La superstición “progre”, por Adriana Tudela Gutiérrez
Miércoles 27 De Mayo 07:00am
por
Adriana Tudela Gutiérrez · @adrianatudelag
Quienes apoyan el aborto se jactan de ser objetivos y realistas. ¿Es esto cierto?
Quienes defienden a capa y espada el aborto en todas sus formas suelen acusar de fanáticos a quienes se oponen a estas prácticas. Señalan que son las creencias y prejuicios religiosos lo que les impide ver a los pobres supersticiosos la verdad científica y secular en la que ellos apoyan su pragmática postura.
Sin embargo, la realidad es muy distinta a la que nos pintan. La idea de que un embrión humano o alguien en sus últimos días de vida no es persona por no reunir ciertos atributos que le otorgarían dicho status podrá parecer muy “realista” a primera vista, pero no lo es.
Por lo general, los pro-abortistas postulan que el feto se convierte en una persona, -y por lo tanto es digna de protección- sólo cuando alcanza cierto nivel de desarrollo que le da capacidad para hacer ciertas cosas, como tener consciencia de su propia existencia, por ejemplo.Como señala Robert P. George, profesor de Filosofía del Derecho de la Universidad de Princeton, estas ideas expresan una visión instrumental del ser humano. Dicha visión, comúnmente aceptada entre el progresismo pro-abortista, implica que las personas tienen valor instrumental y no intrínseco: se cree que los seres humanos no son personas por el simple hecho de existir, sino en la medida en que sus cuerpos pueden realizar ciertas funciones.
La visión instrumental implica también una concepción dualista que separa a la “persona” de su cuerpo. Para quienes poseen esta visión, no está mal matar a un feto porque todavía no es “persona”. Esta afirmación tiene como consecuencia lógica que el cuerpo humano y la persona que lo “habitaría” son dos cosas separadas.
Como indica George, la premisa bajo la cual operan quienes apoyan la legalización del aborto es que “las ‘personas’ tienen dignidad y derechos, mientras que sus meros cuerpos vivos no los tienen”. El problema es que tratar de identificar el momento en que el cuerpo humano se “convierte” en persona con el desarrollo del sistema cardiovascular, cerebral o nervioso tiene tan poco sentido como intentar determinar en qué parte del cuerpo estaría localizado un presunto espíritu de la misma.
Entonces -mientras se jactan de ser muy objetivos y realistas- sostienen que hay un segundo a partir del cual el feto deja de ser sólo un conjunto de células humanas y súbitamente se convierte en “persona”, casi como si un espíritu entrara al cuerpo y le otorgara dignidad de un momento a otro.
Ahora, yo me pregunto: ¿qué es realmente supersticioso? ¿Creer que no existe separación entre cuerpo y persona y que desde que existe el primero –con la concepción- existe también la segunda? ¿o creer que la persona “aparece” como por arte de magia en un cuerpo preexistente?
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Fuente:
La supersticion progre, por Adriana Tudela Gutierrez - Altavoz
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