla. Así que dejemos en paz a los religiosos, a la gente con barbas, que estos ni beben, ni fuman, ni se pinchan, ni violan. No nos obsesionemos con las mezquitas, pero fijémonos mejor, además de en las instituciones deportivas municipales, las escuelas, los comercios islamizados y las agencias de viaje a La Meca, en Internet, transformada en un “muezzin” que constantemente llama a la islamización mundial (Le Figaro del 10/09/18 y C. Fouret “Le beaujolais islam en France” in Marianne 20.09.18)

    Los nombres clave de esa propaganda masiva yihadista son, a ver si nos enteramos, Mishari Rashid Al-Afasy (14,1 millones de seguidores en twitter, imán de la gran mezquita de Kuwait City y dueño de la televisión Alafas); Ahmad Al-Shugairi (18 millones de seguidores, de la TV saudí); Mohamed Al-Arifi (21,6 millones de seguidores, teólogo saudí); Salman Al-Aodah (14,5 millones de seguidores), Aid-Al-Qarm (19,2 millones de seguidores); Tariq Ramadan (2,07 millones), etc. (Le Figaro del 10/09/18).

    Según un informe del Instituto Montaigne, el Islam ha conquistado una posición dominante en las redes sociales. Mientras, Francia se dispone a proponer a los padres de los alumnos, en la escuela, que estos estudien árabe como primera lengua extranjera (Barbara Lefebvre en Le Figaro 12/09/18). Algo para “mejorar” que, si en Francia el 25% de los musulmanes aplican la Sharía, la mitad de estos tienen menos de 25 años. Y mientras, el señor Macron se prepara para (con ocasión de las elecciones europeas) “establecer un duelo con Le Pen” para lo que oportunamente “el Elíseo relanza el Gran Debate sobre la guerra de Argelia”. Movilización, otra vez, del francés que no lo es de origen. Mejor, más facilón, insultar a Orban y Salvini que tener que pensar… Hipócritas.

    Continuará…

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  15. #15
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    Re: ¿Frente rojipardo? Anguita crea una corriente que conecta con Salvini

    Último artículo de Manolo Monereo en cuarto poder. Artículo titulado «Soberanía, democracia y socialismo».

    ______________________


    Soberanía, democracia y socialismo



    • La Unión Europea es la negación de la soberanía y de la democracia. Lo hemos dicho en el pasado y no vamos a insistir mucho en ello
    • El europeísmo vacuo que exhiben las élites políticas y económicas, su defensa cerrada del euro y del mercado único, no es más que una coartada ideológica del nacionalismo económico alemán


    Desde que Bodino escribiera Los seis libros de la República en 1576, el concepto de soberanía ha recorrido un largo camino. En un principio se asociaba al Estado absolutista e implicaba la potestad de expedir y derogar leyes y obtener la obediencia de los súbditos sin necesidad de su consentimiento. Sin embargo, no será hasta bien entrado el siglo XVIII, tras un arduo conflicto social y político, que se reconozca al pueblo como verdadero titular de la soberanía y se afirme el papel de la ley como expresión de la voluntad popular. Había hecho su aparición Rousseau. Desde entonces, la idea de soberanía ha sido desarrollada y matizada por innumerables pensadores, generalmente en el sentido de establecer límites al poder del Estado e introducir garantías frente a la arbitrariedad. Pero conservando siempre aquella sustancia que había identificado Rousseau y que está en la base de la democracia: la capacidad de los pueblos de autogobernarse y decidir el modelo social, económico y político en el que desean vivir. ​

    Pues bien, la Unión Europea es la negación de la soberanía y de la democracia. Lo hemos dicho en el pasado y no vamos a insistir mucho en ello. La Europa neoliberal ha exacerbado la competencia entre países, ha liquidado los derechos sociales y está corrompiendo los valores cívicos de las sociedades europeas. Aún más, el neoliberalismo ha dividido el continente europeo en un núcleo de países industrializados dirigido por Alemania y una periferia cada vez más dependiente desde el punto de vista económico. En el espacio europeo no hay lugar para las políticas redistributivas; aquí lo único que cabe es un neomercantilismo feroz e inmisericorde que, en el mejor de los casos, genera crecimiento empobreciendo a las mayorías sociales. Los ciudadanos europeos empiezan a entender el significado de la lex mercatoria que impera en Europa: voten lo que voten, siempre es lo mismo. Y si alguien osa desafiar la autoridad de Bruselas, los mercados le hacen entrar en razón desencadenando ataques especulativos hasta provocar un corralito bancario. Primero fue Grecia. Ahora, tal vez, Italia.

    Ha llovido mucho desde la aprobación del Tratado de Maastricht. Tras casi tres décadas de neoliberalismo, las sociedades están reaccionando en el sentido previsto por Polanyi. Millones de personas lo han perdido todo y asisten atónitas a la desintegración de sus comunidades sociales. La miseria se extiende cada día y la juventud carece de horizonte. ¿Acaso puede sorprender el auge que el populismo de derechas está experimentando en Europa? ¿Puede extrañar la reaparición de demandas de soberanía, de seguridad, de protección frente a las consecuencias deletéreas del mercado autorregulado? Cada vez más ciudadanos apelan al Estado y reivindican un marco nacional porque saben que es el único en el que pueden intervenir y vencer. Tildarlos de “fascistas” es no entender, o no querer entender, la verdadera naturaleza de la Unión Europea, su carácter jerárquico y destructivo, su orientación profundamente antidemocrática. La re-nacionalización de la política europea no es un efecto coyuntural de la competencia entre partidos, sino el producto histórico de la globalización capitalista y de la forma específica que ésta ha adoptado en Europa.

    Llegados a este punto, tenemos que ser claros. Lo que se está produciendo en Europa no es un enfrentamiento entre un fascismo atávico y un europeísmo pretendidamente liberal y cosmopolita. Lo que se está produciendo en Europa es un enfrentamiento entre dos nacionalismos exacerbados por la competencia que tiene lugar en la economía europea: el nacionalismo económico de Alemania, que propugna una política neomercantilista, y un nacionalismo reactivo y revanchista que emerge en países como Italia, Francia o Gran Bretaña, por no hablar de Europa del Este. El europeísmo vacuo que exhiben las élites políticas y económicas, su defensa cerrada del euro y del mercado único, no es más que una coartada ideológica del nacionalismo económico alemán. Hace casi doscientos años, el gran economista alemán Friedrich List advirtió lúcidamente que la doctrina cosmopolita obedecía a razones nacionalistas de los países industrializados, que predican la libertad de comercio a los países pobres sólo cuando saben que no pueden competir con ellos.

    El europeísmo y el globalismo pueden todavía cautivar a las clases medias intelectuales, pero no frenarán el avance del populismo de derechas. Para ello se necesita una nueva síntesis política que sea capaz de interpelar a los estratos populares con ideas fuertes, con pasión e imaginarios radicales. La clave es unir un discurso dirigido a las grandes mayorías sociales con un programa orientado a la defensa de la dignidad de las clases populares y trabajadoras: la recuperación de la soberanía como base de la democracia; la reindustrialización de España a partir de la intervención pública en la economía; una política orientada al pleno empleo; y una profunda transformación del Estado en un sentido republicano, federal y democrático. Naturalmente, ello exigirá un replanteamiento de las alianzas internacionales y una nueva unión entre los países europeos que respete la soberanía de los Estados: una Europa confederal. De fondo, la posibilidad real de una gran alianza entre las clases trabajadoras, los estratos medios empobrecidos y las pequeñas y medianas empresas golpeadas por la globalización. Si no la construye la izquierda, no lo hará nadie.

    El soberanismo ha venido para quedarse. Lo que estamos viendo sólo son los primeros vientos de la tempestad que se avecina. A estas alturas, la única pregunta relevante es quién hegemonizará las fuerzas sociales que ha desencadenado la globalización y que demandan protección, seguridad, identidad. La inquietud de las élites neoliberales europeas resulta comprensible: es el correlato lógico de su hostilidad al Estado y a la democracia. Por el contrario, la postura de algunos intelectuales de izquierda es muy difícil de entender. Las personas que nos han criticado estos días soslayan que el control de la soberanía es una condición indispensable de la democracia. No parecen comprender el carácter dependiente y subalterno del país en que viven. Rechazan, en fin, cualquier posibilidad de realización histórica concreta de las aspiraciones populares. Hermann Heller escribió algunas páginas luminosas sobre esta contradicción del movimiento socialista. La única alternativa real al populismo de derechas es una síntesis política que anude soberanía, democracia y socialismo como respuesta a los sufrimientos sociales provocados por el neoliberalismo. Pero una cosa es segura: el futuro de los pueblos se construirá sobre las cenizas de esta Unión Europea.

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  16. #16
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    Re: ¿Frente rojipardo? Anguita crea una corriente que conecta con Salvini

    Cita Iniciado por Pious Ver mensaje

    Julio Anguita reitera que la III República no puede ser una repetición de la II. Silvia P. Cabeza


    OPINIÓN HABLANDO SOBRE ESPAÑA

    Julio Anguita: "Los de Cataluña son presos políticos; los de Venezuela, presos comunes"

    "Estoy en la misma trinchera que Iglesias, pero su casa fue un error de cálculo". / "La Transición ha fracasado, el franquismo está sin tocar". / "Muchas veces creo que el PP llora por la desaparición de ETA". / "La Unión Europea es un camelo, el timo de la estampita".


    Si el Califa rojo fuera un político whiskero, dedicaría mañanas enteras al posado fotográfico. Dice el camarero de su Café habitual que cuando la mañana es de muchedumbre, Julio Anguita (Fuengirola, 1941) se marcha adentro con su taza. Sandalias y bermudas, huye parsimoniosamente del selfie. En la Córdoba que un día gobernó, todavía subyuga a derechas e izquierdas.

    Sentado a unos metros del lugar donde recibió a “Pablo e Irene” el pasado mayo, resume su actitud con un tuit: “Las copas y los bailes, con mis amigos”. Cuando vivía en Madrid, declinaba las invitaciones de mantel. Frente a la ventana y sentado al sol, como Abderramán III cuando gobernaba esta ciudad, reaparece el Anguita del eterno “programa, programa, programa”.

    La arruga y la cana sólo son corteza de una mirada fiera, de un verbo irreductible. Apresa la pregunta y, tras un “mire usted” -lo único que comparte con Aznar-, desmiga poco a poco para brindar un argumento limpio, siempre aliñado con unos principios que no han variado desde los setenta: comunismo, lucha de clases y combatir el capital.

    Entrevista a Julio Anguita.

    Recepción monárquica por parte del Califa rojo: Café Alfonso XII en la calle del mismo nombre.

    Es que vivo en esta calle -se ríe-. La paralela es Isabel II. ¿Ve esa casa de ahí, en el rincón?

    Sí.

    Mi despacho está justo debajo de ese escudo nobiliario. Las contradicciones de un republicano… Es broma, pero cuando uno busca casa… Los nombres de las calles son los que son. Me crié en este barrio. Viví aquí desde los cinco hasta los veinticinco. Mis recuerdos de niño, adolescente, amores y desamores están en estas calles.

    Usted conoció de cerca a Juan Carlos I. Escuchadas las cintas de Corinna y conocidos los delitos que le atribuye al rey emérito, ¿se queda con Alfonso XII?

    Con ninguno. De entre todos los reyes de España, si tuviera que hacer una concesión, me quedaría con Amadeo I, un hombre que intentó hacer las cosas medio bien. Aquello fue una monarquía democrática, pero chocó con algo muy nuestro y muy malo: esa especie de casticismo torpe e ignorante, que además se ufana de ello. La nobleza le cercó. Le llamaban “macarronini”. Sin embargo, esa era la misma población que había aguantado a Fernando VII, un indeseable y un mafioso. En la historia de los pueblos, existe la tremenda tentación de imputar los problemas a las máximas figuras, pero los ciudadanos tienen su parte de responsabilidad.

    Deme una visión global de Juan Carlos I. ¿Ha cambiado su opinión en los últimos años?

    No. Es la misma que tenía. Todo esto ya se sabía. No entiendo la hipocresía de los políticos, medios de comunicación e intelectuales que ahora se rasgan las vestiduras. Este señor empezó a gestar una fortuna desde que fue coronado rey. Recibía comisiones. Su vida privada también era conocida, aunque ahí no entro mientras él se pague sus amoríos. Como decían que Juan Carlos I era la clave de aquel arco llamado Transición, aguantaban a este ilustre pilluelo, pero ha acabado saliendo todo. Juan Carlos I no es peor que la gente que lo ha apoyado. No es peor que la oligarquía que entró a saco con el dinero de este país. Es uno de los suyos. Lo digo como Marlon Brando en El Padrino: es uno de la familia.

    Una “familia” que apoyó también en su día el Partido Comunista, del que usted forma parte.

    Publiqué un artículo en 1977, que fue incluido en un libro titulado Combate de este tiempo, donde critiqué la Transición. En una conferencia de mayo de 1980 volví a hacerlo. No me he sumado a una moda. Desde entonces, y teniendo en cuenta lo que después se ha sabido, considero que la Transición ha sido muy negativa, un apaño posible por la presión del miedo a los militares. Hubo gente que se plegó a ese miedo. Deseaban instalarse, dejar la vida de perseguidos, pero si hubieran hecho un análisis objetivo, se hubieran dado cuenta de que el capital nunca habría tolerado una nueva dictadura. Querían entrar como fuese en el mercado común europeo. ¿Me permite una anécdota?

    Claro, adelante.

    Cuando mataron a Carrero Blanco, el Partido Comunista creía que iba a haber una debacle, una venganza. Mandó algunos dirigentes a hablar con la banca, la Iglesia y el Ejército. No diré los nombres de los interlocutores. Lo haré si me llama un juez. Los tres estamentos coincidían en que España necesitaba un cambio. Uno de los del PC preguntó por la Guardia Civil. Le dijeron que sólo había munición para 48 horas. Puedo asumir y aceptar que no hubo más remedio que la Transición, pero el gran pecado fue hacer de la necesidad virtud. La obligación se tornó estrategia. La izquierda sabe que muchas veces se puede ser impotente frente al crimen, pero no puede decirse que el crimen es bueno.

    Usted está a punto de lanzar una plataforma para promover la III República española. ¿Se encuadrará en Podemos?

    Yo no soy de Podemos. Soy del Partido Comunista y de Izquierda Unida, pero considero míos, como perteneciente a ellos, a Podemos, Equo y a tutti quanti que pretenda construir una alternativa. Son míos en el sentido de pertenencia, no de propiedad. Por más que me lleve bien con Iglesias no me meto en el organigrama de su partido. Sé muy bien cuál es mi sitio. En cuanto a la plataforma, estamos preparando el terreno por abajo. Cuando aparezca públicamente, habrá gente organizada. No de manera rígida, sino flexible.

    ¿Cómo es la república que quiere?

    Transversal, ni de izquierdas ni de derechas, que beba en cierta medida de lo que implantó Ortega con la Agrupación al Servicio de la República. He recorrido las tierras de este país. Los republicanos no pueden estar todo el día hablando de la II República. No mencionan la III. Es comodidad, no molestarse en preparar una alternativa. La III República no puede ser en absoluto una repetición de la II. Hay gente que se agarra a la bandera republicana, pero siempre pensando en lo que pasó. La construcción debe ser totalmente nueva, ligada al siglo XXI.

    Precisamente, quienes más hablan de la II República son Podemos e Izquierda Unida.

    Porque están sobre la mesa la exhumación de Franco y la Memoria Histórica. La Transición no ha servido para nada porque han vuelto los problemas que se quisieron conjurar. Los que firmaron el pacto desde el poder sabían que era para incumplirlo. El franquismo está sin tocar. Y no me refiero a las placas, sino a las formas de pensamiento, a la corrupción institucionalizada. Tuvo que haber habido una especie de saneamiento moral, ético y político, pero se pactó con la pretensión de evitar problemas. Cuando las facturas de la Historia no se pagan, vuelven otra vez.

    Entonces descarta que su plataforma se integre en Podemos.

    Si a alguien de los nuestros se le pasa por la cabeza, me borro. Si pasamos a pertenecer a un partido, cualquiera, me iré inmediatamente.


    Anguita fue líder del Partido Comunista y de Izquierda Unida. Silvia P. Cabeza


    ¿Ha renunciado a las listas electorales para siempre? ¿Cuánto tuvieron que ver sus problemas de corazón?

    Dos años antes de mis problemas cardiovasculares reuní a mis colaboradores más cercanos en una cena. Les planteé que yo ya había dado de sí todo lo que podía dar. Fui objeto de unas campañas tremendas, pero nunca me doblegaron. Al final, esas críticas estaban haciendo mella en la organización, no en mí. Dejé el cargo de secretario general del PC y después el de coordinador general de IU. La operación de corazón facilitó la salida, pero la decisión la tenía tomada.

    Es decir, no volverá a figurar en ninguna lista.

    No. Aunque, hombre, eso de decir “para siempre”… Estoy obsesionado con esas campañas electorales que empiezan al día siguiente de las elecciones. Nos perdemos en el gambeteo de lo que fulano ha dicho. Para mí, la política es un arte agrario. Hay que roturar la tierra, sembrar, regar, que pasen el sol y la luna… Es un trabajo muy duro. Hoy, lo que tiene importancia es lograr algo en 24 horas. No estoy de acuerdo. Debe de ser la angustia que los propios medios de comunicación introducen en el político. La política serena está reñida con el ritmo de los periódicos. Es una contradicción que tenemos que asumir y tratar de resolver.

    Ha descrito como “suyos” a los militantes de Podemos e Izquierda Unida. ¿Apuesta por fusionar las dos organizaciones más allá de una coalición electoral?

    Mire, si las fusiones no se dan desde abajo, son un fracaso. Cuando el militante de un partido se sienta con el del otro y discute en torno a problemas de su municipio se va creando un acervo común de identidad, que luego culmina. Las uniones por decreto nunca salen bien.

    Se lo pregunto de otra manera: ¿le gustaría esa fusión entre Podemos e IU “empezando desde abajo”?

    De Podemos, IU, Equo… No hablaría de partido, sino de movimiento. No debe visualizarse con un abrazo entre Iglesias, Garzón y López de Uralde, sino en Leganés, Montilla… Mientras no ocurra eso, será una cuestión puramente electoral. Esto funciona cuando hay atmósfera y hasta los militantes del último pueblo de España están unos con otros.

    Decía usted que sigue viviendo aquí, en el barrio que le vio crecer.

    Sí, sí. Ahí, en la iglesia de La Magdalena hice la primera comunión.

    Sobre el papel, su casa no sorprende. No es fácil decir lo propio de la que se ha comprado Pablo Iglesias.

    Voy a repetir lo que ya dije: fue un error de cálculo. Ahí me quedo. No quiero que mi crítica sea utilizada como ariete por los que están enfrente. Quiero dejarlo claro. No es lo mismo la crítica al hermano que al adversario. Yo estoy en la misma trinchera. Igual que cuando me preguntaban por Fidel Castro. Yo decía: “En la misma trinchera contra los yanquis. A partir de ahí, pregunte usted”.

    Iglesias suele pedirle consejo…

    No es cierto. Ha estado aquí varias veces. También en mi casa. Quería conocer varias opiniones, entre ellas la mía. No soy asesor áulico. En mayo, pasó por aquí porque iba a la boda de unos amigos. Vino a casa con Irene.

    Está claro que el secretario general de Podemos siente una profunda admiración por usted. No hay más que ver la entrevista que le hizo en La Tuerka. ¿Le ha dado algún consejo para esta nueva etapa?

    No. La última vez fue la que le comentaba, en mayo. Todo esto no había ocurrido.

    ¿También charla con Errejón?

    No lo conozco. Nunca hemos cruzado palabra, tampoco vista. No hemos coincidido. Por Madrid voy muy poco.

    ¿Le pareció acertado que lo mandaran al banquillo?

    Son decisiones de un partido soberano. Ahí no entro. Nunca lo hago.

    Sus últimos artículos, publicados junto a dos compañeros, han levantado mucha polémica. Critica el “elitismo intelectual” y la “tiranía de lo políticamente correcto”. ¿Incluye también a Unidos Podemos?

    Incluyo a todas las personas, sea cualquiera su organización, que rehúyen la realidad a la hora de afrontar determinados temas. Me refería, sobre todo, a la Unión Europea. De manera aviesa, se confunde Europa con la Unión. Parece que la Unión es garante del europeísmo. Y no. La Unión no se parece en nada a lo que prometieron en los noventa. La Unión Europea es un camelo, el timo de la estampita.


    Anguita es el candidato más votado de la historia de IU. Silvia P. Cabeza


    Dada la debilidad parlamentaria que supone tener 84 diputados, ¿es sensato que Sánchez no haya convocado elecciones?

    Hay cosas que no se pueden hacer cuando se carece de mayoría. Voy a recordar algunas: separación Iglesia-Estado, derogación de la reforma laboral… Sinceramente, dudo que eso lo hiciera el PSOE con mayoría absoluta. Utilizo el verbo dudar para ser correcto. Tengo más que dudas. En cuanto a las elecciones, ¿qué es lo que puede estar pensando el presidente? Seguramente, él cree que con Podemos y algún otro apoyo puede aguantar la avalancha. Si no fuera así, no tendría sentido.

    En una entrevista que le hicieron poco después de la investidura de Sánchez, no quiso ser taxativo con el nuevo Gobierno. Dijo que prefería esperar. ¿Qué opina ahora?

    No me extraña nada de lo que ocurre. Tienen la coartada de la minoría parlamentaria. A lo largo de mi historia política he observado en muchos partidos, pero fundamentalmente en el PSOE, que dicen una cosa en la oposición y en el Gobierno hacen otra. Eso me escandaliza cuando se trata de formaciones acostumbradas a gobernar, conocedoras de la maquinaria del Estado y de los poderes fácticos. Hay una gran dosis de hipocresía. Mantengo mi duda fundada de que el PSOE no llevaría a cabo los proyectos mencionados con mayoría absoluta. Son la columna izquierda de esta segunda restauración monárquica. En determinadas cuestiones como la monarquía o Cataluña tienen los mismos posicionamientos que el PP.

    Explíquese.

    El PSOE es la otra cara del constitucionalismo. Me hace gracia que se autodenominen así: “Constitucionalistas”. Porque incumplen títulos enteros de la Constitución. Lo he dicho muchas veces: denme el Gobierno y la Constitución y cambio este país.

    ¿Por ejemplo?

    Título VII: “Toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general”. Cuando recitaba esto, me decían: “Eso sería la URSS”. No, no, lo dice la Constitución. La derecha conculca permanentemente los principios que dice defender.

    La ministra de Justicia del Gobierno más feminista de la Historia llamó “maricón” a Grande-Marlaska en una comida privada. ¿Qué ha pensado al enterarse?

    No lo sabía. Los medios llegan a todas partes… Esto es una desgracia, pero el que está en la vida pública debe morderse la lengua en cuanto sale de su casa. A veces también dentro de su casa. Hemos llegado a tal extremo, que se ha potenciado la hipocresía como medida de autodefensa. Así estamos. A mí nunca me ocurrió nada parecido. Cuando vivía en Madrid, era consciente de que estaba en el escenario… Oye, ¿en qué ámbito dijo eso la ministra?

    En una comida informal con altos mandos policiales, algunos de ellos luego imputados.

    Comiendo con altos mandos policiales, yo soy mudo. Como mucho, hablaría de fútbol, música o Historia. Me invitaron a comer varias veces al Palacio de Oriente y sólo fui tres. Asistía a muy pocas cenas. Es que en cualquier momento se te escapa algo. Siempre delegué en mis compañeros. Es el riesgo de estar en política. La ministra debe saber que, cuando sale de su casa, quizá también dentro, debe estar totalmente frenada, como la esfinge de Gizeh.

    Usted fue profesor, conoce las aulas. ¿Qué me dice de la tesis de Pedro Sánchez?

    Quien tiene que decidir si hay plagio es la autoridad académica. Por eso me resulta tremendamente ridícula la posición de Rivera, que le ha exigido comparecer en el Congreso. Es como si me dicen a mí que vaya a la Cámara a explicar mi tesis de licenciatura sobre la desamortización. Ese no es el sitio. Sánchez tendrá que explicarse ante el rectorado o la opinión pública. En cualquier caso, todo esto ha demostrado la proliferación de títulos que no sirven para nada, más allá de sacar dinero. No niego el valor intrínseco de los másteres, pero en la práctica son negocio. Por cierto, el favoritismo conocido es como para depurar la Universidad Rey Juan Carlos entera. Seguro que ocurre en otros ámbitos. La connivencia entre los partidos y las universidades es la de un régimen corrupto. ¡Peor que en la primera restauración monárquica!

    ¡Eso es mucho decir!

    Totalmente, pero fíjese también en Cataluña. Han robado las arcas públicas. En los noventa se sabía y se hizo el silencio. Cuando el fiscal se lo contó al presidente del Gobierno, le dijo que lo guardara. A mí se me ocurrió denunciarlo en un periódico de tirada nacional. Me pusieron verde, me apuñalaron. Se lo había escuchado en una reunión al secretario del PSC, Raimon Obiols. Todo esto se sabía perfectamente. España es un país esencialmente corrupto. Se admite como algo natural, se concibe como una especie de engrase para que funcione la vida.
    Además, la corrupción no acaba con los partidos en las elecciones. Véase el PSOE de Felipe González o el PP de Rajoy, que ganó en las urnas tres veces seguidas.
    Partimos de una idea equivocada. Creemos que hay unos partidos y un pueblo. Siempre hago la misma pregunta: ¿y de dónde salen los políticos? De nosotros. He escuchado en este bar: “Si pudiera, yo robaría lo mismo”. Nuestra Historia se ha modelado y troquelado en la contrarreforma, con una verdad oficial, que aportaba el pretexto para medrar y robar. Por eso Lazarillo, Rinconete, Guzmán de Alfarache y Marcos de Obregón son vistos como héroes. El franquismo inventó a Franco.

    ¿Cómo dice?

    El franquismo es anterior a Franco. Con franquismo me refiero a la alianza entre el trono y el altar, al no trabajar como símbolo de distinción, al caciquismo, al militar cuartelero, al canto de la bandera para tapar todo lo demás… España es un país acostumbrado a tener miedo a pensar. Eso es el franquismo. Por eso, muerto Franco, continúa el franquismo. Me rebelo contra esa falacia de los políticos corruptos y el pueblo estafado. Menos historias, querido pueblo mío, sobre todo porque los vuelves a votar.


    Anguita va a lanzar una plataforma para impulsar la III República. Silvia P. Cabeza


    Ha mencionado entre líneas a Cataluña. ¿Le gustaría un referéndum de autodeterminación con efecto vinculante?

    Primero, hablemos de la legalidad. El derecho de autodeterminación está contemplado en la Constitución de manera indirecta. El artículo 10 dice: “Las normas relativas a los derechos fundamentales y a las libertades que la Constitución reconoce se interpretarán de conformidad con la Declaración Universal de Derechos Humanos y los tratados internacionales ratificados por España”. En tiempo de Adolfo Suárez firmamos los pactos económicos y sociales, que reconocen el derecho de libre determinación. Otra cuestión es si Cataluña puede ejercer ese derecho. Y puede porque es una nación. Como había amenazas militares, en la Constitución se habló de nacionalidad. En cualquier caso, el problema de Cataluña se podía haber resuelto hace mucho tiempo.

    ¿Cómo?

    En los noventa, si se hubiera hecho una consulta no vinculante en Cataluña, el independentismo no habría llegado al 14%. Cataluña tiene una identidad específica, negarlo es negar la Historia. Pero se han cometido muchos errores. Los gobernantes de uno y otro lado han incidido en la misma política económica y en la misma corrupción. En 2011, los indignados de Cataluña cercaron el Parlament. Hubo una serie de movilizaciones contra la política de recortes, la misma que se aplicaba en Madrid. El Govern, que tenía la espada de Damocles del 3%, consiguió derivar el problema a la identidad nacionalista. Es un mecanismo que se utiliza mucho en política. Lo digo con respeto a los independentistas de larga tradición.

    ¿Y se le ocurre algún remedio para aplacar ese independentismo inflado a partir de 2011?

    Con una política social y económica distinta, tanto en Madrid como en Barcelona. Cuando baje el paro y, por ejemplo, se atienda a los ancianos, el independentismo perderá. El problema hay que abordarlo con una lectura de clases sociales. La izquierda catalana nunca lo hizo así. Tenía un complejo de inferioridad tremendo respecto a Jordi Pujol. El PP también tiene su parte de culpa. Llevar al Tribunal Constitucional un Estatuto aprobado por las Cortes… Todo esto mezclado condujo a la situación actual.

    Ese 14% de independentistas que usted pronosticaba en los noventa es ahora mucho más alto.

    Al independentismo hay que decirle una cosa: no sea tan fiero cuando no tiene siquiera la mitad de los apoyos. Están tomando una posición suicida e irracional. Pero al Gobierno de Madrid también hay que achacarle el 155 y sus torpezas. Es un choque de trenes conducidos por maquinistas locos. Ortega ya dijo hace mucho que el problema de Cataluña no tendría solución.

    La famosa “conllevancia”.

    Por eso hablo de una política económica centrada en las guarderías, los hospitales, los subsidios de desempleo… A partir de ahí, la situación empezará a asentarse. Hay que tener paciencia. En un momento dado, habrá que consultar al pueblo de Cataluña.

    ¿De forma vinculante?

    Si la política económica funciona, habría que verlo. No me preocupa hablar de vinculante. ¿Por qué no? Ya lo han hecho en Escocia. Pero repito, antes conviene abordar el problema desde una perspectiva de clases. Mientras no ocurra así, el esfuerzo será improductivo.

    ¿Ayudaría otorgar más competencias a la Generalitat?

    Ya no. El independentismo galopa sobre su propia locura; y Madrid, sobre su propia irracionalidad. Parece que el PP quiere que el separatismo aumente. Muchas veces creo que el PP llora por la desaparición de ETA. Contra ETA vivían muy bien. Y los otros, sin tener la mitad de la población, se empeñan en una auténtica quimera.

    ¿Son políticos presos o presos políticos?

    Son presos políticos. Lo argumento. Preventivamente son políticos presos, pero después de eso empecé a ver los autos del juez Llarena. No ha habido un delito de rebelión. Rebelión es lo de Franco. ¿Qué hacen todavía en la cárcel? Lo digo con solemnidad: son presos políticos.

    ¿Apuesta por el indulto?

    No. Un indulto supone reconocer que hay delito.

    Pero si ha dicho que en un principio pensó que eran políticos presos.

    Pido una excarcelación inmediata. A través de mecanismos judiciales, claro. Que estén todavía en prisión es un disparate, una metedura de pata, una barbaridad.

    El juicio va a comenzar. Pueden ser condenados por delitos graves.

    Evidentemente, pero todavía no.

    Visto el caso de Puigdemont, existe un riesgo de fuga.

    Claro que lo hay. ¿E Iñaki Urdangarin? También se podía haber fugado.

    Entonces, si usted fuera alcalde, ¿se pondría el lazo amarillo?

    Me lo he preguntado muchas veces. No. Ni pondría lazos ni los quitaría. En este tema hay que separarse de dos situaciones enloquecidas e intentar mediar. Ese lazo amarillo viene a decir algo que yo comparto: hay presos políticos. Pero si esa afirmación se exhibe y conlleva un plus de emociones con riesgo de enfrentamiento… Ya estoy mojándome bastante.


    Anguita fue el primer -y sigue siendo el único- alcalde comunista de una provincia española. Silvia P. Cabeza



    Le pido dos opiniones concisas. Manuel Valls acaba de anunciar su candidatura.

    Esas cosas están en el orden de la pasarela Cibeles.

    ¿Y Susana Díaz?

    Comparto muy poco con doña Susana. Tiene una visión muy cañí. Con eso he dicho bastante.

    ¿Teme que la sentencia de los ERE genere un terremoto electoral en Andalucía?

    Si los ERE terminan con una sentencia condenatoria que implique mucha cárcel, no pasará absolutamente nada. El PSOE tiene una fuerte implantación en el campo y en otros sitios. Aquí se traga todo. Los primeros que tragaron fueron sus señorías en el Congreso.

    En 1979, Julio Anguita fue el candidato más votado en las elecciones de Córdoba. Como líder del Partido Comunista, tuvo que pactar con PSOE, Partido Andalucista y UCD. ¿Descarta que ahora Unidos Podemos pueda acordar con Ciudadanos?

    Me parece muy difícil. La UCD era de derechas, pero tenía ganas de cambiar España. Eran tantos los problemas… Yo tengo una máxima. Antes de cualquier pacto quiero ver el programa. Luego me fijo en quién firma. Veo tan difícil esa coincidencia programática a día de hoy… No, no lo veo posible.

    Usted suele ser más duro con Rivera que con el PP. ¿Por qué?

    Hubo una escena en el oeste americano en la que un exdelincuente llegó a ser comisario federal. Entonces, los antiguos miembros de su banda lo mataron. Y dijeron: “Hombre, es que no nos gusta que uno de los nuestros se ponga la placa de comisario”. El PP está definido en el imaginario público como lo que es. El discurso de Rivera, en cambio, cala en esa zona de indefinición, de sentimientos a flor de piel, pero carente de contenido programático.

    Igual que Podemos cuando habla de la casta y propone una renta universal imposible.

    Podemos decía la verdad. La casta existe. El discurso de Ciudadanos cala en la calle en primera instancia porque somos un pueblo con miedo a pensar. La contrarreforma católica nos ha marcado. ¿Cuántos años ha habido de libertad en este país desde la Edad Media?

    No tuvimos revolución francesa.

    Ni española. El de Ciudadanos es un discurso que, por su simplicidad, por afectar a sentimientos no muy explicados, gusta. No le veo consistencia. En el campo de la derecha, de los fascismos, hay gente con entidad intelectual. En Ciudadanos no la veo.

    ¿No es capaz de decir una cosa buena de Ciudadanos?

    No me guío por bueno o malo. No sé qué decirle. ¿Recuerda La Cosa? ¿Esa sustancia que se apodera de los seres humanos y los devora? No era definible ni encuadrable. Pues eso. No me meto con ellos. Digo lo que me parece. Nunca he insultado a nadie.

    Pablo Casado ya reina en el PP. Archipupilo de Aznar. ¿Ganan o pierden electoralmente?

    Atravesamos una época de frivolidad. Me gustaría escuchar a Pablo Casado hablando de España y sus problemas, que deje la bandera. ¿Cuál es el papel de la universidad? ¿Qué tipo de salud quiere? ¿Qué Estado pretende? Quiero escucharle. No he oído nada de eso. Sólo chocarrerías y ocurrencias, no un análisis mínimamente sesudo. Gil Robles, Fraga y Herrero de Miñón, por poner algunos ejemplos, eran gente que tenía su enjundia.

    Y el máster de Pablo Casado, ¿cómo le huele?

    En la Universidad Rey Juan Carlos se han repartido los títulos como rosquillas… Un dicho de Córdoba: viendo el chozo, se ve al jabalero. Viendo el campo de habas se ve al que lo cuida.

    Una vez dijo que su mejor crítica al Gobierno de Aznar fue no contestar al pésame que le envió el expresidente vía carta tras la muerte de su hijo.

    La muerte de mi hijo fue una tragedia. Ni siquiera en aquellos momentos la utilicé como arma política. Mi hijo era un periodista. Si hubiese salido de esa guerra, habría ido a otra. Se fue, hizo lo que quiso. Por lo tanto, Aznar no es culpable. Aznar es culpable del genocidio cometido entonces. Mi hijo cayó cumpliendo con su misión. Cuando me escribió dándome el pésame, no le contesté porque hubiese dicho tantas cosas… A lo mejor me hubiese arrepentido.


    Anguita asegura haber renunciado a las listas electorales. Silvia P. Cabeza


    A lo largo de esta entrevista ha insistido varias veces en que el franquismo nunca se ha ido. ¿Se le echa con la exhumación del dictador? ¿O eso es tan sólo un titular?

    Para empezar, yo hubiera sacado a todos los cadáveres para que sus familiares les dieran digno entierro. Facilitaría a la población la lista de los que están en las cunetas para que España conociera la barbarie criminal del general Franco. En tercer lugar, exhumaría al dictador. Hemos empezado por la guinda.

    ¿Exigió Izquierda Unida en los noventa la exhumación de Franco?

    No, no.

    ¿Por qué?

    No había ley de Memoria Histórica. Bastante teníamos con los mil y un problemas que había: la corrupción, la construcción de Europa...

    Podrían haber articulado esa ley.

    En aquel momento o no teníamos tiempo…

    Hay una contradicción. En los noventa, la exhumación de Franco podría haber reparado el duelo de muchas más víctimas que ahora.

    La Transición fue un pacto que obligó a las fuerzas políticas a través de ciertos mecanismos. Los que estábamos en contra teníamos equipos y herencias. En 1996 di un mitin y dije que nos desvinculábamos de todo eso. Reclamé la República. Expliqué: “Hemos cumplido y nos han engañado”. Aquellas palabras no se recogieron porque no interesaban. Cuando fui alcalde, tomé posesión con el retrato de Franco, me invistieron y al día siguiente lo quitamos. También una serie de calles de la ciudad, pero sin estridencias. Un alcalde nuestro en un pueblo cercano se encontró el Ayuntamiento lleno de cuadros de Franco y José Antonio. Llamó al jefe de Fuerza Nueva y se los dio. Hay que quitar, pero sin espectáculo.

    Ahora se está haciendo ese espectáculo.

    Y no me gusta.

    Hay miembros de Unidos Podemos que acusan a PP y Ciudadanos de defender el franquismo. ¿Le parece exagerado?

    En absoluto. ¡Lo han mamado! Yo también, pero cambié. Soy hijo de militar. Tienen miedo pavoroso por sus concomitancias y ligazones. Defender el franquismo significa no permitir que se haga justicia histórica. Es urgente que nuestro país conozca lo que pasó.

    ¿Por qué la izquierda española critica tanto a Trump y tan poco a Venezuela?

    Venezuela es un país que nos da lecciones. Me pone usted esa cara… ¿Hay en España algún proceso que permita al pueblo revocar al presidente? En Venezuela, los “dictadores” -pongo esto entre comillas-, han ganado todas las elecciones, menos una que perdieron acerca de una reforma constitucional. Venezuela es un país donde ha habido y sigue habiendo corrupción, pero se ha intentado que la población alcance unos mínimos. A partir de ahí, muchos fallos y errores, pero contestan a la política del imperio. Me pongo del lado del más pequeño. Con mucha crítica, pero yo defiendo a Venezuela, se lo digo a quien quiera, no me da vergüenza. Me presto a criticar a Venezuela, pero no a que me utilicen contra ella.

    Dice usted que Venezuela nos da lecciones.

    He dicho lo siguiente. Corrijo para que quede mejor: Venezuela, con los papeles en la mano, es el único país que permite un referéndum revocatorio del pueblo contra el presidente. Los observadores extranjeros dicen que las elecciones han sido correctas. Confieso que he tomado partido de manera vehemente, pero cuando veo la injusticia de atacar un país que no es un peligro para nadie...

    Lo es para los venezolanos que se van de Venezuela.

    Como los españoles que emigraron. A Venezuela la están ahogando económicamente. Esto no se dice. ¿Quién? Estados Unidos.

    ¿No la ahoga el Gobierno de Maduro?

    Pido a los medios que den toda la información. La Organización de Estados Americanos ha amenazado con una intervención militar. ¿Pero esto qué es? Con el respaldo de EEUU. Que lo cuenten.

    Miles de venezolanos que han abandonado el país dicen que en los supermercados no hay bienes suficientes y que tampoco existe la libertad.

    ¿Que no hay libertad? ¿Y las manifestaciones en las calles? ¿Cómo vamos a negar las imágenes? Se ha juntado el cerco con una mala administración. Yo lo reconozco, pero no acepto que se coloque a Venezuela como eje del mal. En eso soy irreductible y sale incluso lo peor de mí.

    Los políticos en las cárceles de Venezuela también serán, deduzco, presos políticos para usted.

    No. Porque hay golpistas.

    ¿Y los separatistas catalanes no lo han sido? Declararon la independencia de forma unilateral.

    No es lo mismo. Los golpistas en Venezuela han incitado a la violencia. Esos no son presos políticos, son presos comunes. Tengo otras fuentes de información. Deje a Venezuela que comercie con sus productos, que se surta. A mí, conste aquí, no me gustan las formas de Maduro. Son muy histriónicas.

    Este final abrupto lo alumbran las circunstancias. Tras casi dos horas de entrevista, Julio Anguita tiene que irse. Ha quedado en la otra punta de Córdoba y le gusta ir andando. Hay repreguntas, pero también nuevas respuestas. Se disculpa. No quiere que parezca una huida. No lo es. Que aquí conste.

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    Re: ¿Frente rojipardo? Anguita crea una corriente que conecta con Salvini

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    ¿Quién es de extrema derecha? "El programa de Podemos es el que más se parece al nuestro", dicen Falange y España 2000





    En lo referente a esas supuestas palabras de Norberto Pico diciendo que ellos se podrían entender con Pablo Iglesias, el propio Pico ha hecho un vídeo aclarando que el propio periodista básicamente ha puesto lo que ha querido:

    https://www.facebook.com/NorbertoPic...0072594838661/
    Kontrapoder, ReynoDeGranada y Pious dieron el Víctor.

  18. #18
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    Re: ¿Frente rojipardo? Anguita crea una corriente que conecta con Salvini

    Larga entrevista a Anguita:

    Anguita el 'califa' y sus siete verdades | Crónica

    Cito algunas "perlas" que no casan demasiado con una persona de izquierdas:

    ---------------------------------

    Ha entendido muy poca gente que usted haya vuelto a la escena pública confirmando un artículo que contribuye a blanquear el Gobierno populista y fascista en el que está Salvini. ¿qué es lo que le ha seducido del Decreto Dignidad para pagar ese precio?

    Toda mi vida política he estado pagando precios porque siempre he dicho lo que pensaba. Y restañándome las heridas. El Decreto Dignidad pone en marcha el acuerdo del Parlamento europeo sobre medidas en favor del empleo. Faltan muchas cosas pero es el único y como tal lo saludábamos. Eso no es blanquear a nadie sino que, si alguien hace algo bien, yo tengo que decir que está bien aunque lo haga mi peor enemigo porque en otro caso estaría juzgando a las personas y las intenciones y no los hechos. Salvini no es santo de nuestra devoción pero el gobierno italiano es muy plural, está compuesto por la alianza del señor Salvini y por el Movimiento Cinco Estrellas y entre ellos hay un debate tremendo. Hay otro hecho importante: Italia ha aprobado un techo de gasto del 1.4%, se ha enfrentado a Bruselas. Claro que yo parto de la idea de que esta Unión Europea es un desastre. A mí me preocupa mucho que con la estampilla del fascismo se meta a todo el mundo en el mismo sitio con intenciones aviesas. El Gobierno italiano tiene elementos fascistas pero no es fascista. Creo que los compañeros que han criticado, no saben lo que es el fascismo. ¿Que puede que esto desemboque en fascismo? Pues sí pero ahora mismo no. En realidad, la extrema derecha está creciendo porque la izquierda ha abandonado el puesto que tenía entregándose a Maastricht.

    Pero quién haga las cosas también manda un mensaje. Que Trump sea presidente siendo un machista, un abusador, manda el mensaje a la sociedad de que alguien así puede triunfar.

    Yo digo: lo que ha hecho Trump está muy bien hecho pero él es un indeseable. Yo separo. Le pongo un ejemplo: todo el mundo está contra Villarejo, es un pinta, pero es quien se codeó con la flor y nata de la magistratura, de la política. ¿No es cierto que el Rey Emérito es un presunto delincuente por la boca de su ex amante, no amiga? Lo que se pretende resaltando que este señor es un miserable, que lo es, es descalificar las pruebas.

    [...]

    Volviendo otra vez al asunto Salvini. Alberto Garzón sobre el contexto: "No se puede elogiar el Decreto Unidad abstrayéndose de lo que es la Liga Norte, no es fascismo al estilo Mussolini, y no podemos trivializarlo, pero no podemos blanquearlo".

    Lamento estar en desacuerdo porque me parece que es una simplificación. Yo creo que esa es una visión inquisitorial porque no entra en la cosa y mientras estemos dudando con las apariencias y con las etiquetas, van a seguir dominando los de siempre. Estamos derivando a un debate teológico, no político: las supuestas intenciones... Si nos fijamos sólo en las etiquetas ¿cómo van a producirse alianzas? Creo que es una frivolidad, menos mal que él lo dice, considerar que el Gobierno italiano es fascista.

    Hay quien considera que ese decreto por el que usted asume el elogio a un ejecutivo con elementos fascistas, es mera propaganda: que el contrato temporal pase de 36 a 24 meses ha conseguido que, efectivamente, se vea aumentada la temporalidad y los contratos duren menos de 24 meses. La penalización de las deslocalizaciones no prospera porque las grandes empresas las recurren y ganan y encima se les han aumentado las exenciones fiscales y reducido el pago de impuestos.

    Mejor lo llamamos populismo de derechas. Si los tribunales dan la razón a las empresas, entonces será un problema de la justicia italiana. El Gobierno lo que tendrá que hacer es cambiar las leyes y adecuarlas a lo que está haciendo. Pero el que se castigue a las empresas que se quieren marchar, esa es una cosa positiva. Que haya exenciones a las empresas responde a que el Gobierno italiano es un maridaje extraño e imprevisible y tiene dos partes. La Liga Norte tiene que satisfacer a determinados intereses y el movimiento Cinco Estrellas, a otros. Por eso decimos que es insuficiente. De todas maneras hemos conseguido el objetivo que era provocar el debate, denunciar el problema de este país que es la Unión Europea, esta que se vertebra a través de Maastricht, Amsterdam, Niza y la Conferencia de Lisboa.

    ¿Cuál es la alternativa?

    Recuperar las cesiones de soberanía que se han hecho, para empezar. Las instituciones europeas han cogido estas cesiones con una mano y con la otra se las han entregado a los mercados a los que han entregado el diseño de la política económica. A los gobiernos les ha dejado el diseño de la política laboral pero sin tener los recursos necesarios porque el mecanismo de estabilidad implica un control sobre los presupuestos.

    [...]

    Ya le advierto que si se comparte el mensaje con la extrema derecha la extrema derecha tiene más práctica en llevarse el gato al agua.

    No. Si la izquierda actúa como debe, tiene más práctica la izquierda: lo que pasa es que tiene que arriesgar. Pero además volvemos a lo mismo. Es que se me da una higa, a mi no se me asusta diciendo que coincido con la extrema derecha. Yo no soy de extrema derecha y les combatiré en otras cosas. Yo soy muy laico en política, muy laico.

    Otro asunto polémico: la inmigración. Es usted partidario del control y los límites. De la ayuda al inmigrante que ya está aquí mientras se es resolutivo con las dictaduras que provocan el éxodo de esas personas hacia Europa.

    ¿Usted cree que cualquier país europeo, especialmente el nuestro, puede decir: venid todos los que queráis? Venga, ¡que los buenistas lo digan! ¿Millones? Compañeros del buenismo, ¿pueden venir millones? Enfrentaos a ese hecho. Aportaré otro dato que parece que no incide pero sí. En el año 2050, Alemania tendrá ochenta y tantos millones de habitantes y el 70% de ellos serán de edad avanzada. Etiopía va a tener lo mismo y el 65% tiene menos de 35 años. Lo que está pasando aquí ya ha pasado en la historia de la humanidad. Las migraciones acabaron con el Imperio Romano y fue por fases. En cualquier aldea perdida hay un televisor y ven piscina y comida... A los buenistas les planteo el problema: decimos a todo el que venga que se quede ¿si o no?. Primero hay que atender. Es una cuestión de humanidad pero simultáneamente, y esto depende de la Unión Europea (que son unos ladrones y sinvergüenzas), hay que empezar a presionar a los regímenes: no venderles armamento, no explotarles sus recursos para que al desarrollar esa parte de Africa, ya no tengan que venir. Claro, eso ya es cambiar las leyes de la economía capitalista. El propio Gobierno español lo que ha hecho es desdecirse. Magnífica posición la del barco pero después hicieron la devolución en caliente. Yo no puedo ignorar la magnitud del problema porque puedan llamarme racista. No. ¡Vamos a dejarnos de historias!

    Vamos a partir de la base de la dificultad que entraña arreglar África. No hay voluntad, dinero ni capacidad. Dado que el problema no parece tener solución, quizás tengamos que empezar a acostumbrarnos a solidariamente asumirlos.

    Sí. Eso está muy bien. Hasta que se presenten 10 millones. Yo utilizo su lógica, la suya o la mía. Pero una lógica. Asumamos, puertas abiertas. Ilimitado, pues eso tiene sus consecuencias. ¿Cuál es mi lógica? Se puede colocar un plan sobre cultivos, sobre ayudas económicas, comercios solidario, justo, hay un montón de políticas económicas distintas... En este problema ya no hay nada fácil e incluso algunas soluciones que parecen buenas, no lo son. Yo lo que quiero llevar a la gente es la idea de que estamos ante un problema gravísimo, en medio de una crisis de civilización y del capitalismo.

    Vox tiene un argumento similar al suyo y luego añade: primero los nuestros.

    Yo nunca he dicho eso. Vox olvida que aquí llegaron 5 millones de inmigrantes porque fueron necesarios para el capitalismo español. El argumento de Vox es impresentable porque es insolidario y elude el problema, lo oculta lo falsea, no entra en averiguar causas y se encierra en España olvidando lo que hay alrededor. Vox se refugia en lo nuestro, en repartamos la pobreza. Ese ha sido siempre el discurso del fascismo. Yo no estoy de acuerdo en absoluto. Lo que planteo es que asumamos el problema.

    Y se ha embarcado en una Plataforma para la República, el federalismo, derechos sociales y soberanismo.

    Ya estoy un poco cansado de los republicanos que sacan la bandera tricolor y hablan de la segunda. Falta proyecto. A un conjunto de personas se nos ocurrió que, de la misma forma que Ortega y Gasset creó la Agrupación por la República, podíamos organizar una agrupación flexible, transversal, no de izquierdas, federal porque es una tradición española y para la recuperación de la soberanía. Pretende crear un estado de opinión para iniciar un proceso constituyente. Estamos en estos momentos en 39 provincias.

    [...]

    Quizás hay que aprender de lo que hemos visto que no funciona. Por ejemplo el Brexit.

    -¿El Brexit?, espérese usted 20 años. La Unión Europea va a explosionar o a implosionar. Porque la gente, lástima que dirigida por la extrema derecha, va a hacer barbaridades... Pero no le demandes a la gente racionalidad cuando le falta lo más mínimo. Yo planteo una visión de Europa confederal. Esto es un juego de ajedrez en el que yo quito al Rey y pongo al Estado. ¿Quién captura al Estado? Lo está capturando el capital globalizado, pero no quiere que desaparezca porque el Estado tiene ante su pueblo la autoridad que le da el haberlo elegido, la legitimidad democrática, y porque lo quiere como servidor, como brazo ejecutorio. Yo lo quiero como soberanía. Es la pieza que no estoy dispuesto a entregarle al capital globalizado. La lucha por cambiar no ha sido fácil pero yo asumo la dificultad.
    ReynoDeGranada dio el Víctor.
    «Eso de Alemania no solamente no es fascismo sino que es antifascismo; es la contrafigura del fascismo. El hitlerismo es la última consecuencia de la democracia. Una expresión turbulenta del romanticismo alemán; en cambio, Mussolini es el clasicismo, con sus jerarquías, sus escuelas y, por encima de todo, la razón.»
    José Antonio, Diario La Rambla, 13 de agosto de 1934.

  19. #19
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    Re: ¿Frente rojipardo? Anguita crea una corriente que conecta con Salvini

    Última edición por Kontrapoder; 26/10/2018 a las 23:38
    Pious dio el Víctor.
    «Eso de Alemania no solamente no es fascismo sino que es antifascismo; es la contrafigura del fascismo. El hitlerismo es la última consecuencia de la democracia. Una expresión turbulenta del romanticismo alemán; en cambio, Mussolini es el clasicismo, con sus jerarquías, sus escuelas y, por encima de todo, la razón.»
    José Antonio, Diario La Rambla, 13 de agosto de 1934.

  20. #20
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    Re: ¿Frente rojipardo? Anguita crea una corriente que conecta con Salvini

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    Eso no es señal de ninguna transversalidad, es señal de charlotalidad. Esos barrios llevan votando bastante al PP desde por lo menos Álvarez del Manzano y Gallardón en los 90 (y después Aguirre) o a Aznar. Hay mucho pepero no declarado, nada más.
    Última edición por Trifón; 28/10/2018 a las 15:21

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