23-F: El golpe que triunfó

FEBRERO 22, 2017 BY DISIDENCIALEAVE A COMMENT

Tal día como hoy, 23-F en 1981, durante la sesión de investidura del nuevo presidente del Gobierno Leopoldo Calvo-Sotelo, un grupo de Guardias Civiles entró en el Congreso, dando un golpe de Estado. Tras unas horas de incertidumbre en las que incluso salieron tanques a la calle en Valencia, a última hora de la noche el Rey Juan Carlos aparecía dando un mensaje por televisión para restaurar el orden constitucional. A la mañana siguiente los civiles que seguían en el Congreso deponían las armas, volvían a sus cuarteles y se volvía a la normalidad. El golpe había fracasado.
¿O no?
La versión oficial de los hechos, expuesta anteriormente de modo somero, no se sostiene. Demasiados puntos oscuros no aclarados. Un interesante escritor que estuvo muy vinculado a la ultraderecha, Ernesto Milà, cuenta en sus Ultramemorias un relato inquietantemente plausible. Asimismo Jesús Palacios llega al extremo de titular un libro suyo como 23-F: el golpe del CESID (los servicios secretos de entonces, precursores del CNI, al que mandamos un cordial saludo desde aquí). Decíamos otro día que igual escribíamos del 23-F si se nos iba la olla y queríamos que nos entrullaran para tener techo y comer caliente. Pues se nos ha ido totalmente.
Comencemos por la lista (incompleta) de implicados en el golpe:
-Teniente Coronel de Guardia Civil Antonio Tejero Molina. Ex comandante de la GC en Guipúzcoa y Vitoria en la época que mataban a picoletos semana sí semana también en Inchaurrondo. Amonestado por escribir en una carta su malestar debido a la deriva que estaba tomando el país, también llegaron a arrestarlo por una charla de cafetería con el capitán Sáenz de Ynestrillas bautizada con el rimbombante nombre de Operación Galaxia. De algún modo el CESID que fue capaz de controlar eso se vio totalmente sorprendido cuando Tejero asaltó el Congreso. Ni un loco ni un fanático, simplemente un hombre que tenía un particular sentido del patriotismo y del deber y que echaba de menos un orden y un respeto a su Cuerpo ya perdidos por entonces. En la carta enlazada podemos ver que defendía la vuelta al franquismo (guiño, guiño) con frases como “También se podría ir hacia la democracia con paso más firme y seguro, democracia de todos y para todos, en la que no haya más desplazados que los separatistas y asesinos; en la que los derechos humanos vayan acompañados de sus respectivos deberesy que los derechos de cien asesinos no puedan poner en peligro los de treinta y cinco millones de españoles”.
Juan García Carrés. Antiguo dirigente de los Sindicatos Verticales del franquismo (como Revilla, algo que éste parece haber olvidado), muy vinculado a José Antonio Girón de Velasco, fue el único civil condenado por el golpe. Vinculado a Tejero.
-Teniente General Jaime Milans del Bosch. El que sacó los tanques a la calle en Valencia. Militar por tradición familiar, pues ya su abuelo fue general, y él mismo participó en la defensa del Alcázar de Toledo como cadete, alistándose luego como voluntario en la División Azul y combatiendo en Rusia. Su hoja de servicios destaca su disciplina, y su familia era de tradición monárquica. Como vemos, perfecto candidato para “hacer la guerra por su cuenta”. En los Bandos reitera su disposición a quedar al mando de la III región Militar “hasta recibir órdenes de Su Majestad”. Quería un Gobierno militar.
-General de División Alfonso Armada Comyn. Otro peligroso elemento ultra, ex-divisionario también, cuyo padre estaba con Alfonso XIII el 14 de abril de 1931, y él mismo fue secretario general de la Casa del Rey durante 17 años. De algún modo logró ocultar a su amigo íntimo y Monarca que estaba implicado en un golpe en el que pretendía ponerse de Presidente del Gobierno. Dicho Gobierno iba a ser de concentración nacional incluyendo a elementos del PSOE y PCE, demostrando una vez más el acendrado franquismo y ultraderechismo de todos los implicados (guiño de nuevo). La composición de ese supuesto Gobierno hizo a Tejero montar en cólera, puesto que él “no luchaba para esto”. Cabe destacar que un tal Felipe González Márquez figuraba como vicepresidente…
-Coronel José Ignacio San Martín López. Ex director del SEDEC (servicio de inteligencia precursor del CESID), de derechas bastante moderado (más que los anteriormente mencionados) y favorable a la democracia pluripartidista, eso sí sin concesiones al comunismo. Fue quien ocupó Televisión Española y por tanto la cinta con el mensaje grabado del rey tuvo que pasar por el cordón de hombres a su mando. Aunque creía en la necesidad de un cambio en la situación política, no se une al golpe hasta después de saber lo que pretendía hacer Milans en Valencia.
-Comandante José Luis Cortina Prieto. Director de la Agrupación Operativa de Misiones Especiales del CESID, antiguo compañero de academia del Rey Juan Carlos (qué casualidad) y única persona que estaba al tanto de los movimientos de todos los otros. Sorprendentemente absuelto por falta de pruebas, aunque fue quien más presionó por un golpe “cuanto antes” a diferencia de San Martín, para quien el tiempo corría a su favor. Sí fue condenado su enlace con Tejero, el capitán Vicente Gómez Iglesias.
Como vemos, no hubo UN golpe. Hubo varias tramas golpistas, cada una de su padre y de su madre pero todas con dos denominadores comunes: la voluntad de mantener la monarquía encarnada en Juan Carlos de Borbón, y la implicación decisiva del CESID en la persona de Cortina. Fue él quien insistió en que fuese Tejero el que tomase el Congreso, vestido de uniforme con tricornio y todo. ¿Para qué entonces se había gastado Tejero una pasta en dos autobuses y en ropa vieja en el Rastro (pasta que nunca se supo de donde venía, Tejero declaró que de una herencia de su mujer) cuando estaba en la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil y vehículos no le iban a faltar? La prensa ha insistido en presentarnos a Tejero como un idiota y un ultra, pero un idiota no asciende de la miseria a TCol de la Guardia Civil.

Hemos de hablar de la España de entonces y las circunstancias en las que se forma el golpe. Hemos mencionado antes que ETA mataba a guardias civiles casi impunemente (de aquella época datan aún cientos de asesinatos por resolver). El GRAPO, otro grupo de turbio origen, también hacía de las suyas. Subía el paro, la inflación se disparaba y la inestabilidad política había llevado a Suárez a dimitir, de modo sorpresivo y con una enigmática frase:
No quiero que el sistema democrático de convivencia sea, una vez más, un paréntesis en la historia de España


¿Qué sabía o intuía Suárez? Cuando Tejero entra en el Congreso, mantiene la compostura. Uno de los únicos tres que lo hicieron, junto con Santiago Carrillo y el general Gutiérrez Mellado (al que le había tocado el difícil trago de apaciguar al Ejército cuando legalizaron el PCE en 1977 y del que perdura su imagen encarándose con Tejero y tratando de hacer valer su superior rango). El resto de sus ilustres señorías demostraron unas habilidades más ratoniles que de supuestos garantes de la democracia.

La necesidad de un golpe de timón no era algo que creyeran sólo los ultras. El mismo Josep Tarradellas, el presidente de la Generalidad de Cataluña vuelto del exilio, es el autor de la frase. Bien es cierto que el diario de ultraderecha El Alcázar había venido publicando cartas de un “colectivo Almendros” que llamaba al golpe de Estado, y por los mentideros de Madrid se repetía la consigna de que “los Almendros florecen en primavera”. Sin embargo la primavera es bien sabido que comienza en marzo…
Cuando se declara un incendio en un gasoducto, el método más efectivo para apagarlo es usar dinamita. ¿Y si todo este clima pre-golpista precipitó que el Estado improvisase un “autogolpe” para acabar con todos los golpes? Esa es la tesis de Milá y de Palacios, y a la luz de los indicios, es congruente con los hechos. Se trataban de lo que en Italia se llamaron “años de plomo” con una serie de atentados e incidentes turbios protagonizados por fuerzas, ora de ultraizquierda, ora de ultraderecha (como en España). Una estrategia de la tensión para llevar al pueblo mayoritariamente al redil de las fuerzas “moderadas”, a pesar de sus numerosos defectos entre los que destacaba la corrupción (como en España). Con una prensa que deploraba los extremismos opuestos, aunque uno más que el otro (como en España). Resulta curioso que aunque el golpe del 23-F fuera vendido por la prensa como algo “ultra”, no apareciera por ningún lado de la conspiración el nombre de Blas Piñar ni personas pertenecientes a Fuerza Nueva (entonces en el Parlamento) o altos cargos del Régimen de Franco. Todo lo más García Carrés, que había sido alguien de segunda fila.
Tras el esperpento de Tejero entrando en el Congreso, toda esperanza de un “golpe duro” quedaba destruida. Y el Gobierno iría en las siguientes elecciones de 1982 hacia el PSOE, que cumpliría con lo que hiciera falta para entrar en la UE y la OTAN (acabando con los escarceos de Franco con los “no alineados” que continuó Suárez) y mantener las bases americanas, así como abriría la verja de Gibraltar, enriqueciendo a los llanitos y convirtiendo el Campo de Gibraltar en el desierto laboral que es hoy día con delirantes tasas de paro. ¿Qué papel jugaron los EE.UU. en todo esto? Porque a quien se crea lo que dijo el Secretario de Estado Haig, que “es un asunto interno de los españoles” le puedo vender una moto pintada de verde seminueva. ¿Si era un asunto interno, por qué el enlace del CESID con la CIA, Gil Sánchez Valiente, desapareció el 24 de febrero de 1981 con destino a los EEUU? Sería procesado a su regreso de Miami por abandono de destino, y del maletín que portaba nunca más se supo. Ya canta mucho que matasen a Carrero Blanco justo detrás de la Embajada de los EEUU y el día después de entrevistarse con Kissinger, ¿se les iba a colar por segunda vez algo tan gordo? Ford y Carter querían una democratización de España, pero controlada (la legalización del PCE debió de sorprenderles tanto como a los españoles), en el 81 estaba Reagan que había aprendido de los errores en las “operaciones mojadas” de sus antecesores.
Queda el epílogo chusco de La Sexta presentando un seudodocumental titulado “Operación Palace” en el que se decía cómo el 23-F fue un montaje para apuntalar la Monarquía… y al final revelar que el documental es falso. Resulta un recurso muy típico hacer una confesión irónica en la esperanza de colar como chiste lo que es la verdad (entre broma y broma la verdad asoma).
Es un principio de toda investigación criminal, a la hora de establecer la lista de sospechosos, preguntar quién se benefició del crimen. Cui bono? Lo cierto es que la imagen de Juan Carlos I, y la de su eficiente y silencioso secretario Sabino Fernández Campo quedó irremediablemente unida a la de la democracia. Sin menoscabo de que los golpistas hablasen en clave de que esperaban órdenes de un “elefante blanco” de identidad nunca aclarada, referido como la “máxima autoridad militar”. Mucha gente que no se consideraba monárquica sí se consideraba “juancarlista” y entre ellos había gente que consideraba que esa “máxima autoridad militar” era de la junta de Jefes de Estado Mayor (JUJEM). Eso no sólo no es cierto (el comandante en jefe de todas las fuerzas armadas está por encima) sino que no explica la curiosa coincidencia de que el elefante blanco sea símbolo de la Monarquía en países como Tailandia. Además de Juan Carlos, se benefició el PSOE. Los años 80 fueron los de la cultura del “pelotazo”, la “Movida”, y todas esas cosas que sacan en los documentales de la tele como diciendo que al fin España se había modernizado. Una curiosa “contracultura” subvencionada desde el poder y que salía a todas horas en la única televisión (pública). Un curioso “progresismo” en manos de las familias bien de toda la vida.
Pero por debajo de ese mundo de pijos progres estaba la España Real, esa que en sus peores momentos protagoniza Puertos Hurraco… y en los más duros organiza cosas como los barceloneses arrancando los bancos de la calle para usarlos como camillas tras el atentado de Hipercor. El currito normal y corriente que no escuchaba a Alaska o a Mecano, sino a Obús, Leño, Triana o Los Chunguitos. Al que no le tocaba dar un “pelotazo”, sino al que dejaron en la calle por la reconversión industrial (que es como en España se llamó al desmantelamiento industrial). Cayendo en muchos casos en la drogadicción o la delincuencia. El que votó al PSOE creyendo que la O de Obrero y la E de Español iban en serio, en vez de ser un partido pijiprogre pagado por potencias extranjeras. A ese se la colaron bien. Nos la colaron bien.

Quienes hicieron el golpe del 23-F fracasaron… pero quienes los dejaron hacer y lo organizaron, triunfaron.



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