Fuente: La Independencia, 11 de Febrero de 1934, página 1.
La desmoralización sistemática de las juventudes
Hemos hablado otras veces de este espinoso tema, y volvemos a la carga porque una honda preocupación se apodera de nosotros.
Lo vemos por todas partes en España.
Lo vemos por las calles de Madrid.
Lo vemos en las carteleras de los cines, lo vemos en los anuncios de prensa, lo vemos en los quioscos y en los escaparates de las librerías; no lo vemos, pero sabemos lo que ha pasado en las playas del Norte y en las playas de Levante.
Todo esto es para alarmar muy en serio a los padres de familia, a los jóvenes y a las madres de toda España.
Se está desarrollando, mientras muchos hombres que debieran poner remedio sestean, la más espantosa, la más perjudicial y la más eficaz campaña que jamás se emprendió en nuestra Patria contra el catolicismo.
La invasión sarracena fue una cosa gravísima, pero la invasión sexual en nuestra sociedad es realmente catastrófica.
Y la experiencia demuestra que los pueblos sumidos en la sensualidad, concluyen por sentir sobre sus espaldas los duros latigazos de la ira divina.
Son estados de locura colectiva, y estos estados de locura hay que curarlos con una reflexión provocada a tiempo o con remedios que obliguen a entrar en razón a los que han perdido el seso.
Ya lo dice el refrán popular: el loco, por la pena es cuerdo.
Repetidas veces, en las Juntas Técnicas de la F.A.E. [Federación de Amigos de la Enseñanza], se ha hablado de esta desmoralización sistemática de la juventud, y repetidas veces, ¿por qué no decirlo?, desde aquí hemos tenido que dirigirnos a la misma Dirección General de Seguridad reclamando contra esos ataques a la moralidad pública.
Todavía no hace un mes, la F.A.E. se vio obligada a redactar una enérgica nota que envió a los periódicos en son de protesta contra «La Hoja del Lunes», porque había publicado un anuncio que en sí mismo, por el grabado, era escandaloso y provocativo.
¡Ah, el sistema de protesta!
No son inútiles; la experiencia nos lo ha demostrado, pero hace falta crear, como dijimos en uno de los Círculos de Estudios de la Semana Pedagógica, una raza de hombres valientes que defiendan ante las autoridades, a quienes compete, la moral de los niños y de los jóvenes.
Hay que denunciar, hay que luchar para salvar la moral pública.
Hay que renunciar muchas veces a la asistencia a ciertos sitios, v. g., las playas escandalosas, y todas estas renuncias costarán, pero las madres y los hombres de Dios tienen voluntad firme y valentía para hacer estas renuncias y elevar estas protestas, pase lo que pase.
Protestar en privado, en las tertulias, y no protestar en público, no aplicar un remedio eficaz, es perder el tiempo.
Conocemos a hombres de pelo en pecho, pocos por desgracia, pero los conocemos, que saben protestar en público con gran eficacia y a su debido tiempo.
El Dr. Tusquets dijo en su conferencia sobre la desmoralización sistemática de la juventud, lo que la Junta de la F.A.E. columbraba: que en España hay, en el momento actual, una organización pensada, fría, muy bien calculada, y dirigida por las logias masónicas, para desmoralizar toda nuestra juventud.
Nos hizo ver el Dr. Tusquets con citas concretas, cómo los dueños, los inspiradores, los técnicos de varias editoriales españolas, que están propagando por todo el país folletos inmorales, o son masones o están en contacto inmediato con los masones.
Nos hizo ver también cómo esa jerigonza de teosofismo, espiritismo y magia negra, no son más que bellos disfraces para ocultar la más inmunda y burda inmoralidad.
Estamos, pues, en un momento gravísimo.
No hay que olvidar aquella frase que dijo un alemán hace pocos meses al contemplar los quioscos de Madrid: «Así estaba Berlín hace diez años».
No hay que olvidar que los pueblos descienden por la sensualidad, porque la sensualidad nos acerca a la vida de los animales, mientras la espiritualidad nos acerca a la vida de los ángeles.
Un pueblo sensual es un pueblo muerto; un pueblo espiritual es un pueblo vivo, que está llamado a figurar en primera fila en el consorcio de las naciones cultas.
Y esto, esto es precisamente lo que se pretende ahora contra España: derrumbar nuestra espiritualidad en los niños, y sobre todo en las mujeres.
Derrumbar nuestra espiritualidad para convertirnos en un pueblo de esclavos, y así manejarnos después a su gusto desde las logias de París, desde los Comités ejecutivos de Moscú, o los Subcomités soviéticos de la Europa occidental, antes en Berlín y ahora en el mismo París.
No olviden mis lectores, para que no crean que exagero, lo que acaba de decirme (y espero ver el documento) uno de los semanistas, a saber: de cierta logia de Barcelona se ha cursado una circular recomendando, entre otras cosas, la propaganda del maltusianismo.
Ésta es la circular de que tenéis noticia; otras circulares no las hemos visto, pero estamos viendo los resultados prácticos como si existieran.
Lo que hace falta es despertar, despertar cuanto antes, y organizar nuestras fuerzas para combatir contra esa invasión de la inmoralidad con el mismo brío con que nuestros mayores, desde Don Pelayo a Isabel la Católica, lucharon contra la invasión de los agarenos.
ENRIQUE HERRERA ORIA
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