Vaya pues no sabía, es curioso saberlo Ulibarri.
Lo que sigo sin entender es aquello de los sedicentes foros anticarlistas y eso....A qué se refiere, vaya.
Pienso que es una obviedad que el día a día se encarga de recordarnos que los regímenes patrióticos (más que nacionalistas) árabes suponen un legitimo ejercicio de una virtud cristiana (religión que es la de muchos de los árabes que sustentan esos regimenes) y una barrera ideal para frenar la imposición de la sharia como ley civil y los manejos del judaismo. Como el régimen baasista, con todos los defectos que se quiera, pero a años luz de la actual situación de desestabilización y desintegración social, economica, política y convivencial en Iraq.Iniciado por Alonso De Ojeda
Vaya pues no sabía, es curioso saberlo Ulibarri.
Lo que sigo sin entender es aquello de los sedicentes foros anticarlistas y eso....A qué se refiere, vaya.
Ulibarri, me alegra saber que estaba en un error. La verdad es que debería haber matizado que sólo eran algunos sectores carlistas los que mantenían dicha indefinición ante el problema de la globalización. Por cierto, me hace mucha gracia ese uso que hacéis algunos carlistas de la palabra "sedicente". No sé por qué tenéis tendencia a utilizar esa palabra.Iniciado por Ulibarri
Aprovechando que ha salido el tema, me gustaría preguntarte un par de cosillas:
¿Cuáles son las diferencias que os separan a la CT de la CTC?
¿Por qué cuando se nombra a la Falange, y especialmente al fascismo, algunos carlistas actuáis como si acabaran de nombrar al diablo? No digo que sea tu caso necesariamente, pero es algo que vengo observado. ¿Piensas que sería posible algún tipo de pacto con sectores falangistas?
Por otra parte, hay un artículo famoso que me gustaría conseguir, titulado "Requeté y Fascio", en el que un carlista traza las similitudes entre ambos sistemas. Se trata de un artículo anterior a la Unificación forzosa, por si cupiera alguna duda. ¿Sabrías donde puedo conseguir dicho artículo?
Pues me referia a que es triste comprobar como el FSTM e incluso en muchisimas ocasiones el llamado Foro Carlista no son más que un reducto de vaticanistas, democristianos o puritanillos jansenistas que acojen el pensamiento modernista y que nunca aciertan a reivindicar la Unidad Católica como solución a los males.Iniciado por Alonso De Ojeda
Entiendo Ulibarri. Gracias.
Yo confieso que mi tendencia a usar la expresión "sedicente" viene por la lectura de los artículos de Manuel de Santa Cruz en los que desenmascara por ejemplo la actual organización de las limosnas. Las organizaciones filantrópicas y humanitarias como Manos Unidas, Caritas, etc... son "sedicentes" católicos, pero no su acción e inspiración, volcada a la asistencia material, pero no espiritual.Iniciado por Kontrapoder
Nuestras diferencias con la CTC son basicamente doctrinales, de las que deriva la confrotnación en aspectos tácticos. Muy por encima: la CTC en una correa de transmisión de la democracia-cristiana "dura", la que habla de herencia y valores católicas en lugar de confesionalidad y Unidad Católica. La que ejerce el seguidismo de los Obispos y la Jerarquía (confundiendo ámbitos, pues existe un amplio margen de actuación en libertad para los católicos). De esa mentalidad derrotista deriva que no puedan ver a Don Sixto, porque es defensor del tradicionalismo íntegro, incluso del religioso y fue seguidor de Lefevbre, lo cual no lo ven nada bien los Obispos. Aparte el discurso de la CTC no se ha sabido adaptar bien a los nuevos tiempos en cosas que si son susceptibles de evolcuionar (la confesionalidad católica desde luego que no), como por ejemplo el papel del Estado. Una vieja tesis carlista es "más sociedad y menos estado". Como queda bien y parece que no ofende a nadie la CTC la enarbola en su web, propaganda, etc... Lo cual a día de hoy es un disparate, pues la enunciación de esa tesis partía de la existencia de una sociedad católica, que hoy se ha descatolizado por el efecto de una política. Además, el estado a pesar de su genésis antitradicional custodia mejor la natural politicidad del hombre que las organizaciones supraestatales controladas por la gran finanza y la sinarquia. Por ello, hoy día el estado podria llegar a jugar un papel dentro del católico principio de subsidiariedad frente a las organizaciones mundialistas. Ejemplos como este hay bastantes.
Yo por Falange tengo una simpatía que he de confesar es decreciente. Admiro el ejemplo personal de muchos falangistas, pero lamento que no se cerrase un minimo corpus doctrinal. El Carlismo en un principio no lo necesitó, pues su lucha era una reclamación de algo que se vivía hasta la Revolución. Falange por contra se mueve entre la abstracción, la indefinición y la utopía, que para mi son posturas que no conducen a nada. Pero bueno, algún pacto ha habido y puede haber con sectores falangistas. ¿Por qué no en la común reivindicación de la memoria de los civiles asesinados por los rojos durante la II República y la Cruzada?
Desconozco el artículo que comentas, pero me resultaría muy interesante tenerlo. Si lo encuentras cuelgalo, por favor. También a título de inventario se podrian sacar algunos textos ramiristas en los que se ensalza el Carlismo.
Ulibarri yo pienso como tú en ese sentido, el problema es que los de la CTC que yo conozco y con los que mantengo excelentes relaciones y siempre estaré agradecido no son así....
Que quede claro que en todo momento escindo lo organizativo de lo personal. En la CTC hay gente valiosísima y amigos personales desde hace más de 10 años. Ellos quisieran que la cosa fuese por otros derroteros y no pierden la esperanza de cambiarlo desde dentro. Son minoria pero la total coherencia de sus razonamientos creo que nos puede hacer augurar un buen futuro.Iniciado por Alonso De Ojeda
Me parece muy interesante tu respuesta, Ulibarri. Especialmente me gusta tu apreciación de que hoy en día reclamar menos Estado y más sociedad es una auténtica barbaridad, como venía yo sosteniendo desde hace tiempo. Imagínate que no hubiese una educación obligatoria (como he oído sostener a algunos carlistas) y que cada padre pudiera educar a sus hijos en las más absolutas aberraciones. Más sociedad, menos Estado, sería deseable, como dices tú, en una sociedad católica, pero no en la actual.
Por otra parte, creo que en lo relativo a confesionalidad (no en lo demás), eres un poco duro con la CTC, ya que si algo he aprendido en su foro es que son acérrimos defensores de la confesionalidad católica.
Respecto a tu consideración de la Falange tengo que decir que, efectivamente, tienes razón en que no constituye una doctrina cerrada. Y que se eso se debe principalmente a que todos los fundadores fueron asesinados nada más empezar la Guerra Civil, es decir, al poco de haber lanzado el proyecto falangista (3 años cortos), con lo cual es difícil que cerraran la doctrina. De todas formas, yo creo que no hay ninguna doctrina cerrada. Cuando menos te lo esperas surgen unos chiflados e interpretan el carlismo en clave marxista o el falangismo en clave socialdemócrata. En fin, que te voy a contar que tú no sepas. Por otra parte, te diré que existe abundante literatura falangista con posterioridad a la muerte de los fundadores, que ahonda en aspectos concretos de la doctrina, y que hacen que ésta sea menos abstracta.
Aludes en tu escrito a que ya ha habido pactos con sectores falangistas, pero salvo la Unificación forzosa, no conozco ninguno. ¿Crees que sería posible hoy en día que falangistas y carlistas se sentaran a hablar tranquilamente sobre lo que les une? Yo creo que desgraciadamente esto no es posible pero me gustaría saber tu opinión.
Atendiendo a tu petición, en el siguiente mensaje te adjunto el texto de Ramiro Ledesma en el que habla elogiosamente del Carlismo
Partidos de España
Comunión tradicionalista
Está ya un poco dentro de la tradición española el partido tradicionalista mismo. Las JONS han declarado siempre que recogen de él su temperatura combativa, su fidelidad a los nortes más gloriosos de nuestra Historia y su sentido insurreccional, como un deber del español en las horas difíciles y negras. Será en todo caso lamentable que sólo un partido así, con las limitaciones a que le obligaba su carácter de estar adscrito a una persona o rama dinástica, haya sido a lo largo de todo un siglo de vida española el único para quien las voces nacionales, el clamor histórico de España y nuestro gran pleito con las culturas, pueblos y naciones extranjeras y enemigas, constituía la realidad más honda.
No tiene la culpa, claro es, el partido tradicionalista de que haya sido sólo él quien se mostraba sensible ante los valores españoles en peligro, tocando a rebato tenaz y heroicamente, en presencia de los atropellos y desviaciones traidoras que se consumaban. El ha sido testigo de cómo surgía, se extendía y triunfaba en el país un sistema intelectual para quien España era un pobre pueblo, sin grandeza ni cultura genuina, al que había que llevar a la escuela de Europa para que aprendiese el abecedario. El destacaba por ahí unos cuantos hombres de mérito que tenían poco menos que esconderse para decir de un modo recatado y silencioso, en las cátedras, o de un modo lírico y de fugacísima eficacia, en los mítines de plaza de toros, que, por el contrario, España era un pueblo genial, creador de valores universales y ejecutor de hechos históricos resonantes y decisivos para el mundo. El veía, por último, la ineficacia radical en torno, admirado y señalado como un residuo pintoresco de la cazurra fidelidad a cosas y mitos absurdos e irreales.
Pero han llegado para España días pavorosos, en que su mismo ser nacional está a la intemperie, batido por intereses, ideales y fuerzas que todos sabemos al servicio de un plan de aniquilamiento y destrucción de España.
Es en ese momento crítico cuando muchos nos hemos dado cuenta de que hay que formar en torno a la idea nacional española, sacrificándolo todo a su vigor y predominio victorioso. Esa es la palabra decisiva de nuestros cuadros y la consigna fundamental que corresponde defender y cumplir a los haces «jonsistas».
Pero tarea semejante requiere hacerse cargo de un modo total de los problemas y dificultades todas que hoy asaltan el vivir político, social y económico de España. Aquí radica la que pudiéramos llamar «insuficiencia» del partido tradicionalista. No come el pueblo ni se mantiene próspera la economía nacional porque todos clavemos los ojos y fijemos la atención admirativa ante los hechos y gestos de Carlos V, el gran emperador hispánico. No se hace frente a las exigencias y apetencias vitales del pueblo español mostrándole lo que exigieron y apetecieron nuestros antepasados. No se resuelven las crisis ni se atajan las catástrofes económicas, ni se aplacan las pugnas sociales porque restauremos la vigencia de los sistemas, estructuras y formas de vida social y económica de tal o cual siglo, cuando no había economía industrializada, ni maquinas, ni corrientes ideológicas como las que hoy mueven y encrespan frenéticamente a la humanidad.
No admitimos, pues, que sea el partido tradicionalista ni ninguna otra organización similar la que logre que las masas españolas se incorporen a un orden nacional, creador y fecundo. El culto a la tradición es, en efecto, tarea vital, imprescindible; pero el ímpetu de los pueblos que marchan y triunfan requiere cada minuto una acción sobre realidades inmediatas, una victoria sobre dificultades y enemigos que se renuevan y aparecen diferentes cada día. El partido tradicionalista sólo tiene armas y puntería para un enemigo que, por cierto, ya es una sombra: la democracia liberal. Y está inerme ante otros que hoy son poderosos, fuertes y temibles, por ejemplo: el marxismo.
Las JONS sienten como el que más una admiración honda al pasado español; pero declaramos nuestra voluntad de acción y de dominio en el plano de la España de hoy sin que nos trabe ni emblandezca la rebusca de soluciones tradicionales. Hay una Nación y un pueblo a quien salvar, y nosotros lo haremos a base de tres consignas permanentes -Patria, Justicia y Sindicatos- que ofrecen a nuestra ambición de españoles, a nuestra juvenilísima voluntad de lucha, amplio campo de combate y de acción.
En la marcha siempre tendremos un saludo que ofrecer a los tradicionalistas, cuyas juventudes serán necesariamente nuestras, porque la gravedad de la hora española y su misma exigencia vital de sacrificarse eficazmente, las conducirá a nosotros, las traerá a nuestra causa «jonsista», esgrimiendo nuestras flechas revolucionarias contra los enemigos visibles e invisibles de la Patria.
Es, sin duda, hermoso recluirse con fervor en las horas grandes de la Historia de España. Pero hay el compromiso de marchar, de conducir y salvar a la España que hoy -precisamente hoy- alienta y existe. Dejemos la contemplación de minorías de estudiosos que se encargarán de ofrecernos con amor y pulcritud los frutos tradicionales.
¿Tiene capacidad de acción el partido tradicionalista? ¿No quebrantaron su fuerza insurreccional las guerras civiles y no vive ya un poco su heroísmo entre ensoñación de recuerdos y frases formularias de tópico?
Estamos seguros de que la gran mayoría de sus juventudes intuirá o comprenderá la urgencia de incorporarse a más amplias banderas, de cara a los tiempos que vivimos y reconquistar para España, para el pueblo español, dignidad, justicia y pan.
(Ramiro Ledesma en «JONS», n. 2, Junio 1933)
Para no salirnos del hilo quisiera saber si hay algún debate sobre el tema al que apelas de educación obligatoria, del cual se puede discutir mucho.Iniciado por Kontrapoder
La confesionalidad que plantea la CTC es en cualquier caso la de la democracia cristiana, es decir, confesionalidad nominal, pero con libertad religiosa, lo que es un contradicción. Cuando los carlistas por contra ya en plenos años cuarenta se dedicaban a asaltar las primeras capillas protestantes en Madrid y Sevilla.
Sobre la doctrina falangista la misma tiene una elaboración lírica que en su tiempo pudo ser muy interesante, pues la política se movia más por sentimiento. Al margen de Miguel Argaya no he encontrado ningún intento serio de elaboración doctrinal. Unos porque han descansado en la mistica y estética falangista. Otros porque han pretendido una interpretación apócrifa que hiciese que la democracia perdonase la vida a Falange. Aparte creo que hay muchas dificultades en su interpretación por el referido aspecto simbólico y metafórico de muchas de las propuestas de la Falange fundacional, lo que las hace susceptibles de las interpretaciones a que te refieres. En el caso del Carlismo pienso que el problema es otro y reside en la perversión del lenguaje actual que puede dar pie a confusiones con términos antiguos. Hay determinados conceptos que son históricos no por la historicidad de la razón cognoscente, sino por estar enunciados en un determinado periodo histórico concreto. Una metodologia que intente adaptarlos a los nuevos tiempos encontrará muchas dificultades, pero nunca debe caer en la trampa fácil de hacer analogía con construcciones políticas modernas. Ese fue el problema de la interpretación en clave nacionalista o socialista del Carlismo.
Sobre pactos anteriores a la Unificación es sabido que habia algún contacto entre Hedilla y Fal Conde. Y son numerosas las referencias a la común acción de falangistas y requetés durante la II República contra el enemigo bolchevique. Después la unificación manu militari -con a mi entender marginación del Carlismo por encima de la Falange- empantanó las relaciones. Pero podría citarte un episodio concreto. Debería de ser el año 1948 cuando la diplomacia española va por otros derroteros. Serrano habia sido sustituido en la cartera de Exteriores por el Conde de la Jordana. Y ante la derrota de las potencias del Eje se intenta que los embajadores vuelvan a España. Por aquellas años se produce una recepción de un diplomático de la mal llamada Casa de Windsor en España para retomar las relaciones bilaterales entre el Reino Unido y España. Este hecho hace que las muy violentas relaciones entre la ilegal AET y el SEU de los primeros cuarenta, oficial, pero que aún conservaba cierto espiritu fundacional falangista, pasen por una tregua para organizar la protesta conjunta contra la indeseable visita en nuestra Patria. Las calles de Madrid son escenario de protestas, carreras y disturbios protagonizados por falangistas y requetés. Relato un poco de memoria, pero con mucho más detalle puedes encontrar este episodio en el tomo correspondiente de la magna obra de Manuel de Santa Cruz "Apuntes y Documentos para la Historia del Tradicionalismo Español. 1939-1966".
Sobre la actualidad quizás este no sea el foro más adecuado para discutir y habria que ver con quien y para que se pacta. Pero desde luego a mi no me importaría montarla en la calle junto a falangistas si el enemigo común es tan nefasto como el anglosajón.
Gracias por el texto de Ramiro. Me lo guardo en mis archivos.
Yo sí que comulgo con Más sociedad y menos Estado, que por cierto, también lo decía William Pierce jejeje pero bueno, hablando ya en serio, es la tradición hispánica, ni más ni menos. Lo que me parece una barbaridad es " todo dentro del estado, nada fuera del estado " y " Castilla la médula de España " y " el castellano la única lengua " etc etc etc.
La Tradición es un concepto dinámico, no estático. Ser tradicionalista no significa aspirar a seguir labrando con bueyes. Ni encerrarse porque sí en una determinadas enunciaciones que en muchos casos fueron producto de una coyuntura absolutamente distinta. Y ojo, que no se dice ni mucho menos que el estado sea cojonudo ni se asume esa frase que has puesto, que si no me equivoco es el paradigma de la doctrina de Mussolini. Pero si que es mejor garante de la politicidad natural del hombre que las organizaciones supraestatales. Cuando la Iglesia vuelva a reevangelizar la Cristiandad entonces la sociedad estará en condiciones de volver a autoorganizarse y se podrá retrotraer el enunciado a su significado esencial. Por lo demás la médula de España es su Unidad Católica y su Tradición común y sus lenguas son variadas y todas españolas.Iniciado por Alonso De Ojeda
Me alegro de leer algo tan razonable. No te ofendas, pero entre los denominados Tradicionalistas Carlistas es poco común.Iniciado por Ulibarri[b
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