«La incorporación de la mujer al mercado laboral»
Por Javier Garisoain
Las leyes de racimo que acaba de lanzar el gobierno para empeorar las ruinas entre las que vivimos nos tienen medio aturdidos. Pero no es este último vómito legal lo que más ha contribuido a la destrucción de la familia sino ese otro viejo criminal de guante blanco que es el capitalismo liberal. Todas las ideologías, todas, han hecho su papel para que estemos como estamos. La laicidad del estado, el matrimonio civil, la anticoncepción, el feminismo, el divorcio, el aborto, las parejas de hecho, la ideología de género, el aberrosexualismo, la eutanasia y los 16 modelos de familia no son banderas enfrentadas sino capítulos de un mismo libro. Escaleras descendentes que, peldaño a peldaño, responden a una misma lógica interna.
Pensemos por ejemplo en eso de «la incorporación de la mujer al mercado laboral». Un eufemismo como una casa. Las mujeres siempre han trabajado fuera de su hogar cuando ha hecho falta. Y no me refiero solo a la necesidad de dinero porque, al menos en los países cristianos, no han faltado mujeres desarrollando sus talentos en cualquiera de los oficios o de las artes. Lo que sucede es que una sociedad sana necesita que una parte no pequeña de su fuerza laboral se dedique a atender el hogar y la crianza. Y eso es lo que han hecho las mujeres toda la vida. Más felices que resignadas. Pero aquí lo que ha pasado es que se ha demolido, a propósito, el dignísimo oficio y trabajo de madre de familia y ama de casa. Dicen que antes había una mentalidad que reprimía a las mujeres, bueno, habría que ver a qué «antes» nos estamos refiriendo. Lo cierto es que ahora la nueva mentalidad está reprimiendo de muchos modos la vocación de ama de casa. Ha habido grandes cambios, sí, y se mire como se mire han sido para peor porque si no ¿cómo se explica que la institución más valorada, la familia, sea al mismo tiempo la que sufre una crisis más profunda?
Lo que principalmente ha roto las familias es denigrar la vocación típicamente femenina. Llamar maruja al ama de casa; insistir -incluso cuando era para negarlo- en el estereotipo machista burgués de la mujer-florero; dar a entender que el sueldo del padre de familia era una ganancia individual y no el sostén familiar; hacinar a la gente en pisos aislados, sin vida social, como celdas… Todo eso y más es lo que corroe a la familia natural. Porque ¿qué mujer cristiana, consciente de su dignidad, podría soportar esa vida? Denigrada, empobrecida y encerrada en un piso… Si eso es lo que ofrece el capitalismo a la mujer media es normal que prefiera trabajar en una gasolinera. Servir a cualquier jefe antes que a su marido.
Las consecuencias de ese acoso y de ese abandono están a la vista: mujeres masculinizadas y resentidas, hombres afeminados y con complejo de culpa, niños obesos, jóvenes desmadrados, abuelos desatendidos, aborto para interrumpir las vidas no deseadas, y divorcio como fábrica para esos «nuevos modelos de familia» que no son mas que trozos de familia. Un absoluto desastre. Y no. No hemos necesitado que venga Lenin ni una dictadura social-comunista para ver la destrucción del orden social familiar. Eso nos lo hemos ganado a pulso con «la democracia que nos hemos dado».
https://www.tradicionviva.es/2023/01...rcado-laboral/
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