Revista FUERZA NUEVA, nº 582, 4-Mar-1978
Editorial
De Canarias, ni hablar
La decisión de la OUA (Organización para la Unidad Africana) de apoyar al traidor Cubillo y a su secesionista organización (MPAIAC) representa, independientemente del hecho claro e inadmisible de una intromisión internacional intolerable, la muestra más palmaria de un fracaso total de la política exterior del Gobierno de Adolfo Suárez y con ello la mejor prueba de ineptitud para dirigir los destinos de España en el campo de las relaciones con las otras naciones,y en este caso concreto con los países del África negra.(…)
Claro es que todo ello es causa también, porqué negarlo, de una situación de carencia total de Gobierno en la España de estos últimos años y, paralelamente a ello, a una resultante de nuestra debilidad material que se traduce, en el exterior, en una inexistencia de posturas de dignidad y energía correspondientes a una nación soberana condecoro y dignidad frente al mundo que nos rodea.
Debilidad moral, por ausencia de ideales y de un destino auténtico al cual servir, acompañado de un total abandonismo de intereses y deberes nacionales, que tienen como caldo de cultivo una falta de metas a conseguir en el terreno patriótico, bajo el peso de un dictado al que estamos sometidos por las Internacionales marxistas y capitalistas, que son quienes en realidad rigen los destinos de nuestra patria en estos aciagos momentos.
Una desastrosa política militar por parte del Gobierno ha dejado sin fondo necesarios, sin armamento idóneo y sin posible potencia necesaria a nuestras heroicas y esforzadas Fuerzas Armadas, las cuales, si bien son hoy, como ayer y como siempre, ejemplares en sus hombres, en la calidad humana de sus integrantes, no pueden estar a la altura de las circunstancias que el momento demanda en el plano de nuestra defensa internacional, cuando el armamentismo, la técnica bélica, los avances de las armas, demandan para España un material bélico poderoso y efectivo, del que hoy, desgraciadamente, carecemos, al menos en la calidad y cantidad necesaria para defender nuestros sagrados intereses.
Estamos seguros que ante un Estado fuerte, ante una España potente y unida, sin el cáncer de la partitocracia liberal, sin el cáncer de los separatismos, la situación de agravio que hoy lamentamos en el caso de las Islas Canarias no hubiese existido.Frente a una patria con instituciones totalmente asentadas y con una política recta, enérgica, respaldada por unas FAS igualmente potenciadas como corresponde a nuestra nación, a su potencial y a sus compromisos morales y materiales de todo orden,no cabe duda de que nadie -y menos un cónclave de naciones subdesarrolladas, movidas al conjuro de una estúpida xenofobia atizada por el marxismo internacional y por los egoísmos suicidas de ciertas potencias occidentales- podría haber osado agraviarnos o tratar de atacar nuestra unidad nacional o dañar los intereses materiales españoles en ningún lugar del mundo.
Poco podemos esperar de este Gobierno (A. Suárez) que padecemos, como solucionador de los entuertos, por su debilidad y entrega, creados. Poco podemos esperar los españoles de que, quienes al frente de los destinos patrios hoy (1978) guían la nave española, sean capaces de dar una salida no sólo airosa sino digna y contundente ante la agresión de que estamos siendo objeto. Estamos seguros que de nuevo su debilidad, su entreguismo, los pactos secretos a los que están sujetos, serán los que en verdad muevan los peones de nuestra diplomacia y adopten las posiciones frente o ante ese mundo africano, o de cualquier otro lugar, que se alza contra España.
Ahora nos daremos cuenta de la razón que llevaba Franco al decir que el Sáhara era la espalda de las Canarias y su escudo protector. Sin embargo, el Sáhara se entregó alegremente porque, según la mayoría de la prensa y los partidos políticos, “su defensa no valía la vida de un solo soldado español”. (…)
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